Karolaine
colgó el teléfono, con cierta sonrisa divertida en sus labios.
Algo
que no pasó desapercibido en Sebas, quien se hallaba con los brazos cruzados
por encima de la mesa y las cejas casi juntas, de lo mucho que estaba
frunciendo el ceño. Sin contar los labios en una perfecta línea recta.
Era
obvio, que también iba a procesarla en otra sesión de interrogatorio. Y como no
pensaba dejarse tomarse más el pelo, decidió tomar la delantera con cierto tono
sarcástico.
Algo,
que él aún no concebía en ella.
¿Pero
y lo divertido que resultaba?
-Dispara
–Alzó una de sus finas cejas perfectamente depiladas.
-¿Quién
es ese Lucas? –Inquirió Sebastián molesto por lo ocurrido.
-Un
amigo.
-¿Qué
clase de amigo? –Volvió a pedir.
-¿Y
a ti qué te importa? –Lo encaró-. Es mi vida, no la tuya… Y Llevamos mucho
tiempo sin vernos, como para que me hagas de hermano mayor ahora –Se puso en
pie, y sacó un par de billetes del monedero.
-¿Qué
crees que haces?
-Largarme,
eres insoportable.
Y
dicho aquello, se alejó de allí dejándolo sorprendido.
Estaba
harta de dar vueltas por la ciudad.
Sus pies, le estaban gritando un descanso a
pleno pulmón. Si lo miraba bien, llevaba ocho horas fuera de casa. Solo se
había detenido a descansar cuando se paró a comer al mediodía.
¿Y para que se detuvo? Aquello había sido un grave error. Empezando,
desde su llamada por teléfono a Susan y de la aparición de él.
Paró
un tanto melancólica, delante de un escaparate de juguetes. Aquello no es lo
que quería. Jamás, se habría esperado un encuentro con Sebastián. Mirando su
ritmo de vida en los últimos años, era imposible que se encontraran alguna vez.
Pero había sucedido después de todo… Y por
ello, se hallaba enfadada.
Él, no la miraba como ella anhelaba. Pero eso
ya lo tenía asumido. No hacía falta que nadie se lo dijera. Era lo suficiente
madura, para hacer la exacta observación de que era una idiota. Sí, una idiota.
¡Por dios, Sebastián era mayor que ella! Un
hombre atractivo y con éxito, en el mundo de los negocios.¿De verdad, se había
creído que con solo verla, él se iba a sentir enamorado de ella?
¡Que
ilusa! Y además, no creía que él fuera un hombre de vida familiar.
Y
eso, es lo que ella quería.
Quería
poder tener lo que tenían sus amigas. Un marido que la quisiese, fuera como
fuera ella. No hacía falta, que se tuviera que realizar un enorme cambio físico
por él… Quería un hombre, que ya la viera sexy sin falta de maquillaje y
minifaldas.
¿Y
qué significaba aquello?
Pues,
había llegado el momento de pasar página en su vida. Habría nuevos
sueños que apuntar y momentos que vivir.
Sí,
por mucho que le doliera, tenía que decirle adiós a Sebastián.
Ánimo,
pasados unos días ya no lo iba a volver a ver… Ahí, es cuando todo cambio
comenzaría.
Con
una sonrisa en sus labios, dio media vuelta sobre sus pasos y puso rumbo,
dirección a casa de su hermano. Mejor se apresuraba, si quería prepararles algo
de cena, pues quedaba poco para que se presentaran en la casa.
Cerró
la puerta principal a sus espaldas, para quedarse clavada en el lugar. Al
observar que era la última en llegar.
En la casa, estaban las luces encendidas y se escuchaban las voces de los tres. Aquello no era normal, algo debía de haber
ocurrido.
¡OH! Solo esperaba, que no fuera por culpa de
ella. Es decir, por culpa de Sebastián. Que enfadado por su conducta, hubiera
llamado a su hermano preocupándolo.
De
modo, que con paso decidido entró en el salón para llevarse una sorpresa muy diferente a lo
que había pensado.
Allí, en el suelo justo al lado del sofá había
una gran maleta de viaje. Y justo, en aquel momento Sebastián salía con una más
del pasillo que conducía a los dormitorios.
¡Cómo!
¡Se marchaba! ¡Porqué, si aún no había intentado nada con él!
¡Idiota!
¿Dónde
estaba todo el sermón que se había dado antes a sí misma?
Paparruchas, aquello es lo que habían sido sus
propias palabras. ¿A quién quería engañar? Era la típica idiota, que se podía
tirar casi toda una vida enamorada del mismo hombre, sin siquiera habiendo
recibido un solo beso en los labios por su parte…
¡Así,
que él no podía marcharse aún!
