Al despertar, Cian aún
sentía el cuerpo resentido por el esfuerzo que había hecho para llegar a
tiempo, había cabalgado sin parar durante un día. Había estado tan cansado que
se había dormido apenas se había echado en la cama.
Se movió para levantarse y
entonces, sorpresivamente, se chocó con algo inesperado, un cuerpo cálido
acurrucado a su lado.
Azize estaba allí.
Ella también se despertó con
el movimiento de él, de pronto se encontraron mirándose el uno al otro
totalmente extrañados por la situación de despertar juntos .
La chica recordó las
palabras de su padre sobre engendrar a un heredero y se sonrojó inmediatamente,
no quería que Cian malinterpretara su presencia allí.
-¿Qué haces aquí? –
preguntó él incorporándose.
- Yo ..me quedé dormida…-
se excusó ella.
-¿Aquí…?
-Anoche…vine a pedirte
disculpas – dijo ella incómoda- Lamento las cosas que dije y también como se
comportó mi padre, y que te hayas preocupado por mi seguridad. Supongo que no
pensé bien en las consecuencias, sólo quería atraparlos. Tú habías trabajado
mucho en ello, y todos habían dado lo mejor de sí y habían sido valientes,
incluso esa mujer, yo también deseaba ayudar…era mi deber…- dijo mientras iba
bajando el tono de voz a medida que hablaba sin parar.
Cian exhaló con fuerza,
había muchas cosas que quería decirle a aquella jovencita que estaba sentada
sobre su cama y que hablaba tímidamente, despojada de su orgullo y altanería.
Había mucho que quería decirle, pero no era capaz de hacerlo.
-Entiendo ...-dijo
abrumado por la presencia de ella allí- yo…necesito cambiarme…y lavarme…
-Claro, claro – respondió
ella nerviosa y se levantó de prisa de la cama para retirarse de la habitación.
-Azize ..-la llamó él
cuando ella estaba marchándose y se giró a mirarlo algo cohibida, aunque le
daba tranquilidad que la llamara por su nombre, quizás significara que habían
vuelto a acortar las distancias.
-¿Sí?
-Fuiste valiente, siempre
lo has sido – dijo él y le sonrió muy
levemente. Ella hizo una reverencia como agradecimiento a tal elogio y se
marchó.
Cian maldijo en voz baja
una vez que estuvo solo, desde el día quela había salvado cinco años atrás su
vida siempre había estado en jaque por aquella joven.
Princesa a la que debía obediencia,
niña que tenía que proteger y ahora su esposa.
Aún no se recobraba de
haberla visto allí a su lado al despertar, de sentirla contra él , del perfume
que emanaba su piel y de aquellos grandes ojos que lo miraban apenados mientras
se disculpaba, como si de verdad le preocupara que hubiese sido herido.
Y también recordaba la
guerra de palabras del día anterior y la desesperación al verla allí, rodeaba
de traidores o la furia que había sentido al ver su rostro golpeado.
Necesitaba despejarse,
tenía por delante un día tan duro como el anterior, debía ir a hablar con el
rey y explicar lo sucedido detalladamente, y ver qué decisión tomaría el
monarca sobre los traidores.
Se dio un baño rápido, se
cambió de ropa y fue a la sala de audiencias a meterse en otro tipo de batalla.
A primeras horas de la
tarde terminó la audiencia con el rey, había sido agotador aunque para ser
justos, el gobernante había mostrado ecuanimidad y sabiduría al escuchar y
decidir qué hacer con los culpables. También delante de los demás había
ensalzado las acciones de él y de Azize para detener a los conspiradores.
Pero a solas, le expresó
su preocupación.
-Tú sabes como yo que esto
recién empieza, hemos atrapado y escarmentado a estos traidores, y
probablemente por un tiempo nadie intentará nada. Pero no podemos bajar la
guardia, esto también aumentará el rencor entre los detractores, tarde o
temprano volverán a intentar algo. Y con lo que sucedió , Azize se ha puesto en
el centro de atención.- dijo el rey y Cian comprendió que aquello era muy
cierto, también él se había enfadado con la princesa por eso. Porque ya no era
una niña, ni una la futura reina, con sus acciones, ella se había vuelto en un
peligro.
Habían atentado contra
ella cuando sólo tenía catorce años, ahora era un blanco mucho más llamativo,
era la futura reina y una que no temía ir a cazar personalmente a sus enemigos.
Ciertamente había sorteado
un peligro, pero ahora estaba más preocupado que antes.
Minutos después que
llegara a su habitación entraron unas sirvientas trayendo bandejas de comida.
-¿Y esto? – preguntó
extrañado.
-Lo envía Su Alteza, le
preocupaba que no hubiera comido aún.
-Ella…mi esposa…Su Alteza
– dijo incómodo - ¿ya ha comido?
-No, todavía no- respondió
una sirvienta tímidamente y él asintió.
Azize había estado
demasiado inquieta, todo lo que había sucedido el día anterior, luego el
despertar junto a Cian y finalmente que su padre prohibiera que ella asistiese a la reunión y
la mantuviera al margen de las decisiones que se tomarían.
Y estaba preocupada porque
el guerrero tuviera que pasar otro mal momento debido a su padre, lo único que
se le ocurrió fue enviarle comida.
Recordaba lo bien que se
había sentido cuando él le había llevado aquellos pastelillos, deseaba
brindarle esa clase de confort. Por ello se sintió desanimada cuando vio entrar
a las sirvientas que había enviado
cargando las bandejas con comida de regreso.
