lunes, 10 de febrero de 2014

La elección 21



Durante unos minutos se quedaron mirándose y luego Cian carraspeó.
-Si necesita tiempo , puedo salir…- dijo él sin darse cuenta que volvía a hablarle formalmente.
-No es necesario- dijo ella y se metió debajo de las mantas casi completamente vestida.
Cian  tampoco se quitó la ropa y se acostó en el jergón, dejó un pequeño farol encendido como precaución.
Azize no podía dormir así que  con esa pequeña luz como aliada aprovechó para observar a Cian dormir, aunque sabía que más mínimo ruido lo despertaría, por el momento estaba dormido y podía mirarlo tranquilamente.

Era el hombre que amaba y sin embargo era como las estrellas que veía a través de aquel novedoso invento, podía parecer cercano porque era su esposo pero estaba infinitamente lejos de ella pues no tenía su corazón.
Él había dicho que no había pasado nada con la bella cortesana de La Casa de las Flores y que no tendría una concubina, se preguntó, como se había preguntado desde los catorce años qué tipo de mujer era la que podría ganar su amor.
Imaginó que sería mucho más fácil si lo supiera, quizás podría encontrar un camino hacia él.
Finalmente, observándolo, se quedó dormida.

Cuatro días de viaje después, antes de llegar a su destino, hicieron un alto para cambiarse la ropa que llegaban por una más lujosa, acorde a su estatus, luego Cian subió al carruaje junto a Azize. Ambos tenían en claro que aquel viaje no era una visita común a otro reino, sino que iban como la pareja real , eran los representantes de su nación y debían mostrarse unidos, tal como el rey se los había recordado.
-Un lugar tan pequeño, es asfixiante…-susurró él  ya que estaba acostumbrado a montar a caballo en lugar de viajar en carruaje y ella lo miró elevando una ceja.
-Supongo que ahora entiendes por qué me gusta tanto escaparme, tengo la sensación de estar encerrada en una caja….
- Tiene sus ventajas los días de lluvia…-dijo él intentando aligerar el ánimo de ella y Azize le sonrió.
-Sobre todo cuando se atasca en el barro…aunque creo que en ese caso quien más ha sufrido has sido tú y tus hombres intentando sacarlo, ¿verdad?
-O sacarte de él cuando se rompe…
-Ves…no es tan cómodo.
-Al menos esta vez no lo padecerás sola.
-Eso es una ventaja, casi estoy tentada a hacer el camino de regreso a caballo y que tú lo hagas en el carruaje…-dijo ella divertida y él gruñó bajo para exagerar su disgusto.
-Cian…allí…también estarás a mi lado, ¿verdad?
-Por supuesto, no tienes que preocuparte.
-Traje mi daga…-dijo ella
-Vaya preparativos para asistir a una boda, princesa – dijo pero luego agregó con seriedad- Esperemos que no sea necesario, que sólo tengamos que soportar a nobles hipócritas, mucho ceremonial y comida en exceso.

