La mañana siguiente trajo otra prueba para Iolhen, su padre la invitó a
acompañarlo a ver los caballos que estaban domando para él. Eso significaba
estar junto a Dionis y a Baylor al mismo tiempo. Extrañaba horriblemente a su
hermano Kouros, siempre había sido su apoyo y su confidente, sin embargo esta
vez no era posible consultar con él.
Una vez más, Iolhen fue testigo
del trabajo de Baylor, llevaba el cabello suelto y estaba intentando montar al
percherón que retrocedía ante los avances de él, finalmente pudo trepar al lomo
del caballo. Ella había estado conteniendo el aliento pero sólo se dio cuenta
cuando Dionis le habló.
-Es un espectáculo increíble, ¿verdad? Nunca he visto a nadie como él
con los caballos.
-Es mágico…- susurró Iolhen y su padre la miró.
-Sí, supongo que podría definirse así – comentó pensativo y luego
completó su comentario justo al momento en que el domador los veía y se dirigía
hacia ellos- Le he pedido que se quede aquí, a trabajar con nuestros caballos.
-¿Qué? – preguntó ella asombrada por la posibilidad, pero su padre ya no
respondió porque el muchacho estaba delante de ellos descendiendo del caballo
para saludarlos. Su mirada pasó rápidamente sobre ella, pero sin detenerse,
como si fueran completos desconocidos.
-Iolhen, él es Baylor. Baylor, mi hija menor, Iolhen – los presentó
Dionis y ambos respondieron cortésmente a aquella fingida presentación.
-¿Ya tomaste una decisión? – preguntó Dio una vez que terminaron de
saludarse.
-No, todavía no – contestó con cierta incomodidad.
- Espero que aceptes, nuestras tierras son un buen lugar para vivir
y no conozco a nadie que pueda tratar
con los caballos de la forma en que lo haces.
-Lo pensaré – respondió y luego
se puso a dar un informar de los progresos que había hecho con los nuevos
corceles de Dio.
Iolhen guardó sus preguntas hasta la tarde, cuando volvieron a
encontrarse pero en secreto y con diferentes roles.
-¿Te quedarás? – fue lo primero que preguntó al verlo junto a la laguna.
Él demoró en responder como si estuviera pensándolo muy cuidadosamente.
-No lo sé.
-Quédate, podría enseñarte sin límites de tiempo.¿No te gusta este
lugar?
-Sí, pero...-dijo y se interrumpió.
-¿Pero…?
- Pero debo pensarlo un poco más – concluyó. Ella iba a argumentar para
convencerlo de quedarse pero no creía que eso sirviera con él, tal vez incluso
lo espantara más. En cambio decidió tentarlo con lo que él deseaba...el lado
bello del don que poseían.
-¿Probamos con los arcoíris?
- ¿Qué tengo que hacer? – preguntó agradecido por el cambio de tema y
porque de verdad quería crear aquellos arcos multicolores.
- Está ahí...- dijo ella señalando hacia la laguna- Sólo se trata de
agua, y luz...
-Agua y luz – repitió él.
- Así ...- enseñó Iolhen con un gesto mínimo hacia la laguna, lo que
provocó que gotas de agua casi invisibles se clavaran en el aire y reflectaran
la luz solar para convertirse en brillantes fragmentos de arcoíris allí donde
ella indicaba.
-Tu turno- le indicó al joven deshaciendo las luces que había convocado
con su poder. La laguna volvió a verse como siempre y Baylor pestañeó ante el
cambio de paisaje.
Miró a la joven que le sonreía dándole confianza. Suspiró, se puso de
frente al agua y se concentró, era algo propio de la naturaleza, sólo tenía que
controlarlo esa parte era la complicada.
Dejó fluir su poder y, antes que pudiera evitarlo, se formó una tromba
de agua que se elevó con rapidez y luego terminó volcándose sobre ellos.
No hubo arcoíris sino dos jóvenes empapados.
Baylor miró con culpabilidad a Iolhen.
-Lo siento…- dijo en voz baja y ella lo sorprendió riendo a carcajadas.
-No vi venir eso. No te preocupes, es sólo agua- dijo la chica
sacudiendo su empapada melena oscura e inmediatamente convocó a un aire cálido
que se arremolinó a su alrededor y la secó, luego aquel pequeño viento propio
se encargó de secar al joven domador.
