Que
le diera una orden… ¿En serio? Pensó entre sorprendida y apunto de soltar un
mar de lágrimas, por verse nuevamente en aquella posición con Kénan.
Pues
sería, que dejara de odiarla y empezara amarla solo un poquito.
Con
aquel trocito pequeño, estaba segura que lograría ser más feliz, de lo que
nunca había sido con él. Como lo había sido, mientras estaba en la cama con él.
Aunque
más que ordenar, estaba segura que el mejor método, sería que Kénan fuera un
genio de la lámpara. Pudiendo tener tres deseos, para probar tres vidas
diferentes de vivir con él.
Pero
siempre, con el Kénan que había conocido en su juventud.
Tal
vez fuera, por haber estado pensando en soltar su amor al hombre, que sin darse
cuenta, sus manos habían dejado de ser un puño cerrado, para deslizarse ligeras
hacía los hombros anchos del hombre, quien subía con sus labios por su cuello
hacía la barbilla, ajeno a su mente.
-¡No
me jodáis, que después de tanto esfuerzo, no servirá de nada porque habéis
decidido tontear tras esa maldita cortina! –Gruñó Enora sorprendida y enfadada.
Aquello,
fue el cubo de agua fría que necesitaba para reaccionar de su derrota,
derrumbe, sumisión, entrega o lo que diantres fuera, lo que estaba haciendo sin
conciencia alguna.
Se
puso en pie de sopetón con cierta vergüenza, por ser pillada en cierta
situación embarazosa, mientras que apreció como Kénan, no. Él, sin embargo se
incorporó con toda la tranquilidad del mundo y mostrando una sonrisa de gran Casanova.
-Sería
mucho pedir -decidió interrumpir Paulette con tono iracundo-, que dejarais de
perder el tiempo en memeces y lo emplearais, en ofrecerle espacio al hombre
para que nos saque de aquí de una maldita vez.
Todos
callaron, para mirar al hombre mayor con cierta disculpa y esperanza.
-Bien
–carraspeó aún nervioso por lo que tenía delante-, supongo que queréis que os
saque de esas celdas.
-¡Joder
Enora! –Gruñó nuevamente Paulette-, dime que no había nada mejor.
-¡Paulette!
–La regañó Jacqueline por sus palabras poco educadas.
-Lo
siento –volvió a soltaren un tono más apagado-. Pero creo que con éste
caballero, me he visto pasando la noche aquí.
-Hay
que darle un voto de confianza –Habló Norah, logrando que su amiga volviera a
fruncir el ceño.
-Por
qué tengo la sensación, que desde que estamos bajo tierra –Soltó con gran tono
irónico-, tú estás más comprensiva.
-Porque…
-Fue a responder, pero el cerrajero volvió hablar.
-Enora,
no me mencionaste en ningún momento que iba hacer un viaje a la época medieval –Habló
con un hilo algo apesadumbrado.- Mis herramientas, no tienen cabida para nada
tan antiguo.
-Ya
decía yo –Se escuchó nuevamente a Paulette, recuperando su mal humor-. Juro que
mando a colgar a mí tía, como también se hacía antaño.
El
único que se rió por aquellas palabras, fue Kenan. Quien volteó los ojos al ver
como Enora y Jacqui lo miraban enfurruñadas.
-Sosas
–Chascó la lengua-. No sabéis admitir que ha tenido gracia –Rió suave-. Macabro,
pero con cierta gracia –Seguían mirándolo igual-. Puede seguir con su salvación
señor –Carraspeó un poco, antes de soltar su mofa-. Ellas, así lo creen.
-Pues
lamento informarles que será tarea imposible, sin su llave –Informó con cierto
arrastre-. El otro modo, sería cortando esos barrotes con un soplete, que
tampoco se halla en mi poder pero que podría conseguir.
-¿El
soplete del chef de cocina no le serviría? –Propuso Norah mostrando ya su
desespero, pero volviendo a ganarse una pulla de su amiga.
-Sí
claro, como que una tarta de merengue y un barrote de hierro, tienen la misma
consistencia –Bramó en un gruñido.
-Borde
–Le sacó la lengua Norah-. Solo trato de ayudar.
-A
los deseos de Emmanuelle, creo yo –Soltó sarcástica con una ceja levantada.
-¡Joder,
callaos ya! –Ladró Jacqui al final, tras tener dolor de cabeza por escuchar sus
tontas pullas.
Una
vez más, volvió a existir un poco de calma ante la situación que se hallaban.
Pero en el fondo sabía, que no tardarían en volver a explotar.
Es
lo que solía ocurrir, en situaciones de encierros involuntarios como aquel.
Bueno, tampoco creía que la gente se viera muy a menudo encerrada en unas
antiguas mazmorras. Nada que ver con un ascensor.
-Pues
habrá que tentar a la suerte en salir a buscar ese soplete –Admitió Enora.
-Es
de la única manera –Asintió el cerrajero.
-Pues
marchad, pero id con cuidado –Indicó Jacqui.
Cuando
ya no pudo divisar a su hermana, Jacqui fue a sentarse en el lugar que habían
montado los ayudantes de su madre, sin enfadarse porque Kenan hiciera lo mismo
en el cojín justo a su lado.
-Lo
sé –Acabó por admitir en un suspiro y en tono bajo, que solo él podía
escuchar-. Es bien raro, que haya podido entrar hasta aquí con ese cerrajero.
-Exacto
–sonrió-, creo que tú madre está jugando con nosotros.
-Y
la tuya –Indicó con cierto tono desplaciente.
-Venga
Jacqui –rió-, todos sabemos quién es el cerebro de éste lío.
-Vale,
lo acepto –Habló algo sulfurada-. Pero tiene que existir algún modo de poder
salir de aquí.
-Lo
hay –Habló entonces él con tono seguro-. Solo tienes que aceptar el formalizar
nuestro matrimonio ante el pueblo y nuestros padres.
Solo
calló cuatro segundos, para mirar si en la mirada del hombre, existía alguna
burla.
Pero
no la había, hablaba muy en serio.
-¿De
qué estás hablando Kenan? –Inquirió con el ceño fruncido y su corazón,
comenzando alterarse.
-Que
debo aceptar ya, que tú quieres salir de aquí como sea, verdad –Ella asintió
con su cabeza-. Quieres acabar con toda ésta locura y con lo nuestro –Siguió hablando
con tono de pregunta, pidiéndole ya su respuesta final.
¿Decía
la verdad o lo que su mente creía querer?
Dejo lo de abajo, porque me hizo mucha gracia, el entrar el otro día que pude avanzarla un poquito y me hallé éste mensaje de una chafardera jajajajjaa
Lo amé!!!!!!
WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!! Más de esta historia, te quiero brujiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissssssss!
OBVIO QUE LEI!!! Besos milessssssssssss
Es que esperaba mucho esta hstoria, así que escribe escribe escribe y gracias...
ResponderEliminarescribir lo hice!!! Ahora me falta pasar todo al ordenador!!!!!
EliminarY ya sabes que ésta historia es la que menos me gusta jejeje
Besos boli rojo