Eran las ocho, cuando llegaba a su casa. Y ciertamente, no había sido un agradable trayecto… Por mucho que los otros coches cometieran infracciones, provocando que tuviera que frenar un tanto brusco, jamás de los jamases les pitaba ni les miraba mal. Un despiste lo podía tener cualquiera…
Pero aquel trayecto de vuelta a casa, no había sido para nada un buen trayecto… Si hubiese llevado de copiloto a Karolaine en el coche, ésta se habría bajado corriendo y asustada.
En su vida, en poco más de media hora había soltado tantos insultos por su boca. Eso sí, quedarse relajada se había quedado… Tenía que admitirlo, el despotrificar con todo aquel que se le cruzaba por su camino de mala manera, había echo que se quitara de encima el estrés y el enfado, provocado por Zack.
¿Pero qué le había ocurrido? Se preguntó, mientras soltaba su bolso encima del sofá, y descalzaba sus pies para dirigirse al baño.
Necesitaba darse una ducha cuanto antes. Tenía que eliminar con agua fría, aquella chispa de deseo que aún sentía latir por todo su cuerpo…
Con una vez, ya tubo bastante hace tiempo. Y Zack, no era distinto aquel hombre.
Soltando un profundo suspiro de agobio, se dirigió hacia allí sin soltar el helado de sus manos.
-Uno, jamás revela sus fuentes de información –Soltó a modo de saludo, con tono divertido-. ¿Puedo pasar?
-Mmm… -Lo miró pensativa, llevándose la cuchara del helado a los labios-. Va a ser que no… Mi instinto me dice, que no me fie de ti…
-Pues no es muy bueno tu instinto, si te recomienda comer helado como cena… -Se defendió-. Seguro que es de chocolate, nada bueno para el hígado a estas horas…
-¡Pues no, listo! –Levantó la nariz con orgullo-. Es de melón, no me gusta que después me salgan granos en mi cara.
-Me equivoqué en el sabor, pero no en que no es una cena adecuada… -Sonrió divertido-. Déjame entrar…
-Lo último que tengo ganas de hacer, es sentarme a la mesa y cenar chino viendo tu rostro… -Soltó con un poco de amargor en la voz-. Ya tuve bastante por hoy, con tu hermano…
-Pero yo soy la fotocopia buena… -Soltó, riéndose por las palabras de la chica.
-¿Y qué quiere ésta fotocopia de mí? –Inquirió sin fiarse aún.
-Alimentarte y hablar… -Soltó con sinceridad.
-Eso es lo raro… -Se rió con sarcasmo-. ¿Porqué tú? Nos conocemos, pero no mucho… Tú eres de un bando, y yo del otro…
-A mí me parece, que en éste momento ya no hay bandos… Helen ha vuelto a casa.
-¡Aleluya! –Exclamó complaciente-. Mis días con tu hermano han tocado su fin…
-De eso quería hablarte…
-¡Lo sabía! –Lo señaló con la cuchara-. Nada bueno significaba tu presencia aquí.
-¿Me vas a dejar entrar? –Le suplicó-. Podemos sentarnos en el suelo, junto al sofá uno al lado de otro… -Bromeó-. Así, no me veras la cara, y podré estar seguro de que no me aniquilas por confusión con Zack… ¿No te ha venido el rico olor de la comida?
-Sí, pero con la mención de tu hermano…
-¡OH, vamos Susan!... –Protestó.
-De acuerdo… -Aceptó con cierto pesar-. Pero si te digo, que no a lo que me pidas… -Le informó de antemano-. … No te me pongas pesado, para cambiar mi respuesta.
Eran las nueve y cuarto de la mañana, y se encontraba en el ascensor. Directa a las oficinas de Zack… Iba nerviosa. A parte, porque nunca llegaba tarde salvo aquel día, que lo hacía por culpa de una avería de los semáforos… Y sabía, que Zack no se la esperaría allí por dos razones. La primera por que Helen, volvió ayer a su casa.
Aquello le daba a ella más libertad, para no ir ayudarle… Y la segunda, por lo ocurrido de ayer… Bueno… A ella le había afectado bastante aquella sensación. No significaba que a él, lo hiciera con los mismos sentimientos… De manera, que posiblemente no la esperara por el simple hecho de Helen.
Las puertas se abrieron, era la única que quedaba por bajar… era lo más normal, al hallarse en aquella planta pequeña solo el despacho de Zack y una sala de reuniones.
Estaba revisando el correo, que habían dejado en la bandeja los de reparto. Cuando la puerta del despacho de Zack, se abrió dando paso a él y aquella maldita víbora de Nancy…
-Buenos días –Saludó de forma indiferente, como si no ocurriera nada.
