Nina golpeó el volante con impaciencia, sintiendo como su
frustración crecía conforme pasaban los minutos. ¿A dónde había ido Caleb?
De su casa, aquel sábado, se había ido sin despedirse.
¿No se suponía que había acudido a verla a ella? ¿Por qué se había marchado
así? ¿Había sucedido algo? ¡No lo entendía!
Había esperado con paciencia, sentada en el sofá mientras
miraba por la ventana, simulando que nadie había notado lo que hacía. Pero el
día había llegado a su fin y Caleb no había vuelto por ahí. El domingo no había
sido diferente. Se había marchado, comprendió.
Pero ¿por qué? ¿sería posible que él sintiera algo por
ella? ¿había ido a decirle que…? ¡No, claro que no! Incluso en aquella comida
que él compartió con sus amigas, una de ellas le había asegurado unos días
después, que era una lástima que él no estuviera disponible. Nina, aunque
incómoda, le aseguró que no se le conocía novia alguna. Pero la chica insistió
en que, si no era su novia, era evidente que estaba enamorado. ¿Caleb
enamorado? ¡No!
Cerró los ojos y recordó su decisión el lunes de ir a la
ciudad. Si él no volvía, ella iría a preguntarle por qué había hecho el trayecto hasta la
pequeña ciudad que detestaba. Sentía que era importante. Que necesitaba
escucharlo. Pero… quizás se había equivocado.
Lo buscó en su departamento. Nadie respondió. Fue a su
oficina y su secretaria le informó que él se había marchado. Viaje de negocios.
¿Por qué no le había dicho nada? ¿A dónde se había ido? ¿Tan urgente era que
debió salir corriendo de su casa sin siquiera decir adiós?
Detestaba eso. Una vez, había estado segura de que Caleb
era la persona más aburrida, intimidante y predecible del mundo. Ahora… él
parecía sorprenderla a cada momento, la hacía sentir diferente con solo una
mirada de sus ojos azules y tenía la impresión de que había miles de cosas que
aún no sabía de él y, oh Dios, moría por saberlas.
Empezaba a pensar que se estaba volviendo loca. No había
nada más que decir, estaba perdiendo la razón. ¿Se podría llamar de una manera
diferente a lo que sentía?
***
Caleb cruzó los brazos, con cansancio. Había sido un día
largo de trabajo, después de volver de un viaje de negocios, y culminaba con
una reunión. Miró a su alrededor y bajó sus ojos hasta la carpeta que tenía
frente a sí. Tan solo cinco minutos más y terminaría.
Al entrar a su oficina, cerró la puerta y se recostó
ligeramente sobre ella. Cerró los ojos y contó mentalmente hasta 10,
preparándose para el viaje que venía. Nina.
Volvería a ver a Nina, después de aquel baile compartido y decidir que
lo mejor era seguir con su vida, sin ella. Debía olvidarla para poder
simplemente, vivir.
Golpearon la puerta y él se extrañó. Era ya hora de
salida. Abrió y se encontró con una de las representantes de la otra compañía.
–¿Sucede algo? –Caleb preguntó con tono fatigado– ¿le
puedo ayudar?
–No puedo creerlo –entrecerró sus ojos verdes– ¿realmente
no me recuerdas?
Caleb elevó sus ojos con confusión. Le pidió que pasara,
cerró la puerta y le mostró la silla, para que se sentara.
–Cuando leí Caleb Blake… ¡cielos, no creí posible que
fueras realmente tú!
Él la observó detenidamente. Cabello rubio, bonita
sonrisa, increíble cuerpo, ojos verdes… ¡sus ojos verdes tan risueños!
–¡¿Caitlin?! –pronunció con sorpresa Caleb. Ella asintió
levemente y se paró para abrazarlo– ¡han sido tantos años!
–Entonces ¿sí me recuerdas? –sonrió divertida y lo abrazó
con fuerza– has crecido.
–Y tú estás aún más hermosa –alabó Caleb y ella lo besó
en la mejilla, encantada– ¿qué haces aquí? Es decir, ¿coincidencia?
–O quizás fue el destino… –bromeó ella y él sonrió–
¡ahora sí te pareces más a ti! Has estado tan serio durante toda la reunión
–explicó Caitlin– cuando estábamos juntos, rara vez lograbas estar serio por
mucho tiempo.
