Capítulo 21
Era un local un tanto rústico pero no en la
construcción sino en la decoración. Las
pinturas que colgaban ahí rivalizaban en belleza con los paisajes que se
apreciaban a través de los ventanales.
-
Efectivamente -le sonrió y a
continuación ordenaron unas copas Piaccere italiano ofertadas en el
menú.
-
Enseguida chicos -dijo
dirigiéndose a una habitación interna-
Esta es Rafaella -presentó a Mel en
el momento que volvió a salir.
-
¡¡Daniel!! ¡Qué gusto verte!
-Rafaella se acercaba a abrazarlo-
Y esta bella chica es…
- Melina, su novia -Donatello se adelantó a contestar.
- ¡Pero que placer tenerlos aquí! -interrumpió a Daniel y Mel que iban a
hablar- Seguro eres una persona muy
especial para haber ganado su corazón… es un buen chico.
- No, Rafa
-Daniel la corrigió- Mel es solo
una buena amiga.
- ¿De verdad?
-exclamó mirando a Melina.
- Si, somos buenos amigos -ella lo miró con cariño.
- Si ustedes lo dicen… -Rafaella contestó vacilante- ¿Te ha gustado Italia? -cambió de tema mientras era servido su
pedido. Compartieron la mesa los cuatro.
***
- Son buenas personas -Mel sonreía como una chiquilla- me ha encantado conocerlos.
- Y ellos estaban encantados contigo -Daniel le ofreció el brazo- ¿Quieres dar un paseo?
- Claro que si, vamos -tomó su brazo entusiasmada casi guiándolo.
- ¿Estás acostumbrada a hacer las cosas a tu
manera no? -él bromeó y ella le dio un
empujoncito.
- Algo así…
- Por aquí…
-tomaron un sendero poco transitado.
La brisa se sentía en sus rostros y Mel creyó que se llevaba un poco del
peso de su corazón.
- ¿Por qué me trajiste?
- ¿Es una pregunta con doble fondo?
- ¿¿Qué??
No, para nada… Pero, es curioso…
- ¿Qué?
-Daniel se detuvo- ¿Por qué no a
Micaela es eso?
- ¿Eres adivino? -Melina se río ante la cara de él- Pareces entender todo lo que te digo… sin que
te lo explique…
- Es que en mi vida anterior fui mujer… -soltó irónico provocando que Mel se riera
como nunca- Me pasa solo contigo… -dijo
serio.
Mientras la risa se
esfumaba su mente iba procesando aquellas palabras… Me pasa solo contigo… ¿sería cierto?
- Te has quedado callada…
- Es que… eres muy especial, Daniel -Mel no sabía que era lo que su corazón
gritaba… no entendía el mensaje y sin duda su cerebro tampoco le daba las
señales correctas para entender lo que sentía-
¿Puedo abrazarte? -Ni siquiera lo
había razonado… solo habían salido aquellas palabras… pero él ni siquiera le
dejo terminar la frase… la envolvió en sus brazos y la estrechó intensamente.
- Estás temblando… -él susurró y ella asintió a
pesar de la cálida tarde- Melina, ¿qué
sucede? -en su oído su voz no fue más
que una ligera brisa…
- Shhh –ella no lo veía, no lo escuchaba, no
quería pensar ni contestar nada… los razonamientos no tenían cabida… era un
momento hecho solo para ser disfrutado por sus sentidos sin cuestionamientos…
***
- Gracias por una tarde preciosa… -Melina se despedía triste de Daniel- Yo…
-¿qué era lo que quería decir?
- No será la única… -Daniel la miraba y sin pensarlo pasó su mano
por la mejilla de ella- Mañana ¿a la
misma hora?
- Por supuesto…
-Mel trató de sonreír- Pero el
lugar lo elijó yo esta vez…
- Trato hecho…
-Daniel quería añadir algo…-
Melina… -se quedó en silencio.
- ¿Si?
