sábado, 20 de junio de 2015

Blackdalion, La Luz del Lobo 10 ° - Final



Iolhen jamás había usado su poder para atacar o enfrentar a alguien como él, a diferencia de su padre y hermanos que habían dedicado gran parte de su vida a cazarlos. No había puesto a prueba su propio don y además sabía que sus abuelos habían muerto a manos de magos oscuros y que su tía había sido torturada por alguien semejante a aquel hombre que tenía enfrente. Y también recordaba las cicatrices en el cuerpo de Baylor. Era alguien despiadado capaz de cualquier cosa. Ella no era rival para alguien de su clase.
Lo único que pudo hacer fue resguardarse tras una barrera.
-Eres una chica inteligente, pero esa barrera consumirá mucha de tu energía y no soportará mis ataques mucho tiempo – le recordó el hombre.
-¿Qué quieres? – preguntó ella desde su frágil refugio.
-No a ti, no todavía…lo quiero a él…


Beth había estado un rato  con sus primos y hermanos en la pista de hielo, pero ahora, obedeciendo un pedido de su tía, iba hacia  el puesto de Raine para llevar un mensaje. Fue entonces cuando se encontró con el joven domador.
-Beth- la saludó y ella lo miró sorprendida - ¿dónde está  tu tía Iolhen?
-Contigo…ella se fue contigo…- dijo a niña y esta vez quién se asustó fue él, tanto que palideció. Se arrodilló junto a la niña y la tomó de los hombros
-¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Me viste a mí con ella?
-¿No está contigo? – preguntó asustada, era pequeña pero percibía el nerviosismo de él.
-Beth, por favor, dime lo que sabes.
- Estabas parado junto al bosque, detrás del puesto de armaduras, y le hiciste señas para que te siguiera, mi tía fue detrás de ti. Hace cerca de una hora.
-¡Oh cielos! – exclamó desesperado.
-Baylor…
-Escucha bien, ve ahora mismo a pedir ayuda, dile a tu padre, cuéntale…Yo iré a buscarla - le encomendó a la pequeña pelirroja. La niña asintió con un leve movimiento de cabeza y empezó a correr hacia el castillo.
-Ella no, ella no…- repitió Baylor como si así pudiera cambiar lo sucedido. Luego llegó hasta el lugar donde la niña le había indicado y empezó a adentrarse en el bosque siguiendo las mínimas huellas de pisadas y rastros imperceptibles, estaba acostumbrado a seguir pistas, había tenido que escapar muchas veces del ser que ahora rastreaba.
     Beth sabía que su padre no estaba,  sabía también que su tía y Baylor necesitaban la ayuda de alguien con el don, pero no había nadie así cerca, salvo ella y sus hermanos.  Lo primero era buscar a su madre, ella sabría qué hacer.
Cuando Alina la vio llegar supo que algo iba mal, corrió hacia su hija que pudo contarle entrecortadamente lo sucedido. Ali se dirigió hacia el primer caballo que vio, cargó a su hija y cabalgó hacia el Castillo pidiendo en silencio que su marido hubiese regresado o estuviera muy cerca.