-¡Que haces tú aquí! –Preguntó la otra mujer con cierta brusquedad.
-Trabajar, Nancy… -Respondió alzando los hombros-. Oh tus años, están empezando afectar a tu memoria… -Respondió con un poco de rebeldía.
-¡OH, Zack! –Se giró a él, con gran enfado-. Me dijiste, que ella ya no vendría más aquí… ¡Y mira como me trata!
Zack seguía mirándola fijamente. No decía nada, ni tan siquiera sonreía de forma burlona, como solía hacer siempre. ¿Estaría enfadado? Que ella supiera, no había hecho nada malo… ¡Pues allá él! Que tuviera ojo, por que aún podía echarse atrás en todo aquel asunto.
-Nancy… -Le amonestó Zack. ¡Al fin había hablado!-. Ves y encárgate, de informar a todos de la reunión…
-Por supuesto Zack… -Ronroneó ésta, mientras le acariciaba el brazo con demasiada confianza-. Nos vemos en una hora. Cielo… -Y se marchó de allí, contoneando sus caderas de forma exagerada.
-Dos minutos, y te llevo el correo clasificado a tu despacho –Habló con rapidez ella, evitando de mirarlo a la cara al sentarse y agachar el rostro, para abrir las cartas.
-Helen se encuentra en su casa… -Comentó, sin dejarla de observar atentamente otra vez.
-Lo se –Respondió en seco-. ¿Me firmas esa hoja? –Volvió a pedirle, con grandes deseos de volver a su escritorio.
-¿Cómo es que has venido?
-Se lo prometí a mi amiga…
-¿Perdona? –Ahora, sí que no entendía nada.
-Por mucho que te me tapes ahora, sigue estando ahí Susan…
-No se de que me hablas.
-Sí que lo sabes… Si te crees que por vestirte, de forma más recatada vas a evitar, lo que empezó hace tiempo...
-Hace tiempo, no empezó nada –Dijo con voz dura-. Y me visto así, por que me da la gana.
-Sí que empezó –La miró fijamente a los ojos-. Y ayer, volvió a ser despertado… Y si te crees, que por ponerte unos tejanos y una camisa te miraran menos, estas muy equivocada preciosa.
-No me llames así… -Lo fulminó-. No dijiste, que yo no era tu tipo… -Le fue a señalar con cierto desdén.
-Y tu también dijiste lo mismo… -Respondió él divertido.
-Cierto, así que olvida esa tontería de antes –Le advirtió.
-Estas atemorizada, verdad –Rió Zack.
-¿Atemorizada? –Respondió con sorna-. No digas tonterías Zack… Ahora empiezo a darme cuenta, de que no tendría que haberle hecho caso a tu hermano ayer noche… -Soltó en un gruñido.
-¿Jack, ayer noche? –Preguntó con curiosidad.
-Sí, se presentó ayer noche en mí casa, con cena de un chino.
-¿Se presentó ayer noche? –Se reclinó hacia delante en el sillón.
-Me vino hablar de ti y tú proyecto…
-Vaya… -Soltó sorprendido-. ¿Estuvo hasta muy tarde?
-Se marchó sobre la una de la madrugada…
-No son muchas horas, para hablar sobre mí proyecto –Señaló con cierto retintín.
-Ese, fue uno de los temas… -Respondió, y un tanto curiosa al observar el tono del hombre. ¿Zack, celoso de su hermano? Idiota… Aquello era imposible.
-¿Por qué no pediste ayuda?
-Por que no eres de ésta empresa, y es mucho ajetreo…
-Por unos días lo soy… Creo que el suficiente, para dejarlo todo bien enlazado… Sabes, que no tienes a nadie cualificado.
-Lo sé –Respondió con mirada dura-. ¿Y tú sabes, que mi hermano esta ahora felizmente prometido con su novia?
-Sí… ¿Y? –No entendía a que venía ahora aquello.
-Pues que lo dejes tranquilo… ¿Qué pasa Susan? ¿Qué como no te bajo las bragas, te has buscado a la otra copia para que lo haga? –Soltó con bastante dureza y mirada de asco.
¿Había oído bien? Zack, acababa de decir aquello? ¿Pero quien se creía que era? ¡Al demonio con Helen y Jack, que se buscara él la vida!
-Eres un memo… -Lo insultó, conteniéndose el gran enfado que le ocurría por las venas-. ¿Cómo puedes pensar tal cosa? ¡Y de tú hermano!... ¿Y quieres saber qué es lo peor? Que tu amigo mío, eres como yo… ¡Por mí, te puedes ir al cuerno!
Y dicho aquello, salió del despacho echa una furia, para coger su bolso y meterse en el ascensor, dejando que fuera él quien cogiera el teléfono que comenzaba a sonar.
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