Desde
la fiesta en la playa, mi relación con Tess había cambiado y se había
consolidado, es decir, podíamos hablar por teléfono y fijar cuando vernos, sin
depender del azar. Aunque seguía siendo impredecible.
Mis
amigos reclamaban mi atención, habíamos
hecho muchos planes para aquel verano, pero yo sólo quería verla a ella tanto
como fuera posible. Así que terminaba
corriendo de un lado al otro, tenía un par de partidos programados con los
chicos y eso era lo único que había mantenido en pie, lo demás era mis pequeñas
aventuras diarias cuando me encontraba con la chica de pelo azul.
Aquella
tarde habíamos salido a caminar sin rumbo, como la mayoría de las veces,
terminamos recorriendo unas viejas vías
de tren que con el tiempo habían quedado muy cerca de la ciudad y habían dejado
de ser usadas.
Ella
llevaba un largo vestido floreado e iba caminando por las vías haciendo
equilibrio, y yo casi inconscientemente la sostenía de la mano mientras
hablábamos
-¿De
verdad no tienes ningún plan para seguir estudiando?- insistí. Pensaba que ella
tenía inteligencia y talento suficiente para hacer lo que quisiera, debo admitir que era bastante
conservador en ese aspecto, creía que
debía planificar un futuro, incluyendo sus estudios, algo distinto parecía ser
un desperdicio.
-No
me gustan los planes- recalcó ella- ¿Y cuáles son tus planes, Samuel “Mac”?
-Estudiar,
graduarme en la Universidad.
-¿Y
después? – preguntó ella
-Encontrar
un buen trabajo.
-¿Y
después?
-Comprar
una casa, casarme…
-¿Y
después?
-Tener
hijos.
-¿Y después….?
-¿Y después….?
-Verlos
crecer…
-¿Y
después?
-Jubilarme,
viajar. Tener nietos…- resumí perdiendo un poco la paciencia
-¿Y
después?
-Envejecer…morir…-
dije casi con resignación, ya que el después de Tess me había llevado a un
lugar sin salida
-¿Ves?
– dijo y bajó de las vías para mirarme- Siempre todo termina igual, después no
hay nada. Por eso es mejor no hacer planes, vivir ahora, ya. Sin pensar en el
futuro, porque después de hoy no hay nada.- sentenció con fiereza.
-Pero
hay algo que olvidas, yo sólo mencioné hechos, una forma de formular pasos con
palabras, pero entre uno y otro hay miles de momentos , pequeños ,
memorables…en cada una de mis etapas planeadas se esconde una eternidad.
-La
eternidad es ahora Mac, si pensamos en lo que hay después, pierde la gracia –
susurró y la atraje hacia mí para besarla. Ya nos habíamos besado en la playa,
y así como aquel momento había sido significativo también lo era éste. Donde su
ahora y mi futuro se fundían y perdían sentido, o, tal vez, lo recobraban.
A
la tarde siguiente tenía un partido de básquet con mis amigos, invité a Tess
aunque estaba seguro que no asistiría.
Me
equivoqué. Cuando terminamos de jugar la
pude ver a la distancia, le sonreí y fui hacia ella pero un par de chicas se
interpusieron al acercárseme para
felicitarme por haber ganado. Traté de apartarlas rápidamente, miré a la chica
de pelo azul que me miraba con una expresión burlona, hice un movimiento con
los hombros intentando transmitir que era inocente.
-Es
mi encanto natural, no es mi culpa – me defendí cuando llegué a su lado.
-Te
gustan las rubias, Samuel “Mac”, siempre andas con alguna colgada de ti.
-Me
gustas tú – dije y la besé sin pensar mucho en el lugar donde estábamos, un par
de silbidos y gritos de mis amigos me lo recordó. Me sentí orgulloso y muy
complacido cuando ella me devolvió el beso con mucha más pasión, quise creer
que estaba un poco celosa y que había sido su forma de darle un mensaje a las
chicas que pululaban a mi alrededor.
