viernes, 9 de octubre de 2015

Pétalos de Cerezo 10° -Final



Inglaterra 1901

Anna había pasado mucho tiempo enferma y también había sido largo el tiempo de convalecencia.
Cuando se había recuperado completamente, se sentía tremendamente vieja y cansada, como si aquellos días de fiebre hubieran sido años.
También era muy consciente de los cambios que había traído aparejada su enfermedad, ya no era la joven de antes de viajar ,ni tampoco la de Japón. Era un despojo de ambas, lo que había sobrevivido.
Tenía que encontrar un lugar para sí misma.

Estaba mucho más tranquila, rozando la resignación, pero necesitaba hacer algo para mantenerse ocupada, así que había decidido dar clases.
Enseñando a los niños a leer y escribir, había hallado sosiego.
No había olvidado, nunca podría, pero se había concedido una tregua. También se lo debía a su madre que la había cuidado tan celosamente.
Al menos había sacado algo positivo de su padecer, ella y su madre tenían una mejor relación.
Había terminado la clase y regresaba a casa, la escuela  funcionaba en la iglesia y ella disfrutaba la caminata por la verde campiña.
El médico había aconsejado que hiciera ejercicio para  fortalecerse, ella sabía que su enfermedad había nacido de un corazón roto. Nunca sanaría completamente. Aún así disfrutaba el contacto con la naturaleza.
Iba ensimismada en sus pensamientos cuando uno de los niños la llamó.
-¡Señorita Anna!- dijo llegando hasta ella.
-Arthur, ¿sucede algo?
-Me pidieron que le diera esto – dijo el niño y le dio un pañuelo de seda, luego echó a correr.
Anna desenvolvió despacio el pañuelo y encontró unas flores de cerezo prensadas. Con dolorosa certeza, supo desde qué día habían sido conservadas y  por quien.
Quería correr, pero el cuerpo no le respondía, así que se movió con lentitud. Se detuvo, dio la vuelta y lo vio parado en la elevación de la colina. El corazón le latió con fuerza.
Había pensado que ya nunca lo vería de nuevo.
Llevaba un traje occidental negro, aún así desprendía exotismo, parecía más delgado, pero su cabello era igual de oscuro y aunque desde allí no podía apreciar la expresión de sus ojos rasgados, ella sentía la profundidad de su mirada.
Durante infinitas noches ,había temido olvidar como era, cerraba los ojos e imaginaba cada facción de él temiendo que su rostro fuese tragado por el olvido. Ahora estaba allí, mucho más hermoso que un recuerdo.
Comenzó a avanzar hacia él, muy despacio, temiendo que desapareciera.
Su andar se hizo mucho más lento a medida que se acercaba, cuando llegó a su lado, él le sonrió levemente y ella le correspondió con un gesto más leve aún.
¿Cómo podía hablarle ahora que lo tenía frente a sí?
-Estás aquí – dijo ella livianamente, como si no hubieran pasado meses, y se sorprendió que la voz no le temblara.
-Sí, vine a ver a la familia de mi padre, entre otras cosas.-contestó con su acentuación característica.
La voz de él pareció resonar en todo su ser.
Ella no sabía cómo hablarle casualmente, cómo mantener una charla superficial cuando su cuerpo estaba quemándose por las emociones.
Hablar con él como si fuera un amigo que acaba de ver era tan fácil como sentir fuego en la garganta, cada palabra dicha era un puñal que la desgarraba por dentro.
-¿Caminamos? -propuso él vacilante y ella asintió. Caminaron uno junto al otro.
-¿Cómo te fue? -preguntó  Anna haciendo referencia a lo que él le había comentado sobre su familia paterna.
-Los padres de mi padre me echaron, dijeron que no vuelva a aparecer allí - dijo él con la voz sin expresión.
-Lo siento.- dijo ella sinceramente. Que él hubiera ido tan lejos para ser rechazado, era muy penoso.
-Está bien, mi tía me dio unas cartas de mi padre y por eso valió la pena. ¿Sabes Anna? Él de verdad amó a mi madre. Antes de morir envió una carta a sus padres donde les decía que lo desheredaran, que no volvería porque iba a casarse con mi madre. También que los lazos de sangre ya no le importaban porque él le pertenecía a ella. Además le escribió a su hermana, hablándole de mi madre y de mi futuro nacimiento.
-Ya no lo odias…-comentó ella sintiendo que aquel peso ya no lo atormentaba.
-No, sólo desearía que mi madre lo supiera. Sufrió mucho por mi odio.
-Y tú, ¿cómo te sientes? – preguntó con curiosidad.