Cuando llegaron fueron recibidos con gran pompa, los novios recién podrían ser vistos en la ceremonia y el festejo, pero presentaron sus respetos a los monarcas del lugar.
Azize pudo sentir las miradas hostiles de sus anfitriones y se aferró con fuerza al brazo que le extendió Cian como si adivinara su inquietud. Así, aferrada a él, pudo enfrentarlos con entereza.
Luego de los saludos, la entrega de regalos y el breve discurso de la joven en el que expresaba las felicitaciones en nombre de su padre y de su pueblo por la boda, fueron guiados a su habitación
Al entrar, ambos se quedaron sin habla. Era exageradamente opulenta.
-Es…-murmuró la princesa sin saber cómo explicarse.
-Demasiado…de todo…-dijo Cian, recorriendo el lugar con la mirada. Era una habitación muy grande, sin ventanas, con una inmensa cama con columnas. Tanto el cortinado como la ropa de cama eran de colores rojos y dorados.
Había dos grandes divanes y también un cuarto de baño. El resto de los muebles eran de caras maderas con terminaciones en oro.
El lugar estaba iluminado por varios faroles de elaborada manufactura.
Tanto exceso no era del gusto de ninguno de los dos, Cian estaba acostumbrado a la sencillez y Azize prefería algo más natural.
-¿Crees que nos dieron este lugar a propósito? – preguntó él
-Eso parece, quiero decir es como si quisieran alardear de tanto lujo…es opresivo – dijo ella paseándose por la recargada estancia.
-Sólo un par de días y nos iremos de aquí – le dijo él y ella asintió.
La ceremonia de la boda se llevaría a cabo al día siguiente junto al banquete, pero había muchas actividades previas aquel día. Había competencias y bailes, comida y bebida que se servía en los jardines y , sin dudas,  pactos comerciales y grandes conspiraciones, como cada vez que se reunía tanta gente poderosa.
La belleza floreciente de Azize llamaba la atención y despertaba murmullos de admiración pero la presencia constante de Cian a su lado actuaba como escudo ante cualquier comentario malicioso. A pesar de llevar ropa acorde a su estatus de Príncipe Consorte , llevaba también la espada a la cintura lo que era un firme recordatorio de cuan letal podía ser.
Aquel primer día fue muy ajetreado, cuando llegó la noche la princesa estaba agotada, no sólo por las incomodidades de tan largo viaje, sino por actuar durante todo el día, por sonreír y mantener la compostura sin dejar traslucir sus emociones.
Se dio un baño y cuando salió casi tambaleaba del cansancio.
-Duerme, Azize, mañana será un día más largo aún – aconsejó Cian y aquello la hizo recordar que compartían habitación una vez más. Allí no podían pedir una cama extra ni nada por el etilo que los delatara.
-En el diván…dormiré allí - se adelantó él señalando uno de los dos que había en la habitación
Ella iba a decirle que estará incómodo pero sabía que  él argumentaría que era un soldado y estaba acostumbrado a dormir e lugares peores. No dejaba de ser cierto, pero también él necesitaba un buen descanso, a pesar de eso ella no tenía el coraje para invitarlo a la cama.
Una vez había reunido el valor necesario para  entregarse a él, y ya no le quedaba ni una pizca de valentía en ese aspecto. Ni siquiera para algo inocente como compartir una cama enorme en la que fácilmente podían dormir ambos sin siquiera rozarse.
Así que asintió en silencio, se acostó y se durmió inmediatamente.

