Acabó de vestirse de forma apresurada y enfadada, para salir de casa y optar directamente por las escaleras. No tenía tiempo de esperar a que el ascensor subiera diez plantas, para después bajarlas con la misma pausa.
Tenía que darse prisa,
si no quería perder el autobús. Y si así resultaba ser, tenía que culpar única
y exclusivamente a su vecino. Él, es quien le había hecho perder su preciado
tiempo.
Tres, dos y uno.
Al fin, sus pies
tocaron el rellano principal del edificio. Pero sin detenerse a recuperar el
aliento, alargó su mano para abrir la puerta y salir a la oscura y fresca
mañana. Ahora, tenía que apresurar un poco más su paso, para tratar de llegar a
la parada lo antes posible.
Iba muy justa de
tiempo.
Apretando un poco más
su paso, solo oía su respiración algo acelerada. Normalmente, solía llevar
siempre su mp3 puesto cuando se trasladaba a cualquier lugar, y el recorrido
era algo largo. Pero por aquellas horas, no le gustaba mucho escuchar nada de
música. Prefería antes salvaguardar su seguridad.
De aquel modo, podía
estar más atenta a todo sonido que se produjera a su alrededor. Las calles se
hallaban muy solitarias, cuando ella salía hacia el trabajo. Y más valía tener
un mínimo de precaución. Al igual, que su paso era mucho más ligero y su
cabeza, de tanto en tanto, daba un giro de 160º por encima de sus hombros, por
si se topaba con algo sospechoso.
Ya casi llegaba, solo
le quedaba caminar una calle. Pero el fuerte sonido de un motor que se
acercaba, hizo que mirara hacia atrás para soltar un quejido rabioso, cuando comprobó
que era el autobús número veinte, el que pasaba por su lado a una velocidad
imposible de alcanzar.
-¡Maldición! –Gruñó, al
tiempo que le propinaba una patada a una lata de refresco vacía, que había en
el suelo.
Ya estaba proclamado,
que aquel día no tenía que haberse levantado. Llegaba tarde.
Con cierta frustración,
decidió parar un segundo con los brazos apoyados en la cadera, y coger un poco
de aire. Ahora, tenía tiempo de sobras para llegar a la parada dado que el
siguiente tardaba en llegar por lo menos, unos treinta minutos.
¡Otro fastidio más!
No le hacía ninguna
gracia, el quedarse media hora sola en aquella calle. Pero era la única opción
que tenía. Pues era una tontería retroceder sus pasos, para resguardarse en su
portal.
¿Y coger un taxi?
Un pensamiento positivo,
si llevara mucho más de diez euros encima.
Enfadada, comenzó a
caminar calle abajo. Cuando al hallarse, un poco más de veinte metros de la
marquesina del autobús, pudo vislumbrarlo.
Allí, al lado del poste
había una moto. Y en ella, se apoyaba un chico entretenido con el teléfono.
Eric.
Estaba completamente
segura, que si en aquel momento le tomaban la temperatura corporal. El pobre
termómetro explotaría, a causa de tener la sangre hirviendo por el enfado.
Lo mejor, era mantener
las distancias por unos momentos. Sino quería convertirse ella misma, en el
asaltante callejero de turno, al propinarle la mayor paliza al chico.
Su móvil pitó en sus
manos, haciendo eco en la solitaria calle. Y por mala suerte, llamando la
atención de él, para que alzara su cabeza y mirara en aquella dirección.
A pesar de la
distancia, sus miradas se encontraron y se retaron por unos segundos.
Pero la curiosidad pudo
más que su terquedad, y fue la primera en bajarla, para poder mirar que decía
el mensaje.
No había que ser muy
cerebrito, par saber que aquellas horas, solo podía ser de él.
“Estoy esperándote en
la parada”
Bueno… Era un chico de
pocas palabras. Pero lo que le molestaba, es por qué no había hecho lo mismo
aquella mañana. También podía haberle enviado un mensaje, indicándole que la
llevaba él.
El que ella aceptara,
ya era otra cosa.
Volvió alzar la cabeza
con cierta indignación. Él seguía mirándola, esperándola… Mientras que ella,
aún seguía con dudas.
Le gustaría poder darse
la vuelta y dejarlo allí plantado. Pero aquello significaría llegar tarde por
primera vez. Y no quería dar aquella imagen de irresponsabilidad.