-Vámonos…-
dije tomándola de la mano y luego recordé sus palabras sobre las rubias-
¿Entonces me has observado? Digo, sabes el tipo de chica con las que salía.
Como
siempre ella logró que mi ego volviera a su lugar.
-Soy
observadora ¿recuerdas?, he visto a las rubias una tras otra salir con el
capitán de básquet, sé que Luc le
gustaban las de primer año, Terry cambia de tipo cada mes, a Julian le gustan
las chicas raras por lo que se pasó varios meses persiguiéndome, sin éxito
alguno. Y así podría hablarte de los gustos de la mayoría. También de las
chicas de la clase…
-Ya
veo. ¿Cuál es tu color de cabello?
-Azul…
-Debajo
del azul, quiero saber si estoy siguiendo con mi gusto por las rubias….- la
provoqué.
-Créeme,
Mac, yo rompo todos los moldes de las chicas con las que saliste.
-Busquemos
algo para comer- dije distrayéndola, porque era verdad, nunca había salido con
alguien como ella. Y tampoco quería investigar sobre el tipo de chico que ella prefería.
-¡Allí!
– señaló ella un puesto de algodones de azúcar.
-
Acabo de jugar un partido, necesito comida, eso no cuenta.
-Empecemos
por el postre, entonces- dijo y salió disparada antes que pudiera detenerla. Un
rato después caminábamos comiendo aquellas nubes rosas. Eso también la hacía
diferente, no le importaba la opinión ajena, muchas chicas trataban de ser
sofisticadas y adultas. Tess podía pasar de niña a mujer adulta sin aviso
previo y era muy seductor.
Finalmente
comimos pizza y ella fijó una nueva cita para vernos.
-mañana,
a la noche, tenemos que festejar que ganaras hoy.
-¿De
noche? – pregunté y mis hormonas volvieron a ponerse en estado de ebullición.
-Sí,
tengo una sorpresa para ti.- dijo ella con una sonrisa traviesa.
A
la noche siguiente mientras trepaba una escalerilla angosta para trepar en una
vieja torre de un dique, me repetía a mi
mismo que era un idiota. Las sorpresas nocturnas de Tess superaban la
imaginación de cualquier chico de dieciocho años.
-¿Qué
hacemos aquí? – pregunté cuando llegamos al final y nos sentamos en una
saliente con barandilla. Era un deportista entrenado pero aquella pequeña
escalada casi me había quitado el aire.
-Celebramos,
aunque debemos esperar un rato, por ahora tenemos esto…- dijo y sacó bolsas de
bocadillos de su mochila. Aquella chica tenía predilección por la comida
chatarra. Se sentó a mi lado y me alcanzó un paquete de papas fritas.
-
¿Qué esperamos? – pregunté intrigado.
-Sólo
ten un poco de paciencia…- pidió guiñándome un ojo y cuando iba a protestar,
empezó el espectáculo. Eran fuegos artificiales, luces de todos los colores
iluminaban el cielo y desde allí la vista era perfecta.
-¿Cómo…?
– pregunté asombrado.
-
Festejos por el aniversario de la ciudad – respondió y reí. Yo no tenía en
cuenta esas cosas, pero a ella no le pasaban desapercibidas y había convertido un festejo insulso en un
espectáculo privado. Esa era su magia personal.
Esa
vez fui yo quien observó fascinado como niño, cuando terminó ella se paró y me hizo una leve reverencia.
-Felicidades
por ganar el partido.- expresó seriamente como si aquel partido amistoso
hubiera sido algo excepcional, aunque quizás lo era, uno de los últimos juegos con
mis amigos. Había sido muy feliz jugándolo, divirtiéndome a pleno, sin
presiones, sin exigencias. Sí, tal vez era digno de aquel festejo, más que
cualquier encuentro profesional por un campeonato.
