viernes, 22 de noviembre de 2013

Quiero olvidarme de ti 1°

Llega una nueva historia de nuestra querida Gaby Ruiz, la tercera de su saga Italia y una de mis favoritas, porque simplemente, amooooo al chico de esta historia.



Capítulo 1
Con solo mirar aquel rostro todos sus recuerdos se agolparon en su mente.   Lo había visto entrar y el alma se le había ido al piso.  Estaba igual de guapo y seductor.  Caminaba seguro y altivo como si fuera un príncipe.  Un príncipe con varias princesas  -pensó irónica y aparentemente él no se había percatado de su presencia…  ¿La recordaría?  Era obvio que no.  Ella había sido una más en la vida de Sebastien Lucerni.  Pero eso era lo que había querido ¿no?  Por supuesto, lo único que deseaba de él ya lo tenía  -sonrió extrañando a Alex-  así que lo mejor era dejar esa historia en el pasado. 


Mientras se convencía de eso, él se había percatado de su mirada.  Alguien lo miraba y no precisamente con disimulo, como los demás comensales, sino directamente y era una sensación distinta.  Sebastien se irguió para tratar de localizar a aquella persona.  No dio crédito a lo que veía.  Era Doménica que estaba a punto de desviar su mirada, pero no lo hizo al verse descubierta por él, simplemente se limitó a dejar vagar un poco más su mirada, tratando de aparentar indiferencia.  Pero él no se dejaba engañar.  Era ella.  Tenía muy buena memoria y la palidez que adquirió la tez de ella no hizo más que confirmarle su identidad pero ¿es que aún le afectaba?

-  Mel, ¿me acompañas al tocador?  -se oyó pronunciar y su amiga se levantó enseguida.  No sabía como confesarle que él estaba ahí-  Vi al padre de Alex.

