domingo, 2 de junio de 2013

Cazadora En Sus Redes 12


Estirada en la tumbona, bajo la luna en la terraza de Sabrina. Se encontraba Susan, cuando el fijo que tenía su lado en el suelo empezó a sonar. Su primer pensamiento, fue de ignorarlo. Pero sabía que no tenía que temer. Solo las chicas, sabían que se hallaba allí. Así, que alargó el brazo y cogió para descolgar.


-¿Sí?
-Hola ¿Qué estas haciendo? -Preguntó Karolaine, un tanto aburrida al otro lado de la línea.
-Pues intentando  no pensar en nada, en la terraza tumbada cómodamente en una tumbona. Hiendo por la segunda  cerveza, y mirando con odio dos cigarrillos de esos especiales, que tengo en la mesita de al lado.
-¡OH! -Exclamó la chica veloz-. ¡Ni los toques! ¿Cómo pudiste comprar eso?
-No lo compré, me lo ofreció el chico de esas tiendas que abren las veinte cuatro horas... Me vio con las doce botellas de cerveza...
-¡Qué! -se horrorizó-. ¡Acaso pretendes emborracharte!
-Bueno... Pues...
-Dame veinte minutos, y estoy ahí para hacerte compañía.
-No te preocupes -Suspiró Susan.
-Cállate quieres -Soltó tajante-. Ahora voy.
-¡Oye! A mí no me repliques así... -Protestó sorprendida, pero como respuesta solo halló el pitido de comunicación al otro lado-. ¡Diablos, eh creado a una arpía! -Soltó el teléfono enfurruñada.
 Corrió un poco, para llegar a tiempo a la parada del autobús. Sino se equivocaba mucho, quedaban unos siete minutos para que pasara el último del día. Aflojó el paso, llegando ya  a la esquina del piso de Susan, en donde se hallaba la parada de bus.
 Iba tan absorta, en buscar dentro de su bolso el pequeño monedero de monedas, que no se fijó en el coche que había parado allí, ni en el ocupante hasta que no llegó al poste. Solo levantó la mirada, cuando escuchó como se abría la puerta del vehículo.

-Hola Karolaine... -La saludó el ocupante, provocando que soltara el monedero y éste cayera al suelo, desperdigando alguna que otra moneda.
-Zack... -¡Maldita sea! No había pensado que él pudiera hallarse allí. ¿Y ahora que iba hacer? Con cara de pocos amigos, observó como el hombre se agachaba y le recogía el monedero, para entregárselo en silencio y con mirada inquisitiva-. Muchas gracias... -Lo cogió con manos nerviosas, sin mirarlo a la cara. 
-Si vienes a visitar a Susan, te informo que no se halla aquí -Soltó en tono áspero-. Aunque supongo, que eso tu ya lo sabes...
-¿El qué?... Ah, no... -Lo miró un momento, para desviar rápidamente la mirada de su rostro-. Venía a coger el bus. Voy a visitar a una amiga -Carraspeó un poco, por la incomodidad de la situación.
-¿Tan tarde? No es muy recomendable que vayas sola.
-Soy mayorcita, Zack -Le lanzó una dura mirada.
-No digo que no. Pero fuerza física no tienes, aunque me hayas amenazado con romperme las piernas -Soltó con un poco de picardia lo último.
-¿Qué quieres Zack? -Lo encaró con los brazos en jarra, y mirada decidida.
-Perfecto... -Chasqueó la lengua-. Veo que comenzamos a entendernos, al dejarnos de tonterías.
-Déjate de parloteo y be al grano -Lo zanjó con carácter.
-Sabes lo que quiero -Indicó con suma seriedad.
-Pierdes el tiempo.
-Se que vas a su encuentro, si quieres te ahorro la incomodidad del autobús.
-Muy gracioso -Soltó con ironía-. Pero verás, me gusta coger el autobús.
-Muy bien... -Sonrió, mientras se cruzaba de brazos y se dirigía al coche, para apoyarse en un lateral-. Me quedaré aquí, velando por tu seguridad -Mintió de forma descarada.
-Vete al cuerno... -Soltó toda ofuscada, sabiendo que Zack seguiría al autobús para dar con ella.
-Después de hablar con tú amiga.
-Ella no quiere saber nada de ti, por que no la dejas tranquila -Suspiró de desesperación, al ver que el autobús se acercaba-. Ya obtuviste lo que querías. ¿Qué más quieres?... -Le echó en cara.
-Estáis totalmente equivocadas... Por eso, necesito ver a Susan... Karolaine por favor -Le suplicó.

La verdad, es que sus palabras parecían cargadas de sinceridad. Dudó por un momento ella. ¿Qué debía hacer? Recordaba el dolor y amargura en el rostro de su amiga... ¿Y sí él tenía razón? ¡Maldecía por no saber bien, los sentimientos de su amiga! Pero tampoco había que olvidar, que aunque él tuviese la solución. Era el causante de aquel estado en su amiga... Por la o tanto, lo mejor era ser reservada y hablar ella misma con su amiga.
 El autobús llegó, abriendo sus puertas para que subiera gente y para que se apearan los pasajeros que hubieran picado parada. Por el rabillo del ojo, vio como Zack la miraba divertido, en espera de su decisión. ¿Qué podía hacer?
 Por su tardanza, el conductor cerró sus puertas emprendiendo la marcha nuevamente, mientras que a su paso levantaba una pequeña cortina de aire y polvo.

-¿Quieres qué te acerque?
-No -Respondió con brusquedad, mientras que abría su bolso y extraía su teléfono móvil, sabiendo que él observaba atentamente todos sus movimientos. Marcó el número de Sabrina, pero en vez de darle al de llamada, le dio al de cerrar. Se llevó el móvil a la oreja, y empezó a mentir-. Hola soy yo... Al final no me esperes, hay un moscardón pesado en la parada del bus. Nos vemos mañana en la oficina, chao -Cerró la tapa del aparato, y lo volvió a guardar en su bolso-. Gracias, por fastidiarme los planes de ésta noche. Nos vemos, me vuelvo a mi casa.
-Tú también me estas fastidiando -Rió el hombre-. Nos vemos mañana Karolaine.
-Te aviso, que tendrá muchas guardianas -Le señaló divertida-. Créeme, que no te será nada fácil el poder acceder a ella.
-Créeme, que no me esperaba menos de sus amigas. ¿Te llevo?
-No, gracias. Son apenas tres calles... Buenas noches, Zack -Se despidió con la mano y riendo-. Espero que no se te haga muy largo, el estar montando guardia.
-Prefiero irme a mi casa y descansar, para la batalla de mañana... -Indicó orgulloso de sí mismo, mientras se dirigía al interior del vehículo para irse-. Buenas noches, y un consejo... Desayunad bien fuerte, para formar un buen escudo.
-Cretino, engreído... -Lo insultó, para sacarle la lengua y darse media vuelta.
Cuando cinco minutos después, llegaba a su portal. Miró bien a su alrededor, por si las moscas. Y al comprobar, que no la había seguido volvió  nuevamente a extraer su móvil, y llamó a la compañía de taxis. Era la única forma que le quedaba, para llegar a casa de Sabrina.

Poco rato después, su amiga le habría la puerta con aire melancólico. Mientras, la guiaba hacia el jardín. Donde pudo comprobar, que todo lo dicho era cierto. Soltando un profundo suspiro, dejó el bolso en el suelo para acercar una tumbona al lado de su amiga.

-Ese suspiro es mío... -Se limitó a decir, con un deje de burla Susan.
-Podría ser... -Soltó sonriente-. Pero creo que yo también me lo merezco.
-Entonces, aquí tienes... -Le ofreció una botella de cerveza fría-. Así, me ayudas a terminarlas.
-No creo que sea nada bueno ese objetivo... Aún tengo en mente, la resaca que logré coger en Sicilia.
-Bueno... Pero los momentos anteriores a ellas, son muy divertidos... -Utilizó para que aceptara la botella-. Y en según que casos, sirve para quitarte por unos minutos tus problemas de la cabeza...
-Pero igualmente, después de esa resaca siguen ahí... -Suspiró Karolaine.
-¿Qué quieres eliminar de tú cabeza?
-Una vida amorosa inexistente... Tú al menos tienes tus líos.
-Que verdaderamente, no te los aconsejo -La interrumpió, con cierto amargor en la voz.
-Pero de eso se trata el amor. ¿No? -Señaló la joven, dando un buen trago a su cerveza.
-¿Sufrimiento? -Soltó con gran sarcasmo-. Pues, ya podría ser que jamás tuviéramos ese sentimiento.
-No digas tonterías -Sonrió Karolaine-. A todo el mundo, le gusta encontrar a su media naranja.
-Pues yo creo, que no tendría que haber tanto sufrimiento por el camino -Dijo dándole un sorbo a su nueva cerveza.
-¿Y qué tenemos fácil en esta vida? -Indicó Karolaine-. Pero al menos, tú ya encontraste a tu media naranja...
 Soltó Karolaine de sopetón, provocando que su amiga se atragantara con la bebida, y estuviera tosiendo unos segundos. Mientras por su mente, pasaban distintas maneras de liquidar a ese hombre.
 -¡Se puede saber ha que vino esa tontería! -Le encaró con enfado, carraspeando aún un poco.
-A que se que tengo razón -Soltó toda decidida.
-¿No te habrás encendido ese cigarro especial, que había ahí?
-¡No digas tonterías! -Soltó sintiéndose un tanto insultada por aquella sugerencia-. Yo jamás...
-No hay nada de malo, en darle una calada a ese...
-¡Tú lo has hecho! -La señaló acusadora.
-Claro... Cuando tenía mis diecisiete años... Recién entrada en la universidad... Aquello, si que eran buenos tiempos... -Sonrió nostálgica.
-Yo estoy recién salida de esa época, por así decirlo -Habló con un poco de agobio-.   Y tampoco es que me gustara mucho...
         -¡Vamos Karolaine! -Se rió a carcajadas su amiga-. Recuerda, que es ahora cuando te estas comportando con el carácter que deberías de haber tenido allí... -Meditó un segundo-. Aunque viendo en lo que te hemos convertido, creo que me alegro de que haya sido ahora...
-Tonta -Le sacó la lengua la joven, antes de darle un buen trago a su cerveza.
-Pero no hay nada de malo, por fumarte uno o dos cigarritos de éstos en la vida... -Soltó divertida, mientras miraba a su amiga a los ojos.
-No, Susan -Negó excesivamente.
-Como quieras -Se alzó de hombros-. Pero creo, que yo si que voy a sucumbir... Y tranquila, no caeré en volver a fumar. Solo que me apetece ésta noche... -Dijo, cogiéndolo y encendiéndolo. 
-¿Cómo pudiste hacerlo? -Soltó sobresaltada la chica joven, con el enfado en la cara-. Suerte que estoy aquí, para evitar que hagas alguna tontería más exagerada.
-Gracias por venir esta noche -Le guiñó un ojo-. Y tranquila, que no creo que me vaya al infierno por esto. Es como si, me tomara unas diez copitas de más...
-Tranquila... -Suspiró, mientras le daba nuevamente un trago a la botella-. No creo que por cosas como ésta, uno vaya al subterráneo... Verdaderamente, eh cambiado mucho en poco tiempo y gracias a vosotras -Rió divertida, siendo observada por su amiga que volvía a darle una calada al cigarro-. Cuando me vean mi hermano y su prometida, no se lo van a creer. Siempre eh sido la dulce Karolaine. Nunca replicaba por nada... Cuantas broncas eh recibido por parte de ellos dos, para que abriera un poco los ojos.
-¿Y él? -Preguntó curiosa Susan, viendo como la mirada de su amiga se tornaba melancólica.
-¿Qué quieres saber de él? -Preguntó un tanto triste.
-¿Qué te decía él?
-Lo curioso... -Sonrió toda nostálgica-. Es que él, era el único que me pedía que no cambiara de como era..
-Por eso, nos ha costado tanto... -Dijo Susan-. Estando enamorada de él, hacías todo lo que él te dijera... Pero es raro... -Observó por un momento pensativa-. Siendo un playboy como nos lo has descrito, lo raro es que te mantuviera de aquella manera...
-Me be como su hermana pequeña -Explicó la joven con gran dolor-. No hacen eso algunos hermanos mayores... Protegen a sus hermanas pequeñas. Siempre eh odiado que me viera con esos ojos. Sabes cuantas veces, eh querido que un día se fijara en mí como mujer, y me besara como hace con esas otras.
-Él es un idiota, no sabe lo que se pierde -La animó Susan.
-Simplemente, creo que aprecia mucho la diferencia de edad -Comentó volviendo a darle un buen trago a su cerveza-. Ese, y el que nunca me ha visto con aspecto sexy, son puntos que han ido en mí contra.
-¿Aún sigue soltero?
-¿Sebastian? -Preguntó con asombro y riéndose a carcajada limpia-. No le dura una novia, más de medio año... -Se quedó un momento pensativa-. Pero según mi hermano, lleva un buen tiempo con la cabeza en asuntos de trabajo...
-No estaría de más, aprovechar éste momento para que conociera a la verdadera Karolaine.
-Aunque lo tuviera delante, créeme que no se si sabría como comportarme... -Se rió-. Seguro que me pondría muy nerviosa.
-¡Que va! -La animó Susan-. Unos cuantos consejos más, y un par de caladas a uno de éstos...
-Y me tira a la hoguera... -Se rió Karolaine-. Pero junto con mi hermano...
-Tampoco es para tanto -Le entregó el cigarro-. Pruebalo... Esta noche, es una noche libre. Sin normas, sin leyes, sin secretos...
 Karolaine miró el cigarro en sus manos. Miró por unos segundos, el dibujo que hacia el humo y después, se animó dándole una calada y tosiendo veloz por el humo tragado.
 -Dios -Sus ojos se habían llenado de lágrimas, mientras que si amiga Susan se reía por lo ocurrido.
-Prueba otra vez, pero no tragues tanto -Le indicó.
 Y siguiendo sus indicaciones, la chica pudo dar una calada sin ahogarse.
 -Me siento rebelde -Comentó la joven divertida, y volviendo a darle otro trago a su botella-. Siento como si pudiera ser como tú de sexy.
-¡OH, mejor que no! -Gimió Susan-. No quieras parecerte tanto a mí. Después, mira los problemas que te acarrean los hombres.
-Hablando de hombres...
-Creo que es el peor tema a escoger, para mantener una charla... -Intentó desanimarla Susan, mientras le quitaba el cigarro y le daba una buena calada.
-No te hagas la lista -Rió-. Y empieza a desembuchar...

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