-Gracias
– susurré. Ciertamente nadie antes había desplegado un show de fuegos
artificiales en mi honor.
-Me
alegra que te gustara- dijo ella y empezó a caminar demasiado cerca del borde.
-Tess…ven
aquí…es peligroso – le pedí. En respuesta ella se trepó a la barandilla y se
sentó allí, en delicado equilibrio. Fui de prisa y la quité de allí, el corazón
se me había estrujado de miedo.
-¿Me
estás rescatando?- preguntó risueña, divertida por mi reaccón.
-No
hagas cosas así.- la censuré con un tono de voz demasiado parecido al de mis
padres cuando hacía tonterías.
-Oye,
Mac, hay cosas mucho más peligrosas. Y caer tampoco es lo peor que puede
sucederme – susurró aún en mis brazos.
Eso
me hizo recordar que su madre había muerto de cáncer siendo muy joven, Tess
vivía con su padre quien en general , estaba de viajes de negocios, por primera vez me pregunté cuánto la había
afectado todo eso.
-Aún
así…- susurré y la llevé junto a la pared donde volvimos a sentarnos. De pronto
aquel lugar había dejado de resultarme divertido. Me senté con ella apoyada
contra mí mientras la sostenía fuerte.
-¿Tienes
que ser Marte? ¿No podría ser un lugar más cercano? – pregunté invadido por un
deseo de retenerla.
-
De eso se trata, de ir tan lejos como se pueda. Lejos de este mundo- respondió
echando la cabeza contra mi pecho.
-¿Por
qué? Creí que te divertías…
-A
veces, es como ver una función de títeres, es maravillosa y me encanta, pero al
final no puedo evitar haber visto cuáles son los hilos que manejan y sostienen
todo, entonces de pronto, la obra ya no
es lo mismo.
-Aún
así vale la pena…
-Eso
es porque te gusta lo predecible. Universidad, casa, matrimonio, hijos…- recitó
ella recordándome lo que le había dicho anteriormente.
-¿No
has pensado en hijos?- pregunté de pronto. Quería que de alguna manera ella
hablara de algo futuro, que hiciera algún tipo de plan.
-No,
nunca lo pensé. ¿Es que estás pidiendo mi mano en matrimonio, o algo así Samuel?
Porque no soy el tipo de chica que se casa.
-
¿Sólo porque ahora eres o joven o algún tipo de fobia?- pregunté mientras una
imagen absurda se formaba en mi mente, aquella chica de cabello azul no pegaba
para nada con la idea de una esposa. No podía imaginarla haciendo nada
rutinario como preparar el desayuno en
la mañana, tal como hacía mi madre.
No,
no era una propuesta de matrimonio, no había pensado en eso. No con ella.
-No
creo en eso, digo los papeles no certifican nada. – dijo respondiendo a mi
pregunta anterior.
-Pero
suelen ser necesarios – le discutí.
-Como
digas. Y lo religioso tampoco tiene sentido, quiero decir aún en caso de que
creas en Dios, ¿te lo imaginas allí en su trono , nube o lo que sea, dando sus
bendiciones a cada ceremonia religiosa?
-¿Tampoco
crees?
-Creo
que si existe algo como un Dios, que dos personas se conozcan y lleguen a amarse,
esa es su bendición, ese es el milagro, no una tonta ceremonia donde se gasta
dinero y la gente se preocupa por trivialidades.
Ella y yo pensábamos muy diferente, sin
embargo tuve que reconocer que había algo de verdad en sus palabras. De hecho,
yo era demasiado joven entonces para saber cuán inaudito era el encuentro de
dos personas, imaginaba que el amor llegaba tarde o temprano, que todos se enamoraban
alguna vez. Tess , con mi misma edad , era más sabia y sabía la verdad, sabía
que el amor era algo escaso, algo que no sucedía siempre ni a todas las
personas. Y eso, lo hacía un milagro.
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