sábado, 4 de enero de 2014

Becaria Pueblerina 9

A las siete de la mañana, las calles aún seguían oscuras salvando la luz de las farolas y la iluminación particular de cada ciudadano en su ventana, adornado con estilo navideño. Cuando ella intentaba abrir la puerta del dormitorio de su hermano, con el mayor cuidado posible de no hacer ruido alguno.


Para ello, se había abstenido de darse una ducha teniendo que enjuagarse en la pica del lavamanos, como solían hacer los gatos. Y en vez de ponerse su ropa, había tenido que escarbar por el armario de Clara.

Ahora, con sus botas en las manos solo tenía que cruzar el pequeño pasillo de puntillas. Pasando antes tan sólo un segundo por la cocina, para coger una manzana y…

¡Joder!

Las botas se le resbalaron de sus dedos, cuando al pasar bajo el marco lo primero que vieron sus ojos fue a un Sebastián, apoyado cómodamente en la pica con una taza en sus manos.

¡Y sí!

El muy cretino, aparte de lucir frescamente sexy. También lucía con una sonrisa divertida en su mirada al pillarla infraganti, quedando ella como una tonta.

¡No, no y no!

Pensó entrecerrando los ojos y mirándolo con cierto enfurruñamiento. Se suponía que antes tenía que consultar, cual debía de ser su actitud con él, después de lo ocurrido.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

-¿Dónde vas tan temprano? –Preguntó él directo.

-A pasear –Respondió tensa, mientras  cogía la manzana del frutero.

-¿Solo vas a desayunar eso? –Volvió a preguntar dando otro sorbo a su taza, y sin apartar la mirada de ella.

-¡Espera un segundo! –Intentó emplear un tono de asombro cargado de sarcasmo-. ¿Ahora también eres nutricionista? –Mordió la pieza-. Caray Sebas, estas lleno de sorpresas.

-Mira quien fue hablar –Soltó cruzando sus brazos a la altura de sus abdominales-. Pensé que ibas actuar como una adulta, no escurriéndote en silencio como haría una adolescente.

-Entonces, si yo sigo siendo una adolescente por salir de ésta forma del piso –Mostró una pequeña sonrisa alzando su comisura izquierda, al tiempo que se calzaba veloz sus botas-. Lo de ayer, a ti te posiciona como un asaltacunas. ¿No? –Alzó una ceja, sin borrar su sonrisa de los labios. Y pidiendo que no comenzara a sudar como un cerdo, por los nervios que sentía al estar discutiendo aquello.

-¿Vas a estar ahora así de insoportable siempre? –Le inquirió él, dejando la taza en el mármol.

-¿Y tú? –Se alzó de cejas.

Sebastián resopló con gran fuerza, incorporándose de la pica y dejando caer sus brazos a los costados de su largo cuerpo.

-Siento lo de ayer Karolaine –Confesó al final, con un profundo tono de arrepentimiento.

Se quedó allí quieta en silencio, mientras observaba al hombre con los hombros encogidos y completamente abatido.

Obvio, que se arrepentía de haber actuado de aquella manera con ella. Y aquello, solo hacía que romperle otro pedacito más de su triste corazón.

No podía llorar, no podía gritarle ni golpearle. Sino, solo conseguiría ridiculizarse así misma al mostrarle sus sentimientos. Y tampoco quería quedar como una niña ante lo ocurrido. Tenía que demostrarle que era una chica adulta con cierta experiencia y qué aquello, no había significado nada para ella.

Carraspeó un poco.

-Bueno, como beso eh tenido mejores… -Dijo mostrando media sonrisa, sabiendo que no podía negar su disculpa. ¡Era Seba!

-¿Cómo? –Frunció las cejas el hombre algo confundido, por el cambio tan repentino en la conducta de ella.

¡Maldita fuera su amiga!

Se renegó así misma, al reconocer que tendría que llevarle un buen regalo a su amiga Susan, por las clases impartidas aquella noche que estuvieron solas. Al darle lecciones de cómo no mostrarle a un hombre, que estabas a punto de dejarte caer a sus pies y llorarle, lo mucho que lo amabas y como te estaba dejando el corazón destrozado.

-Que te falta práctica en besar -Le guiñó un ojo, intentando mostrarse un poco más relajada yendo a prepararse también un café.

Sebastián, la siguió con la mirada atentamente para hablarle con cierta cautela.