Cuando despertó, Cian no estaba en la habitación, estaba por salir a buscarlo cuando llamaron a la puerta, eran las asistentes que habían viajado con ellos y que venían a ayudarla para prepararse para la boda.
Como embajadora de su nación debía cuidar muy bien su apariencia, lo que implicaba otra larga sesión de complejos peinados, maquillaje y ornamentos, así como pesados trajes de sedas bordadas.
Debería estar acostumbrada, pero Azize pensaba que nunca se acostumbraría.
-Su alteza pidió que le avisáramos cuando esté lista, dijo que él esperaría afuera…- le dijo una chica informándole sobre Cian y  ella se sintió aliviada de saber que estaba esperándola y que tal como había dicho no la dejaría sola.
Casi una hora después salió  de la habitación, ataviada para la ceremonia, él estaba apoyado en una de las paredes con expresión ansiosa. Apenas la vio se encaminó a ella, también estaba vestido de gala aunque no se había desprendido de su espada. Esbozó una sonrisa al verlo, fue un gesto involuntario e inesperadamente él también le sonrió.
-¿Vamos? – preguntó extendiendo su brazo para que ella se  apoyara.
-Vamos – confirmó y luego caminaron juntos para reunirse con los demás invitados a la boda.
Él acompasó el ritmo de sus pasos a los de ella y trató de relajarse, estaba con los sentidos en alerta e incómodo de estar en aquel lugar, pero había prometido no dejarla sola y por eso debía cumplir a la perfección su papel como príncipe consorte.
Cuando asistieron a la boda, Azize no pudo evitar recordar su propia boda, los nervios, la inseguridad y aquel anhelo que había ocultado ferozmente, que algún día el hombre con el que se casaba llegara a amarla.
Sin darse cuenta suspiró y Cian bajó la cabeza para hablarle.
-¿Estás bien?
-Sí, las horquillas…molestan – dijo ella buscando una excusa que no la delatara, además no era una mentira pues estaba empezando a dolerle la cabeza con el peinado tan elaborado y tenso que llevaba.
De ponto  Cian sujetó su mano para confortarla. Ella se sorprendió por el gesto tan atípico pero luego la calidez de la mano de él logró tranquilizarla
-Resiste princesa, ya mañana acabará esta encantadora visita y volveremos a casa…aunque tendremos otros siete días de viaje . me temo que mis palabras no sirvan de consuelo…-dijo casi susurrando en su oído.
-Aunque deba viajar un mes…me resultaría más placentero – respondió ella
Afortunadamente el rito de la boda no duró demasiado, luego tocó el banquete y el momento de saludar a los novios.
Cuando se acercó a la novia, Azize no pudo evitar sentir pena, no era amiga de la princesa extranjera pero la conocía, era un par de años menor que ella y a pesar de que sonreía a todos, tenía los ojos hinchados. Era evidente que no estaba feliz con aquella boda y que había estado llorando recientemente.
Pero ese era el destino de las mujeres nobles, de pronto se sintió agradecida porque sin importar que tan complicado fuera todo, ella estaba casada con el hombre que amaba secretamente y además, era una buena persona. Podía confiar en él.
Estaba segura de que aquella joven no corría con la misma suerte.
Se sintió extraña al felicitarla por la boda, pero era una fórmula de cortesía. Luego saludó al novio y sintió un escalofrío mientras éste la contemplaba, sin embargo la presencia de Cian a su lado la tranquilizaba.
Por eso un poco más tarde cuando se vieron apartados se sintió inquieta, él había sido retenido por un viejo General con el que tenía muy buena relación, mientras ella era arrastrada por un grupo de invitadas que comentaban cada pequeña trivialidad sobre el festejo.
Ella apenas si asintió a algunos comentarios y se alejó tan pronto le fue posible, lamentablemente se topó con el príncipe que acababa de contraer matrimonio.
Era evidente que estaba borracho.
-Su Alteza – saludó ella intentando evadirlo.
-Princesa, pudiste ser mi esposa…¿lo sabes? De hecho habría sido muy placentero, eres mucho más bella que mi esposa y con esa mirada que tienes, imagino que habría sido un reto domarte…- le dijo y ella sintió que el estómago se le revolvía.
- Será mejor que vuelva con “su” esposa…-dijo ella remarcando sus palabras
-Es una lástima…pero parece ser que tienes un gusto extraño en hombres…- dijo él con un tono lascivo que la  hizo desear tener su daga a mano, además aunque retrocedía, él seguía acercándosele, había mucha gente pero no podía armar un escándalo. Dio otro paso hacia atrás y entonces tropezó con un muro cálido y un brazo la sujetó por la cintura hasta que estuvo pegada a un cuerpo masculino, Cian estaba detrás de ella.
-Te estaba buscando, amor mío – dijo a sus espaldas sin soltarla, luego su voz se volvió amenazante y se dirigió al príncipe- Su Alteza, debería regresar con su esposa, en lugar de darle tanta atención a “mi” esposa.- dijo y su postura, más su tono, logró que el príncipe se fuera luego de dedicarles una sonrisa burlona.
-Cian…-susurró ella y pudo escuchar la respiración agitada de su esposo como si estuviera conteniéndose.
-Perdón por la demora…¿estás bien?- preguntó girándola hacia él
-Sí, gracias
-Estás temblando. Salgamos de aquí, vamos a los jardines por un poco d aire- dijo él y la tomó de la mano. Tan pronto salieron del salón, Cian se inclinó hacia ella y le quitó los adornos de la cabeza liberándole el cabello
- Cian…- protestó Azize.
- Estarás más cómoda…- se justificó.
-Pero, no puedo...
-Azize, dudo que tengan buena opinión sobre nosotros hagamos lo que hagamos. Así que trataremos de pasar inadvertidos el resto de la fiesta y mañana temprano nos pondremos en marcha.
