miércoles, 5 de febrero de 2014

La elección 20



Poco después los sonidos de personas que salían dejaban la fiesta, los interrumpieron. Era hora de regresar a la tierra, Azize hasta suspiró en disconformidad.
Quería seguir en aquel lugar apartado, mirando las estrellas y disfrutando de la calma, sin embargo no podía ser.
-Tenemos que volver – dijo con pesar mientras aferraba contra su pecho el regalo de su esposo. Cian asintió
-Es lo mejor, ha sido un día muy agotador – dijo él y luego en silencio la acompañó hasta sus aposentos.
-Buenas noches – saludó ella
-Que descanses – le respondió Cian y cuando Azize entró a su habitación volvió a sumergirse en la soledad.


Un par de días después, cuando se fueron los visitantes y la vida en palacio retomó su cotidianeidad, un nuevo suceso los sacudió.
El rey había convocado a Azize y Cian para informarles que debían asistir a una boda en un país extranjero, uno que no era aliado, sino más bien enemigo.
-¡De ninguna manera, no iremos!- dijo Cian enfadado.
-No es una opción – dijo el Rey.
-No es seguro…-discutió el guerrero.
-Tampoco quiero ir-  intervino Azize
-Han sido invitados, no ir sería una afrenta y una muestra de debilidad, incluso de temor. El príncipe que se casa era uno de los posibles candidatos a ser tu marido, Azize, ahora se ha casado con otra princesa fortaleciendo una alianza que a la larga podría ponernos en desventaja.
Deben ir y mostrarse con seguridad, demostrar que no nos sentimos amenazados y que somos una Nación fuerte….
-Es tomar un riesgo innecesario..-insistió Cian.
-E ir también es mostrar que nos movemos como ellos quieren, Su Majestad- intervino Azize.
-Ha sido una orden, irás , ya que en este momento tú eres nuestro mayor punto débil y eres quien debe mostrarse digna de ocupar el lugar que se te ha dado– dijo el rey y ella lo miró furiosa.
-¡Su Majestad! – lo censuró Cian sabiendo que aquellas palabras herían a la joven.
-Tú te encargarás de protegerla Cian, ahora déjanos solos, quiero hablar con ella a solas – dijo el Rey, Cian miró a ambos , aún estaba molesto pero sabía que no  era momento para insistir, hizo una reverencia y se retiró.
-Azize, esto es sólo el principio, cada vez será más difícil – le dijo su padre una vez que estuvieron a solas.
-No me gusta- dijo ella- no me gusta ser una ficha en un tablero…
-Pero gobernar no es muy diferente a un juego de estrategias, y con tu casamiento nos pusimos en desventaja. Mucha gente esperaba una alianza y que aquel que fuera tu esposo, sería quien gobernaba en el futuro. Pero en lugar de eso, te casaste con el comandante de nuestro ejército, no hubo alianza, reforzamos nuestra autonomía y además, te convertiste en la futura reina…
- Si iba a traer tantas complicaciones.. entonces…¿por qué? – preguntó ella cansada de la carga que debía llevar.
-Porque siempre fue mi idea que tú fueras la reina, te eduqué para serlo….y porque Cian es el hombre que siempre has amado – dijo el rey mirándola a los ojos y Azize ahogó una exclamación.
-¿Lo sabías? – preguntó sorprendida.
-Eres mi hija, Azize, lo has amado desde que tienes catorce años...pensé que estarías bien si él era tu esposo, sin embargo no parece ser así…Aún a costa de nuestros interesas hice que te casaras con el hombre qué querías, ¿por qué no eres feliz?
-Padre…yo..no lo quería así, no de esta manera. No quería que se casara conmigo por una orden, quería su corazón…quería ser la mujer que amara, no una princesa que debe seguir custodiando - dijo ella casi al borde de las lágrimas, se sentía atormentada al pensar que sus sueños de amor se habían vuelto un matrimonio de conveniencia.
Y se sentía abrumada por sus sentimientos, por el hecho de que su padre hubiera sabido lo que ella sentía, y que hubiese pensado en ella al concertar aquel matrimonio.
-Ni siquiera un rey puede meterse en los corazones de las personas, Azize, eres la única que puede hacer algo … - dijo y ella no pudo evitar llorar porque tampoco sabía qué hacer…

Aquella noche, mientras estaba solo, el rey se preguntó cómo podía haber salido todo tan mal, había usado su poder para el bien de su hija, pero todo se había trastocado.
Anheló la presencia de su esposa, tener alguien a quien poder hablarle de sus preocupaciones y miedos.
Pero era el rey, y eso era casi una condena de soledad. Ni siquiera a su amada hija podía cargarla con el peso de ciertas decisiones, pero deseaba para ella algo diferente, que no tuviera que recorrer sola el difícil camino de un gobernante.