Iolhen sentía como las ráfagas del poder que aquel hombre lanzaba contra ella iban debilitando su defensa. Su ánimo también iba decayendo, porque aunque tenía la esperanza de que alguien viniera por ella, también sabía que eso significaría poner en peligro a sus seres queridos. Su imprudencia iba a costarles muy caro.
Estaba tratando de pensar una nueva estrategia cuando sintió un temblor en la tierra. Inmediatamente se abrió un pequeño espacio en la pared de pétrea vegetación, apenas si dio tiempo a que el hombre entrara antes que volviera a cubrirse.
Él era la última persona que ella quería ver allí, porque  que  Baylor cayera  de nuevo en las garras de aquel monstruo era desgarrador.
-Iolhen…- gritó corriendo hacia ella pero un golpe de energía de su padre lo hizo hacer antes de llegar a su lado.
-¡Baylor!- gritó la joven
-¿En serio creíste que no te encontraría? ¿Qué esconderte en las tierras del cazador era una buena idea? – preguntó. El joven se puso de pie y se volteó para encarar al hombre que era su peor pesadilla.
-Déjala ir, me buscas a mí.
-Es verdad, pero conseguiste una buena presa, hijo. Una Likaios…
-Ella no es una presa- contestó y se giró hacia la chica- ¿Estás bien?
-Sí.- contestó más preocupada por él que por otra cosa.
-Voy a sacarte de aquí, no te preocupes.
-Conmovedor – comentó su padre y volvió a atacar. Baylor atinó a crear una nueva barrera para rebotar el ataque, Io aprovechó ese momento para dejar caer su blindaje y acercarse al domador. Lo abrazó por la cintura y unió su poder al de él para reforzar la protección.
-Los dos juntos, así será más fácil.- susurró ella. Baylor estaba tratando de mantener la calma, necesitaba pensar con claridad para salvarla y necesitaba controlar su poder destructivo.
Durante años había evitado ser igual a él, pero si era necesario lo mataría, no importaba el precio siempre que Iolhen estuviera a salvo.
-¿No te hizo daño, verdad? – preguntó y agradeció que ella estuviese a sus espaldas para no tener que enfrentar su mirada, ahora que ella conocía su secreto seguramente lo despreciaría. Sin embargo la sintió abrazarlo con más fuerza.
-Yo estoy bien, ¿y tú?
-¡Vaya! Fuiste más inteligente que yo, con ella a tu lado tienes ventaja, y cuando la fecundes procrearás un hijo  de una raza superior, el poder de los dos linajes unidos en un solo ser. Nadie podrá vencernos entonces- dijo en tono delirante y el joven sintió que el estómago se le revolvía. Él jamás permitiría que algo así sucediese, Iolhen no sería como su madre, sólo un medio para un fin. Él la amaba y la protegería de todo, incluso de sí mismo.
-¡Váyase a infierno de donde vino y déjenos en paz! – gritó Iolhen indignada, había percibido como Baylor se tensaba al escuchar aquellas palabras y entonces el miedo que sentía se había evaporado. No iba a permitir que lo dañaran más de lo que lo habían hecho.
-¿Quién lo diría? Una Likaios defendiendo a alguien de mi estirpe, ¿sabes lo que él es? – preguntó el hombre con una calma espeluznante.
- Lo sé, es Baylor.
- Ya veo, sabe todo de ti, ¿verdad? – preguntó mirando al joven con sorna haciéndolo estremecer, sabía lo que seguiría y no podía evitarlo- ¿También le dijiste cuando quemaste aquel poblado? ¿Le hablaste de los heridos? ¿De los gritos…? – preguntó con una voz que hizo que los recuerdos revivieran y atormentaran a Baylor, sintió que el agarre de Iolhen se aflojaba, la sintió jadear e imaginó lo mucho que ahora le repugnaba.
-El fuego…- susurró ella entendiendo porque el joven siempre se negaba a usar ese elemento y el miedo que sentía a su propio poder.
-Si- respondió él y el dolor que se filtró en aquella única palabra fue inconmensurable.
El domador  la sintió moverse y luego su mano se apoyó en su mejilla y lo obligó a mirarla, ahora estaba a su lado. No había desprecio en la mirada femenina, había comprensión.
-¿Cuántos años tenías? - le preguntó.
-Diez.
-Es un monstruo – comentó enfadada-  No te rindas Baylor, sólo tenemos que resistir otro poco.
-Yo…- dijo él y ella supo lo que iba a decir.
-No, no puedes, sea lo que sea es tu padre. Sólo un poco más.
-¿No vas a atacarme? ¿No te enseñé nada? – Preguntó el hombre e hizo una mueca de desprecio- Tal vez necesites un aliciente – agregó y entonces, Baylor se tambaleó y gritó.
Iolhen vio como su ropa se  manchaba y se desintegraba allí donde estaba herido, las cicatrices de sus antiguas heridas se volvieron rojas como brasas ardientes y él gimió de dolor. El poder que había causado aquellas lesiones las estaba reviviendo.