Sus
miradas chocaron y se desafiaron en el primer segundo. Después, se observaron
atentamente en busca de respuestas…
-Vaya,
si sigues viva -Soltó con retintín-. Lo empezaba a dudar, al ver que me
tratabas igual que a ese tal Lucas, en ignorar todas mis llamadas.
¿Esa
iba ser su despedida? Pensó con fastidio.
No iban haber palabras cariñosas, un abrazo y
un beso… Solo se iba a marchar, siguiendo con sus broncas. Nada había cambiado…
¡Cómo podía ser tan cretino! Pues que no esperara ni una pizca de ternura, por
parte de ella.
-Créeme
que a Lucas lo trato mucho mejor que a
ti –Le escupió con rabia, dejando su bolso en el sofá y comenzando a quitarse
el abrigo-. ¿No me digas, que me voy a librar de mí más preciado carcelero?
–Soltó las palabras cargadas de gran malicia y dejando que él lo viera.
-¿Eso
es lo que te gustaría, cierto? –Preguntó él, totalmente serio.
-Por
favor Seba -Se puso los brazos en la cintura, a modo de jarra-. Ya sabemos los
dos la verdad.
Pero
la aparición de su hermano, calló las palabras que fuera a decirle el hombre.
-¡Hola
princesa! –La saludó su hermano, saliendo también en aquel momento Clara al
salón-. Llegas en buen momento, así nos podremos despedir.
Nadie
dijo nada, mientras trataba de asimilar las palabras que su hermano había
dejado caer en especie de bomba.
¿Despedir?
¿Había oído bien? Tenía que deberse de un gran error, pues era imposible que su
hermano la abandonara en aquel momento, dado que se trataban de sus vacaciones
de navidad prolongadas por más tiempo, para estar más días juntos.
Pero
lo nervioso que hallaba al hombre, le hizo dudar de haberse imaginado aquello.
-¿Cómo?
–Se extrañó al ver que algo no cuadraba en la actitud de todos con ella.
-Te
vas a tener que quedar sola con Seba, por una semana más o menos –Comenzó a
explicar Derek, al tiempo que ayudaba a su cuñada a ponerse el abrigo-. Al
padre de Clara, lo acaban de ingresar. No se sabe aún por qué…
Sí,
había oído bien. Y aquello era… ¡OH dios mío!
-¡OH,
Clara! –Se giró a mirarla, para después apresurarse en fundirse en un abrazo
con ella-. Lo siento mucho, espero que…
-Tranquila
–Le sonrió la otra chica con tono calmado-. Verás como todo está bien. Mi
padre, es un hombre muy fuerte –Miró un segundo ha su prometido con los ojos
entrecerrados-. Pero me molesta, que te
guardaras tus días de verano para pasarlas en éstas fechas, y ahora sale…
-¡Oye!
No me vengas con tonterías –Le sonrió con cariño-. Dispongo de muchos más días,
verás como no es nada y estáis pronto aquí.
-Gracias
preciosa –Le acarició la mejilla.
Sebastián
carraspeó un poco, antes de volver hablar con suma seriedad en su rostro.
-¿De
verdad, que no queréis que os acerque al aeropuerto? –Volvió a insistir su
inminente carcelero.
-No,
déjalo –Habló Derek-. El taxi ya nos espera –Se giró aún nervioso hacia su
novia-. ¿Lista cariño?
-Sí
–Dijo en un gemido, mordiéndose el labio inferior y mirando por un momento a la
chica y al hombre que se quedaba al cuidado de ella. Para coger aire y volver a
mirar a la joven soltando el aire-. En la nevera, sabes que hay comida de
sobras…
-Vete
tranquila, no te preocupes que estaremos bien –Le dijo, acompañándola hasta la
puerta.
Sebastián
iba justo tras de ella.
-Llamad
cuando lleguéis –Pidió Sebastián.
-Mantenme
informada sobre tu padre –Le rogó la chica con cierta tristeza.
Ya
en la cabina del ascensor, su hermano se giró hacia su amigo para estrecharle
la mano.
-Cuida
a mí hermana –Habló Derek.
-Se
cuidarme sola –Soltó molesta y mirándolos a los dos con mucha furia.
Los
dos solo supieron mostrar una pequeña sonrisa, antes de ser interrumpidos
cuando Karolaine saltó a los brazos de su hermano para darle un fuerte abrazo.
-No
te preocupes por ella –Le guiñó un ojo Sebas por encima de la chica, antes de
sujetarla por la cintura y sacarla del interior de la cabina elevadora-. Adiós.
-Adiós
–Dijo la pareja, antes de que se cerrara la puerta del ascensor.
Primero,
pasó ella con la cabeza cabizbaja. Y
detrás él, que fue quien cerró la puerta sin dejar de observarla en todo
momento.
Solos… Le retumbaba de forma repetida aquella
palabra en la cabeza.