Más allá de la evidente disconformidad de Cian , un par de días después, él y Azize partieron al extranjero para asistir a la boda.
Ella después de la conversación con su padre ya no había intentado disuadirlo y había acatado las órdenes. Los acompañaban un grupo selecto de guerreros y una comitiva encarada de asistirlos durante el trayecto.
Se sentía como en los viejos tiempos, ella viajando en el carruaje y Cian cabalgando a su lado. Había intentado que viajara en el interior junto a ella pero se había negado, tampoco le había permitido cabalgar a ella.
-Es un viaje largo, y será incómodo, estarás más protegida así , yo no sirvo para viajar en carruaje– dijo él y ella frunció el ceño.
-Estaré a tu lado – dijo él para conformarla , así que ella dejó la ventanilla levantada y el cabalgó al ritmo del carruaje  para poder ir hablando con ella.
Aún yendo a buen ritmo, el viaje les llevaría unos siete días, así  que además de los regalos de boda llevaban vivieres y enseres necesarios para tan largo desplazamiento.
La primera noche que se detuvieron a descansar, luego de que armaran las tiendas, Azize se acercó a Cian.
-¿Podemos alejarnos un poco de los demás? – preguntó ella y él la miró claramente disconforme, parte del plan de seguridad consistía en permanecer juntos.
-¿Por qué? – preguntó él
-Esto…-dijo ella y le mostró el regalo que él le había hecho.
-¿Lo has traído contigo?
-Por supuesto y quiero ir a ver  las estrellas…me tranquiliza hacerlo.
-De acuerdo, los exploradores han dicho que la zona es tranquila. Vamos – dijo él y la acompañó a un claro un poco alejado, donde tuvieran privacidad.
Azize iba a sentarse en el suelo cuando Cian se lo impidió, se  quitó la capa y la puso a modo de manta para que ella se sentara con comodidad.
-Podría haber puesto mi capa…- dijo Azize
-Gracias- dijo ella y lo invitó- siéntate conmigo.
Cian se acomodó a su lado aunque mantuvo cierta distancia. La joven miró un rato las estrellas y luego le pasó a él el objeto para que las observara también.
-¿Cómo se te ocurrió ese regalo? – preguntó ella.
-Me costó encontrar algo adecuado para ti, pero al verlo imaginé que te gustaría. Sé que no te interesan las cosas superficiales, pasas tanto tiempo en la biblioteca que debía ser algo interesante y también me gustó algo que pusiera al alcance de la mano algo tan inalcanzable y lejano como una estrella…-dijo él con un tono de voz extraño que ella no pudo descifrar.
- Una vez más gracias, por buscar y encontrar algo adecuado para mí…
-Menos mal que no elegí una escultura de oro de un cerdo – respondió con ligereza recordándole uno de los regalos que había recibido de unos invitados en su cumpleaños, la joven no pudo evitar reír.
-¡Es horroroso! ¿ Verdad? – exclamó divertida. Había tenido que contener la risa cuando lo había visto
-Podrías enviarlo a fundir…
-Me parece buena idea, creo que es lo primero que haré cuando regresemos a casa - dijo ella con aire risueño y él se la quedó mirando de reojo
-Sí, deberías. Ahora será mejor ir a dormir. Es probable que mañana podamos dormir en una posada, será más cómodo- dijo él y la ayudó a  ponerse en pie.
-Sabes, es una sensación extraña esta de viajar tan lejos, aunque no quiera ir, en el fondo me alegro…
- No entiendo.
-Me alegra que no me estén escoltando a mí para que me case en el extranjero. Es tranquilizador – dijo ella dirigiéndole una suave sonrisa.
- Si lo es…- susurró él pero ella no alcanzó a escucharlo. Volvieron al campamento a pasar la noche, les quedaba un largo camino por delante
Los dos días siguientes fueron iguales y el tercero bordearon un poblado, así que pudieron hacer noche en una posada cercana.
-No tendremos otra oportunidad hasta llegar, así que será mejor que descanses bien y aproveches a asearte- le indicó Cian a Azize mientras la acompañaba a su habitación.
-¿Y los demás?- preguntó preocupada por quienes los acompañaban.
-Los sirvientes se hospedarán aquí también y los soldados, salvo los que hagan guardia harán campamento, no hay espacio para tanta gente, aunque sí todos comerán aquí –explicó él.
-¿Tú? – preguntó ella y lo vio dudar
- Haré guardia…
-Cian, necesitas descansar…y eres el Príncipe Consorte, quiero decir, se supone, se espera que…Al menos busca una habitación para ti- dijo sin saber cómo explicarse.
-No quedan más habitaciones- dijo él seriamente
-Duerme aquí – dijo ella y se ruborizó –Quiero decir….cuando leguemos allá tendremos que estar en una misma habitación, sería extraño si no lo hacemos...no es que…
-Entiendo Azize. Está bien, haré arreglos para pasar la noche aquí – dijo con seriedad .
Después bajaron a cenar junto a los demás, una comida caliente fue muy bienvenida y reparadora.
Cuando volvieron a su habitación Azize vio que habían instalado un jergón y se sintió inquieta, era una situación extraña aquella de compartir habitación con él. Tampoco era uno de los amplios aposentos de Palacio, era una pequeña habitación en la que no podían evitarse.

3 comentarios:

  1. ¡¡Oh, oh...!!
    ¿Que pasará? jijijiji
    Muchos besos

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  2. ¡Me encantó! Gracias Nata, quiero másssssss.
    Abrazos.

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  3. Omo... que ya se digan lo que sienten... jejeje, se que no es momento todavia, que interesante sis, mas con cada capo!

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