martes, 17 de septiembre de 2013

Noches En El Balcón 7

Acabó de vestirse de forma apresurada y enfadada, para salir de casa y optar directamente por las escaleras. No tenía tiempo de esperar a que el ascensor subiera diez plantas, para después bajarlas con la misma pausa.



Tenía que darse prisa, si no quería perder el autobús. Y si así resultaba ser, tenía que culpar única y exclusivamente a su vecino. Él, es quien le había hecho perder su preciado tiempo.

Tres, dos y uno.

Al fin, sus pies tocaron el rellano principal del edificio. Pero sin detenerse a recuperar el aliento, alargó su mano para abrir la puerta y salir a la oscura y fresca mañana. Ahora, tenía que apresurar un poco más su paso, para tratar de llegar a la parada lo antes posible.

Iba muy justa de tiempo.

Apretando un poco más su paso, solo oía su respiración algo acelerada. Normalmente, solía llevar siempre su mp3 puesto cuando se trasladaba a cualquier lugar, y el recorrido era algo largo. Pero por aquellas horas, no le gustaba mucho escuchar nada de música. Prefería antes salvaguardar su seguridad.

De aquel modo, podía estar más atenta a todo sonido que se produjera a su alrededor. Las calles se hallaban muy solitarias, cuando ella salía hacia el trabajo. Y más valía tener un mínimo de precaución. Al igual, que su paso era mucho más ligero y su cabeza, de tanto en tanto, daba un giro de 160º por encima de sus hombros, por si se topaba con algo sospechoso. 

Ya casi llegaba, solo le quedaba caminar una calle. Pero el fuerte sonido de un motor que se acercaba, hizo que mirara hacia atrás para soltar un quejido rabioso, cuando comprobó que era el autobús número veinte, el que pasaba por su lado a una velocidad imposible de alcanzar.

-¡Maldición! –Gruñó, al tiempo que le propinaba una patada a una lata de refresco vacía, que había en el suelo.

Ya estaba proclamado, que aquel día no tenía que haberse levantado. Llegaba tarde.

Con cierta frustración, decidió parar un segundo con los brazos apoyados en la cadera, y coger un poco de aire. Ahora, tenía tiempo de sobras para llegar a la parada dado que el siguiente tardaba en llegar por lo menos, unos treinta minutos.

¡Otro fastidio más!

No le hacía ninguna gracia, el quedarse media hora sola en aquella calle. Pero era la única opción que tenía. Pues era una tontería retroceder sus pasos, para resguardarse en su portal.

¿Y coger un taxi?

Un pensamiento positivo, si llevara mucho más de diez euros encima.

Enfadada, comenzó a caminar calle abajo. Cuando al hallarse, un poco más de veinte metros de la marquesina del autobús, pudo vislumbrarlo.

Allí, al lado del poste había una moto. Y en ella, se apoyaba un chico entretenido con el teléfono.

Eric.

 Estaba completamente segura, que si en aquel momento le tomaban la temperatura corporal. El pobre termómetro explotaría, a causa de tener la sangre hirviendo por el enfado.

Lo mejor, era mantener las distancias por unos momentos. Sino quería convertirse ella misma, en el asaltante callejero de turno, al propinarle la mayor paliza al chico.

Su móvil pitó en sus manos, haciendo eco en la solitaria calle. Y por mala suerte, llamando la atención de él, para que alzara su cabeza y mirara en aquella dirección.

A pesar de la distancia, sus miradas se encontraron y se retaron por unos segundos.

Pero la curiosidad pudo más que su terquedad, y fue la primera en bajarla, para poder mirar que decía el mensaje.

No había que ser muy cerebrito, par saber que aquellas horas, solo podía ser de él.

“Estoy esperándote en la parada”

Bueno… Era un chico de pocas palabras. Pero lo que le molestaba, es por qué no había hecho lo mismo aquella mañana. También podía haberle enviado un mensaje, indicándole que la llevaba él.

El que ella aceptara, ya era otra cosa.

Volvió alzar la cabeza con cierta indignación. Él seguía mirándola, esperándola… Mientras que ella, aún seguía con dudas.

Le gustaría poder darse la vuelta y dejarlo allí plantado. Pero aquello significaría llegar tarde por primera vez. Y no quería dar aquella imagen de irresponsabilidad.