Pero fue Eric, quien
dio el paso.
Éste, se puso el casco.
Se montó en la moto y poniendo el motor en marcha, en menos de dos segundos
paraba junto a ella.
Pudo ver que se hallaba
muy enfadada.
Porque al momento apagó
el motor de la moto y se quitó el casco, para dejarlo sobre sus piernas y
apoyarse en él con los brazos. Y mirarla detenidamente por un segundo en
silencio.
Vaya…
Habló su cerebro en
silencio, al apreciar el atractivo que mostraba su vecino una vez más, al
hallarse montado en la moto con su tejano y una chaqueta tejana a juego.
Era guapo.
¡No! Se renegó así
misma, frunciendo el ceño. Se trataba del antipático de su vecino. Se suponía
que no tenía que caerle bien.
Y tenía que recordar,
que era bastante mayor que ella.
-Por favor Yola, no te
enfades conmigo –Pidió sonriendo.
Algo que aún lograba
enervarla más.
-Por tú culpa llegaré
tarde –Gruñó cruzando sus brazos y desviando la mirada.
-Si me dejas llevarte
en moto, como en un principio quería, no ocurrirá eso –Señaló con entonación delicada-.
Pensé que habíamos hecho las paces, pequeño demonio rojo.
El que empleara su apodo, junto a la palabra tregua.
No hizo mucha mella en Yola.
-Y yo pensé, que quedó bien claro lo de cruzar el
muro de mi balcón –Dijo con retintín.
-¿Un amigo no tiene ese derecho? –Alzó una ceja
sonriendo.
-¡No puedes invadir la intimidad de mi cuarto,
cuando a ti te plazca! –Estalló al fin-. Soy una chica, comprendes ese factor.
Le escupió casi echando espuma por la boca.
El chico, frunció un
momento el ceño tras sus palabras para después guiñarle un ojo.
-OH, de modo que es eso
–Dijo sonriente, dándole al asunto poca importancia.
¿Eso? ¿Qué demonios
quería decir?
Yola, asombrada por la
actitud del chico, solo supo callarse y mirarlo extrañada.
-No te preocupes,
demonio rojo –Rió-. Por mucho que pueda verte, no creo que…
-¿Eres gay?
Soltó de forma brusca
ella.
-¡Diantres, no! –Alzó sus
cejas ante aquella sugerencia-. Es solo que a mí parecer, eres aún joven para
que pueda dirigir mi mirada de cierta manera, yo… -Trató de explicarse con
pausa y cierto respeto.
-Pues a mí, aunque
fueras gay tampoco dejaría que cruzaras a mi habitación así como así –Espetó muy
molesta.
No quería admitirlo.
Pero en el fondo, le molestaba que solo la viera como a una cría.
-¿Lo has entendido? –Inquirió
subiéndose a la parte trasera, después de haber sacado el casco del maletón
trasero.
-Sí –Aceptó de mala
gana el chico, colocándose también su casco-. Pero creo que tú a mí, no lo
hiciste del todo.
Soltó justo antes de
arrancar el escandaloso motor.
-¿Qué?
Preguntó extrañada de
que se hubiera quedado algo más por el aire. Pero a causa del motor, éste no se
enteró de su pregunta.
OHHHHHHHHHHHHHH!! lindo lindo lindo! Cómo puede ser tan lindo? Y ella acusándolo de gay..Ay Yola tendrás que ataragntarte con esas palabras ( y perdón a nuestra Yola Real, la culpa es de la brujis que yo hable de un personaje de ficción con tu nombre)
ResponderEliminarJejejeje, es que esta novela va por Yola. Hice una con Kriss, otra con ashes y ahora, le tocaba a Yola.
EliminarY no se porque, pero me da que nuestra chica es igual de replicona. jajajajjaa
Eso, nos lo dirá Thais? jajajjaja
Jajajaja
ResponderEliminarMuy divertido, mas quisiera yo ser asi jajaja, tengo temperamento pero no para tanto jajaja.
Muchos besos
Lo veis!!!!!
EliminarElla lo dijo, tiene temperamento. Lo que ocurre, que no quiere demostrarlo todo todo.... Como mujer lista que es.... jajajjaa
Besos guapi