-Aliviado…y soy feliz.-dijo en un susurro y ella , aunque agradecida porque estuviera bien, se sintió herida por aquella felicidad en la que no tenía cabida.
Había otra mujer que era parte de aquella dicha.
Para él parecía tan fácil aquella charla casual, mientras a ella la desangraba.
-Tu madre habló conmigo, me dijo que estabas enferma...-comentó y ella inspiró profundo antes de responder.
-Sí, lo estuve, pero ya estoy bien -contestó y se preguntó  por qué su madre  se había comunicado con él, cómo había sabido de su existencia y cuánto le había dicho sobre la crisis que había atravesado.
-Estás delgada…- evaluó paseando su mirada oscura por el cuerpo femenino.
-También tú.- sentenció ella.
-Sí supongo que sí. ¿Ya estás bien?-preguntó él y aquella nota de preocupación en la voz de él  la desbordó. No podía más con ella actuación de dama civilizada.
 Se adelantó y se detuvo a cierta distancia, dándole la espalda y cerró los ojos, luego habló suavemente. Dejó salir las palabras que había guardado por meses.
-Ahora sé lo que mi abuela quería decir. Cada vez que cierro los ojos, estoy allí, en ese instante. El aroma, el calor, las sensaciones, todo regresa a mí y puedo estar allí…toda mi vida se reduce a ese instante, toda mi vida puedo vivirla en ese momento. Podía ser así para siempre, incluso de anciana podría vivir en ese recuerdo…iba a vivir así…iba a seguir así...-dijo casi con dolor -¿Por qué tuviste que venir?- le reclamó y era verdad, había añorado verlo, pero aquella conversación absurda era lacerante.
Él se acercó y se situó tras ella, Anna no se animó a abrir los ojos, sólo lo sentía cerca, tan cerca. Podía sentir su aroma y su calidez a su espalda, no quería pensar, sólo sentir a aquel hombre.
Sintió como él la rodeaba con un brazo y luego habló suavemente con aquella cadencia tan particular.
-También yo cerraba los ojos y podía irme a ese momento, estabas allí conmigo. A veces incluso te seguía hasta aquí…te imaginaba en tu propia tierra, caminaba a tu lado, hasta que me aterraba que él apareciera en mis visiones. Temía ver a tu esposo junto a ti, entonces  me ahogaba en sake hasta la inconsciencia.
-No me casé con él…- susurró conmovida. Pensaba que él la había olvidado.
-Me lo dijo tu madre…
-No podía, no podía- casi gimió- Nunca me casaré, ni tendré una nieta a la que contarle sobre ti, a la que pedirle que me lleve a tu lado cuando de mi último suspiro. Me has convertido en una extranjera en mi propia tierra. El aire de Inglaterra me sofoca, no puedo respirar, añoro otro aire, otros aromas. Las  grandes casas de piedra me resultan opresivas, el idioma, mi propio idioma, es duro y también la gente, sus movimientos, sus gestos me resultan rudos. Me he convertido en algo más sutil, más leve , un pétalo de sakura, y aquí todo me es extraño. Sueño contigo dormida y despierta, nunca dejaré de amarte . Y ahora estás aquí…podría ser cualquier cosa que tú pidieras, podría  humillarme a mí misma y rogarte que no me dejes, incluso aceptaría ser tu amante…cualquier cosa para no perderte -musitó y la voz se le apagó por las lágrimas.
Él se puso frente a ella  y con suavidad le levantó su cara para obligarla a mirarlo.
-Sé mi esposa, entonces…-dijo con una intensidad que hizo que ella lo mirara finalmente.
-No puedo..tú…
-Yo tampoco me casé, ¿cómo podría?.Si estás siempre conmigo, tú , sólo tú, no la amo. Tampoco ella se merece tener de esposo a un hombre vacío, un hombre que ha estado agonizando hasta que recibió la carta de tu madre. He venido por ti, Anna.
-Dijiste que eras feliz…yo creí…-dijo confundida, aquello debía ser irreal, uno más de los sueños en los que se sumergía cada tanto.
-Soy feliz, ahora que te tengo junto a mi soy feliz.-dijo y ella se abrazó con fuerza a él mientras lloraba, lloraba los últimos vestigios de tristeza y lloraba también  de alegría. Acababan de liberarla.
Cuando el llanto amainó, él la besó, reviviéndola.
-¿Tu abuelo?- preguntó ella recordando el mayor de los obstáculos
- Te aceptará, no creo que pueda encontrar otra candidata a esposa . Y tampoco tiene otro heredero. Aún así no será fácil- dijo.
-Llévame a casa, Takeshi – respondió ella aceptando su segunda oportunidad.
-Te amo – declaró él
Y el aroma de la flores secas que Anna aún sostenía en la mano, pareció inundarlo todo, hasta llevarlos a su verdadero hogar.

