domingo, 24 de abril de 2016

Sólo por ti 22°- Gaby Ruiz



Lucian observaba a Beth con atención mientras conducía. No podía creer lo hermosa que se veía mientras intentaba ignorarlo. Casi lo estaba logrando, a no ser que sus manos aferraban el volante con demasiada fuerza. Él ya la había visto conducir y eso no era normal en ella.
Pensó fastidiarla un poco más pero realmente le encantaba verla. Había olvidado lo increíblemente perfecta que era. El tiempo solo la hacía lucir más hermosa, más elegante, más arrogante. Lo dejaba sin palabras. Beth era… bueno, ella era Elizabeth Ferraz, y eso parecía ser una explicación suficiente para todo lo que su presencia provocaba.

- ¿Tú no tienes hambre? –Beth preguntó extrañada- ¿aun luchando con los cambios de horario?
- Exactamente –Lucian asintió contrariado- aquí es inusualmente temprano o tarde cuando tengo hambre.
- Pobre de ti –Beth se burló con una sonrisa mientras Lucian observaba que dejaban atrás la ciudad.
Un pintoresco paisaje con una pequeña carretera que atravesaban con menor velocidad que la que habían recorrido las calles de la ciudad. Se sentía un intenso aire fresco y poco ruido. Tomaron un camino secundario hasta llegar a un restaurante pequeño, rústico y acogedor.
- Aquí nadie te reconocerá –Beth le dijo brevemente mientras estacionaba el auto- ¿por eso las gafas de sol, cierto?
- Era un intento fallido de pasar desapercibido –rió Lucian y se encogió de hombros- no quería lucir como un turista.
- Has fallado miserablemente –bromeó Beth pero le abrazó brevemente.
- Así está mejor –Lucian no la dejó alejarse. Le pasó el brazo para la cintura y la condujo por el corto tramo hasta la puerta del lugar.
Los dueños del lugar reconocieron a Beth, los recibieron con una sonrisa de bienvenida e hicieron que se ubicaran en una mesa que tenía una enorme ventana por la que podían apreciar colina abajo. Beth tomó uno de los menú que le extendieron mientras Lucian hacía lo mismo.
- Mis tíos –explicó Beth sonriendo- Melina, hermana de mi mamá Danna y su esposo, aman este lugar. Por ellos lo conozco y...
- Es encantador –Lucian asintió pero la miraba fijamente- ¿sabes qué…?
- Dame un momento, debo hacer una breve llamada y regreso contigo.
- ¿No pensarás abandonarme aquí o sí? –exclamó él mientras Beth se alejaba riendo porque lo había escuchado.
Lucian observó el lugar con atención. Era una construcción clásica, pero con decoración rústica, lo que le daba un aire misteriosamente acogedor. Colgaban varios paisajes que imaginaba representaban a otros lugares de Italia, que bien podían ser los que él observaba por uno de los ventanales. Se sentía bien estar ahí. Tan bien.
- Ya estoy aquí –Beth esbozó una sonrisa extraña y Lucian esperó que continuara- ¿qué sucede? ¿por qué me miras así?
- ¿Ha sucedido algo? –interrogó con tono despreocupado.
- Nada… importante –contestó dubitativa Beth.
- Bueno –Lucian clavó sus ojos en ella- ¿estás saliendo con alguien, Beth?
- ¡Qué pregunta es esa, Lucian! –le reprendió con sorpresa- ¿dónde has dejado la delicadeza y los buenos modales?
- En América –respondió con una sonrisa encantadora- ¿por qué la sorpresa? ¿ya no me recuerdas?
- Te recuerdo perfectamente –soltó Beth en idéntico tono- pero, retomando tu maleducada e inoportuna pregunta, podría decirse que sí.
- ¿Podría decirse? Que interesante –su rostro era enigmático.
- ¿Y tú Lucian? ¿Has salido con alguien? –Beth no pudo evitar preguntar.
- Hum –Lucian simuló pensar y le sonrió- según tengo entendido, salí con varias mujeres, me comprometí, me casé y me divorcié… he perdido la cuenta de las veces. Tú elige.
Beth no pudo evitar una risita por el buen humor de Lucian. Ojalá ella pudiera tomar las cosas así, tan… calmadamente. Nunca podría afrontar a los periódicos así como él. Siempre se había caracterizado por ser discreta, muy celosa de su privacidad y pensar que pudieran vigilarla y exponerla… ¡Qué complicado debía ser!
- ¿Entonces todo es verdad? –Beth dibujó una gran “o” y sonrió divertida.
