Gabrielle había
vuelto a su querida isla natal tras su desastroso matrimonio, había decidido
volver a empezar y aquel era un buen lugar.
Había comprado el
antiguo correo , siempre le había gustado aquel pequeño edificio blanco, iba a
reformarlo para que fuera su casa y también pondría allí una pequeña librería.
Estaba en pleno
plan de limpieza cuando él llegó, Liam McKinnnon estaba en la entrada con su caja de herramientas. Él era
la parte negativa de aquel lugar, lo que la había hecho dudar en regresar, pero
bueno, ya era hora de seguir adelante.
-¿Qué haces aquí
Liam? – preguntó mientras levantaba una polvareda barriendo como para reforzar
su disgusto.
-Tu padre me pidió
que viniera a ayudarte.- Respondió él y ella se hizo una nota mental de ir a
explicarle a su padre que ella era una mujer adulta y no necesitaba que se
entrometiera en su vida
-Has desperdiciado
tu tiempo, no necesito ayuda y lo estoy haciendo perfectamente bien.
-Este lugar es muy
viejo, Belle, no deberías estar aquí hasta que hagamos una revisión general –
le dijo con suavidad como si hablara con una niña y además usando su antiguo
sobrenombre.
-No necesito que
metas tus narices en mi casa, Liam y está en bastante buen estado dijo ella y
para reforzar sus palabras dio unos golpes con el pie en el suelo, pero tuvo la
mala suerte de que su agujereara la madera y su pie pasara de largo.
-Ya lo veo – dijo
él con una media sonrisa- Veo el estado en que se encuentra este lugar y veo lo
terca que sigues siendo.-
-¡Rayos! – exclamó
fastidiada y él se le acercó.
-¿Te hiciste daño?
-No, sólo mi
orgullo – reconoció- Va a salirme asquerosamente caro poner este lugar en
condiciones, ¿verdad? – preguntó y él asintió.
-Me temo que sí,
pero siempre te gustó y va a quedar precioso cuando esté listo. Ahora será
mejor que te olvides de barrer y revisemos que tanto problema hay en tu piso,
si llega a haber termitas estamos acabados…- le dijo y ella gruñó como
respuesta.
-Lo que me faltaba,
termitas. De acuerdo, revisemos – dijo ella resignada. Fuera lo que fuera, Liam
era el mejor si se trataba de construcciones y reparaciones. El edificio estaba
en las mejores manos posibles, aunque no era lo mismo si se trataba de su
corazón. Había aprendido aquella lección muchos años atrás.
-Vamos, Belle,
ayúdame. Descubramos que hay debajo de tu viejo piso de madera.- dijo y empezó
acomodar sus herramientas en el suelo.
Liam escogió un
lugar junto a la pared y empezó a desprender las viejas láminas de madera.
-¿Y? – preguntó
ella asomándose al hueco.
-Creo que no
tenemos termitas…
-¿Qué es eso? –
pregunto ella y metió la mano para sacar algo que había allí.
-¡Cuidado, puedes
herirte la mano! – la censuró él, pero la chica ya había sacado lo que había
visto.
-Es un sobre, una
carta – dijo ella mirado el papel amarillento.
-Asombroso, debe
estar aquí desde la época del viejo correo, es un milagro que se haya
conservado.- comentó echando un papel al sobre y de pronto se quedó mirando los
luminoso ojos verdes de ella. Tenían la misma expresión que de pequeña, cuando
descubría algo que la maravillaba.
-Sí, un milagro –
dijo ella y trató de descifrar la letra aunque estaba bastante borroneada.
-Bueno Gabrielle,
las buenas noticas es que no tenemos termitas, y la base está en muy buen
estado. Podremos arreglar tu piso con bastante facilidad.
-Mañana, ¿podemos
seguir mañana?.Quisiera que me hagas un presupuesto.
-Estás apurada por
ir a leer esa carta, te conozco – dijo el ordenando sus herramientas.
-Por supuesto que
quiero leerla, ¿acaso no sientes curiosidad? – retrucó ella. Liam la conocía
demasiado bien como para negar lo obvio.
-Ábrela – dijo y se
sentó en el suelo.
-¿Qué?
-También quiero
saber. Ábrela y léela, la encontramos juntos, tengo derecho a saber. No es
justo que la leas sola y a escondidas.
