lunes, 7 de octubre de 2013

Una rosa en la noche 7





 Capítulo 21
Era un local un tanto rústico pero no en la construcción sino en la decoración.  Las pinturas que colgaban ahí rivalizaban en belleza con los paisajes que se apreciaban a través de los ventanales.
-  Siéntense por favor  -hablaba en italiano sonriendo-  ¿lo hablas cierto?  -Donatello miró a Mel.
-  Efectivamente  -le sonrió y a continuación ordenaron unas copas Piaccere italiano ofertadas en el menú.
-   Enseguida chicos  -dijo dirigiéndose a una habitación interna-  Esta es Rafaella  -presentó a Mel en el momento que volvió a salir.
-  ¡¡Daniel!! ¡Qué gusto verte!  -Rafaella se acercaba a abrazarlo-  Y esta bella chica es…
-  Melina, su novia  -Donatello se adelantó a contestar.
-  ¡Pero que placer tenerlos aquí!  -interrumpió a Daniel y Mel que iban a hablar-  Seguro eres una persona muy especial para haber ganado su corazón… es un buen chico.
-  No, Rafa  -Daniel la corrigió-  Mel es solo una buena amiga.
-  ¿De verdad?  -exclamó mirando a Melina.
-  Si, somos buenos amigos  -ella lo miró con cariño.
-  Si ustedes lo dicen…  -Rafaella contestó vacilante-  ¿Te ha gustado Italia?  -cambió de tema mientras era servido su pedido.  Compartieron la mesa los cuatro.
***
-   Son buenas personas  -Mel sonreía como una chiquilla-  me ha encantado conocerlos.
-   Y ellos estaban encantados contigo  -Daniel le ofreció el brazo-  ¿Quieres dar un paseo?
-  Claro que si, vamos  -tomó su brazo entusiasmada casi guiándolo.
-  ¿Estás acostumbrada a hacer las cosas a tu manera no?  -él bromeó y ella le dio un empujoncito.
-  Algo así…
-  Por aquí…  -tomaron un sendero poco transitado.  La brisa se sentía en sus rostros y Mel creyó que se llevaba un poco del peso de su corazón.
-  ¿Por qué me trajiste?
-  ¿Es una pregunta con doble fondo?
-  ¿¿Qué??  No, para nada…  Pero, es curioso…
-  ¿Qué?  -Daniel se detuvo-  ¿Por qué no a Micaela es eso?
-  ¿Eres adivino?  -Melina se río ante la cara de él-  Pareces entender todo lo que te digo… sin que te lo explique…
-  Es que en mi vida anterior fui mujer…  -soltó irónico provocando que Mel se riera como nunca-  Me pasa solo contigo… -dijo serio.
Mientras la risa se esfumaba su mente iba procesando aquellas palabras… Me pasa solo contigo… ¿sería cierto?
-  Te has quedado callada…
-  Es que… eres muy especial, Daniel  -Mel no sabía que era lo que su corazón gritaba… no entendía el mensaje y sin duda su cerebro tampoco le daba las señales correctas para entender lo que sentía-  ¿Puedo abrazarte?  -Ni siquiera lo había razonado… solo habían salido aquellas palabras… pero él ni siquiera le dejo terminar la frase… la envolvió en sus brazos y la estrechó intensamente.
-  Estás temblando… -él susurró y ella asintió a pesar de la cálida tarde-  Melina, ¿qué sucede?  -en su oído su voz no fue más que una ligera brisa…
-  Shhh –ella no lo veía, no lo escuchaba, no quería pensar ni contestar nada… los razonamientos no tenían cabida… era un momento hecho solo para ser disfrutado por sus sentidos sin cuestionamientos…
***
-  Gracias por una tarde preciosa…  -Melina se despedía triste de Daniel-  Yo…  -¿qué era lo que quería decir?
-  No será la única…  -Daniel la miraba y sin pensarlo pasó su mano por la mejilla de ella-  Mañana ¿a la misma hora?