-Lo de ayer, no fue un beso –Habló, al ver que la joven no estaba enfadada ni asustada-. Y nunca, he tenido una queja de mis besos –Dijo lo último, con cierto levantamiento de ceja.

Sí, comenzaba a estar molesto. Parecía, que volvía a salvarse de hacer el ridículo y una vez más, recuperaba tal vez la imagen que quería haber dado en un principio.

-Mira que bien, ya tienes la primera –Se apoyó también en un mueble mientras movía su café.

-Enana, sabes que no tienes razón –Le guiñó un ojo.

-Yo solo afirmo los hechos, Seba –Volvió hablar dando un trago a su café, pudiendo desviar sus ojos de él al decir lo siguiente, sin que se le escapara una sonrisa o le temblara la voz-. Me han besado mucho mejor.

¡Mentira!

Bueno, había estado el beso de Matt en Sicilia. Pero aún así, aunque el de Sebas hubiera sido un castigo, lo tenía grabado a fuego en sus labios. Sin embargo, el del amigo de Marcus, lo había olvidado pronto.

-Te aseguro, que bajo de ese pedestal al idiota que te haya besado –Rió el hombre relajadamente-. Pero no va a ocurrir tal demostración, pequeña.

Joder, el idiota era un duro hueso de roer.

-Yo no te lo estaba pidiendo –Intentó ocultar un poco la sonrisa que se le estaba escapando, al volver ha dar un sorbo-. Pero es una lástima que  me vaya a quedar sin saberlo.

Ahí estaba otra vez la piedra, para provocarlo.

Realmente Susan era increíble. Y pensar que la pobre, se estaba perdiendo las expresiones que ponía el hombre ante su actuación.

-¿Cómo? –Frunció las cejas Sebastián-. Esta conversación es muy rara –Confirmó con el ceño aún fruncido-. Me voy a trabajar. ¿Podríamos quedar para comer? –Pidió con suma amabilidad.

-Ya veré…

¿Lo estaba amaestrando? No se lo podía creer.

-Karolaine –Demandó con tono suplicante y algo exasperado.

-¡Es que no se por donde andaré! –Levantó las manos en defensa y sonriéndole.

Él, se la quedó observando pro unos segundos para después, acercarse a la salida de la cocina, sin detenerse a su lado para despedirse.

-Muy bien  -Suspiró profundamente-. Llámame sobre las dos, y me comentas lo que sea.

Ella asintió rápido con la cabeza.

-Gracias –Sonrió feliz, por ver que le daba un voto de confianza.

¡EY! Aquello, podía considerarse un gran paso en la relación de ellos dos.

-Debo de estar loco –Alzó los ojos al techo por un segundo mientras renegaba, para después sonreírle y salir de allí-. Adiós.


Eran las diez de la mañana, cuando Susan entraba en el despacho de Sabrina. Para hallar a su amiga con Thom, discutiendo sobre unas fotografías.

-Hola –Sonrió Sabrina-, ya acabo y nos vamos a desayunar.

Thom, observó primero a una y luego a otra en espera de una explicación o invitación.

-Bien, no te preocupes -Dudó un momento por culpa de su jefe-. ¿Sabes, si vendrá también Lucas?

-¿Y por qué quieres a Lucas? –Preguntó con gran desconfianza el hombre.

-Para nada importante –Se alzó de hombros-. Trabaja aquí al lado, es su marido. Y últimamente, desayunamos todos juntos.

Su jefe se cruzó de brazos, para hablarle con cierto enfurruñamiento.

-¿Te crees qué soy tonto?

Sabrina, se aguantaba tras el hombre la risa ante el ataque de provocación que estaba dando su amiga.

-No lo sé –Sonrió con burla-. Ya se lo preguntaré a Helen. Pero que eres negrero, sí.

El rostro de éste se tornó completamente colorado por el enfado.

-¡No me intentes cambiar de tema! –La atacó.

-Pero si solo te estoy respondiendo a lo que me preguntas –Respondió, sin hacerle caso a su tono de enfado.

Y aguantando la risa, al ver que su amiga también entraba al ataque.

-¿Se puede saber qué te ocurre con mi marido? –Interrumpió Sabrina sin molestarse en ocultar la diversión por su comportamiento.

-¡Ya sabes lo que trata de hacer!-Se apresuró en señalar, al alargar su brazo en dirección a su mano derecha.

