martes, 2 de junio de 2015

Blackdalion, La Luz del Lobo 7°



Io y Lionisse dejaron a  los gemelos con Ariadne y luego se dirigieron al Castillo junto a Beth, fue entonces cuando se dieron cuenta de algo que les había pasado desapercibido.
Las dos se miraron y exclamaron a la vez.
-¡Lysander! – seguramente la niña contaría a su padre sobre Baylor y eso iba a causar que Lys se entrometiera. Y no podían evitarlo, Beth era sincera y si le pedían que no lo contara, sospecharía que algo iba mal y de todos modos lo diría, quizás se entretuviera en otra cosa y no mencionara al amigo de su tía que había aparecido esa tarde.
No tuvieron tanta suerte.

En medio de la cena cuando contaba lo sucedido en el día, la niña mencionó a Baylor, y casi una docena de miradas se dirigieron a Iolhen. Aunque hubo dos que se sentían más inquietantes que el resto, su madre y su hermano.
-¿Baylor está aquí? – preguntó Kalymera
-¿Y quién es Baylor? – intervino Lysander frunciendo el ceño.
-Es el Señor de los caballos…- mencionó Beth antes de darle tiempo a contestar a su tía.
-Es el domador de caballos que contrató tu padre – puntualizó Kaly y luego volvió a dirigirse a su hija - ¿A qué vino?
-A la feria – contestó ella sucintamente sin entrar en detalles. Tampoco había nada más que responder, Baylor no había dicho que hubiese ido por ella.
-¿Y se quedó con ustedes?- insistió su hermano a pesar de que Alina le dio un leve golpe en el costado.
- Es mi amigo y ya que era su primera vez aquí, quise enseñarle el lugar…- se explicó.
-Hiciste bien- sentenció su abuelo y eso acabó con el interrogatorio. Aunque su madre y su hermano siguieron meditando sobre aquel nuevo suceso.
A la mañana siguiente, la joven se escabulló temprano tratando de librarse de  preguntas molestas y compañías indeseadas, pero tan pronto llegó a la pista, Lyonisse y Christopher aparecieron junto a ella.
No había notado que la siguieran, podían ser muy sigilosos y además insistentes, no iba a ser fácil librarse de ellos.
-¿Qué están haciendo?
-Solo hasta que estemos seguros – dijo Chris.
-Por todos los cielos, sé cuidar de mí misma - discutió pero se calló al ver acercarse a Baylor, no quería involucrarlo en el conflicto.
-Buen día – saludó el domador y su mirada miró nerviosamente a la compañía de Iolhen, sabía que no confiaban en él y no se extrañaba ya que tampoco él confiaba en sí mismo. Y la idea de que ella tuviera tanta gente a su alrededor para protegerla, más que molestarlo, lo tranquilizaba.
-Buen día, tenemos invitados – respondió ella , tras tomar una profunda bocanada de aire como si debiera armarse de mucha paciencia.
-Vamos, hay muchas cosas interesantes que ver - se adelantó Christopher pasándole un brazo por los hombros a Baylor y  lo llevó consigo.
Io y Lyon los siguieron.
Christopher Blackdalion se detuvo delante de un puesto de espadas, tomó una, la desenvainó lentamente y luego hizo un par de maniobras pasándola de una mano a la otra con asombrosa rapidez y agilidad.
-¿Te gustan las armas? – le preguntó al domador.
-No mucho y no sé usarlas, salvo si se trata de cazar para comer- respondió mirando como la hoja de metal lanzaba destellos con los movimientos del joven rubio.
-Ahhh, cierto no las necesitas, ¿verdad?- preguntó haciendo referencia a su poder.
-No, no las necesita, y si me preguntan, a ti te interesan demasiado- dijo Iolhen entrometiéndose – Habiendo tantas cosas interesantes para ver, vamos- declaró y se dirigió a otro puesto donde vendían caramillos.
Había prometido enseñarle a sus sobrinos así que buscó un par, incluso hizo que sus primos y Baylor probaran los instrumentos con desastrosos resultados, sólo ella podía arrancarles bella música y no ruidos estridentes. Pero eso relajó la situación y terminaron riendo, pero apenas salieron de allí, las risas cesaron.
Blaze Blackdalion y Lysander Likaios se dirigían directo hacia ellos.
Caminaban enérgicamente, serios y con el ceño algo fruncido, daban miedo y aún así eran dos personas que Iolhen amaba profundamente.