Su amiga Melina la miró instándola a seguir y ella le confesó que el padre de Alex era Sebastien Lucerni.  Solo pronunciar aquel nombre le había recorrido cientos de escalofríos.  No por su historia, que ya era parte del pasado, sino por Alex.  ¡No podía permitir que él se enterara!  Y estando en la ciudad podría verlos y….  No, eso no sucedería. 
-  ¿Segura?  -preguntó escéptica Melina
-  Yo se que es él.  Es único… es Sebastien.
-  ¿Qué vas a hacer?
-  Nada, no creo que él haga algo  -respondió un poco más tranquila Doménica-  Además seguro está de paso y tal vez ni me recuerde…
-  No lo se, Dome.  Lo mejor es que tú simules no recordarlo también por el bien de Alex.
-  Si tienes razón.  Evitaré su mirada y no lo miraré más  -dijo aunque pensaba que era poco probable que lo lograra.  Sebastien tenía la capacidad de hacer que las mujeres lo miraran y no solo una o dos veces sino varias veces y ella no era la excepción.
Regresaron a la mesa donde les esperaban sus respectivas citas.  Eduardo y Daniel estaban sentados esperándoles para ordenar.  Doménica había planeado aquella cita doble y le había costado tanto convencer a Melina… solo por ella lo había hecho.  No le costaba nada salir con Eduardo  -pensó Dome- en realidad lo quería mucho y en cuanto él le dijo que le podía presentar un amigo ideal para Mel, pues ella se había puesto manos a la obra.  Pero a última hora, “la cita ideal para Mel” había cancelado y Doménica no quería aceptarlo.  Y apareció Daniel, como caído del cielo y no sabía como pero Eduardo le había convencido de venir a la cena. Aunque no parecían llevarse muy bien  -reflexionó mirándolos para tratar de pensar en otra cosa que no fuera el hombre que estaba en la mesa del extremo.  No lo miró y trato de disfrutar de la conversación con Edu pero no podía evitar sentir una mirada fija sobre sí.  Sabía que no podía ser él.  Tenía que estar volviéndose paranoica… pero aún no conocía a ningún hombre que le hiciera sentir lo que sentía cuando Sebastien estaba cerca.  Así que… no podía estar del todo equivocada.
Sebastien miraba con curiosidad los movimientos de Doménica.  Estaba cambiada, tal vez era por su cabello ahora rubio o que su cuerpo estaba con más curvas.  No era que antes fuera plana pero ahora… estaba en su punto ideal.  Y con aquel hombre que la miraba embobado.  Estaba enamorado de ella, se le notaba.  No era que le importara…  Doménica nunca había sido su tipo –se recordó- pero eso no había impedido que protagonizaran juntos un ardiente romance.  Solo recordar aquellos momentos entre las sábanas acariciándose hasta volverse completamente locos y terminar en un éxtasis que los transportaba a la gloria…  Debía dejar esos pensamientos, pero es que estar con ella había sido… no sabía como decirlo… único.  Bueno, el hecho de que hubiera sido virgen hasta que se entregó a él era un factor que, por decirlo de alguna manera, se le había quedado grabado.  Eso era todo, no había para que darle más vueltas al asunto  -pensó y al percatarse que una chica preciosa lo miraba anhelante no esperó más, le sonrió flirteando claramente porque una oportunidad así jamás se debía desechar.
No debo mirar, no debo mirar…  -se repetía Doménica pero no pudo evitarlo y pudo captar como Sebastien estaba sonriendo encantador… a otra mujer, que no era precisamente su rubia acompañante.  La rubia no le preocupaba, era guapa si, pero era mayor que él y, si no estaba equivocada… era la hermanastra de él.  En cambio la mujer esa con la que coqueteaba era una joven de exótico cabello rojizo-  Daba lo mismo.  Sabía que él no había cambiado, ni siquiera lo esperaba.  No estaba nada decepcionada… bueno, tal vez un poco… pero solo porque no era él quien la miraba.  Nada más.
-  ¿Vamos por un café?  -sugirió Edu mientras tomaba la mano de Doménica para levantarla.
-  Yo estoy de acuerdo, Edu  -Dome sonrió y se apoyó en él para evitar caerse porque se sentía un tanto torpe.  Eduardo le apretó contra su cuerpo pasando su brazo por los hombros de ella y salieron del restaurante.
-  ¿Qué te sucede, Dome?  -Eduardo abordó perspicaz al ver que ella miraba furtivamente al lugar del que salían.
-  Nada, Edu  -Dome hizo un amago de sonrisa-  ¡Ideas tuyas!
-  Si…  No lo creo  -él negó vehementemente-  Tú y aquel hombre de la mesa… Ustedes…  -no se decidía a hablar.
-  Tuvimos… un pasado en común  -afirmó sintiéndose mal por causarle un daño involuntario a Eduardo.
-  Él… ¿él es el padre de Alex?  -Eduardo temía la respuesta que vendría.