Cuando Alina llegó al Castillo, sintió que sus rezos habían sido escuchados porque si bien Lysander no había regresado, su suegro estaba desmontando en el patio y allí estaban los demás para darle la bienvenida
Beth bajó primero y corrió hacia él.
-¡Abuelo, tienes que salvar a la tía! – gritó y eso puso en alerta a todos. La joven pelirroja la siguió y explicó apresuradamente las palabras de su hija a todos  los presentes.
Dionis no perdió tiempo , se puso a dar instrucciones mientras se disponía a partir.
Agradecía que hubiera gente de confianza a su alrededor.
-Caleb, reúne a la familia en el Castillo y que  tus hombres cuiden la aldea –indicó, luego miró a su sobrino mayor- Blaze…
-Lo sé, iré por Lysander inmediatamente – dijo el joven y montó su caballo para salir al instante. Dionis iba a hacer lo mismo cuando la voz de Kalymera lo detuvo.
-Dio…- susurró
-La traeré - prometió.
-Dio…- repitió  y apenas pudo pronunciar las palabras siguientes – ella lo ama.
Los ojos clarísimos de Dionis se volvieron más gélidos aún, pero fue Lyonisse quien terminó de darle las malas noticias.
-Tío – dijo la joven y se sintió culpable de no haber hablado antes. Si lo hubiese hecho aquello no habría sucedido- Baylor tiene el don y Iolhen le estaba enseñando a usarlo.
Donis no respondió pero algo relampagueó en su mirada, un don que él no había podido detectar,  antes que los demás pudieran siquiera parpadear se transformó en un lobo negro y salió corriendo a una velocidad sobrehumana.
La amenaza temida había cobrado forma y estaba detrás de su pequeña.
“Tengo que llegar a tiempo” se repitió a sí mismo.


