Un ruido de fondo y el
olor a café fuerte, fue lo que acabó por despertarlo de su profundo sueño.
Al abrir los ojos, pudo
comprobar que entraba bastante luz por la ventana. Aquello decía, que muy
temprano no era y estaba más cansado de lo que había pensado en un principio.
Se incorporó de media cintura,
para refregarse los ojos y bostezar un poco, mientras observaba aún aturdido la
cama vacía de su lado.
¿Haría mucho que ella
se había levantado?
Una, a su dulce niña
vestida con aquella toalla. Dos, las braguitas de encaje moradas encima de la
cama. Y tres, a ésta dando un repentino salto, para mostrarle en la oscuridad
del dormitorio su pequeño trasero, vestido con aquellas sensuales braguitas
blancas.
¡OH, mierda! ¿Pero cómo
se podía ser tan estúpido?
Ahora, no solo su mente
se hallaba despierta y despejada. Algo más en él, había cobrado vida tras
llevar un buen tiempo apagado.
Había que ser imbécil,
para ponerse a pensar en aquellas cosas, sabiendo el hambre que sentía hacia
ellas.
Y lo penoso, que la
única forma de controlarlo que tenía, era sometiéndose a una larga ducha de
agua fría.
¡Genial, un plan
divertido para el mes de Diciembre!
Más le valía darse
prisa y capar aquella sed, si no quería que ocurrieran problemas.
Se hallaba en la
cocina, completamente en silencio y concentrada en preparar unas tostadas para
todos. No queriendo detenerse nuevamente a pensar, en el gran giro que acababan
de dar sus vacaciones.
Estaba hecha un lío. No
le quedaba más remedio que acudir a sus amigas, para que le aconsejaran sobre
la llegada sorpresa de Sebastián.
¿Qué se suponía que
debía hacer ahora? Su corazón se hallaba dividido, con un nuevo comienzo o
seguir el sonido de sus viejos latidos.
-Karolaine, ve y
despierta a Sebastián.
Le ordenó de pronto su
hermano, causando que rompiera su quebradero de cabeza.
-Estoy liada con las
tostadas, ve tú –Intentó esquivarlo con tono tranquilo, intentando que no
viera sus nervios.
Pero no sirvió de nada,
cuando vio como éste se posicionaba a su lado, para apartarla de un suave empujón
de caderas.
-Ya sigo yo con ellas –Sonrió-.
Dile, que se levante a desayunar. Sé que no le gusta levantarse muy tarde.
Lo miró por un momento
con el ceño fruncido, para después darse media vuelta no queriendo mostrar a su
hermano su debilidad. Era lo mejor.
-Perfecto –Se quejó-.
Quieres que sea el blanco de su enfado –Comentó mientras salía de la cocina-.
Gracias hermanito.
¿Y ahora, por qué
diantres estaba nerviosa?
Se recriminó, una vez
que detuvo sus pies delante de la puerta del dormitorio y trataba de calmar, la
carrera desenfrenada que llevaba en aquel momento su corazón.
Aquello era de tontos.
Solo tenía que abrir
aquella maldita puerta y dar un buen grito para que se levantara. Ni siquiera
hacia falta que mirara al interior. Era muy sencillo. Abría un poco, gritaba y
volvía a cerrar para encaminarse a la cocina y desayunar tranquilamente.
¡Decidido!
Cogiendo aire
profundamente y dando un paso, alargó su brazo para agarrar la manija y abrir
la puerta…
Con lo que no contaba
en aquel momento, era con la fuerza que había actuado sobre ella y aún más, con
la fuerza dominante de su gran curiosidad hacia el hombre. Causando que en el
impulso del empuje, la puerta se abriera hasta el final de su recorrido, no
quedándole más remedio que dar un paso al interior para acompañarla hasta el
final, sin que diera ningún golpe brusco. Y en el proceso, mirara hacia la
primera cama mientras transmitía el mensaje de su hermano.
-¡Buenos días! –Gritó con tono cantarín y buscándolo por el cuarto con la mirada, al ver que no se hallaba en la cama-.
