Durante unos minutos se
quedaron mirándose y luego Cian carraspeó.
-Si necesita tiempo ,
puedo salir…- dijo él sin darse cuenta que volvía a hablarle formalmente.
-No es necesario- dijo
ella y se metió debajo de las mantas casi completamente vestida.
Cian tampoco se quitó la ropa y se acostó en el
jergón, dejó un pequeño farol encendido como precaución.
Azize no podía dormir así
que con esa pequeña luz como aliada
aprovechó para observar a Cian dormir, aunque sabía que más mínimo ruido lo
despertaría, por el momento estaba dormido y podía mirarlo tranquilamente.
Era el hombre que amaba y
sin embargo era como las estrellas que veía a través de aquel novedoso invento,
podía parecer cercano porque era su esposo pero estaba infinitamente lejos de
ella pues no tenía su corazón.
Él había dicho que no
había pasado nada con la bella cortesana de La Casa de las Flores y que no
tendría una concubina, se preguntó, como se había preguntado desde los catorce
años qué tipo de mujer era la que podría ganar su amor.
Imaginó que sería mucho
más fácil si lo supiera, quizás podría encontrar un camino hacia él.
Finalmente, observándolo,
se quedó dormida.
Cuatro días de viaje después,
antes de llegar a su destino, hicieron un alto para cambiarse la ropa que
llegaban por una más lujosa, acorde a su estatus, luego Cian subió al carruaje
junto a Azize. Ambos tenían en claro que aquel viaje no era una visita común a
otro reino, sino que iban como la pareja real , eran los representantes de su
nación y debían mostrarse unidos, tal como el rey se los había recordado.
-Un lugar tan pequeño, es
asfixiante…-susurró él ya que estaba
acostumbrado a montar a caballo en lugar de viajar en carruaje y ella lo miró
elevando una ceja.
-Supongo que ahora
entiendes por qué me gusta tanto escaparme, tengo la sensación de estar
encerrada en una caja….
- Tiene sus ventajas los
días de lluvia…-dijo él intentando aligerar el ánimo de ella y Azize le sonrió.
-Sobre todo cuando se
atasca en el barro…aunque creo que en ese caso quien más ha sufrido has sido tú
y tus hombres intentando sacarlo, ¿verdad?
-O sacarte de él cuando se
rompe…
-Ves…no es tan cómodo.
-Al menos esta vez no lo
padecerás sola.
-Eso es una ventaja, casi
estoy tentada a hacer el camino de regreso a caballo y que tú lo hagas en el
carruaje…-dijo ella divertida y él gruñó bajo para exagerar su disgusto.
-Cian…allí…también estarás
a mi lado, ¿verdad?
-Por supuesto, no tienes
que preocuparte.
-Traje mi daga…-dijo ella
-Vaya preparativos para
asistir a una boda, princesa – dijo pero luego agregó con seriedad- Esperemos
que no sea necesario, que sólo tengamos que soportar a nobles hipócritas, mucho
ceremonial y comida en exceso.
Cuando llegaron fueron
recibidos con gran pompa, los novios recién podrían ser vistos en la ceremonia
y el festejo, pero presentaron sus respetos a los monarcas del lugar.
Azize pudo sentir las
miradas hostiles de sus anfitriones y se aferró con fuerza al brazo que le
extendió Cian como si adivinara su inquietud. Así, aferrada a él, pudo enfrentarlos
con entereza.
Luego de los saludos, la
entrega de regalos y el breve discurso de la joven en el que expresaba las
felicitaciones en nombre de su padre y de su pueblo por la boda, fueron guiados
a su habitación
Al entrar, ambos se
quedaron sin habla. Era exageradamente opulenta.
-Es…-murmuró la princesa
sin saber cómo explicarse.
-Demasiado…de todo…-dijo
Cian, recorriendo el lugar con la mirada. Era una habitación muy grande, sin
ventanas, con una inmensa cama con columnas. Tanto el cortinado como la ropa de
cama eran de colores rojos y dorados.
Había dos grandes divanes
y también un cuarto de baño. El resto de los muebles eran de caras maderas con
terminaciones en oro.
El lugar estaba iluminado
por varios faroles de elaborada manufactura.
Tanto exceso no era del
gusto de ninguno de los dos, Cian estaba acostumbrado a la sencillez y Azize
prefería algo más natural.
-¿Crees que nos dieron
este lugar a propósito? – preguntó él
-Eso parece, quiero decir
es como si quisieran alardear de tanto lujo…es opresivo – dijo ella paseándose
por la recargada estancia.
-Sólo un par de días y nos
iremos de aquí – le dijo él y ella asintió.
