martes, 9 de junio de 2015

Blackdalion, La Luz del lobo 8°



Baylor estaba  donde vendían los caballos, estaba muy concentrado hablando  sobre los animales, Iolhen se acercó sigilosamente para sorprenderlo, pero como si la presintiera él se giró automáticamente hacia ella. Se despidió de sus interlocutores y se acercó.
-¿Ya terminaste? – preguntó ella.
-Sí, ¿y tus primos?
-Me deshice de ellos. Viniste a verme pero no…- dijo ella y se interrumpió de golpe sonrojándose, él jamás había dicho que hubiera ido para verla a ella, no de aquella forma. El joven notó su turbación y comprendió a qué se debía, él había tomado una decisión al elegir ir a buscarla en lugar de alejarse.
-Cierto, vine a verte a ti, por eso tus primos y hermanos no me molestan. Entiendo que quieran cuidarte, soy un desconocido para ellos.- La chica sonrió feliz al escuchar aquello sabía  lo reservado que era, al principio había tenido que arrancarle las palabras y ahora hablaba con tanta seguridad.

-Pero no eres un desconocido para mí, así que logré que nos dieran un respiro.- comentó y él la observó fijamente,  que ella dijera que lo conocía era como si le clavara un puñal, porque había tanto que ocultaba pero al mismo tiempo, contradictoriamente, era un bálsamo. Porque era verdad, quizás Iolhen Likaios era la única persona que lo conocía, al menos que conocía lo mejor de él, que lo aceptaba.
- Entonces, ¿dónde vamos?
-Mmmm, puede sonar raro después de los que acabo de decir, pero vamos  ver a otros de mis primos.- confesó divertida.
-Confío en ti, vamos- respondió y ella tomó su mano para guiarlo entre la multitud de gente que circulaba.
-En realidad son los maridos de mis primas, las gemelas. Uno de ellos es padre de los gemelos que conociste ayer, van a gustarte…Raine es herrero, Daimon es su hermano menor y conoció a mi prima cuando le robó su esmeralda.
-¿Se la robó?
-Oh sí, Daimon solía ser ladrón o algo así, pero ahora se dedica a hacer trabajos con madera y al comercio.
-¿Tu prima, una Blackdalion, se casó con un ladrón?
-Sí, y vivimos aterrados de que él se arrepienta y nos devuelva a Bri.- comentó guiñándole un ojo y Baylor no pudo evitar reír. Aquella familia le gustaba cada vez más y eso era lo que más miedo le daba.
Cuando llegaron al puesto de Daimon , éste se acercó para saludarlos.
-Tú debes ser Baylor,- dijo extendiendo su mano y eso dejó en claro que  todos en la familia estaban advertidos sobre su presencia. El marido de Brianna se quedó mirando al joven domador, sin dudas ocultaba mucho, pero también su interés en Iolhen era sincero. Podía verlo-Pasen…- dijo y los invitó a entrar.
Recorrieron el lugar admirando los trabajos de Daimon, los muebles eran exquisitos y las tallas fieles reproducciones de los modelos reales.
La joven se apartó un poco para mirar los trabajos y dar con lo que estaba buscando, había ido allí por una razón.
Baylor estaba hablando con Daimon elogiando su trabajo cuando ella se acercó.
-Llevo este – dijo y depositó unas monedas en la mano de su primo político antes de darle tiempo a responder. Y luego depositó la pequeña figura en manos de Baylor.
-Esto…- dijo conmocionado observando la pequeña figura de un caballo, era una talla preciosa, el animal parecía ir trotando y sus crines  agitarse en el viento.
-Es para ti, pensé que podía gustarte.
-Y me gusta, mucho. Gracias – respondió escuetamente pero su mirada reflejaba más de lo que sus palabras podrían expresar. Salieron de allí y obligatoriamente debieron pasar por el puesto de Raine que estaba al lado, también estaba Ariadne.
-¡Bienvenidos! – les dijo exultante y aquel entusiasmo puso en alerta a Iolhen.
-¿Y los niños? – preguntó tratando de distraerla de lo que fuera que tuviera en mente.
-Están con Bri.
-¿Lograste convencerlos de que ella es su madre? – preguntó Iolhen.
-No, pero los planes de su tía les parecieron más divertidos que los míos. Así que decidí quedarme a ayudar a mi esposo.
-Sí, y está tratando de reacomodar todo el lugar – comentó Raine acercándose después de despedir a unos clientes.
-Hola, Raine – lo saludó Iolhen.
- Bienvenidos- dijo.
-¿Puedo mirar? – preguntó Baylor tímidamente
-Claro, ven conmigo – dijo el herrero y lo llevó con él mientras Ariadne se pegaba a su prima.
- Es apuesto, me gusta para ti.
-¿Porque es apuesto?
-No, porque tiene enloquecido a Lysander.
