sábado, 25 de enero de 2014

La elección 17



Al despertar, Cian aún sentía el cuerpo resentido por el esfuerzo que había hecho para llegar a tiempo, había cabalgado sin parar durante un día. Había estado tan cansado que se había dormido apenas se había echado en la cama.
Se movió para levantarse y entonces, sorpresivamente, se chocó con algo inesperado, un cuerpo cálido acurrucado a su lado.
Azize estaba allí.

Ella también se despertó con el movimiento de él, de pronto se encontraron mirándose el uno al otro totalmente extrañados por la situación de despertar juntos .
La chica recordó las palabras de su padre sobre engendrar a un heredero y se sonrojó inmediatamente, no quería que Cian malinterpretara su presencia allí.
-¿Qué haces aquí? – preguntó él incorporándose.
- Yo ..me quedé dormida…- se excusó ella.
-¿Aquí…?
-Anoche…vine a pedirte disculpas – dijo ella incómoda- Lamento las cosas que dije y también como se comportó mi padre, y que te hayas preocupado por mi seguridad. Supongo que no pensé bien en las consecuencias, sólo quería atraparlos. Tú habías trabajado mucho en ello, y todos habían dado lo mejor de sí y habían sido valientes, incluso esa mujer, yo también deseaba ayudar…era mi deber…- dijo mientras iba bajando el tono de voz a medida que hablaba sin parar.
Cian exhaló con fuerza, había muchas cosas que quería decirle a aquella jovencita que estaba sentada sobre su cama y que hablaba tímidamente, despojada de su orgullo y altanería. Había mucho que quería decirle, pero no era capaz de hacerlo.
-Entiendo ...-dijo abrumado por la presencia de ella allí- yo…necesito cambiarme…y lavarme…
-Claro, claro – respondió ella nerviosa y se levantó de prisa de la cama para retirarse de la habitación.
-Azize ..-la llamó él cuando ella estaba marchándose y se giró a mirarlo algo cohibida, aunque le daba tranquilidad que la llamara por su nombre, quizás significara que habían vuelto a acortar las distancias.
-¿Sí?
-Fuiste valiente, siempre lo has sido – dijo él  y le sonrió muy levemente. Ella hizo una reverencia como agradecimiento a tal elogio y se marchó.
Cian maldijo en voz baja una vez que estuvo solo, desde el día quela había salvado cinco años atrás su vida siempre había estado en jaque por aquella joven.
Princesa a la que debía obediencia, niña que tenía que proteger y ahora su esposa.
Aún no se recobraba de haberla visto allí a su lado al despertar, de sentirla contra él , del perfume que emanaba su piel y de aquellos grandes ojos que lo miraban apenados mientras se disculpaba, como si de verdad le preocupara que hubiese sido herido.
Y también recordaba la guerra de palabras del día anterior y la desesperación al verla allí, rodeaba de traidores o la furia que había sentido al ver su rostro golpeado.
Necesitaba despejarse, tenía por delante un día tan duro como el anterior, debía ir a hablar con el rey y explicar lo sucedido detalladamente, y ver qué decisión tomaría el monarca sobre los traidores.
Se dio un baño rápido, se cambió de ropa y fue a la sala de audiencias a meterse en otro tipo de batalla.
A primeras horas de la tarde terminó la audiencia con el rey, había sido agotador aunque para ser justos, el gobernante había mostrado ecuanimidad y sabiduría al escuchar y decidir qué hacer con los culpables. También delante de los demás había ensalzado las acciones de él y de Azize para detener a los conspiradores.
Pero a solas, le expresó su preocupación.
-Tú sabes como yo que esto recién empieza, hemos atrapado y escarmentado a estos traidores, y probablemente por un tiempo nadie intentará nada. Pero no podemos bajar la guardia, esto también aumentará el rencor entre los detractores, tarde o temprano volverán a intentar algo. Y con lo que sucedió , Azize se ha puesto en el centro de atención.- dijo el rey y Cian comprendió que aquello era muy cierto, también él se había enfadado con la princesa por eso. Porque ya no era una niña, ni una la futura reina, con sus acciones, ella se había vuelto en un peligro.
Habían atentado contra ella cuando sólo tenía catorce años, ahora era un blanco mucho más llamativo, era la futura reina y una que no temía ir a cazar personalmente a sus enemigos.
Ciertamente había sorteado un peligro, pero ahora estaba más preocupado que antes.
Minutos después que llegara a su habitación entraron unas sirvientas trayendo bandejas de comida.
-¿Y esto? – preguntó extrañado.
-Lo envía Su Alteza, le preocupaba que no hubiera comido aún.
-Ella…mi esposa…Su Alteza – dijo incómodo - ¿ya ha comido?
-No, todavía no- respondió una sirvienta tímidamente y él asintió.
Azize había estado demasiado inquieta, todo lo que había sucedido el día anterior, luego el despertar junto a Cian y finalmente que su padre  prohibiera que ella asistiese a la reunión y la mantuviera al margen de las decisiones que se tomarían.
Y estaba preocupada porque el guerrero tuviera que pasar otro mal momento debido a su padre, lo único que se le ocurrió fue enviarle comida.
Recordaba lo bien que se había sentido cuando él le había llevado aquellos pastelillos, deseaba brindarle esa clase de confort. Por ello se sintió desanimada cuando vio entrar a  las sirvientas que había enviado cargando las bandejas con comida de regreso.