La ceremonia de la boda se
llevaría a cabo al día siguiente junto al banquete, pero había muchas
actividades previas aquel día. Había competencias y bailes, comida y bebida que
se servía en los jardines y , sin dudas,
pactos comerciales y grandes conspiraciones, como cada vez que se reunía
tanta gente poderosa.
La belleza floreciente de
Azize llamaba la atención y despertaba murmullos de admiración pero la
presencia constante de Cian a su lado actuaba como escudo ante cualquier
comentario malicioso. A pesar de llevar ropa acorde a su estatus de Príncipe
Consorte , llevaba también la espada a la cintura lo que era un firme
recordatorio de cuan letal podía ser.
Aquel primer día fue muy
ajetreado, cuando llegó la noche la princesa estaba agotada, no sólo por las incomodidades
de tan largo viaje, sino por actuar durante todo el día, por sonreír y mantener
la compostura sin dejar traslucir sus emociones.
Se dio un baño y cuando
salió casi tambaleaba del cansancio.
-Duerme, Azize, mañana
será un día más largo aún – aconsejó Cian y aquello la hizo recordar que
compartían habitación una vez más. Allí no podían pedir una cama extra ni nada
por el etilo que los delatara.
-En el diván…dormiré allí
- se adelantó él señalando uno de los dos que había en la habitación
Ella iba a decirle que
estará incómodo pero sabía que él
argumentaría que era un soldado y estaba acostumbrado a dormir e lugares
peores. No dejaba de ser cierto, pero también él necesitaba un buen descanso, a
pesar de eso ella no tenía el coraje para invitarlo a la cama.
Una vez había reunido el
valor necesario para entregarse a él, y
ya no le quedaba ni una pizca de valentía en ese aspecto. Ni siquiera para algo
inocente como compartir una cama enorme en la que fácilmente podían dormir
ambos sin siquiera rozarse.
Así que asintió en
silencio, se acostó y se durmió inmediatamente.
Cuando despertó, Cian no
estaba en la habitación, estaba por salir a buscarlo cuando llamaron a la
puerta, eran las asistentes que habían viajado con ellos y que venían a
ayudarla para prepararse para la boda.
Como embajadora de su
nación debía cuidar muy bien su apariencia, lo que implicaba otra larga sesión
de complejos peinados, maquillaje y ornamentos, así como pesados trajes de
sedas bordadas.
Debería estar
acostumbrada, pero Azize pensaba que nunca se acostumbraría.
-Su alteza pidió que le
avisáramos cuando esté lista, dijo que él esperaría afuera…- le dijo una chica
informándole sobre Cian y ella se sintió
aliviada de saber que estaba esperándola y que tal como había dicho no la
dejaría sola.
Casi una hora después
salió de la habitación, ataviada para la
ceremonia, él estaba apoyado en una de las paredes con expresión ansiosa.
Apenas la vio se encaminó a ella, también estaba vestido de gala aunque no se
había desprendido de su espada. Esbozó una sonrisa al verlo, fue un gesto
involuntario e inesperadamente él también le sonrió.
-¿Vamos? – preguntó
extendiendo su brazo para que ella se
apoyara.
-Vamos – confirmó y luego
caminaron juntos para reunirse con los demás invitados a la boda.
Él acompasó el ritmo de
sus pasos a los de ella y trató de relajarse, estaba con los sentidos en alerta
e incómodo de estar en aquel lugar, pero había prometido no dejarla sola y por
eso debía cumplir a la perfección su papel como príncipe consorte.
Cuando asistieron a la
boda, Azize no pudo evitar recordar su propia boda, los nervios, la inseguridad
y aquel anhelo que había ocultado ferozmente, que algún día el hombre con el
que se casaba llegara a amarla.
Sin darse cuenta suspiró y
Cian bajó la cabeza para hablarle.
-¿Estás bien?
-Sí, las
horquillas…molestan – dijo ella buscando una excusa que no la delatara, además
no era una mentira pues estaba empezando a dolerle la cabeza con el peinado tan
elaborado y tenso que llevaba.
De ponto Cian sujetó su mano para confortarla. Ella se
sorprendió por el gesto tan atípico pero luego la calidez de la mano de él
logró tranquilizarla
-Resiste princesa, ya
mañana acabará esta encantadora visita y volveremos a casa…aunque tendremos
otros siete días de viaje . me temo que mis palabras no sirvan de
consuelo…-dijo casi susurrando en su oído.
-Aunque deba viajar un
mes…me resultaría más placentero – respondió ella
Afortunadamente el rito de
la boda no duró demasiado, luego tocó el banquete y el momento de saludar a los
novios.