-Yo…
-También sirve para cosas útiles este poder nuestro. Vamos, inténtalo de
nuevo, hasta que salga. Ya te dije, es sólo agua y luz, nada malo puede
pasarnos. Una vez más – dijo ella y se puso a su lado posando suavemente la
mano sobre su brazo – Estoy aquí, justo aquí y no me molesta mojarme.
Baylor pensó que así debían sentirse sus caballos cuando intentaba
calmarlos, aunque si Iolhen Likaios era quien lo guiaba, no era una mala
sensación. Ciertamente si ella estaba allí, él podía pensar en el lado bueno de
aquel poder que lo atormentaba, la joven no temía y eso le daba confianza.
Una vez más, soltó aquel poder que usualmente ataba y lo dejó mezclarse
con agua y luz para después descomponerse en
haces multicolores, bellos e inofensivos arcoíris salieron del agua y se extendieron sobre ellos.
Con aquel logro algo dentro de él se alivió y fue como si aquella luz se
le metiera dentro.
-¡Es maravilloso! – exclamó Iolhen orgullosa y él se giró hacia ella.
-Voy a quedarme…mientras pueda, voy a quedarme.- dijo con tanta firmeza
como pudo y sus miradas quedaron unidas
durante un brevísimo momento antes que Baylor rompiera el contacto.
-Entonces deberías ir a decirle a mi padre.- dijo ella intempestivamente
y eso pareció hacerlo dudar- ¿Baylor?
-Sí, le diré – dijo él.
-Entonces podré seguir enseñándote.
-Por favor- pidió y volvió a darle la impresión de ser un niño
desamparado.
-Será un placer – contestó Iolhen haciendo una pequeña reverencia, eso
lo hizo sonreír y aligeró el ambiente.
Se sentaron a descansar sobre la hierba y aprovecharon para charlar un
rato.
- ¿Qué más se puede hacer? ¿Hay un límite? – preguntó él.
-No lo sé, creo que cada persona tiene un límite de acuerdo a la fuerza
de su don.
-¿Conoces el tuyo?- preguntó él.
-No, nunca me ha interesado averiguarlo, los mellizos, me refiero a mis
hermanos mayores, siempre han experimentado con su poder, les gusta probarse.
Para mí siempre fue distinto, lo he usado sólo cuando era necesario y en forma
natural, es una parte de mí, nunca menos que eso y nunca más. Así que no sé
cuántas cosas puedo hacer. ¿A ti te preocupa?
- Sí, creo que sí.
-Es un extraño para ti…- comentó ella como si recién acabara de
encontrar la forma de expresar esa impresión que él le daba.
-¿Qué?
-Tu poder…es un extraño que no conoces, o que quizás no te animas a
conocer.
-Supongo que es así – dijo él frunciendo el ceño.
- ¿Lo heredaste? ¿O eres el único en tenerlo?- preguntó Iolhen. Lo
frecuente era que aquel poder se heredara, pero cada tanto aparecía alguien que
lo poseía sin que su familia lo tuviera. Era el caso de su tío Ennis
Blackdalion y eso lo había hecho difícil para él ,a pesar de contar con el amor
y apoyo incondicional de toda su familia.
Baylor se tensó ante aquella pregunta, incluso su mirada cambió y Iolhen
se dio cuenta que había ido muy lejos con sus preguntas. Creyó que él no
respondería, pero lo hizo aunque su voz se había vuelto áspera.
-Lo heredé…de él.
-¿Tu padre? – preguntó y él asintió con la cabeza. Iolhen siempre había
sido discreta, de hecho junto a Kouros eran los más sensatos de los hermanos
Likaios, así que supo que aquel era el límite y no iba a forzarlo sin importar
lo mucho que quisiera saber.
Él estaba empezando a confiar en ella y en su propio poder, además había
decidido quedarse, eso era lo único que importaba.
Después de aquello, se marcharon, caminaron juntos y en silencio un
largo trecho, hasta que estuvieron cerca de la Casa Antigua y él la dejó
adelantarse.
Los días siguientes fueron una agradable repetición, se reunían en la
tarde junto a la laguna y la joven le enseñaba a usar aquel poder un poco
salvaje para crear hermosos prodigios. Y cada encuentro significaba acercarse
un poco más.
Iolhen había creído que podrían seguir de aquel modo mucho tiempo, pero
no fue así.
Aquella tarde iba camino a encontrarse con Baylor cuando una voz
familiar la detuvo.
-Iolhen, ¿Dónde vas? – era la persona que menos esperaba encontrarse y
una de las más peligrosas, porque era imposible distraerla, su prima Lyonisse
Blackdalion.