Mi hermano dice que no seas un dormilón y pongas arriba ese… ¡Pene! –Jadeó sorprendida-.
¡Oh, dios mío! –Se llevó una mano a la boca, en un intento de amago a sus
palabras. Mientras que aturdida y avergonzada, cerraba por unos segundos sus
ojos.
¡Qué puñetas hacia el
hombre parado en medio del dormitorio y completamente en cueros!
Y para más
mortificación, se hallaba en un estado completo de excitación. ¿Porque aquella
forma significaba aquello, verdad? ¡Y por dios, le había parecido algo enorme!
Con cierto apuro,
volvió abrir los ojos para comprobar que no era ella la idiota, que estaba
teniendo un sueño despierta o en estado febril, por culpa de la poca ropa de
invierno que tenía.
-¡Oh, dios mío! –Volvió
a gemir, en poco menos de un segundo al comprobar que no era un maldito sueño.
Aquello era eral.
Y cerró otra vez los
ojos.
-¡Joder, Karolaine!
–Soltó apresurado y enfadado él-. No sabes llamar antes…
-Yo… -Abrió otra vez
sus inocentes ojos-. Yo… -Y buscando aire, se dio la vuelta tan veloz para huir
de allí, de aquella situación tan vergonzosa, que lo más lejos que llegó fue al
quicio de la puerta.
Amorrándose a él con
bastante fuerza y cayéndo al suelo del rebote, con un quejido seco y dolor
enorme en la nariz.
-¡AH! Como duele…
-Sollozó sentada en el suelo y con las manos tocándose la nariz, mientras que
apretaba los ojos para reprimir el asomo de las lágrimas.
Aún así, notó como el
hombre se paraba delante de ella.
-¿Te has hecho daño?
–Preguntó Sebastián-. Déjame que le eche un vistazo.
Se agachó delante de
ella, y con delicadeza le apartó las manos para observarla con mirada
escrutadora.
Fue cuando ella se
atrevió abrir sus ojos completamente empañados en lágrimas.
-Me duele un poco…
-Absorbió por la dolorida nariz y
dejando, que una lágrima se deslizara por su mejilla.
-Mira que eres tonta…
-Sonrió con dulzura, sujetándole el rostro con suavidad-. Al menos, no te la
has roto…
-Tú, tienes la culpa
–Lo miró con enfado-. ¿Qué hacías desnudo?
Ante aquello, Seba solo
supo echarse a reír, molestándola aún más. Obvio, que le divertía su tonta
actuación.
- ¡No te rías idiota! –
Lo amonestó estirando sus brazos para tratar de empujarlo con fuerza y derribarlo. Pudiendo
notar al momento una vergonzosa cosa… ¡Aún seguía desnudo!
Otra vez, había necesitado la imperiosa necesidad
de enterrar su cabeza bajo el suelo como los avestruces. Cuando al notar que
por culpa de su empuje, había pillado desprevenido al hombre. Cayendo éste al
suelo de espaldas y mostrando así, que aún seguía desnudo y…
¡Maldito engreído!
-¡Quieres taparte,
idiota! –Vociferó alterada y colorada, tratando de apresurarse en ponerse de
pie. Mientras oía a éste reírse de ella a pleno pulmón.
-Vamos Karolaine -Se reía-. ¿No deberías de estar ya
acostumbrada? No presumiste de eso ayer… -Soltó picarón, poco antes de que ella
desapareciera de allí.
Pasados quince minutos,
el muy cretino hacia acto de presencia en la cocina, totalmente sonriente y al
ritmo de una melodía alegre que iba silbando. Mientras que ella, desde que
había vuelto se encontraba callada y cabizbaja, comiendo su tostada en una de
las esquinas de la mesa.
-Buenos días -Soltó con tono feliz, mientras cogía una taza
vacía y se servía café. Para después, apoyarse en la encimera y observar por un
momento a la chica con cierta sonrisa divertida.
-Buenos días -Respondió
Derek, alzando un momento la cabeza de su agenda y saludaba a su animado amigo.