Cuando se acercó a la
novia, Azize no pudo evitar sentir pena, no era amiga de la princesa extranjera
pero la conocía, era un par de años menor que ella y a pesar de que sonreía a
todos, tenía los ojos hinchados. Era evidente que no estaba feliz con aquella
boda y que había estado llorando recientemente.
Pero ese era el destino de
las mujeres nobles, de pronto se sintió agradecida porque sin importar que tan
complicado fuera todo, ella estaba casada con el hombre que amaba secretamente
y además, era una buena persona. Podía confiar en él.
Estaba segura de que
aquella joven no corría con la misma suerte.
Se sintió extraña al
felicitarla por la boda, pero era una fórmula de cortesía. Luego saludó al
novio y sintió un escalofrío mientras éste la contemplaba, sin embargo la
presencia de Cian a su lado la tranquilizaba.
Por eso un poco más tarde
cuando se vieron apartados se sintió inquieta, él había sido retenido por un
viejo General con el que tenía muy buena relación, mientras ella era arrastrada
por un grupo de invitadas que comentaban cada pequeña trivialidad sobre el festejo.
Ella apenas si asintió a
algunos comentarios y se alejó tan pronto le fue posible, lamentablemente se
topó con el príncipe que acababa de contraer matrimonio.
Era evidente que estaba
borracho.
-Su Alteza – saludó ella
intentando evadirlo.
-Princesa, pudiste ser mi
esposa…¿lo sabes? De hecho habría sido muy placentero, eres mucho más bella que
mi esposa y con esa mirada que tienes, imagino que habría sido un reto
domarte…- le dijo y ella sintió que el estómago se le revolvía.
- Será mejor que vuelva
con “su” esposa…-dijo ella remarcando sus palabras
-Es una lástima…pero
parece ser que tienes un gusto extraño en hombres…- dijo él con un tono lascivo
que la hizo desear tener su daga a mano,
además aunque retrocedía, él seguía acercándosele, había mucha gente pero no
podía armar un escándalo. Dio otro paso hacia atrás y entonces tropezó con un
muro cálido y un brazo la sujetó por la cintura hasta que estuvo pegada a un
cuerpo masculino, Cian estaba detrás de ella.
-Te estaba buscando, amor
mío – dijo a sus espaldas sin soltarla, luego su voz se volvió amenazante y se
dirigió al príncipe- Su Alteza, debería regresar con su esposa, en lugar de
darle tanta atención a “mi” esposa.- dijo y su postura, más su tono, logró que
el príncipe se fuera luego de dedicarles una sonrisa burlona.
-Cian…-susurró ella y pudo
escuchar la respiración agitada de su esposo como si estuviera conteniéndose.
-Perdón por la
demora…¿estás bien?- preguntó girándola hacia él
-Sí, gracias
-Estás temblando. Salgamos
de aquí, vamos a los jardines por un poco d aire- dijo él y la tomó de la mano.
Tan pronto salieron del salón, Cian se inclinó hacia ella y le quitó los
adornos de la cabeza liberándole el cabello
- Cian…- protestó Azize.
- Estarás más cómoda…- se
justificó.
-Pero, no puedo...
-Azize, dudo que tengan
buena opinión sobre nosotros hagamos lo que hagamos. Así que trataremos de
pasar inadvertidos el resto de la fiesta y mañana temprano nos pondremos en
marcha.
-De acuerdo – asintió la
joven y le quitó los adornos del cabello que él aún llevaba en la mano- La
espada te queda mejor…yo los llevaré.
-Vamos – dijo él y le
agarró la mano que tenía libre.
Pasearon un rato por el
jardín, luego volvieron al salón pero manteniéndose al margen tanto como le fue
posible. Sobre todo lejos de los anfitriones y de la reciente pareja real.
Igualmente la expresión de
Cian era una advertencia para quien se les acercara.
Se quedaron el tiempo que
consideraron prudente y luego se retiraron a dormir, querían descansar para
marcharse temprano.
Cian dejó a Azize en la
habitación para que se cambiara y acostara cómodamente y él fue a avisarle a su
escolta que tuvieran todo listo para partir en la mañana.
Cuando regresó ella estaba
dormida, la cubrió bien con la manta, le acomodó el cabello , dejó encendido un
solo farol y se acostó en el diván.
Un par de horas después lo
despertó un grito de Azize, se levantó de prisa y corrió hacia la cama, por lo
visto ella estaba quejándose dormida, el
sueño que estaba teniendo la turbaba, se sentó a su lado y la sacudió con
gentileza para despertarla.