-Está bien- dijo
ella y rasgo con mucho cuidado el sobre
amarillento. Luego sacó los pliegues de papel que había dentro y empezó a leer.
Bahía
de Sunset, 1961
Phillip:
Mi amor, mi querido, mi amador Phillip, ni siquiera sé por dónde empezar
la carta, así que creo que lo mejor es decirte esto, lo que no dije la última
vez, te amo.
Espero que cuando leas esto aún me ames y
vuelvas a mí, porque no sé vivir si no es contigo. La vida que puedo vislumbrar
es a tu lado, con momentos felices, disfrutando de cosas pequeñas y uno junto
al otro en los momentos malos.
Fui cobarde la última vez, porque aunque no lo
entiendas me asusté y tenía miedo de perderte. Hemos estado juntos tanto tiempo
que me dio miedo de que nuestra relación cambiara y te perdiera. De todas
maneras te fuiste, pero voy a esperar que leas esta carta y que regreses a mí.
Sé que de otra manera no volverás, porque yo te
alejé, pero espero que cuando leas estas palabras, entiendas.
Estaré en el lugar donde nos conocimos aquel
lejano verano, ¿lo recuerdas? Allí esperaré tu regreso, mi amor. Voy a
esperarte, un día y otro, toda mi vida si es necesario.
Siempre has sido mi otra parte, mi amigo, mi
corazón, mi amado. Perdón por no verlo, perdón por no retenerte. Aunque ahora
creo que también era necesario, porque sólo así pude entender completamente lo
horroroso que es este vacío de no tenerte.
De niña imaginaba que el amor vendría
anunciándose con bombos y platillos, lleno de brillo y estrellas, pero el amor
es diferente a eso, el amor es tan simple, tan invisible, tan necesario como el
amor que respiramos, y de la misma manera a veces nos pasa desapercibido.
Hay tanto que tengo que decirte, cosas que
aclarar, necesito horas y horas, aunque en realidad usaría cualquier excusa
sólo para poder hablar contigo una vez más.
Sin embargo no tengo mucho más para decir. Sólo
una verdad, sólo un pedido.
Te amo, Phillip.
Te amo, vuelve a mí.
Amanda
Cuando terminó de
leer, Gabrielle estaba llorando.
-¿Estás llorando? –
preguntó Liam al tiempo que le limpiaba la cara con su mano.
-Es que..-intentó
explicarse ella mientras se recomponía.
-Eres igual,
siempre llorabas con las películas y los libros tristes
-Él nunca recibió
la carta, Liam. Nunca supo que ella lo amaba y lo esperaba.
-Sentimental – le
dijo él pero también su expresión decía que se había impresionado con aquella
carta que tenía más de cincuenta años.
-Tengo que
encontrarlo….-sentenció ella
-¡¿Qué?!
-Debo entregarle la
carta, él debe saberlo.
-Gabrielle te das
cuenta que esta carta lleva allí más de cincuenta años, es probable que hayan
seguido con sus vidas y ni recuerden este amor de juventud, o quizás estén
muertos….no lo sé. ¿Qué piensas decir si lo encuentras? “Disculpe, tengo una
carta de una mujer que hace cincuenta años lo
quiso pero fue tonta pro dejarlo ir, luego se arrepintió, pero
lamentablemente la carta se perdió y quedó atorada en un piso de madera de un
viejo correo”
-No suena tan mal-
discutió ella.
-Belle, es
terrible. Además qué sentido tiene si ya no puede cambiarlo
-Porque tiene
derecho a saberlo – discutió ella.
-Aishhhhhhh, no
tienes ni un gramo de sentido común. Eres adulta ya, deberías ser un poco más
madura que esto.
-Lo soy Liam, ya
tengo 29 años y soy adulta, diablos demasiado para mi gusto. Después del mayor
fracaso de mi vida, he vuelto a refugiarme a mi hogar natal, no soy una niña
que crea en cuentos de hadas. Sólo siento que es algo que debo hacer, que si
encontré esta carta es por algo.
-Ni siquiera sabes
sus nombres, ¿cómo los encontrarás?
-El destinatario
está bastante legible, una lupa, un poco de concentración, algunas preguntas
por aquí y allá y encontraré a Phillip.
