viernes, 18 de enero de 2013

Ocultandose Al Amor cp27 (Final)

¡Por fin un día que no hacía tanto calor! Volvían a estar en la playa. Eran las seis de la tarde, la mejor hora del día para estar allí. No había tanta gente, ni gritos… Se podía escuchar mejor el ruido de las olas. Era una delicia para su paz mental. Habían decidido copiar algunos grupos de jóvenes, llevando una pequeña bolsa de carbón vegetal para hacer por la noche una pequeña hoguera. Su madre, iba preparada con pinchos de carne, pescado y verduras para hacerlos al fuego. Iba a ser una noche divertida, justo lo que necesitaba. Pasar buenos ratos, para olvidar pronto lo malo.

Parecía, que su estomago ya iba acostumbrándose al clima. Comenzando también a sentirse un poco más fuerte… ¿No decían que el tiempo lo curaba todo? He ahí una muestra, pensó con cierta ironía.

Incorporó medio cuerpo de la toalla, para buscar con la mirada a su familia. Estaban en la orilla, haciendo castillos de arena mientras que Pierre, se divertía derribándolos. Decidió levantarse, para unirse un rato en aquel juego.
-Hola, Jaimie…
Se quedó de pie, clavada encima de su toalla con la mirada puesta en la orilla del mar. Negándose a darse la vuelta, para volver a desilusionarse. ¿Cuántas veces le había parecido escuchar su voz? ¿Y cuantas, creía haberlo visto por allí entre la gente? Que ilusa, Santino no quería saber nada de ella. Le había engañado, ella… Algo en la expresión de su madre la alertó. La miraba, o mejor dicho, lo hacía algún punto tras ella. Su expresión, era de sorpresa… ¡Oh, no!  Tensó la espalda, poniendo sus cinco sentidos en alerta.
-Sí, escuchaste bien –Dijo Santino con voz risueña, logrando que ella se girara de sopetón y soltara un gemido ahogado.
-Es… estás aquí –Tartamudeó estupefacta, justo antes de que sus ojos se voltearan y cayera inerte a la arena en un desmayo.
-¡Jaimie! –Se agachó Santino a su lado preocupado.
El sonido de unas voces, que no paraban de llamarla con cierta urgencia, fue lo que la sacaron de su letargo en la oscuridad. Abrió los ojos, para comprender que se hallaba tumbada y sus padres, atentos a ella con gran preocupación en sus miradas. ¿Entonces, encima de quien tenía apoyada la cabeza? ¡HO! Al momento recordó todo lo ocurrido. Primero había sido su voz y después, al darse la vuelta había visto a Santino.
¡Él se hallaba allí! Con suma rapidez, se sentó en la toalla y miró tras su espalda. No era un sueño. Tenía al piloto observándola atentamente.
-¿Te encuentras bien hija? –Preguntó Juliette con tono calmado.
-Sí –Respondió sin dejar de mirar al hombre-. Yo… No se qué me ocurrió…
-Supongo que fue la sorpresa –Señaló Juliette, mirando entonces a Santino.
-Hola –Sonrió el hombre alargando la mano-. Me llamo Santino, yo…
-Hola –Sonrió la mujer aceptando el saludo.
-¿Cómo lo averiguaste? –Interrumpió Jaimie.
-De modo que te preocupa más eso –Sonrió divertido Santino-. Que el hecho de qu eme halle aquí.
-Ahora no me vengas con juegos –Se cruzó de brazos, para mirarlo enfadada. Pero no podía… Lo amaba. Y se alegraba mucho de poder verlo una vez más. Suponía que venía en busca de una explicación… Había llegado el momento de contarle la verdad.
-Tenemos que hablar pequeña –Pidió Santino.
-Seguro que mí padre ha sido el chivo expiatorio –Suspiró con exageración-. ¿Qué le has prometido? Inquirió medio cerrando los ojos.
-¡OH, señor! –Gruñó el piloto sin evitar el mostrar una sonrisa-. Sigues igual de cabezona… Y no le prometí nada –Señaló.
-¡Ves! –Chascó los dedos-. Lo sabía…
-Jaimie, vuelvo ha decirte que tenemos que hablar –Repitió por segunda vez.
-No me creo, que sin ningún motivo mi padre te dijera en donde…
-¡Tú lo has querido! –Rebufó metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón y sacando un objeto pequeño en cada una de ellas, ofreciéndoselos a la chica, quien calló al fin.
-¡OH! –gimió Juliette al ver primero el pequeño estuche de piel abierto en forma de triangulo, con un anillo dentro. Nerviosa, agarró la mano de su marido por lo que pretendía Santino.
-Bien, conseguí que me prestaras atención –Rió divertido y mirándola con cariño.
-Yo… -Lo miró nervios ay confusa-. ¿Qué significa ese chupete? –Preguntó señalando el otro objeto que tenía en la mano izquierda.
-Que decidas lo qué decidas hacer con él, te querré por igual –Susurró sin dejar de mirarla a los ojos.
-No te comprendo… -Dijo con tono flojo y mirada confusa.
-¡Hay, dios mío! –Exclamó Juliette, llevándose una mano a la frente-. ¿Cómo se nos pudo pasar eso?
-¿Mamá, qué dices? –La miró, para ver como sonreía a la vez que lloraba-. ¿Estás bien? Por qué estas… ¡OH! –Se giró veloz a mirar la mano izquierda de Santino, que agarraba el chupete con ternura. ¿Aquello significaba, que él creía que ella?...-. ¡Hay dios mío! –suspiró cerrando por un momento los ojos y como reflejo, sus manos fueron abrazar su estomago. El malestar de todos aquellos días, tenía una explicación. ¡Estaba embarazada! Iba a tener un bebé con Santino… ¿Pero como había sabido él aquello? Y la había perdonado… Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Santino la amaba, quería estar con ella decidiera tener o no al bebé.
-No llores vida –Susurró acercándose a ella, para rodearla con los brazos-. No ocurre nada –La besó en la frente, en los ojos y por último en los labios-. Comprendo que primero va tú carrera. Ya habrá más momentos.
