Y Francesca no se equivocaba, aquel era un día muy
ajetreado en la agencia, había muchos pedidos y por lo visto dificultades de
todo tipo.
Brandon, uno de los carpinteros de la agencia entró protestando
luego de regresar de un trabajo.
-¿Qué sucedió? – preguntó Francesca al notar su
malhumor.
-Sabes Jefa, tendrás que hablar con esa clienta, al
menos yo no pienso volver…- dijo y ella se preocupó.
-Se suponía que arreglarías los marcos de unas
ventanas, ¿qué salió mal?
-Me preguntó que le subiera la cremallera del vestido…-admitió
el algo avergonzado.
-Bueno…no suena tan grave…- dijo ella.
-Sí lo fue…- casi gruñó él.
-A ver, ¿hasta dónde estaba bajada la cremallera y
dime si llevaba algo debajo?, entonces te diré la gravedad – intervino uno de
los compañeros que escuchaba.
-¿Eso es importante? – preguntó Francesca confundida.
-Claro Jefa, eso marca la diferencia entre que de
verdad hay pedido ayuda o que estuviera seduciendo…- agregó Iván.
-Bien estaba completamente baja, hasta el fin de su
espalda y no, no llevaba nada debajo…-confesó ruborizándose, lo cual fue
bastante novedoso. Brandon era un hombre grande, de aspecto tosco y parecía
extraño verlo tan intimidado por una mujer y la cremallera de un vestido.
-De acuerdo, hablaré con ella y le recordaré que tipo
de servicio damos y cuál no, o al menos cuales no damos. No te preocupes, no
dejaré que vayas de nuevo y si tenemos alguna otra situación la eliminaremos de
nuestra lista de clientes- Confirmó ella .Sus empleados y que trabajaran
cómodos era muy importante para que el negocio funcionara.
-¿No podemos eliminar a la mía también? – pregunto Jeremías
que acababa de llegar y había escuchado el final de la conversación.
-¿También intentaron seducirte? – preguntó Brandon.
-No, pero juro que esa mujer me hizo desistir de la
idea de casarme. En serio, me hizo acomodar un cuadro de cincuenta maneras
distintas, y no dejó de incordiar ni un segundo mientras hacía arreglos
generales, que si el clavo esta derecho, que si la grifería estaba muy dura, si
la puerta no chirriaba más después que la arreglé…¡¡AYYYYYYYYY!! Juro que acabó
con mi paciencia, no pienso casarme por miedo a que me toque una esposa así. ¿Son
todas iguales?
-No es tan malo, casarse es bueno y uno disfruta de
hacer arreglos en su hogar- contestó Pierre que también entraba.
-Estoy seguro que tu esposa no es tan imposible como esta
mujer.
-Cierto, ella es adorable -contestó él y Francesca
sonrió. Era un hombre de mediana edad, casado desde hacía mucho tiempo y padre
de tres hijos, era un hombre calmo y confiable. De alguna forma le recordaba a
su padre. Convivir a diario con todos sus empleados le había dado un mayor
conocimiento sobre el mundo masculino y había llegado a la conclusión de que
había muchos buenos hombres, aunque ninguno para ella.
-Jefa – la llamó Pierre viendo que se había distraído en sus
pensamientos.
-¿Sí?
- La Sra.
Smith envía estas
galletas, me encontró por el camino y dijo que ayer enviaste a Mike arreglarle
la luz y él no quiso cobrarle nada.
-Es bueno que no hay amuchas Sras Smith o nuestra Jefa
se iría a bancarrota- dijo Mike porque el coste de ese tipo de trabajos solía
salir del bolsillo de Francesca. Aunque con el pasar del tiempo, la mayoría de ellos
estaban encariñados con la anciana e iban a ayudarla gratuitamente cada vez que
lo necesitara.
- Podemos darnos el lujo de ayudar a algunas personas…
-Sí, podemos, gracias a ti.- la alabó Vincent, porque
la perfecta administración del negocio les daba soltura para ayudar a gente que
de verdad lo necesitaba.
-Y podemos cobrar recargo cuando pidan que subamos
cremalleras de vestidos – bromeó Ivan y los presentes rieron.
-Bueno muchachos , les dejo sus tareas para la tarde y
me escapó un momento al banco: esta vez soy yo quien solicita su ayuda para que
el fuerte se mantenga en pie en mi ausencia…
-¿Seguro que tu auto quedó bien? ¿No quieres que le dé
una ojeada?- preguntó Vincent.
-Estoy segura, lo dejé perfectamente. Nos vemos en un
rato.- dijo ella y se despidió.
mas por favor!!!!
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