De acuerdo,
Sherlock. Me voy, tengo que seguir trabajando, mañana hablamos de las
refacciones.
-Liam…- lo llamó
antes que se fuera.
-¿Sí?
-Gracias por venir.
-No parecías muy
entusiasmada al principio, supongo que tu hallazgo mejoró tu predisposición
hacia mí. Y dale las gracias a tu padre, él me convenció – le dijo antes de
marcharse.
Gabrielle suspiró
al verlo marcharse, si su padre había tenido que convencerlo significaba que él
tampoco había tenido muchas ganas de ir a verla, de hecho apenas si había
cruzado algún saludo con ella desde que había regresado a la isla.
Liam McKinnon, su
mejor amigo, su primer amor, el hombre que la había dejado ir diez años atrás.
Aquella noche,
luego se estudiar el sobre minuciosamente, y consultar con algunos familiares y
amigos sobre lo que opinaban de aquellas letras borrosas, Gabrielle se dio por
satisfecha con sus pesquisas. Seguía sin saber el apellido de Amanda, pues el
remitente había sido casi borrado por completo, pero sí tenía el apellido de
Phillip. Era Seymore, estaba segura de ello.
Se durmió contenta
y cuando se encontró con Liam al día siguiente sonreía de oreja a oreja.
-Parece que alguien
atrapó un ratón, tienes la misma expresión que cuando te comiste sola el pastel
de fresas que tu madre había hecho para el bazar – le recordó y eso la hizo
sonreír más.
-Estaba rico y
valió la pena el dolor de estómago que tuve luego.
-Y bien, suéltalo..
-Seymore, el
apellido de Phillip es Seymore, estoy casi segura de ello.
- Que yo sepa no vive
nadie con ese nombre en la isla, ni ha vivido o lo sabríamos . Lo más probable
es que la aquí fuera sólo una posta para el correo y perdieran la carta que
nunca llegó a su verdadero destino ¿Sólo un apellido? ¿Y ahora?
-Investigar,
faebook, google y toda la tecnología moderna…- dijo ella señalando la notebook
que tenía delante de ella.
-Estamos hablando
de gente mayor , dudo que anden circulando por las redes sociales.
-Nunca se sabe,
deberías tener un poco más de fe, Liam- le reprochó.
- Hablando de fe,
hablemos de las reformas que tienes pensadas y de cuánto van a costarte.- le
dijo sentándose a su lado y sacando un anotador.
-Sabes cómo
arruinar la diversión, ¿verdad MacKinnon?
-Ese soy yo, ahora
has pensado cuánto vas a gastar. Porque debes pensar en la librería que quieres
poner también…
-Bueno tengo el
dinero del acuerdo de divorcio, ahorros y puedo pedir un préstamo. Creo que
tendría que alcanzar…- dijo ella.
-¿Fue muy malo? –
preguntó de repente.
-¿Qué?
-Tu matrimonio,
¿fue tan malo?
-Sin contar con que
lo encontré en la cama con otra…
-Bastardo – susurró
él por lo bajo y ella sonrió.
-En realidad ya
estábamos mal de antes, ni él ni nuestro matrimonio resultaron ser lo que
esperaba, lo que había imaginado…
-¿Y qué esperabas?
– pregunto mirándola fijamente
-Amor…con chispas y
estrellas y..
-…y como el aire,
necesario para respirar- finalizó él recordándole las palabras de la carta.
-Sí, eso.
-Y ahora estás de
vuelta, me refiero a que dijiste que querías irte de aquí, conocer otros
lugares, triunfar en la gran ciudad…¿estás bien?
-Era joven, tonta y
en realidad tampoco era lo que quería decir. Este es mi lugar después de todo.
-Bien, suspende la
investigación un rato Sherlock y hagamos números. – le dijo él cortando el
rumbo de la conversación.
-¿Por qué no te
casaste aún? – preguntó ella. De hecho era algo que le daba mucha curiosidad,
era un hombre atractivo, trabajador y sabía que la mayoría de las mujeres de la
isla de los 17 a los 40 estaría contenta de tenerlo de marido.
-No estoy
interesado. ¿Presupuesto? – insistió y Gabrielle no tuvo más salida que aceptar
su respuesta o más bien su negación a hablar de ello.