Iolhen vio como Baylor se derrumbaba y la barrera también, apenas pudo reaccionar para cubrirlos a ambos con una nueva protección mientras intentaba calmarlo.
Él se retorcía de dolor.
La joven miró al hombre que se estaba regocijando con aquella agonía.
- ¡Detente! ¡Es tu hijo! – casi rogó.
-Necesita recordar quién es su amo, tú también lo aprenderás …- amenazó y ella volvió a concentrarse en el joven domador.
- Baylor, Baylor..- lo llamó pero el dolor lo estaba venciendo. Si el don podía revivir antiguas heridas, la joven pensó que también podría calmarlas, lo sostuvo y posó su mano en la peor de sus lastimaduras. Se concentró intentando trasmitir frescura a la piel, calmar el padecimiento. Dejó que todo su ser se llenara del poder del bosque, de las raíces creciendo, de las hojas y el viento, de todo lo que nacía y se regeneraba. Poco a poco, él pareció calmarse – Tranquilo, sólo olvida el dolor, vuelve…- susurró mientras lo sentía respirar más calmado, finalmente , él levantó la cabeza y su mirada se veía  más limpia, más enfocada, estaba recuperándose. Aún así estaban acechados por aquel hombre despiadado.
- ¿Cuánto van a resistir?  - preguntó el hombre y a continuación un circulo de fuego los rodeó. Baylor volvió a tensarse.
-Está bien, todo está bien si estamos juntos, no estás solo …- susurró Iolhen y lentamente bajó la cabeza y lo besó con suavidad al tiempo que se concentraba en extinguir el fuego que los  rodeaba. El beso terminó de devolver al joven a la realidad, lo único real volvió a ser ella, ni el dolor, ni el pasado, ni su padre.
Iolhen Likaios era lo único importante. Y tenía que sacarla de allí.
-Lo siento. Tan pronto puedas, sal de aquí – dijo y se incorporó.
-No lo hagas…- dijo Iolhen sabiendo que esta vez Baylor iba a usar todo su poder para salvarla, aunque implicara destruir a su propio padre. Pero el joven la desoyó e inmediatamente sus manos se posaron en el  suelo y  la tierra vibró bajos sus pies como si un trueno surcara sus profundidades. Luego explotó donde el mago oscuro estaba parado y lo hizo caer.
-Esto me gusta más...- dijo flotando y atacó a Baylor con ráfagas de aire que se habían vuelto filosas cuchillas, el joven las esquivó ágilmente, sólo una cortó levemente uno de sus antebrazos. La segunda ráfaga la detuvo Iolhen.Se puso al lado de Baylor y la desvió usando su don.
-Te dije que te fueras.
-Saldremos de aquí juntos. Así que si quiere salvarte, deberás cuidar de ti mismo en lugar de sacrificarte…- le respondió y justo en ese instante ambos volaron por el aire golpeados por el enemigo hasta dar contra la pared de pétrea vegetación y caer bastante magullados.
- ¿Cuánto más hasta que se rindan? Son demasiado jóvenes para ser dignos adversarios…- los increpó acercándose y de sus manos salieron látigos de fuego. Un escudo de hielo los cubrió antes que los alcanzara.
-Esto no bastará. Lo que dice es verdad, su poder es más fuerte – dijo Baylor.
-Pero somos dos…
-¿Puedes matar, Iolhen? Porque es lo único que va a detenerlo, jugará con nosotros por diversión, nos destrozará poco a poco si no lo detenemos – dijo él. La joven se sentía abrumada, jamás había dañado a nadie y no creía poder hacerlo, pero también quería detener a aquel hombre.
-Iolhen, no puedes. Sabes que no, esa es la diferencia entre nosotros. Yo sí puedo, tengo que detenerlo.
-Sólo tratemos de resistir…- dijo esperanzada, sabía que su familia iría al rescate. Una mariposa de luz dorada revoloteó entre ellos y Iolhen esbozó una leve sonrisa para reforzar su mensaje - Tú tampoco eres capaz, de haberlo sido habrías acabado con él antes en lugar de huir.
-Antes no estabas tú – dijo y en ese instante su cubierta de hielo voló por los aires. Y dos remolinos los atraparon separándolos.
- Si  tú no te rindes ¿debería probar con ella? - susurró el mago y mientras Baylor giraba sobre sí, se acercó a la joven que cayó a sus pies cuando el remolino se detuvo. Antes que la mano del hombre llegara a ella, Baylor se lanzó contra su padre. Había aprovechado la breve distracción para liberarse y ahora lo golpeó con fuerza,  al verlo caer, corrió a levantar a Iolhen.
Su padre  se levantó y se tocó el labio que le sangraba por el golpe.
-Es lo que puede esperarse de un animal, sólo eres eso – dijo y a continuación con un mínimo gesto de su mano, la tierra se elevó y se volvió piedra mientras trepaba por los cuerpos de los jóvenes atrapándolos. La joven Likaios sintió que se le cortaba la respiración, estaba a punto de perder la conciencia mientras sentía que su cuerpo iba siendo apretado por la piedra que ya le llegaba hasta el cuello.
-¡Io! – gritó Baylor al verla palidecer y concentró su poder para pulverizar la  piedra y salir. Luego apoyó sus manos en la prisión de ella y la liberó.
-Ya me cansé – dijo el hombre y se cernió sobre ellos.
Iolhen estaba en el suelo inconsciente y Baylor la cubrió con su cuerpo antes que el ataque comenzara. Entonces sólo sintió dolor, como si mil agujas lo perforaran.
Los brazos que lo sostenían por sobre Io estaban empezando a debilitársele.
-¿Cuánto tiempo aguantarás el dolor esta vez? ¿Cuánto tiempo hasta que tu poder destructivo se desate sin control? Entonces no podrás protegerla de ti mismo…- susurró su padre y odió escuchar aquellas palabras que  le daban forma a sus miedos.