-ella lo miró vacilante.
- Gracias a ti…
-concluyó despidiéndose y arrancando el auto.
- ¿Dónde estabas Mel? -Danna estaba furiosa- ¿¿Y esa chaqueta??
Capítulo 22
- Danny… -Mel la miró sonriendo- no soy una niña…
- Pero eres mi hermana menor y…
- Tan solo un año, Danny…
- Pero eres menor y estás en mi casa -Danna dejó entrever la preocupación que
sentía- pensé que te había sucedido
algo…
- No, Danna… estoy bien -Mel le abrazo- Y no te lo voy a decir…
- Si no he preguntado… -Danna hizo un mohín.
- Pero lo harás… -se rió al ver su cara- Confórmate con saber que es un amigo que
conocí en España y volví a ver en el cumpleaños de Beth…
- ¿¿Aquí??
-ella no lo creía- Entonces lo
conozco… -le miró suplicante- nombre por
favor…
- No, que no…
-Mel negó- Te dije que debías
conformarte con esa información… voy a mi cuarto -se rió mientras Danna protestaba.
- Ni creas que me voy a quedar quietecita… -Danna gritaba una vez más- Tengo la lista y lo voy a averiguar… -asomaba su cabeza a la escalera que conducía
a los dormitorios.
- No lo dudaba ni un segundo… -susurró Mel mientras cerraba despacio la
puerta de su habitación.
***
Se despojaba de su
ropa. Se sentía algo cansada después del
interrogatorio de la cena. Si su hermana
era buena en eso… su cuñado era mejor.
No en vano tenía tanto éxito en los negocios. Pero no lo sabían. Al menos no con certeza… ¿por qué? Por una simple y sencilla razón: Daniel
estaba a punto de casarse. ¿Quién iba a
sospechar que era él su misterioso amigo?
Cuando se metió entre las
sábanas miró de reojo a su mesita de noche.
Ahí estaba su teléfono. ¿Habría
llamado Diego? No… seguro que no. Él nunca llamaba… él nunca estaba… él no la
necesitaba… No se merecía ni una sola
mirada pero ella le entregaba su vida… irónico pero cierto… ¿en realidad se
podía amar hasta ese punto? Un recuerdo
fugaz cruzó su mente… aquel hombre… la miraba… ¿por qué él?... decía
suavemente… y ella solo podía pensar en una cosa…algo inexplicable… aquel
hombre… no era Diego.
Tomó el teléfono y como ya
había concluido… no tenía ni un solo mensaje…
Lo iba a llamar… empezó a marcar y se detuvo… ya lo había hecho… no lo voy a volver a hacer -se prometió apagando su móvil y se tapó con
las sábanas.
***
- Buenos días Danny. ¿Tú aquí?
-Mel sonrió ante la cara de fastidio de Danna- Parece que no pasaste una buena noche… tendré
que hablar con Leonardo -Danna se
sonrojó y Melina no pudo reprimir una carcajada- ¿Qué es eso?
-tomó el papel de sus manos.
- La lista…
la he revisado tres veces…
- ¿Y? ¿A
qué conclusión has llegado? -fingió
sorpresa.
- ¿Te has vuelto una payasa sabías? -Danna se rió. Finalmente Melina era la que hizo una
mueca- Ninguna… estoy decepcionada.
- A su tiempo, Danna. Lo sabrás a su tiempo -respondió misteriosa y salió a pasear por
los jardines.
Danna sabía que debía darle
su espacio y no la siguió. Desde
luego, no tenía nada que ver con la
repentina llegada de su esposo…
Mel caminaba
lentamente. Quería disfrutar sin prisas…
no había ningún apuro. Solo sus pensamientos dictaban sus
movimientos… quería sentirse libre… libre de culpa, de enojo, de
remordimientos… Con Daniel se sentía así… no tenía que fingir… él irradiaba una
tranquilidad envidiable… y ella podía hablar… pero -se detuvo de golpe- no lo escuchaba… ¿o si?
