sábado, 11 de enero de 2014

Cuento Aniversario 1000 días. Viejos amores



Gabrielle había vuelto a su querida isla natal tras su desastroso matrimonio, había decidido volver a empezar y aquel era un buen lugar.
Había comprado el antiguo correo , siempre le había gustado aquel pequeño edificio blanco, iba a reformarlo para que fuera su casa y también pondría allí una pequeña librería.
Estaba en pleno plan de limpieza cuando él llegó, Liam McKinnnon estaba en la  entrada con su caja de herramientas. Él era la parte negativa de aquel lugar, lo que la había hecho dudar en regresar, pero bueno, ya era hora de seguir adelante.
-¿Qué haces aquí Liam? – preguntó mientras levantaba una polvareda barriendo como para reforzar su disgusto.
-Tu padre me pidió que viniera a ayudarte.- Respondió él y ella se hizo una nota mental de ir a explicarle a su padre que ella era una mujer adulta y no necesitaba que se entrometiera en su vida

-Has desperdiciado tu tiempo, no necesito ayuda y lo estoy haciendo perfectamente bien.
-Este lugar es muy viejo, Belle, no deberías estar aquí hasta que hagamos una revisión general – le dijo con suavidad como si hablara con una niña y además usando su antiguo sobrenombre.
-No necesito que metas tus narices en mi casa, Liam y está en bastante buen estado dijo ella y para reforzar sus palabras dio unos golpes con el pie en el suelo, pero tuvo la mala suerte de que su agujereara la madera y su pie pasara de largo.
-Ya lo veo – dijo él con una media sonrisa- Veo el estado en que se encuentra este lugar y veo lo terca que sigues siendo.-
-¡Rayos! – exclamó fastidiada y él se le acercó.
-¿Te hiciste daño?
-No, sólo mi orgullo – reconoció- Va a salirme asquerosamente caro poner este lugar en condiciones, ¿verdad? – preguntó y él asintió.
-Me temo que sí, pero siempre te gustó y va a quedar precioso cuando esté listo. Ahora será mejor que te olvides de barrer y revisemos que tanto problema hay en tu piso, si llega a haber termitas estamos acabados…- le dijo y ella gruñó como respuesta.
-Lo que me faltaba, termitas. De acuerdo, revisemos – dijo ella resignada. Fuera lo que fuera, Liam era el mejor si se trataba de construcciones y reparaciones. El edificio estaba en las mejores manos posibles, aunque no era lo mismo si se trataba de su corazón. Había aprendido aquella lección muchos años atrás.
-Vamos, Belle, ayúdame. Descubramos que hay debajo de tu viejo piso de madera.- dijo y empezó acomodar sus herramientas en el suelo.
Liam escogió un lugar junto a la pared y empezó a desprender las viejas láminas de madera.
-¿Y? – preguntó ella asomándose al hueco.
-Creo que no tenemos termitas…
-¿Qué es eso? – pregunto ella y metió la mano para sacar algo que había allí.
-¡Cuidado, puedes herirte la mano! – la censuró él, pero la chica ya había sacado lo que había visto.
-Es un sobre, una carta – dijo ella mirado el papel amarillento.
-Asombroso, debe estar aquí desde la época del viejo correo, es un milagro que se haya conservado.- comentó echando un papel al sobre y de pronto se quedó mirando los luminoso ojos verdes de ella. Tenían la misma expresión que de pequeña, cuando descubría algo que la maravillaba.
-Sí, un milagro – dijo ella y trató de descifrar la letra aunque estaba bastante borroneada.
-Bueno Gabrielle, las buenas noticas es que no tenemos termitas, y la base está en muy buen estado. Podremos arreglar tu piso con bastante facilidad.
-Mañana, ¿podemos seguir mañana?.Quisiera que me hagas un presupuesto.
-Estás apurada por ir a leer esa carta, te conozco – dijo el ordenando sus herramientas.
-Por supuesto que quiero leerla, ¿acaso no sientes curiosidad? – retrucó ella. Liam la conocía demasiado bien como para negar lo obvio.
-Ábrela – dijo y se sentó en el suelo.
-¿Qué?
-También quiero saber. Ábrela y léela, la encontramos juntos, tengo derecho a saber. No es justo que la leas sola y a escondidas.
-Está bien- dijo ella  y rasgo con mucho cuidado el sobre amarillento. Luego sacó los pliegues de papel que había dentro y empezó a leer.

