jueves, 12 de diciembre de 2013

Deberes De Príncesa 19

Todos los ojos que había allí, pusieron su mirada clavada en ella. Salvo los suyos, que giraron a observar con terror a Kénan. El único, que parecía estar cómodo ahí abajo.


¿Embarazada? Pero qué idiotez era aquella…

¡Oh, dios mío!

Ahora que caía en ello, no habían utilizado ninguna protección, cuando se habían acostado.

Por todos los demonios, aquello sí que era la guinda al pastel, para acabar en el altar con su madre tras ellos, cargando una pistola bajo un pañuelo bordado en oro.

Embarazada. Madre mía,  podía realmente en aquellos momentos estar creando una nueva vida en su interior.

Bajó su mirada hacia su plano estómago y por instinto, sus manos se posaron sobre él con suma delicadeza.

Era extraño.

No se sentía enfadada o hundida por aquello. En el fondo sentía una sensación de calidez, si resultaba ser cierto que iba a ser madre.

Aquello, marcaba un gran cambio en su vida. Pero no le importaba. Podía perfectamente enfrentarse con todo.

Bueno… Con todo, todo… No.

El único combate que no sabía como afrontar, era su matrimonio. Ella, no quería ser carga para nadie. Y menos, acabar aún más con sus sentimientos muertos por la indiferencia de Kénan.

Y ahora, lo que no deseaba era estar en un constante enfrentamiento día tras día, obligados por un hijo. Era imposible que pudieran convivir juntos y en armonía. Siempre se habían estado ladrando como dos perros.

Y aquello, no era nada bueno para la educación de un hijo.


¡Dios, iba a ser una dura batalla por su libertad y felicidad!

Y todo por la estupidez del hombre que estaba encerrado con ella, en aquella ruinosa celda.

¿Qué demonios se proponía éste, lanzando aquella bomba?

Acaso la humedad del lugar, le había penetrado en el cerebro. Pensó con sarcasmo, volviendo alzar su mirada hacia él con gesto retador. Algo, que causó, que éste alzara una ceja con cierta diversión por  ver que ella volvía a prestarle batalla como siempre. 

-¡No lograréis volverme loca!

Habló al fin Emmanuelle, con cierta condescendencia y dirigiendo su mirada solo a Kénan.

-Muy buena la idea –Sonrió maliciosa, cruzando sus brazos por debajo el pecho-. Debo decir, que casi consigues que me lo crea y salga corriendo en busca de un cerrajero.

Todos miraban a la mujer en silencio y algo confusos por lo que estaba diciendo.

-Pero no voy a darte ese gusto y la oportunidad, de que puedas huir del país para librarte de la boda –Señaló tajante.

-¿Perdón?

Cuestionó el hombre, frunciendo el ceño al no captar la estrategia de su suegra.

-Acaso crees joyero, que me creí lo de que ella pueda hallarse en estado –Rió incrédula-. Es algo disparatado, al ver el cariño que ha mostrado por todos estos años mi hija hacia ti.

-OH –Gimió sorprendida Jacqui por las palabras de su madre.

-El beso que vi en las noticias, estuvo claro que era un robo tuyo –Siguió hablando Emmanuelle muy confiada de su instinto-. Era obvio, que fue a causa de una de vuestras acostumbradas indiferencias.

-Emmanuelle…

Trató de interrumpirla Ramón, al mirar fijamente a su hija mayor al rostro y ver, una sombra de vergüenza.
Sabía que su mujer estaba en un error. Pero también sabía, que en aquel momento era imposible que le hiciera caso.

-Por lo tanto, os vais a quedar los dos aquí encerrados bajo llave…

-Dirás sobre ella –Soltó con humor Kénan, al ver lo que le esperaba por las horas y tal vez días siguientes.

-¡Kénan! –Protestó Enora histérica, porque el hombre provocara aún más el enfado de su madre.

-¡Mamá estas loca!

Protestó a la vez Jacqui, al ver la decisión ciega de su madre.

-No saldréis hasta le día de vuestra boda en público –Sentenció con los ojos en llamas-. Iros poniendo cómodos, pues recibiréis aquí la visita de la costurera real.


Dicho aquello, se dio media vuelta agarrando el brazo de su marido, para comenzar alejarse con él por el húmedo pasillo, con paso ligero y bajo la atónita mirada de sus tres hijas y la divertida de su yerno. 

Cuando la pareja hubo llegado a la zona de las instalaciones modernas de las mazmorras. Se detuvo en un lado, para mirarse por un momento a los ojos en silencio y después romper en casi silenciosas carcajadas.

-Eres mala… -Rió Ramón-. Sabías en todo momento que Kénan no mentía –Le acarició una mejilla con delicadeza.

-Por supuesto mi amor –Sonrió ella, acariciando su mano-. Pero creo que ha llegado el momento de darles un buen empujón a esos dos –Le guiñó un ojo con picardía-. Así qué démonos prisa abuelo –Sonrió feliz-. Hay una boda que preparar para esas dos mulas tozudas.


-Bien –Asintió el hombre-. Tú te encargas de las ropas, flores y de hablar con su madre. Que yo me encargo del lado político e invitaciones.

8 comentarios:

  1. OHHHHHHHHHHHHHHHH!!! Los extrañaba tantoooo! me ha encatado cómo me he reído y esos reyes son una genialidad, los adoro...y a ver si estos dos de una buena vez se confiesan que están loquitos el uno por el otro..Y QUIERO BEBÉ REAL! jajajajaja

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  2. siiii por fin la boda real, que divertidos los abuelos jajaja

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  3. ¡¡¡Por fin vamos a una boda, y con bebé a bordo!!! jijiji. Voy preparando el vestido jijiji
    Muchos besos

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    Respuestas
    1. no et sobraran por casualidad unos zapatos por ahí para mi, color verde!!!!

      Recordar, nada de blanco. Solo la novia!!!! jejejeje

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  4. Estoy de acuerdo con Nata, quiero de una vez por todas que los malentendidos se acaben, definitivamente el orgullo no es bueno... solo prohibe decir lo que queremos por miedo reconocer nuestras debilidades.
    Ven que si comente, (lei primero el post de los comentarios jijiji)

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    1. Muy cierto Yocelyn. Y sí, ya vamos llegando al desenlace... Queda muy poco chicas!!!!!

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