jueves, 21 de abril de 2016

La redención 4°



Cole miró por las ventanas, su mansión estaba construida en lo alto de una pequeña colina, había amado eso cuando la compró, estar en lo alto y  ver la vida de pobreza desde lejos. Pero en los últimos días  había tenido que contemplar hacia las calles periféricas, hacia las casas que a pocos metros de él estaban marcadas por la carencia y la miseria. Y se debía a Abigail, aquella muchachita lo afectaba más de lo que deseaba, quizás porque lo hacía mirar hacia   un espejo que reflejaba su pasado.
El pasado era para dejarlo atrás, más si era uno como el suyo.
Se sentó frente al escritorio y se puso a escribir invitaciones, necesitaba centrarse en el presente y sobre todo, organizar su futuro.

Mientras escribía, sonrió con una mueca pensando en los años que había vivido como un iletrado, cuando tuvo la oportunidad de aprender lo hizo con todas sus fuerzas, su delicada caligrafía era producto de muchas horas de práctica.
Había derramado lágrimas de sangre para convertirse en un caballero, y aún así  seguía siendo un disfraz que apenas ocultaba su verdadera naturaleza, sabía muy bien que la alta sociedad lo toleraba por su dinero. Pero algún día iba a casarse con alguien de ese mundo y ya no sería un extranjero, y sus hijos tampoco. Sus hijos no serían abandonados, no se criarían como perros de la calle y tendrían todo lo mejor. Y, quizás, cuando eso sucediera, él podría dejar ir a sus fantasmas.
Por el momento pensaba organizar una gran cena para invitar a los hombres destacados con los que tenía negocios.
Había mucho que preparar y le pidió a Bart que preparara su carro. Eso le hizo recordar que  iba a invertir en aquel proyecto de automóviles que le habían presentado la semana anterior, estaba terminando el 1800 y  su intuición nata le decía que el 1900 vendría lleno de progresos.
Una semana después todo estaba listo para la cena, aunque Antoniette se mostró muy ofendida cuando llegó un chef exclusivamente contratado para preparar la cena.
-También soy francesa…- protestó.
-Esta cena es importante para él, incluso invitó a su prometida – intervino Bart y la mujer respondió con un resoplido.
-Creo que hacemos buena comida cada día, ¿no es verdad Aby? – preguntó mirando la jovencita.
-Sí, eso es verdad…- respondió sin saber muy bien que decir. Entendía el enfado de Antoniette, era ella quien llevaba la casa a diario y se encargaba que todo funcionara a las mil maravillas, era horrible ser dejado de lado. Pero también comprendía que su jefe estuviera ansioso  y quisiera que la cena fuera perfecta, más si venía su prometida.
-Sé que es así Antoniette, y también Cole valora tu trabajo, pero es una ocasión importante. Por esta vez pido tu colaboración.
-De acuerdo , pero si luego la comida me sale muy salada o algo, no quiero quejas – respondió y Bart asintió preocupado, se acababa de dar cuenta de la mala idea que era poner de mal humor a quien cocinaba.
La cena fue según lo planeado, excepto por un par de contratiempos, fueron menos personas de las invitadas y la ausencia más notable fue Victoria Elizabeth Fernsby, la prometida. A media tarde había enviado a uno de sus sirvientes con una nota excusándose.
El otro contratiempo había sido el humor del anfitrión, la decepción por la falta de Victoria a su lado en aquella noche  lo había dejado irritado. Había mantenido el ceño fruncido durante toda la velada.
Los días siguientes no pareció mejorar su ánimo, de hecho si se le preguntaba algo sus respuestas eran más parecidas a gruñidos que a palabras.
Y se sumergió en su trabajo como si el movimiento y el despliegue de energía fuera lo único capaz de aliviar sus inquietudes. Se encargaba de sus locales de juego, había viajado para comprar tierras y cuando llegaba se confinaba en su estudio a estudiar propuestas de inversiones  que leía hasta altas horas de la noche.
Aquella tarde había llegado a la casa cerca de las cuatro y se había encerrado nuevamente. Bart movió la cabeza, había intentado decirle que aminorara el ritmo, pero Cole lo había ignorado.
Tan solo verlo resultaba agotador. Comenzaba a preocuparse, iba a hablar nuevamente con él ,, cuando vio que Abigail se dirigía hacia el estudio cargando una bandeja repleta de comida.
-Yo me encargo…- dijo ella con una sonrisa, y una vez más Bart pensó que aquella joven tenía mucha valentía para ser tan pequeña.
Cole la miró fríamente cuando ella entró y apartando unos papeles depositó la bandeja delante de él.
-Pedí que no me molestaran –  dijo como si recordara una orden inviolable.
-¿Comió? Yo creo que no, parece que se olvida de comer últimamente. Como y después sigue trabajando, pero si continúa así va a desplomarse en cualquier momento y es demasiado pesado para que lo levantemos- le dijo como si le hablara a un niño malcriado. Él se puso de pie haciendo patente su altura y la miró con intensidad.
-No tienes el más mínimo sentido de tu lugar ni de las jerarquías, ¿verdad?
-Sé que es mi jefe y que por eso mismo sería muy mala idea dejarlo morir de hambre y cansancio, perdería mi trabajo. Y si se refiere a las clases sociales y eso, pues debo confesar que no, no me importan demasiado. Todo cambia, señor Bayley. Alguien que está en el fondo puede llegar alto trabajando duro…
-¿Cómo yo?
-Eso me han dicho. Y también sé que alguien que está muy alto puede caer, de la noche a la mañana todo puede cambiar. Ha sido así desde hace siglos, así que respetar  eso me parece inútil. La única nobleza respetable y que no cambia es la que está dentro de las personas, lo demás es pasajero. Y debería comer mientras está caliente, Antoniette se esmeró mucho preparando esta comida. Mi madre dice que todo se ve mejor con el estómago lleno.