-Ariadne Blackdalion eres mala.- respondió divertida, su prima no parecía la madre adulta de cuatro niños, sino una pequeña revoltosa de diecisiete años.
-Lo sé, pero lo importante es si te gusta a ti.
-Sí, mucho y no porque moleste a Lys.Sólo por mí, se siente bien para mí.- dijo y los ojos verdes de Ari la contemplaron comprensivos. Ella sabía que el amor tenía que ver con eso, con aquello que era adecuado para uno aunque no lo fuera para los demás.
Y no le quedaron dudas cuando el muchacho se acercó con algo para Iolhen, y a sus espaldas Raine le hizo un leve gesto de aprobación que ella captó. Si alguien tenía la aprobación de su esposo, debía ser porque era buena persona.
-Iolhen…- dijo Baylor con una voz apenas audible y como un niño extendió sus manos para darle el broche de cabello que le había comprado- para ti.
Era una delicada pieza de plata, muy hermosa aunque sencilla, una fina guarda de arabescos con una estrella de cristal  facetado en el centro.
-No tenías que comprarme nada – dijo emocionada.
-Sí, tenía. Este es el primer regalo que recibí en mi vida – dijo mostrando el caballo que había guardado en su chaqueta.
-¿De verdad? – preguntó la joven sorprendida, jamás hubiera imaginado algo así. Para ella los regalos eran algo usual, no necesariamente cosas caras , pero en su familia solían regalarse cosas como muestra de cariño, aún cuando no había ninguna ocasión especial.
-Y este es el primer regalo que hago a alguien.- le explicó.
-Es bellísimo, gracias Baylor – respondió y sonrió aunque en realidad la emoción le había inundado la mirada y estaba más cerca de las lágrimas, felices lágrimas, que de la risa.
-De nada es uno de mis mejores trabajos, a él le gustó la estrella – intervino Raine cortando el clima y recordándoles que no estaban solos.
-Creo que le gusta aquello que ilumina – mencionó Ariadne pero miraba a Io y no al broche – Ven, te ayudaré a colocártelo- la llamó y se lo colocó en el cabello, luego le dio un beso en la mejilla y la apartó con un leve empujón- Vayan a divertirse.
Iolhen asintió y no perdió tiempo en seguir su consejo.
-Ahora sí, ya no más primos…-le dijo a Baylor cuando salieron de allí. La joven lo guió hasta un pequeño escenario donde la gente ,sobre todo niños, se aglomeraban para ver el espectáculo. Baylor se puso tenso, seguía sintiéndose incómodo entre tanta gente. Pero ella no lo dejó resistirse, lo empujó entre hasta llegar al frente y allí se sentó en el suelo invitándolo a hacer lo mismo. A su lado había niños.
-Iolhen...
-Es un espectáculo de marionetas, vienen del otro continente, va a gustarte. Siéntate Baylor- pidió y no tuvo más remedio que obedecerle.
Empezó a sonar música como preámbulo y los niños aplaudieron en anticipación. Luego comenzó. Criaturas de madera, con exótica vestimenta y movidos por hilos empezaron a desarrollar historias frente a sus ojos, maravillosas historias. Y antes de darse cuenta , Baylor estaba ensimismado en esas aventuras, reía, se concentraba en los detalles, soltaba exclamaciones como los demás.
En algún momento se giró a mirar a Iollhen que también observaba absorta, y supo que la magia de esa joven era mucho más poderosa que lo que pensaban los demás, su infancia siempre había sido un sitio oscuro, pero ella acababa de darle  la oportunidad de ser un niño nuevamente, uno feliz.
Cuando la obra terminó los dos se quedaron un rato sentados allí.
-Gracias – le dijo a la joven Likaios.
- Entonces, ¿te gustó?
-Mucho.
-Me dio una idea, creo que hablaré con Lys para hacer es espectáculo para los niños mañana.
-¿Con marionetas?
-No, magiaaaaaaaaa-  dijo haciendo un gesto con la mano.
- ¿Con todos presentes? – preguntó preocupado
-La gente de aquí no teme al don, mi tío Ennis lo tiene sin mencionar que todos nosotros deambulamos por la aldea con nuestros poderes a cuestas, están acostumbrados. Es una pena que la gente de  Levany no haya llegado , mi tío y sus hijos son buenos con la música, pero estoy segura que mi hermano y yo podremos dar un buen espectáculo. Lys tiene un sentido bastante teatral para usar su poder.
- Si tú intervienes seguramente será algo bello.- la elogió sinceramente.
-Gracias, entonces mañana tendrás que verlo y quizás algún día también puedas mostrar tu poder, sin temor – respondió deseando que ese día llegara para el joven domador.