Una hora después la
cabeza de la chica estaba llena de números, precios de materiales y
preocupaciones demasiado realistas para pensar en el pasado.
-Aún estás a
tiempo, puedes vender esto y conseguir otro lugar – le dijo él
-Pero amo este
lugar, sabes que siempre amé este viejo correo, quiero revivirlo, darle una
nueva oportunidad. Este edificio y yo somos ideales el uno para el otro – dijo
pensando en que ella también estaba volviendo a levantarse después de una
caída.
-No te preocupes,
Belle, haremos que eso pase. Y de hecho si no te importa vivir un tiempo
como una moderna hippie, podemos
arreglarlo. Nos encargaremos del piso, la instalación eléctrica y la fontanería
primero, también podemos poner una división provisoria para crear el local para
la librería, así puedes ponerla en funcionamiento e ir ganando algo de dinero.
Después podemos encargarnos de lo demás, de a poco. También tenemos que crear
una nueva entrada para la parte que será tu casa ya que la entrada principal
será para el negocio. La puerta puede dar al jardín, siempre te gustó ese
jardín… ¿qué? – preguntó al ver que ella lo observaba divertida.
-Amas esto,
¿verdad? Pensé que no ibas a parar de hablar para respirar..
-Lo siento, supongo
que me entusiasmé.
-Gracias, Liam.
-¿Mmmm?
-Gracias por
entender que me importe este lugar y por recordar que me gusta el jardín.
-Bueno, solíamos
colarnos a jugar allí de niños.
-Sí, es un lugar
ideal para niños…- dijo pensativa y se dio cuenta que a pesar de planear un
futuro y una familia con su marido, jamás había imaginado los hijos de ambos.
Jamás había pensado en cómo serían, en el color del cabello o los ojos. Pero
años atrás si había imaginado a los hijos de Liam con ella, había imaginado que
tendrían los ojos azules oscuros de él, los había imaginado jugando en las
playas y en aquel jardín secreto del viejo correo.
-¿Belle?¿Dónde
andas? – preguntó al verla distraída
- Oh, viajaba al
pasado supongo. Está bien McKinnon, tus planes me parecen bien.
-Perfecto,
averiguaré bien los precios de materiales y hablaremos luego, ¿te parece?
-Sí, gracias.
-Y si encuentras a
tu Phillip , avísame…- dijo cuando iba
saliendo
-¿No que no te interesaba?
-Supongo que soy un
romántico después de todo- le contestó sonriendo mientras se despedía
Gabrielle se
preguntó qué tan diferente hubiera sido la historia si él la hubiera detenido
años atrás, si le hubiera pedido que no se marchara.
Tres días después,
Gabrielle entró corriendo al negocio de Liam. Estaba con un par de empleados
estudiando unos planos pero se detuvo al verla entrar.
-¿Pasa algo? –
preguntó por el hecho inusual de verla allí.
-¡LO ENCONTRÉ!
¡Encontré a Phillip! – exclamó ella agitando un papel en el aire y Liam
despidió a sus empleados para ir a
reunirse con ella.
-¿En serio? ¿Cómo
hiciste? ¿Estás segura que es él?- preguntó tan pronto se acomodaron y le
sirvió una taza de café.
-Una pregunta por
vez, mi estimado Watson….
-Rastreé en Bahía
de Sunset y no había ninguna Amanda o
más bien muchas, pero ninguna de esa edad, pero lo obvio es más fácil…Phillip
vivió aquí en la isla.
-¿Aquí? Pero estoy
seguro que no conozco a nadie con ese nombre aquí.
-No ahora, ni en un
tiempo que recordemos, fueron pocos meses…en el año 1961. El destino de la
carta era aquí, no era sólo un lugar de paso.
-¿Y Phillip?
-Se hospedó unos
meses en el Hotel D’Briss, su nombre estaba en los registros.
-¿Revisaste los
registros del Hotel D’Briss?
-Sí, ¿soy un genio,
verdad? En realidad me lo sugirió la Sra. Appleton cuando le pregunté si
conocía a alguien con ese nombre en la isla, me dijo que no, pero que podía ser
un forastero o alguien de paso y que quizás los registros del Hotel D’Briss
tuvieran algo porque siempre han sido muy puntillosos con la información.
-¿Y tienen
registros de 1961?