-Supongo que tu madre tiene razón – respondió él aún impactado por las palabras de ella, era extraño que alguien como Abigail le diera lecciones, pero acababa de hacerlo. Se sentó y  tomó el tenedor para empezar a comer. Y cuando masticó la apetitosa comida fue consciente de que en verdad tenía hambre.
-Llámeme cuando termine – dijo ella y lo dejó a solas, sabía que había tentado demasiado su suerte al hablarle como lo había hecho.
Usualmente no era tan atrevida, pero cuando Cole la miraba tan desafiante y enfurruñado como si levantara muralla tras muralla, ella se envalentonaba. Más si se trataba de obligarlo a hacer algo que era por su propio bien y los demás no se animaban.
Sin dudas era un hombre capaz, Bart había hecho algunos comentarios  que dejaban en claro que Bayley se había hecho a sí mismo, pero ella sentía que  toda esa determinación hacía que se olvidara de cosas básicas.
El por qué se sentía la indicada para recordárselas era algo que no podía explicarse simplemente sucedía, cuando se daba cuenta, ya era tarde y había cruzado el límite.
Suspiró y regresó al trabajo, casi podía escuchar la voz de su madre pidiéndole que fuera cauta y menos impulsiva.
Se hizo la firme promesa de comportarse, de recordar su lugar y circunscribirse a sus deberes como sirvienta de la casa, pero aquella resolución voló por los aires apenas un par de días después.
Llegó a la mansión apenas amanecía, pues habían acordado con Antoniette limpiar a fondo las habitaciones del piso superior y eso llevaría mucho tiempo. Cuando entro lo primero que vio fue  a una mujer morena, con más curvas de las que ella tendría alguna vez descender la escalera tras darle un beso a James Cole Bayle que  la observaba desde la barandilla. Él iba despeinado y con la camisa arrugada, aún ella entendía lo que esa imagen significaba. La mujer se paró al pie de la escalera, envió un beso en el aire y pasó por su lado como si ella fuese invisible. Se fue dejando un nada sutil aroma a perfume en el camino.
En cambio, Cole sí fue consciente de su presencia, la miró fijamente con sus ojos oscuros.
-Llegas temprano, pajarillo – dijo con la voz pastosa.
-Creí que tenía una prometida – respondió como si fuese la traicionada.
-Tengo una, pero no me acuesto con ella.
-¿Por qué? – preguntó y luego quiso haberse mordido la lengua.
-Es una señorita de la alta sociedad, voy a casarme con ella.- respondió él como si eso fuera algo obvio.
-Entonces supongo que su prometida debe estar feliz y agradecida de que se acueste con otras mujeres – le soltó ofendida y Cole empezó a descender la escalera hasta llegar a ella.
-¿Entonces? ¿Si fueras ella preferirías acostarte con tu prometido, aún antes del matrimonio?
-Sin dudas, quiero decir, si lo amara no habría nada malo. Lo que quiero decir es que no me gustaría que viera a otras mujeres…- dijo dubitativa y sonrojándose, obviamente lo suyo era sólo una bravata, Cole podía distinguir  la inocencia de la muchacha. Su consciencia le decía que no la incomodara, pero al mismo tiempo estaba muy tentado de incomodarla.
-Un hombre es un hombre, pajarillo.
-Y una mujer también es una mujer, quiero decir…
-¿Segura que sabes lo que quieres decir? – preguntó agachando la cabeza para ponerse a su altura y mirarla desde cerca. Muy cerca.
-Que está mal, que lo que hace está mal- contestó manteniéndole difícilmente la mirada. Y  Cole encontró que aquella absurda disputa era mucho más estimulante que la noche que había pasado con  Hannah
-Nunca he sido un chico bueno. Dile a Antoniette que dejen la limpieza para otro día, quiero dormir. Traten de no hacer ruido hoy, pajarillo – ordenó y se apartó de ella para subir a su habitación.
Cuando él se fue, la joven notó que había estado conteniendo la respiración y que sus latidos estaban acelerados por tenerlo tan cerca. Se había sentido abrumada por su cercanía.
Ella no debería haberse entrometido, después de todo el comportamiento de Cole no difería del de la mayoría de los hombres en su posición. Los noviazgos y compromisos estaban marcados por la hipocresía, los hombre elegían mujeres para casarse como si se tratara de un animal de pura raza y mientras tenían amantes que satisfacían sus necesidades. Era lo normal, pero ella había esperado que Cole fuera diferente.
Quizás la ausencia de su novia en la cena tenía que ver con aquel comportamiento tan libertino de él, ella había culpado a la mujer por no presentarse , quizás se había equivocado al juzgarla.



3 comentarios:

  1. No se por qué. .. jajajaj pero elcapi me recordó a la disputa de la bella y la bestia, cuando se niega a cenar . ..más cuando ella tiene coraje en replicarle...

    Me gustó. Muy intrigante. .. pero en serio nos ha tocado un Casanova? Grrrr

    Aunque hoy en día los hombres tampoco han cambiado mucho juasjuas

    Quiero más ya!!!! A qué mañana tenemos el cinco. ... es semana de aniversario!!!

    A que sí boli rojo!!! Venga no me pongas triste

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    Respuestas
    1. Curioso que lo notaras, cuando la escribo tengo esa sensación de La Bella y la Bestia...! Y en cuanto a otro capi; JAAAAAAAAAAA no molestes....no seas copiona!!!

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  2. Pues lo repito, ella es lo que necesita, y Cole parará de ser un casanova hasta que vea quien es la horma de su zapato!!!!

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