-De acuerdo – asintió la joven y le quitó los adornos del cabello que él aún llevaba en la mano- La espada te queda mejor…yo los llevaré.
-Vamos – dijo él y le agarró la mano que tenía libre.                                                                                            
Pasearon un rato por el jardín, luego volvieron al salón pero manteniéndose al margen tanto como le fue posible. Sobre todo lejos de los anfitriones y de la reciente pareja real.
Igualmente la expresión de Cian era una advertencia para quien se les acercara.
Se quedaron el tiempo que consideraron prudente y luego se retiraron a dormir, querían descansar para marcharse temprano.
Cian dejó a Azize en la habitación para que se cambiara y acostara cómodamente y él fue a avisarle a su escolta que tuvieran todo listo para partir en la mañana.
Cuando regresó ella estaba dormida, la cubrió bien con la manta, le acomodó el cabello , dejó encendido un solo farol y se acostó en el diván.
Un par de horas después lo despertó un grito de Azize, se levantó de prisa y corrió hacia la cama, por lo visto ella estaba quejándose dormida,  el sueño que estaba teniendo la turbaba, se sentó a su lado y la sacudió con gentileza para despertarla.
-Azize, despierta, es un sueño… - dijo mientras la despertaba. Finalmente ella abrió los ojos pero se la notaba confusa, como si le costara reconocer cuál era el mundo real.
-Azize..- volvió a llamarla y finalmente ella enfocó su mirada en él.
-Cian…
-Estabas soñando, ¿estás bien?
-Cian…-volvió a decir ella y se abrazó a él echándole los brazos al cuello.
-¿Estás bien? – volvió a preguntar preocupado.
-Estaba soñando que no podía regresar a casa, me había casado con ese horrible príncipe y tenía que quedarme aquí…ya no podía regresar…
-Tranquila, mañana volveremos a casa y yo soy tu esposo..- dijo él apartándola un poco y mirándola a los ojos.
Los ojos de Azize se veían más grandes, casi irreales bajo la tenue luz del farol que le daba un extraño color a aquella habitación de tonos rojos y dorados.
-Gracias, gracias por ser mi esposo…- dijo ella mirándolo y Cian sintió que algo le golpeaba en el pecho.
-De verdad, ¿está bien que sea yo tu esposo? – preguntó
- Sí – susurró ella y él la besó. La joven no retrocedió ni lo rechazo, sino que aceptó el beso y lo devolvió a su vez, se aferró a él y enredó las manos en su cabello para acercarlo más.
Cian olvidó todo salvo el calor de la joven  que sostenía entre sus brazos, quizás amara a otro, quizás todo era un error, pero la deseaba con locura.
El momento tenía un viso de irrealidad que los envolvía, y de algún modo los liberaba.
Siguió besándola y se acostó a su lado para poder sostenerla, la joven gimió levemente y eso lo alentó a continuar.
Cuando Azize despertó de aquel sueño y vio a Cian a su lado, sólo pudo aferrarse a él, aún tenía la angustia que le había despertado el imaginar estar lejos, casada con alguien que no amaba, lo necesitaba, así que cuando la besó le respondió con todo su ser.
Podía sentir que era diferente a la vez anterior, él no se contenía y ella no tenía miedo.
Lo abrazó, lo alentó y cuando Cian empezó a acariciarla y quitarle la ropa de dormir, ella hizo lo mismo con él, hasta que estuvieron desnudos y enredados.
Era algo tan natural esta vez, podía sentir la pasión de él y eso estimulaba su propio deseo, cuando él se acomodó , ella enredó las esbeltas piernas en su cintura para atraerlo hacia sí. Aún estar piel contra piel no le resultaba lo suficientemente cerca, lo sintió gemir y luego entró en ella.
La unión fue maravillosa, aún era algo nuevo y ligeramente incómodo pero apenas estuvo dentro de ella, el placer barrió con todo lo demás.
Azize estaba desbordada por las emociones y sensaciones, podía sentir a Cian en cada fibra de su cuerpo y podía sentir que le hacía el amor como un hombre a una mujer deseada. No era algo controlado, ni seguían órdenes, en ese instante solo eran ellos dos y una necesidad cruda.
Amarse, tocarse, sentirse, besarse, era una necesidad irreprimible, en cierta forma eran dos extranjeros que sólo podían refugiarse uno en el otro
La joven no pensó que pudiera resistir tanta intensidad, pero cuando él los guió a la cima se dejó llevar.
Mucho después, Cian contempló a la mujer que dormía sobre él,  se la veía tan delicada, imaginaba el contraste que era el cuerpo delicado de ella contra el suyo mucho más grande, más oscuro y con cicatrices.
Dormía agotada, saciada y confiada.
Besó su cabeza ,luego la envolvió con los brazos , pensó que nunca la dejaría ir y se quedó dormido.

4 comentarios:

  1. Oh my God! Sabías cuanto esperabamos esto??? siiii creo que lo sabías, me ha gustado y lo sabes, es un quebradero de cabeza estas escenas de pronto, pero has transmitido lo justo y exacto, ahora... que pasará cuando ambos estén despiertos??? ahhh ansias.. ansias... pero no presiono... que conste.

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  2. ... me he quedado sin palabras...

    Maravilloso, por fin algo de amor entre estos dos sin obligaciones.
    Perfecto.

    Muchas gracias Nata

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  3. Excelente capítulo y con ganas de másssssssss (como de costumbre).
    Gracias Nata y un abrazo!

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  4. Gracias Nata... porfin aquellos dos se dejaron llevar por sus sentimientos, solo falta que sepan que ambos se aman, que resuelvan las dudas de a quien amará realmente el otro.

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