-¡Tienen los
registros desde su inauguración, 1940!- exclamó ella
-¿Y los leíste?
- Solo los de 1961,
y allí estaba Phillip Seymore.
-No lo puedo creer,
¿y qué más descubriste?
-Bueno, allí había
información sobre su dirección original . Adivina.
-Volvió a vivir
allí.
-Correcto, al menos
en la guía y en los registros electorales figura un Phillip Seymore.
-¿Y ahora?
-Voy a llamarlo y
confirmar que sea él.
-¿Le dirás de la
carta? Puedes espantar al hombre, quizás ni es él. Y ya debe ser alguien mayor…
-Halaré con él le preguntaré si estuvo aquí alojado en el
año 1961, si lo confirma, entonces le contaré de la carta y le pediré ir a
verlo.
-¿Irás a verlo?
Puedes enviarla y ya…
-¿Y qué se vuelva a
perder? ¡Claro que no! Además quiero conocerlo.
-Va a pensar que
estás loca.
- Si acepta
verme….¿vendrías conmigo? –preguntó ella.
-¡¿Qué?! Ahora soy
yo quien cree que estás loca, Gabrielle Dubois. ¿Quieres que abandone mi
trabajo, y vaya al continente, a una ciudad extraña, a meterme en el pasado de
alguien que no conozco?
-Quiero que me
acompañes. La carta la encontramos ambos- dijo un poco incómoda.
-Belle….
-Es importante para
mí y tienes razón ,parece una locura. Tenías razón, me entusiasmé demasiado con
esta historia y no sé qué pasará, si tú estuvieras allí….
-De verdad no se
qué esperas de esta aventura, Belle.
-Tampoco yo lo sé,
Liam. Pero tengo que llegar al final para descubrirlo.
-De acuerdo.
-¿De acuerdo?
-Si ese hombre
acepta verte, iré contigo. Te acompañaré hasta el final , Belle.- dijo él y
ella sintió con un nudo de emoción que le impedía hablar. Había algo en
aquellas palabras que le llegaba profundamente.
Una semana después,
ambos viajaban en el ferri rumbo al continente, Phillip Seymore había aceptado
verlos después de escuchar sobre la carta.
Belle estaba en la
borda mirando cómo se alejaban de la costa. Liam se puso junto a ella.
-¿Está bien tu
camioneta?
-Sí, ya revisé,
todo bajo control. Vamos a necesitarla para llegar a la casa de tu Phillip, son
varios kilómetros de viaje.
-Gracias de nuevo.
-En qué pensabas
mientras mirabas la costa.
-Recordaba, aquella
vez me quedé mirando la costa, esperando que llegaras, esperaba que llegaras a
detenerme y pedirme que me quedaras.
-Me habías dicho
que querías dejar la isla, que querías conocer el mundo.
-Quería que me
detuvieras, que me pidieras que me quedara….pero no llegaste, nunca llegaste.
-Ya no podemos
cambiarlo, es el pasado Belle.
-Lo sé. Olvídalo. Sólo
me dio algo de nostalgia…- dijo ella y por mirar al mar no vio la mirada
anhelante que él le dedicó.
Tras un largo
viaje, finalmente llegaron a la casa de Phillip Seymore.
Gabrielle se quedó
petrificada frente a la puerta mientras aferraba la carta con fuerza.
-¿Y? ¿No vas a
llamara? Te está esperando y ya hemos llegado hasta aquí. Belle.
-Es qué…-dijo ella
pero Liam se adelantó y llamó a la puerta.
-¡Liam!- protestó y
le golpeo un brazo pero la puerta se abrió. Un hombre de más de setenta años y
ojos verdes se la quedó mirando.
-Hola…soy…
-¿La Srta. Dubois,
verdad? – preguntó él y tenía una voz cálida, amable.
-Sí…
-Pasen, pasen, por
favor.- los invitó a entrar y se presentaron formalmente en el living.
-Soy Gabrielle
Dubois, hablé con usted por teléfono.
-Sí, encantado, la
esperaba.
-Mi nombre es Liam
McKinnon. Soy amigo de ella..
-Encontramos juntos
la carta – dijo ella.
-La carta…-dijo el
hombre pensativo
-La tengo aquí…
-No aún, no aún.