-  Edu, tu sabes que yo no puedo mentirte  -ella no necesitó decir más para saber que él lo había entendido. 
-  Finalmente… la pesadilla se volvió realidad  -murmuró Eduardo apretando más a Doménica-  mi pesadilla.
Subieron al auto sumidos en un espeso silencio.  Las revelaciones intrínsecas de esa conversación aún se respiraban en el aire.   Doménica finalmente había confirmado lo que, tal vez, siempre había sabido.  Eduardo la quería más que a una simple amiga… él la amaba.  Y ella… ella no podía hacer nada para evitar dañar el corazón de su amigo de toda la vida.
Eduardo veía la lucha en los ojos de Doménica.  Sin palabras, ella sabía ya que él la amaba.  No quería que se enterara así, ni que las cosas se precipitaran por las revelaciones hechas… pero era demasiado pedirle que él no exteriorizara su miedo a perderlos.  A ella y a Alex.  Hasta ahora los había tenido con él.  Había vivido una vida que no era de él, con una familia que adoraba pero que… no le pertenecía.  Y, finalmente llegaba el hombre que Doménica había elegido para padre de su hijo y casi seguro que venía a reclamar lo que creía suyo por derecho propio.  ¿Por qué él lo sabía no?
-  Doménica…  -pronunció con cierta reticencia sin creer lo que iba a decir-  ¿Él lo sabe?  -él no necesitó explicar más porque ella lo entendió perfectamente-  ¿verdad?  -insistió al ver que ella no lo miraba-  Doménica… él sabe de la existencia de Alex  ¿verdad?  -dijo rogando que sus pensamientos estuvieran equivocados.
Capítulo 2
Sentados en la mesa se miraban frente a frente.  Él esperaba la respuesta que se estaba demorando en llegar.  No quería presionarla, pero debía saberlo.
-  Y bien…  -inquirió y Doménica hizo un intento de hablar pero su voz estaba atorada por lo que tan solo movió su boca sin emitir sonidos.  Él iba a decir algo pero vio que Daniel y Melina llegaban-  Los esperábamos  ¿Qué los retuvo tanto?  -preguntó intentado despejar su mente pero Doménica apartó la vista.  Ella si había visto “que” los retuvo.
-  En el restaurante estaba uno de los socios,  Sebastien Lucerni  ¿lo recuerdas?  -aclaró Daniel sin intención a Eduardo que enseguida notó la incomodidad de Dome. 
-  No, lo recuerdo de nombre… pero no  -Eduardo estaba tenso porque enseguida supo que ese era el hombre del que habían hablado minutos antes.  Así que Sebastien Lucerni era el padre de Alex.
-  No tiene importancia.  ¿Ordenaron ya?  -cambió hábilmente de tema Daniel y no se volvió a recordar a aquel hombre.
***
-  Dome, estás muy callada…  -Eduardo la miraba mientras salían del café-  Es por…
-  No quiero hablar ahora, Edu  -Doménica lo miró suplicante.
-  Bien  -cedió de mala gana-  Pero sabes que hay cosas que creo que…
-  Si y te las diré en su momento  -subía al auto-  Yo conduzco –añadió y él asintió.
-  Pero… ¿estás bien?  -Dome lo miró con reproche-  Es la única pregunta que te hago.  Lo prometo.
-  Si y No  -él la miró confundido.
-  Pero…
-  Una pregunta Edu.  Prometiste que sería solo una –él hizo un mohín involuntario-  Pero te diré que si estoy bien porque yo no siento nada por él  -le dijo y pensó que al menos eso era lo que esperaba.
-  ¿Nada?  -Edu la miró enfadado-  Mientes muy mal, Doménica.
-  Aún me gusta  -confesó-  Pero… no lo amo.
Eduardo guardó silencio mientras reflexionaba lo dicho por Doménica.  Le gustaba, eso le enfadaba y le provocaba celos pero… ella había dicho que no lo amaba.  Sabía que eso era cierto, Dome no mentía o al menos eso era lo que quería creer porque si era verdad… significaba que él aún tenía una pequeña esperanza.
-  Te dejo en tu casa ¿cierto?  -inquirió Dome
-  Si, voy directo. 
Doménica no quería pensar.  Los recuerdos se agolpaban en su mente… Decidió poner música… no ayudó mucho porque la canción que sonaba hablaba del ayer, de la pérdida, del amor no correspondido…  si, definitivamente no ayudaba en nada a calmar la ansiedad que estaba sintiendo.  Sentía que las palabras pugnaban por salir y ella no quería… no quería hablar con Eduardo… ¡¡no!! Él podía escucharla pero… no sabía hasta que punto podría hablar sin hacerle daño…  Nada, no podía decir nada en ese momento… no estaba lista para reprimir la avalancha de emociones que se habían desatado en su corazón.
-  Llegamos  -Doménica no pudo reprimir una profunda tristeza que se reflejaba en su rostro…  Edu no habló, solo la miró con un cariño tan fuerte que por poco provocó que ella se derrumbara…-  Adiós, Edu  -susurró.
