Poco después los sonidos
de personas que salían dejaban la fiesta, los interrumpieron. Era hora de
regresar a la tierra, Azize hasta suspiró en disconformidad.
Quería seguir en aquel
lugar apartado, mirando las estrellas y disfrutando de la calma, sin embargo no
podía ser.
-Tenemos que volver – dijo
con pesar mientras aferraba contra su pecho el regalo de su esposo. Cian
asintió
-Es lo mejor, ha sido un
día muy agotador – dijo él y luego en silencio la acompañó hasta sus aposentos.
-Buenas noches – saludó ella
-Que descanses – le
respondió Cian y cuando Azize entró a su habitación volvió a sumergirse en la
soledad.
Un par de días después,
cuando se fueron los visitantes y la vida en palacio retomó su cotidianeidad,
un nuevo suceso los sacudió.
El rey había convocado a
Azize y Cian para informarles que debían asistir a una boda en un país
extranjero, uno que no era aliado, sino más bien enemigo.
-¡De ninguna manera, no
iremos!- dijo Cian enfadado.
-No es una opción – dijo
el Rey.
-No es seguro…-discutió el
guerrero.
-Tampoco quiero ir- intervino Azize
-Han sido invitados, no ir
sería una afrenta y una muestra de debilidad, incluso de temor. El príncipe que
se casa era uno de los posibles candidatos a ser tu marido, Azize, ahora se ha
casado con otra princesa fortaleciendo una alianza que a la larga podría
ponernos en desventaja.
Deben ir y mostrarse con
seguridad, demostrar que no nos sentimos amenazados y que somos una Nación
fuerte….
-Es tomar un riesgo
innecesario..-insistió Cian.
-E ir también es mostrar que
nos movemos como ellos quieren, Su Majestad- intervino Azize.
-Ha sido una orden, irás ,
ya que en este momento tú eres nuestro mayor punto débil y eres quien debe mostrarse
digna de ocupar el lugar que se te ha dado– dijo el rey y ella lo miró furiosa.
-¡Su Majestad! – lo
censuró Cian sabiendo que aquellas palabras herían a la joven.
-Tú te encargarás de
protegerla Cian, ahora déjanos solos, quiero hablar con ella a solas – dijo el
Rey, Cian miró a ambos , aún estaba molesto pero sabía que no era momento para insistir, hizo una
reverencia y se retiró.
-Azize, esto es sólo el
principio, cada vez será más difícil – le dijo su padre una vez que estuvieron
a solas.
-No me gusta- dijo ella-
no me gusta ser una ficha en un tablero…
-Pero gobernar no es muy
diferente a un juego de estrategias, y con tu casamiento nos pusimos en
desventaja. Mucha gente esperaba una alianza y que aquel que fuera tu esposo,
sería quien gobernaba en el futuro. Pero en lugar de eso, te casaste con el
comandante de nuestro ejército, no hubo alianza, reforzamos nuestra autonomía y
además, te convertiste en la futura reina…
- Si iba a traer tantas
complicaciones.. entonces…¿por qué? – preguntó ella cansada de la carga que
debía llevar.
-Porque siempre fue mi
idea que tú fueras la reina, te eduqué para serlo….y porque Cian es el hombre
que siempre has amado – dijo el rey mirándola a los ojos y Azize ahogó una
exclamación.
-¿Lo sabías? – preguntó
sorprendida.
-Eres mi hija, Azize, lo
has amado desde que tienes catorce años...pensé que estarías bien si él era tu
esposo, sin embargo no parece ser así…Aún a costa de nuestros interesas hice
que te casaras con el hombre qué querías, ¿por qué no eres feliz?
-Padre…yo..no lo quería
así, no de esta manera. No quería que se casara conmigo por una orden, quería
su corazón…quería ser la mujer que amara, no una princesa que debe seguir
custodiando - dijo ella casi al borde de las lágrimas, se sentía atormentada al
pensar que sus sueños de amor se habían vuelto un matrimonio de conveniencia.
Y se sentía abrumada por
sus sentimientos, por el hecho de que su padre hubiera sabido lo que ella
sentía, y que hubiese pensado en ella al concertar aquel matrimonio.
-Ni siquiera un rey puede
meterse en los corazones de las personas, Azize, eres la única que puede hacer
algo … - dijo y ella no pudo evitar llorar porque tampoco sabía qué hacer…
Aquella noche, mientras
estaba solo, el rey se preguntó cómo podía haber salido todo tan mal, había
usado su poder para el bien de su hija, pero todo se había trastocado.
Anheló la presencia de su
esposa, tener alguien a quien poder hablarle de sus preocupaciones y miedos.
Pero era el rey, y eso era
casi una condena de soledad. Ni siquiera a su amada hija podía cargarla con el
peso de ciertas decisiones, pero deseaba para ella algo diferente, que no
tuviera que recorrer sola el difícil camino de un gobernante.
Más allá de la evidente
disconformidad de Cian , un par de días después, él y Azize partieron al
extranjero para asistir a la boda.
Ella después de la
conversación con su padre ya no había intentado disuadirlo y había acatado las
órdenes. Los acompañaban un grupo selecto de guerreros y una comitiva encarada
de asistirlos durante el trayecto.
Se sentía como en los
viejos tiempos, ella viajando en el carruaje y Cian cabalgando a su lado. Había
intentado que viajara en el interior junto a ella pero se había negado, tampoco
le había permitido cabalgar a ella.