                                                                                                                       Bahía de Sunset, 1961
Phillip:
                Mi amor, mi querido, mi amador Phillip, ni siquiera sé por dónde empezar la carta, así que creo que lo mejor es decirte esto, lo que no dije la última vez, te amo.
Espero que cuando leas esto aún me ames y vuelvas a mí, porque no sé vivir si no es contigo. La vida que puedo vislumbrar es a tu lado, con momentos felices, disfrutando de cosas pequeñas y uno junto al otro en los momentos malos.
Fui cobarde la última vez, porque aunque no lo entiendas me asusté y tenía miedo de perderte. Hemos estado juntos tanto tiempo que me dio miedo de que nuestra relación cambiara y te perdiera. De todas maneras te fuiste, pero voy a esperar que leas esta carta y que regreses a mí.
Sé que de otra manera no volverás, porque yo te alejé, pero espero que cuando leas estas palabras, entiendas.
Estaré en el lugar donde nos conocimos aquel lejano verano, ¿lo recuerdas? Allí esperaré tu regreso, mi amor. Voy a esperarte, un día y otro, toda mi vida si es necesario.
Siempre has sido mi otra parte, mi amigo, mi corazón, mi amado. Perdón por no verlo, perdón por no retenerte. Aunque ahora creo que también era necesario, porque sólo así pude entender completamente lo horroroso que es este vacío de no tenerte.
De niña imaginaba que el amor vendría anunciándose con bombos y platillos, lleno de brillo y estrellas, pero el amor es diferente a eso, el amor es tan simple, tan invisible, tan necesario como el amor que respiramos, y de la misma manera a veces nos pasa desapercibido.
Hay tanto que tengo que decirte, cosas que aclarar, necesito horas y horas, aunque en realidad usaría cualquier excusa sólo para poder hablar contigo una vez más.
Sin embargo no tengo mucho más para decir. Sólo una verdad, sólo un pedido.
Te amo, Phillip.
Te amo, vuelve a mí.
                                                                                                      Amanda
                                                                                                                                                  
Cuando terminó de leer, Gabrielle estaba llorando.
-¿Estás llorando? – preguntó Liam  al tiempo que le  limpiaba la cara con su mano.
-Es que..-intentó explicarse ella mientras se recomponía.
-Eres igual, siempre llorabas con las películas y los libros tristes
-Él nunca recibió la carta, Liam. Nunca supo que ella lo amaba y lo esperaba.
-Sentimental – le dijo él pero también su expresión decía que se había impresionado con aquella carta que tenía  más de cincuenta años.
-Tengo que encontrarlo….-sentenció ella
-¡¿Qué?!
-Debo entregarle la carta, él debe saberlo.
-Gabrielle te das cuenta que esta carta lleva allí más de cincuenta años, es probable que hayan seguido con sus vidas y ni recuerden este amor de juventud, o quizás estén muertos….no lo sé. ¿Qué piensas decir si lo encuentras? “Disculpe, tengo una carta de una mujer que hace cincuenta años lo  quiso pero fue tonta pro dejarlo ir, luego se arrepintió, pero lamentablemente la carta se perdió y quedó atorada en un piso de madera de un viejo correo”
-No suena tan mal- discutió ella.
-Belle, es terrible. Además qué sentido tiene si ya no puede cambiarlo
-Porque tiene derecho a saberlo – discutió ella.
-Aishhhhhhh, no tienes ni un gramo de sentido común. Eres adulta ya, deberías ser un poco más madura que esto.
-Lo soy Liam, ya tengo 29 años y soy adulta, diablos demasiado para mi gusto. Después del mayor fracaso de mi vida, he vuelto a refugiarme a mi hogar natal, no soy una niña que crea en cuentos de hadas. Sólo siento que es algo que debo hacer, que si encontré esta carta es por algo.
-Ni siquiera sabes sus nombres, ¿cómo los encontrarás?
-El destinatario está bastante legible, una lupa, un poco de concentración, algunas preguntas por aquí y allá y encontraré a Phillip.
De acuerdo, Sherlock. Me voy, tengo que seguir trabajando, mañana hablamos de las refacciones.
-Liam…- lo llamó antes que se fuera.
-¿Sí?
-Gracias por venir.
-No parecías muy entusiasmada al principio, supongo que tu hallazgo mejoró tu predisposición hacia mí. Y dale las gracias a tu padre, él me convenció – le dijo antes de marcharse.
Gabrielle suspiró al verlo marcharse, si su padre había tenido que convencerlo significaba que él tampoco había tenido muchas ganas de ir a verla, de hecho apenas si había cruzado algún saludo con ella desde que había regresado a la isla.
Liam McKinnon, su mejor amigo, su primer amor, el hombre que la había dejado ir diez años atrás.

