Dylan Moore era un compositor de éxito hasta que una caída del caballo le dejó un silbido constante en el cerebro, que le incapacita para componer. Una noche, cuando estaba a punto de suicidarse, una mujer empieza a tocar una melodía suya. El silbido desaparece y empieza a escuchar música.
Dylan la busca por todas partes, pero no vuelven a verse hasta cinco años después. Ella está en la miseria por culpa de su primer marido, pintor, y no quiere saber nada de artistas, pero la oferta económica que le hace Dylan para trabajar como institutriz de su hija es irrechazable…, y la pasión entre ellos irreprimible…
Dylan
Moore es el mejor amigo del Duque de Tremore, es un genio musical que compone
desde los 7 años aproximadamente, tiene renombre internacional, para él
escribir música era como sentarse a escribir una carta, siempre, toda su vida
había tenido música en su cabeza, las notas venían a él con increíble facilidad
y las plasmaba en sinfonías, sonatas, concierto y óperas.
A
partir de su genialidad llegó la fama, el prestigio, dinero y sumándole su
belleza masculino, era el coctel ideal para que fuera un juerguista y
mujeriego. Un día tiene un accidente y todo cambia, para peor.
Al
caerse del caballo y golpearse la cabeza, se entiende que se daña el oído y las
consecuencias son funestas, nunca deja de oír un ruido, pitido lo que casi lo
lleva al borde de la locura y lo que es peor, deja de oír esas notas, esa
música que siempre estaba presente en su cabeza. No puede dormir, el ruido está
presente todo el tiempo y el incrementa sus excesos, sus correrías y los escándalos. Hace de todo para
estar en el barullo, en el ruido, lo que sea para atenuar su angustia. ¿Ya
había dicho que bien expresa Laura Lee las emociones de sus personajes?
Entendemos por qué él hace todo eso, su dolor interno, su desesperación.
Cuando
él decide acabar con su vida, entonces ella se presenta en escena.
Deslizó una mano dentro del bolsillo de la capa y sacó el
arma. Cerró los ojos y la levantó, apoyando el cañón debajo de la barbilla con
el propósito de silenciar de una vez por todas y para siempre el ruido que le taladraba el
cerebro con brutal monotonía. Amartilló el percutor y cerró los ojos. Era tan
sencillo. Apretar el gatillo, y luego el silencio. «¡Menuda bendición! —pensó—.
Por fin, el silencio.»
La música lo cogió desprevenido y se quedó helado al
reconocer las inconfundibles notas de una de sus sonatas para violín, una
alegre pieza musical que flotaba en el aire procedente del lado izquierdo del escenario.
Abrió los ojos, miró en aquella dirección y se quedó de piedra al ver a una
joven allí de pie, con un violín en las manos.
Dylan la observó mientras empezaba a cruzar el escenario.
Tocaba mientras caminaba, y la alegre melodía de la pieza no se interrumpió
cuando la joven se detuvo en el centro del escenario, apenas a un metro de él.
(…)
La joven bajó el instrumento para mirar directamente a
Dylan, que estaba de pie en el foso de la orquesta, y él contuvo la
respiración.
No había visto una mujer más encantadora que aquélla en
toda su vida. Cumplía todos los requisitos de la belleza: rostro oval, rasgos
bien proporcionados, piel color crema, labios carnosos que parecían pedir a
gritos que los besaran… Pero no fue su belleza lo que hizo que algo se
revolviera en su interior, algo tierno y doloroso al mismo tiempo, como la
dulce acidez de un suculento postre.
No, fueron sus ojos. Unos ojos enormes de un verde claro
indescriptible. Eran tan serenos y transmitían tanta paz como la sombra de un
sauce. No había el menor atisbo de coquetería en aquellos ojos, ningún interés
femenino, sólo una mirada diáfana y firme con un toque de tristeza. Era joven,
tal vez no llegaría a la veintena, pero aquellos ojos parecían no tener edad.
Eran eternamente jóvenes. Serían igual de hermosos cuando la muchacha cumpliera
ochenta años.
(…)
En el silencio, detrás del ruido que oía en su cabeza,
Dylan oyó súbitamente algo más, unos vagos compases musicales que quedaron
suspendidos en el subconsciente, las primeras notas de una nueva composición.
Se esforzó por traerlas a la conciencia, pero, como la niebla que había en el
exterior, se le escaparon sin que lograra retenerlas. Cuanto más se esforzaba
por oírlas, más se alejaban. Al cabo de un rato, las notas desaparecieron por completo
y sólo permaneció el zumbido de siempre.
La muchacha lo observó durante un largo rato y luego bajó
la mirada a la pistola y a la mano de Dylan.
—Preferiría que no lo hiciera —dijo—. Soy la mujer de la
limpieza y es mi responsabilidad mantenerlo todo limpio y ordenado. Si se vuela
los sesos, tendré que limpiar todo el estropicio.
Una
mujer que hacía limpieza en un viejo
teatro, que además toca el violín y que logra que Dylan no solo no se mate,
sino que la música llegue a su cabeza nuevamente. Sin embargo, ella
desaparece sin dejar rastro y pasan cinco años hasta que vuelven a verse.
Ella
es Grace y cuando vuelven a encontrarse, Dylan sigue con sus excesos y ella
lucha por sobrevivir tocando en fiestas de los nobles y vendiendo naranjas. La
reconoce en una fiesta de disfraces, mientras él baila y ella toca en la
orquesta, la sigue y después de ese encuentro, le asegura que volverán a verse.
Él
la considera su musa, su presencia, su voz, todo en ella hace que leves acordes
musicales regresen a su cabeza y eso para él es oro, además la desea como
mujer.
