Noches En El Balcón 19

Sabía que iba arrepentirse de ello. Pero ya no podía más, tenía que calmar aquella inquietud que lo consumía día y noche. Necesitaba saber si todo era una simple tontería.

Además, era la primera vez que se había sentido tan relajado con alguien que había llegado a caer fulminado en el sofá. Importándole poco el que solo hubiera sido un rato, cuando en realidad parecían horas.

Y si a todo aquello, le sumabas que desde el fondo de su subconsciente había notado la presencia cercana de la joven y su inquietud. Había valido la pena, el dormirse por aquel rato, para que ella tomara asunto en aquella inquietud también.

En un principio, había decidido permanecer quieto, simulando en todo momento que estaba profundamente dormido. Y hacer, como que aquello no había tenido lugar nunca. Oh, cabía la posibilidad de participar.

Obvio, que al ver como ella perdía su valor reculando hacia atrás, un impulso desde su interior, no le había dejado pasar una oportunidad como aquella.

Confirmado.

Estaba perdido. No se trataba de una atracción pasajera, fundada por la frescura de la chica. Sus sentimientos hacia aquel rebelde demonio rojo, eran serios. Muy serios.

La calidez, la suavidad y la dulzura de aquellos labios, lo atraparon de forma avasalladora. Necesitando reclamarle más, para saciar aquella explosión de deseo que había surgido ante el contacto de los tímidos labios de ella con los suyos.

Hizo un poco más de presión, al tiempo que le obligaba abrir los labios para poder introducir su lengua en la boca de ella.

Pero fue su ahogado gemido y su pequeño respingo, los que despertaron su estado de alerta. Obligándose abrir su sus ojos chocando con los de ella, de forma violenta provocando que todo el rostro de Yola se sonrojara con viveza.

Tenía que frenar, estaba yendo demasiado rápido con ella.

En sus ojos veía el miedo y la timidez juntos. Ella estaba ahora mismo perdida, sin saber como actuar ante la presión que él le imponía. Aquello, podía hacer que ella saliera corriendo de allí.

Pero por el momento, daba un mínimo voto de confianza. Volviendo a cerrar sus ojos apretados. Dejándose devorar por él.

Mejor detenía todo, pensó dejando libre los dulces labios y soltando un profundo suspiro, al tiempo que apoyaba su frente contra la de ella y sonreía de forma tranquila.

Los dos se hallaban con la respiración agitada en aquellos momentos de silencio.

Él, era el adulto allí. De modo que más le valía llevar el asunto con madurez. Tenía que ser de un modo, que ella no viera una relación en ellos. Antes, él debía asegurarse de que la pequeña ciertamente estaba enamorada.

No quería verse envuelto, en una novedad nueva que explorar de ella. Buscaba algo serio y permanente.

Ahora, solo le faltaba ver, si su corazón había escogido bien a su media naranja.

Se incorporó en el sofá, quedando sentado a un lado de ella. Quien aún seguía de rodillas en el suelo, con los ojos cerrados.

Viéndola así, no pudo evitar el volver a sonreír cariñosamente para alargar su mano y apoyarla en el hombro de ella, causándole nuevamente un brinco por la sorpresa.

-Yola –La llamó con voz pausada y algo ronca, por el deseo aún latente en su sistema nervioso.

Ella aspiró con fuerza, antes de abrir sus ojos y tener la valentía de girarse a enfrentarlo.

Era la tercera vez, que sus ojos se observaban atentamente en silencio aquella noche. Y aún así, ella volvía a sonrojarse con viveza.

Eric, alzó sus comisuras de los labios en una simpática y tranquilizadora sonrisa.

-Primero, quiero disculparme por mi ataque –Confesó con sinceridad y cierta mueca en el rostro-. No tuve en cuenta tu inexperiencia en el tema, y pude hacerte sentir algo violenta.

Yola, avergonzada y tal vez algo abatida. Bajó el rostro al suelo, pero el contacto suave de los dedos de él en su barbilla, hicieron que tuviera que volver a enfrentarlo.

-No tienes que avergonzarte, ni arrepentirte pequeña… -Le recriminó con cariño-. Yo no lo voy hacer. Me gusta el poder haberte besado. Pero quiero que comprendas, que esto que ha ocurrido no tiene que afectar a nuestra amistad. Es una curiosidad que veníamos sintiendo los dos –Se alzó de hombros-. Como la tienen muchas otras personas. Hemos deseado compartir un momento íntimo entre nosotros. Es obvio que hay un hilo que nos une… Pero no hay que forzar nada ¿Comprendes lo que quiero decir?

Yola, asintió con un movimiento de cabeza.

Pero interiormente, no estaba tan calmada. Realmente se sentía como una olla hirviendo. Todo revuelto intentando estabilizarse en un punto.

Claro que comprendía. Eric le estaba diciendo, que habían actuado sobre un impulso. Algo, que llevaba tiempo observando en sus amigas, cuando salían los fines de semana y acababan besándose con un chico diferente en cada una de las salidas.

En ningún momento, aportaban ningún sentimiento. Solo el deseo de manosearse.

¿Era aquello lo que ella había sentido? ¿Oh realmente, estaba comenzando abrigar sentimientos por él?

Tenía que huir a su dormitorio y en la seguridad de su cama, proceder todo lo ocurrido.

-Claro –Se forzó a sonreír poniéndose en pie-. Lo que intentas decirme, es que esto lo ves como el típico rollo de discoteca –Se alzó de hombros-. Por mí bien –Hizo una mueca con los labios-. Creo que es tarde y debería marcharme ya –Dio dos pasos atrás, bajo el ceño fruncido de él-. Buenas noches Eric.

Y huyó con los nervios a flor de piel, para llegar a su dormitorio y lanzarse sobre la cama, abrazando su almohada.

No le había sentado nada bien lo ocurrido, meditó Eric aún sentado en el sofá. Pero no podía hacer nada más, se convenció compungido. Antes, quería asegurarse bien de varias cosas.

Aunque su mayor deseo, fuera el ir corriendo tras ella, para ver como estaba.

Con mal humor, se fue al dormitorio para coger una camiseta, la chaqueta y su casco de la moto. Mejor se iba ha dar una vuelta, pues no creía que fuera a coger el sueño. Y como se quedara más rato allí, acabaría por sucumbir a sus impulsos románticos.