Mientras tanto, el hermano con sentido teatral estaba enfurruñado sentado junto a su prima Ariadne.
-Viniste a pedirme mi opinión, pero no tienes la más mínima intención de cambiar de idea, Lysander.
-El tipo te cae bien.
-¿Podrías escuchar?
-Alina siempre dice lo mismo.
-¿Y la escuchas?
-La beso, eso la distrae…
-Eso explica  tu mala actitud para escuchar a los demás.
-Hay algo en él, Ari…
-Mira, ¿sabes qué es lo primero que hacen tú y los demás cuando vienen a la tienda de mi esposo? – Preguntó y él elevó las cejas como si ella estuviera preguntando algo sinsentido - ¡Cielos! Van directo a las espadas y se ponen a jugar con ellas como niños, en cambio Baylor  fue directo a buscar algo para Iolhen.
-¿Le compró un regalo?
-No te distraigas, Lysander, pero sí le compró un regalo, ella también le había regalado una talla de madera a él…
-¡Qué! ¿Están haciéndose regalos? ¿En qué está pensando esa niña? – interrumpió ofuscado.
-Lysander, no sé cómo Alina te tolera.
-Tal como Raine te tolera a ti.
-Conrad me cae mejor que tú.
-Lo sé….
-En fin, lo importante es que él dijo que esa talla de madera era el primer regalo que le hacían en su vida…
-No me parece importante – volvió a interrumpirla y los ojos verdes de la joven brillaron peligrosamente.
-¡LYSANDER!
-De acuerdo, escucho.
-Lo importante es como él mira a Iolhen. Lys, la mira como si ella fuera el regalo, como si ella fuera algo valioso que le dio la vida.
-¡Maldición! – dijo y se paró.
-Lys…
-Te escuché Ariadne, te escuché muy bien.
- Saber lo que él siente por ella, cuán valiosa es para ese hombre, debería hacerte sentir mejor.
-También sé eso, Ari, pero también para mí ella es valiosa. No sé por qué te pido consejos a ti.
-Porque tú eres un absoluto desastre para cuestiones románticas. Tuviste esperando a Alina muchos años mientras te comportabas como un idiota.
-Raine se enamoró de ti el día que te caíste del caballo y tú lo ignoraste, ¿quién es peor?-la molestó.
-La ama, Lys. – sentenció su prima y él exhaló aire, estaba confundido y preocupado.