-  Adiós, Dome  -esta vez no dijo nada de Alex, solo se limitó a pronunciar estas palabras y besarle ligeramente los labios mientras se alejaba…
-  Edu…  -Doménica pronunció con dolor pero él ya no la escuchaba… había cerrado la puerta y estaba fuera de su alcance.
Doménica arrancó el auto y se alejó rápidamente.  Quería hablar… pero no con él.  ¿Por qué no le había dicho a Mel que necesitaba hablar?  Deseaba deshacerse de todo lo que le oprimía el pecho hace tanto ya… pero…  No, Melina seguramente dormía… quien sabe, tal vez estaba en los brazos de Daniel  -sonrió un instante-  eso no era muy probable… apenas se habían conocido además que Mel no dejaba espacio para nadie que no fuera ese fantasma de Diego que la rondaba… No, definitivamente no podía cargar a Mel con sus problemas también.
La casa de sus padres estaba sumida en la penumbra.  Por lo visto ya se habían acostado.  Entró con la llave que aún conservaba y cuando iba a subir vio a su madre saliendo de la cocina con un vaso de agua. 
-  No te escuché llegar…  -se acercó a besarle en la frente.
-  Mamá… solo vengo por Alex  -Dome evitó mirarle y empezó a subir las escaleras.
-  ¿Qué te sucede Doménica?  -su mamá inquirió suspicaz-  Y a mi no me vengas con que nada que te conozco muy bien.
-  Nada  -bromeó pero la miró sin esconder el temor que sentía-  Mañana temprano paso por aquí…
-  Está bien  -dijo porque no quería presionarla.
Doménica cuidó de no hacer ruido al entrar a la habitación que Alex tenía en la casa de sus padres.  Él estaba dormido en su pequeña camita y parecía un ángel… en realidad era un ángel que había llegado para iluminar su vida y llenarla de felicidad… -  Alex, mi niño-  susurró al tiempo que se acercaba para acariciarle su cabecita y pasó su mano por los cabellos rubios de su hijo.  ¡Cuánto te quiero, mi vida!  -pensó y sintió el deseo de estrecharlo en sus brazos al tiempo que escuchaba su risa y miraba refulgir sus ojos azules clarísimos.
-  Dome, ¿segura que te lo llevas?  -su mamá interrumpió sus divagaciones-  Está tan tranquilo y no quisiera que se despertara…
-  Lo sé mamá  -sabía que sus padres adoraban a Alex pero ella lo quería cerca en ese momento-  Pero es mejor que lo lleve…
-  Déjalo Dome  -su mamá insistió-  O mejor, quédate…
-  No, mamá.  Gracias pero… debo hacerlo sola  -Doménica dijo y su madre entendió perfectamente.  Hablaba de sombras del pasado…
Cargó a Alex y lo cubrió con una mantita.  Se despidió de su madre quien la acompañó hasta el auto.  Acomodó en el asiento trasero a Alex que se incomodó un poco pero enseguida volvió a cerrar sus ojos.  Manejó con sumo cuidado y despacio porque no quería que su hijo se despertara.  Era un niño tan lindo… era toda su vida.  Solo mirándolo sabía que todo había valido la pena…  no importaba lo que hubiera sucedido en el pasado… Alex estaba ahí y no se iría de su lado nunca.
Capítulo 3
Intentó abrir el garaje con el mando pero no funcionó.  Seguro que ya estaba dañado nuevamente, tendría que recordar quejarse con el arrendatario.  Se bajó para abrirlo manualmente y cuando introdujo la llave sintió que no estaba sola.  Quiso mirar detrás pero ya una mano le aprisionó la cintura y otra tomaba de su mano la llave del portón.  ¡Un ladrón!  -pensó repentinamente y sintió pánico porque había dejado el auto encendido y… ¡Alex estaba adentro!  Se convulsionó en los brazos de su captor hasta que sintió como su voz se filtraba en su oído… esa voz inconfundible…
-  ¡Tranquila, Dome!  Soy yo  -pronunció suavemente y ella sintió que podía volver a respirar… por un instante.
-  ¡¡Suéltame!!  -Doménica lo miró furiosa-  Casi me matas del susto… eres un estúpido Sebastien.
-  Así que no  me has olvidado…  -inquirió repentinamente orgulloso.
-  No… siempre estás presente  -Ella lo miró irónica-  En mis pesadillas nunca faltas…
-  En tus sueños, querrás decir, Doménica  -Él le devolvió la mirada-  Y no quiero ni imaginarme que clase de sueños…  -dijo riéndose al ver como ella se sonrojaba a pesar de la escasa luz que los iluminaba.
-  ¡Cállate, Sebastien!  -Doménica no pudo evitar que una sonrisa aflorara en su sonrojado rostro-  ¡No cambias!
-  No… ¿Decepcionada?
-  Ni un poco  -Doménica lo miró y cuando iba a añadir algo él no pudo evitar tomar por asalto su boca.
Aquellos labios exigían a una sorprendida Doménica… le urgían a que correspondiera…  No pudo ni quiso resistirse… con gusto se hubiera perdido en ese mar de sensaciones que era estar nuevamente cerca de aquel magnífico hombre… es que no había otra palabra para describirlo… la tomaba en sus brazos estrechando el contacto a tal punto que Doménica sintió que le iba a desnudar ahí mismo… en medio de la calle y le iba a hacer suya…  Repentinamente un pensamiento invadió su mente: Alex… se iba a separar cuando Sebastien se le adelantó.
