Todos los ojos que había
allí, pusieron su mirada clavada en ella. Salvo los suyos, que giraron a
observar con terror a Kénan. El único, que parecía estar cómodo ahí abajo.
¿Embarazada? Pero qué
idiotez era aquella…
¡Oh, dios mío!
Ahora que caía en ello,
no habían utilizado ninguna protección, cuando se habían acostado.
Por todos los demonios,
aquello sí que era la guinda al pastel, para acabar en el altar con su madre
tras ellos, cargando una pistola bajo un pañuelo bordado en oro.
Embarazada. Madre mía, podía realmente en aquellos momentos estar
creando una nueva vida en su interior.
Bajó su mirada hacia su
plano estómago y por instinto, sus manos se posaron sobre él con suma
delicadeza.
Era extraño.
No se sentía enfadada o
hundida por aquello. En el fondo sentía una sensación de calidez, si resultaba
ser cierto que iba a ser madre.
Aquello, marcaba un
gran cambio en su vida. Pero no le importaba. Podía perfectamente enfrentarse
con todo.
Bueno… Con todo, todo…
No.
El único combate que no
sabía como afrontar, era su matrimonio. Ella, no quería ser carga para nadie. Y
menos, acabar aún más con sus sentimientos muertos por la indiferencia de
Kénan.
Y ahora, lo que no
deseaba era estar en un constante enfrentamiento día tras día, obligados por un
hijo. Era imposible que pudieran convivir juntos y en armonía. Siempre se
habían estado ladrando como dos perros.
Y aquello, no era nada
bueno para la educación de un hijo.
¡Dios, iba a ser una
dura batalla por su libertad y felicidad!
Y todo por la estupidez
del hombre que estaba encerrado con ella, en aquella ruinosa celda.
¿Qué demonios se
proponía éste, lanzando aquella bomba?
Acaso la humedad del
lugar, le había penetrado en el cerebro. Pensó con sarcasmo, volviendo alzar su
mirada hacia él con gesto retador. Algo, que causó, que éste alzara una ceja
con cierta diversión por ver que ella
volvía a prestarle batalla como siempre.
-¡No lograréis volverme
loca!
Habló al fin
Emmanuelle, con cierta condescendencia y dirigiendo su mirada solo a Kénan.
-Muy buena la idea –Sonrió
maliciosa, cruzando sus brazos por debajo el pecho-. Debo decir, que casi
consigues que me lo crea y salga corriendo en busca de un cerrajero.
Todos miraban a la
mujer en silencio y algo confusos por lo que estaba diciendo.
-Pero no voy a darte
ese gusto y la oportunidad, de que puedas huir del país para librarte de la
boda –Señaló tajante.
-¿Perdón?
Cuestionó el hombre,
frunciendo el ceño al no captar la estrategia de su suegra.
-Acaso crees joyero,
que me creí lo de que ella pueda hallarse en estado –Rió incrédula-. Es algo
disparatado, al ver el cariño que ha mostrado por todos estos años mi hija
hacia ti.
-OH –Gimió sorprendida
Jacqui por las palabras de su madre.
-El beso que vi en las
noticias, estuvo claro que era un robo tuyo –Siguió hablando Emmanuelle muy
confiada de su instinto-. Era obvio, que fue a causa de una de vuestras
acostumbradas indiferencias.
-Emmanuelle…
Trató de interrumpirla
Ramón, al mirar fijamente a su hija mayor al rostro y ver, una sombra de vergüenza.
Sabía que su mujer
estaba en un error. Pero también sabía, que en aquel momento era imposible que
le hiciera caso.
-Por lo tanto, os vais
a quedar los dos aquí encerrados bajo llave…
-Dirás sobre ella –Soltó
con humor Kénan, al ver lo que le esperaba por las horas y tal vez días
siguientes.
-¡Kénan! –Protestó Enora
histérica, porque el hombre provocara aún más el enfado de su madre.
-¡Mamá estas loca!
Protestó a la vez
Jacqui, al ver la decisión ciega de su madre.
-No saldréis hasta le
día de vuestra boda en público –Sentenció con los ojos en llamas-. Iros poniendo
cómodos, pues recibiréis aquí la visita de la costurera real.
Dicho aquello, se dio
media vuelta agarrando el brazo de su marido, para comenzar alejarse con él por
el húmedo pasillo, con paso ligero y bajo la atónita mirada de sus tres hijas y
la divertida de su yerno.
Cuando la pareja hubo
llegado a la zona de las instalaciones modernas de las mazmorras. Se detuvo en
un lado, para mirarse por un momento a los ojos en silencio y después romper en
casi silenciosas carcajadas.
-Eres mala… -Rió
Ramón-. Sabías en todo momento que Kénan no mentía –Le acarició una mejilla con
delicadeza.
-Por supuesto mi amor –Sonrió
ella, acariciando su mano-. Pero creo que ha llegado el momento de darles un
buen empujón a esos dos –Le guiñó un ojo con picardía-. Así qué démonos prisa
abuelo –Sonrió feliz-. Hay una boda que preparar para esas dos mulas tozudas.
-Bien –Asintió el
hombre-. Tú te encargas de las ropas, flores y de hablar con su madre. Que yo
me encargo del lado político e invitaciones.
OHHHHHHHHHHHHHHHH!!! Los extrañaba tantoooo! me ha encatado cómo me he reído y esos reyes son una genialidad, los adoro...y a ver si estos dos de una buena vez se confiesan que están loquitos el uno por el otro..Y QUIERO BEBÉ REAL! jajajajaja
ResponderEliminarpesaita con el bebé!!!! jejeje
Eliminarsiiii por fin la boda real, que divertidos los abuelos jajaja
ResponderEliminarya vamos llegando al final!!!!!!!
Eliminar¡¡¡Por fin vamos a una boda, y con bebé a bordo!!! jijiji. Voy preparando el vestido jijiji
ResponderEliminarMuchos besos
no et sobraran por casualidad unos zapatos por ahí para mi, color verde!!!!
EliminarRecordar, nada de blanco. Solo la novia!!!! jejejeje
Estoy de acuerdo con Nata, quiero de una vez por todas que los malentendidos se acaben, definitivamente el orgullo no es bueno... solo prohibe decir lo que queremos por miedo reconocer nuestras debilidades.
ResponderEliminarVen que si comente, (lei primero el post de los comentarios jijiji)
Muy cierto Yocelyn. Y sí, ya vamos llegando al desenlace... Queda muy poco chicas!!!!!
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