Baylor acompañó a Iolhen de regreso, pero no se atrevió a cruzar el patio principal y entrar al Castillo Negro aunque ella lo invitó para presentarle al resto de su familia.
-Lo siento – susurró la chica cuando él se negó.
-¿Por qué?
-Por insistir , por tratar de apresurarte, ni siquiera he podido darte lecciones cuando viniste hasta aquí, mi hermano ha sido una molestia y mis primos…
-No es así, han sido días felices para mí. Los días más felices que recuerdo – le dijo sin mencionar que también sus días junto al lago habían sido igualmente dichosos
-Entonces mañana estarás ahí para ver el espectáculo…
-Sí, mañana estaré- dijo él y se despidieron. Al  verla alejarse estuvo tentado de retenerla, pero la dejó ir.
Todo en el Castillo estaba bastante calmado, parecía que la mayoría estaba aún afuera disfrutando de la feria con sus familias, Iolhen sólo encontró a su madre sentada junto a una de las chimeneas.
-¿Mamá? – dijo acercándose.
-Ven, pequeña. Siéntate a mi lado.
-¿Estás bien? – preguntó inquieta por verla tan meditativa.
-Sí, sólo un poco nostálgica, recordaba mis días de infancia aquí. ¿Tú, lo pasaste bien?
-Sí, Baylor…- empezó a contar y se paró de golpe.
-¿Le gustó la feria? – preguntó su madre tratando de darle ligereza al tema.
-Sí. Estaba pensando hacer un espectáculo mañana con Lys, mariposas de luz, dragones, música.
-Magia… - susurró Kalymera.
-Sí, nuestro don. ¿Crees que esté mal?
-¿Usar el don o el espectáculo? – preguntó y vio que su hija dudaba como si ella misma no supiera a que se refería. Kaly suspiró y luego pausadamente respondió – Para nosotros, los que no tenemos el don es un poco difícil de entender lo que significa, Io. Lo llamamos magia porque permite hacer grandes prodigios a su poseedor, no puedo decir que comprenda muy bien el don, pero confío en esa magia. Cuando tu tío la usó hace años  en este mismo lugar, me salvó la vida, y me puso en el camino de tu padre.  Mientras estaba perdida conocí a un joven mago, y me enamoré de él, aunque se resistió bastante. La magia me guió al amor de Dionis Likaios. Y luego vinieron ustedes, más  milagros a mi vida. Así que Io, estoy segura que tu poder te llevará por un buen camino. Confío en la magia y en tu corazón. – finalizó mirándola con aquellos ojos que eran idénticos a los suyos, y Iolhen no pudo evitar darle un abrazo a aquella mujer que tanto amaba.