Pero fue Eric, quien dio el paso.

Éste, se puso el casco. Se montó en la moto y poniendo el motor en marcha, en menos de dos segundos paraba junto a ella.

Pudo ver que se hallaba muy enfadada.

Porque al momento apagó el motor de la moto y se quitó el casco, para dejarlo sobre sus piernas y apoyarse en él con los brazos. Y mirarla detenidamente por un segundo en silencio.

Vaya…

Habló su cerebro en silencio, al apreciar el atractivo que mostraba su vecino una vez más, al hallarse montado en la moto con su tejano y una chaqueta tejana a juego.

Era guapo.

¡No! Se renegó así misma, frunciendo el ceño. Se trataba del antipático de su vecino. Se suponía que no tenía que caerle bien.

Y tenía que recordar, que era bastante mayor que ella.

-Por favor Yola, no te enfades conmigo –Pidió sonriendo.

Algo que aún lograba enervarla más.

-Por tú culpa llegaré tarde –Gruñó cruzando sus brazos y desviando la mirada.

-Si me dejas llevarte en moto, como en un principio quería, no ocurrirá eso –Señaló con entonación delicada-. Pensé que habíamos hecho las paces, pequeño demonio rojo.

El que empleara su apodo, junto a la palabra tregua. No hizo mucha mella en Yola.

-Y yo pensé, que quedó bien claro lo de cruzar el muro de mi balcón –Dijo con retintín.

-¿Un amigo no tiene ese derecho? –Alzó una ceja sonriendo.

-¡No puedes invadir la intimidad de mi cuarto, cuando a ti te plazca! –Estalló al fin-. Soy una chica, comprendes ese factor.

Le escupió casi echando espuma por la boca.

El chico, frunció un momento el ceño tras sus palabras para después guiñarle un ojo.

-OH, de modo que es eso –Dijo sonriente, dándole al asunto poca importancia.

¿Eso? ¿Qué demonios quería decir?

Yola, asombrada por la actitud del chico, solo supo callarse y mirarlo extrañada.

-No te preocupes, demonio rojo –Rió-. Por mucho que pueda verte, no creo que…

-¿Eres gay?

Soltó de forma brusca ella.

-¡Diantres, no! –Alzó sus cejas ante aquella sugerencia-. Es solo que a mí parecer, eres aún joven para que pueda dirigir mi mirada de cierta manera, yo… -Trató de explicarse con pausa y cierto respeto.

-Pues a mí, aunque fueras gay tampoco dejaría que cruzaras a mi habitación así como así –Espetó muy molesta.

No quería admitirlo. Pero en el fondo, le molestaba que solo la viera como a una cría.

-¿Lo has entendido? –Inquirió subiéndose a la parte trasera, después de haber sacado el casco del maletón trasero.

-Sí –Aceptó de mala gana el chico, colocándose también su casco-. Pero creo que tú a mí, no lo hiciste del todo.

Soltó justo antes de arrancar el escandaloso motor.

-¿Qué?

Preguntó extrañada de que se hubiera quedado algo más por el aire. Pero a causa del motor, éste no se enteró de su pregunta. 

4 comentarios:

  1. OHHHHHHHHHHHHHH!! lindo lindo lindo! Cómo puede ser tan lindo? Y ella acusándolo de gay..Ay Yola tendrás que ataragntarte con esas palabras ( y perdón a nuestra Yola Real, la culpa es de la brujis que yo hable de un personaje de ficción con tu nombre)

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    1. Jejejeje, es que esta novela va por Yola. Hice una con Kriss, otra con ashes y ahora, le tocaba a Yola.

      Y no se porque, pero me da que nuestra chica es igual de replicona. jajajajjaa

      Eso, nos lo dirá Thais? jajajjaja


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  2. Jajajaja
    Muy divertido, mas quisiera yo ser asi jajaja, tengo temperamento pero no para tanto jajaja.
    Muchos besos

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    Respuestas
    1. Lo veis!!!!!

      Ella lo dijo, tiene temperamento. Lo que ocurre, que no quiere demostrarlo todo todo.... Como mujer lista que es.... jajajjaa

      Besos guapi

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