¡Dios mío, iban a estar completamente solos!
¿Y
qué? Solo tenía que comportarse como un hombre adulto, que es lo que se
esperaba de él. Y de esa manera, evitaría toda tentación posible que apareciera
por el camino.
¡Maldita
sea!
Lo único que le faltaba, era no tener la
presencia de su amigo allí. Aquella semana, iba a ser toda una tortura.
-¿Quieres
cama de matrimonio o individual? –Preguntó de sopetón ella, llegando a mitad
del salón.
-¿Qué?
–Frunció las cejas.
¿Cama de matrimonio? ¡Burro! Ella mencionaba
qué habitación quería, y lo primero que hacía imaginarse a los dos desnudos en
una de ellas.
De seguro, que si Derek le pudiera leer los
pensamientos, volvía atrás con el taxi y le atizaba un buen puñetazo en su
rostro. Iba a tener que aprender a
controlarse…
Y
un momento…
Sonrió un tanto divertido. No estando allí su
amigo, iba a poder averiguar de forma más libre quien era aquel Lucas.
-¿Seba?
–Lo llamó ella, saludándolo con la mano. Al comprobar, que el hombre se hallaba
perdido en sus propios pensamientos.
De
seguro, que estaba pensando que todo aquello era ahora un gran fastidio. Que
él, no tenía que ser el canguro de una jovencita.
Ahora, seguro que su mente estaba maquinando
donde y como realizar los encuentros programados por su agenda negra.
Maldito idiota…
Ella,
podía ser mucho mejor que cualquier mujer de aquella agenda. Si pudiera se la
quemaba. Pero tampoco tenía que ser así.
Él, simplemente buscaba a mujeres bastante expertas en la cama y ella, aún no había llegado ahondar en aquel punto.
Bueno, ni tan siquiera lo había anotado como
prioridad en descubrir.
Pero aquello, es lo que querían sus amigas.
Que viviera un poco la vida. ¿Y si primero practicaba? ¿Iba a saber hacer todo
eso?
Mejor hacía al día siguiente una visita a la
librería.
-Perdona
–Habló unos segundos después éste-. ¿Me decías alguna cosa enana?
-Que
si querías dormir en la cama de ellos o en la que estas ahora -Volvió a
preguntar, pero entrando en la cocina para ir a prepararse algo de cena.
-Me
da lo mismo –Soltó un suspiro, al volver a pensar por una milésima de segundo
en una absurda idea.
-Mejor
cógetela tú –Dijo ella desde la cocina-. Tú eres mucho más grande. A mí me da igual, el dormir en una cama individual.
-Pero
es la casa de tu hermano –Habló él, acercándose a la cocina-. Tú, tienes mucho
más derecho que yo –Comentó ya en el quicio de la puerta apoyado y con las
manos dentro de los bolsillos delanteros del pantalón.
Aquello
la ponía nerviosa. Que estuviera allí de pie, observándola fijamente con cierto
brillo en la mirada.
-No
seas tonto Seba –Sonrió ella, mientras lavaba unos tomates para hacerse una
ensalada, y hacía como que le daba igual el ser observada.
-Vaya,
me alegra comprobar que ya no te hallas enfadada conmigo –Observó este, al ver
que le hablaba con tono casual.
-Simplemente,
no me gusta pasarme días enfadada –Se alzó de hombros sin girarse a mirarlo-.
Soy joven, no tengo necesidad de amargarme la vida –Que ilusa era, pensó para
sí misma con ironía-. Pero te indico, que más te vale no sacar el tema. Es mi
vida y soy una mujer adulta.
-Vamos
Karolaine, hace mucho que no nos vemos –Manifestó con cierto tono zalamero-. Solo
quería saber un poco más de tu vida.. –Se rió, para quitar un poco de cizaña.
-Eres
el amigo de Derek.
-Karolaine,
te conozco desde antes que gatearas –Sonrió divertido.
-Me
conocías de pequeña –Le señaló, ya acabando con la ensalada y llevándola a la
mesa del salón mirándolo solo un momento y con ojos fríos-. Como yo te conocía,
cuando tú eras un adolescente. Pero han pasado muchos años…
-Soy
yo, Sebastián…
-Y
yo Karolaine –Le copió hasta el mismo tono de ironía-. Y te aseguro, que para
nada la misma chica de pueblo.
-Eso
es lo que quiero saber –Dijo levantando una ceja.
-Eso,
es lo que más te va a costar –rió con mordacidad-. Deja de ser peor que un
carcelero y tendrás, mi obediencia entre comillas -Señaló yendo hacia la cocina, para abrir la
nevera y sacar diferentes tipos de quesos, para disponerlos encima de la mesa.
-No
acabo de estar de acuerdo… -Habló para nada convencido.