Aquella noche, luego se estudiar el sobre minuciosamente, y consultar con algunos familiares y amigos sobre lo que opinaban de aquellas letras borrosas, Gabrielle se dio por satisfecha con sus pesquisas. Seguía sin saber el apellido de Amanda, pues el remitente había sido casi borrado por completo, pero sí tenía el apellido de Phillip. Era Seymore, estaba segura de ello.
Se durmió contenta y cuando se encontró con Liam al día siguiente sonreía de oreja a oreja.
-Parece que alguien atrapó un ratón, tienes la misma expresión que cuando te comiste sola el pastel de fresas que tu madre había hecho para el bazar – le recordó y eso la hizo sonreír más.
-Estaba rico y valió la pena el dolor de estómago que tuve luego.
-Y bien, suéltalo..
-Seymore, el apellido de Phillip es Seymore, estoy casi segura de ello.
- Que yo sepa no vive nadie con ese nombre en la isla, ni ha vivido o lo sabríamos . Lo más probable es que la aquí fuera sólo una posta para el correo y perdieran la carta que nunca llegó a su verdadero destino ¿Sólo un apellido? ¿Y ahora?
-Investigar, faebook, google y toda la tecnología moderna…- dijo ella señalando la notebook que tenía delante de ella.
-Estamos hablando de gente mayor , dudo que anden circulando por las redes sociales.
-Nunca se sabe, deberías tener un poco más de fe, Liam- le reprochó.
- Hablando de fe, hablemos de las reformas que tienes pensadas y de cuánto van a costarte.- le dijo sentándose a su lado y sacando un anotador.
-Sabes cómo arruinar la diversión, ¿verdad MacKinnon?
-Ese soy yo, ahora has pensado cuánto vas a gastar. Porque debes pensar en la librería que quieres poner también…
-Bueno tengo el dinero del acuerdo de divorcio, ahorros y puedo pedir un préstamo. Creo que tendría que alcanzar…- dijo ella.
-¿Fue muy malo? – preguntó de repente.
-¿Qué?
-Tu matrimonio, ¿fue tan malo?
-Sin contar con que lo encontré en la cama con otra…
-Bastardo – susurró él por lo bajo y ella sonrió.
-En realidad ya estábamos mal de antes, ni él ni nuestro matrimonio resultaron ser lo que esperaba, lo que había imaginado…
-¿Y qué esperabas? – pregunto mirándola fijamente
-Amor…con chispas y estrellas y..
-…y como el aire, necesario para respirar- finalizó él recordándole las palabras de la carta.
-Sí, eso.
-Y ahora estás de vuelta, me refiero a que dijiste que querías irte de aquí, conocer otros lugares, triunfar en la gran ciudad…¿estás bien?
-Era joven, tonta y en realidad tampoco era lo que quería decir. Este es mi lugar después de todo.
-Bien, suspende la investigación un rato Sherlock y hagamos números. – le dijo él cortando el rumbo de la conversación.