-  Por supuesto…  -Mel trató de sonreír-  Pero el lugar lo elijó yo esta vez…
-  Trato hecho…  -Daniel quería añadir algo…-  Melina…  -se quedó en silencio.
-  ¿Si?  -ella lo miró vacilante.
-  Gracias a ti…  -concluyó despidiéndose y arrancando el auto.
-  ¿Dónde estabas Mel?  -Danna estaba furiosa-  ¿¿Y esa chaqueta??
 Capítulo 22
-  Danny… -Mel la miró sonriendo-  no soy una niña…
-  Pero eres mi hermana menor y…
-  Tan solo un año, Danny…
-  Pero eres menor y estás en mi casa  -Danna dejó entrever la preocupación que sentía-  pensé que te había sucedido algo…
-  No, Danna… estoy bien  -Mel le abrazo-  Y no te lo voy a decir…
-  Si no he preguntado…  -Danna hizo un mohín.
-  Pero lo harás…  -se rió al ver su cara-  Confórmate con saber que es un amigo que conocí en España y volví a ver en el cumpleaños de Beth…
-  ¿¿Aquí??  -ella no lo creía-  Entonces lo conozco… -le miró suplicante-  nombre por favor…
-  No, que no…  -Mel negó-  Te dije que debías conformarte con esa información… voy a mi cuarto  -se rió mientras Danna protestaba.
-  Ni creas que me voy a quedar quietecita…  -Danna gritaba una vez más-  Tengo la lista y lo voy a averiguar…  -asomaba su cabeza a la escalera que conducía a los dormitorios.
-  No lo dudaba ni un segundo…  -susurró Mel mientras cerraba despacio la puerta de su habitación.
***
Se despojaba de su ropa.  Se sentía algo cansada después del interrogatorio de la cena.  Si su hermana era buena en eso… su cuñado era mejor.  No en vano tenía tanto éxito en los negocios.  Pero no lo sabían.  Al menos no con certeza… ¿por qué?  Por una simple y sencilla razón: Daniel estaba a punto de casarse.  ¿Quién iba a sospechar que era él su misterioso amigo?
Cuando se metió entre las sábanas miró de reojo a su mesita de noche.  Ahí estaba su teléfono.  ¿Habría llamado Diego?  No… seguro que no.  Él nunca llamaba… él nunca estaba… él no la necesitaba…  No se merecía ni una sola mirada pero ella le entregaba su vida… irónico pero cierto… ¿en realidad se podía amar hasta ese punto?  Un recuerdo fugaz cruzó su mente… aquel hombre… la miraba… ¿por qué él?... decía suavemente… y ella solo podía pensar en una cosa…algo inexplicable… aquel hombre… no era Diego.
Tomó el teléfono y como ya había concluido… no tenía ni un solo mensaje…  Lo iba a llamar… empezó a marcar y se detuvo… ya lo había hecho…  no lo voy a volver a hacer  -se prometió apagando su móvil y se tapó con las sábanas. 
***
-  Buenos días Danny.  ¿Tú aquí?  -Mel sonrió ante la cara de fastidio de Danna-  Parece que no pasaste una buena noche… tendré que hablar con Leonardo  -Danna se sonrojó y Melina no pudo reprimir una carcajada-  ¿Qué es eso?  -tomó el papel de sus manos.
-  La lista…  la he revisado tres veces…
-  ¿Y?  ¿A qué conclusión has llegado?  -fingió sorpresa.
-  ¿Te has vuelto una payasa sabías?  -Danna se rió.  Finalmente Melina era la que hizo una mueca-  Ninguna… estoy decepcionada.
-  A su tiempo, Danna.  Lo sabrás a su tiempo  -respondió misteriosa y salió a pasear por los jardines.
