A la mañana, Iolhen cumplió su cometido, fue a donde Baylor entrenaba
caballos, lo saludó amablemente y luego, muy a pesar de él, se puso a charlar
de todo tipo de cosas sin darle escapatoria.
Y él no pudo evitar responder, quería seguirla escuchando y ver como sus
ojos cambiaban de expresión o contemplar los mínimos gestos tan propios de ella.
Quería cada instante que pudiera tener aunque lo aterrara que algún día se le
cobrara un precio por su codicia.
Kalymera salió a buscar a su hija
y la vio hablando con el joven domador, al contemplarlos se sintió turbada porque la forma en que su
pequeña Iolhen, la menor de sus hijos, estaba mirando a Baylor, era exactamente
como ella había mirado a Dionis Likaios años atrás.
Suspiró, su esposo no necesitaba nada más que lo inquietara, pero por lo
visto no tendrían escapatoria, además el amor en su familia tendía a ser
arrollador y complicado. Claro que Iolhen siempre había sido muy centrada,
tendría que confiar en ella.
Sus años de maternidad le habían enseñado algunas cosas, debía observar,
esperar y estar cerca, tan cerca como fuera posible para ayudar si fuera
necesario.
Esperaba que no hiciera falta.
-Iolhen- la llamó acercándose.
- Madre, ¿sucede algo? – preguntó y Baylor la saludó con la cabeza en un
gesto bastante rígido.
- Sólo venia avisarte que tu padre decidió ir a…- Kalymera dudó un
momento, había estado a punto de decir Dalalbión, pero se había arrepentido, no
era un lugar que mencionaran delante de extraños – visitar a tu tía Dian y
nosotras nos quedaremos en el Castillo de los Cerezos para asistir a la feria,
así que deberías ir a empacar.
-¿Nos vamos? – preguntó con tono desilusionado, apenas estaba acortando
las distancias con Baylor y ahora debía irse. No podía negarse, pero se sentía
totalmente desanimada. Presentía que si se alejaba de él ahora, aquella nueva
relación de cercanía iba a destrozarse. Miró al joven tratando de encontrar
algo que decir.
-No demores…- dijo Kalymera dándole tiempo y los dejó solos.
-Iré pronto- respondió y centró su mirada en Baylor – Ven.
-¿Qué?
-Ven a la feria, en las tierras Blackdalion, todo el mundo va.
-Iolhen , no creo que sea buena idea.
-Pero si me voy, nuestras clases…- dijo interrumpiéndose, tenía miedo de
revelar demasiado cuando ni siquiera ella estaba segura de lo que sucedía.
-Cuando regreses podemos continuar –respondió él pero se lo veía tenso
como si mintiera.
-Puedes venir, de verdad, todo el mundo va a la feria. Hay muchas cosas
para ver, incluso hay una pista de hielo, es divertido y todos están demasiado
ocupados así que nadie te molestará…
-Lo pensaré – dijo él y la chica dejó de insistir.
-Voy a estar esperándote – respondió
y no se animó a despedirse, luego se fue hacia su casa para realizar los
preparativos del viaje.
El viaje a las tierras Blackdalion no era muy largo, antes podrían haber
utilizado los portales, pero debido a
los acontecimientos del año anterior habían restringido su uso.
Así que les esperaba una breve cabalgata
hasta el Castillo de los Cerezos y luego Dionis tendría que continuar
viajando hasta Dalalbión.
Likaios había decidido llevar un par de hombres como escolta, él se
bastaba para defender a su familia con su don, pero la inquietud que sentía lo hacía
estar a la defensiva, no quería dejar nada al azar cuando se trataba de la
seguridad de su esposa y su hija.
De esa manera Dio, Kaly y Iolhen, junto a la custodia , emprendieron el
viaje, y mientras se alejaba de su hogar la chica no pudo evitar mirar varias
veces hacia atrás e incluso con un leve gesto, envió un último mensaje.