Io tenía dos primas de una edad aproximada a la suya, la hija menor de
Caleb Blackdalion, Lyonisse y la hija de su tío Connor, Shenara. Las tres eran
muy amigas y estaban muy unidas a pesar de tener personalidades totalmente
opuestas, Sheny era impulsiva y traviesa, Lyon era bastante callada pero con
una voluntad de acero. Las tres se equilibraban perfectamente. Pero la última
persona que deseaba enfrentar era su prima, con aquel aspecto delicado y su
larguísimo cabello rubio, podía ser horriblemente tenaz, y como su padre ,
tenía un detector de mentiras incorporado.
-Lyon, ¿cuándo llegaste? No sabía que estabas aquí.
-Acabo de llegar, escapé de casa y vine a quedarme unos días – respondió
y tras esta afirmación Iolhen gimió mentalmente.
-Pensé que estaban los preparativos para la feria en el Castillo de los
Cerezos.
-Por eso escapé. Papá y Blaze están esforzándose al máximo para que todo
sea perfecto…
-¿Agotadores, verdad?
-Más si tu hermano Lysander anda
molestándolos constantemente.
-Suena mal – sonrió Iolhen al imaginar a los perfeccionistas Blackdalion
en lucha con su hermano revoltoso.
-Y mis hermanas, están muy entusiasmadas con la feria.
-¿Las gemelas?
-Sí y me refiero a MUY ENTUSIASMADAS…ellas y sus hijos. Es una
pesadilla.- se quejó Lyonisse y su prima rió divertida. Usualmente las gemelas
desbordaban energía, no quería imaginarlas en un estado muy entusiasmado
-Entonces viniste a refugiarte.
-Así es , tía Kaly me dijo que habías venido hacia el bosque. ¿Dónde
ibas?
-No importa , será mejor que vayamos a casa – dijo Io y su prima se le
paró delante.
-Iolhen Likaios, ¿qué te traes entre manos?
-Nada.
-Te conozco.
-Vamos a casa, Lyonisse.
- Estás ocultando algo, lo sé. Elije, me lo dices o hago que los chicos Likaios lo averigüen.
-Te estás pareciendo terriblemente a tu padre, ¿lo sabías? – le dijo
Iolhen aunque sonaba más a crítica que a elogio.
-Estoy muy orgullosa de eso, así que habla.- exigió cruzándose de
brazos. Io suspiró.
-De acuerdo, voy a contarte.- claudicó Iolhen y le contó a su prima
aunque en forma muy general, había detalles, impresiones que prefería guardar
para sí misma.
-Iré contigo…- afirmó Lyonisse
- No, él va a estar incómodo con alguien extraño y…
-Iolhen, no era una pregunta – dijo
hablando con suavidad pero firmemente- Si quieres que guarde el secreto
como me pediste, al menos para darte un poco de tiempo para que lo cuentes a
los tíos, porque sabes que tienes que contarlo, ¿verdad?. En fin, si quieres mi
ayuda tienes que permitir que lo conozca y juzgue si es buena persona.
-¿No confías en mi criterio? Te he dicho que es un buen hombre. No hay
nada de qué preocuparse.
- Usualmente confío en tu criterio, Io, pero esta vez quiero ver por mí
misma. Además tiene el don, quiero decir no me preocuparía si fuera un hombre
común porque estarías en ventaja de condiciones para defenderte si algo sucede,
pero este caso es distinto.
-Él no me haría daño, jamás.
- Déjame comprobarlo, sabes que es mejor que sea yo .
-Lyonisse…
-¿No harías lo mismo si se tratara de mí? Dime sinceramente que no y me
marcharé – dijo mirándola con aquellos intensos ojos oscuros y Iolhen suspiró.
No podía, ella se comportaría de la misma manera que lo hacía la joven
Blackdalion, simplemente proteger a la familia era su prioridad.
-Vamos, pero si lo molestas haré
que te crezcan cuernos o algo – la amenazó Iolhen. Y su prima sólo levantó las
cejas para hacerle notar lo extremista que sonaba aquello.
- Está bien, seré buena con tu domador.
-No es mi domador…
-Quise decir tu alumno, o lo que sea.- replicó Lyonisse haciendo un
gesto vago con la mano.
-Baylor, su nombre es Baylor – recalcó Iolhen y luego se dirigieron
juntas hacia el bosque.
El joven sonrió al ver aparecer a Iohen, pero su gesto cambió
drásticamente al ver aparecer a la muchacha rubia que la seguía.
