viernes, 13 de diciembre de 2013

Becaria Pueblerina 8

Allí estaba ella, de pie ante un Sebastián completamente mojado de cuello hacia arriba, tratando de calmar su acelerada respiración y mal humor.


No había ningún sonido más.

Solo el de sus respiraciones. Para ser interrumpido por un gemido de su misma garganta, cuando fue sorprendida al levantarse él de su silla, derribándola al suelo con cierta fuerza y con una sola zancada, se posicionó enfrente de ella.


No hubo tiempo para reaccionar de alguna manera. Hallándose algo asustada por lo que había hecho. Y temiendo por lo que él haría ahora. 

-Yo… -Intentó pronunciar una disculpa, pero fue un gesto en vano. Jamás, se esperó que el hombre fuera a reaccionar con aquella actitud.

Con gran fuerza y rabia, la sujetó repentinamente de su cintura para oprimirla contra su duro torso. En milésimas de segundos, sintió miles de sensaciones. Su furia, su fuerza, su calor al estar entre sus brazos y su olor. Aquella colonia, fue lo que la  mareó un poco  a lo primero. Era tan dulce y sexy… Después, todo fue pura confusión.

¿Quién iba a pensar, que la furia que reflejaban sus ojos también la iban a reflejar sus labios, cuando la sorprendieron al atrapar los suyos con gran pasión castigadora? Fue tan inesperada aquella reacción en él, que solo supo quedarse quieta como una estatua, los pocos segundos que duró su castigo.

 Fue una idiota.

 ¿No es lo que llevaba deseando tanto tiempo?

 Bueno, no que la castigara de aquella manera. Ninguna mujer, le gustaría que al hombre que ama de manera incondicional,  la besara con aquella rabia. Pero estaba completamente segura, que una mujer de verdad aprovecharía aquella oportunidad para darle la vuelta a la tortilla.

Salvo que ella, no era ese tipo de mujer. No, aún no…

Por lo tanto, en aquel momento odiaba aquello. Odiaba aquel beso… Y odiaba el que él, le estuviera mostrando su rabia.

Pero por suerte suya acabó.

 Fue como sentir a su cuerpo lleno de espinas, causando que  Sebastián la apartara de un empujón para no pincharse más y quedarse mirándola fijamente.

Y aquello le dolió en su corazón.

-¿Por qué hiciste eso? –Logró preguntar, un tanto confusa y avergonzada.

-No pienso darte disculpas –Sonrió con cierta consternación-. No me pediste que te tratara como una mujer –Soltó bastante escéptico-. ¿Qué te ocurre Karolaine? –La miró con mucha condescendencia-. ¿Ya no te gusta ser una mujer adulta? Así, es como se las castiga.

Asombrada por aquellas duras palabras, miró con rabia a un hombre que no conocía para nada.

-Te odio –Le dijo con un asomo de lágrimas en sus ojos-. Para mí, tú ya no existes -Soltó con gran furia, antes de salir huyendo al dormitorio grande. 

La puerta se cerró con un fuerte golpe, dándole la señal para dejar de comportarse como un cretino y volver a ser él mismo.

Se sentó en la silla donde ella había estado hacía unos segundos. Y se pasó con gran frustración las manos por el pelo. ¿Qué es lo qué había ocurrido? ¿Cómo había podido estropearlo todo de aquella manera? Derek no se lo iba a perdonar jamás en la vida, ni él tampoco.

 La había besado.

Sin comprenderlo, había castigado aquellos dulces e inocentes labios que no tenían culpa alguna. Salvo la de tentarlo constantemente por su belleza. Pobre Karolaine, no se merecía recibir por parte de él aquel trato. Pero tuvo que hacerlo. Lo comprendió, nada más atrapar su boca.

La había besado con mucha rabia, una rabia dada por tenerlo tan amargado con sus sentimientos hacia ella.
 ¿Ella que iba a comprender? Era muy joven, por mucho que quisiera negarlo.

No le quedó más remedio que crear ese odio, para poder tenerlo más fácil. Ya que cuanto más se apartara ella de él, más fácil lo tendría para poder evitarla.

