9+5= 14 meses ya!!!!!

Sé que hace muchos meses, hubo quien me felicitó por hallarme embarazada, y pidió que hiciera un pequeño resumen de los cambios que iban apareciendo.

Pero como tampoco ha habido tantas variantes, decidí esperarme hacer un único post.

Espero os guste!!!

Debo indicar, que tuve mucha suerte y pasé un embarazo realmente calmado en cuanto a náuseas y vómitos.

Existir, existían… No digo que no, pero mi bolso durante los cuatro primeros cuatro meses, se convirtió en una autentica tienda de caramelos.

Era lo que mejor me iba.

Y no, aquello de antojos ni uno. 

De por sí, siempre he sido una jovencita calurosa. Pues con el embarazo y a día de hoy, aún más. No sé lo que es el abrigo. Solo me lo puse un par de noches éste invierno.

Así, que mis hormonas se han vuelto algo más top-less. 

Ventaja y no ventaja, cambio de vestuario. Si, debes cambiarlo. Pero son cambios que poco provecho les sacaras después.

Sueño!!!!!!!!!!!!!!!

Siempre tenía sueño por las tardes. Los fines de semana, mi marido tenía que sacarme a veces a rastras del sofá, para ir a dar un paseo. Era como mis gatos, solo me faltaba ponerme al sol de la ventana.

Pero cuando ya tienes más barriguita, por allá a los seis meses. A la hora de irte a la cama, debo deciros que le pondréis los cuernos a vuestra pareja. Tenéis que aceptarlo, es así.

La almohada de lactancia, o un cojín que has encontrado idóneo para apoyar tu barriguita y bebé por las noches. Hacen, que no abraces nada más y casi te quedas con la totalidad de la cama.

El olfato.

Otro sentido que se te desarrolla a efectos devastadores. Mi marido, llegó incluso a decirme que la policía debería de contratar a embarazadas para localizar los cultivos de marihuana.

La olía a metros, metros… jejejeje

Y también debo decir, que tuve que eliminar todos los ambientadores eléctricos de casa. Solo aceptaba el incienso quemado.

Julio, llegó a ponerlos escondidos los eléctricos. Y cuando estaba por abrir la puerta de casa, le decía con mirada entrecerrada y aguantándome arcadas, ya has enchufado el ambientador.

Alucinaba el pobre.

Otro punto que escuché una vez de un amigo, es que esperaba que no aborreciera el olor de mi marido. A él le había ocurrido…

Pues para el mes de Agosto, recuerdo que eché a dormir a julio al sofá. Porque con el calor que hacía, se había duchado con el jabón de miel de siempre… Pues, no lo aguantaba. Y hasta la recta final de embarazo. Tenía prohibido ducharse antes de irse a la cama.

Pobrete…

Sí que es cierto, que también dormía yo poco. El chiquitín, apenas me dejaba a veces por las patadas o bien, porque sufría de insomnio en el embarazo a veces.

Cierto que fue provechoso, pues iba hablando con Nata y Jaru vía Twitter. Quienes no paraban de mandarme a dormir. 

RECTA FINAL

Un jueves, en mi semana 36 de embarazo. Mi padrastro me acompañó al mediodía a la visita que tenía programada con la ginecóloga. 

Allí, le comenté que la noche anterior había sentido molestias por cierta zona por tres cuartos de hora. Y la buena mujer, me hizo un volante para que fuera al hospital y me monotorizaran por un rato al bebé.

Recuerdo, que nos miremos mi padrastro y yo por un segundo a la cara. " Los dos pensamos.. ¿Ya? Imposible" 

Cogimos el volante, y de camino a casa llamé a mi marido para decirle que fuera terminando tranquilamente el trabajo, para llevarme al hospital.

Recuerdo que se alarmó, y me comentó que me llevaba en ese momento. Yo me reí y le dije, que no . Que comiera tranquilo fuera, que yo iba a casa de mi madre hacer lo propio.

Después de comer y de escuchar por miles de veces a mi madre, que le dijera lo que fuera tras la visita, volví a mi casa para ducharme. 

Pero al entrar, no se que medio por comenzar a recoger todo. Barrí, saqué el polvo, fregué el suelo y acabé de preparar dos cosillas que faltaban en mi maleta de hospital. Después, bajo el chorro de agua sin haber llegado aún julio, me vino la idea de rasurarme ya el chuminin... Por si las moscas...

¡Malditas fueron las moscas! Menudo trabajo me dio. No me veía mis partes desde hacía meses con solo mirar abajo. Así, que tuve que cogerme un espejo y intentar no equivocarme con querer ir a la derecha, siendo al revés...

Llegó mi marido y vi preocupación en su mirada. Lo calmé, diciéndole que no ocurría nada. 

Y tranquila que me fui, pues ya sabía que me harían. 

Cuando ya estaba por cumplir la hora de estar enchufada en el monitor, y que fueran controlando mis contracciones, pulsaciones mías y del bebé. Recuerdo que me vino una contracción más fuerte, como alguna vez me había ocurrido.

De repente, entró a controlarme una enfermera y tras mirar el monitor, comenzó a tocar el aparato y llamar a la doctora en ginecología... Cierto, aquello ya no me hacía gracia... Y así fue, al momento me vino una nueva contracción y la jefa, se acercó a la pared para accionar el botón de alarma.

Al momento, tuve a ocho enfermeras y enfermeros que me desnudaron en menos que canta un gallo, mientras otros me iban instalando la vía. 

Mi chiquitín, sufría perdiendo ritmo cardíaco cada vez que yo tenía una contracción fuerte. 

Recuerdo a Julio en una esquina, con los ojos abiertos como platos. Se le acercó una enfermera tocándole la mejilla con cariño, para tranquilizarlo y explicarle que si en una nueva contracción el bebe no recuperaba el pulso me entraban a quirófano. 

Recuerdo, que yo estaba tranquila. Se que estaba en buenas manos. 

Y al día siguiente a las nueve y veinte de la noche, nació mi pequeño principito tras una cesárea. 

CAMBIOS

Yo estaba acostumbrada desde adolescente a escuchar un poco de música, antes de dormir. Eso, es algo que he tenido que dejar. Pues sino, como escucharía a mi tocinito de cielo si llorase.

El dormir, sí. Hay noches que más y otras menos... Pero puedo hablar con mis sises, en su horario.

Antes vivía sin mirar mucho el reloj, ahora lo hago por los biberones. (jejeje)

Pero los cambios que voy encontrando, valen la pena por una cosita como ésta.