Baylor trató de estar ocupado y lejos ese día, no quería ver partir a la
joven que había llevado un poco de luz a su oscura existencia, de hecho estaba
pensando en aprovechar la oportunidad para marcharse de aquellas tierras y
alejarse de ella. Era lo mejor que podía hacer, lo más noble de su parte, si
ella de verdad le importaba.
Estaba junto a la laguna donde la había visto por primera vez, Iolhen ya
estaba camino a encontrarse con sus familiares, cuando un grupo de mariposas de
luz lo rodearon, aletearon a su alrededor y luego se alejaron el misma
dirección que ella lo había hecho.
“Ven” reconocía el pedido aunque no hubiera palabras, y su corazón volvió
a dividirse entre lo que quería y lo que debía hacer.
Iolhen realizó el viaje con un humor algo sombrío, pero a medida que se
acercaban a la aldea no pudo evitar contagiarse del entusiasmo reinante, los
caminos estaban colmados, se veía viajeros y carromatos de comerciantes por
todos los sitios, había tiendas de colores y dándoles la bienvenida, los
cerezos en flor.
La calidez la envolvió, recordándole los días de la infancia y también por
la anticipación de ver a su familia. La Feria siempre era una buena excusa para
reunirse con aquellos que vivían lejos pero estaban en su corazón.
Miró a su madre y la vio sonreír, también ella estaba feliz de regresar
a su casa.
La reunión familiar estuvo llena de emoción, primero visitaron a sus
abuelos en el Castillo, ambos eran muy mayores ya, pero conservaban la lucidez y humor de siempre.
Su tío Caleb era quien se encargaba de las responsabilidades del Señorío
, serio y diligente, pero con toda la ternura del mundo para abrazar a su
hermana pequeña que regresaba a casa y a ella. Luego los abrazos se fueron
sucediendo, su tía Fair, las gemelas, Blaze, Saoirse , Lysander, Alina y los niños, una multitud de ellos.
Las risas y las charlas se superponían, todos querían hablar al mismo
tiempo para contar los últimos sucesos y generaban un caos, un caos familiar y
cálido, propio de una numerosa familia que se amaba.
En medio de aquel revuelo, Iolhen pudo observar que su padre se apartaba
para hablar con su tío Caleb, fuera cual fuera el contenido de su charla ambos
lucían circunspectos. Trató de prestar atención, pero fue interrumpida por el
chillido de un par de niños que venían cargados bajo el brazo de su padre,
Raine entró al Castillo cargando a un par de gemelos empapados, uno debajo de
cada brazo, mientras dos niñas pequeñas, completamente iguales lo seguían.
-¿El lago de nuevo? – preguntó Ariadne acercándose a su esposo.
-Eso me temo – dijo él y dejó a los niños en el suelo que lo miraron
ofendidos porque había interrumpido su recreación.
- Las mías prefieren los árboles- dijo a su vez Daimon que entraba
cargando a dos niñas con rizos llenas de raspaduras y hojas.
-¿Y los gemelos? – preguntó Brianna acercándose.
-Me temo que perdí de vista a esos – respondió él dejando a las niñas
junto a su madre- encárgate de ellas ,voy por los que faltan. ¿No los viste
cerca del lago, Raine?
-No, no andaban por allí, sólo los cuatro míos- le respondió el herrero a
su hermano, con cierto deje de orgullo, él había logrado no perder de vista a
ninguno, al menos no demasiado tiempo.
-¿No es encantador que se parezcan tanto a sus madres? – pregunto Iolhen
divertida y tanto Raine como Daimon contestaron con un leve gruñido que hizo
reír a todos. Parecía que aquellos días no lo encontraban tan encantador.
Había algunos ausentes, la gente de Dalabión vendría después igual que los de Levany, Kyrian y Kouros no
asistirían aquel año y Conrad estaba por llegar en un par de días.
Iolhen estaba haciendo aquel recuento mental cuando Lyonisse y Christopher llegaron a saludar.
Su prima la tomó de la mano y la apartó del resto.
-¿Qué sucedió?- le preguntó en voz baja y Cris se acercó a ellas.
