jueves, 4 de febrero de 2016

Cenicienta por un día 4°





Aunque trató de retirarse, la joven notó su presencia y  cuando sus miradas se cruzaron, Will descubrió las mil emociones que pasaron por los ojos femeninos. Y también el gesto casi inconsciente de ella de llevarse la mano al cuello.
Finalmente la Directora se adelantó y entró a la habitación, William hizo lo posible para que su rostro no mostrara el asombro que sentía al descubrir el secreto  que ella había guardado celosamente. No era algo que redujera su interés por ella, muy por el contrario, lo acrecentaba. Había mucho más en Anya Bari de lo que uno podía observar a simple vista.
-Anya, él es el señor William Kincaid, nuestro principal benefactor- dijo la mujer
-Nos conocemos – dijo él y la Directora miró sorprendida de uno a otra.
-¿De verdad?
-Así es.- confirmó Anya.
-Pero no sabíamos que el otro tenía también una relación con este lugar- dijo él sonriendo levemente .

Luego las chicas se acercaron a saludar y se pusieron a hablar con ellas.
Anya lo observó atentamente, era obvio que las jovencitas conocían a William y tenían confianza con él, le contaban cosas o respondían a sus preguntas.
Cuando terminaron la visita, el hombre le propuso tomar un café . Buscaron dos cafés de maquina del instituto y se sentaron en un banco en el pequeño parque que rodeaba el lugar.
-¿Mencioné que tenía una hermana? – preguntó él rompiendo el incómodo silencio entre ambos.
-Sí, creo que dijo que estudiaba y se uniría a su negocio.
-Sí, así es. Se llama Sora y la conocimos hace diez años en este lugar- dijo y Anya lo miró sorprendida.
-¿Aquí?
-Sí, aquí. Mi hermana es una persona especial. No tuvo una vida fácil y supongo que jamás sabremos todo lo que vivió antes de que mis padres la adoptaran. Tiene una pequeña cicatriz en la mejilla, ya es casi imperceptible pero seguro que ella recuerda claramente como quedó esa marca en su cara, mamá dice que también tiene otras en el cuerpo. Fue difícil para ella abrirse a nosotros, de hecho probablemente nunca termine de hacerlo. Han pasado diez años y aún guarda las distancias, es una chica encantadora , ha cambiado mucho en todo este tiempo, pero aún pone muros que quizás nunca podamos derribar. Las heridas más profundas de mi hermana no están a la vista y lo único que podemos hacer es amarla, esperando que eso la cure.
-Creo que me gustaría conocerla.
-Sí, pienso lo mismo, sería bueno que se conocieran. Hoy cuando la vi con esas chicas, pensé que habría sido muy bueno que en ese entonces Sora tuviera alguien como usted cerca. Estoy seguro que se entenderían bien –dijo y sonrió como si hubiera un chiste que sólo él entendiera.
-¿Qué? - preguntó Anya que era muy perceptiva.
-. Cuando mi madre decidió adoptar a Sora, papá y yo estuvimos de acuerdo, yo ya era un adulto así que estaba dispuesto a ser un hermano mayor, pero ella me rechazó. Fue muy difícil llegar a acercarme a ella. Ahora que lo pienso, usted y Sora se parecen mucho.
-¿No va a preguntar? – dijo ella y él la miró con calidez.
-Voy a escuchar cuando usted quiera contarme.- dijo y ella sonrió. William Kincaid era muy hábil, la había hecho bajar la guardia al hablarle de su hermana y ahora que él había visto la cicatriz, quería contarle.
-Tenía siete años cuando sucedió, algo falló en uno de los calefactores de la casa y explotó, causó un incendio. Yo dormía, desperté por el ruido y ya las llamas estaban empezando a extenderse, me alcanzaron mientras huía. Mi padre llegó a sacarme, no recuerdo mucho, sólo el dolor y todo lo que vino después.
-¿Operaciones? – preguntó él recordando la reacción anterior de ella cuando había mencionado las cirugías estéticas, empezaba a entender.
-Muchas, para quitar la piel quemada, impedir infecciones,  injertos, más mientras crecía. Y aún así las marcas quedaron.
-Es muy valiente, ¿entonces así nació bella por un día?
-Quizás ahí empezó a gestarse, mientras yo aprendía lo que era la belleza. El accidente fue cuando era niña, y debí aprender a lidiar con las miras de la gente,  con la lastima e incluso la desilusión, y debí aprender sobre mí misma. Ser adolescente no fue fácil, la ropa, las salidas, ponerse un traje de baño y cosas que solían ser comunes para los demás, eran diferentes para mí. Entender que la belleza es relativa, que tiene que ver más con el interior que con el exterior fue un proceso largo.
-Y admirable- le dijo mirándola fijamente hasta que ella se sonrojó levemente.
-Gracias, pero no creo que sea para tanto. Su hermana, o las chicas que viven aquí y tantas otras personas que luchan día a día por superarse, son más dignas de admiración.
-Y alguien que decide dedicarse a inspirar gente y a curarlas también merece mi admiración. Porque eso es Bella por un día, un lugar que cura gente, ¿verdad?
-Empieza a entender – observó ella.
-Así es, soy un hombre muy inteligente – agregó sonriendo- Entonces, valiente Anya Bari, ¿aceptaría cenar conmigo esta noche? – preguntó.
-Es insistente además de inteligente.
-Dicen que es la única forma de ganar.
-¿Y qué quiere ganar? – preguntó ella curiosa.
-Tiempo con usted – dijo él y era verdad. Antes, apenas la conoció , deslumbrado por su belleza, habría esperado ganar una noche con ella en su cama. Mientras más la conocía, quería más, no sabía que tanto más, aunque presentía que Anya Bari valía como para pasar una vida entera a su lado.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...