-¿Por qué no te casaste aún? – preguntó ella. De hecho era algo que le daba mucha curiosidad, era un hombre atractivo, trabajador y sabía que la mayoría de las mujeres de la isla de los 17 a los 40 estaría contenta de tenerlo de marido.
-No estoy interesado. ¿Presupuesto? – insistió y Gabrielle no tuvo más salida que aceptar su respuesta o más bien su negación a hablar de ello.
Una hora después la cabeza de la chica estaba llena de números, precios de materiales y preocupaciones demasiado realistas para pensar en el pasado.
-Aún estás a tiempo, puedes vender esto y conseguir otro lugar – le dijo él
-Pero amo este lugar, sabes que siempre amé este viejo correo, quiero revivirlo, darle una nueva oportunidad. Este edificio y yo somos ideales el uno para el otro – dijo pensando en que ella también estaba volviendo a levantarse después de una caída.
-No te preocupes, Belle, haremos que eso pase. Y de hecho si no te importa vivir un tiempo como  una moderna hippie, podemos arreglarlo. Nos encargaremos del piso, la instalación eléctrica y la fontanería primero, también podemos poner una división provisoria para crear el local para la librería, así puedes ponerla en funcionamiento e ir ganando algo de dinero. Después podemos encargarnos de lo demás, de a poco. También tenemos que crear una nueva entrada para la parte que será tu casa ya que la entrada principal será para el negocio. La puerta puede dar al jardín, siempre te gustó ese jardín… ¿qué? – preguntó al ver que ella lo observaba divertida.
-Amas esto, ¿verdad? Pensé que no ibas a parar de hablar para respirar..
-Lo siento, supongo que me entusiasmé.
-Gracias, Liam.
-¿Mmmm?
-Gracias por entender que me importe este lugar y por recordar que me gusta el jardín.
-Bueno, solíamos colarnos a jugar allí de niños.
-Sí, es un lugar ideal para niños…- dijo pensativa y se dio cuenta que a pesar de planear un futuro y una familia con su marido, jamás había imaginado los hijos de ambos. Jamás había pensado en cómo serían, en el color del cabello o los ojos. Pero años atrás si había imaginado a los hijos de Liam con ella, había imaginado que tendrían los ojos azules oscuros de él, los había imaginado jugando en las playas y en aquel jardín secreto del viejo correo.
-¿Belle?¿Dónde andas? – preguntó al verla distraída
- Oh, viajaba al pasado supongo. Está bien McKinnon, tus planes me parecen bien.
-Perfecto, averiguaré bien los precios de materiales y hablaremos luego, ¿te parece?
-Sí, gracias.
-Y si encuentras a tu Phillip , avísame…- dijo  cuando iba saliendo
-¿No que no te interesaba?
-Supongo que soy un romántico después de todo- le contestó sonriendo mientras se despedía
Gabrielle se preguntó qué tan diferente hubiera sido la historia si él la hubiera detenido años atrás, si le hubiera pedido que no se marchara.