Su primo Blaze era justo , comprensivo y cálido. Y su hermano Lysander era  a quien adoraba desde niña. Con su carácter vibrante e intenso era quien la animaba y la alentaba con cada pequeño progreso que hacía al aprender a usar su don.
Lysander estaba allí cada vez que lo necesitaba.
Kouros era hermano y amigo, pero Lys y Conrad eran sus protectores. Y ahora su hermano mayor estaba allí, con su mirada más intimidante en sus ojos azules iguales a los de ella.
Quería decirle que no fuera duro, que la entendiera, que la ayudara con Baylor. Quería pedirle que confiara en ella. Pero  todo en la expresión corporal de Lys y de Blaze indicaba problemas.
-¿Eres el domador, verdad? – preguntó Lysander.
- Baylor – aclaró ella y su hermano le dedicó una mirada especulativa.
-Baylor- se corrigió sonriendo sesgadamente- ¿y qué te trae por aquí?- insistió.
-La feria, me dijeron que debía venir si estaba cerca, que era un acontecimiento que merecía la pena.- contestó el muchacho sin amilanarse.
-Soy Blaze Blackdalion- se presentó su primo y Iolhen agradeció aquel gesto hasta que notó que tenía la misma mirada que su hermano, la ferocidad apenas cubierta de cortesía.
-Su hogar es un lugar hermoso- dijo Baylor sinceramente.
-Sí, un lugar tranquilo y hermoso, y hago todo lo que está en mis manos para que siempre sea así – respondió Blaze tranquilamente pero ella lo conocía demasiado bien. Eso era una amenaza velada.
Estaba cansada de aquel comportamiento, le había costado mucho que Baylor se acercara para que ellos lo echaran a perder, estaba por estallar cuando recibió un apoyo inesperado. Lyonisse se paró junto a ella y la tomó por la cintura y Christopher se paró junto a Baylor. Los adoró por eso.
-Estábamos mostrándole a Baylor la feria, como anfitriones debemos dar el ejemplo – sentenció firmemente la joven rubia y por primera vez Blaze sonrió de verdad, como si aquel evidente regaño de su hermanita aliviara la tensión.
-De acuerdo, no los interrumpimos más, que disfrutes tu estadía, Baylor – recapituló el joven león y Lysander también se despidió, aunque a regañadientes.
Los más jóvenes se alejaron de prisa, ansiosos por escaparse de la tensa situación.
Blaze y Lysander se los quedaron mirando, ambos con los brazos cruzados sobre el pecho en un gesto demasiado similar al de su abuelo.
-No te preocupes tanto, los gatitos están vigilándolos aunque parece que están del lado del domador – observó Blaze refiriéndose a sus hermanos.
-¿Christopher sabe que lo llamas “gatito”? Ya tiene tu misma altura…
-Si yo sigo siendo el cachorro en nuestra familia se supone que él es el gatito- se excusó alzando los hombros y Lys rió. Pero su mirada seguía reflejando preocupación. Su primo intentó tranquilizarlo - No parece mal tipo…
-Lo sé, pero algo en él me pone nervioso.
-¿Qué le guste a Iolhen?
-¡Diablos Blaze! Estás perdiendo la diplomacia. Y no, no es eso, sólo hay algo…
Sin mencionar que  la Feria me da muy mala espina, siempre pasa algo en esta época.
-No me lo recuerdes, su aventurita de la búsqueda del tesoro y el hecho de que una de mis hermanas fuera tras un ladrón y la otra corriera detrás para recatarla sucedió durante la época de la feria.
-A eso me refiero, ese Baylor me inquieta y con tanto barullo alrededor no puedo pensar con claridad…
-¿Qué dijo tía Kaly?
-Que mantuviera mi nariz lejos de este asunto.
-¿Entonces?
-Soy obediente, Blaze, apartaré mi nariz. Pero tendré mis ojos sobre ellos y necesitaré los tuyos.
-No puedes casar a todas tus hermanas con príncipes, ¿sabías?- lo provocó.
-En su momento amenazaste a Daimon, y tenías muchas ganas de atravesarlo con tu espada, ¿recuerdas?
-De acuerdo, te ayudaré. Lo tendré vigilado y mi gente estaré pendiente de cada uno de sus movimientos mientras esté con Iolhen. Pero si tía Kalymera pregunta, fue tu idea.
-Y cuando esté solo también, quiero saber todo lo que pueda, Blaze. Es mi hermanita, no quiero sorpresas.
-Lo sé- respondió el joven Blackdalion seriamente y pensó que en algún momento, cuando llegara el turno de Lyonisse, su primo debería devolverle el favor. Ser hermano mayor era un trabajo complicado. Luego tuvo un pensamiento más turbador, algún día sería el turno de su hija.

