viernes, 22 de abril de 2016

Sólo por ti 20- Gaby Ruiz



Lucian abrió mucho los ojos, recordando las palabras que le habían soltado en aquella tarde Donovan, Nick y Derek. No, no había considerado el amor. Pensó que se trataba de una broma. ¿Cómo podría amar a Beth cuando…? Bueno, cuando no existía nada entre ellos. ¿Verdad? ¡No era posible!
Unos cuantos besos no significaban amor. Es que era absurdo. Negó lentamente mientras Nick se levantaba con una sonrisa misteriosa.
- ¿Diga? –la voz que se escuchó al otro lado del teléfono lo trajo al presente de inmediato. ¡Ni siquiera recordaba que estaba llamando!- ¿Bueno?
- ¿Beth? –pronunció rápidamente. Tras un largo silencio, repitió- ¿Elizabeth, me escuchas?
- Elizabeth… -murmuró antes de añadir- si, ¿quién habla?
- ¿Bromeas, cierto? –Lucian preguntó sin humor- ¿ya me olvidaste?
- Hum –Beth esbozó una leve sonrisa- eres un niño sin humor.

- No soy un niño, Beth –Lucian puso en blanco los ojos- pero me encanta que me recuerdes que eres mayor que yo.
- Tampoco es algo que interese mucho –Beth soltó con lentitud- no es como si tuviéramos algo… -bajó la voz lentamente.
- ¿No? –Lucian tamborileó con los dedos sobre la mesa, impaciente- claro que no. Pero ¿no éramos amigos?
- Nunca dejamos de serlo –respondió con rapidez- ¿por qué lo dices?
- Porque los amigos se despiden cuando viajan… ¿no te parece?
- No tuve tiempo –se excusó- estabas demasiado ocupado y debía irme.
- ¿Ocupado? ¿Cómo…? –Lucian suspiró, intentando calmarse- Beth, ¿podrías, por favor, explicarme qué rayos pasó? Aún estoy tratando de entenderlo… estábamos tan bien y…
- Lucian, te lo repito una vez más –Beth miró al frente fijamente, intentando concentrarse en lo que sea que no le recordara vivamente al hombre del otro lado de la línea- no quiero complicaciones en mi vida. Nuestros mundos son tan diferentes que… el abismo es demasiado para mí, para ti. No quiero.
- ¿Un abismo? ¿No te parece que exageras un poco?
- No, al contrario Lucian. Tú te lo tomas demasiado a la ligera.
- ¿Hay algo que tomar enserio? –preguntó mordazmente.
- Quizás para ti, no. Pero para mí, sí. Mi reputación vale, aquí en Italia como en América pienso conservarla sin escándalos. Se lo debo a mi familia y, especialmente, a mi padre. Tu vida es… no quiero tu amistad.
- ¿Qué es lo que quieres, Elizabeth? –soltó Lucian- ¿qué es lo quieres de mí?
- Quiero… lo que yo quiero, tú nunca podrías dármelo, Lucian.
- ¿No puedo al menos saber qué es lo que no puedo darte? ¿Un intento?
- No –Beth soltó concisa, sintiendo como lágrimas se agolpaban en sus ojos- es demasiado complicado. No quiero.
- ¿Así son las cosas? –Lucian miró al techo- ¿estás segura?
- Totalmente.
- ¿No hay posibilidad, ni remotamente, de que lo reconsideres?
- No, en absoluto.
- Perfectamente entonces –Lucian asintió- ha sido un placer conocerte.
- Lo mismo digo, Lucian.
- Adiós Beth.
- Adiós Lucian –suspiró Beth, esperando que él volviera a hablarle. Pero no lo hizo. Colgó de inmediato y ella se quedó mirando fijamente la bocina.
Había sido lo correcto. Había hecho lo que era mejor para los dos. No tenía caso intentar algo que jamás resultaría. Solo saldrían heridos, habría sido una estupidez y un comportamiento inmaduro.
Entonces… ¿por qué estaba llorando? ¿por qué sentía como si hubiera dejado la oportunidad de su vida?
Quizás lo amaba. Había una posibilidad de que lo amara. Había hecho lo correcto. Entre ellos, nunca, jamás podría existir nada. Las brechas existentes entre sus mundos, la edad, las ideas, la madurez… eran incompatibles. Totalmente incompatibles.
