jueves, 30 de mayo de 2013

Deberes De Princesa 12


Estaba segura, que aquella era la segunda vez que sorprendía aquel hombre. La primera, cuando se atrevió a subir aquel altar y aceptarlo como esposo. Y ahora, saltando a sus brazos para besarlo, cuando éste se hallaba completamente desnudo.

Fueron muchas las preguntas que le pasaron por la mente en una fracción de segundo. Suponía, que aquella era también la sensación de cuando se estaba a punto de perder la vida.
Todo un huracán en tu mente.
Pero la pregunta más importante era…
¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Qué buscaba de aquello? Aunque tampoco había que tener más de dos dedos de frente, para encontrar una única respuesta.
Hacerse añicos el corazón. Ahondar más la daga, que llevaba clavada en él desde hacía muchos años.
Apenas comenzaba abrir los labios para besar los masculinos de verdad, y no quedarse en el simple roce, cuando también notó el sabor salado de sus lágrimas.
Su corazón estaba sufriendo. El pobre, le estaba diciendo cuan doloroso iba a resultarle si se abandonaba a sus sentimientos.
Sí, aquello es lo que había anhelado toda su joven y estricta vida. Pero no era posible… Aquel sueño, jamás iba ha cumplirse. Kénan, seguía siendo el mismo playboy que el día anterior. No amaba a ninguna mujer, más bien las amaba a todas. Si avanzaba en dejarse conducir por sus deseos y sueños, solo acabaría siendo una más en el lecho del hombre.
Él buscaba terminar con la enemistad que vivían por años. Solo aquello. Si surgía algo más, era por el hecho de ser un hombre que le gustaba acostarse con toda mujer bonita.
Por aquello, que no debía aceptar la rama de olivo que éste le ofrecía. Si lo hacía, su vida se tornaría aún más calvario. Tenía que seguir odiando aquel hombre. Tal vez, algún día poco a poco, dejaría de enamorarse de él.
Pero en verdad, ella no detuvo el beso. Fue él, quien lo hizo. Plantando sus cálidas y grandes manos en cada hombro, la apartó un poco de sí para mirarla atentamente a sus ojos.
-Lloras…
No era una pregunta. Simplemente estaba constatando aquel hecho.
Algo, para lo que no sabía como explicar. Pues si lo hacía, sabía que todo terminaría con su dolorosa confesión.
“Porque te amo con gran dolor, desde el día que me di cuenta que no te odiaba”
Patética. Aquella confesión en su mente, resultaba patética.
-Basta de que suframos más… -Dijo con tono ronco, al tiempo que le agarraba el rostro con las manos para atrapar sus labios en un profundo beso, que le demandaba una exigente respuesta.
Él lo sabía… Sabía que de aquella forma, le nublaba la mente. Consiguiendo que no tuviera tiempo de reacción. Sus sentidos y deseos, eran los que dominaban entonces por encima de todo, con total y absoluta entrega.



Algo la había despertado.
Algo, que aún seguía emitiendo el mismo ruido… Abrió los ojos en un estado de letargo. Con una sensación en todo su cuerpo de relajación y dicha. Al tiempo que se desperezaba con una sonrisa en los labios, y miraba realmente por primera vez a su alrededor.
¡Aquel no era su dormitorio! Aquella vez, el sueño era real.
Con gran ímpetu, se incorporó de cintura para arriba en la cama. Comprobando que se hallaba completamente desnuda. Afirmando aún más lo ocurrido.
Entonces, aquel ruido volvió a escucharse nuevamente. Se trataba del móvil de Kénan, que se hallaba con volumen bajo.
Con gran temor estiró su brazo para alcanzarlo y tratar de amortizar el sonido. No estaba preparada para afrontar aún su presencia. Aunque ahora que lo pensaba… ¿Dónde demonios se hallaba éste?
Al intentar tapar el aparato con las sábanas, pudo ver el nombre de su amiga reflejado en la pequeña pantalla.
¿Cogía la llamada a Norah? De ese modo, ella no seguiría insistiendo más en localizarlo. Pues de seguro, que se hallaba preocupada por los dos al saber que habían peleado.
Con los nervios a flor de piel, descolgó para hablar con voz floja. No quería que Kénan la escuchara.
-¿Sí?
-¡Por fin! –Exclamó Norah-. Pensé que iba ha tener que llamar a la poli… Un momento… ¿Jacqui? ¿Eres tú?
-Sí, soy yo…
Habló nerviosa, mirando la puerta del baño por un momento y después, la del dormitorio. Mientras en sus oídos, retumbaba el bombeo de su corazón.
-¡Ho dios mío! –Gimió horrorizada Norah-. Dime que no has hecho ninguna tontería.
Jacqui, apartó por un momento el teléfono de su rostro para fijarse si era una video llamada. Frunció el ceño, al comprobar el instinto de su amiga.
-¿Jacqui? –Preguntó otra vez temerosa.
-Define tontería… -Señaló con cierta mueca en el rostro, mientras volvía a observar que verdaderamente se hallaba en la cama de Kénan.
-¿Golpear a mí hermano y matarlo? –Soltó con cierta ironía.
-Sí claro… -Resopló.- Ahora mismo, el servicio secreto de la casa real, se halla ocultando el cuerpo…
-Estaba bromeando en eso –Renegó Norah-. Solo espero, que no hayas complicado más las cosas –Soltó un suspiro, sin poder ver la angustia que reflejaba verdaderamente su amiga-. Mi hermano, solo quiere hacer las paces… ¿No crees que es el momento?
La verdad, no era el momento de estar manteniendo aquel tipo de conversación. Él podía volver en cualquier momento.
-Eso ya se verá… -Suspiró, mientras se apretaba la sien en un pequeño masaje-. Luego le digo que te llame. Sino te importa… Debo colgarte.
-Espera, yo… -Comenzó a protestar, pero Jacqui no le hizo caso al cortar la comunicación y silenciar del todo el teléfono.

