Flavio conversaba
animadamente con Danna pero se estaba cansando ya de fingir una tranquilidad
que no sentía. A Caro le pasaba algo…
era evidente. Aún más evidente que
antes… como si hubiera sucedido “algo” ayer.
No… ya estaba alucinando. ¿Qué le
estaba haciendo esa mujer?
Caro se retorció las
manos nerviosamente al notar la mirada fija de Flavio. No tenía ni idea de lo que sentía. Por un momento, creyó que iba a volar con el
beso de Flavio pero… recordaba a
Fernando y eso le devolvía a la Tierra instantáneamente… solo para catapultarla
a las estrellas con los recuerdos y los sucesos de ayer. ¿Qué le estaba pasando? Esa era una pregunta que ya se estaba
haciendo constante en ella. No era una
mala mujer y no quería jugar con ellos… de hecho, esto era todo menos un juego para Caro. Solo que no sabía qué hacer, si le decía a
Flavio era muy precipitado y no sabría qué decir. Con Fernando… ni siquiera sabía si lo
volvería a ver…
- Bueno Flavio, ha sido un gusto pero debo
irme. Mi marido me espera -se disculpó Danna levantándose de la mesa en
la que estaban- Adiós Flavio -le besó en
la mejilla y se dirigió a Caro- Adiós
Caro, cuídate mucho y… tenemos plática pendiente -guiñando un ojo se retiró.
- Adiós guapa…
-sonrió Flavio- ahora si Caro…
¿qué sucede?
Caro se sentía
desesperada… y solo dijo:
- Hoy el almuerzo en mi casa ¿recuerdas? -él asintió-
ahí hablamos. Debo irme que tengo
clase.
***
Las horas pasaron
rápidamente. En un abrir y cerrar de
ojos fue la hora señalada y Caro se resistía a salir del aula. Finalmente lo hizo, de nada le serviría huir
de la charla con Flavio… además que debía aclarar lo del beso. Eso… no podía volver a pasar mientras ella no
hubiera definido las ideas de su mente.
Caminó al encuentro de Flavio y tomaron rumbo a casa de Caro en el auto
de él.
Una vez en el
interior de la casa, Caro fue a la cocina a calentar algo de lo que había
dejado preparado. Flavio le ofreció
ayuda entrando al lugar. Caro aceptó y
sirvieron juntos el almuerzo. Hablaron
de cosas intrascendentes, hasta que Flavio llegó al tema…
- Caro…
-ella lo miró- esto no es un
juego para mí. Yo, he jugado antes… casi
siempre pero contigo… es distinto.
- Flavio, yo…
- Caro, en verdad siento que…
- No, Flavio espera… -Caro lo calló pues lo último que necesitaba
era el tipo de declaración que le seguían a las palabras “en verdad siento
que…”- Yo estoy confundida… muy
confundida.
- ¿Por qué?
¿Tiene que ver el beso que te di?
Pensé que los dos…
- Flavio… escúchame -se exasperó un poco Caro- no sé que siento. Porque yo…
- ¿Tu qué?
-Flavio empezaba a impacientarse.
- Yo reencontré a Fernando… él es…
- El hombre del que no quisiste hablar ese día,
en el cine -completó Flavio y Caro
agachó la cabeza y asintió- no soy tonto,
Carolina. Sabía que algo sucedía… ¿por
qué no me lo dijiste antes?
- ¿Antes?
¡Te lo estoy diciendo ahora!
-señaló Caro- ¿A qué momento querías que te lo dijera?
- Tuviste todo el día pero no lo hiciste… me
ocultaste que…
- ¡No te oculté nada! ¿Todo el día?
¡Vienes, me besas y te sientas con mi mejor amiga a la mesa! Dime… ¿A qué momento Flavio?
Los dos se habían
levantado de la mesa y se miraban retadores.
Caro no entendía la actitud tan absurda e infantil de Flavio.
Flavio se sentía
desesperado ante la perspectiva de perder a Caro. Y se le ocurrió que él no podía dejar que
ella se alejara de él… ese tal Fernando
debía desaparecer de la vida de Caro.
Mientras más rápido… mejor. Si lo
había hecho una vez… no era difícil que lo hiciera por su cuenta de nuevo.
- Caro…
entiéndeme… tengo esta incertidumbre que…
- No, Flavio.
No puedo entender. Yo sé que esto
no está bien. Pero ¿qué puedo hacer? -y le soltó lo último que había querido
decirle- ¡Estoy confundida! No sé que quiero… si a él o a ti… -se dio cuenta del error pero… era demasiado
tarde.
- ¿Esa es tu confusión? -Flavio se estremeció. Pero… tenía una esperanza aún. Caro podía amarlo tanto a él… como al
otro. Él tenía que luchar porque la
elección de ella… fuera él. Podía
lograrlo…- Carolina yo…
Y… las últimas
palabras que Caro pensó que él pronunciaría, fueron dichas…
- … yo estoy dispuesto a darte tu espacio y
tiempo para que reflexiones. No te
presionaré de ninguna manera…
- No tendrías por qué… -argumentó Caro pero sin convicción. Nadie tenía por qué opinar sobre su vida…
pero, no sabía si quería que alguien
opinara sobre ella.
- Se qué no…
-murmuró él.
- Lo siento
-se disculpó sinceramente- no
quise sonar tan dura pero…
- No tiene importancia… no volverá a pasar nada
entre nosotros hasta que…
El timbre interrumpió
las palabras de Flavio. Caro se dirigió
a abrir y antes de levantar el auricular para preguntar quién era… el corazón
le dio un salto. ¿Y si…?
La voz del otro
lado… era Fernando. ¡Maldición!
¡Debían parar de hacerse realidad sus pensamientos! ¡No, esto era una pesadilla! Fernando y Flavio se verían las caras en su
casa… ¡esto se suponía que no pasaba en la realidad!
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