Vengan por favor, han hecho un largo viaje. Vamos a sentarnos y hablar
tranquilamente, por aquí- Dijo y los invitó a la amplia cocina. Era luminosa y
con ventanales a un bonito jardín.
-Es mi lugar
favorito, ¿quieren beber algo, té, café, jugo? Me temo que no tengo comida que
ofrecerles, mi esposa salió y soy un poco inútil para atender invitados solo.
-No se preocupe,
está bien.
-A mí me vendría
bien un jugo- mencionó Liam y Phillip le sonrió.
- Sí, a mí también
me hace falta beber algo- dijo él y sirvió tres vasos de jugos de naranja.
Luego se sentó. Y Gabrielle le alcanzó la carta.
-Aquí está, me temo
que llega tarde y lamento haberla abierto pero de no ser así, no habría podido
localizarlo.
-La carta de
Amanda…-dijo él y tomó el sobre con reverencia. La sacó y la leyó y a medida
que leía sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Será mejor que nos
vamos- dijo La chica un poco incómoda.
-No, no, está
bien. Significa mucho que la hayas
traído a mí , después de tanto tiempo…y quisiera que se queden a cenar. Es lo
menso que puedo hacer.
-Ya nos hemos
entrometido demasiado, cumplimos nuestra misión y además seguramente su esposa….-dijo
imaginando que la mujer no estaría contenta de encontrarlos allí y saber que
venían a recordar un amor pasado de su marido.
-Mi esposa, no se
preocupen, ella sabe todo y estará contenta de recibirlos. El pasado es el
pasado…-aclaró el hombre y ese momento sintieron que abrían la puerta.
-Ya regresé Phil, y
traigo pasteles. Bety hizo una cantidad obscena de pasteles, claro que si a
esta edad no se lo permite en su propio cumpleaños, entonces…-dijo ella
mientras iba acercándose a la cocina
-Tenemos invitados
– anunció Phillip poniéndose en pie.
-Oh, lo siento,
debiste decirme antes- se excuso ella avergonzada. Era una mujer mayor, menuda
y con apariencia muy juvenil, sus ojos se dirigieron a la carta que estaba en
la mesa y luego a su marido, casi como preguntándole algo.
-Un gusto- dijeron
a un tiempo Liam y Gabrielle un poco incómodos por aquella situación, sentían
que sobraban y por primera vez la chica se sintió mal por reflotar el pasado.
-Déjenme que los
presente, ellos son Liam McKinnon y Gabrielle Dubois, quienes encontraron la
carat y la trajeron hasta aquí. Ella es mi esposa…Amanda – los presentó y los
invitados la miraron extrañados.
-¿Amanda? –
preguntaron a coro y vieron sonreír a la pareja.
-Sí, Amanda, la que
envió la carta- aclaró ella y luego miró a su marido- Te dije que te había
escrito una carta….
-Sí, amor, yo nunca
dije que mintieras, supuse que se había
perdido.
-Dudaste Phillip
Seymore.
-Ya no importa,
acabo de leerla y es una carta preciosa, me alegra que llegara a mis manos, aún
después de tanto tiempo.
-¿Se casaron? –
preguntó Liam
-Él nunca recibió
su carta…¿cómo?- preguntó Belle y la mujer se sentó junto a su marido.
-La amaba, no podía
dejarla ir.- respondió sencillamente
-Lo esperé cada día
después de enviar la carta, luego de tres meses imaginé que ya no volvería a
verlo, que no me había perdonado….igual
iba a segur esperando por él…y entonces un año después, llegó. Pensé que era un
sueño.
-La extrañaba
tanto, había pasado un año fingiendo que estaba vivo, no aguantaba más, así que
regresé al lugar donde nos conocimos y ella estaba allí, esperándome. No lo
podía creer. Me habló de la carta pero yo jamás la había recibido…hasta hoy.
Sin embargo el día que nos encontramos hablamos y hablamos y supimos que no
íbamos separarnos nunca más.
-Cincuenta y tres
años, cinco hijos, diez nietos y dos bisnietos después aquí estamos – dijo ella
con una sonrisa y miró a su esposo con infinito amor
-Dijo que el pasado
no importaba…- le recordó Liam a Phillip.