Había sido entrenado como un animal para que su poder fuera destructivo sin que pudiera controlarlo, y estaba al borde. Su odio por aquel hombre estaba llevándolo a los límites, sólo se controlaba por la muchacha pálida que yacía debajo de él. Si dejaba salir su ira, podría lastimarla incluso a ella. Pero resistía, porque peor que el dolor del ataque de su padre era el dolor que sentía al verla así, su  cabello desordenado, la ropa dañada, un moretón en la frente y pequeñas laceraciones  por los constantes ataques.
No debería estar en ese estado. Él debió haber enfrentado a su padre mucho tiempo antes aunque significara que se mataran el uno al otro, o  quizás jamás debió nacer.
Cualquier destino hubiera sido preferible antes que llevar el terror a las tierras Likaios, a dejarla a ella  en manos de aquel monstruo que lo había engendrado.
Pronto ni siquiera podría servirle de escudo y ella tendría que soportar el mismo padecimiento.
-Baylor…- musitó ella recobrando la consciencia y al ver su cara congestionada por el dolor las lágrimas rodaron sin que lo pudiera evitar. Él ya había sufrido mucho, aquello tenía que parar. Se medio incorporó y lo abrazó.
-¡¡NO!! – gritó él intentado desprenderse, quería cuidarla tanto como fuera posible.
-Juntos…-volvió a decir ella y por su leve gesto Baylor supo que había sido alcanzada por el ataque de su padre.
En ese momento un estruendo interrumpió la agonía. El ataque cesó y la atención de los tres fue captada por la llegada de Dionis Likaios que atravesó el muro infranqueable sin dificultad alguna.
La mirada invernal recorrió el lugar en forma panorámica hasta dar con su hija y verla a salvo.
-Likaios, el cazador, te esperaba – dijo el mago oscuro y Dio sonrió en una mueca que habría hecho temblar a cualquiera.
- Aquí me tienes.- declaró.
Iolhen sintió un alivio indescriptible al escuchar a su padre, pero cuando sus miradas se encontraron, supo que estaba a punto de ver un lado desconocido de él. Su adorado padre estaba enfadado y era peligroso.
Y algo en la mirada clara de Dio le generó inquietud, el mago oscuro no era con el único con quien estaba enojado
Sin darle tiempo a su enemigo, Dionis  lanzó un ataque que lo derrumbó y  a continuación desintegró las murallas para que los jóvenes huyeran pero el padre de Baylor se repuso rápidamente y las raíces brotaron de la tierra bloqueándoles el camino de nuevo. Likaios  dio un par de pasos, pero fue tragado por la tierra. La joven ni siquiera tuvo tiempo de preocuparse porque Dionis emergió parado sobre una plataforma de raíces que reptaron hasta el mago oscuro y lo atraparon. En segundos logró liberarse.
Ambos hombres eran fuertes y, al verlos combatir, los jóvenes comprendieron que ciertamente no eran rival para ninguno de los dos
La pelea era tan potente y veloz que ni el domador ni Iolhen tenían tiempo de escapar ni de intervenir, sólo permanecían al margen, abrazados, sosteniéndose el uno al otro.
La intensidad de sus poderes parecía no tener límite, iban uno contra el otro a la par. En un momento Dionis extrajo metal de la tierra, ínfimas cantidades que se fueron juntando en el aire y luego fueron lanzadas contra su atacante aprisionándolo.
Likaios aprovechó ese momento para ir por su hija.
-Rápido. Tienes que irte Iolhen- dijo  tomándola de la mano y se detuvo cuando la joven  agarró a su vez la mano de Baylor . Dio no tuvo tiempo de protestar porque  el mago oscuro lo lanzó contra la pared desestabilizándolo, y su siguiente ataque fue directamente contra Iolhen elevándola en el aire.
-Hora de terminarlo…- susurró el hombre y el metal que Dio había usado antes para atraparlo se volvió dagas dirigiéndose hacia la jovencita. Al mismo tiempo Baylor usó una ráfaga de aire para elevarse hacia ella y Dionis hizo que las dagas cambiaran de dirección yendo contra quien las había arrojado, y Iolhen cayó al suelo antes que Baylor llegara  ella.
Ese fue el final del combate.
El domador ni siquiera se volvió a mirar donde yacía el cuerpo de  su padre atravesado por sus propias dagas, sólo se preocupó por tomar en brazos a la mujer que amaba y que estaba inconsciente debido al golpe
-Iolhen..- la llamó preocupado y la levantó, pero Dionis llegó hasta él y se la arrebató de los brazos. En ese mismo instante dos personas más llegaron, Lysander y Conrad estaban allí y se acercaron presurosos.
-¿Están bien? – preguntó Lys a su padre.
- Nosotros sí, lleva a tu hermana al Castillo – dijo y la dejó en brazos de Lys.
-¿Y ellos?- preguntó Conrad mirando alternativa a Baylor y al lugar donde yacía el mago oscuro.
-Lo siento- dijo Dionis mirando al muchacho e ignorando a su hijo.
-No había alternativa, era él o nosotros – dijo Baylor. Era muy triste pero no podía sentir tristeza por la muerte de quien lo había engendrado. Sentía alivio.
-Encarguémonos Conrad- dijo Dionis y se encaminaron hacia el cuerpo.
-Lo haré yo, es lo último que haré por él – los detuvo Baylor y Dionis asintió. Intercambió unas palabras con su hijo y lo envío a acompañar a Lysander y Iolhen.
-Padre, ¿estás seguro? – preguntó el joven.
-Ve Conrad.- insistió y se quedó. Aún le quedaban cosas que resolver con Baylor.