-Es un viaje largo, y será
incómodo, estarás más protegida así , yo no sirvo para viajar en carruaje– dijo
él y ella frunció el ceño.
-Estaré a tu lado – dijo él
para conformarla , así que ella dejó la ventanilla levantada y el cabalgó al
ritmo del carruaje para poder ir
hablando con ella.
Aún yendo a buen ritmo, el
viaje les llevaría unos siete días, así
que además de los regalos de boda llevaban vivieres y enseres necesarios
para tan largo desplazamiento.
La primera noche que se
detuvieron a descansar, luego de que armaran las tiendas, Azize se acercó a
Cian.
-¿Podemos alejarnos un
poco de los demás? – preguntó ella y él la miró claramente disconforme, parte
del plan de seguridad consistía en permanecer juntos.
-¿Por qué? – preguntó él
-Esto…-dijo ella y le
mostró el regalo que él le había hecho.
-¿Lo has traído contigo?
-Por supuesto y quiero ir
a ver las estrellas…me tranquiliza
hacerlo.
-De acuerdo, los
exploradores han dicho que la zona es tranquila. Vamos – dijo él y la acompañó
a un claro un poco alejado, donde tuvieran privacidad.
Azize iba a sentarse en el
suelo cuando Cian se lo impidió, se
quitó la capa y la puso a modo de manta para que ella se sentara con
comodidad.
-Podría haber puesto mi
capa…- dijo Azize
-Gracias- dijo ella y lo
invitó- siéntate conmigo.
Cian se acomodó a su lado
aunque mantuvo cierta distancia. La joven miró un rato las estrellas y luego le
pasó a él el objeto para que las observara también.
-¿Cómo se te ocurrió ese
regalo? – preguntó ella.
-Me costó encontrar algo
adecuado para ti, pero al verlo imaginé que te gustaría. Sé que no te interesan
las cosas superficiales, pasas tanto tiempo en la biblioteca que debía ser algo
interesante y también me gustó algo que pusiera al alcance de la mano algo tan
inalcanzable y lejano como una estrella…-dijo él con un tono de voz extraño que
ella no pudo descifrar.
- Una vez más gracias, por
buscar y encontrar algo adecuado para mí…
-Menos mal que no elegí
una escultura de oro de un cerdo – respondió con ligereza recordándole uno de
los regalos que había recibido de unos invitados en su cumpleaños, la joven no
pudo evitar reír.
-¡Es horroroso! ¿ Verdad?
– exclamó divertida. Había tenido que contener la risa cuando lo había visto
-Podrías enviarlo a
fundir…
-Me parece buena idea,
creo que es lo primero que haré cuando regresemos a casa - dijo ella con aire
risueño y él se la quedó mirando de reojo
-Sí, deberías. Ahora será
mejor ir a dormir. Es probable que mañana podamos dormir en una posada, será
más cómodo- dijo él y la ayudó a ponerse
en pie.
-Sabes, es una sensación
extraña esta de viajar tan lejos, aunque no quiera ir, en el fondo me alegro…
- No entiendo.
-Me alegra que no me estén
escoltando a mí para que me case en el extranjero. Es tranquilizador – dijo
ella dirigiéndole una suave sonrisa.
- Si lo es…- susurró él
pero ella no alcanzó a escucharlo. Volvieron al campamento a pasar la noche,
les quedaba un largo camino por delante
Los dos días siguientes
fueron iguales y el tercero bordearon un poblado, así que pudieron hacer noche
en una posada cercana.
-No tendremos otra oportunidad
hasta llegar, así que será mejor que descanses bien y aproveches a asearte- le indicó
Cian a Azize mientras la acompañaba a su habitación.
-¿Y los demás?- preguntó
preocupada por quienes los acompañaban.
-Los sirvientes se hospedarán
aquí también y los soldados, salvo los que hagan guardia harán campamento, no
hay espacio para tanta gente, aunque sí todos comerán aquí –explicó él.
-¿Tú? – preguntó ella y lo
vio dudar
- Haré guardia…
-Cian, necesitas
descansar…y eres el Príncipe Consorte, quiero decir, se supone, se espera que…Al
menos busca una habitación para ti- dijo sin saber cómo explicarse.
-No quedan más
habitaciones- dijo él seriamente
-Duerme aquí – dijo ella y
se ruborizó –Quiero decir….cuando leguemos allá tendremos que estar en una misma
habitación, sería extraño si no lo hacemos...no es que…
-Entiendo Azize. Está
bien, haré arreglos para pasar la noche aquí – dijo con seriedad .
Después bajaron a cenar
junto a los demás, una comida caliente fue muy bienvenida y reparadora.
Cuando volvieron a su
habitación Azize vio que habían instalado un jergón y se sintió inquieta, era
una situación extraña aquella de compartir habitación con él. Tampoco era uno
de los amplios aposentos de Palacio, era una pequeña habitación en la que no podían
evitarse.
¡¡Oh, oh...!!
ResponderEliminar¿Que pasará? jijijiji
Muchos besos
¡Me encantó! Gracias Nata, quiero másssssss.
ResponderEliminarAbrazos.
Omo... que ya se digan lo que sienten... jejeje, se que no es momento todavia, que interesante sis, mas con cada capo!
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