Tres días después, Gabrielle entró corriendo al negocio de Liam. Estaba con un par de empleados estudiando unos planos pero se detuvo al verla entrar.
-¿Pasa algo? – preguntó por el hecho inusual de verla allí.
-¡LO ENCONTRÉ! ¡Encontré a Phillip! – exclamó ella agitando un papel en el aire y Liam despidió  a sus empleados para ir a reunirse con ella.
-¿En serio? ¿Cómo hiciste? ¿Estás segura que es él?- preguntó tan pronto se acomodaron y le sirvió una taza de café.
-Una pregunta por vez, mi estimado Watson….
-Rastreé en Bahía de Sunset y no había ninguna Amanda o más bien muchas, pero ninguna de esa edad, pero lo obvio es más fácil…Phillip vivió aquí en la isla.
-¿Aquí? Pero estoy seguro que no conozco a nadie con ese nombre aquí.
-No ahora, ni en un tiempo que recordemos, fueron pocos meses…en el año 1961. El destino de la carta era aquí, no era sólo un lugar de paso.
-¿Y Phillip?
-Se hospedó unos meses en el Hotel D’Briss, su nombre estaba en los registros.
-¿Revisaste los registros del Hotel D’Briss?
-Sí, ¿soy un genio, verdad?  En realidad me lo sugirió  la Sra. Appleton cuando le pregunté si conocía a alguien con ese nombre en la isla, me dijo que no, pero que podía ser un forastero o alguien de paso y que quizás los registros del Hotel D’Briss tuvieran algo porque siempre han sido muy puntillosos con la información.
-¿Y tienen registros de 1961?
-¡Tienen los registros desde su inauguración, 1940!- exclamó ella
-¿Y los leíste?
- Solo los de 1961, y allí estaba Phillip Seymore.
-No lo puedo creer, ¿y qué más descubriste?
-Bueno, allí había información sobre su dirección original . Adivina.
-Volvió a vivir allí.
-Correcto, al menos en la guía y en los registros electorales figura un Phillip Seymore.
-¿Y ahora?
-Voy a llamarlo y confirmar que sea él.
-¿Le dirás de la carta? Puedes espantar al hombre, quizás ni es él. Y ya debe ser alguien mayor…
-Halaré con él  le preguntaré si estuvo aquí alojado en el año 1961, si lo confirma, entonces le contaré de la carta y le pediré ir a verlo.
-¿Irás a verlo? Puedes enviarla y ya…
-¿Y qué se vuelva a perder? ¡Claro que no! Además quiero conocerlo.
-Va a pensar que estás loca.
- Si acepta verme….¿vendrías conmigo? –preguntó ella.
-¡¿Qué?! Ahora soy yo quien cree que estás loca, Gabrielle Dubois. ¿Quieres que abandone mi trabajo, y vaya al continente, a una ciudad extraña, a meterme en el pasado de alguien que no conozco?
-Quiero que me acompañes. La carta la encontramos ambos- dijo un poco incómoda.
-Belle….
-Es importante para mí y tienes razón ,parece una locura. Tenías razón, me entusiasmé demasiado con esta historia y no sé qué pasará, si tú estuvieras allí….
-De verdad no se qué esperas de esta aventura, Belle.
-Tampoco yo lo sé, Liam. Pero tengo que llegar al final para descubrirlo.
-De acuerdo.
-¿De acuerdo?
-Si ese hombre acepta verte, iré contigo. Te acompañaré hasta el final , Belle.- dijo él y ella sintió con un nudo de emoción que le impedía hablar. Había algo en aquellas palabras que le llegaba profundamente.
Una semana después, ambos viajaban en el ferri rumbo al continente, Phillip Seymore había aceptado verlos después de escuchar sobre la carta.
Belle estaba en la borda mirando cómo se alejaban de la costa. Liam se puso junto a ella.
-¿Está bien tu camioneta?
-Sí, ya revisé, todo bajo control. Vamos a necesitarla para llegar a la casa de tu Phillip, son varios kilómetros de viaje.
-Gracias de nuevo.
-En qué pensabas mientras mirabas la costa.
-Recordaba, aquella vez me quedé mirando la costa, esperando que llegaras, esperaba que llegaras a detenerme y pedirme que me quedaras.
-Me habías dicho que querías dejar la isla, que querías conocer el mundo.
-Quería que me detuvieras, que me pidieras que me quedara….pero no llegaste, nunca llegaste.
-Ya no podemos cambiarlo, es el pasado Belle.
-Lo sé. Olvídalo. Sólo me dio algo de nostalgia…- dijo ella y por mirar al mar no vio la mirada anhelante que él le dedicó.

