Imposible hacer un cuento mini mini.
Tendrá tres o cuatro partes. Aich... Aquí os dejo la segunda.
Un beso enorme
Eliot miraba la puerta
blanca, sin saber si aporrearla a golpes o tirarla de una sola patada. Para
coger a la desvergonzada de su vecina, y mostrarle que él no era… Que no le
iban para nada los hombres.
-Eliot… -Lo llamó Bret
con tono divertido-. ¿Qué haces aún ahí parado?
Éste se giró con el
rostro rojo de rabia, por no haber conseguido nada con su paseíto en ropa
interior por el rellano del edificio.
-Pero tú has visto, lo
que esa niñata… -Calló por unos
segundos, hiendo de vuelta al interior de su piso-. ¿Pero qué demonios quiere
de mí? –Gruñó ofuscado.
-Lo mismo que tú de
ella –Soltó con burla Bret, yendo a la cocina a prepararse un café,
consiguiendo la total atención de su hermano, quien lo siguió también a aquella
estancia.
-Llevas aquí apenas
unas horas –Soltó con ironía Eliot-, y unos minutos en su presencia y ya sabes
lo que quiere ella y yo también.
Bret, se llevó con
total calma la pequeña taza a los labios, para dar un buen sorbo al caliente
líquido oscuro. Al tiempo que hacia gesto de encogerse de hombros.
-Claro –Confirmó con
gran seguridad y cierta mueca divertida en sus labios-. Ella te quiere echar un
polvo, como tú a ella.
Soltó así sin más,
logrando que por un momento su hermano dejara de rechinar los dientes.
-¡Acaso me crees un
acosador de niñas! –Volvió a bramar completamente enfurecido-. OH desde que
estas casado, crees que ves el amor en todos lados.
Indicó con cierto aire
de repulsión, dándole la espalda para encaminarse fuera de la cocina, pero la
exclamación de su hermano lo detuvo en seco.
-¡Lo sabía! –Chascó los
dedos triunfante.
Eliot, se giró a
mirarlo enfurruñado pero sorprendiéndose, al hallar a su hermano casi bailando
de alegría. Absteniéndose de hacerlo, suponiendo que por la mirada gélida que
le estaba dedicando en aquellos instantes.
-Y ahora, qué cojones
se supone que sabes –Exigió con tono crudo.
-Tienes miedo a
follártela, porque sabes que es distinta –Mostró una enorme sonrisa-. Porque
sabes que a ésta no podrás echarla tan fácilmente de tu cama, dado que ya estas
colado por ella.
-Menuda sandez has ido
a decir –Dijo con tono controlado, muy controlado.
Ahora, se sentía
rendido por ser descubierto y sin ganas de seguir discutiendo. ¿De qué iba a servirle, si tan transparente había sido
para su hermano?
No valía la pena perder
el tiempo, en contradecir lo que tan evidente era.
Maldecía mil veces, el
día que se fue a mudar aquel edificio.
Se suponía, que antes
de llegar allí y volver a tener su mundo patas arriba, creía que se sentía bien
consigo mismo.
Pero alguien debía de
odiarle mucho, porque le habían enviado aquel glorioso ángel, siendo su gran
perdición en su auto controlado deseo sexual.
¡Pero si era una
universitaria!
Era una niña, en plena
demanda sexual. Que simplemente quería buscar su orgasmo. Y pensaba que los
mejores en proporcionárselo, eran los maduritos treintañeros.
Y si caía en aquella
red de deseo sexual, sabía que iba a salir dañado.
-¿Por qué quieres
complicarte tanto la vida? –Curioseó Bret.
Eliot lo miró con el
ceño encogido, por no comprender su pregunta.
-Por eso me alejo de
ella –Respondió con tono exasperado-. Para no complicarme nuevamente.
Su hermano sonrió,
mientras hacia un movimiento negativo con su cabeza y se acercaba a él.
-Me temo que no me
comprendiste –Le apoyó una mano en su hombro izquierdo-. Te estás complicando
la vida, al no aceptarla en ella –Soltó un profundo suspiro.
Su mirada fue algo
lánguida, mientras se detenía a pensar en lo que le decía su hermano mayor.
-Me asusta que se
convierta en una montaña rusa –Acabó por confesar-. No quiero volver a sentir
el mismo daño.
-¿Y no crees, que tú
mismo te lo estas volviendo a crear con tanta negación? –Le indicó con tono
confidente.
En parte tenía razón y
lo había sabido desde un principio.
-Me voy a correr un
poco al parque –Indicó con un encogimiento de hombros.
Bret chascó la lengua,
antes de volver hacer un gesto negativo de cabeza.
-Si quieres quitarte
esa tensión, que sepas que la solución se halla tras la pared de tu cama.
Eliot, volteó sus ojos
antes de entrar en su dormitorio para cambiarse.
SE hallaba limpiando la
ventana de su dormitorio, que casualmente daba a la calle de la entrada principal,
cuando pudo observar a su atractivo vecino ataviado con un chándal, saliendo
con un leve trote en dirección a la avenida de la rambla.
Vaya, así que mantenía
aquel cuerpo de aquella manera.
Soltó un profundo
suspiro, al recordarlo en el rellano solo en ropa interior. Había que decir,
que los bóxers ajustados le gustaban más que aquel bañador de media pierna que
gastaba.
Lo que daría, por poder
verlo ducharse alguna vez. Contar la cantidad de gotas llenas de jabón, que
correrían por su torso hasta perderse en su ingle.
Volvió a suspirar pero
más acalorada.
Aquello, si tenía que
venir por mano de él, seguro le salían antes canas. No creía que tuviera nunca
una oportunidad de verlo bajo un chorro de agua.
Incluso, estaba segura
que la censuraría con la mirada, si fuera en la ducha pública de la piscina
comunitaria.
Pero por mala suerte,
estaban a principios de año. Aún quedaban meses para bajar a darse un chapuzón.
¡OH!
Tensó su espalda y
soltó el trapo de limpiar, cuando se le vino una idea a la mente.
Si que existía un modo,
de tenerlo bajo la ducha y casi intentar entrar con él, tras seducirlo antes.
Sus labios mostraron
una gran sonrisa, mientras corría a la cocina y de debajo el fregadero, sacaba
una llave inglesa de su padre.
Se nota que va llegando el calor a España!! Quiero más y PRONTO!! Besos cielo
ResponderEliminarTe puedes creer que parece que esté llegando nuevamente invierno grrrrrr
ResponderEliminarTranquila, será pronto. aunque no me está gustando nada... aich...