Danna sabía que debía darle su espacio y no la siguió.  Desde luego,  no tenía nada que ver con la repentina llegada de su esposo…
Mel caminaba lentamente.  Quería disfrutar sin prisas… no había ningún apuro.   Solo sus pensamientos dictaban sus movimientos… quería sentirse libre… libre de culpa, de enojo, de remordimientos… Con Daniel se sentía así… no tenía que fingir… él irradiaba una tranquilidad envidiable… y ella podía hablar… pero  -se detuvo de golpe-  no lo escuchaba…  ¿o si?  Bueno, sabía de él… no mucho, claro… lo suficiente.  ¿De verdad era suficiente?  No quería perderlo… era la única persona con quien no pretendía ser… Y, no se explicaba… porque con “él” precisamente… con él que lo conocía de nada.
Tal vez era eso  -se sentó en un banco en medio del jardín-  las personas siempre actuaban distinto en el anonimato… Y en eso, ella no era la excepción.  Aquella fragancia…  -buscó a su alrededor-  Claro… a su espalda estaba un hermoso rosal.  Blancas… ¿es que acaso el cielo se confabulaba contra ella?  Era martes ¿¿no??  Por supuesto… aquel día Diego habría llevado una rosa blanca.  ¡¡Diego!!  Ya estaba otra vez pensando en él…  y… ¡¡qué importaba la dichosa resolución!!  -se levantó de golpe y se dirigió a su dormitorio…  Allí había dejado su celular.
Apenas lo encendió recibió un mensaje: Tiene un nuevo mensaje de voz.
Nerviosa marcó al buzón…  Presionó la tecla de reproducción y las palabras se sucedieron en tropel… 
Capítulo 23
Mel…esperé tu llamada.  Pero surgió algo repentino y no quiero aburrirte con detalles.  ¿Estás enfadada?  Yo si… porque aún estoy esperando…  ¿quién te tiene tan ocupada?  Realmente… espero estar imaginando cosas.  Te amo.
Era la quinta vez que lo escuchaba.  No porque no lo hubiera entendido la primera, ni porque con una segunda quisiera identificar la voz…  Obviamente sabía quien era… Pero intentaba encontrarle sentido.  Había un algo oculto que se le estaba escapando…  ¿quién?  Él le había  preguntado “quién” la tenía tan ocupada no “que”…  ¿sospechaba?  ¿Entendía los alcances de aquellas palabras?  No quería pelear… de verdad, no quería… pero eso no se lo iba a permitir… el la conocía perfectamente… ¿o no?  Claro que si… sabía que ella no era así pero… había desconfiado…  Debían hablar.
-  Diga
-  Hola, soy yo…  -Mel se vio interrumpida.
-  ¿Me puede llamar más tarde?  -era la voz de Diego- Estoy en medio de algo importante…
-  Claro… pero no te entiendo… -Mel se sintió furiosa porque parecía pensar que la manejaba a su antojo y ¿no que estaba esperando?-  No importa… nunca lo he hecho.  Adiós.
Colgó frustrada y enseguida tuvo una llamada de vuelta.
-  ¿Si?
-  ¿Cómo estás Mel?  Estuve intentando comunicarme pero…
-  Llamada de mi madre  -interrumpió a Dome decepcionada.
-  Te escucho… hummm… extraña.  ¿Sucedió algo?
-  Nada extraordinario…  -Mel se sentó repentinamente cansada-  Excepto que encontré varios rostros familiares…
-  Como es de suponerse…  -se rió Dome y eso alivió a Mel.
-  Pero no te imaginas a quien…
-  ¿Quién?  -preguntó tensamente.
-  ¡Daniel, claro!  -Mel se rió porque podía imaginarse la cara de Doménica-  ¿el amigo de Edu, recuerdas?
-  Se quién es, Mel…  ¡muy graciosa!
-  ¿Por qué?  ¿Tú de quien pensabas…?  -dijo fingiendo inocencia-  Ah, tú creíste que hablaba de…
-  Si, si  -para que negarlo-  Ahora que quedó claro… ¿qué paso?
-  Nada…
-  Melina…  -rebatió en tono de advertencia.
-  ¿Recuerdas la primera vez que saliste con Sebastien?  -Mel no esperó respuesta-  Claro que si  -se auto contestó-  Me dejaste intrigada… toda la noche…
-  Pero no es lo mismo…  -replicó Dome.