Le dolía mucho. Pero las cosas tenían que ir por aquel camino, por el bien de todos. No se merecía una persona tan dulce como ella. A su pequeña, aún le quedaba mucho por vivir para que le cortaran tan pronto las alas.

Con mucha rabia, cogió el vaso que ella misma había vaciado encima de él y lo lanzó contra la pared, viendo como se hacía añicos por todo el comedor de la misma forma que se sentía su corazón en aquel instante.

 Dando un golpe con el puño cerrado  a la mesa cargado de mucha rabia, se levantó para  coger su abrigo y salir del piso.

¿Se había marchado?

Paró por un momento sus lágrimas con el dorso de su mano, al tiempo que se bajaba de la cama de su hermano y abría con mucho sigilo la puerta.  No se escuchaba ningún ruido, después de sentir como algo de cristal se hacía añicos.

Un poco más decidida, salió al comedor para sorprenderse un poco al hallar esparcido su vaso en trozos pequeños por el suelo del comedor. Era obvio, que Sebastián también estaba enfadado por lo ocurrido.

¿Por qué había hecho aquello? ¿Qué le había ocurrido? ¿Sería culpa de ella, por llevarle constantemente la contraria? No lo creía, que todo aquel enfado viniera por defender sus derechos.

 Mejor recogía todo aquello rápido y se marchaba al dormitorio. No quería verlo aún y no fuera que él viniera pronto.

En la misma ciudad, pero a bastantes quilómetros.

 -¿Bueno, qué te parece el hotel? –Preguntó Derek, soltando  las maletas y abrazando por la espalda a Clara-. Hagamos que son como unas vacaciones o un ensayo de luna de miel… -Habló juguetón, mientras le mordía la oreja.

-¿De verdad qué estamos haciendo bien? –Preguntó nerviosa-. Crees, que no acabaran tirándose los platos a la cabeza.

 -Mujer, que ocurrencias que tienes –Sonrió, mientras la soltaba y se tumbaba en la cama-. Créeme, que es la mejor idea que he podido tener… Dejar a esos dos solos, era la única manera de que se enfrentaran a sus sentimientos.

-¿Y si Sebastián no ama a tu hermana? –Señaló, yendo a tumbarse a su lado.

-Sabes que tengo razón –Le acarició la mejilla, cuando la tuvo a su lado-. Solo que no he visto a nadie más cabezota con la edad.

-No lo acabo de entender ese punto de Seba.

-Poniéndome en su pellejo, y recordando viejos tiempos… Creo que cuando descubrió sus sentimientos hacia ella. Mi hermana Karolaine, rondaba sobre los quince o dieciséis años. Para entonces, él tenía veinte ocho años. Cerca de los treinta.

-Ya veo –Pensó por un momento-. No es nada normal, que uno se sienta atraído hacia una adolescente.
Dereck soltó un profundo suspiro.

-Sebastián, cree que no me di cuenta. Pero vi que lo pasaba realmente muy mal –Le cogió un mechón de pelo y se puso a enroscárselo en el dedo-. Tampoco quise decirle nada. Vi, que no iba aceptar hablar de aquel tema y que me iba a negar todo. Él, valoraba mucho nuestra amistad. Y pensaba, que si me enteraba de aquellos confusos sentimientos, nuestra relación tocaría fin. Como sabes, hemos sido como una familia. Y sus padres, han sido muy buenos con nosotros. Por no hablar con Karolaine, cuando nuestros padres murieron en aquel accidente.

Clara hizo un puchero con sus labios, arrimándose más a su pareja para apoyar sus manos en el cálido pecho.

-Pobre, se tuvo que ver entre la espada y la pared.

Dereck, rodeó la cintura de ella con mucha delicadeza a la vez que soltaba una pequeña risa.

-Fíjate, que aún recuerdo como fuimos a una discoteca con unos amigos, a una hora muy temprana a tomar algo –Sonrió nostálgico-. Él, fue quien lo propuso. Y capté veloz el por qué… -Volvió a reír por lo courrido de aquella tarde-. Aquella hora, mezclada entre mayores de edad había muchas adolescentes. Y sí, se nos acercaron. Todas eran rechazadas naturalmente. Y a Sebastián, cada vez le iba cambiando el humor. Estaba muy molesto…

-¿Por qué vio que no le atraía ninguna? Las veía como niñas –Se adelantó Clara.