Iolhen sentía que se estaba ahogando, si su familia seguía comportándose de aquella manera todo iba a arruinarse, necesitaba tiempo con Baylor pero libre de interferencias. Iba pensando en alguna estrategia cuando alguien se les acercó, era uno de los hombres que habían llegado junto al domador cuando llevaron los caballos a la Casa Antigua.
El hombre se les acercó y le pidió que los acompañara porque necesitaba consejos sobre un animal que quería comprar. Él no estaba muy dispuesto, pero Iolhen le dijo que  fuera y que luego se reunirían.
Aquella interrupción era su oportunidad, apenas Baylor se alejó, ella encaró a sus primos.
-Agradezco lo que han hecho hasta ahora, pero si no nos dejan solos, juro que les haré salir lunares de colores en la piel o algo…
-Sólo queremos cuidarte – dijo Christopher.
-Han visto que es un buen hombre, lo saben si no fuera así  no se habrían puesto de nuestro lado delante del dúo de intimidadores.
-Pero hay tantas cosas que calla, tú también sabes eso Io…- discutió Lyonisse yendo directamente a lo único que la preocupaba a ella misma.
-Lo sé, pero me ha ido contando de a poco, y sé que cuando esté preparado me contará lo demás. Pero si ustedes están como sombras pegados a nosotros nunca tendré la oportunidad de ganar su confianza.
-¿Y por qué eres tú quién debe ganar su confianza? – protestó Chris.
-Porque ha sido muy herido, Christopher y no es fácil para él….
-Y yo necesito estar seguro que estarás bien a su lado, lo siento Iolhen.
-No me hará daño.
- ¿Entonces por qué oculta su poder?
-Tiene sus propias razones, pero no busca dañarme- se volvió hacia su prima -¿Lo viste ayer verdad, Lyon? ¿Lo viste?
-Sí – respondió su prima sabiendo a qué se refería. Cuando Baylor y ella habían caído mientras patinaban, el hombre había actuado con rapidez para evitar que Iolhen se golpeara y había amortiguado la caída con su propio cuerpo. Había sido un gesto instintivo para protegerla.
-¿De qué hablan ahora?- cuestionó el joven rubio mirándolas confundido.
-Démosles su tiempo a solas Chris, no creo que él vaya a lastimarla ni a dejar que nada lo haga. Además si no somos nosotros, estoy segura que tienen los ojos de medio poblado sobre ellos, sin mencionar al resto de la familia.
-No me convencen.
-Pero lo harás, ¿verdad? – preguntó Iolhen y él se acercó a darle un beso sobre la coronilla.
-Lo haré, pero…
-Estaré bien- dijo ella sonriente y  ellos quisieron creerle.

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