-Es mi prima, Lyonisse Blackdalion, e insistió en acompañarme.- explicó
ella acercándose.
- Digamos que la atrapé en plena fuga, y es un placer conocerte – dijo
Lyonisse dejando en claro su posición.
-Igualmente – dijo él inclinando la cabeza en un gesto de saludo.
- No se preocupen por mí, no voy a molestar, me quedaré aquí a disfrutar
del paisaje, pueden continuar con sus clases.- dijo y se sentó debajo de un
árbol apoyando la espalda en el tronco.
Io le dirigió una mirada asesina a su prima, solía ser encantadora pero
en esos momentos no lo era. Además Baylor se veía realmente confundido por la
intrusión.
-Es verdad, no tenemos que preocuparnos por ella.
-Pero…¿y si sucede algo?
-Baylor, yo estoy aquí.
-Está preocupada por ti, ¿verdad? Quizás sería mejor si vuelves a tu
casa, quizás…
-Ni se te ocurra decirlo.- lo interrumpió antes que él mencionara algo
como dejar de tener aquellos encuentros- Empecemos con la emocionante lección
de hoy.
Baylor sonrió y se concentró en la joven de cabello oscuro que tenía delante,
intentando ignorar que estaban siendo vigilados por una joven rubia que lo
consideraba potencialmente peligroso para Iolhen.
-¿Cuál es la lección de hoy?
-Cambiar colores…- dijo ella tomando un par de hojas amarillentas en sus
manos, para luego volverlas de color verde intenso.
Lyonisse los observó cuidadosamente prestando atención a cada gesto y
movimiento entre ambos, estaba concentrada en su misión hasta que la hierba sobre la que
estaba sentada se tornó de color azul.
Miró inquisitivamente a su prima y a Baylor.
-Perdón…- musitó él dejando en claro que era el causante de aquello.
-Es un lindo color – comentó Lyon
imperturbable, no era dada a los escándalos ni a mostrarse sorprendida.
Iolhen apoyó su mano sobre la de él mientras la posaba en la tierra,
ambos intercambiaron una mirada al tiempo que la joven Likaios le susurraba
algo, inmediatamente la hierba volvió a su color verde primaveral.
-Buen trabajo, estoy más
habituada a este color- alentó Lyonisse mirando directamente a Baylor. Éste se
sonrojó avergonzado.
-¿Ella no tiene el don, verdad? – le preguntó en voz baja a Iolhen.
-No, y no lo necesita. Es hija de Caleb
Blackdalion, eso basta para hacerla aterradora – le dijo con complicidad
y él sonrió. Se había sentido muy nervioso por toda la situación, pero ahora le
encontraba el lado divertido. Su joven maestra tenía el talento de relajarlo.
Practicaron un rato más hasta que empezó a atardecer y Lyonisse se puso
de pie como señal de que debían despedirse.
-Nos vemos mañana- dijo Iolhen y él la miró con cierta duda.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Ella vendrá mañana , pero ya nos vamos – dijo Lyonisse llegado hasta
ellos.
-Lyon…
-No seas tan melodramática, Iolhen. Huí del melodrama, ¿lo olvidas?
Volvamos a casa, necesito comer.- finalizó y las dos se retiraron.
Io caminó un rato en silencio junto a su prima hasta que no aguantó más.
-¿Entonces?
- Voy a ayudarte, Io, no diré a nadie tu secreto. Parece ser un buen
hombre y creo que estarás bien, pero aún así...
-¿Qué sucede?
-¿Cuánto sabes sobre Baylor, Iolhen?
-Lo necesario- respondió cortante.
-Prima, lo necesario no es igual a lo suficiente.
-Lyonisse...
-Me dio una buena impresión, Io, por eso voy a ayudarte, pero tú lo
debes saber mejor que yo, su poder no es como el tuyo...se siente como si
estuviera desbocado.- dijo la joven tratando de encontrar una palabra que
explicara su sensación.
“Desbocado”, aquella palabra resonó en Iolhen, quizás porque había algo
de verdad en las palabras de la joven Blackdalion. El poder de Baylor era
diferente a cualquiera que ella conociera, aunque para ser sincera no tenía
contacto con mucha gente con el don, salvo los de la familia, pero el don de
aquel hombre era muy diferente al de su padre, al de sus primos y hermanos y al
suyo propio. Eso la intrigaba , pero jamás lo había visto como una amenaza.