-Vaya, veo que has
dormido bien –Puntualizó Clara, terminando su café y guiñándole un ojo
divertida.
-Sí –Confesó con
sinceridad-. A lo primero se me hizo un poco raro, por ser una cama pequeña. Pero después,
muy bien… -Entonces, fue cuando la miró a ella mientras daba nuevamente un
sorbo a su café-. ¿No he roncado, verdad enana? –Le preguntó con mirada
burlona.
-¿Qué? –Levantó la
mirada totalmente azorada-. No, no has roncado –Respondió escueta para después
bajar su mirada y esconderla tras su
café con leche.
-Bien –Se rió-. Era
para confirmar, lo que mis amantes dicen.
-Sebastián –Rió Clara-.
No seas tonto.
¡No mujer, solo era un
poco capullo!
Pensó con rabia Karolaine. Cuando aún sentía
el latido de su corazón, rebotar con fuerza en sus oídos.
Era una idiota. Si había conseguido hacerle ver al hombre en el día de ayer, que era toda una mujer. Ahora, si que ya no… Lo veía en su mirada divertida y en sus indirectas.
Por culpa de aquel incidente, que menudo
incidente había que decirlo… Por mucho que su aspecto exterior hubiera
cambiado, él sabía que seguía siendo la virginal chica del pueblo.
¡Que ganas de
estamparle aquella tostada en sus morros!
-Bien -Interrumpió su
hermano el intento de asesinato dulce-. Yo me voy al trabajo. En la entrada te he dejado una copia de las llaves.
Se dirigió hacia su
amigo, quien veloz se puso recto para proceder a una protesta.
-Creo, que sigue siendo
mejor… -Empezó una vez más, pero como siempre lo interrumpieron.
-¡He dicho que no!
–Soltó en una orden Derek-. Aquí no molestas a nadie.
-Exacto -Sonrió divertida Clara-. Yo también me voy ya
trabajar. Karolaine, es quien cocina al mediodía. Pero solo para ella –Le señaló
con el dedo-, así que avísale si debe tenerte en cuenta. Dado que solo se
encarga de preparar la cena para todos,
que es cuando regresamos nosotros dos.
Sebastián se encogió de
hombros.
-Apenas vais a notar
que estoy. Tengo trabajo que hacer –Comunicó, sin detenerse a pensar que ella
estaría sola ahí, por bastantes horas.
-Y cuando no es
trabajo, es su agenda en algún buen hotel –Respondió Karolaine con sarcasmo,
levantándose y yendo a limpiar su taza
en la pica.
-¡Karolaine! –Rió
Clara, ante su osadía.
-Es la verdad –Se alzó
de hombros-. Si igualmente, va a pasar
más tiempo entre las sábanas de un hotel, que aquí en casa.
Volvió a meterse algo
picajosa.
-¿Algo en contra,
enana? –Alzó éste las cejas y divertido por aquella muestra de carácter en ella.
-Nada –Le guiñó un ojo
divertida-. Un perro guardián menos en mí nuca.
Al momento, Sebastián
comprendió que tras sus traviesas palabras, había algún plan oculto.
-Me voy -Se rió su
hermano ante las diferencias de ellos dos-. Pórtate bien, pequeña –Le dio un
beso en la mejilla.
-No compres nada, que
aquí hay mucha comida –Le indicó Clara, también besándola-. Hasta la noche
Seba.
Éste respondió en un
gesto de cabeza, deseando poder aclarar ciertas cosas con ella.
-Adiós, chicos –Sonrió,
viendo como se cerraba la puerta dejándolo allí solo con ella-. ¿Tienes algo en
contra de mí, enana? –Preguntó sin moverse del mismo sitio, y observando como
ella guardaba la mantequilla y la mermelada.
-¿Y tú? –Le respondió
ésta dándole la espalda, en el espacio que
guardaba las servilletas-. Simplemente te indico, que si tú me atacas yo
haré lo mismo…
-¿Qué pretendes? –Le
inquirió divertido-. ¿Tan pronto has olvidado el episodio del dormitorio?
Por mala suerte, no.
Pensó con cierto fastidio.