-  No pude dormir pensando en como había sucedido aquel beso…  tú… tan recatada…
-  Mel… al grano  -Dome no quería volver a evocar esos recuerdos.
-  ¡Qué no te cuento nada!  -soltó riendo de golpe.
-  ¿¿Cómo??  -Dome gritó-  No te vas a atrever a dejarme así…
-  ¿Lo apuestas?  -Mel no escuchó nada-  Adiós Dome.
-  Pero… no es justo…
-  Cuida mucho a Alex.
-  No es lo mismo… tú no tienes fecha de retorno…
-  Chiao Dome  - colgó a pesar de las protestas de su amiga.
Soltó su celular aún riendo por los pucheros que de seguro estaba haciendo Doménica.  ¡Bien merecido!  ¿Quién le mandaba a intentar hacer de Cupido?  Se las cobraba de aquella cena y también de aquel secreto con Sebastien… ¡haber cuanto le duraba la paciencia!
No mucho, a juzgar por lo rápido de su llamada.  Cinco minutos… para ser exactos.
-  ¡Qué poco sentido del humor tienes!
-  Si… en algo estamos de acuerdo  –la voz de Diego congeló la sonrisa en la cara de Mel.
-  ¿Diego?  -pregunto tontamente porque ya sabía que era él.
-  ¿Esperabas a otra persona?  -rebatió con voz fría, cargada de celos y… ¿triste?-  No importa…
-  No… -Mel lo cortó-  no esperaba a nadie y ¡no!, si importa… ¿qué estás pensando?
-  No quieres saberlo, Mel…
-  Yo no soy así, Diego…
Capítulo 24
-  ¿Así?  ¿Cómo?  Ni siquiera he dicho nada…
-  No hace falta…
-  ¿De verdad?  -Diego se quedó momentáneamente callado-  Si, es cierto… ¿estás con él?
-  No se a qué te refieres…  -no podía hablar de Daniel…
-  Eso suponía…  -sonaba satisfecho-  ¿Necesitabas algo?
-  ¿Qué?  -Mel estaba incrédula-  Necesitaba hablar contigo… -susurró triste.
-  Te escuchó entonces… pero que sea rápido.
-  Diego…  -se sentía decepcionada e intentó calmar esa ansiedad interna-  Te amo…  -probó su reacción.
-  Eso ya lo sé…  -pronunció arrogante-  ¿algo más?
-  ¿Qué es lo que te…?  -iba diciendo y se detuvo… de pronto lo entendió todo-  Tú… ¡increíble!  Estabas con ella…
-  Yo…  -se calló demasiado tiempo-  no se de que hablas…
-  ¿Cómo te atreves?  -Mel se sentía herida-  ¿Estás insultando mi inteligencia?  Porque soy más que un cuerpo por si no lo has notado…
-  Yo… ¿de verdad vamos a discutirlo?  -Diego aceptó finalmente.
-  No, no hace falta… 
-  ¿Estás enfadada?
-  No…  -soltó de repente y miró un auto que la esperaba-  Adiós.
-  Espera Mel… no hace falta que finjas…
-  No finjo nada… realmente no estoy enfadada.
-  Sabes que no me refiero a eso… No debes fingir que tienes a alguien esperándote…
Eso había ido demasiado lejos…  ¿Qué se creía?  ¿Un ser único e incomparable?  ¿El centro de su existencia?
-  ¿Disculpa?  Diego… estás equivocado.  No tienes idea de cuanto. 
-  ¿Qué quieres decir?
-  Ve, diviértete… hablaremos a mi regreso  -eso sonaba a ultimátum
-  Tú sabías bien lo que sucedía…
-  Evidentemente  -no era la observación más caballerosa pero él no se iba a dejar ganar esa batalla-  y tú lo sospechas…
-  No entiendo…
-  ¿Más claro?  -Mel replicó sarcástica- bueno… tenías razón.  No, no saques conclusiones adelantadas… si hay alguien que me espera…  Y no es una mujer.
-  ¿Quieres decir qué…?