Grace
sin embargo no quiere ser musa de nadie, es viuda de un renombrado pintor y
desea no tener nada que ver con otro artista, los detalles de su vida como la
mujer del gran Cheval se van dando poco a poco y descubrimos que si bien amó al
que fuera su esposo, ese amor murió antes que él.
Es
una mujer también de mundo, pues viajaba mucho con su difunto marido, no es
vanidosa respecta su belleza aunque sabe que la tiene y lucha con todo a su alcance
para no caer en la prostitución como medio para sobrevivir.
Sucesos
nuevos e inesperados suceden con este reencuentro. Dylan después de verla
nuevamente y satisfecho al saber que su musa está a su alcance regresa a casa
contento para encontrarse con que una monja procedente de Francia llega a dejarle un “paquete” muy especial. Gracias
a sus aventuras europeas, le aseguran tiene una hija llamada Isabel, la monja
llega y se la deja y se va. El pega en
el grito en el cielo por supuesto ¿Qué puede asegurar que la niña es suya?
Bueno, es su versión femenina en miniatura y por si queda duda alguna, la
pequeña compone ya sus propias creaciones musicales. Es muy inteligente, terca,
empecinada y rebelde ¿mas dudas? No le quedan conforme va conociendo mas a la
niña, aunque no quiere saber que es lo que significa ser padre. Sin embargo, le
viene como anillo al dedo para una sola cosa: Grace. La contrata como
institutriz de su hija. Sin tapujos le dice a Grace que la desea y hará lo que
sea para tener a su Musa solo para él.
Hacen
el trato de un año. Ella enseñará a Isabel y después del año obtendrá mil
libras y una casita en una de las propiedades de Dylan.
En
continuas ocasiones Dylan logra avivar el deseo de Grace, pero ella está
demasiado escaldada en cuanto a relaciones tormentosas y apasionadas con genios
de las artes y siempre se echa atrás.
La
interacción entre Dylan y Grace no aburre en ningún momento, la aparición de
Isabel da pie a escenas divertidas, conmovedoras y no se sienten de relleno
para nada.
Una
en particular le llega tanto a Dylan al alma que dejan todos la casa en Londres
para irse al campo, cerca del mar y es allí donde finalmente parece que todo
toma su curso. Se acerca a su hija, deja ver al hombre detrás del Diablo que es
ante todo el mundo y Grace finalmente accede a ser su Musa en todo el sentido
de la palabra.
Laura
Lee ciertamente se documentó lo necesario para esta historia, la parte musical
sin embargo, no es pesada, no aburre y se entiende. Es parte esencial de la
historia.
Para
Dylan la música lo es todo, por ella vive y por no tenerla prefería morir.
Ahora
es distinto, tiene una hija y una mujer que le vuelve loco e irónicamente es la
única que le da paz, con la que las notas musicales regresan y sobre todo con
quien logra en ocasiones no escuchar el molesto ruido que se mantiene en su
oído. Es por quien siente cosas que nunca antes experimentó y reacciona a esas
nuevas sensaciones con todo el apasionamiento y dramatismo que solo un genio
como él puede tener. Lo arrollan los celos por ejemplo y no duda en actuar
conforme a ellos, algunas veces dulce aunque insistente y otras con todo su
genio y temperamento.
—¿Grace?
Ella notó que apartaba la silla que los separaba.
—¿Qué?
—¿Tuviste una aventura con Liszt? —le preguntó mientras
le rozaba el pelo con los labios. Como ella no contestó, él le apretó la
espalda contra su pecho y deslizó las manos a lo largo de sus brazos hasta
rodearle la cintura—. Dímelo —le susurró al oído—. Si no —añadió con voz grave
y sedosa—, me quedaré aquí de pie besándote la oreja hasta que me lo digas.
Hizo lo que había prometido, y Grace se estremeció de
pies a cabeza mientras un cálido hormigueo recorría todo su cuerpo. (…)
—Dylan… —empezó a decir, e inspiró profunda y
sonoramente, pero él la cortó antes de que pudiera decirle que parara.
—¿Tuviste una aventura con Liszt? —volvió a preguntarle,
esta vez con brusquedad y voz grave, exigiendo una respuesta—. Quiero saberlo.
—¿Y qué importa eso ahora?
—A mí me importa. —Introdujo la mano bajo el desabrochado
corpiño y el escotado cuello cuadrado de la combinación y siguió avanzando bajo
el corsé para palparle el seno. Lo apresó en todo su volumen con la palma de la
mano bajo el apretado tejido—. ¿La tuviste?
Grace
es apasionada, pero es práctica y ha sufrido, tiene los pies en la tierra y
aunque esperaba que su aventura con Dylan terminara, esta llega de sorpresa y
la deja sumamente herida. El final también me gusta mucho, son dos personas
heridas en más de un sentido que han logrado encontrar la paz pese a todo y por
supuesto el amor, cosa que a ambos sorprende pues no lo esperaban de esa
manera. Me gustó mucho la primera historia de Courtland, en gustos se rompen
géneros ciertamente, pero esta a mí me
encantó. Si la leen, espero me digan que les pareció.
Altamente
recomendada.
Me están dando ganas de releerlas. Fueron las primeras de Guhrke que leí y me encantaron. Espero que pronto, para poder comentar (porque recuerdo ligeramente, han sido muchos años ya).
ResponderEliminarGracias por las recomendaciones Jey!
De hecho las estoy releyendo, lo hice hace tiempo y tenía qe compartir, gracias por leer ;)
Eliminar