Bueno, sabía de él… no mucho, claro… lo suficiente. ¿De verdad era suficiente? No quería perderlo… era la única persona con
quien no pretendía ser… Y, no se explicaba… porque con “él” precisamente… con
él que lo conocía de nada.
Tal vez era eso -se sentó en un banco en medio del
jardín- las personas siempre actuaban
distinto en el anonimato… Y en eso, ella no era la excepción. Aquella fragancia… -buscó a su alrededor- Claro… a su espalda estaba un hermoso
rosal. Blancas… ¿es que acaso el cielo
se confabulaba contra ella? Era martes
¿¿no?? Por supuesto… aquel día Diego
habría llevado una rosa blanca.
¡¡Diego!! Ya estaba otra vez
pensando en él… y… ¡¡qué importaba la
dichosa resolución!! -se levantó de
golpe y se dirigió a su dormitorio… Allí
había dejado su celular.
Apenas lo encendió recibió
un mensaje: Tiene un nuevo mensaje de
voz.
Nerviosa marcó al
buzón… Presionó la tecla de reproducción
y las palabras se sucedieron en tropel…
Capítulo 23
Mel…esperé
tu llamada. Pero surgió algo repentino y
no quiero aburrirte con detalles. ¿Estás
enfadada? Yo si… porque aún estoy
esperando… ¿quién te tiene tan ocupada? Realmente… espero estar imaginando
cosas. Te amo.
Era la quinta vez que lo
escuchaba. No porque no lo hubiera
entendido la primera, ni porque con una segunda quisiera identificar la
voz… Obviamente sabía quien era… Pero
intentaba encontrarle sentido. Había un
algo oculto que se le estaba escapando…
¿quién? Él le había preguntado “quién” la tenía tan ocupada no
“que”… ¿sospechaba? ¿Entendía los alcances de aquellas
palabras? No quería pelear… de verdad,
no quería… pero eso no se lo iba a permitir… el la conocía perfectamente… ¿o
no? Claro que si… sabía que ella no era así pero… había desconfiado… Debían hablar.
- Diga
- Hola, soy yo…
-Mel se vio interrumpida.
- ¿Me puede llamar más tarde? -era la voz de Diego- Estoy en medio de algo
importante…
- Claro… pero no te entiendo… -Mel se sintió
furiosa porque parecía pensar que la manejaba a su antojo y ¿no que estaba
esperando?- No importa… nunca lo he
hecho. Adiós.
Colgó frustrada y enseguida
tuvo una llamada de vuelta.
- ¿Si?
- ¿Cómo estás Mel? Estuve intentando comunicarme pero…
- Llamada de mi madre -interrumpió a Dome decepcionada.
- Te escucho… hummm… extraña. ¿Sucedió algo?
- Nada extraordinario… -Mel se sentó repentinamente cansada- Excepto que encontré varios rostros
familiares…
- Como es de suponerse… -se rió Dome y eso alivió a Mel.
- Pero no te imaginas a quien…
- ¿Quién?
-preguntó tensamente.
- ¡Daniel, claro! -Mel se rió porque podía imaginarse la cara
de Doménica- ¿el amigo de Edu,
recuerdas?
- Se quién es, Mel… ¡muy graciosa!
- ¿Por qué?
¿Tú de quien pensabas…? -dijo
fingiendo inocencia- Ah, tú creíste que
hablaba de…
- Si, si
-para que negarlo- Ahora que
quedó claro… ¿qué paso?
- Nada…
- Melina…
-rebatió en tono de advertencia.
- ¿Recuerdas la primera vez que saliste con
Sebastien? -Mel no esperó
respuesta- Claro que si -se auto contestó- Me dejaste intrigada… toda la noche…
- Pero no es lo mismo… -replicó Dome.
