Lysander había aceptado la propuesta de su hermana, le costaba
resistirse cuando ella , su esposa e hija se unían para convencerlo, y
encontraba bastante oportuna la ocasión de exhibir su poder, así que allí
estaba, en medio de la aldea dispuesto a dar un buen espectáculo.
Iolhen estaba a su lado. Y entre los primeros espectadores de la fila
estaba el joven domador. Claro que también estaban Alina, los niños y el resto
de la familia.
- Empecemos…- susurró Lys.
- No habrá dragones…¿verdad? - dijo Iolhen y él sonrió travieso.
-Por supuesto que los habrá, hermanita. A mi esposa le encantan. Toca
esa flauta, Io…llama a la magia – insistió y la joven inició una melodía rápida
y alegre. La música fue in crescendo y cuando alcanzó su punto máximo Lysander
le guiñó un ojo a su hermana y tres fabulosos dragones aparecieron en el cielo.
Volaron entrecruzándose como si bailaran
hasta descender en picada sobre los asombrados espectadores, entonces Iolhen dio
un paso adelante y cuando las criaturas fabulosas descendieron se convirtieron
en mariposas que sobrevolaron a la gente. Se escucharon exclamaciones
maravilladas.
Luego los dos siguieron creando prodigios en perfecta armonía. Así como
Kyrian había negado su poder durante mucho tiempo, Iolhen lo había aceptado y
había aprendido de su padre y hermanos, así que aquel trabajo juntos, aquella
unión de sus dones era totalmente natural.
Lysander convertía una ráfaga de
aire en hielo y Iolhen las transformaba en flores y estrellas que flotaban.
La chica giraba tocando la flauta y su hermano hacía que su vestido
cambiara de colores y se volviera un remolino de telas a su alrededor.
Baylor no podía quitarles los ojos de encima.
-Cuando conocí a su padre, también estaba haciendo trucos de magia, era
un mago de esos que va de aldea en
aldea…- comentó alguien a su lado y al elevar la vista vio a Kalymera
Blackdalion a su lado.
- Señora – la saludó y ella continúo.
-Claro que no era algo como esto , era más sencillo, Dionis estaba
ganando dinero pero también ocultando su verdadero poder. No se le ocurriría
crear dragones, mi hijo es un poco más “imaginativo”. Y el poder de Iolhen es…
-Cálido …-completó él.
-Sí, así es. Verla usar su poder es algo balsámico- observó la mujer
complacida por el comentario de Baylor. Sabía que quién se acercara a sus hijos
debía aceptar también el don que poseían, el joven domador parecía aceptar esa
parte de su hija y valorarla. De hecho estaba fascinado mirándola. Kaly calló,
pero se quedó a su lado mirando el espectáculo y pensando en su esposo. Era reconfortante
que ahora los hijos de Dionis Likaios pudieran exponer su poder de aquella
forma, ser felices siendo quienes eran y haciendo felices a los demás.
Una vez más miró al joven a su lado y creyó distinguir el anhelo en su
mirada, eso la desconcertó, no supo si ese intenso deseo era por su hija o por
los prodigios que estaban desarrollándose frente a ellos.
El espectáculo continuó otro rato y luego Lys y Iolhen bajaron y
recibieron los aplausos y saludos de los espectadores, Alina y los niños corrieron hacia el joven Likaios y al
saludarla, Iolhen le pidió un favor a su cuñada, “distráelo” susurró ,y Ali ,tras asentir , besó
efusivamente a su esposo.
Io agradeció el apoyo aunque sospechaba que no era un sacrificio para su
cuñada y aprovechó para escabullirse entre la gente.
Llegó hasta donde estaba Baylor, lo tomó de la mano y lo llevó consigo.
-¿Qué…?- preguntó sorprendido.
-Corre - dijo ella y alcanzó a ver como su hermano se separaba de Alina
y la buscaba con la mirada, no muy lejos Blaze y Christopher también miraban en su dirección.
La joven hizo un leve movimiento con las manos y Baylor sintió que algo
cambiaba detrás de ellos. Ella dejó de correr.