- No –soltó Lucian con sus ojos azules clavados en sus labios- nada es verdad –recorrió su rostro con deliberada lentitud- ni una palabra.
- ¡Deja de mirarme así! –Beth siseó mientras sentía como, a su pesar, ascendía un ligero rubor a su rostro- ¡Lucian! –insistió.
Lucian se limitó a cruzarse de brazos y sonreír. Beth era bellísima, aun más cuando se sonrojaba. Le provocaba intensos deseos de besarla hasta dejarla sin aliento. A solas. Beth…
- ¿Qué? –exclamó en tono divertido- me abandonaste por más de un año Beth, ¿no puedo verte detenidamente?
- No he cambiado demasiado… -murmuró esperando que fuera cierto. ¿Y si la veía… mayor? ¡Qué le pasaba! ¿A quién le importaba lo que Lucian viera en ella?
- Hum –Lucian ladeó la cabeza ligeramente mientras esbozaba una sonrisa lenta- estás, definitivamente, más hermosa.
- ¡Lucian! –Beth rió encantada y le dio un ligero golpecito en la mano que él tenía extendida sobre la mesa. Lucian captó su movimiento y la atrapó para retenerla en la suya. Beth elevó sus ojos verdes hacia él.
- ¿Por qué me dejaste así, Beth? –Lucian interrogó con seriedad.
- Yo no… -Beth puso en blanco los ojos- es complicado…
- Y no quieres nada complicado en tu vida –él completó.
- Si –soltó indecisa, bajando su mirada hasta la unión de sus manos- ¿tú no habrías hecho lo mismo? –él la miró- en mi caso…
- No –exclamó con seguridad- no podría dejarte.
- Lucian… -Beth cerró sus ojos. Ella tampoco lo habría dejado, no hubiera tenido el valor si su orgullo herido no la hubiera cegado. Su amor propio en peligro porque él veía a otra mujer como… la abrazaba… jugaba… como hubiera querido que fuera solo con ella. ¿Realmente había deseado eso? Entonces… todo había sido por… ¿¿celos??
- Eres hermosa, inteligente, interesante, graciosa, divertida, encantadora, irritante, sofisticada, discreta… ¿por qué te dejaría? –arqueó una ceja.
- ¡Ay Lucian! –Beth elevó su otra mano hacia su rostro y lo recorrió- te extrañé tanto…
- ¡Finalmente! –sonrió él satisfecho- y no tuve ni que pedirlo…
- Luciano –soltó ella con una risita mientras él ponía en blanco los ojos.
Les sirvieron lo que habían ordenado momentos antes. Beth empezó a comer y agradeció que Lucian también hubiera pedido un sándwich y así no tendría que comer sola. Nunca le había gustado comer sola.
- ¿Por qué me llamas así? –Lucian tomó un sorbo de limonada y preguntó.
- ¿Así? –Beth lo miró con curiosidad- ¿Luciano?
- Sí, ya te dije que ese no es mi nombre –él trataba de lucir serio pero la comisura de sus labios estaba ligeramente elevada- realmente, te puedo demostrar que soy Lucian, cuando conozcas a mi madre te lo confirmará.
Beth volvió a clavar sus ojos en él. Entonces… ¿era algo serio? No estaba solo jugando con ella. Había hablado de conocer a su mamá… ¿De verdad?
- Porque me gusta fastidiarte –contestó Beth con sinceridad, restándole importancia- además, en italiano suena mejor.
- ¿Qué no suena mejor en italiano? –preguntó él, con tono neutro y Beth no pudo identificar si estaba bromeando o lo pensaba en verdad. Quizás un poco de ambas- pero mi nombre, lo prefiero normal… Lucian –acentuó la “n” al final y Beth rió con fuerza.
- Bien, Lucian… -Beth puso en blanco los ojos con una risita- pero cuando conozcas a mi familia, te presentaré como Luciano.
- ¡Elizabeth! –reprendió él impaciente y ella continuó comiendo- ¿por qué harías algo semejante?
- Solo será un momento –rió Beth, sin siquiera pensar en lo que había dicho- prometo que luego sabrán que eres Lucian Beckett. ¡Quisquilloso!
- Solo contigo –Lucian negó lentamente- solo tú me haces perder la paciencia y sonreír al mismo tiempo, Beth. ¡Eres como una niña!
- ¿Una niña? ¿Yo? –Beth abrió desmesuradamente los ojos- ¿cómo te atreves? –soltó con tono altivo.
- Una preciosa niña, debo añadir –Lucian dijo burlón mientras Beth lo ignoraba, aunque él pudo ver que no contendría una sonrisa por mucho tiempo más. Beth era única.

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