Iolhen se despertó a mitad de camino, lo que hizo que sus hermanos se detuvieran. Lys la recostó contra un árbol para asegurarse que estuviera bien.
-¿Io estás bien? – preguntaron a coro los mellizos.
-¿Lys? ¿Con? – preguntó confusa.
- ¿Te duele la cabeza? – preguntó Lys palpando donde se había golpeado al caer.
-Estoy bien, ¿y Baylor? – Sus hermanos entrecruzaron extrañas miradas cuando mencionó al joven y eso la alarmó- ¿Está muerto?
-No, está bien. Su padre está muerto, padre devolvió uno de sus ataques y eso le ocasionó la muerte – explicó Conrad y la chica agradeció que el muerto fuera aquel ser nefasto y no el hombre que amaba, aunque le dolía que todo hubiese resultado así. Al menos ahora podía estar tranquila de que el joven ya no sufriría más daños.
-¿Y dónde está? ¿Y papá? – preguntó ansiosa y ellos titubearon al contestar. Eso le recordó la mirada de su padre al llegar y el mal presentimiento que había tenido. Volvió a palidecer.
-¡Io! – la llamó Lys
-¿Qué sucedió? – insistió sabiendo que le ocultaban algo.
-No puede está a tu lado Iolhen. Es hijo de un mago oscuro,  corres peligro con él- aseveró Conrad.
-Él jamás me haría daño, ¿dónde está? – insistió cada vez más asustada.
-Cálmate Iohen, papá se encargará. Vamos a Castillo.
-¿Cómo Conrad? ¡¿Cómo va a encargarse papá?!
-Io… pudiste morir hoy, por su culpa- terció Lysander.
-No fue su culpa. Lo sabes, Lys Voy buscarlo – dijo y se puso en pie. Conrad la detuvo sosteniéndola por un brazo.
-Lo siento, hermana, pero no irás. No él, no puede ser él.
-¡Maldición Conrad! Baylor es un buen hombre, me ama y lo amo.
-¡Es un mago oscuro!
-No lo es, Su padre lo era. Él es Baylor, sólo eso.
-No podemos confiar en alguien como él – insistió su hermano y sus ojos claros tenían la misma mirada feroz que la de Dionis.
-Tú deberías entenderlo mejor que nadie…- susurró dolorida.
-Lo entiendo, entiendo lo nefastos que pueden ser .Y entiendo que jamás dejaría a mi hermana con uno de ellos – discutió.
-No, no eso. Tú deberías entender el daño que causa que te juzguen por algo que no elegiste. Tiaren te condenó sin conocerte, tú sabes lo que duele.
-No estás jugando limpio – la acusó enfadado.
-Digo la verdad, lo sabes. Déjame ir- insistió forcejeando.
-Déjala ir, Conrad – dijo  una voz familiar y se giraron a ver la pequeña comitiva que venía por el camino. Quien había hablado era Kouros Likaios y venía flaqueado por Blaze y Christopher.
-¡Kouros!- exclamaron sorprendidos.
-¿Qué haces aquí? – preguntó Lys.
-Soy oportuno, como siempre. Déjenla ir – insistió y la joven le dirigió una mirada agradecida. Había extrañado mucho el tener cerca a Kouros y contar con su apoyo.
-¡Oye niño, acabas de llegar, no metas las narices! – protestó Conrad.
-También tú acabas de llegar y parece que no entiendes demasiado. Es raro, usualmente eres el romántico, Con.
-¡Son magos oscuros! – insistió de nuevo. Sus encuentros anteriores con los magos oscuros, lo hacían totalmente aprensivo. Tenía sus razones y entendía mejor que nadie a su padre.
-Pero la ama, eso dice Cris. También tú lo sabes, ¿verdad Lysander? – preguntó Kouros mirando a su hermano mayor .
-Déjala ir Conrad-  insistió Lys. Y la chica no espero  más, aprovechó el desconcierto de Con y se zafó de su agarre,  luego con las pocas fuerzas que le quedaban echó a correr de regreso hacia Baylor.
-¿Por qué? – preguntó Conrad a sus hermanos.
-Porque ver lastimado a quien amas es muy doloroso, no quiero que ella sufra por eso. Tampoco padre – dijo Kouros con seriedad.
-¿No irán con ella? – preguntó Blaze mirando a los mellizos.
-No, aún no tengo en claro de qué lado estoy– musitó Lysander
-Tampoco yo – dijo Conrad pero ambos dejaron que ella se fuera y decidiera su propio destino.