Lejos de allí, Dionis Likaios llegaba a la colina donde se erigían las dos grandes piedras que ocultaban la entrada. Cada vez que iba a aquel lugar tenía sentimientos encontrados, recordaba su pasado, su familia perdida, los oscuros días de Deveró, pero también sabía que ahora en Dalabión vivía felizmente su hermana. Aún así cuando atravesaba aquella mágica entrada y se encontraba con el paisaje de la ciudad oculta su corazón se llenaba de desasosiego.
Cabalgó despacio hacia la residencia de Bladian, seguro de que su hermana ya sabría de su llegada. Aquellos que tenían el don podían percibir a quienes también lo poseían, más si era un poder fuerte como el suyo y mucho más si ingresaba a Dalalbión.
Apenas desmontó vio a su hermana correr a su encuentro.
-¡Dio! – exclamó antes de echarse en sus brazos y eso lo hizo sonreír. Su hermana tenía un pequeño mechón de cabello blanco en su oscura cabellera, pero por lo demás, cada vez parecía más joven y más feliz. Alguna vez había sido una joven taciturna y poco expresiva, pero los años la habían cambiado, los años y el hombre de ojos azules que venía tras de ella sonriendo levemente, Ennis Blackdalion.
Dionis no pudo evitar pensar que los Blackdalion tenían la capacidad de domar el carácter de los Likaios, y también de darles paz.
-¿Qué haces aquí? En unos días íbamos al castillo…- dijo Ennis saludando a su cuñado.
-¿No te alegra verme entonces?
- Hermano, ¿qué te trajo aquí? – preguntó Dian poniéndose seria.
-Entremos y les cuento. ¿Los chicos?
-Todos fueron de visita a ver a Teod y estamos esperando su regreso para ir a la Feria. Te ves cansado- observó Bladian preocupada. Aquella visita de Dionis era extraña.
Entraron los tres y Dio no pudo evitar rememorar su infancia en aquella ciudad oculta, sus padres, sus muertes, los magos oscuros.
-Dionis…- lo llamó su hermana y eso lo trajo de vuelta.
-Iré a buscarte comida y un poco de vino .- ofreció Ennis y él lo agradeció.
-Es un buen chico…- observó y Bladian largó una carcajada.
-¡Cielos Dionis! Ya somos abuelos…
-Eso no evita que sea un buen chico – rebatió con una sonrisa.
-Él piensa lo mismo de ti, ya sabes, que eres un buen chico para su hermana.
-¿Todos están bien? – preguntó si saber muy bien qué decir, ahora se sentía un poco ridículo.
-Todos están bien, hermano empiezas a preocuparme, ¿qué sucede?
-Habla antes de que mi esposa se asuste – insistió Ennis trayendo la comida y Dio tomó la copa para dar un gran sorbo y lograr que las palabras fluyeran.
-Necesitaba consultar con ustedes, con Dian sobre todo. He estado inquieto, no sé qué es lo que pasa, pero quería asegurarme que no fuera nada malo, saber si tú también lo habías sentido…- trató de explicarse.
-No, no he sentido nada…- dijo ella pero intercambió una mirada con Ennis que fue quien completó la idea.
-Ella no ha estado durmiendo bien últimamente. Se despierta en mitad de la noche.
-¿Por qué? – preguntó Dio.
-No lo sé…sólo es…
-Como un ruido, sólo que sin sonido – describió él la sensación que lo perturbaba.
-Sí, algo así – asintió ella.
-¿Qué creen que sea? – preguntó y Ennis se sentó junto a su mujer.
-No lo sé, Dionis, yo no he sentido nada. Creí que ella solo estaba cansada y ansiosa porque los niños no andan por aquí.
- Tal vez sea eso – respondió la mujer intentando quitar esa sensación ominosa que se había instalado entre ellos.
-O tal vez no. Eso es lo que me tiene alterado, hay algo pero no sé qué es.
-Hay demasiadas cosas que desconocemos allí afuera Dionis, no sólo el don, los Muintgrian, el poder de Kristana de ver el futuro y tanto más que podríamos desconocer.
-Lo sé, y si fuera el don o algún mago oscuro debería poder percibirlo....a menos qué....
-Dionis, ¿qué estás pensando?
-Me temo que en lugar de respuestas tengo más dudas Dian.Dijiste que hay mucho que desconocemos allí afuera, no me gusta enfrentar algo que desconozco.
-Lo siento, hermano, descansa por hoy
-Yo trataré de buscar en los libros si hay alguna mención a esa sensación tuya. Quédate un par de días y consultaremos con los demás- ofreció Ennis.
-No, quiero regresar mañana. No me siento cómodo habiendo dejado a mi familia sola.Y el viaje me llevará un par de días, no quiero demorarme tanto
-Está bien, iremos tan pronto Nía y Jace regresen, y si decubro algo te lo haré saber- aseveró Ennis.
Aquella fue una noche muy larga.




1 comentario:

  1. Tonto celular. Se me borro lo escrito..... Bueno decia que cada vez quedo mas intrigada con Baylor y la duda que siente Dionis. Tambien te daba las gracias nata por esta familia que me encanta

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