-Que algo sea diferente, no es malo...- dijo y aquella afirmación iba
dirigida tanto para Lyonisse como para ella misma.
-No sé cómo funciona con el don, quizás sea igual, quizás diferente –
dijo con lentitud Lyonisse- pero sé cómo es con las espadas. Cuando se le
enseña a alguien a usar una, el maestro enseña sus trucos y al hacerlo descubre
sus debilidades delante de su aprendiz, así que éste no sólo aprende las
habilidades del maestro sino que también aprende a derrotarlo. No digas nada,
sé que vas a discutir, pero Iolhen...sólo sé un poco precavida, no dejes que lo
que sientes por él te ciegue.
- ¡Lyonisse Blackdalion sólo estás hablando tonterías! Yo no...
-Tampoco sé sobre el amor, pero he visto suficientes personas enamoradas
para reconocer una cuando la veo. Y tienes esa mirada, no lo niegues.
- No es que lo niegue, sino...-titubeó Iolhen y su prima la miró
sorprendida.
-¡Cielos! No lo sabías, acabas de darte cuenta.
-Eso parece – confirmó la joven Likaios poniéndose pálida.
Lyonisse sacudió la cabeza en un gesto de incredulidad, luego pasó el
brazo por sobre los hombros de su prima y se fueron juntas a la Casa Antigua
cada una sumida en sus propios sentimientos.
Aquella noche a Iolhen le costó mucho quedarse dormida. Sin dudas Baylor
le importaba, pero ¿enamorada?. Quería verlo y era muy feliz en los momentos
que compartían, quería saber más de él y no le gustaba verlo herido o asustado.
Quería protegerlo y hacerlo feliz. Y cuando lo tenía muy cerca, se ponía tan
nerviosa que era capaz de olvidar su propio nombre. También estaba la calidez,
eso era lo principal, cerca de él sentía que su alma se volvía cálida. En la
oscuridad , sonrió, no había dudas, estaba enamorada.
No sabía que iba a hacer, habría muchas cosas que solucionar y sobre
todo tenía que averiguar qué sentía Baylor por ella, pero tenía tiempo para
todo eso. Ahora que era consciente de sus propios sentimientos, resolvería todo
lo demás poco a poco. Finalmente se quedó dormida.
Al día siguiente, después de desayunar, Iolhen arrastró a su prima a
donde se domaban los caballos. Las sospechas de Lyonisse eran un aguijón que la
molestaba, quería que la joven Blackdalion viera al domador como lo veía ella.
Las dos jóvenes se apoyaron en el cerco mientras Baylor trabajaba con el
caballo. Luego de lograr cabalgar un
rato en el arisco animal, se apeó y contempló a las muchachas que lo
observaban.
Lyonisse Blackdalion era intimidante, a pesar de la delicadeza de sus
facciones, tenía una mirada penetrante que parecía estar desarmándolo para
estudiar parte por parte y decidir si le daba su aprobación o no. Sin embargo
quien más lo intimidaba era la joven que estaba a su lado, Iolhen lo inquietaba
más allá de lo que podía explicar.
Sin dudas era hermosa, pero su belleza iba más allá de lo físico. Tenía
un aura especial, algo que la hacía única. A diferencia de él, ella no estaba
rota ni se despreciaba a sí misma, Iolhen estaba segura de su lugar en el mundo,
llevaba su don con naturalidad, no luchaba sino que fluía con lo que la
rodeaba. Ella no tenía miedo. Y lo más perturbador era que cuando estaba a su
lado tampoco él tenía miedo.
La joven Likaios era para él como una primavera tras un largo invierno,
reunía las características de un sueño feliz, si alguna vez hubiera tenido el
valor y el derecho a soñar con la felicidad estaba seguro que sería tener cerca
a alguien como esa joven.
Y así como se sentía bien a su lado, estaba inquieto, temía que ella
descubriera cuan indigno era.
-Buen día…- dijo Lyonisse interrumpiendo el hilo de sus pensamientos y
obligándolo a acercarse a saludarlas.
-Buenos días – respondió y se
sintió incómodo ante el silencio de Iolhen que parecía centrar su mirada en el
caballo que iba a su lado antes que en él.
Temió que hubiera descubierto algo, pero ella lo miró y sus dudas se
despejaron, era la misma mirada de siempre. Casi la misma de siempre. Había
algo nuevo en los ojos de la joven pero él no podía descifrar qué era, aunque
estaba seguro que no era desprecio ni enojo.