Aún le quemaban los ojos, cada vez que los cerraba, pensó con gran vergüenza. Dios, estaba deseando que se marchara, para
poder despertar a Susan y hablar con ella. Aquello, se merecía ser despertado a
la hora que fuera.
-Muy gracioso Seba
–Sonrió un poco, acabando de guardar todo-. Veo que voy a tener broma para
mucho tiempo.
Siguió hablando de
espaldas a él, y empleando cierto tono relajado como le habían enseñado las
chicas. Recordándole en todo momento, que un hombre no tenía que notar que se
hallaba temblando de piernas por él.
Y al parecer
funcionaba. Pues Sebastián, algo
nervioso dejó la taza dentro de la pica y se giró a observarla atentamente, con
los brazos en jarra.
-Admite, que soy el
primer hombre que ves desnudo. Y que es mentira, esta imagen que nos das ahora.
Sus ojos se hallaban
entrecerrados y fijos en ella.
-Admito –Se giró por
fin a mirarlo fijamente a los ojos-. Que eres el primer hombre de mi entorno,
que veo completamente… -Soltó un
chasquido con sus dedos-. Por dios Sebas… ¡Te conozco de toda la vida!
Eso es lo que me ha dado un poco, por no decir bastante vergüenza. También me
ocurriría con mi hermano –Soltó casi toda convencida, sin tartamudear en ningún
momento.
Éste, aún en la misma
postura. Se quedó por unos segundos en silencio observándola atentamente.
Después sonrió con un guiño de ojos.
-Si te lo crees tú
-Soltó Seba con tono socarrón y alzando sus hombros.
Ella, reaccionó como
solía hacer Susan.
Rebufó con exageración, a la vez que volteaba
sus ojos al techo y abría por un momento sus brazos como abarcando su
alrededor, para después dejarlos caer a sus costados como signo de
desesperación.
-Como quieras pensar,
Seba –Acabó alzando sus hombros y una sonrisa engañosa en las comisuras de sus
labios-. Me voy a duchar, tengo muchas cosas que hacer ¿Querrás comer aquí al
mediodía?
-No lo sé –Soltó
pensativo y un poco enfadado al ver la actitud pasiva que mostraba ella-. ¿Vas
hacer algo?
-Sí, dar paseos –Confesó
escueta y con firmeza-. Quiero visitar un par de sitios.
-¿Tú sola? –Volvió a
entrecerrar sus ojos.
Aquello, era una obvia
respuesta a que no estaba en nada de acuerdo con sus palabras. Como le habían
mostrado más de una vez Sabrina y Marta, con sus respectivas parejas.
Tal vez, quizás. Solo
quizás, pudiera estar volviendo a entrar en juego con él.
¡Genial! Saltó hasta el techo, mentalmente.
-Soy mayorcita –Alzó la
barbilla con cierto brillo pícaro en sus ojos.
-Sí, ya lo he visto no
hará mucho… -Le tiró otra vez en guerra, sabiendo que la molestaba-. Pero ésta
ciudad, tiene sus peligros.
-Como también los tiene
Londres –Señaló un poco hostil.
-No comprendo cómo tú
hermano te ha dejado irte a vivir allí –Refunfuñó un poco.
Vaya, el niño estaba
algo enfadado…
-Sebastián, métete en
la cabeza que no soy ninguna niña –Quiso volver a remarcar, poniendo sus brazos
en jarra.
-Claro –silbó éste-, sobre todo cuando recuerdo la cara que pusiste
ésta mañana.
-¡Dios! –Soltó en tono
exasperado-. Me ducho y me largo. Vete a trabajar un poco y así me dejarás tranquila –Le indicó saliendo
de allí y metiéndose en el dormitorio,
para ir a ducharse.
Llevaba ya un rato bajo
el chorro de agua caliente, intentando aclarar en su cabeza todo el episodio
con Sebastián. Cuando unos suaves golpes en la puerta del baño, hicieron que
tensara su espalda y sacara la cabeza de debajo el chorro.
¿Había escuchado bien?