-Correcto  -Suspiró éste con cierta frustración-. Cogió y alegó dolor de cabeza, para largarse pronto de allí. A partir de entonces, no paró de salir con muchas mujeres.

-Como un castigo y un modo tal vez de no caer en la tentación –Soltó Clara nuevamente  un tanto apenada-. ¿Tu hermana, también estaba para entonces enamorada de él? –Derek asintió con la cabeza-. Es una lástima. Entiendo que para entonces, ella era una menor de edad y él, rondaba los treinta ¿Quién podía saber  que lo de tu hermana, no era solo un capricho juvenil?

-Pero él, no sabe de esos sentimientos. Mi hermana, se los supo guardar muy bien.

Explicó con tono conciliador.

-Verdaderamente lo ama –Sonrió-. Son cuatro años, viendo como él se comporta como un condenado don Juan. Y Seba también… Solo hay que ver, como se quedó cuando supo que ella ya se encontraba aquí. Y más bella que nunca –Expuso completamente divertida al ver lo orgulloso que se sentía Dereck por ello-. Y sí, creo que tu hermana ha venido un poco decidida a conquistarlo –Señaló con un pequeño coqueteo de sus pestañas-. Solo hay que ver  lo resuelta que está, al exponer que es conocedora del mundo sexual -Se rió-. ¿Crees qué funcionará, esta mentira de que mi padre se halla ingresado?

Preguntó incorporándose en la cama, para mirarlo detenidamente con cierta duda y preocupación  de no estar actuando ninguno de los dos, de forma correcta para el futuro de sus seres queridos.

-Esperemos que sí –Suspiró profundamente-. No me gusta verlos sufrir más. Quiero que esto termine de una vez por todas. Pero sinceramente, temo un poco por él.  Porque es el hombre más terco que me he topado nunca en la vida.

-Cruzaremos los dedos –Le guiñó un ojo.

-Me parece genial –rió travieso-. ¿Pero qué te parece si comprobamos cómo funciona el jacuzzi del baño?

-¡OH! –Exclamó sorprendida-. ¿Tenemos un jacuzzi?

Dereck se incorporó de un salto fuera de la cama.

-Sí –Afirmó divertido, por la felicidad reflejada en la cara de su dulce prometida.

-¿Y qué hacemos aquí como dos pasmarotes? – Se bajó para detenerse a su lado y  pellizcarle en el brazo.

-¡Ay! –Protestó él-. Eso me ha dolido…

-Era para comprobar, que no estaba soñando –Se rió.

-Pues pellízcate a ti misma –Soltó algo enfurruñado y con cierto puchero.

-No, que luego me quedan marcas –Le sacó la lengua divertida por la situación.

-Mírala, que delicada la joven –Se burló éste con cierta mofa, caminando hacia el baño-.Corre, pide una botella de champan y fresas mientras voy llenándolo…

-Eso, si me haces un striptease en el baño –Sugirió picarona.

-Hecho –Rió feliz, mientras desaparecía por la puerta de éste. 

6 comentarios:

  1. OMO!!! y qué tramposo ese hermano, me encanta y Seba es un idiota grandisimo idiota....¿ ya te dije que quiero más? Desde hace años...más, más...¿por qué siempre me dejas en lo más interesante? Ah ah !! con qué derecho.( pasa de gatito dulce a amenazante) Más? sí?

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  2. hola preciosa!! estas conectada!!!!!

    Es lo que hay, aún no hemos llegado al punto donde tu conoces. Pero ya le queda menos!!!!

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    1. Estoy estoy estoy.....y tú onde tas? Me esscapé trabajo antes, jajaja

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  3. Quiero más por favor!!!...sabes que me encantan tus historias, y leerlas me alegran el día!...un beso grande!....y no te olvides de nuestros pedidos...un beso grande

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    1. Oído cocina!!!!
      Muchas gracias por tus palabras preciosa!!!!! besazos enormes!!!!

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  4. siiii queremos mas, ya que llegue el tercero en discordia y le haga la vida imposible a sebastian por cabezota y haya alguien que defienda a karoline

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