-  ¿Aún no lo entiendes Diego?  -Mel dijo irónica-  Pensé que eras más ingenioso  -soltó una risotada-  Un amigo –pronunció con intención.
-  No, Melina.  ¡Espera! Yo te amo… no cometas una locura.
-  Sabes… demasiado tarde  -colgó sintiendo unas intensas ganas de llorar… él no iba a llamar.  Lo conocía, era demasiado orgulloso… y con lo que le había insinuado… bueno, no le tendría en el mejor concepto.  Y… ¿qué rayos le importaba?  Él estaba con otra.  Su tono de voz y su trato cambiaban cada vez que tenía una nueva conquista… seguramente la estaba seduciendo en ese mismo instante… ¡Dios!  ¿Cómo podía dejar que la tocara después de eso?  ¡No lo entendía!  ¡No se entendía a sí misma!  ¡Lo odiaba una y mil veces! Y… sin embargo… volvía a sus brazos.  Él… Diego… estaba muy confiado.  Lo sintió cuando dijo: No debes fingir que tienes a alguien esperándote… ¿De verdad era tan patética?  “Fingir”  ella no necesitaba fingir nada…  -se miró al espejo-  ella era atractiva… no extremadamente bella, pero atractiva con aquellos ojos grises, rostro claro y cabello oscuro, alta y bien proporcionada…  ¿por qué tendría que fingir algo como eso?  ¡No!  No podía ser tan transparente… pero lo era… Diego sabía que ella lo amaba intensa y locamente.  ¡Él lo sabía! ¡Dios! Y… se estaba aprovechando de eso.  No, no era posible… ella no podía estar tan ciega.
***
Daniel decidió esperar cinco minutos más.  No creía que Melina hubiera olvidado su cita.  Tan solo habían hablado ayer… y aún recordaba lo vulnerable que estaba en sus brazos.  La había consolado con el calor de su cuerpo.  Sin palabras… solo estrechándola y enseguida ella se había moldeado a él.  Sin reservas se había apoyado buscando su consuelo…  Y esperaba que lo hubiera hallado.  Porque él si lo había hecho… no era que necesitara desahogarse ni nada pero… necesitaba calor humano.  No el que se obtiene en la íntima de unión de dos cuerpos sino aquella que solo se logra en la íntima unión de dos almas…  y fue con ella. Con Melina y no con Micaela con la que se sintió… bien, en paz… vivo.  No tenía sentido pero supuso que era porque Mel era su amiga a pesar de no conocerla de años sentía que sabía mucho porque ella era transparente, no escondía nada, sus actitudes demostraban claramente quien era y que quería de la vida… ¡cuánto admiraba eso!  Tan segura… excepto en su relación con aquel tipo… porque no sabía su nombre pero era un completo tarado si hacía sufrir de aquella manera a Melina.  ¿Por eso no saldría?  ¿Estaría hablando con él?
No tuvo mucho tiempo para continuar especulando porque una figura se dirigía sigilosa hacia el auto.  Era ella que venía… derrotada.
Callada subió al auto por la puerta del pasajero.  Se sentó con la mirada perdida en un lejano punto en el horizonte.
-  ¿Qué te hizo está vez?  -Daniel inquirió bajo.
-  ¿Te atreves a juzgarme?  Tú no me conoces…  -Melina gritó furiosa y él la miró sorprendido-  ¿Esta vez?  ¿Acaso sabes lo que he pasado otras veces?  ¿Conoces mi situación?  -ella estaba agitada y movía las manos frenética en el aire-  Evidentemente no… tú…
-  Yo no estoy juzgándote, Melina.  Ni siquiera lo intentaría  -ella iba a replicar con ojos refulgentes pero él no se detuvo-  Tú te estás juzgando… estás batallando contigo misma y no me atrevería a meterme.  No conozco lo que vives… pero tengo una idea de cómo eres…  y no me mires así  -detuvo sus manos con las suyas-  Eres real… eres transparente…
-  No, Daniel… transparente no… por favor…  -suplicó desviando la vista.

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