-Entonces,
no hay ninguna tregua –Le sonrió con cierto sarcasmo-. No esperes, que ésta
semana que vayamos a estar solos te haga ningún caso. Soy una mujer adulta.
Sebastián
soltó un gruñido por sus palabras, acercándose a ella.
-Deja
de repetir eso –La miró con seriedad-. Eres…
-Una
chica, que tiene más cabeza que tú cuando tenías mi edad –Se adelantó a
responder, de manera certera mientras se sentaba a picar de lo que había puesto
en la mesa. Ignorando que él se hallaba de pie a su lado, con la mirada fija.
-No
creo que sea muy cierto –Se cruzó éste de brazos-. Creo, que estas saliendo con
hombres más mayores que tú.
-¿Y
qué hay de malo en ello? –Preguntó, alzándose de hombros y llevándose un tomate
a la boca.
-Eres
aún muy joven –Afirmó con el ceño fruncido-. Ellos…
-Me
ven como una mujer adulta –Le replicó con cierto retintín.
-¿Cómo
sabes que no se están aprovechando de ti?
-Al
fin y al cabo Seba, todo se reduce a lo mismo. Sexo –Logró pronunciar con la
mirada fija en él, y sin lograr sonrojarse en ningún momento-. No me engañan,
como puedes comprobar. Buscamos el mismo
tipo de diversión -¡Y un carajo! Se respondió a sí misma.
Estaba completamente segura, que en aquel
momento si Susan se hallara allí, estaría muy orgullosa de sus palabras.
-Aún
eres muy inocente –Respondió lleno de ira.
Jamás, había pensado que su dulce Karolaine
iba a jugar a aquellos juegos con diferentes hombres.
Ella
no, ella era especial.
Nunca se había detenido a pensar, que llegaría
aquella verdad ante él. ¿Por qué tuvo que marcharse del pueblo? La vida que
tenía allí en el campo, era muy saludable.
Y estaba seguro, que su dulce inocencia le habría durado un par de años
más.
-Claro
que aún soy un poco inocente –Rió ella en tono coqueto-. Aún me quedan muchas
cosas por aprender. Pero no quiero que me veas como una niña por mi edad.
Quiero que me trates como a una igual. No hace falta, que me des la mano para
cruzar la calle. Hace mucho tiempo, que dejé atrás esa época. No es mi culpa,
que nunca estuvieras aquí para darte cuenta de ello Seba.
Sebastián
apretó sus puños, ante toda aquella palabrería soltada por ella.
-Solo
quiero que veas, que se trata de preocupación por ti –Habló a media voz,
tratando de calmar su respiración por el enfado que lo estaba consumiendo.
-Y
te doy las gracias –Le sonrió-. Pero llegas tarde. Soy persona seria, en la
cual se puede confiar. Como le eh podido demostrar a Derek.
-Muy
bien, esos son tus argumentos en tu defensa –Se sentó en la mesa y cogió un
tenedor, con el cual pinchó un trozo de lechuga-. Me voy a mantener por unos
días en guardia…
-¡Qué
es lo que no has entendido! –Le chilló al momento muy molesta, al ver lo
cabezota que era aquel hombre.
-Me
niego a creerme, todo éste teatro ensayado delante de un espejo –Le soltó, con
un brillo de furia en la mirada-. Solo tienes veinte años. Y por lo que a mí
respecta, que pude llegar a observar ésta mañana. Aún eres muy inocente
–Recalcó con fuerza, las últimas palabras.- Así, que vas a tenerme como un
perro guardián, te guste o no te guste.
-¡Vete
al infierno! –Le gritó, poniéndose de pie.
-Bienvenida
a él, enana -Le sonrió con gran
satisfacción, para al momento hacerlo con fastidio, al ver como ella se atrevía
a tirarle el contenido del vaso a la cara.
OHHHHHHHHHHHHH! ¿y ahora? Eso quiero verlo..rápido ráido, lo que sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!! Quiero más....se nota?
ResponderEliminaryo tambien quiero más, nos has hecho esperar mucho para lo que viene!!...
ResponderEliminarTu solo apareces para incarme el tenedor en el culo!!!!!! jajajajja
EliminarSeguro que me pondrías un kit de calambres, hasta que no vieras que acabara con esta historia!!!!
jajajajajja
Besos guapa, que hace mucho que no se de ti!!!!
jajajajjaja...creeme que si pudiera hacerlo para que continues con la historia, lo haría!!!!
EliminarBesos para ti también! extraño tus locuras :)
si queremos massss, ya quiero que llegue el complice de lucas para ayudar ala pobre karoline con el pesado de sebastian
ResponderEliminarComo no, coincides con Nata!!!!
EliminarVeo que lo malo se pega!!!! jejejejje
Es broma, pero para que veais a Matt en acción, aún os quedan unos capis
ahora me rio yo... juas juas juas