Durante un par
de días, Lena se las arregló muy bien para no encontrarse casualmente con
Benedict y tuvo mucho más cuidado en no
quedarse dormida , a pesar de que estaba agotada y se le cerraban los ojos del
sueño, hizo su mayor esfuerzo para aguantarse. No quería volver a ser
sorprendida.
Con la
inesperada atención del delegado había vuelto a asomarse al mundo, pero
prefería no hacerlo, seguir estando lejos, mirando desde afuera.
Era orgullosa,
si el mundo le había dado la espalda tantas veces, ella no iba a ser menos.
Pero todos sus
esfuerzos semanales se fueron por la alcantarilla en la salida escolar que
hicieron a una exposición de arte en el museo.
No es que Helena
no quisiera ir, sino que era difícil
mantenerse despierta cuando una guía poco entusiasta hablaba en tono monocorde
sin parar.
Por suerte, no
sólo estaba su grupo en aquel paseo, había un par más de cursos, e incluso
alumnos de otras escuelas, así que Lena pensó que nadie se daría cuenta si se
escabullía.
Ser invisible,
solía tener sus ventajas, así que de a poco se fue apartando hasta escabullirse.
Al salir afuera
tomó una gran bocanada de aire, y estiró los brazos para despejarse. Era
agradable sentir la brisa y el sol de la mañana en el rostro, además tenía el
olor del mar, la bahía no estaba lejos de aquella parte de la ciudad. Lena no solía
ir muy seguido por allí, pero tenía muchas ganas de ver el mar, había algo
relajante en mirar grandes extensiones de agua, era como si el movimiento
marino dijera “todo pasará” y uno pudiera creer que ciertamente lo malo se iría
pronto.
Se metió por unas
callecitas aledañas para andar tranquila y fue a dar a un mercado que se
extendía un par de cuadras. Color y movimiento, era mucho mejor que estar
encerrada, al menos aquel día.
Había puestos de
flores, pescado, ropa y frutas, era muy pintoresco. Avanzó un poco y fue allí
cuando notó su presencia, Benedict Cole estaba siguiéndola.
Se giró con
rapidez para enfrentarlo
-¿Me estás
siguiendo?
-Sólo salí a
tomar un poco de aire, ¿no puedo? – preguntó él en tono inocente .
-No, claro que
no, eres el delegado…no se supone que te escapes de una actividad escolar.
-¿Y tú sí?-
preguntó con curiosidad.
- Por supuesto,
soy la chica mala. Así que deja tu papel de buen samaritano que va tras la
oveja descarriada y aléjate, vuelve al museo.
-No creo que mi
lugar en el mundo sea el museo, ¿tú crees que sí? – preguntó Ben y ella giró
sin contestar, aunque le quedó repiqueteando aquella pregunta en su mente.
Sobre el lugar en el mundo de Benedict Cole y también sobre el de ella.
Intentó darse
prisa pero Benedict seguía tras ella, cada vez que giraba, él estaba allí haciéndose
el disimulado.
Incluso cuando
ella paró en un puesto a mirar, él se paró a su lado, lo miró furiosa y el
chico sólo respondió con un gesto de hombros.
Toda la paz que
había conseguido al escaparse se había esfumado con la presencia de Benedict,
estaba tensa.
Iban llegando al
final del mercadillo y había un par de puestos de frutas. Ben caminaba cada vez
más cerca de ella, a escasos metros, y Lena tuvo una perversa idea.
Pasó junto al
puesto y tomo dos manzanas, se giró con rapidez hacia él y le lanzó una
-¡Atrápala! –
dijo y salió corriendo dejando a Benedict perplejo, al tiempo que la dueña del
puesto se daba cuenta y se encaminaba hacia el chico. Él sin pensarlo mucho salió
corriendo detrás de Helena mientras la mujer les gritaba “ladrones”.
Lena corrió
hasta casi quedarse sin aliento y cuando por fin se detuvo, el mar estaba
delante de ella y Benedict a su lado, jadeando. No esperaba verlo allí, no
esperaba que él saliera corriendo sino que se quedara a pagar la fruta,
disculparse o algo parecido. Pero estaba ahí, con una mano apoyada en las
rodillas y la otra aún sosteniendo la manzana.