Tras un largo viaje, finalmente llegaron a la casa de Phillip Seymore.
Gabrielle se quedó petrificada frente a la puerta mientras aferraba la carta con fuerza.
-¿Y? ¿No vas a llamara? Te está esperando y ya hemos llegado hasta aquí. Belle.
-Es qué…-dijo ella pero Liam se adelantó y llamó a la puerta.
-¡Liam!- protestó y le golpeo un brazo pero la puerta se abrió. Un hombre de más de setenta años y ojos verdes se la quedó mirando.
-Hola…soy…
-¿La Srta. Dubois, verdad? – preguntó él y tenía una voz cálida, amable.
-Sí…
-Pasen, pasen, por favor.- los invitó a entrar y se presentaron formalmente en el living.
-Soy Gabrielle Dubois, hablé con usted por teléfono.
-Sí, encantado, la esperaba.
-Mi nombre es Liam McKinnon. Soy amigo de ella..
-Encontramos juntos la carta – dijo ella.
-La carta…-dijo el hombre pensativo
-La tengo aquí…
-No aún, no aún. Vengan por favor, han hecho un largo viaje. Vamos a sentarnos y hablar tranquilamente, por aquí- Dijo y los invitó a la amplia cocina. Era luminosa y con ventanales a un bonito jardín.
-Es mi lugar favorito, ¿quieren beber algo, té, café, jugo? Me temo que no tengo comida que ofrecerles, mi esposa salió y soy un poco inútil para atender invitados solo.
-No se preocupe, está bien.
-A mí me vendría bien un jugo- mencionó Liam y Phillip le sonrió.
- Sí, a mí también me hace falta beber algo- dijo él y sirvió tres vasos de jugos de naranja. Luego se sentó. Y Gabrielle le alcanzó la carta.
-Aquí está, me temo que llega tarde y lamento haberla abierto pero de no ser así, no habría podido localizarlo.
-La carta de Amanda…-dijo él y tomó el sobre con reverencia. La sacó y la leyó y a medida que leía sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Será mejor que nos vamos- dijo La chica un poco incómoda.
-No, no, está bien.  Significa mucho que la hayas traído a mí , después de tanto tiempo…y quisiera que se queden a cenar. Es lo menso que puedo hacer.
-Ya nos hemos entrometido demasiado, cumplimos nuestra misión y además seguramente su esposa….-dijo imaginando que la mujer no estaría contenta de encontrarlos allí y saber que venían a recordar un amor pasado de su marido.
-Mi esposa, no se preocupen, ella sabe todo y estará contenta de recibirlos. El pasado es el pasado…-aclaró el hombre y ese momento sintieron que abrían la puerta.
-Ya regresé Phil, y traigo pasteles. Bety hizo una cantidad obscena de pasteles, claro que si a esta edad no se lo permite en su propio cumpleaños, entonces…-dijo ella mientras iba acercándose a la cocina
-Tenemos invitados – anunció Phillip poniéndose en pie.
-Oh, lo siento, debiste decirme antes- se excuso ella avergonzada. Era una mujer mayor, menuda y con apariencia muy juvenil, sus ojos se dirigieron a la carta que estaba en la mesa y luego a su marido, casi como preguntándole algo.
-Un gusto- dijeron a un tiempo Liam y Gabrielle un poco incómodos por aquella situación, sentían que sobraban y por primera vez la chica se sintió mal por reflotar el pasado.
-Déjenme que los presente, ellos son Liam McKinnon y Gabrielle Dubois, quienes encontraron la carat y la trajeron hasta aquí. Ella es mi esposa…Amanda – los presentó y los invitados la miraron extrañados.
-¿Amanda? – preguntaron a coro y vieron sonreír a la pareja.
-Sí, Amanda, la que envió la carta- aclaró ella y luego miró a su marido- Te dije que te había escrito una carta….
-Sí, amor, yo nunca dije que mintieras, supuse  que se había perdido.
-Dudaste Phillip Seymore.
-Ya no importa, acabo de leerla y es una carta preciosa, me alegra que llegara a mis manos, aún después de tanto tiempo.
-¿Se casaron? – preguntó Liam
-Él nunca recibió su carta…¿cómo?- preguntó Belle y la mujer se sentó junto a su marido.
-La amaba, no podía dejarla ir.- respondió sencillamente
-Lo esperé cada día después de enviar la carta, luego de tres meses imaginé que ya no volvería a verlo, que no  me había perdonado….igual iba a segur esperando por él…y entonces un año después, llegó. Pensé que era un sueño.
-La extrañaba tanto, había pasado un año fingiendo que estaba vivo, no aguantaba más, así que regresé al lugar donde nos conocimos y ella estaba allí, esperándome. No lo podía creer. Me habló de la carta pero yo jamás la había recibido…hasta hoy. Sin embargo el día que nos encontramos hablamos y hablamos y supimos que no íbamos separarnos nunca más.