-¿Qué...?- iba a preguntar
pero descubrió que Cian seguía a las mujeres e incluso cargaba una de las
bandejas.
-Si no has comido aún, me
gustaría comer contigo – dijo él y ella asintió sorprendida.
Dejaron las bandejas sobre
la mesa baja y las sirvientas se retiraron dejándolos solos.
-Gracias, por la comida –
dijo él sentándose y Azize se sentó frente a él. Era muy parecido a la última
vez, sólo que era pleno día, entraba la luz del sol y el perfume del jardín.
-¿Todo fue bien? –
preguntó tímidamente ella.
-Sí, todo bien. Aunque
supongo que quieres saber qué sucedió, ¿verdad?
-¿Me contarás? No me
dejaron estar presente – dijo ella con un deje de molestia en su voz.
-Sí, te contaré, porque no
tiene sentido ocultártelo cuando has estado involucrada y porque es mejor que
estés al tanto y en alerta.
-¿Mi padre está en
peligro? – preguntó ella.
-Supongo que en cierta
forma, los gobernantes siempre lo están – dijo él y la su mirada reflejó dolor
al decirlo.
-También yo y tú, ¿no es
así?
-Sí, pero no es algo
nuevo.
-No, no lo es. Desde que
nací ha sido así…
-De acuerdo, te contaré
rápidamente lo que se habló, sobre los castigos que le dio tu padre a los
traidores y lo que quieras saber. Pero primero vamos a comer, como si nada de
eso existiera, ni importara…
-Solo dos personas
comiendo tranquilamente – dijo ella con un tono reflexivo como si le atrajera
la idea de ser alguien común lejos de las intrigas palaciegas.
Sí, y con hambre – aclaró
él y ella sonrió por aquella faceta
tan expresiva de su esposo.
Comieron tranquilos y una
vez que les retiraron las bandejas, Cian le contó lo sucedido en la audiencia.
Después hablaron sobre la
actual situación de las fronteras y sobre lo que sucedía en palacio.
Habían sido días
complicados, pero, ahora hablando con él, Azize sentía que aquella pesarosa
sensación de estar sola desaparecía.
-Azize, creo que sería
buena idea que aprendieras algo de defensa.
-¿Comandante, me dejará
usar armas? – preguntó ella con cierta diversión.
-No estoy seguro aún, pero
me temo que no estoy tranquilo de ninguna manera. No alcanza que yo te cuide, ni
mis hombres, no me agrada que aprendas a golpear o uses armas, pero tampoco que
estés vulnerable.
-¿Me enseñarás, entonces?
-Lo estoy pensando –
respondió al ver el entusiasmo de ella.
-Por favor, necesito salir
de aquí adentro. En este tiempo me la he pasado encerrada, en la biblioteca o
escuchando intrigas de la corte y rumores de mujeres que no tienen nada que
hacer…
-Y también haciendo planes
y atrapando conspiradores – agregó él y ella se sonrojo.
-También eso. De ser un príncipe
habría sido diferente, ¿verdad? – preguntó ella y su mirada se volvió
reflexiva.
Cian imaginó que ella
meditaba sobre que su vida podría ser mejor de haber nacido hombre, quizás
podría haber tenido más libertad de elección. E imaginaba que por ejemplo habría
tenido más libertad sobre la elección de con quién casarse, o quizás no.
No podían saberlo y
tampoco tenía ganas de imaginarlo, de imaginar que aquella princesa no
existiese.
-No lo sé, supongo que no
mucho, las obligaciones vienen con su posición. De ser hombre también tendría
las limitaciones de sus deberes como príncipe heredero – le respondió sin darse
cuenta que regresaba a hablarle formalmente.
-Supongo que tienes razón
e imagino que algunas cosas serían peores. Me pregunto si aún nos conoceríamos,
si de todas formas estarías a mi lado, aunque supongo que serías mi instructor
y no mi marido, ¿verdad? – comentó ella y él no supo distinguir lo que había
tras aquellas palabras
-De todas formas, creo que
seré tu instructor. Mañana hablaremos sobre eso, ahora me retiró para que
descanses un rato. Gracias por la comida, estuvo deliciosa.
-También descansa, Cian –
respondió ella y él se marchó.
Azize se quedó mirando a
la espalda de aquel guerrero mientras se marchaba , sumida en un torbellino de
pensamientos y preguntas.
Gracias Nata. Cada vez esta más interesante. Estas intrigas con romance me gustan mucho.
ResponderEliminarComo siempre esperando mas jijijiji.
Muchos besos
Me encantó el gesto de Azize y también que Cian se lo "regresara". Esa comida fue linda y estoy esperando más de ellos. Son una pareja excepcional (y ni lo notan jeje).
ResponderEliminarAbrazos!
Quiero que pronto esos dos se eneteren que el sentimiento es mutuo. me da pena y rabia cuando el otro piensa que al ser un matrimonio arreglado no hay amor, me necanto el cap. gracias
ResponderEliminarVa a enseñarle a pelear. Que interesante, con su melena al vuelo. Seguramente, cerca de ella, agarre de hombros, etc... muy que me emociono..... quiero más, se que será un entrenamiento picante. A que sí
ResponderEliminarSissssss sabes que me gusta nomu nomu la historia, gracias por calmar mis ansias.
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