-¡Cielos! No esperaba
eso – exclamó mirándola.
-Pensé que ibas
a quedarte allí.- dijo ella sin pensar.
-Lo siento, no
sabía cómo reaccionar, es mi primera vez robando algo- dijo él y guardó la
fruta en el bolsillo de su uniforme..
-También es la
mía – confesó ella y, extrañamente, el chico no demostró estar sorprendido con
aquella revelación.
-Entonces
tuvimos suerte de principiantes – le dijo Benedict y pasó a su lado hacia la
muralla baja que separaba la costa. Lena caminó junto él hasta el muro donde se
sentaron.
-No lo dudaste…-dijo
ella más como una reflexión para sí misma que otra cosa.
-¿El qué?
-Que fuera mi
primera vez robando algo.
-No tengo por
qué dudar de lo que dices…y tampoco te veías muy habilidosa- respondió
bromeando.
-Pero lo que
dicen…
-Yo creo en lo
que veo, en lo que puedo probar, no en los rumores que escucho…- respondió él
con seriedad y Helena bajó la mirada para ocultar cuanto la conmovía eso.
-Eso es extraño -comentó
luego de unos minutos y se subió al paredón. El chico también se subió.
-¿Tregua? –
preguntó.
-¿Qué? – preguntó
ella confundida.
-Por hoy, los dos
nos escapamos de clase y somos ladrones de fruta, ¿podemos tener una tregua?
-De acuerdo…-
respondió ella dudosa y respiró profundo para llenarse de aquel aire fresco y
salino, había vuelto a relajarse.
-¿Puedo hacerte
una pregunta? – se animó él y Lena lo miró.
-Suelta…
-El moretón en
tu brazo…¿cómo te lo hiciste? – interrogó y ella lo miró sorprendida, ahora su
brazo estaba cubierto así que debía haberlo visto antes. Y aún lo recordaba ,
además le daba curiosidad como para preguntarle, aunque ella no estaba segura
de querer aquel interés.
-Una pelea,
suelo meterme en peleas…seguro que lo has escuchado antes…- respondió escueta.
-Ya te dije que
no creo todo lo que escucho.- dijo él sabiendo que era una evasiva y que ella
no iba a decirle la verdad.
-Haces
bien, después de todo siempre hay muchas
versiones sobre los hechos – respondió Lena con los ojos velados. Benedict
hubiera apostado a que estaba recordando algo, algo que le resultaba doloroso.
De pronto la chica se llevó las manos a los lados de la boca y gritó con todas
sus fuerzas, como si el mar y el aire pudieran llevarse lo que motivaba
aquellos gritos.
Él primero se
sorprendió y luego hizo lo mismo. Gritó con ella, hacia el mar, a los fantasmas
pasados y los miedos presentes, para sacar lo que estaba lastimando dentro.
Era liberador.
Me ha gustado mucho, sobre todo la parte de ellos gritando. Siempre he querido probar que tan liberador es gritar cuando estás frustrado o triste o simplemente mal.
ResponderEliminarLo de la manzana me hizo mucha gracia, la forma en que ella improvisa y de repente la lanza ajjajajaja
Quiero máaaaaaaaaaaaaaaaaaaass!!! jjijijijiji
Thais me alegra que te gustara, y sí yo tamboén quise saber eos de gritar a voz en cuello al aire libre.
EliminarBesos
Me gusta mucho esta historia. Estos dos chicos me tienen superintrigada. Estoy esperando mas.
ResponderEliminarMuchos besos
Gracias Yola querida, las hermanas se han confabulado para pedir más, jajaa. Me alegra les esté gustando
EliminarTendremos un , el que la sigue la consigue?
ResponderEliminarjejeje
Me encanta la actitud de Benedict. Va a ser un niño pijo que me enamorará... aich... estoy segura.
Y me apunto a la escena de la playa encantada. hasta quedarme afónica y sin fuerzas. Seguro que me encontraría mejor. Y mira, que la tengo a 25 min en conche.... Mmmm