Caro
daba vueltas en su cama. Había sido una
cita… ¡maravillosa! ¡estupenda! ¡única!
Y… y se dio cuenta que… ¡Rayos!
¿estaba enamorándose? Claro… por qué… ¿de qué otra manera se explicaba que
besara a Flavio? ¡Lo había besado! Y no una…
¡varias veces! Y… cielos… ¡como lo había disfrutado!
Aún
podía saborear un rezago de las sensaciones en su cuerpo… Hummm…
tenía una sensación de vértigo y…
un extraño nudo aprisionaba su estómago…
¿eso era amor? Había pasado tanto
tiempo que probablemente lo había
olvidado pero… si no era amor… era sospechosamente parecido…
Se
cubrió el rostro con la sábana. Tenía
que dormir y dejar de darle vueltas al asunto.
Miró el reloj en la mesita de noche…
había dicho lo mismo hace unas tres horas… y seguía ahí… recordando cada palabra… cada gesto…
Y… rememorando el beso, cerró los ojos y se
abandonó al sueño que se había, finalmente, manifestado.
Miró
el reloj. ¡Estaba retrasada! -movió la cabeza negando- ¿cómo pudo haberse quedado dormida? Jamás…
jamás… se quedaba dormida… pero, esta vez… bueno, el día anterior no había sido de lo
más normal… no tenía nada que ver con
sus rutinarios días en todos esos años…
- Buenos días, señores. Disculpen el retraso -Caro se dirigió a los estudiantes y tomó su
cuaderno de apuntes, lista para iniciar la clase.
Exhaló
el aire contenido cuando, por fin, el sonido del timbre anunciaba el receso de
clases. Sonrió tomando su bolso… y se congeló al instante. Había estado tan concentrada en sus “emociones”
que no había tomado en cuenta lo que pensaría él… Flavio…
¡demonios! Bien podía tenerla en
el peor concepto… dar por hecho algo que ella no era… ¿cómo pudo besarlo en la primera cita? ¡Ni siquiera lo conocía! -ya, eso no era del todo cierto- Bueno… lo poco que conocía no era suficiente
para…
- Hola Caro
-sonrió devastadoramente Flavio-
estás muy… ¿sucede algo?
- Hola
Flavio -musitó Caro desviando sus
ojos- no…
- ¿No?
-él la miró sin entender- ¿no
qué?
- No sucede nada… -explicó.
- Ah
-dijo él desilusionado- ¿no? -le clavó una intensa mirada.
- Bueno… sí… pero… -ella vacilaba sin saber qué era lo que
quería decir…
- Aja…
-soltó él divertido por su aparente falta de palabras.
- Sí… tú…
ya me entiendes… -hizo gestos en
el aire.
- No, ni de cerca… -sonrió.
- Ni yo
-emitió un bufido Caro- no tengo
ni idea de qué demonios hablo… ¿cómo ibas
a entenderlo tú?
- Sí… cómo…
-río por lo bajo.
- Flavio yo…
-Caro lo apuntaló con una mirada-
¿te estás riendo?
- ¿Yo?
-fingió inocencia- no lo creo…
- Sí, te estabas riendo -afirmó enfadada- Yo… intentando que… -se cortó-
¡y tú riendo! -ella se tomó la
cabeza entre las manos.
- Caro
-él aprisionó su mano retirándola de su cabeza y con increíble dulzura
repitió- ¿qué sucede?
- Flavio, yo no quiero que tú… te equivoques y… -Caro se removió inquieta al sentir la fuerza
que él irradiaba en el apretón de su mano-
Yo…
- ¿Equivocado?
-dijo casi en un susurro.
- Flavio yo me siento… una completa tonta diciendo esto… no tiene sentido -se soltó de su mano- debes pensar que me estoy loca…
- No -él
negó firmemente- solo confundida, según
veo. ¿Existe un… motivo para…?
-ella concentró su mirada en otro lado lo que hizo que él se detuviera
al instante.
- Vienen Camille y Lauren -siseo Caro y a continuación pronunció- ¿qué tal el día?
- Agotador contando que estamos a media
semana -sonrió Lauren- ¿cómo les fue?
- ¿Dónde?
-preguntaron al unísono Caro y…
Camille- ¿a qué te refieres? -preguntó esta última.
- Caro y Flavio tenían una… -decía Lauren y fue acallada por una fuerte
tos proveniente de Caro- ¿qué? ¿estás bien Caro?
- Perfectamente. Ya mejor…
Tengo sed, eso es todo. Voy por
una bebida…
- Te acompaño
-se ofrecieron Lauren y Flavio a la vez.
- Eh…
creo que voy sola. ¿Nos
encontramos en la mesa?
Caro
caminó tratando de ordenar sus pensamientos.
No había nada de malo en que Lauren comentara sobre su cita con Flavio
pero… es qué si era incómodo, la
verdad. Ella era consciente de que
Camille quería a Flavio para ella…
y… pero, en realidad, no era eso
lo que le molestaba… incomodaba -corrigió-
sino que… no sabía qué esperar de
Flavio… ¿cuáles serían sus
intenciones? Y… ¡maldita sea!
Estaba perfectamente consciente de que era demasiado pronto para pensar
en eso.
Pensó
un gran listado de maldiciones dirigidas hacía sí misma. Realmente…
¿qué era lo que le molestaba?
¿qué era?
No
quiso continuar en esa línea de razonamiento porque… sus pensamientos se habían
estado desviando a rumbos peligrosos… en
particular a una sombra que tomaba forma en su mente… ella estaba en contra y, sin embargo, aquella
sombra… se convirtió en… Fernando -musitó.
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