-Ahora
mismo, me hallo muy decepcionada de él –Respondió de inmediato con enfado y
cerrándose por un momento en sí.
Elisabeth,
solo supo observarla en silencio y darle unos minutos. Para después volver
atacar, pues no le gustaba que sus amigos estuvieran en aquella situación por
mucho tiempo más.
-Eso,
lo supongo perfectamente –Suspiró-. Pero sabes que mi pregunta no iba por ahí.
Las
mejillas de Yola, adquirieron un parecido a la granada.
-Que
Quieres qué te diga, que no supongas ya –Soltó a media voz y sin mirarla aún.
-Pues
no se sí me hallo en lo cierto, por lo rebuscado que está el asunto.
Alguna
lágrima asomó por los tristes ojos de la inocente joven, antes de girarse a su
amiga y comenzar a confesar algo de sus sentimientos.
-Si
te digo la verdad, cuando conocí a Eric y sin saber, que era mí vecino –volteó
los ojos, mientras sorbía por la nariz sin dejar de acariciar al felino-, me
cayó mal –Sonrió débil-. Lo encontré un creído prepotente guapo.
Las
comisuras de Elisabeth se alzaron un poco.
-Luego,
al ver que era mi vecino y que se cogía confianza con mi madre –Hizo una mueca
con sus labios-. Lo odié.
Allí
su amiga rió.
-Pero
al llevarme a trabajar, depositar cierta confianza y tener ciertos gestos en mí
–Se alzó de hombros –Lograron confundirme. Nunca me he enamorado Elisabeth. No sé
si es amor… -Su voz se quebró un poco-. Pero si sabía que sentía algo positivo
por él. Cierto, nos besamos y me gustó. Eso me demostró que físicamente me
atrae, algo que intuí desde un principio.
Elisabeth
volteó los ojos con un chasquido de lengua.
-Pero…
Yo fui yo –Marcó con énfasis-. Cosa que él no… Y ahora, solo quiero saber que
siento por él, pero sola. Sin verlo. Sin sus manipulaciones…
-Entiendo
–Suspiró la otra chica-. Pero también se, que él vendrá a intentar hablar
contigo –Fue cuando apareció por fin una sonrisa traviesa de las suyas-. Se
como darte ese tiempo, aunque él lo sabrá y no le gustará –La peliroja frunció
el ceño con marcado interés-. Confirmaré su asistencia en una conferencia que
dura lo que queda del verano, por ciertas ciudades de Europa y Asia.
-Te
va a matar –No pudo evitar el que asomara una sonrisa confabuladora.
-Lo
sé –Rió-. Pero él lo comprenderá en Septiembre.
-¿Cómo?
–Preguntó confundida.
-Tú
tranquila, aprovecha que te lo quito de encima –apresuró en señalar-. Pero en Septiembre a su vuelta, yo
me quedo al margen de lo que surja.
-Claro
–Se lanzó la chiquitina a sus brazos animada-. Muchas gracias, te quiero mucho.
-Yo
también enana, pero me volvéis loca –Confesó con un movimiento de cabeza hacia
los lados-. Tengo hambre –Se puso en pie-. ¿Chino o pizza?
Bien
entrada la madrugada del Domingo, Elisabeth se hallaba aún en el comedor a
pesar de que Yola, hacia más de tres horas que se había ido a dormir al cuarto
de invitados.
Se
hallaba en el sofá, teniendo encima de sus piernas extendidas su portátil rosa
chillón. Al que más de una vez, su amigo Eric había gruñido al verlo, indicando
que aquello era un ataque perjudicial para la vista.
Con
una sonrisa en sus labios, presionó al botón de enter, para enviar el correo al
chico con las reservas de hoteles, billetes de avión, horarios… Como también enviaba
una copia a los de la empresa, para que supieran en qué momento podían ponerse
en contacto con él, para alguna urgencia.
Y
un minuto después, su móvil vibraba contra su cadera.
Aspiró
con fuerza, carraspeó un poco y descolgó…
-Tú
tampoco puedes dormir hoy por la calor –Soltó con tono de burla, sabiendo que
en un segundo su oído sería taladrado por un grito.
-De
sobras sabes que sufro de insomnio –Siseo el joven entre dientes-. Pero créeme,
que ahora aún menos dormiré con el itinerario que me has marcado, cuando quedamos
que no me interesaba.
Su
tono se oía algo amenazante.
-Pero
créeme, que te irá bien acudir ahora a esas citas y no para las navidades como
querías hacer –Intentó convencer la joven con tono despreocupado.
-¿Por
qué me quieres alejar ahora? –Directo con tono osco-. Cuando ni me has
concedido algo de duda, solo pedía verla una vez…
-Solo
es un mes –Suspiró Elisabeth con cierto pesar-. Vuelves justo para el comienzo
de las clases. Os hace falta ese espacio, para que penséis o ella piense… -Se
le adelantó sabiendo que iba a intervenir él-. En Septiembre será tu territorio
y yo no intervendré, lo prometo.
-¿Cómo
que mi territorio? –No comprendió las palabras de la chica.
-Nada,
que te vayas por ese mes y prometo que en Septiembre, habrás recibido mi apoyo
de forma invisible, sin que ella se dé cuenta. Concédeme ese espacio de tiempo
y duda –Suplicó con tono amigable.
-De
acuerdo Elisabeth –Cedió al final el chico-. Pero también te doy ese espacio a ti,
y no hablo de Yola… -Soltó antes de que escuchara algo de unas maletas.
-Cabronazo
–Gruñó entre dientes la chica, sabiendo a qué se refería. Cerró su portátil
para irse a la cama, al día siguiente tenía que trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario