lunes, 3 de junio de 2013

Cazadora En Sus Redes 13

-Cariño... -Dijo con voz dormida Thom-. Cariño, esta sonando tú móvil...
-¿Qué? -Se despertó Helen-. ¿Qué hora es? -Preguntaba, mientras se incorporaba en la cama y cogía el aparato.
-Las tres de la mañana -Respondió su marido-. ¿Quién es?

-Susan... -Se apresuró a responder, al ver el nombre en la pantalla y notando, como su marido se despertaba del todo al nombrar aquella persona-. ¿Ocurre algo Susan?... ¿Cómo? -Preguntó sorprendida la mujer.

-¿Qué le ocurre? -Habló preocupado Thom.
-¿Pero quién esta contigo? -Preguntó totalmente sorprendida-. ¿Pero estáis?... ¡OH, dios mio!...
-¿Qué ocurre? -Se alteró el hombre, sentándose en el lecho-. Dime...
-Calla, no ocurre nada -Trató de tranquilizarlo.
-Si no ocurriera nada, no llamaría a estas horas -Gruñó, volviendo a tumbarse dándole la espalda, viendo que no iba a conseguir averiguar nada. Estaba totalmente excluido de los problemas de Susan, por decisión de todas ellas-. Ya volvemos con las mismas idioteces... -Siguió gruñendo.
-Cállate ya -Le susurró en una orden su esposa-. Simplemente ocurre que Susan y Karolaine, están un poco...
-Tarumbas -Expuso él adelantándose.
-No -Rió, sabiendo que lo iba a sorprender-. Borrachas... 
-¡Como! - Volvió a incorporarse-. De Susan lo acepto, pero de Karolaine... -Soltó con cierto fastidio.
-OH, que lástima -Rió su esposa-. Tú niña pequeña esta conociendo el mundo a pasos agigantados.
-Muy graciosa... ¿Y qué dicen? -Preguntó curioso.
-Nada coherente, eso es lo divertido.
-Diles, que se vayan a la cama y se dejen de tonterías... Que mañana igualmente las espero en la oficina.
-Sátiro -Protestó ella.
-Sí -Sonrió antes de volver a tumbarse dándole la espalda-. Pero solo con vosotras, soltó todo triunfante.
-Chicas, chicas... -Rió-. Mirad la hora que es, no tengo tiempo de escuchar ninguna canción... Claro que estoy en la cama... No, mi marido no está últimamente muy dispuesto para hacerme el amor apasionadamente, que se le va... ¡Oye! -se quejó veloz, cuando Thom le arrancó el móvil de las manos.
-¡Iros a la puñetera cama! -Les gritó, antes de colgar y dejar el aparato entre las sábanas, para coger a su esposa por el cuello y besar sus labios con ardiente pasión-. A ti, te voy a refrescar la memoria de como llegaste a quedar embarazada por segunda vez...
-¿En serio? -Sonrió con picara.
-Este, es el último segundo para negarte de una larga noche sin dormir... -Le avisó con voz sexy.
-¡UY! Que rápido que pasó ese segundo... ¡Que lástima, no me dio tiempo!  -Rió, pasando sus brazos por la cintura de su marido para envolverlo en un caluroso abrazo.

                                      ***


-¿Te han colgado? -Preguntó Karolaine, con el segundo cigarro en la mano-. Que lástima, mira que nos queda muy bien esa canción... -Soltó con cierto fastidio-. ¡OH, creo que Sabrina tiene un kare-oke por aquí! -Soltó nuevamente alegre.
-¡En serio! Vamos a buscarlo... Espera, puedo llamarla... -Se detuvo, y empezó a marcar el número.
-¿No se enfadará?
-No creo -Alzó los hombros-. Helen no se enfadó para nada... ¡Hola Sabrina! Sí, soy Susan en compañía de Karolaine. Una pregunta... No-Soltó con fastidio-. Zack no se halla aquí, el muy condenado debe de estar echando un polvo por ahí. ¿Qué como lo se? -Soltó sarcástica-. Por que el muy condenado, esta igual de bueno que Jack... Y que quieres que te diga, es muy bueno en la cama...
-Ese es un chiste muy bueno... -Se rió Karolaine a carcajadas.
-Sí, la que se ríe es Karolaine... Hombre, un poco piripis si que estamos... -soltó tímida-. ¡Eh, no me eches la bronca ahora! ¿Dónde tienes el kareoke guardado? -Preguntó eludiendo la bronca de su amiga. Y obteniendo como respuesta un silencio al otro lado de la línea.
-¿Y bien, dónde busco? -Preguntó la otra chica impaciente, mientras expulsaba humo de una nueva calada al cigarro.
-Ni idea, me ha colgado -Se rió-. Dice que mañana nos preparemos...
-Bueno -se alzó de hombros Karolaine mientras se reía-. Eso será mañana, pero ahora... Vamos a buscar ese aparato... -Soltó frotándose las manos divertida.


El reloj marcaba las nueve y cinco minutos de la mañana, cuando Sabrina entraba en la planta décima del edificio XIV, buscando a dos personas determinadas. Quedándose un segundo quieta, al ver que ninguna se hallaba en su escritorio. ¿No habían llegado aún? Normal, dado la trompa que tuvieron que coger... ¿Cómo se les ocurría hacer aquella tontería?

-Sí las buscas -Se le acercó Clarise sonriente-, las encontraras en tu despacho. Menudo aspecto que tienen... -Rió la chica-. Me gustaría saber qué hicieron.
-A mí, me llamaron a las tres pasadas de la madrugada...
-¡OH! -Se sorprendió-. ¿Qué querían?
-Sí les daba mi kareoke...
-Me estas tomando el pelo... -Dijo, mientras intentaba aguantarse la risa.
-No, quiero verlas y ver que ocurrió realmente...
-Pues allí las tienes, con una cara que da pena...
-Que no me entre nadie -Le pidió-. Si ves a Thom, avisame rápido.
-Pero luego, no te dejes ni un detalle... -Pidió divertida.
-Tranquila curiosa... -Sonrió hiendo en dirección  a su despacho.

Abrió la puerta de sopetón, consiguiendo que las dos chicas dieran un salto en el sofá por el susto. Pero cunado comprobaron que era ella, siguieron con lo suyo.

-¡Vaya, si que tenéis mala cara! -Se acercó a ellas.
-No me digas -Soltó Susan con cierto sarcasmo.
-¡Eh, conmigo no seáis borde! -Se defendió, mientras iba al perchero y colgaba su bolso-. Creo que yo tengo más motivos para serlo.
-No alces tanto la voz, te lo suplico -Soltó en un quejido la más joven-. Me van a explotar los tímpanos.
-¿Pero qué  hicisteis? -Les preguntó sirviéndose también una taza de café.
-Nada malo -Habló veloz Susan-. Bebernos unas cervezas que compré.
-¿Cuantas? -Inquirió suspicaz.
-Pues... -Hizo que pensaba su amiga Susan-. Tres yo y ella dos...
-¿Seguro? -Volvió a insistir no muy convencida-. Pero si tú puedes beberte tres margaritas bien cargadas, y seguir como si nada...
-¡Esta bien joder! -Interrumpió Karolaine-. Ya lo digo yo, si con eso os calláis... No me encuentro nada bien... -Suspiró-. Susan se bebió unas cinco o seis cervezas, yo cuatro...
-¡OH! -Se sorprendió Sabrina por aquel gesto.
-Pero también nos fumemos dos cigarros de esos...
-¿Fumasteis? -Se sorprendió aún más-. Un segundo... ¿Cigarros de esos? -Repitió sin comprender.
-Genial Karolaine... -Se quejó Susan por la debilidad de su amiga.
-Sí, esos que son ilegales.
-¡Habéis fumado maría! -Exclamó furiosa-. ¡estáis locas! ¡Susan, como puedes corromper así a Karolaine! ¡Quien puñetas os vendió eso! ¡No tendréis más!
-No le metas bronca -Saltó Karolaine, en defensa de la otra chica-. Me habéis corrompido todas...
-¡Pero ella se lleva la palma! -Volvió a culpar.
-Tampoco es para tanto... -Suspiró-. Se la dio un joven de la tienda, que la vio triste. No va a volver a fumar. Solo fue una pequeña locura que se hace una o dos veces... -Logró sonreír un poco-. ¡OH, creo que voy a vomitar! Ahora vengo... -Salió corriendo, al baño de Sabrina.
-Tendríais que haberos quedado en casa..
-Ni hablar, después de haber llamado a Helen también...
-El próximo guateque, llamarme otra vez pero más temprano para participar en él -Le guiñó un ojo.
-Da por echo, que no voy a tener otro como el de ayer... -suspiró mientras se reclinaba hacia atrás en el sofá, y cerraba los ojos-. Espera a que llegue Thom... Ya veras que bronca...
-A quien se le ocurre llamar a esas horas -Indicó divertida Sabrina-. Voy averiguar como se encuentra tu seguidora...

                                      ***

Media hora después, seguían en el sofá de Sabrina. Susan, un poco mejor y Karolaine aún indispuesta, aguantando la presencia de Thom.

-Susan, desde luego te llevas la palma esta vez...
-Jolines, me vas a decir que nunca te has emborrachado -Soltó en su defensa-. Yo ya estoy bien, solo me duele un poco la cabeza.
-Me parece genial... Pero la pobre Karolaine...
-Que no tengo quince años Thom -Soltó en un quejido-. Soy bastante grandecita, para emborracharme todo lo que me de la gana...
-No me defiendas a Susan -Se enfadó el hombre.
-No eres mi padre -Volvió a quejarse.
-Me siento responsable de ti -Señaló con sinceridad.
-Pues aún no me has entregado ninguna caja de condones, si de responsabilidad hablamos... -Soltó de sopetón, sin que nadie se espera tal comentario.
-¡Qué! -Articuló el hombre sonrojado.
-¡Karolaine! -La reprendió Sabrina, riéndose y  maravillada con el cambio de actitud de la chica.
-¡Iros al cuerno! -se enfadó Thom-. Me vais hacer viejo antes de tiempo -Expuso, justo antes de salir del despacho.
-Mmm... Dios, que paz... -Murmuró Karolaine, volviendo a cerrar los ojos-. Juro, que si no se callaba me estallaba la cabeza.

Tanto Sabrina como Susan, se echaron a reír a carcajadas por la  acción de la joven, para que el hombre las dejara tranquila.

-Bueno... -Se levantó Susan con un profundo suspiro-. Yo voy hacer algo de trabajo...
-Espera... -Intentó levantarse la otra.
-Quieta ahí -Le ordenó veloz-. Descansa un rato más. Se apañarme sola...
-Pero... -Fue a protestar.
-Déjala en mis manos -Señaló Sabrina-. Ya me encargo de que haga reposo un rato más.


Una planta más, y podría hablar con ella. Acabar con aquel tonto sufrimiento. No se creía, que ella estuviera con él molesta, por que se hubiese marchado de aquella manera. Quedándose todo como en un simple revolcón. Estaba completamente seguro, y ponía la mano en el fuego, que si ella estaba tan afectada era por que tenía sentimientos hacia él.

Susan era como él. Carácter fuerte en las relaciones de una noche. Por eso, que si se hallaba tan afectada, era que existía un mero sentimiento. Y eso es lo que quería aclarar, para que todo aquel mal entendido se terminara de una vez por todas.
Quien le iba a decir, que cuando se enamorara de la mujer definitiva, iba a ser todo tan rebuscado.


-Hola Susan... -Dijo una voz muy varonil, tras su espalda.
-¡Hola Simón! -Se giró  sonriente, bueno... Todo lo sonriente que pudo con la resaca que llevaba encima-. ¿Cómo estas?
-Muy bien, pero veo que no haces muy buena cara... -Se le acercó cariñoso, dándole un beso en la mejilla, mientras la sujetaba por la cintura con un brazo-. Pero aún así, sigues siendo igual de guapa...
-Pelotero... -Rió-. Y culpa al alcohol y a los de tú especie...
-Vaya, no me digas que algún hombre ha tenido más suerte que yo... -Dijo sin ningún asomo de enfado-. ¿Pero no te corresponde? ¿Quién es ese idiota?
-Tú lo has dicho, un completo y rematado idiota -Se rió, para no llorar.
-Si hubieses aceptado ser mi novia, ahora serías la mujer más feliz de ésta ciudad.
-Pero no fue así... -Suspiró sonriente.
-Aún no es tarde -Le susurró, guiñándole un ojo.
-Oh, Simón... -Soltó un quejido-. Lo siento mucho, pero estoy enamorada y no correspondida. No podría hacerte eso... Sabes la de mujeres, que suspiran por tus huesos en el edificio...
-Pero no son tú.
-Y quien te dice, que a lo mejor eso es lo que necesitas... -Lo miró con cariño-. Tendrías que pensar en sentar la cabeza. Por que veras, yo... -Se calló al ver que del ascensor salía Zack-. ¡Oh, mierda es él! -Susurró a Simón, totalmente nerviosa.

-¿Si quieres hacemos un poco de teatro? -Le propuso el hombre-. No me gusta verte derrumbada, tú eres una mujer con mucho espíritu. Sácalo fuera... -Le susurró en el oído, mientras sonreía y le daba un beso en la mejilla-. Vamos, ríete un poco mujer... Demuéstrale que eres feliz...

Y aquello, es lo que vio Zack en cuanto la hubo localizado. Primero, sintió frío inundar su cuerpo. Para después, ser calentado como lava por el dolor de los celos. Allí estaba ella, riéndose con un alto hombre, vestido de motorista. Se estaba dejando tocar, con mucha intimidad. Estaba claro, que simplemente había echo el idiota acudiendo allí, y llenándose la cabeza de ideas sin sentido... La culpa la tenían su hermano y su madre.

Estaba claro, que lo que ella había sentido dañado era su ego, y no el corazón. Pues todo había quedado como si él hubiera ganado. Cuando en verdad, simplemente había perdido su corazón.

Bueno, pues que no se pensara que le iba a ir más detrás. Ya había hecho el memo, por suficiente tiempo. Lo mejor, era ignorarla y seguir su vida como acostumbraba. ¿No se la había llevado a la cama? Pues eso que había ganado. Pensó con rabia, metiéndose en el despacho de Thom.

-¿Por qué hiciste eso? -Le preguntó Clarise, cuando Simón se hubo soltado y Zack, se hallaba en el despacho del jefe.
-¿Qué querías que hiciera? -Le preguntó molesta.
-Ir a saludarle -Se cruzó de brazos-. Estoy segura, de que venía a verte con buenas intenciones.
-¿Zack con buenas intenciones? -Repitió con sarcasmo.
-Simón, quítale las zarpas de encima y lárgate a llevar paquetes... -Ordenó entre dientes la joven enfadada.
-Te recuerdo monada, que no eres nadie para darme ordenes -Soltó este con el ceño fruncido.
-te recuerdo que soy una mujer enfadada -Empezó a contra atacarlo Clarise-. Con las hormonas disparadas a causa de mi menstruación, y con las uñas bien afiladas.
-Y yo te recuerdo, que la empresa de mensajería es mía y hago lo que me da la gana... -Se giró a Susan-. ¿Y con lo de mujeres de ésta oficina, espero que no te refieras a leonas locas como esta? -Le señaló un poco mosqueado, mientras besaba la mejilla de Susan, y emprendía la marcha mirando con desagrado a la mujer.
-Largate ya, pesado... -Escupió Clarise.
-¿Estas celosa, por que no me despido de igual manera? -Contra atacó él divertido.
-Ni en sueños Simón... -Levantó su nariz con orgullo, y se cruzó de brazos como escudo ante sus certeras palabras.
-Nunca te eh caído bien, siempre me has tratado de forma tosca... -Señaló pensativo-. Comprobamos si tengo razón...
-Ni se te ocurra acercarte, si no quieres que compruebe que el traje es incendiable...
-Pues hacéis buena pareja-Soltó Susan divertida, ante aquella guerra sexual.
-¡Oh, por favor! -Exclamó la chica alterada-. Me voy para no escuchar más tonterías... Ves hacer algo, creo que se lo debes...
-Ni en tus mejores sueños señorita -Negó Susan, a la espalda de Clarise que se alejaba a su escritorio.
-No te enfades con ellas -Le pidió el hombre-. Simplemente, miran por tu bien... Como yo -Suspiró, mientras se apretaba bien la bolsa a la espalda con los paquetes a entregar-. Creo que ha llegado tu momento decisivo en la vida preciosa...
-¿Y por que no el tuyo? -Respondió un tanto molesta y con el ceño fruncido.
-Creo que aún tengo que jugar bien mis cartas -Le guiñó un ojo hacia Clarise.
-Eso, no es lo que me decías antes a mí... -Levantó una ceja con mirada inquisitiva y divertida.
-Tú, preciosa mía eres toda una excepción -Le volvió a guiñar el ojo con actitud picarona.
-¿Cuando se lo dirás a ella? -Preguntó maliciosa.
-¿A la leona? -Soltó una carcajada-. Cuando me vea capaz de domarla un poco... -Dio, cuando ya se alejaba dejándola pensativa.

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