miércoles, 20 de mayo de 2015

Todos sus besos Courtland 2 de Laura Lee Guhrke



Dylan Moore era un compositor de éxito hasta que una caída del caballo le dejó un silbido constante en el cerebro, que le incapacita para componer. Una noche, cuando estaba a punto de suicidarse, una mujer empieza a tocar una melodía suya. El silbido desaparece y empieza a escuchar música.
Dylan la busca por todas partes, pero no vuelven a verse hasta cinco años después. Ella está en la miseria por culpa de su primer marido, pintor, y no quiere saber nada de artistas, pero la oferta económica que le hace Dylan para trabajar como institutriz de su hija es irrechazable…, y la pasión entre ellos irreprimible…




Dylan Moore es el mejor amigo del Duque de Tremore, es un genio musical que compone desde los 7 años aproximadamente, tiene renombre internacional, para él escribir música era como sentarse a escribir una carta, siempre, toda su vida había tenido música en su cabeza, las notas venían a él con increíble facilidad y las plasmaba en sinfonías, sonatas, concierto y óperas.
A partir de su genialidad llegó la fama, el prestigio, dinero y sumándole su belleza masculino, era el coctel ideal para que fuera un juerguista y mujeriego. Un día tiene un accidente y todo cambia, para peor. 
Al caerse del caballo y golpearse la cabeza, se entiende que se daña el oído y las consecuencias son funestas, nunca deja de oír un ruido, pitido lo que casi lo lleva al borde de la locura y lo que es peor, deja de oír esas notas, esa música que siempre estaba presente en su cabeza. No puede dormir, el ruido está presente todo el tiempo y el incrementa sus excesos, sus  correrías y los escándalos. Hace de todo para estar en el barullo, en el ruido, lo que sea para atenuar su angustia. ¿Ya había dicho que bien expresa Laura Lee las emociones de sus personajes? Entendemos por qué él hace todo eso, su dolor interno, su desesperación.
Cuando él decide acabar con su vida, entonces ella se presenta en escena.

Deslizó una mano dentro del bolsillo de la capa y sacó el arma. Cerró los ojos y la levantó, apoyando el cañón debajo de la barbilla con el propósito de silenciar de una vez por todas y  para siempre el ruido que le taladraba el cerebro con brutal monotonía. Amartilló el percutor y cerró los ojos. Era tan sencillo. Apretar el gatillo, y luego el silencio. «¡Menuda bendición! —pensó—. Por fin, el silencio.»
La música lo cogió desprevenido y se quedó helado al reconocer las inconfundibles notas de una de sus sonatas para violín, una alegre pieza musical que flotaba en el aire procedente del lado izquierdo del escenario. Abrió los ojos, miró en aquella dirección y se quedó de piedra al ver a una joven allí de pie, con un violín en las manos.
Dylan la observó mientras empezaba a cruzar el escenario. Tocaba mientras caminaba, y la alegre melodía de la pieza no se interrumpió cuando la joven se detuvo en el centro del escenario, apenas a un metro de él.
(…)
La joven bajó el instrumento para mirar directamente a Dylan, que estaba de pie en el foso de la orquesta, y él contuvo la respiración.
No había visto una mujer más encantadora que aquélla en toda su vida. Cumplía todos los requisitos de la belleza: rostro oval, rasgos bien proporcionados, piel color crema, labios carnosos que parecían pedir a gritos que los besaran… Pero no fue su belleza lo que hizo que algo se revolviera en su interior, algo tierno y doloroso al mismo tiempo, como la dulce acidez de un suculento postre.
No, fueron sus ojos. Unos ojos enormes de un verde claro indescriptible. Eran tan serenos y transmitían tanta paz como la sombra de un sauce. No había el menor atisbo de coquetería en aquellos ojos, ningún interés femenino, sólo una mirada diáfana y firme con un toque de tristeza. Era joven, tal vez no llegaría a la veintena, pero aquellos ojos parecían no tener edad. Eran eternamente jóvenes. Serían igual de hermosos cuando la muchacha cumpliera ochenta años.
(…)
En el silencio, detrás del ruido que oía en su cabeza, Dylan oyó súbitamente algo más, unos vagos compases musicales que quedaron suspendidos en el subconsciente, las primeras notas de una nueva composición. Se esforzó por traerlas a la conciencia, pero, como la niebla que había en el exterior, se le escaparon sin que lograra retenerlas. Cuanto más se esforzaba por oírlas, más se alejaban. Al cabo de un rato, las notas desaparecieron por completo y sólo permaneció el zumbido de siempre.
La muchacha lo observó durante un largo rato y luego bajó la mirada a la pistola y a la mano de Dylan.
—Preferiría que no lo hiciera —dijo—. Soy la mujer de la limpieza y es mi responsabilidad mantenerlo todo limpio y ordenado. Si se vuela los sesos, tendré que limpiar todo el estropicio.