Puso sus pequeñas manos en el pecho masculino, para hacer presión y poder separarse un poco de él. Después, se limpió las lágrimas y le sonrió.
-Quiero los dos regalos –Pidió alargando sus manos feliz y volviendo a llorar.
-Te quiero –Sonrió Santino, sacando el anillo del estuche y deslizándolo en el dedo de ella-. ¿Quieres casarte conmigo y hacerme el hombre más feliz del mundo?
-¡Sí! –Sollozó acariciando la mejilla masculina, antes de atrapar sus labios-. Y propongo –Cogió el pequeño chupete entre sus dedos-. Que le demos un baño dorado y lo enmarquemos ¿Qué te parece? –Dijo guiñándole un ojo.
-Perfecto –Pronunció mirándola al rostro embobado, sin creerse que realmente estaba allí con ella.
-¡Que alegría! –Lloró Juliette emocionada, acercándose a darle un abrazo a su hija.
-Bienvenido a la familia –Dijo Paul, estrechando la mano al piloto.
-Gracias –Aceptó Santino todo sonriente.
-Me alegra mucho Santino –Hizo una mueca la mujer-. Pero verás como Gerard protesta, al haberle hecho entrega del anillo sin estar él presente.
-Se lo merece, por decirle donde estaba –Bromeó ella.- ¿Y cómo supiste lo del bebé? –Suspiró-. Aunque de todos modos, tendré que ir al médico.
-Será lo que tenga que ser pequeña –volvió abrazarla Santino-. Estuve éste mediodía hablando con tu padre… Se ofreció a explicarme todo, hasta tu mal estar, viendo lo desesperado que me hallaba… Y solo tuve que atar un par de cavos.
-Yo… -Se sonrojó-. Lo siento, se que no hice bien –Trató de disculparse, pero él la interrumpió.
-Jaimie, los dos hicimos mal. Pero dejemos eso en el pasado –Le acarició la barriga-. Hay que mirar el futuro.
-Sí –Rió feliz-. Te quiero mucho, Santino.
-Y yo, mi pequeña mecánica –Volvió atrapar sus labios.
Mediados De Septiembre.- 
Aquella soleada mañana, en la casa de Santino y Jaimie en Italia, no podía decirse que reinara la calma. La pareja de recién casados, había regresado de su luna de miel hacía una hora. Hallando allí a las dos familias y Sandro. Éstos venían a pasar el fin de semana, pues entre todos les habían arreglado el dormitorio del futuro bebé sin que ellos lo supieran, como regalo de bienvenida.
Ahora se hallaban desocupando de papeles de regalo, la mesa del desayuno puesta en la gran terraza. Cuando Constanza, el ama de llaves salía con el rostro serio para pedirle a Santino que acudiera un segundo a la entrada de la vivienda. Minutos después, éste volvía con las manos tras la espalda y algo serio.
-¿Qué ocurre hijo? –Preguntó la madre de Santino.
-Se trataba del cartero, que venía a traer un correo especial…
-¡No! –Soltó Jaimie furiosa-. Me niego a ello, soy feliz. Estamos recién casados, me importa un comino que se equivocara con nosotros –Soltó la servilleta enfadada.
-Jaimie, tesoro –Sonrió su marido-. No son para nosotros –Señaló mostrándoles a todos los dos sobres dorados.
-¿No es para nosotros? –Repitió confusa.- Pero es nuestra casa.
-Lo sé –Rió su marido encogiéndose de hombros.
-¿Entonces, para quién son? –Preguntó Juliette curiosa, mirando a su ex marido divertida.
-¡Ni lo pienses! –Protestó éste-. A mí no me metas en líos a mí edad.
-Yo no querido –Rió divertida-. El destino –Dijo guiñándole un ojo.
-Venga hijo –Rió Paul-, no nos tengas en ascuas.
-Una es para Sandro –Dijo lanzándole el sobre al sorprendido chico, quien lo miró con horror-, y el otro… -Miró a todos los de la mesa, para detenerse en su esposa-. Marie Vizenzo Laumier.
-¿Quién? –Preguntaron todos a la vez.
-¡Y luego dices que no me tenía manía! –Volvió a escupir Jaimie enfadada, mirando a su marido. Y captando la atención de todos.
-¡OH, tesoro! –Exclamó Juliette emocionada-. Traes una niña…
-Por lo visto, así es –Refunfuñó Jaimie, acariciándose la barriga-. Como sabeis, queríamos mantener la sorpresa hasta le día del nacimiento –Hizo una mueca-. Pero mí querido destino, me la ha jugado nuevamente. Nos ha informado del sexo y el nombre –Juntó las cejas-. ¿Pero cómo puede ser tan mezquino, de traerme  su destino dorado, cuando aún ni ha nacido?
-Ah no… -Se negó su marido, viendo sus intenciones-. Hay que respetarlo. No podemos abrir el sobre, debe hacerlo ella –Rió por la cara de fastidio de la chica.
-¿Y no es un poco curioso, que se la hayan traído aquí a Sandro? –Comentó Gerard, causando que los recién casados lo miraran con expresión  sorprendida.
-Chicos –Alzó las manos-. Me estáis dando un poco de miedo…
-¿Podrías abrir tú sobre? –Pidió Jaimie casi en una orden.
-Creo, que eso es más bien algo personal tesoro –Siseó Santino.
-¡Me importa un comino! –Bramó Jaimie-. Es mi hija… -Volvió a mirar a Sandro-. Estoy esperando –Se cruzó de brazos.
-Por el amor de dios –volteó los ojos-. Cómo puedes pensar que yo y tu hija… -Miró a todos, para acabar soltando un suspiro-. Veo que no me dejareis tranquilo –Lo cogió y rasgó, entre el tenso silencio que mantenían todos. Sacó la hoja del interior con dedos temblorosos y respiró con tranquilidad-. No es ella… Que bien, no moriré joven –Soltó con cierto sarcasmo.
-¿Y qué nombre hay? –Preguntó Jaimie más tranquila y curiosa.
-Ah no… -Rió, guardándose el papel en el bolsillo-. Esto es para mí –Le guiñó un ojo-. Si necesito ayuda, ya vendré a buscarte. ¿Comemos algo ya? Tengo hambre…