-Cincuenta y tres años, cinco hijos, diez nietos y dos bisnietos después aquí estamos – dijo ella con una sonrisa y miró a su esposo con infinito amor
-Dijo que el pasado no importaba…- le recordó Liam a Phillip.
-Ni el pasado, ni nada, sólo importa el amor. Nos amábamos , eso era todo, nos dieron una segunda oportunidad y decidimos aprovecharla sin tener en cuenta el pasado, los malos entendidos, las distancias y todo lo que nos había separado.- aclaró él
-El amor, el amor lo es todo- dijo Amanda.
- ¿Estás llorando de nuevo? – preguntó Liam a Belle.
-Es que es una historia muy bella…- dijo ella mientras se limpiaba el rostro.
-Gracias por traernos esta carta, son las palabras de Manda pero también es su corazón, me alegra que esté en mis manos– dijo Liam con sinceridad y la chica le sonrió.
-Gracias a ustedes por encontrarse, por amarse- dijo ella con una sonrisa.
Ambo se quedaron a cenar con el matrimonio que les contó parte de sus historias y les mostraron fotos de hijos y nietos. Se amaban aún, cualquier que los viera juntos podía verlo y habían construido una hermosa familia juntos.
-Fue una buena aventura – le dijo Liam cuando regresaban.
-Sí y con final feliz.- respondió ella.
-¿Eso es lo que buscabas al perseguir esta historia? ¿Un final feliz?
-Sí, creer en los finales felices- dijo ella y ya no volvieron a hablar del tema. Durmieron un poco en el viaje en ferri y llegaron por la mañana a la isla.
-¿Te dejo en casa de tus padres?- preguntó Liam.
-No, llévame al correo, tengo ganas de estar allí.
-De acuerdo – dijo él y la condujo al viejo correo.
-Cuando hayas decidido algo sobre los arreglos, llámame- dijo despidiéndose desde la camioneta y ella asintió.
Gabrielle entró y respiró profundamente, tenía ganas de llorar y ni siquiera sabía por qué.
Quizás porque en aquel lugar amado había encontrado una preciosa historia de amor, quizás por los amores con finales felices, quizás por los amores truncos , quizás por ella misma, quizás por todo.
-Bell…-dijeron a sus espaldas y cuando se dio vuelta se sorprendió de ver a Liam allí.
-Qué…
-Tenía que decirte algo, Belle.
-Liam…
-Todo esto me ha hecho pensar. Creí qu ella no servía y que no importaba, pero quizás sí importe.
-¿De qué hablas, Liam?
-Fui a buscarte aquella vez, fui a buscarte al ferri, a impedir que te fueras…pero llegué tarde.
-¿Fuiste?
-Fue un día horrible, yo trabajaba en la carpintería, ¿recuerdas? Y alguien tuvo un accidente con la sierra, fue un verdadero caos, así que llegué tarde…sigo lamentándolo, pero ya no puedo cambiarlo Belle.
-¿Por qué? ¿Por qué fuiste? – preguntó conmovida por aquella confesión tardía.
-Para decirte algo que aún quiero decirte, que aún siento. Te amo Belle. Te amo, vuelve a mí- le dijo y el amor estaba en sus palabras y en sus miradas.
Gabrielle sonrió.
-Posdata…también yo – dijo y se echó a sus brazos para que él la besara.

Y los dos construyeron su final feliz…aunque cada día de amor fue un principio.
                      ¡Felices 1000 días de nuestro Blog!




6 comentarios:

  1. Que bella historia de amor.
    Me encantan cuando vuelven a reencontrarse, y a pesar de todo acaban uniéndose para siempre.

    Lastima, que fue cortaaa.buuu
    Pero ha sido una historia muy linda, con una protagonista patosa y llena de ganas de vivir.

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  2. Me encantó esta historia, ¿¿pero cual de ellas no me gusta??
    Gracias por compartir este regalo.
    Muuuuchos besos.

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  3. OHHH que dulce y tierna y bella historia.. me gusto un chorro y un montonnn

    ResponderEliminar
  4. Preciosa historia, Nata. No podía irme a dormir sin antes leerla. Gracias por compartirla. Un abrazo!!

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  5. hermosa historia, coincido con todas, creo que estan decididas a hacerme llorar con sus historias, me encanto ......saludos chicas

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  6. Wow....yo por aquí otra vez jeje.....me encanto tu historia nata ya la leí dos veces es encantadora no pares de crear pasiones porfissssss...jeje

    ATT: Lari

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