jueves, 31 de diciembre de 2015

Aún te amo 28°- Final -Gaby Ruiz



Fernando entraba solo a la habitación de Christopher, cabizbajo y con el rostro entre una mezcla de ira e incredulidad.  Cuando miró hacia los ojos abiertos de Christopher, sonrió ligeramente y se dirigió directamente hacia el médico.  Escuchó con atención cada una de las explicaciones, a momentos dejaba escapar ligeramente su respiración entre sus labios y asentía.
Carolina esperó con paciencia, analizando cada movimiento de Fernando, buscando cualquier signo que revelara que había pasado con Deborah, fuera de la habitación.  Pero nada, Fernando seguía imperturbable y había logrado total control de sus emociones. Casi, porque aquella fugaz mueca de su boca cada pocos minutos demostraba que algo muy grave había pasado… y le había molestado considerablemente.  ¡Qué curioso! Había cosas que no cambiaban nunca…

El médico dejó la habitación y Fernando la recorrió hasta llegar al borde de la cama en que yacía Christopher.  Le tocó ligeramente la cabeza, en un gesto evidente del gran cariño que le tenía. Christopher le pidió con una mano que se acercará más y él escuchó atentamente. Sonrió con dulzura y luego soltó una ligera e imperceptible risa, que a Carolina no se le escapó.
Fernando se levantó y sus ojos estaban humedecidos.  Miró hacia Caro y le pidió con la mirada que lo siguiera.
-  La enfermera aseará a Christopher. Es hora que comas algo y te cambies –Fernando dijo algo brusco, pero su rostro reflejaba un cansancio y dolor.
Carolina asintió.  Se marchaba sin mirarlo y él susurró: Carolina…
Ella lo miró.  ¿Qué quería?  Ni siquiera le había dicho gracias.  Simplemente le había “echado” ahora que ya no era “necesaria”.  Él sería feliz, todo estaba bien… ya no la quería ahí.
- Quería decir… si podía acompañarte a comer –preguntó Fernando-  quisiera… -vaciló y en sus ojos se leyeron tantas emociones que dejaron sin habla a Caro-  quisiera agradecerte –completó desviando la mirada.
-  Por supuesto Fernando –articuló brevemente Carolina.
Lo siguió hasta la cafetería del hospital. Era un lugar sofocante, con colores pálidos y que minaban hasta el mayor optimismo. Carolina suspiró, definitivamente los hospitales le deprimían.  Añoraba tanto estar con sus estudiantes…
-  Carolina, has hecho tanto por nosotros –Fernando empezó una vez que estaban sentados en una mesa cercana a la ventana- Christopher ha despertado hoy y ha sido un milagro.  Siento que yo también he despertado de una pesadilla… hoy, necesito decírtelo Carolina… tú siempre fuiste mi Caro –dijo tomando aire y ella exhaló con brusquedad- siempre lo serás. No tienes idea el dolor que me causa, que me sigue causando recordar aquel día. Tú fuiste a impedirlo… estabas ahí, tan dispuesta… tu corazón abierto, revelando tus sentimientos.  Tenía tanto miedo de no lograr mi objetivo, estaba tan cegado… -se cortó y respiró hondo. La cara de Caro seguía sin cambio alguno- sé que había otras maneras, pero no me parecían viables. Necesitaba hacerlo por Christopher… por mí.  Él es mi pequeño…
Carolina escuchaba incrédula.  ¿Qué significaba todo esto?  Fernando estaba explicando… ¿qué?  ¿Por qué lo hacía?  Bien, ella estaba ahí pero… eso no cambiaba nada.  Nada en absoluto…
Fernando tomó dos tragos de agua y continuó, ya que Caro estaba sumida en sus propios pensamientos.
- Tomar la decisión de… -él miró hacia la mesa- casarme fue lo más duro que he hecho.  No, en realidad lo duro fue mantenerme.  Después de todo el tiempo transcurrido, de los lugares visitados, de todo… aparecías precisamente en el momento más crucial de mi vida.  ¿Por qué no fue un año más tarde?  ¿O unos años antes?  Justamente era en ese momento, cuando yo había tomado toda responsabilidad con Christopher… cuando prácticamente lo había adoptado como hijo mío.  Cuando necesitaba… necesitaba estar junto a él.  Ser su figura paterna…
Caro seguía sin entender…. No quería entenderlo…
- Había resuelto todo con Deborah –seguía explicando Fernando- el matrimonio duraría un año, estipulamos todo.  Ella quería dinero, yo podía dárselo. Yo quería la custodia completa de Christopher… a ella no le importaba –su tono se volvió duro- el trato estaba hecho.  Así es como ella lo llamaba un “trato” en el que “todos se beneficiarían”.  Deborah destilaba veneno con cada palabra que decía, yo simplemente la aborrecía cada día más y más. Aún no entiendo como mi primo pudo haberla amado.  Un día cualquiera, en medio de la lluvia… ahí estabas tú.  Sentí que mi corazón se detenía. No podía respirar ni pensar… te había soñado tanto.  No podías ser tú, aquí… ¿qué posibilidades había?  Me sentía eufórico, estaba totalmente feliz y… volví a la realidad. Mi realidad era que tenía un sobrino al que cuidar y una cuñada que no quería verlo, que solo esperaba la mayoría de edad de él para despilfarrar su dinero.  Me mantuve firme, tuve que huir de mi mismo… no verte tras nuestro reencuentro fue lo más duro que he hecho en mi vida.  Hasta ese momento… verte el día en que cometería aquel acto tan vil… aquella “boda”… estuve a punto de quebrarme.  Mi resolución se tambaleó y casi corrí detrás de ti…
- Exacto… -habló Carolina y él la miro impaciente-  ahí está la clave Fernando.  Casi… -repitió y le devolvió la mirada-  pero no lo hiciste.  Dejaste que me fuera.  En ese momento estuve a tu alcance… ya no más.  No ahora Fernando.  ¿Qué esperabas?  ¿Qué te esperara eternamente?  Olvídalo…  -Carolina mantuvo su resolución con el dolor reflejado en cada palabra.  Dolor y traición-  mi corazón estuvo abierto… mis sentimientos eran tuyos y los pisoteaste y ni siquiera te importó  -él quiso tocar su mano, pero ella la retiró antes de que se acercara- no, Fernando.  Estoy cansada de esperar… de tus cambios impredecibles.  Un día me amas, al siguiente te vas, así… sin más.  ¿Volverá a pasar? Y si nuevamente decides que Christopher te necesita… tus prioridades Fernando… yo no estoy ahí.
Fernando estaba incrédulo, no podía creerlo… entonces Carolina dijo.
- Y… no hay nada que agradecer… Cuida a Christopher –miró por última vez mientras se levantaba-  Esta vez… el adiós te lo doy yo.  Ya no te amo. 
Fernando la miró alejarse con el corazón en un puño. Quiso seguirla, debía seguirla… pero no lo hizo.
Carolina podía mirar lo que dejaba, tal vez podía cambiar su resolución o reconsiderarlo.  Si tan solo mirara… pero no lo hizo.