Tenía que salir de allí. Aún estaba a tiempo, antes de que Kénan apareciera de donde estuviera. No quería afrontarlo. No estaba preparada para lo que había ocurrido entre ellos…
¿Cómo iban actuar ahora entre ellos?
Se envalentonó y bajó de la cama completamente desnuda, para buscar su ropa. Aunque tampoco hizo falta ir muy lejos. Pues se hallaba desperdigada en el suelo junto a los lados de la cama.
Aquello, iba a ser más difícil de lo que pensaba. Pues a medida que encontraba una prenda y se la colocaba, no podía evitar, que su mente se inundara con recuerdos de cómo él, se iba deshaciendo de ellas.
Quedaba menos. Sujetador y camiseta puestos, pantalón en la mano. ¿Pero dónde diantres se hallaban sus bragas?
Algo desesperada, miró por todo alrededor de la enorme cama sin resultado alguno.
¡Por diós, no podían estar muy lejos! Gruñó con enfado, volviendo agacharse desnuda de cintura para abajo, a mirar bajo el lecho.
-¡Nada!
Masculló entre dientes rabiosa por no encontrarlas. Aquello era imposible, las bragas no tenían piernas para salir de paseo…
Se enderezó de rodillas en el suelo, para tratar de calmarse un poco, cogiendo aire con cierta pausa, al tiempo que cerraba los ojos y pensaba… Es decir, recordaba.
¡En la cama! Recordó abriendo los ojos de golpe, para mirar allí.
Había sido lo último que Kénan le había quitado. Bueno… Lo último, lo último… Pensó con cierta ironía, al tiempo que se mordía los labios con cierto pesar. Al recordar que para satisfacción del hombre y mortificación de ella. Aquella había sido su primera vez.
Era una estúpida. Dejar que le robara su corazón, para que encima ahora, le quitara su virginidad. Más poder sobre ella, no se podía tener.

-Mierda –Gruñó entre dientes, al ver que sus braguitas eran también blancas como las sábanas. Entre tanta ropa revuelta, era imposible encontrar nada-. ¡Ha tomar viento! –Volvió a gruñir, alzándose y colocándose el pantalón sin ellas.