-Azize, despierta, es un
sueño… - dijo mientras la despertaba. Finalmente ella abrió los ojos pero se la
notaba confusa, como si le costara reconocer cuál era el mundo real.
-Azize..- volvió a
llamarla y finalmente ella enfocó su mirada en él.
-Cian…
-Estabas soñando, ¿estás
bien?
-Cian…-volvió a decir ella
y se abrazó a él echándole los brazos al cuello.
-¿Estás bien? – volvió a
preguntar preocupado.
-Estaba soñando que no
podía regresar a casa, me había casado con ese horrible príncipe y tenía que
quedarme aquí…ya no podía regresar…
-Tranquila, mañana
volveremos a casa y yo soy tu esposo..- dijo él apartándola un poco y mirándola
a los ojos.
Los ojos de Azize se veían
más grandes, casi irreales bajo la tenue luz del farol que le daba un extraño
color a aquella habitación de tonos rojos y dorados.
-Gracias, gracias por ser
mi esposo…- dijo ella mirándolo y Cian sintió que algo le golpeaba en el pecho.
-De verdad, ¿está bien que
sea yo tu esposo? – preguntó
- Sí – susurró ella y él
la besó. La joven no retrocedió ni lo rechazo, sino que aceptó el beso y lo
devolvió a su vez, se aferró a él y enredó las manos en su cabello para
acercarlo más.
Cian olvidó todo salvo el
calor de la joven que sostenía entre sus
brazos, quizás amara a otro, quizás todo era un error, pero la deseaba con
locura.
El momento tenía un viso
de irrealidad que los envolvía, y de algún modo los liberaba.
Siguió besándola y se
acostó a su lado para poder sostenerla, la joven gimió levemente y eso lo
alentó a continuar.
Cuando Azize despertó de
aquel sueño y vio a Cian a su lado, sólo pudo aferrarse a él, aún tenía la
angustia que le había despertado el imaginar estar lejos, casada con alguien
que no amaba, lo necesitaba, así que cuando la besó le respondió con todo su
ser.
Podía sentir que era
diferente a la vez anterior, él no se contenía y ella no tenía miedo.
Lo abrazó, lo alentó y
cuando Cian empezó a acariciarla y quitarle la ropa de dormir, ella hizo lo
mismo con él, hasta que estuvieron desnudos y enredados.
Era algo tan natural esta
vez, podía sentir la pasión de él y eso estimulaba su propio deseo, cuando él
se acomodó , ella enredó las esbeltas piernas en su cintura para atraerlo hacia
sí. Aún estar piel contra piel no le resultaba lo suficientemente cerca, lo
sintió gemir y luego entró en ella.
La unión fue maravillosa,
aún era algo nuevo y ligeramente incómodo pero apenas estuvo dentro de ella, el
placer barrió con todo lo demás.
Azize estaba desbordada
por las emociones y sensaciones, podía sentir a Cian en cada fibra de su cuerpo
y podía sentir que le hacía el amor como un hombre a una mujer deseada. No era
algo controlado, ni seguían órdenes, en ese instante solo eran ellos dos y una
necesidad cruda.
Amarse, tocarse, sentirse,
besarse, era una necesidad irreprimible, en cierta forma eran dos extranjeros
que sólo podían refugiarse uno en el otro
La joven no pensó que
pudiera resistir tanta intensidad, pero cuando él los guió a la cima se dejó
llevar.
Mucho después, Cian
contempló a la mujer que dormía sobre él,
se la veía tan delicada, imaginaba el contraste que era el cuerpo
delicado de ella contra el suyo mucho más grande, más oscuro y con cicatrices.
Dormía agotada, saciada y
confiada.
Besó su cabeza ,luego la
envolvió con los brazos , pensó que nunca la dejaría ir y se quedó dormido.
Oh my God! Sabías cuanto esperabamos esto??? siiii creo que lo sabías, me ha gustado y lo sabes, es un quebradero de cabeza estas escenas de pronto, pero has transmitido lo justo y exacto, ahora... que pasará cuando ambos estén despiertos??? ahhh ansias.. ansias... pero no presiono... que conste.
ResponderEliminar... me he quedado sin palabras...
ResponderEliminarMaravilloso, por fin algo de amor entre estos dos sin obligaciones.
Perfecto.
Muchas gracias Nata
Excelente capítulo y con ganas de másssssssss (como de costumbre).
ResponderEliminarGracias Nata y un abrazo!
Gracias Nata... porfin aquellos dos se dejaron llevar por sus sentimientos, solo falta que sepan que ambos se aman, que resuelvan las dudas de a quien amará realmente el otro.
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