Epilogo

Con cuidado ,él me desprende de cada una de las capas de mi vestido de boda, poco a poco la seda se arremolina a mis pies...hasta que quedo envuelta en una prenda tan delicada como el ala de una mariposa, entonces con tan sólo esa mínima prenda interponiéndose ,yo me dedico a desvestirlo a él con la misma reverencia.
Finalmente quedamos piel contra piel, sólo vestidos con nuestra desnudez…ambos cuerpos pálidos ,aunque la palidez es diferente,la mía es la palidez del occidente,de rosas y días brumosos en la campiña, la de él es la de oriente, una palidez de mil soles y cerezos, de papel de arroz y de grullas.
Nuestras pieles son  de diferentes tonos pero tienen la misma calidez y anhelo.
Sus manos vagan por mi cuerpo, sus fuertes manos que saben esgrimir una katana, sus sabias manos que toman pinceles para dibujar magistralmente una caligrafía que aun no sé descifrar , sus manos largas y delicadas que van despertando el deseo con la paciencia silenciosa  de su raza.
De aquella raza  a la  que él eligió pertenecer ,dejando de estar dividido.
Nuestro lecho nupcial está armado en el suelo, tal como la primera vez que nos amamos bajo los cerezos en flor. Allí me ha depositado con exquisita suavidad para luego abrazarme de la misma manera, es un lugar cómodo aunque sólo puedo ser consciente de él y de nada más. Sólo puedo respirar su aroma y nada más ,mirarlo a él y nada más.
Yo también lo acaricio lentamente, para asegurarme que esta vez no es un sueño, para tener la certeza de que no voy a despertar de golpe en un país lejano sumida en la más completa soledad.
Mis dedos recorren los caminos de su espalda, quiero grabar en mi  tacto para siempre cada uno de sus músculos flexibles y firmes, sus hermosas líneas, la armonía de su cuerpo masculino y abrumador. Quiero poder sentir su calor en mis dedos aun cuando las tareas cotidianas nos aparten, aun cuando la mañana llegue, quiero poder dibujar en el aire el cuerpo que amo y que me ama. Quiero dejar mis huellas en él, de la misma forma en que él las deja en mí.
Es el único que me conoce, el único que me conocerá y mi cuerpo que reconoce esa verdad absoluta se abre a él para recibirlo. Lo acepto dentro mío, le doy la bienvenida porque quiero ser su hogar y nos enlazamos en un ritmo propio, un ritmo que descubrimos hace mucho y que se mantuvo oculto y latente esperando nuestro reencuentro.
Así nos damos el uno al otro, así nos tomamos el uno al otro, así nos recibimos, nos reconocemos y nos amamos con la pasión y reverencia que nos marca el corazón.
Me besa la frente, me besa los párpados, me besa la boca con suavidad, como si quisiera recordarme que su posesión es un acto pleno de amor y no un mero intercambio físico, y yo lo sé .Por eso acaricio su rostro eclipsado por el deseo, acaricio el cabello que cae sobre su frente húmeda , lo acarició con mi mirada y en el interior de mis entrañas donde él se une a mí.Y entonces ambos nos perdemos en el placer ,nos perdemos sin miedo alguno, porque sabemos que vamos a encontramos aun cuando el deseo se desvanezca en el sueño.
 Hemos recorrido largas distancias para este momento, así que el olvido causado por el  placer no es nada.
Tiempo después, cuando recuperamos nuestras respiraciones y nuestras palabras yacemos uno en brazos del otro en una quietud reconfortante y cuando él se queda dormido, apoyo mi cabeza en su corazón mientras él aún me mantiene abrazada a sí.
Entonces , en ese estado de feliz satisfacción , en la silenciosa noche, percibo un delicado aroma que va más allá del de nuestros cuerpos. Sólo entonces descubro que nuestro lecho y el suelo están llenos de sutiles pétalos de “sakura”.
Sonrío por aquel romántico detalle que he percibido tardíamente y beso el lugar donde late el corazón del hombre que amo.
Cierro los ojos mientras dos certezas  me cobijan.
Él me ha dado un hijo esta noche.
Ya no soy una extranjera, mi esposo, quien duerme junto a mí, es mi única patria.