Dionis Likaios había visto a aquel joven proteger a su hija y a ella aferrarse a él. Pero también la había visto salir herida por estar a su lado.
-¿La amas? – preguntó a Baylor.
-Sí. Más que a mi vida- dijo y  Dio percibió la sinceridad. También él una vez se había animado a amar a alguien que no debía, había amado a Kalymera y eso lo había hecho una mejor persona. Pero no era el mismo caso. No podía ignorar la procedencia de Baylor, no podía ignorar  que se había acercado con mentiras y sobre todo no podía olvidar como los magos oscuros habían destruido su familia una vez al asesinar a sus padres. Tampoco podía borrar de su mente ni de su corazón la imagen de Bladian torturada por Deveró. No podía dejar que volviera a pasar.
También había estado a punto de perder a Kyrian no hace mucho y no quería volver a sentir nada semejante, no resistiría si alguno de sus hijos saliera lastimado habiendo podido evitarlo. No quería que la oscuridad rozara a su hija menor.
Quería confiar, pero no podía. Aunque fuera condenado, la seguridad de los que amaba lo valía. No encontraba otra salida.
-¿La amas más que a tu poder? – preguntó y el joven lo miró expectante. Luego esbozó una tenue sonrisa.
-Sí- respondió con seguridad.

Cuando Iolhen llegó vio a Baylor arrodillarse delante de Dio y sintió el poder de su padre inundando el lugar. Supo lo que estaba a punto de hacer y supo que eso los condenaría a todos.
-¡Nooooooooooooo! – gritó corriendo hacia ellos pero Dionis la mantuvo apartada creando una barrera a su alrededor y continuó con el procedimiento
Alguien con el poder de Dionis Likaios podía quitarle su poder a otro con el don, un poder más débil se sometía a la fuerza del poder superior y era absorbido  por este.
Dio iba a quitarle su don a Baylor y así asegurarse que Iolhen jamás corriera peligro.
-¡Padre no, por favor!- gritó ella pero fue Baylor quien la miró.
-Está bien – susurró trasmitiéndole que era su voluntad, que aceptaba aquel precio por estar con ella.
-¡Padre no! – volvió a gritar – ¡Nunca te perdonaré si lo haces!
-Lo sé - respondió Dionis  mirándola con una tristeza infinita y  empezó a convocar al don de Baylor, alrededor de los dos hombres su don se materializó como energía que los rodeaba.
Iolhen sintió que las lágrimas caían por su rostro, su padre cometería un crimen imperdonable al quitarle su don a un inocente. No podría perdonarse a sí mismo, tampoco ella podría perdonarlo aunque entendiera sus motivos y lo amara.
 Quitarle el don a alguien era igual a mutilarlo, quitarle una parte de sí mismo y ella no podía permitir que Baylor fuera lastimado una vez más. Ya llevaba demasiadas heridas y cicatrices  a cuestas, y no podría perdonarse a sí misma si él perdía su poder por amarla a ella.
No merecía tanto sacrificio. No podía herir irremediablemente a dos personas que amaba tanto.

El poder de Baylor rieló a su alrededor y luego se desprendió de él para ir hacia Dionis que lo reclamaba. El joven se sintió  débil y sintió un extraño vacío, era consciente que algo le faltaba, pero había sufrido peores maltratos. Se acostumbraría.
Dionis llamó al poder del joven para que se uniera a él, pero antes que eso sucediera apareció un contrincante. Alguien más convocaba a ese poder.
Iolhen estaba tocando la flauta, una melodía suave y estremecedora, un llamado de amor. Dio se volvió a mirar a su hija, no podía dejar que ella hiciera eso. Pero la música seguía y cada vez era más urgente, sólo entonces Dionis notó que ella no tenía un instrumento entre sus manos. Sus dedos y sus labios estaban tocando en el aire.
Y aunque él era más fuerte, aunque lo tenía sujeto, el don de Baylor abandonó  fácilmente su agarre y  fue hacia Iolhen como si ella fuera su legítima dueña.
Entonces el don de la joven se volvió un aura a su alrededor, una luz clara e incandescente que se desprendió de ella y fue hacia el poder del domador. La música se detuvo, el poder de ambos se entremezcló, se unió como si fuera uno.
Dionis había escuchado hablar de ello, pero jamás lo había visto. Atónito contempló como el poder de aquellos jóvenes se reconocía, se unía y luego regresaba a sus dueños.
Miró a su hija maravillada, se inclinó y levantó a Baylor que lo miró con los ojos llenos de lágrimas por la intensidad de lo que acababa de sentir. El poder desbocado había sido reemplazado por algo diferente, su don ahora estaba teñido por el de Iolhen.
-Ve con ella – dijo Dionis con orgullo y agradecido por la intervención de la joven. Su hija menor estaría bien.