-Ni el pasado, ni
nada, sólo importa el amor. Nos amábamos , eso era todo, nos dieron una segunda
oportunidad y decidimos aprovecharla sin tener en cuenta el pasado, los malos
entendidos, las distancias y todo lo que nos había separado.- aclaró él
-El amor, el amor
lo es todo- dijo Amanda.
- ¿Estás llorando
de nuevo? – preguntó Liam a Belle.
-Es que es una
historia muy bella…- dijo ella mientras se limpiaba el rostro.
-Gracias por
traernos esta carta, son las palabras de Manda pero también es su corazón, me
alegra que esté en mis manos– dijo Liam con sinceridad y la chica le sonrió.
-Gracias a ustedes
por encontrarse, por amarse- dijo ella con una sonrisa.
Ambo se quedaron a
cenar con el matrimonio que les contó parte de sus historias y les mostraron
fotos de hijos y nietos. Se amaban aún, cualquier que los viera juntos podía
verlo y habían construido una hermosa familia juntos.
-Fue una buena
aventura – le dijo Liam cuando regresaban.
-Sí y con final
feliz.- respondió ella.
-¿Eso es lo que
buscabas al perseguir esta historia? ¿Un final feliz?
-Sí, creer en los
finales felices- dijo ella y ya no volvieron a hablar del tema. Durmieron un
poco en el viaje en ferri y llegaron por la mañana a la isla.
-¿Te dejo en casa
de tus padres?- preguntó Liam.
-No, llévame al
correo, tengo ganas de estar allí.
-De acuerdo – dijo él
y la condujo al viejo correo.
-Cuando hayas
decidido algo sobre los arreglos, llámame- dijo despidiéndose desde la
camioneta y ella asintió.
Gabrielle entró y respiró
profundamente, tenía ganas de llorar y ni siquiera sabía por qué.
Quizás porque en
aquel lugar amado había encontrado una preciosa historia de amor, quizás por los
amores con finales felices, quizás por los amores truncos , quizás por ella
misma, quizás por todo.
-Bell…-dijeron a
sus espaldas y cuando se dio vuelta se sorprendió de ver a Liam allí.
-Qué…
-Tenía que decirte
algo, Belle.
-Liam…
-Todo esto me ha
hecho pensar. Creí qu ella no servía y que no importaba, pero quizás sí
importe.
-¿De qué hablas,
Liam?
-Fui a buscarte
aquella vez, fui a buscarte al ferri, a impedir que te fueras…pero llegué
tarde.
-¿Fuiste?
-Fue un día horrible,
yo trabajaba en la carpintería, ¿recuerdas? Y alguien tuvo un accidente con la sierra,
fue un verdadero caos, así que llegué tarde…sigo lamentándolo, pero ya no puedo
cambiarlo Belle.
-¿Por qué? ¿Por qué
fuiste? – preguntó conmovida por aquella confesión tardía.
-Para decirte algo
que aún quiero decirte, que aún siento. Te amo Belle. Te amo, vuelve a mí- le
dijo y el amor estaba en sus palabras y en sus miradas.
Gabrielle sonrió.
-Posdata…también yo
– dijo y se echó a sus brazos para que él la besara.
Y los dos
construyeron su final feliz…aunque cada día de amor fue un principio.
¡Felices 1000 días de nuestro Blog!
Que bella historia de amor.
ResponderEliminarMe encantan cuando vuelven a reencontrarse, y a pesar de todo acaban uniéndose para siempre.
Lastima, que fue cortaaa.buuu
Pero ha sido una historia muy linda, con una protagonista patosa y llena de ganas de vivir.
Me encantó esta historia, ¿¿pero cual de ellas no me gusta??
ResponderEliminarGracias por compartir este regalo.
Muuuuchos besos.
OHHH que dulce y tierna y bella historia.. me gusto un chorro y un montonnn
ResponderEliminarPreciosa historia, Nata. No podía irme a dormir sin antes leerla. Gracias por compartirla. Un abrazo!!
ResponderEliminarhermosa historia, coincido con todas, creo que estan decididas a hacerme llorar con sus historias, me encanto ......saludos chicas
ResponderEliminarWow....yo por aquí otra vez jeje.....me encanto tu historia nata ya la leí dos veces es encantadora no pares de crear pasiones porfissssss...jeje
ResponderEliminarATT: Lari