-¿Puedo acariciar al caballo? – preguntó Lyonisse y eso lo distrajo.
-Es peligroso, aún se siente incómodo con extraños.
-Soy buena con los animales – respondió.
-Es buena con los animales – dijo Iolhen al mismo tiempo lo que hizo
sonreír a ambas primas.
-Además ustedes están aquí, no dejaran que me pase nada malo, ¿verdad? –
preguntó la joven rubia pero su mirada se clavó en Baylor como si su pregunta
fuera dirigida únicamente a él.
-Así es ...- respondió quedamente sintiendo que nuevamente estaba siendo
sometido a una prueba de la joven Blackdalion.
Lyonisse sonrió y luego entró al espacio cercado.
Iolhen se quedó contemplando a su prima, tenía un aire majestuoso en
todo lo que hacía. Quizás fuera el contraste de su personalidad con la de sus hermanas
gemelas, o aquel aplomo con que hablaba y se movía pero que al mismo tiempo
transmitía seguridad y autoridad.
Aquel cabello dorado y su figura esbelta le daban un aire frágil , pero
al mismo tiempo tenía la mirada oscura y seria , demasiado parecida a la del
propio Señor Blackdalion.
Sólo entonces, al detenerse en su mirada, Io pensó que su prima se traía
algo entre manos. Estuvo a punto de lanzarse tras ella, pero se detuvo,
interponerse en el camino de Lyonisse sólo avivaría más su determinación, y
sabía que su prima no podría hacer nada en su contra. Así que se mantuvo
alejada mientras la veía caminar hacia Baylor y el caballo que se habían
ubicado en el medio de la pista.
Lyon se acercó lentamente al animal, estiró la mano sin miedo para
posarla en su cuello y , extrañamente él la recibió sin espantarse.
-Buen chico, eres realmente hermoso – dijo dulcemente acariciándolo y de
pronto su mirada oscura volvió a detenerse en el hombre que sostenía al animal.
Esta vez le habló al entrenador- ¿Tienes familia? – preguntó.
-No – dijo él demasiado rápido y esquivando la mirada, la chica supo que le mentía.
-Ella sí – explicó y él no necesito que le aclarara que hablaba de
Iolhen Likaios.
-Lo sé.
-Me refiero a que tiene un padre y hermanos muy peligrosos que harían
cualquier cosa por ella, también tiene tíos, primos ...y primas que sólo desean
verla a salvo y feliz.
-Lo sé...- repitió él y su voz cobró un tono extraño aunque
indescifrable para la joven Blackdalion.
-¿Buscas dañarla?- preguntó directamente.
- Jamás – dijo él y esta vez para ella fue muy clara su sinceridad
porque además la miraba a los ojos y
supo que buscara lo que buscara aquel hombre, no quería dañar a Iolhen.
- Está bien, confiaré en ti. Y espero que sepas lo valiosa que es para
todos nosotros.
-También para mí – musitó él y Lyonisse le dio un par de palmaditas más
al animal e hizo un breve gesto de asentimiento hacia el joven. Algo muy
parecido a una señal de consentimiento. Luego, regresó hacia donde estaba su
prima esperando ajena a quella conversación privada.
-Nada mal – comentó Io.
-Es un animal precioso y él está haciendo un gran trabajo.
-Lo sé.
-Me dio hambre, ¿volvemos a la casa? – propuso Lyonisse tomando a su
prima de la mano.
-Pero , desayunamos antes de salir…- protestó Iolhen.
-Vamos, Io.- insistió con una mirada severa que la hizo rendirse.
Después de todo, no podía quedarse allí parada mirando a Baylor toda la mañana,
y a él también se lo veía incómodo. Tenía que lograr que la familiaridad que
tenían para tratarse trascendiera los límites de sus encuentros junto a la
laguna, pero no podía presionarlo. Y mucho menos con Lyonisse Blackdalion
entrometiéndose.
Se encaminó junto a la joven rubia, pero antes se giró hacia el domador
y lo saludó con la mano al tiempo que
silenciosamente formaba un mensaje con los labios que esperaba él
entendiera “Nos vemos más tarde”
Él pareció interpretarla porque asintió con una leve sonrisa.
Que nervios, que esconderá Baylor....y quisiera saber mas de los otros integrantes, que tal esta Raine... gracias por subir tan pronto la segunda parte de esta historia
ResponderEliminarGracis Yoce, veré si nos cruzamos con Raine por ahí, o en alguna otra historia...también me dan ganas de saber cómo andan
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