-¿Qué...?- iba a preguntar pero descubrió que Cian seguía a las mujeres e incluso cargaba una de las bandejas.
-Si no has comido aún, me gustaría comer contigo – dijo él y ella asintió sorprendida.
Dejaron las bandejas sobre la mesa baja y las sirvientas se retiraron dejándolos solos.
-Gracias, por la comida – dijo él sentándose y Azize se sentó frente a él. Era muy parecido a la última vez, sólo que era pleno día, entraba la luz del sol y el perfume del jardín.
-¿Todo fue bien? – preguntó tímidamente ella.
-Sí, todo bien. Aunque supongo que quieres saber qué sucedió, ¿verdad?
-¿Me contarás? No me dejaron estar presente – dijo ella con un deje de molestia en su voz.
-Sí, te contaré, porque no tiene sentido ocultártelo cuando has estado involucrada y porque es mejor que estés al tanto y en alerta.
-¿Mi padre está en peligro? – preguntó ella.
-Supongo que en cierta forma, los gobernantes siempre lo están – dijo él y la su mirada reflejó dolor al decirlo.
-También yo y tú, ¿no es así?
-Sí, pero no es algo nuevo.
-No, no lo es. Desde que nací ha sido  así…
-De acuerdo, te contaré rápidamente lo que se habló, sobre los castigos que le dio tu padre a los traidores y lo que quieras saber. Pero primero vamos a comer, como si nada de eso existiera, ni  importara…
-Solo dos personas comiendo tranquilamente – dijo ella con un tono reflexivo como si le atrajera la idea de ser alguien común lejos de las intrigas palaciegas.
Sí, y con hambre – aclaró él y ella sonrió  por aquella faceta tan expresiva de su esposo.
Comieron tranquilos y una vez que les retiraron las bandejas, Cian le contó lo sucedido en la audiencia.
Después hablaron sobre la actual situación de las fronteras y sobre lo que sucedía en palacio.
Habían sido días complicados, pero, ahora hablando con él, Azize sentía que aquella pesarosa sensación de estar sola desaparecía.
-Azize, creo que sería buena idea que aprendieras algo de defensa.
-¿Comandante, me dejará usar armas? – preguntó ella con cierta diversión.
-No estoy seguro aún, pero me temo que no estoy tranquilo de ninguna manera. No alcanza que yo te cuide, ni mis hombres, no me agrada que aprendas a golpear o uses armas, pero tampoco que estés vulnerable.
-¿Me enseñarás, entonces?
-Lo estoy pensando – respondió al ver el entusiasmo de ella.
-Por favor, necesito salir de aquí adentro. En este tiempo me la he pasado encerrada, en la biblioteca o escuchando intrigas de la corte y rumores de mujeres que no tienen nada que hacer…
-Y también haciendo planes y atrapando conspiradores – agregó él y ella se sonrojo.
-También eso. De ser un príncipe habría sido diferente, ¿verdad? – preguntó ella y su mirada se volvió reflexiva.
Cian imaginó que ella meditaba sobre que su vida podría ser mejor de haber nacido hombre, quizás podría haber tenido más libertad de elección. E imaginaba que por ejemplo habría tenido más libertad sobre la elección de con quién casarse, o quizás no.
No podían saberlo y tampoco tenía ganas de imaginarlo, de imaginar que aquella princesa no existiese.
-No lo sé, supongo que no mucho, las obligaciones vienen con su posición. De ser hombre también tendría las limitaciones de sus deberes como príncipe heredero – le respondió sin darse cuenta que regresaba a hablarle formalmente.
-Supongo que tienes razón e imagino que algunas cosas serían peores. Me pregunto si aún nos conoceríamos, si de todas formas estarías a mi lado, aunque supongo que serías mi instructor y no mi marido, ¿verdad? – comentó ella y él no supo distinguir lo que había tras aquellas palabras
-De todas formas, creo que seré tu instructor. Mañana hablaremos sobre eso, ahora me retiró para que descanses un rato. Gracias por la comida, estuvo deliciosa.
-También descansa, Cian – respondió ella  y él se marchó.
Azize se quedó mirando a la espalda de aquel guerrero mientras se marchaba , sumida en un torbellino de pensamientos y preguntas.



5 comentarios:

  1. Gracias Nata. Cada vez esta más interesante. Estas intrigas con romance me gustan mucho.
    Como siempre esperando mas jijijiji.
    Muchos besos

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  2. Me encantó el gesto de Azize y también que Cian se lo "regresara". Esa comida fue linda y estoy esperando más de ellos. Son una pareja excepcional (y ni lo notan jeje).
    Abrazos!

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  3. Quiero que pronto esos dos se eneteren que el sentimiento es mutuo. me da pena y rabia cuando el otro piensa que al ser un matrimonio arreglado no hay amor, me necanto el cap. gracias

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  4. Va a enseñarle a pelear. Que interesante, con su melena al vuelo. Seguramente, cerca de ella, agarre de hombros, etc... muy que me emociono..... quiero más, se que será un entrenamiento picante. A que sí

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  5. Sissssss sabes que me gusta nomu nomu la historia, gracias por calmar mis ansias.

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