–Eran otros tiempos –le restó importancia– éramos
adolescentes y…
–¡Nos queríamos! –Caitlin soltó con orgullo– aún recuerdo
nuestros planes. Asistiríamos juntos a la Universidad, aunque por supuesto,
antes haríamos un viaje en auto por las principales ciudades y… fueron unos
días maravillosos.
–Y terminaron –Caleb se separó con incomodidad– ¿cómo
estás?
–Sorprendida –se sentó y Caleb hizo lo mismo– y,
permíteme añadir, que absolutamente encantada de volver a verte.
Caleb arqueó una ceja. Caitlin siempre había sido
hermosa. La chica más popular. Su novia de secundaria. A la que tanto había
querido. Estaba de vuelta.
–Siento lo mismo –Caleb cruzó sus brazos– es sorprendente
verte de nuevo.
–¿Quién lo imaginaría? ¡Te extrañé tanto, Caleb! –Caitlin
exclamó soñadora– ¡ah! ¿y cómo está el pequeño Cam? Aún recuerdo como lo
cuidabas y cuánto amaba salir con nosotros… –recordó con nostalgia– siempre
fuiste un hermano protector.
Caleb asintió, sin saber qué decir. Las cosas habían
cambiado tanto ya…
–Pues el pequeño Cameron, ya no es tan pequeño –rió Caleb–
de hecho, va a casarse.
–¿Qué? –Caitlin abrió la boca con sorpresa– ¿cómo qué se
casa?
–Sí, se casa. Es joven pero dice que está enamorado
–sonrió burlón.
–¿Y tú? –interrogó con interés. Caleb se encogió de
hombros– ¿soltero?
–Afortunadamente –respondió con sarcasmo.
–No, definitivamente estás muy cambiado –abrió sus ojos
verdes con emoción– me encanta como estás ahora.
Caleb entrecerró sus ojos azules, reconociendo a la
adolescente que aún habitaba en Caitlin, que ahora era toda una mujer. Estaba
flirteando con él, definitivamente.
–Gracias –contestó incómodo– ¿y tú? ¿Soltera?
–Sí, actualmente. Terminé con mi novio hace 6 meses
aproximadamente.
–¿Por qué no funcionó?
–Algunas cosas simplemente no están destinadas a darse,
Caleb. Siempre hay una razón.
–¿Realmente crees eso? –preguntó escéptico.
–Sin duda –inspiró hondo– entonces… ¿qué me dices?
–¿Sobre qué?
–Tú no sales con nadie, yo tampoco… ¿qué opinas si
hacemos algo este fin de semana?
–Lo siento, pero tengo otro compromiso –se disculpó Caleb–
¿recuerdas la boda de Cameron? Es la cena de compromiso.
–¡Oh, tengo tantas ganas de verlo! –exclamó emocionada.
–Ah… yo… ¿de verdad? –dijo confuso Caleb.
–¡Por supuesto! –Caitlin lo miró expectante– ¡vamos! ¿No
me invitarás?
Caleb abrió la boca, intentando pensar en algo que decir.
Pero no se le ocurría nada que pudiera decir. Y, se encontró asintiendo a su
petición.
–¡Perfecto! –sonrió hacia él– ahora te dejo ir a
descansar. Ha sido un largo día para todos, ¿cierto? –Caleb asintió levemente–
¡casi lo olvido! Aquí tienes mi dirección.
Él tomó la tarjeta que le extendía. Sintió como Caitlin
depositaba un suave beso en su mejilla y se alejaba sonriendo. Él no se sentía
particularmente feliz. Esta idea, la mirara por donde la mirara, no era buena.
No parecía adecuada.
Pero no podía decirle que no deseaba que lo acompañara. Él
no le debía explicaciones a nadie. No tenía a nadie en su vida. Caitlin tenía
razón. Estaba soltero, debía recordarlo.
No no y nooooo ¿Por qué me haces esto? ¿Ahora la supernovia de jovencito? Noooooo!!! Esto va a matar a Nina... pero pensandolo bien... le vendrá bien un poco de celos jijiji pa q abra los ojos de verdad jijiji y se de cuenta cuanto ama a Caleb jijiji.
ResponderEliminarGracias Nata, muchos besos