Pero un nuevo golpe
seco, hizo que comprendiera que no se hallaba sola en el piso. Éste, aún
rondaba por allí.
-¿Sí?
Dijo con cierto tono
tímido.
-Dame tú número de
móvil –Exigió éste tras la puerta.
Aquello, hizo que se
encrespara otra vez por su actitud de superioridad.
-Ya te lo daré más
tarde –Soltó risueña y orgullosa, por poder fastidiarlo un poco como él
intentaba con ella.
-No me vengas con tonterías
–Gritó el hombre molesto y abriendo sin respeto alguno, la puerta-. Dime el
número.
¿Pero quién demonios se
creía que era? Se hallaba en la ducha. Y ésta, era de cristal casi transparente.
-¡Quieres salir del
baño! –Chilló histérica, tratando de cubrirse el cuerpo, sabiendo que la
mampara no era del todo opaca-. ¡Me estoy duchando, pedazo de memo!
-Tranquila –Rió con
cierta mofa-. A diferencia de ti, no eres la primera mujer que veo desnuda.
¡Pedazo de idiota! Se
insultó enfadado así mismo. Pues era la que más deseaba ver, así que mejor
salir de allí y no complicar las cosas.
-¡Y a mí qué demonios
me cuentas! –Soltó enfurecida-. ¡Sal del baño imbécil!
Sebastián, tensó su
espalda ante la retalla de palabras que salían por la dulce chica.
-Esa boca, te la voy a
lavar con jabón –Frunció el ceño con cierto desagrado-. Dices muchas
palabrotas.
-¡Largo, si no quieres
que te rompa las piernas! –Volvió a amenazar, totalmente consternada.
-Desde luego, que
Londres no te sienta nada bien –Indicó sorprendido-. Nunca habías sido tan
agresiva.
Ella, sonrió a
escondidas por poder encabritarlo.
-Aquí, lo único que no
me sienta bien eres tú… ¡Por última vez! ¡Largo!
Segundos después, agudizó
el oído. No escuchando ninguna queja más.
¿Sería buena señal? Recordaba, que Sebastián
siempre había sido muy testarudo con ella. Y también muy insistente. De seguro
que cuando saliera la estaba esperando, con cara de pocos amigos.
¡Perfecto!
Pensó sonriente. Entonces, mejor era tardar un buen rato en salir de la
ducha. Y como tampoco tenía mucha prisa, no le importaba perder tiempo. Pero a
quien no le daba igual aquello, era a Sebastián. Rió en silencio. Al saber que éste, quería pasarse por su oficina durante la
mañana. De modo, que acabaría cansándose y se marcharía dejando la frontera
libre.
YAHOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! y no le estoy haciendo propaganda a ese servicio sino que me da mucho gusto que haya vuelto Karoline, buena sis mediana!!!
ResponderEliminarGracias!!!!
Y pobrecita Karoline, mira los momentos que le haces pasar!!!!!
EliminarNo querías Karolaine, Karolaine... Pues ale, ahí la tenéis.
EliminarQue sufra, por lo que me hacéis sufrir a mi
jejeje
Muchos besos guapi
Me da que esa vivienda se va a convertir en zona nudista jajaja, hasta a mi me daría un patatús jajajaja
ResponderEliminarBesos a todas
Aquí había un comentario... Mmmmm.... Ande se fue..
EliminarY nudista, nudista...
Ya tenemos la principal sospechosa, para inducirme a pura indecencia.. jajaja.. es Yola!!! Que de forma simulada, me incita a ir desnudando a la gente!!!!
jajajja
Quejas a ella. jajaja
Muchas gracias. Besos
estuvo genial, como siempre me encanto...!!!! no importa sigue torturándonos con mas capítulos jajajaja!!!
ResponderEliminarhai...
EliminarSeguiremos torturando. Eso que no falte jejeje
Muchas gracias Kriss
He repasado todos los capítulos (y no es que me queje eh!) pero no tardessss en subir más Esther, que no me gusta nada esperar (porque tengo una memoria terrible) jaja. Un abrazo y me ha encantado leer más de Becaria!!
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