Una mujer que hacía limpieza en  un viejo teatro, que además toca el violín y que logra que Dylan no solo no se mate, sino que la música llegue a su cabeza nuevamente. Sin embargo, ella desaparece sin dejar rastro y pasan cinco años hasta que vuelven a verse.
Ella es Grace y cuando vuelven a encontrarse, Dylan sigue con sus excesos y ella lucha por sobrevivir tocando en fiestas de los nobles y vendiendo naranjas. La reconoce en una fiesta de disfraces, mientras él baila y ella toca en la orquesta, la sigue y después de ese encuentro, le asegura que volverán a verse.
Él la considera su musa, su presencia, su voz, todo en ella hace que leves acordes musicales regresen a su cabeza y eso para él es oro, además la desea como mujer.
Grace sin embargo no quiere ser musa de nadie, es viuda de un renombrado pintor y desea no tener nada que ver con otro artista, los detalles de su vida como la mujer del gran Cheval se van dando poco a poco y descubrimos que si bien amó al que fuera su esposo, ese amor murió antes que él.
Es una mujer también de mundo, pues viajaba mucho con su difunto marido, no es vanidosa respecta su belleza aunque sabe que la tiene y lucha con todo a su alcance para no caer en la prostitución como medio para sobrevivir.
Sucesos nuevos e inesperados suceden con este reencuentro. Dylan después de verla nuevamente y satisfecho al saber que su musa está a su alcance regresa a casa contento para encontrarse con que una monja procedente de Francia llega  a dejarle un “paquete” muy especial. Gracias a sus aventuras europeas, le aseguran tiene una hija llamada Isabel, la monja llega y  se la deja y se va. El pega en el grito en el cielo por supuesto ¿Qué puede asegurar que la niña es suya? Bueno, es su versión femenina en miniatura y por si queda duda alguna, la pequeña compone ya sus propias creaciones musicales. Es muy inteligente, terca, empecinada y rebelde ¿mas dudas? No le quedan conforme va conociendo mas a la niña, aunque no quiere saber que es lo que significa ser padre. Sin embargo, le viene como anillo al dedo para una sola cosa: Grace. La contrata como institutriz de su hija. Sin tapujos le dice a Grace que la desea y hará lo que sea para tener a su Musa solo para él.
Hacen el trato de un año. Ella enseñará a Isabel y después del año obtendrá mil libras y una casita en una de las propiedades de Dylan.
En continuas ocasiones Dylan logra avivar el deseo de Grace, pero ella está demasiado escaldada en cuanto a relaciones tormentosas y apasionadas con genios de las artes y siempre se echa atrás.
La interacción entre Dylan y Grace no aburre en ningún momento, la aparición de Isabel da pie a escenas divertidas, conmovedoras y no se sienten de relleno para nada.
Una en particular le llega tanto a Dylan al alma que dejan todos la casa en Londres para irse al campo, cerca del mar y es allí donde finalmente parece que todo toma su curso. Se acerca a su hija, deja ver al hombre detrás del Diablo que es ante todo el mundo y Grace finalmente accede a ser su Musa en todo el sentido de la palabra.
Laura Lee ciertamente se documentó lo necesario para esta historia, la parte musical sin embargo, no es pesada, no aburre y se entiende. Es parte esencial de la historia.
Para Dylan la música lo es todo, por ella vive y por no tenerla prefería morir.
Ahora es distinto, tiene una hija y una mujer que le vuelve loco e irónicamente es la única que le da paz, con la que las notas musicales regresan y sobre todo con quien logra en ocasiones no escuchar el molesto ruido que se mantiene en su oído. Es por quien siente cosas que nunca antes experimentó y reacciona a esas nuevas sensaciones con todo el apasionamiento y dramatismo que solo un genio como él puede tener. Lo arrollan los celos por ejemplo y no duda en actuar conforme a ellos, algunas veces dulce aunque insistente y otras con todo su genio y temperamento.

—¿Grace?
Ella notó que apartaba la silla que los separaba.
—¿Qué?
—¿Tuviste una aventura con Liszt? —le preguntó mientras le rozaba el pelo con los labios. Como ella no contestó, él le apretó la espalda contra su pecho y deslizó las manos a lo largo de sus brazos hasta rodearle la cintura—. Dímelo —le susurró al oído—. Si no —añadió con voz grave y sedosa—, me quedaré aquí de pie besándote la oreja hasta que me lo digas.
Hizo lo que había prometido, y Grace se estremeció de pies a cabeza mientras un cálido hormigueo recorría todo su cuerpo. (…)
—Dylan… —empezó a decir, e inspiró profunda y sonoramente, pero él la cortó antes de que pudiera decirle que parara.
—¿Tuviste una aventura con Liszt? —volvió a preguntarle, esta vez con brusquedad y voz grave, exigiendo una respuesta—. Quiero saberlo.
—¿Y qué importa eso ahora?
—A mí me importa. —Introdujo la mano bajo el desabrochado corpiño y el escotado cuello cuadrado de la combinación y siguió avanzando bajo el corsé para palparle el seno. Lo apresó en todo su volumen con la palma de la mano bajo el apretado tejido—. ¿La tuviste?

Grace es apasionada, pero es práctica y ha sufrido, tiene los pies en la tierra y aunque esperaba que su aventura con Dylan terminara, esta llega de sorpresa y la deja sumamente herida. El final también me gusta mucho, son dos personas heridas en más de un sentido que han logrado encontrar la paz pese a todo y por supuesto el amor, cosa que a ambos sorprende pues no lo esperaban de esa manera. Me gustó mucho la primera historia de Courtland, en gustos se rompen géneros ciertamente,  pero esta a mí me encantó. Si la leen, espero me digan que les pareció.

Altamente recomendada.

2 comentarios:

  1. Me están dando ganas de releerlas. Fueron las primeras de Guhrke que leí y me encantaron. Espero que pronto, para poder comentar (porque recuerdo ligeramente, han sido muchos años ya).

    Gracias por las recomendaciones Jey!

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    Respuestas
    1. De hecho las estoy releyendo, lo hice hace tiempo y tenía qe compartir, gracias por leer ;)

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