-Sí, cuéntanos, ¿dónde está él? – preguntó, la joven Likaios miró de uno
al otro, no se suponía que nadie más supiera.
-Lo siento, sabes cómo es – se excusó Lyonisse y ella suspiró.
-No hay nada que contar, papá quiere ir a Dalalbión y por eso
adelantamos nuestro viaje.
-¿Te arrastraron aquí, eh? – dedujo su primo y suspiró resignada. Estaba
feliz junto a su familia, pero muy dentro de ella hubiera deseado estar dándole
lecciones a Baylor.
-¿Qué están tramando ustedes tres? – preguntó un joven alto de cabello
oscuro y ojos verdes.
-Sólo poniéndonos al día – respondió Iolhen pensando que no era una
mentira y, no podía evitar sentirse intimidada cuando Blaze la observaba de
aquella manera, su primo era demasiado inteligente e intuitivo, lo que hacía
que fuera una compañía inconveniente cuando uno trataba de ocultar algo.
-Eso espero, no causen problemas- dijo y le hizo una caricia en la
cabeza como cuando era pequeña.
-No causo problemas.- se defendió ella.
-Eres hermana de aquel, no hay garantías- respondió señalando a
Lysander.
-Y tú de ellas – respondió señalando a las gemelas.
-Lo sé.
-¡Oigan! – protestó Lyonisse.
-Cierto, también tengo de hermanos a estos dos, que son bastante
sensatos – acotó Blaze sonriendo. Afortunadamente vinieron a buscarlo de la
aldea por algo referido a la organización de la feria y se vieron libres de su
perspicacia. Que empezara a indagar podía ser peligroso para el secreto de Iolhen.
La familia a pleno se reunió para comer y luego Dionis se dispuso a
seguir su viaje hasta la ciudad secreta, Dalalbión.
-¿No quieres que te acompañe? – preguntó Lysander acercándose a él.
-No, quédate aquí, sólo iré a visitar a tus tíos.
-Padre, ellos estarán pronto aquí, que partas a su encuentro no tiene
sentido, ¿qué es lo que sucede?
-Sólo quiero ir a hablar con tu tía…
-¿Sobre qué?
-Sobre expulsarte de la familia por entrometido, Lysander.- respondió
perdiendo la paciencia, bastaba con que él sintiera preocupación por algo que
ni siquiera existía, como para inquietar a los demás innecesariamente.
-Padre…
-Necesito que te quedes aquí y cuides de los demás, ¿de acuerdo? No pasa
nada grave.
-Pero sientes que podría suceder algo, ¿no es así?- preguntó, lo conocía
muy bien para saber que su padre no era de los que se alteraban por falsas
alarmas.
-No lo sé, y por eso quiero hablar con tu tía.
-Si necesitas mi ayuda, la pedirás, ¿verdad?
-Sí, todavía no soy tan anciano y terco, Lys, si necesito ayuda te lo
diré. Pero la mayor ayuda ahora sería que cuides de los demás, hasta que llegue
Conrad no hay nadie más con el don excepto Io y tú, necesito que cuides de
todos ellos como sólo nosotros podemos. Caleb y Blaze se encargarán con sus
espadas si fuera necesario, y tú de lo demás. Volveré pronto.
-De acuerdo- respondió Lysander y esperaba que su hermano mellizo
llegara pronto, si los temores de su padre tenían que ver con magia y llegaban
a concretarse como un peligro real, necesitaría refuerzos. Aún recordaba el
combate del año anterior, las fuerzas unidas de todos ellos apenas habían
bastado.
Después de despedirse de los demás, Dionis Likaios se marchó.
Gracias por incluir a Raine y Daimon. pobres de ellos, asi que fueron dos pares de gemelos los que tuvo cada gemela, Guau, y quede totalmente intrigada con que fue lo que paso hace un año y qué tanto tiene que ver Baylor con lo que confunde a Dionis. a esperar con paciencia nomas. Gracias por estas historias.
ResponderEliminarGracias Yoce, me alegro que te esté gustando y lo referido a un año antes es la historia de Kouros que debió ir primera pero Iolhen se impuso! Besos
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