Gracias por leer esta historia! Espero que les haya gustado....

11 comentarios:

  1. LA amé y la odié, por ser tan corta!!!!

    Pero es preciosa. Los sentimientos de anhelo que me has despertado con esta historia y lo magnifico, que parecía el estar allí.... Aich... Quiero mi cerezo en un jardín.

    Me encanta como nos metes en la piel de tus personajes boli rojo.
    Se que voy a estar por unos días, aún pensando en ella.

    Besos y abrazos

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    1. Gracias cielo y NO FUE CORTA, jajaja besos. También quiero mi cerezo pero en fin....

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  2. Preciosa historia, Nata. Está lleno de sentimientos y como EJ comenta "quiero mi arbol de cerezo" también. Es una pena que sea corta esta historia pero creo que alargarla podría haber sido muy triste. Ya he llorado mucho así que gracias Nata, me ha encantado.
    Espero mas historias tan emocionantes como ésta que te transporta a lugares tan lindos como describes aquí y te transmiten tantas emociones.
    Besos Nata

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    1. Gracias Yola, no sabes lo gratificante que es saber que te ha emocionado. Besos

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  3. hermosa historia! me gusto mucho, tenia algo.. como magico o.. que me recordaba a los blackdalion, la descripcion de los lugares tal vez, linda!, hasta el final me pregunté si solo seria un romance como el de su abuela, o no.

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  4. hermosa historia! me gusto mucho, tenia algo.. como magico o.. que me recordaba a los blackdalion, la descripcion de los lugares tal vez, linda!, hasta el final me pregunté si solo seria un romance como el de su abuela, o no.

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    1. Por los cerezos calculo, igual que los que rodean el Castillo Negro. Gracias!!!

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  5. Es una historia preciosa. Gracias por compartirla mi querida Nata. Por alguna razón "desconocida" la aprecio más ahora ja ja.
    Besos!!

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    1. Jajajajaj, me callo , me callo...Con lo mucho que le costó a Takeshi caerte bien, si supiera....

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  6. Que historia tan linda. Me encanto.
    Muchisimas gracias, Nata.
    Saludos

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  7. Es hermosa sis, escribes sublime...

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