***
Beth coreó ¡sorpresa! junto a las demás personas que esperaban para el cumpleaños n° 23 de André. Su hermano hizo una gran reverencia, riendo mientras todos se acercaban a felicitarlo y empezaba un brindis en su honor. La sonrisa de él se amplió cuando vio que el regalo que le tenían sus padres era un auto nuevo.
- ¿Crees merecerlo, hermanito? –Beth se acercó a él, con una ceja arqueada- ¿nueva? ¿así de rápido? –no le importaba si le escuchaba la mujer en cuestión.
- Beth, te falta un poco de sutileza –André le taladró con la mirada- ¿no es una preciosidad?
- Quizás… ¿tiene la mitad de inteligencia que belleza?
- Me ofendes –André soltó encogiendo un hombro- no es que me interese ese asunto en particular.
- Lo sé… ¿por qué me molesto en preguntar cada vez que nos encontramos? –Beth lo reprendió pero le dio un abrazo, entregándole un reloj que le había comprado.
- Es lo que me pregunto siempre –escuchó que decía André antes de estar lo suficientemente lejos.
Beth puso en blanco los ojos con impaciencia, una vez más. Su hermano al parecer, nunca iba a madurar.
- ¡Beth! ¿Qué le has dicho a André? –Danaé se acercó con una sonrisa- por un momento, lo has desconcertado, como de costumbre.
- Solo lo usual –rió, mirando con cariño a su hermana- ¿qué más podía decirle que la verdad?
- Un día se enamorará… y cambiará –afirmó Danaé y la miró- ¿no lo crees?
- ¿Enamorarse? ¿André? –Beth inquirió extrañada.
- El amor da una nueva perspectiva a las personas, Beth –soltó Danaé con una sonrisa leve- siempre lo he pensado.
- ¿Estás enamorada, hermanita? –Beth la fastidió- ¿finalmente alguien más qué…?
- Hace no mucho salí de una larga relación con Kyle –le cortó- ¿podrías decir lo mismo de ti?
- No es una pregunta justa, señorita –sonrió divertida Beth- me gusta estar así…
- Lo dudo –Danaé la miró fijamente- tú escondes mucho, Beth. Pero está bien, es tu vida, son tus decisiones.
- Mis decisiones –murmuró lentamente- si, lo son.
Danaé asintió con una sonrisa misteriosa. De inmediato se dirigió hacia Marcos, con quien tenía una relación estrecha y era parte de la familia. Beth los miró intercambiar comentarios pero no se acercó a ellos. En realidad, no estaba de ánimo de descifrar enigmas.
- Beth –escuchó que la llamaron y giró. Era su padre- ¿recuerdas a Anthony di Román?
Beth giró y se encontró con un hombre elegante, atractivo y con una sonrisa amable. Tenía los ojos grises y el cabello casi rubio. Intentó recordarlo y…
- ¡Tony! –exclamó de pronto con sorpresa y él asintió- ¿cuánto tiempo?
- Muchos años –se encogió de hombros él- ¿casi 10 años?
- ¿Tanto ya? –Beth miró que su padre se alejaba discretamente y ella contempló al hombre con el qué, hacía bastante tiempo, había mantenido una relación. ¡Increíble cómo pasaba el tiempo!
Hablaba con Anthony, recordando los años que habían estado juntos. Sus padres habían estado felices pues eran familias italianas que mantenían una amistad por generaciones. Una unión en su tiempo, los había hecho tan felices a todos… pero habían terminado.
- ¿Te podría invitar a salir un día de estos? –propuso Anthony mientras la acompañaba a su auto.
- Puedes –Beth rió y esperó su característica negativa lenta con la cabeza- está bien, me encantaría.
- Beth estás… -Anthony fijó sus ojos en ella y la recorrió con lentitud- realmente, bellísima.
Beth puso en blanco los ojos. Le dio un suave beso en la mejilla y se alejó en su auto. ¿Qué podía perder?

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