Era invierno en las tierras Likaios, una fina capa de nieve cubría el mundo cuando Iolhen despertó. Se vistió de prisa y  cuando estaba a punto de cruzar el umbral, un hombre moreno se interpuso.
-¿Dónde vas? – preguntó su hermano Kouros.
-Voy apurada Kou, no te interpongas.
-Eso parece. Aún faltan meses para la boda, deberías mostrar más decoro – le dijo provocándola.
-Kouros Likaios, quítate del camino, no me obligues a derribarte.
-Te has vuelto un poco más salvaje desde aquel día, ¿lo sabías?- comentó apartándose
-Sí, y me gusta – dijo ella sonriendo. Luego salió deprisa y escuchó la risa de su hermano a sus espaldas.
Cuando llegó a la laguna, vio que la nieve allí no existía, era una suave capa de verde hierba donde había flores por doquier. Miró al hombre que la esperaba.
-Son hermosas…- susurró  y él abrió los brazos para darle la bienvenida.
-Tú eres más hermosa Iolhen Likaios- dijo envolviéndola y la besó. Se separó inmediatamente de ella y eso la hizo sonreír.
-Hoy ninguno va a aparecer – le dijo.
-¿Qué hiciste?
-Barreras por doquier y cada vez son más fuertes. Ni Lys ni Kouros podrán con ellas esta vez.
-¿Y tu padre?
-Mamá lo controla a él – dijo la joven cálidamente. Sabía que su familia se había rendido ante lo evidente, ella y Baylor se pertenecían uno al otro.
Sin embargo cuando un rato después él estaba recostado sobre su falda mientras ella  tocaba la flauta notó que estaba tenso. Lo conocía demasiado bien.
-¿Qué te preocupa? – le pregunto acariciándole la frente.
- No es nada…
-Baylor- insistió.
-Es que, si alguna vez tenemos hijos, yo…¿y si se parecen a mí?- preguntó con un deje de temor en la voz.
-¿Estás pensando lo que dijo tu padre aquella vez? – preguntó ella y él soltó el aire.
-Mírame Baylor – dijo haciéndolo incorporarse y la miró incómodo.
- En el peor de los casos, si tenemos hijos puede pasar que sean mellizos y se parezcan a mis hermanos, o dos pares de gemelos, y aún así los vamos a amar. Y en el mejor de los casos, se parecerán a ti , serán amables, de buen corazón, amarán la verdadera belleza y podrán ganar la confianza de un animal herido o sobrevivir íntegros a pesar de las dificultades -dijo sinceramente y eso hizo que el corazón le doliera de tanto que la amaba.
-Te amo – dijo simplemente esperando que aquella mujer supiera la forma en que iluminaba su vida.
- Te amo – respondió ella con confianza, ahora sabía que la magia la había llevado a donde pertenecía, con él.


Ha ido muy especial para mí volver a escribir sobre los Blackdalion, y quiero agradecer a Gaby su compañía y aliento  en el paso a paso de esta historia.
Y a Yocelyn por sus comentarios y estar del otro lado esperado para leerlos.
Gracias a todos los que leyeron y espero les haya gustado la historia 

5 comentarios:

  1. Muchas gracias por tus palabras... si para mi esta familia es importante, imagino como lo es para ti. Gracias por continuar estas historias. Te lo agradezco mucho....y que lindo desenlace para esta historia llena de misterios. Tambien el conocer aun mas acerca del poder que tienen los del don.

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  2. Siempre aquí mi querida Nata, muy feliz y orgullosa de poder leerte y una historia más de los Blackdalion, es maravilloso. Gracias a ti por permitirme leer, opinar y quererlos tanto como si fueran mi familia también. ¡Amé a Iohlen y Baylor! Qué pareja tan linda.
    Besos y buena semana!!

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  3. Aich

    En serio, deberías pensar en enviarla a la televisión. Esta maravillosa saga tuya, se merece una serie en la televisión.

    Es una familia, que debería conocer todo el mundo de verdad.

    Siempre quedo enamorada de sus personajes. Si pudiera entrar de verdad en los libros, sabes que mi Jackosville de Diana Palmer es uno de ellos. Pero tu mundo de Blackdalion, es el siguiente.

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  4. habia esperado a que esté terminada para leerla... y como es de esperar disfruto mucho leyendo estas historias, primero me preguntaba que ocultaba Baylor, despues quien era su padre y luego que pasaria con su don, genial, un personaje masculino muy misterioso que me ha gustado mucho.
    aunque ya veo por alli una de la 4° generacion que mas adelante podria tener su historia... jeje
    saludos

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