-  Es mejor entrar…  -pronunció señalando al departamento de Doménica-  Sino vamos a dar un gran espectáculo  -dijo bromista.
-  ¿¿Qué??  -Doménica se golpeó con la realidad-  No… no vamos a entrar  -dijo sintiendo que aún su respiración no se normalizaba-  Yo voy a subir… tú no  -aclaró ante la mirada aún confundida de Sebastien.
-  ¿Por qué Doménica?  -Sebastien la miraba sin entender el repentino cambio.  Ella no lo miraba con deseo sino con un terrible e inexplicable ¿temor?-  ¿Pasa algo?
-  Si…  -Doménica no sabía que decirle así que iba a empezar a inventar al paso-  Yo… tengo… otro hombre en mi vida  -soltó y vio como la expresión de Sebastien cambiaba.
-  ¿Otro hombre?  -inquirió como si fuera algo increíble-  ¿Tienes a otro?  -repitió incrédulo.
-  Por supuesto que si  -ella exclamó furiosa.  ¿Quién se creía él para interrogarla?  No era su empleada ni nada además… ella realmente tenía un hombre en su vida… Alex.
-  ¿Quién, Doménica?  -Sebastien estaba furioso-  ¿Quién es?  -la tomó de los hombros-  ¿Es ese con el que estabas hoy?  -¡Ah! Él se refería a Edu-  No, no hace falta que lo confirmes… es él  -dijo negando con la cabeza-  ¡Lo voy a matar! 
-  ¿Qué rayos te sucede?  -Dome lo miraba como si estuviera loco.
-  El nombre, Doménica  -dijo Sebastien-  quiero su nombre…
-  ¿Para qué, Sebastien?  -ella lo miró retadora-  Tú no tienes nada que tratar con él…
-  Tú… yo solo voy a tratar con él por ti  -explicó-  Doménica, tu eres mía…
-  ¿Disculpa?  -había escuchado bien-  ¿Te estás refiriendo a mí como algo de tu propiedad?  -Dome ahora era quien no lo creía-  No te entiendo…
-  No, no hay nada que entender  -él cambió repentinamente el tono.  También estaba sorprendido-  Yo solo quería verte, Dome…  Sin problemas ni rencores, ¿recuerdas?  -dijo Sebastien citando las palabras que ella misma había pronunciado años atrás. 
-  Si… -ella no pudo evitar un suspiro-  pero ya no puede ser, Sebastien  -manifestó haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad-  Las cosas han cambiado…
-   No, Dome  -negó él mirándola-  tú has cambiado…
-  Quizás…  -concedió sorprendida por sus palabras-  Tú también…
-  No, Doménica  -pronunció-  Yo no he cambiado.  Sigo siendo el hombre que conociste...
-  Por un momento…  -dijo y se cortó bruscamente-  Lo sé, Sebastien.
-  ¿Puedo por lo menos pasar un momento?
-  ¿Puedo confiar en ti?  -la pregunta afloró inevitablemente.
-  Tú ya sabes la respuesta…
-  Buenas noches, Sebastien  -pronunció bajo Doménica y sin detenerse a pensar rozó sus labios suavemente y se adentró al interior del edificio.
Sebastien se quedó un momento estático.  Doménica le había tomado por sorpresa con aquella muestra de cariño.  ¿Qué significaba?  ¿Ahora era ella la que quería jugar con él?  Había dicho que tenía otro hombre… y sin embargo lo había besado… dos veces.  Apasionada, la una y tierna, la otra…  ¿Cómo entender sus señales?  No… esa era la clave… no debía intentar entenderla porque lo que hacía no tenía sentido alguno  -pensó y un tanto enfadado se dirigió a su auto.
Doménica temía salir y volver a encontrarse con la mirada interrogante de Sebastien.  No había pensado lo que había hecho y sin embargo… no se arrepentía.  Era grandioso ser ella, la que por primera vez, le dejara sin palabras a él… Debía dejar de pensar en tonterías  -se reprendió abriendo apresuradamente… por poco había olvidado a Alex-  Lo siento  -pronunció apenas subió al auto a su hijo que aún dormía en el asiento trasero.
Depositó con suavidad a su niño en la cama.  Lo arropó y se quedó contemplándolo absorta…  Nunca se había dado cuenta el gran parecido existente entre Alex y su padre.  No… si lo había sabido pero no quería aceptarlo… a veces solo hubiera querido olvidar quien era el padre de Alex…  pero al parecer… no iba a ser tan fácil como había creído… después de todo, ya habían pasado casi cuatro años sin verse… y aún así, a pesar de sus esfuerzos, se volvieron a encontrar y por lo visto… él no lo había olvidado… al igual que ella.  Pero no era nada extraño… que recordara su dirección y la fuera a ver… ¡Por supuesto!  No había que sobredimensionar las cosas…  Él jamás se enteraría de su secreto porque había sido algo que no se volvería a repetir.  ¡Seguro!