No podía dejar de sonreír.
Se hallaba en la cocina, preparando un poco de pasta y ensalada, para que pudieran comer algo… Que hasta removiendo la salsa de tomate, la concentración en mantener una constancia en el giro no existía, a causa de sus pensamientos. Su mente, volvía una y otra vez a lo ocurrido en su dormitorio con Jacqui.
¡Había ocurrido!
Dios, como le gustaría gritarlo a pleno pulmón en el tejado de la casa. Pero mejor iba con pies de plomo. Aún no sabía como iba a ser el despertar de ella.
Sí, habían hecho el amor. Y aquella, había sido la primera vez para la mujer. En todo momento había participado con total entrega… Pero la relación entre ellos era inestable. No se habían dicho para nada los sentimientos que sentían hacia el otro.
Ahora mismo, dentro de su dormitorio podía haber una bomba de relojería, respecto a su humor.
Aunque tampoco tenía que ser tan negativo. Tenía la vaga esperanza, de que todo debía marchar de forma lenta, pero correcta.
Prácticamente podía decirse, que aquel día era un nuevo comienzo para ellos.
Jamás se hubiera pensado, que la cosa iba ha terminar así. Ella había llegado enfadada y al final, aquella rabia se había convertido en pasión.
Una pasión, que había entrelazado sus cuerpos entre las revueltas sábanas, demostrando que encajaban al milímetro. Que por mucho que le lo negara, ella era suya. Solo tenía que verlo, aceptarlo y luchar por ello.
Frunció el ceño, al parecerle oír un ruido de fondo. ¿Se habría despertado ya? Entonces, lo mejor era ir averiguar lo más pronto posible, cual era su estado tras haber hecho el amor.
Pero cuando pasó por el salón y llevaba un poco del pasillo andado, sus piernas frenaron de golpe al escuchar ponerse en marcha un motor.
-¡Jacqui, no!
Exclamó en un gruñido desesperado, al emprender la carrera hacia la entrada de la vivienda. Llegando demasiado tarde…Cuando al bajar los cuatro escalones, ella ya huía en su vehículo por el camino a una gran velocidad.
-¡Demonios!
No se había arreglado nada. Por lo visto, aún se había estropeado más.
¡Dios a causa de sus propias lágrimas, apenas podía ver bien por el camino que iba conduciendo! Sabía que lo más acertado, sería detenerse a un lado del camino. Pero no podía hacerlo.
Soltó una mano del volante, para limpiarse más lágrimas derramadas, al tiempo que absorbía por la nariz con mucho ruido… Un acto, que su madre le habría reprendido como poco adecuado en una futura heredera de la corona.
¡Aquel era su tormento! Gimió dolorosamente, al pensar en su destino próximo.
Por qué de todas las mujeres, ella tenía que haber sido la destinada a ser reina. No lo quería… Rechazó dolorosamente en aquel momento. Reconociendo, que simplemente rechazaba aquel destino por un punto determinado. Su futuro reinado, debía de estar acompañado por un marido. Un marido adecuado para aquel cargo.
Y ella, no había estado pro la labor de buscarlo. Por el simple hecho, de que le era tarea imposible al hallarse enamorada del hombre inadecuado.
Y ahora, aún se había jodido más al entregarse a él. ¿Cómo iba ha poder vivir con otro hombre, cuando no iba a poder borrar jamás los recuerdos de lo sucedido en la noche?
¡Nunca iba a dejar de amar a Kénan!
Sollozó con gran dolor, frenando el coche al final del camino de tierra que comunicaba con la carretera secundaria.
Sabía que mejor era seguir adelante y no detenerse, pero sus emociones habían explotado.
En el fondo, envidiaba a su hermana por estar felizmente enamorada. Con una preciosa estable relación. Si pudiera ser posible, le otorgaría todas sus responsabilidades… Pero no podía. Era su deber, ante la promesa que le había hecho a su padre cuando cumplió dieciséis años.
Por aquel entonces, Kénan no había aparecido aún en su vida. Y eran muchas las veces, que deseaba que no lo hubiera hecho nunca.
Aunque ya desde un principio, las cosas no las había hecho bien.
Uno, enamorarse de él. Dos, casarse en secreto con él, por una estúpida apuesta. Y tres, seguir enamorada de él tras tantos años, cuando aún seguían tratándose con la misma enemistad.
Y ya puestos, podía añadir la cuarta estupidez con Kénan. Perder su poca cordura en su cama.
Que idiota había sido. Ahora, puede que corriera el peligro de que su familia averiguara sus verdaderos sentimientos. De modo que necesitaba pedir unos días libres, sin que sospecharan de ella. Necesitaba con urgencia estar sola, para poder recuperarse. No quería que nadie la viera así.

Unos quilómetros después, dejaba el coche en su lugar, con gran abatimiento. Pues veía muy difícil el entrar en casa, para seguramente toparse con alguien. No estaba lista para hablar con nadie.
Pero si lo miraba desde una perspectiva diferente, llevaba muchas horas fuera de casa. Y todos, sabían perfectamente a donde había ido... Comprensible que estuvieran preocupados.

4 comentarios:

  1. como le gusta complicarse la vida a jaqui yo feliz con un hombre como kenan jajaja y ella lo desprecia de plano no la entiendo

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    Respuestas
    1. De verdad, que yo tampoco la entiendo... Haber si conseguimos que cambie de idea la muy joia.

      Esta princesa papanatas...

      jejejej besitos hermosa

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  2. Gracias sis, me gustó volver a leer sobre ellos. ( SE ESCAPÓ!!) rayos...y tú te salteaste escribri la escena, ya me di cuenta, ja. te quiero

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  3. puñetera, no em dejarás nunca en paz con ese temita!!!! jajajja

    Pero tranquila, me lo salté más o menos.

    Y gracias por tus palabras abuelita. Muchos besotes.

    Te quiero.

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