-¿Qué fue eso?
-Una barrera, mis barreras son fuertes así que demorarán en traspasarla,
nos dará suficiente tiempo para estar un rato a solas, sin intromisiones.
-Se preocuparán, no era necesario – dijo él mientras ella lo guiaba
fuera de la aldea.
- Quería hablar contigo, estar tranquilos como era allá junto al lago-
se explicó y no pudo contradecirla, también extrañaba aquellos momentos de los
dos. La chica lo guió hasta un pequeño claro en una colina desde donde se
contemplaba la aldea y el castillo. Se sentó sobre la hierba y lo invitó a
acompañarla. Baylor se acomodó a su lado.
-Fue un espectáculo maravilloso…- dijo él.
-¿Te gustó? – preguntó halagada.
- Sí, ni siquiera podría decirte cuánto. Tu don se parece a ti.
-Mi padre siempre suele decir que cada don es diferente, que se parece a
la persona que lo posee.- comentó ella y Baylor se quedó pensativo como si no
quisiera ahondar en el tema, había querido hacerle un cumplido a ella pero sus
palabras se habían vuelto contra él.
- ¿Cómo funcionan las barreras? – preguntó.
-¿Quieres que te enseñe? No es algo bello…son invisibles.
-Pero son útiles, sirven para proteger, ¿verdad? – preguntó y ella
asintió mirándolo detenidamente.
-Enséñame –pidió Baylor y la chica lo hizo. Le explicó pacientemente
y trataron muchas veces hasta que el
joven domador pudo lograr algo aceptable aunque no eran como las de ella.
Terminaron agotados y volvieron a sentarse y admirar el paisaje que iba transformándose por el atardecer.
-De niña me sentaba aquí y soñaba…- contó Iolhen.
-¿Con qué soñabas?
-Con eso – respondió señalando el Castillo.
-¿Con el Castillo?
-No, no exactamente. Con lo que hay ahí, con lo que siempre hubo allí,
el amor, la familia, la felicidad. Mi abuelo perdió a sus padres siendo muy
joven y quedó solo pero pudo formar una familia amorosa junto a mi abuela. Una
familia muy particular, de guerreros, de agricultores, de “magos”. Algunos de
mis hermanos y primos soñaban con aventuras, con conocer lugares lejanos, yo
soñaba con que este lugar estuviera siempre allí, para mí, para reunirnos a
todos. La casa Antigua es mi hogar , pero el Castillo de los Cerezos tiene un
significado muy especial para mí.
-Lo entiendo, debe ser agradable tener un lugar así.
-¿Qué soñabas tú? – preguntó ella
-No soñaba, no había nada que quisiera, salvo escapar…
-¿De él? ¿De tu padre?
-Sí. Pero ahora es diferente, ahora si tengo un sueño.
-¿Qué es? – preguntó curiosa.
-Mañana te lo diré, hay algo que quiero enseñarte y te hablaré de mi
sueño. Ahora será mejor que volvamos, ya es tarde.- declaró poniéndose en pie
-Baylor…- lo llamó mientras descendían.
-¿Si?
-Mañana, mañana también te
contaré de mis nuevos sueños – le dijo y esta vez fue él quien tomó su mano y
no la soltó hasta que llegaron a las puertas del Castillo, ni siquiera sabiendo
que los Blackdalion y Likaios estaban vigilándolos muy de cerca.
Extrañamente Lysander no hizo
ninguna observación sobre su pequeña escapada, tenía el ceño fruncido y sus
ojos azules estaban oscuros por el enfado, pero mantuvo silencio. Iolhen
imaginó que su madre había dado instrucciones al respeto y que Alina también
había hecho su parte en aplacar a su
hermano. Agradeció aquellas intervenciones y que tampoco Lyonisse ni
Christopher la interrogaran.
Baylor se despertó sobresaltado en mitad de la noche, compartía
alojamiento con los vendedores de caballos así que al levantarse fue muy
sigiloso para no despertar a nadie.