5 comentarios:

  1. Emmmmmmm... Tercera de una saga?
    Y cuales son las otras?
    Por cierto, gracias por avisar que no es la primera.

    Lu

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    Respuestas
    1. La primera es Encuentro con el destino y la segunda Una rosa en la noche

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    2. Muchas gracias Nata, casi empiezo al revés...

      Lu

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    3. se que J J,quiere subirlas todas las completas a un lugar de descargas
      Pero a veces mis falta tiempo jijiji

      Escogiste buena lectura. La chiquitina,o mejor dicho,mi chiquitina es muy buena con ellas
      Prometo responder mañana con un texto,diciéndote las completas y su orden.


      A la cama Lu.... jiji

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    4. Uyyyy sii!!! Gracias, eso es lo que me hace falta! Ya he empezado varias y quedo en el primer párrafo por que o es saga y ahí no empieza o no esta terminado y hasta no saber el final solo pienso en eso :S
      A propósito, Esther "Nunca hay que dar por sentado una cita a ciegas" me dejo con una carcajada iniciada, cuando la sigues? :D
      Envié un mensaje al correo que me dio Nata de creando pasiones para solicitar la historia que J.J no acabó de subir al blog, si quieres me mandas el texto ahí, por fa. Tengo un enredo de correos pero ese esta mas a la mano.

      Y si, ya voy obediente a dormir me pesan los parpados, anoche seguí derecho, hoy no así falten solo unas horas para el amanecer.

      Lu

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