Aunque trató de
retirarse, la joven notó su presencia y
cuando sus miradas se cruzaron, Will descubrió las mil emociones que
pasaron por los ojos femeninos. Y también el gesto casi inconsciente de ella de
llevarse la mano al cuello.
Finalmente la
Directora se adelantó y entró a la habitación, William hizo lo posible para que
su rostro no mostrara el asombro que sentía al descubrir el secreto que ella había guardado celosamente. No era algo que redujera su
interés por ella, muy por el contrario, lo acrecentaba. Había mucho más en Anya
Bari de lo que uno podía observar a simple vista.
-Anya, él es el señor
William Kincaid, nuestro principal benefactor- dijo la mujer
-Nos conocemos – dijo
él y la Directora miró sorprendida de uno a otra.
-¿De verdad?
-Así es.- confirmó
Anya.
-Pero no sabíamos que
el otro tenía también una relación con este lugar- dijo él sonriendo levemente
.
Luego las chicas se
acercaron a saludar y se pusieron a hablar con ellas.
Anya lo observó
atentamente, era obvio que las jovencitas conocían a William y tenían confianza
con él, le contaban cosas o respondían a sus preguntas.
Cuando terminaron la
visita, el hombre le propuso tomar un café . Buscaron dos cafés de maquina del
instituto y se sentaron en un banco en el pequeño parque que rodeaba el lugar.
-¿Mencioné que tenía
una hermana? – preguntó él rompiendo el incómodo silencio entre ambos.
-Sí, creo que dijo que
estudiaba y se uniría a su negocio.
-Sí, así es. Se llama
Sora y la conocimos hace diez años en este lugar- dijo y Anya lo miró
sorprendida.
-¿Aquí?
-Sí, aquí. Mi hermana
es una persona especial. No tuvo una vida fácil y supongo que jamás sabremos
todo lo que vivió antes de que mis padres la adoptaran. Tiene una pequeña
cicatriz en la mejilla, ya es casi imperceptible pero seguro que ella recuerda
claramente como quedó esa marca en su cara, mamá dice que también tiene otras
en el cuerpo. Fue difícil para ella abrirse a nosotros, de hecho probablemente
nunca termine de hacerlo. Han pasado diez años y aún guarda las distancias, es
una chica encantadora , ha cambiado mucho en todo este tiempo, pero aún pone
muros que quizás nunca podamos derribar. Las heridas más profundas de mi
hermana no están a la vista y lo único que podemos hacer es amarla, esperando
que eso la cure.
-Creo que me gustaría
conocerla.
-Sí, pienso lo mismo,
sería bueno que se conocieran. Hoy cuando la vi con esas chicas, pensé que
habría sido muy bueno que en ese entonces Sora tuviera alguien como usted
cerca. Estoy seguro que se entenderían bien –dijo y sonrió como si hubiera un
chiste que sólo él entendiera.
-¿Qué? - preguntó Anya
que era muy perceptiva.
-. Cuando mi madre
decidió adoptar a Sora, papá y yo estuvimos de acuerdo, yo ya era un adulto así
que estaba dispuesto a ser un hermano mayor, pero ella me rechazó. Fue muy
difícil llegar a acercarme a ella. Ahora que lo pienso, usted y Sora se parecen
mucho.
-¿No va a preguntar? –
dijo ella y él la miró con calidez.
-Voy a escuchar cuando
usted quiera contarme.- dijo y ella sonrió. William Kincaid era muy hábil, la
había hecho bajar la guardia al hablarle de su hermana y ahora que él había
visto la cicatriz, quería contarle.
-Tenía siete años
cuando sucedió, algo falló en uno de los calefactores de la casa y explotó,
causó un incendio. Yo dormía, desperté por el ruido y ya las llamas estaban
empezando a extenderse, me alcanzaron mientras huía. Mi padre llegó a sacarme,
no recuerdo mucho, sólo el dolor y todo lo que vino después.
-¿Operaciones? –
preguntó él recordando la reacción anterior de ella cuando había mencionado las
cirugías estéticas, empezaba a entender.
-Muchas, para quitar
la piel quemada, impedir infecciones, injertos, más mientras crecía. Y aún así las marcas
quedaron.
-Es muy valiente,
¿entonces así nació bella por un día?
-Quizás ahí empezó a
gestarse, mientras yo aprendía lo que era la belleza. El accidente fue cuando
era niña, y debí aprender a lidiar con las miras de la gente, con la lastima e incluso la desilusión, y
debí aprender sobre mí misma. Ser adolescente no fue fácil, la ropa, las
salidas, ponerse un traje de baño y cosas que solían ser comunes para los
demás, eran diferentes para mí. Entender que la belleza es relativa, que tiene
que ver más con el interior que con el exterior fue un proceso largo.
-Y admirable- le dijo mirándola
fijamente hasta que ella se sonrojó levemente.
-Gracias, pero no creo
que sea para tanto. Su hermana, o las chicas que viven aquí y tantas otras
personas que luchan día a día por superarse, son más dignas de admiración.
-Y alguien que decide
dedicarse a inspirar gente y a curarlas también merece mi admiración. Porque
eso es Bella por un día, un lugar que cura gente, ¿verdad?
-Empieza a entender –
observó ella.
-Así es, soy un hombre
muy inteligente – agregó sonriendo- Entonces, valiente Anya Bari, ¿aceptaría
cenar conmigo esta noche? – preguntó.
-Es insistente además
de inteligente.
-Dicen que es la única
forma de ganar.
-¿Y qué quiere ganar? –
preguntó ella curiosa.
-Tiempo con usted –
dijo él y era verdad. Antes, apenas la conoció , deslumbrado por su belleza, habría
esperado ganar una noche con ella en su cama. Mientras más la conocía, quería
más, no sabía que tanto más, aunque presentía que Anya Bari valía como para pasar
una vida entera a su lado.
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