Quien al verse con aquella acusación, solo supo cruzarse de brazos y resoplar.

-Lo mismo que tú con Clarise –Apuntó Susan.

-¡No es lo mismo! –Se defendió el hombre.

Las dos mujeres soltaron un gemido indignadas.

-¡Claro que sí! –Señaló Sabrina.

-Lo dices, porque es tu marido  -Contraatacó Thom, hablando como un niño pequeño.

-Y tú, porque es tú dulce niña –Rió Susan.

Sabrina, sonriendo se puso en medio de los dos para evitar si estos decidían agarrarse de los cabellos.

-Thom, no quieras practicar con Karolaine lo que harás en el día de mañana, con tu hija Hanna –Dijo Sabrina.

-Lo que haré con mi hija, lo tengo muy claro –Soltó seguro y riéndose-. La apartaré de vuestra influencia.

Las dos chicas se miraron por un momento y luego, rompieron en fuertes risas con lágrimas en los ojos.

-¿Ya has informado de ello a tu esposa? –Preguntó cogiendo aire Susan.

El hombre, achicó sus ojos al mirarla con seriedad.

-Muy graciosa Susan ¿Bueno, va a venir Lucas? –Cambió veloz de tema.

-¿Te importa mucho? –Se hizo un poco la loca.

-Hablo en serio –Las miró con el ceño fruncido.

-Y todos nosotros también –Se encargó de señalar Susan-. Métete en la cabeza, que no le vamos hacer ningún daño. Como dijo Lucas, somos una familia y nos preocupamos por los nuestros.  Bien –suspiró la chica-. ¿Vamos a desayunar? –Le metió prisa a su amiga.

-Pues te vas a tener que esperar un poco –Indicó Thom.

La chica lo miró por encima del hombro, con aire inquisidor.

-¿Por? -Alzó una ceja.

Éste se atrevió a sonreír como una hiena, mientras se balanceaba apoyado en sus zapatos.

-Aún no hemos acabado con esto –Señaló las fotos de encima del escritorio.

-Cierto, pero ésta entrega es para dentro de dos semanas –Recalcó con cierto retintín-. Así, que si me da la gana puedo irme a desayunar -Señaló cogiendo ya su móvil del escritorio, y encaminándose al perchero.

Thom chascó la lengua, encogiéndose de hombros.

-Muy bien –Acabó por aceptar con resignación-, iremos a desayunar.

La chica detuvo sus pasos en seco.

-Ah, no -Se cruzó de brazos Sabrina.

-¿Qué ocurre? –Preguntó Susan extrañada.

-¿Sí, qué ocurre? –Se detuvo él junto a ellas y mirada burlona.

-Simplemente, que tú no vas a venir con nosotras.

Sentenció con tono autoritario y mirada recelosa.

-¡Como que no! –Se alteró Thom.

-Porque vamos a ir todas las mujeres –Le dijo-. Es decir, nosotras dos, Marta, Anne, Clarise…

-Ya veo –No la dejó acabar-. Eso significa, que me vais a dejar la planta vacía.

-Se quedan los muchachos. Y no te preocupes, que nos llevamos los teléfonos –Dijo con tono risueño.

-No me voy a preocupar –Le soltó, saliendo por la puerta-. Me voy alegrar, por la paz que va a reinar por un buen rato en ésta planta.

Soltó, dejando por un momento a las chicas sin palabras.

-Será capullo –Soltó Susan, después de reaccionar ante aquel comentario.

-Déjalo, ya sabemos que le va a durar ésta actitud mientras Karolaine se halle cerca de Sebastián.
Rió Sabrina, agarrando a su amiga del brazo y conduciéndola a la salida del despacho, en busca del ascensor.


-Hombres –Gimió-. No hay quien los entienda –Refunfuñó Susan. 


4 comentarios:

  1. nos dejaste otra vez en ascuas, esperaremos que traman esas mujeres jajaja!!!

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  2. Gracias por el capi!!! Y yo espero que usen a Lucas para volver a poner celoso a Sebas...SIIIIIII !!

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  3. Chacha, otra vez me dejaste intrigadiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisima...
    Quiero maaaaaaaaas, no puedo esperar jijijiji. Gracias por adelantado jijijiji.
    Muchos besos

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  4. Yola, jajajja Mira que me haces reír con tus comentarios de verdad!!!
    De nada chicas, pronto tenéis el siguiente!!!

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