- No pude dormir pensando en como había
sucedido aquel beso… tú… tan recatada…
- Mel… al grano
-Dome no quería volver a evocar esos recuerdos.
- ¡Qué no te cuento nada! -soltó riendo de golpe.
- ¿¿Cómo??
-Dome gritó- No te vas a atrever
a dejarme así…
- ¿Lo apuestas?
-Mel no escuchó nada- Adiós Dome.
- Pero… no es justo…
- Cuida mucho a Alex.
- No es lo mismo… tú no tienes fecha de
retorno…
- Chiao Dome - colgó a pesar de las protestas de su amiga.
Soltó su celular aún riendo
por los pucheros que de seguro estaba haciendo Doménica. ¡Bien merecido! ¿Quién le mandaba a intentar hacer de
Cupido? Se las cobraba de aquella cena y
también de aquel secreto con Sebastien… ¡haber cuanto le duraba la paciencia!
No mucho, a juzgar por lo
rápido de su llamada. Cinco minutos…
para ser exactos.
- ¡Qué poco sentido del humor tienes!
- Si… en algo estamos de acuerdo –la voz de Diego congeló la sonrisa en la
cara de Mel.
- ¿Diego?
-pregunto tontamente porque ya sabía que era él.
- ¿Esperabas a otra persona? -rebatió con voz fría, cargada de celos y…
¿triste?- No importa…
- No… -Mel lo cortó- no esperaba a nadie y ¡no!, si importa… ¿qué
estás pensando?
- No quieres saberlo, Mel…
- Yo no soy así, Diego…
Capítulo 24
- ¿Así?
¿Cómo? Ni siquiera he dicho nada…
- No hace falta…
- ¿De verdad?
-Diego se quedó momentáneamente callado-
Si, es cierto… ¿estás con él?
- No se a qué te refieres… -no podía hablar de Daniel…
- Eso suponía…
-sonaba satisfecho- ¿Necesitabas
algo?
- ¿Qué?
-Mel estaba incrédula- Necesitaba
hablar contigo… -susurró triste.
- Te escuchó entonces… pero que sea rápido.
- Diego…
-se sentía decepcionada e intentó calmar esa ansiedad interna- Te amo…
-probó su reacción.
- Eso ya lo sé…
-pronunció arrogante- ¿algo más?
- ¿Qué es lo que te…? -iba diciendo y se detuvo… de pronto lo
entendió todo- Tú… ¡increíble! Estabas con ella…
- Yo…
-se calló demasiado tiempo- no se
de que hablas…
- ¿Cómo te atreves? -Mel se sentía herida- ¿Estás insultando mi inteligencia? Porque soy más que un cuerpo por si no lo has
notado…
- Yo… ¿de verdad vamos a discutirlo? -Diego aceptó finalmente.
- No, no hace falta…
- ¿Estás enfadada?
- No…
-soltó de repente y miró un auto que la esperaba- Adiós.
- Espera Mel… no hace falta que finjas…
- No finjo nada… realmente no estoy enfadada.
- Sabes que no me refiero a eso… No debes
fingir que tienes a alguien esperándote…
Eso había ido demasiado
lejos… ¿Qué se creía? ¿Un ser único e incomparable? ¿El centro de su existencia?
- ¿Disculpa?
Diego… estás equivocado. No
tienes idea de cuanto.
- ¿Qué quieres decir?
- Ve, diviértete… hablaremos a mi regreso -eso sonaba a ultimátum
- Tú sabías bien lo que sucedía…
- Evidentemente
-no era la observación más caballerosa pero él no se iba a dejar ganar
esa batalla- y tú lo sospechas…
- No entiendo…
- ¿Más claro?
-Mel replicó sarcástica- bueno… tenías razón. No, no saques conclusiones adelantadas… si
hay alguien que me espera… Y no es una
mujer.
- ¿Quieres decir qué…?
- ¿Aún no lo entiendes Diego? -Mel dijo irónica- Pensé que eras más ingenioso -soltó una risotada- Un amigo
–pronunció con intención.