Epílogo
Carolina miraba nerviosamente hacia la entrada de la cafetería. Maldijo una vez más al hombre que esperaba.  ¿Acaso la haría esperar para siempre? Se rió quedamente, mientras un niño de aproximadamente 8 años se abalanzaba a sus brazos.
- ¡Christopher! Qué alegría que llegaras –sonrió con dulzura-  te he estado esperando.
-  Caro –sus ojos se iluminaron-  te extrañaba ya.
- Y yo a ti mi pequeño –su corazón se iluminó con aquella mirada que tanto quería.  Le tocó tiernamente el cabello- ¿Cómo te has comportado en estos meses?
-  No me gusta que me dejes tanto tiempo –se quejó.
- Lo sé, pero me gusta mi trabajo ¿sabes?  -rió.
-  Caro, ¿por qué no vives en Italia? -preguntó Christopher- pasas mucho tiempo viajando…
- Sí, pequeño suspicaz –Caro negó- lo estoy considerando seriamente…
- Sería una buena idea, alguien siempre te espera –Christopher ladeó la cabeza con una sonrisa traviesa y Caro suspiró, poniendo los ojos en blanco.
- ¿Será el mismo hombre que siempre me hace esperar? Creo que es una mala costumbre…
-  Y no volverá a pasar –una voz masculina habló a su espalda.
-  ¿Por dónde has llegado?  -Carolina lo miró riendo.
-  Por atrás… esta vez quería sorprenderte yo.
-  No lo lograrás…
-  No dejaré de intentarlo –rió Fernando y se veía tan joven- aunque tú… me has sorprendido de tantas maneras.  Pensé que no te vería nunca más cuando me dejaste en ese hospital, sin ni siquiera una mirada y…
- Y esta vez lo hiciste bien, Fernando. Me encontraste –Caro sonrió- nunca pensé que lo harías.
- ¿Dejarte escapar una vez más? ¡Nunca, no de nuevo! –Fernando tomó su mano- veo que te encontró, no quiso esperar a que estacionara el auto.
Carolina dirigió a Christopher una mirada llena de cariño y ternura.  Se había convertido en un hijo para ella, ya que no dejaba de encontrarlo cada vez que visitaba a Danna. Y eso era bastante frecuente.  Y ahí estaba Fernando también… quien no había desistido a pesar de sus negativas, si que le había costado esta vez.
- Aún no estés tan seguro… -Carolina clavó sus ojos en él- puedo cambiar de opinión.
- No juegues así conmigo –rogó Fernando y ella rió traviesa- me has castigado durante largo… largo tiempo sin aceptar mi propuesta de matrimonio.
- Tal vez este sea tu día de suerte –le guiñó un ojo.
- ¿Tú crees? –Fernando miró a su alrededor- ¿qué más da?
Carolina no lo creía capaz. Se llevó una mano a su boca cuando Fernando se arrodilló frente a ella y le presentó el anillo que, al parecer, llevaba a todas partes.
- Carolina Rivas, ¿quieres casarte conmigo?
- Fernando ¡levántate! –pidió ante la mirada curiosa y las risitas a su alrededor- ¡Fernando!
- No me has dado una respuesta –se encogió de hombros él, dirigiendo una mirada de complicidad a Christopher- ¿qué dices?
- Que estás totalmente loco, Fernando.
- Y…
- Y que… acepto.
Fernando la tomó en sus brazos.  La estrechó con fuerza y sintió todo el amor que Carolina y él habían creado durante tantos años. La vida se había encargado de reencontrarlos una y otra vez… pero esta vez, sería para siempre.

Fin

Muchas gracias a Gaby por compartir otra de sus historias con nosotros! Esperamos que hayan muchas más




1 comentario:

  1. Muchisimas gracias, Gaby, por esta historia tan linda. Me encanto!

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