En fin.... Llegó su final. Espero hayais disfrutado tanto como yo creandola!!!! Un beso por vuestro enorme apoyo chicas!!!!!

8 comentarios:

  1. Me ha encantado esta historia, pero... hay un problema jiji. ¡¡¡CUAL ES EL NOMBRE DE LA PAREJA DE SANDRO!!!
    Muy buen final, y con suspense jiji
    Muchos besos

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    1. ya estamos, ya estamos.... ¿Siempre hay preguntas? cuando dejareis de formular preguntas... jejejeje es Broma!!!! Cierto, estoy pensando en hacer la historia de Sandro. Pero tener paciencia, pues si me pongo a ella, tardaré muchos meses en empezarla. Antes, tengo una lista muy larga!!!!!
      Muchas gracias por tus palabras. Me alegro mcuho de que te gustara

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  2. Ohhhh... me encantò sis lokis... me encantó y YO TAMBIEN QUIERO SABER DE SANDRO, QUIERO SABERLO, TENGO CURIOSIDAD TOTAL Y ABSOLUTA!!!!!!!!!

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    1. tres palabras:

      Que te den!!!!

      JOJOJOJOJO

      Besitos guapa

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  3. Y yo también quiero saber de Sandro y de la niña también, ya lo sabías. He amado tu historia, me he reído, emocionado y anotado un sobre dorado como algo que quiero en mi vida ...te quiero , te quedó genial y espero muchas más!!!!

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    1. Pelotera!!!! Cuando dejaras ce darme tanto boing boing jejeje

      Te quiero mucho vieja

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  4. me encanto el final justo como lo esperaba y hasta con un poco de suspenso por saber que pasara con sandro y la bebe.

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    1. Muchas gracias Kris, me alegro que os gustara. Aun así, creo que me quedó un poco flojo... Pero que se le va hacer. Mcuhso besos guapa

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