- No, Melina.
¡Espera! Yo te amo… no cometas una locura.
- Sabes… demasiado tarde -colgó sintiendo unas intensas ganas de
llorar… él no iba a llamar. Lo conocía,
era demasiado orgulloso… y con lo que le había insinuado… bueno, no le tendría
en el mejor concepto. Y… ¿qué rayos le
importaba? Él estaba con otra. Su tono de voz y su trato cambiaban cada vez
que tenía una nueva conquista… seguramente la estaba seduciendo en ese mismo
instante… ¡Dios! ¿Cómo podía dejar que
la tocara después de eso? ¡No lo entendía! ¡No se entendía a sí misma! ¡Lo odiaba una y mil veces! Y… sin embargo…
volvía a sus brazos. Él… Diego… estaba
muy confiado. Lo sintió cuando dijo: No debes fingir que tienes a alguien
esperándote… ¿De verdad era tan patética?
“Fingir” ella no necesitaba
fingir nada… -se miró al espejo- ella era atractiva… no extremadamente bella,
pero atractiva con aquellos ojos grises, rostro claro y cabello oscuro, alta y
bien proporcionada… ¿por qué tendría que
fingir algo como eso? ¡No!
No podía ser tan transparente… pero lo era… Diego sabía que ella lo
amaba intensa y locamente. ¡Él lo sabía!
¡Dios! Y… se estaba aprovechando de eso.
No, no era posible… ella no podía estar tan ciega.
***
Daniel decidió esperar
cinco minutos más. No creía que Melina
hubiera olvidado su cita. Tan solo
habían hablado ayer… y aún recordaba lo vulnerable que estaba en sus
brazos. La había consolado con el calor
de su cuerpo. Sin palabras… solo
estrechándola y enseguida ella se había moldeado a él. Sin reservas se había apoyado buscando su
consuelo… Y esperaba que lo hubiera
hallado. Porque él si lo había hecho… no
era que necesitara desahogarse ni nada pero… necesitaba calor humano. No el que se obtiene en la íntima de unión de
dos cuerpos sino aquella que solo se logra en la íntima unión de dos
almas… y fue con ella. Con Melina y no con Micaela con la que se sintió… bien, en
paz… vivo. No tenía sentido pero supuso
que era porque Mel era su amiga a pesar de no conocerla de años sentía que
sabía mucho porque ella era transparente, no escondía nada, sus actitudes
demostraban claramente quien era y que quería de la vida… ¡cuánto admiraba
eso! Tan segura… excepto en su relación
con aquel tipo… porque no sabía su nombre pero era un completo tarado si hacía
sufrir de aquella manera a Melina. ¿Por
eso no saldría? ¿Estaría hablando con
él?
No tuvo mucho tiempo para
continuar especulando porque una figura se dirigía sigilosa hacia el auto. Era ella que venía… derrotada.
Callada subió al auto por
la puerta del pasajero. Se sentó con la
mirada perdida en un lejano punto en el horizonte.
- ¿Qué te hizo está vez? -Daniel inquirió bajo.
- ¿Te atreves a juzgarme? Tú no me conoces… -Melina gritó furiosa y él la miró
sorprendido- ¿Esta vez? ¿Acaso sabes lo que he pasado otras
veces? ¿Conoces mi situación? -ella estaba agitada y movía las manos frenética
en el aire- Evidentemente no… tú…
- Yo no estoy juzgándote, Melina. Ni siquiera lo intentaría -ella iba a replicar con ojos refulgentes
pero él no se detuvo- Tú te estás
juzgando… estás batallando contigo misma y no me atrevería a meterme. No conozco lo que vives… pero tengo una idea
de cómo eres… y no me mires así -detuvo sus manos con las suyas- Eres real… eres transparente…
- No, Daniel… transparente no… por favor… -suplicó desviando la vista.
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