Suponía que la ansiedad había perturbado su sueño, al día siguiente
pensaba decirle a Iolhen que la quería, y contarle quién era él, de dónde
venía. También había preparado algo para ella. Ya que estaba despierto pensó que era buena idea practicar para que saliera perfecto.
Había querido darle algo bello, algo creado con su don para ella.
Salió a campo abierto, era una noche fresca y con un cielo claro lleno
de estrellas. Se concentró en el aire hasta que fue tomando forma, hasta que
poco a poco fueron una tropilla de caballos
salvajes casi traslucidos que corrían mezclándose con el viento.
Eran parte de uno de sus buenos recuerdos y eran un símbolo de libertad.
La libertad que deseaba tener para amarla.
La mañana fue bastante ajetreada en el Castillo de los Cerezos, había
llegado un pedido de ayuda de una caravana del norte que había tenido un
accidente camino a la Feria y habían quedado varados, Lysander había ido a
ayudarlos.
Kalymera estaba esperando la llegada de Conrad y el regreso inminente de
su esposo, Dionis debería estar de regreso aquella noche a más tardar.
Y el resto era la rutina diaria de época de feria y familia numerosa.
Iolhen se encontraría con Baylor a la tarde, así que trató de ayudar a su familia en todo lo que
pudo y finalmente se fue a recorrer los puestos con Beth tratando de que el
tiempo pasara más rápido y no le ganaran los nervios. Debía hablar con Baylor de
lo que sentía y debía hacerlo antes que su padre volviera, porque para contarle
a Dionis debía tener algunas certezas primero, por ejemplo que su amor era
correspondido.
-Tía…- la llamó Beth señalando uno de los puestos donde vendían dulces.
-Aprovechemos que no están tus hermanos…- respondió sonriendo y fueron a
buscar golosinas.
Mientras comían dulces se detuvieron a ver un espectáculo de música y
danza , luego compraron unos adornos para el cabello para las mujeres de la
familia.
Caminaron un rato y cuando iban llegando a la pista de hielo donde se
reunirían con las gemelas, Alina y el resto de los niños, Iolhen se detuvo. A
la vera del camino, justo donde comenzaba el bosque estaba Baylor. La saludó y
le hizo una señal de que lo siguiera.
-Beth, cielo, desde aquí puedes ir con los demás sola, ¿verdad?
-Sí, tía. ¿Irás con Baylor ahora? Parece que te está buscando.
-Sí - respondió con una sonrisa
por la perspicacia de su sobrina.
-Que te diviertas tía- la saludó la pequeña y ella fue deprisa hacia
donde estaba él, sin embargo Baylor se adentró en el bosque desapareciendo de
su vista. Parecía que quería que lo siguiera hacia algún lugar, ella fue tras
él.
Alcanzaba a ver su espalda perdiéndose entre los árboles delante, el
bosque se hacía más cerrado y tuvo que correr para no perderlo de vista. El día
anterior, le había dicho que quería enseñarle algo , pero cada vez se alejaban
más y más y ella estaba empezando a sentirse cansada.
Siguieron así durante un tiempo, hasta que lo alcanzó en un claro, él
estaba parado de espaldas. Io se le acercó despacio.
-Baylor…- lo llamó y él se giró.
-No eres Baylor …- susurró y trató de retroceder al darse cuenta que aquel hombre con la misma
apariencia del domador era un engaño.
A sus espaldas, los matorrales comenzaron a crecer y petrificarse
bloqueándole el camino.
-Una Likaios…- dijo el hombre acercándose más y ella sintió miedo
mientras veía que la ilusión se desvanecía y revelaba su verdadera apariencia. Era
un hombre mayor, con una túnica oscura y
una mirada aterradora porque expresaba su falta de escrúpulos y su ambición
desmedida. Nunca había visto a uno personalmente, pero supo que era un mago
oscuro, como llamaban a aquellos que usaban el don para sus propios propósitos
y para someter a otros. Aquellos como Deveró, aquellos seres que su padre y
hermanos perseguían.
-Eres su padre …- musitó y lo vio sonreír. Eso la aterró aún más.
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