miércoles, 16 de enero de 2013

Ocultandose Al Amor cp 25

-Solo quería comunicarte, que cualquier cosa rara que notes en el transcurso de la carrera no dudes en notificárnoslo –Habló veloz, pero sin mirarlo a la cara-. Espero que esté todo a tu gusto. Suerte –Dijo lo último con el corazón en un puño y dando un leve golpe en la corbata de la puerta, para erguir el cuerpo y alejarse de allí mirando a un punto fijo, para no romper en lágrimas.

Quería darle las gracias, pero si le hablaba en aquel momento, sabía que no pararía de decirle cosas. Acabando por confesarle que era un idiota y que la amaba… Solo se limitó a mirarle el rostro, el cual reflejaba dolor al no atreverse aguantarle la mirada y apretando con un poco de más fuerza de la acostumbrada el volante, para no alzar sus manos y acariciar su cabello antes de atraparle el rostro para besarla.

Sabía que aquella rabia le iba a beneficiar en la carrera, al tener un comportamiento más agresivo que el que empleaba habitualmente. Iba a ganar. Es lo que se merecía llevarse de su corta estancia en Alemania. Llevarse algo que no fuera un recuerdo amargo. La sirena sonó, indicando que apenas quedaban dos minutos para el comienzo. La gente que estaba sentada en las gradas, comenzaba agitar sus banderas con gran excitación, al ver que el semáforo que daba la salida prendía sus luces. La adrenalina ya borboteaba por su cuerpo, provocando que diera un par de pisotones al acelerador para escuchar su motor rugir… El semáforo se puso en rojo. Solo quedaba un minuto. Ningún piloto miraba ya a ningún otro lugar que no fuera hacia el frente. Aquellos segundos en la salida, eran muy decisivos. Uno no podía estar pensando en las musarañas. ¡Naranja! Quedaban treinta segundos, su mano derecha ya se hallaba sujetando el freno de mano. Lista para accionar su agarre, en cuanto brillara la luz de color verde. La gente, presa de la emoción no aguantaba el estar sentado. Todo el mundo se había alzado, para enfundar ánimos a sus pilotos. ¡Verde! Ya no veía nada, solo el culo de los coches que iba adelantando, hasta posicionarse en segundo lugar. Un pequeño vistazo a uno de los retrovisores le hizo sonreír un poco, al ver que dos coches atrás iba Sandro pelando por posicionarse tras él y tratar de asegurarse un lugar en el podio de la victoria. Pero aún quedaba mucho de carrera y nunca se sabía lo que podía ocurrir.

-¿No quieres verlo? –Dio un respingo, al ser su soledad invadida. Cosa rara, dado que toda persona que estaba por allí, solo tenía ojos para la carrera.
-Hola Sergei –Saludó con sonrisa tímida-. Si te soy sincera, siempre me eh puesto así de nerviosa cuando competía Santino –Hizo una mueca-. Eh observado la salida. Solo vuelvo a ese caos, cuando quedan apenas tres vueltas… -Cogió aire-. Creo que es o máximo que aguantan mis nervios. Y tranquilo –Le guiñó un ojo-. El equipo sabe donde encontrarme si surge algo.
-Muy bien –Se encogió de hombros-, solo te adelanto que la cosa sigue igual. Santino en segundo lugar, y Sandro luchando por llegar al tercer puesto –Metió las manos en los bolsillos delanteros-. Pero…
Los gritos ahogados del público, causó que callara y la mirara con ojos de alarma. Algo había ocurrido. ¿Pero el qué? No soportaba el tener que esperar a que vinieran a buscarla, tenía que saberlo ya. Salió corriendo hacia donde estaban todos, para descubrir que tres coches habían resultado implicados en un accidente en la pista, causando que los demás pilotos tuvieran que hacer malabarismos para no llevárselos por delante. Aquello significaba, que iban ha tener que reducir velocidad eh ir tras el coche de seguridad, mientras retiraban los accidentados de la pista.
Los buscó con la mirada, pudiendo respirar con más calma al verlos en las mismas posiciones. El accidente, había sido por la mitad del grupo. No afectándoles a ellos en nada. Pero ya estaba perdida. Sus pies no se movían del lugar. Iba a ser observadora de todo el resto de la carrera, quisiera o no quisiera. Ya no tenía la suficiente fuerza para alejarse de allí. Por suerte, Sergei se compadeció de ella rodeándola por los hombros y darle su total apoyo.

Mucho tiempo después, apretaba con mucha fuerza el brazo del pobre chico cuando solo quedaba por finalizar una única vuelta. Santino iba en primer lugar, en una lucha constante con el vehículo que llevaba detrás. Mientras que Sandro, seguía peleando por conseguir subir al podio en tercer lugar. Solo quedaba media vuelta, sabía que Santino ya se alzaba como ganador. Pero como también quería que Sandro corriera la misma suerte, sus ojos y gritos estaban puestos en él. Quien apenas a trescientos metros, cuando Santino cruzaba la línea de meta, Sandro lograba adelantar en la última curva por el interior a su mayor contrincante del día, para poder reclamar un puesto en el podio.
Comenzó a saltar y gritar, plena de excitación con todos los mecánicos, patrocinadores y entrenadores. Sus chicos lo habían conseguido. ¡Eran campeones! Estaba muy feliz por ellos. Los pilotos fueron llegando a los bóxers, para bajarse y celebrarlo con el resto de gente. Quienes los alzaron al aire para llevarlos en volandas hasta el lugar de entrega de premios. Entre tanto abrazo, beso, salto y gritos se encontró delante del podio con los ojos atrapados en los de Santino. Quien ya se hallaba en lo más alto, listo para recibir su copa. Pero antes de que eso ocurriera, se les acercaron las azafatas cargadas con botellas de cava para ofrecérselas y que con ellas, celebraran la victoria como se solía hacer siempre. Duchando a todo el que estuviera cerca de ellos con el espumoso líquido… Fue la pelirroja exuberante, la que se acercó a él con mirada seductora. Buscando los labios del piloto, cuando le hacía la entrega. Pero quien clavó el cuchillo fue el piloto, que sin dejar de mirarla atrapó en un beso arrollador a la atractiva azafata.
Solo alcanzó a ver un segundo. Al siguiente, ya se hallaba corriendo hacia el exterior del recinto. Quería su coche, para poder salir volando de allí.  Aquello, había resultado ser una buena bofetada por parte de él. Estaba claro, que no quería saber nada de ella. Es con lo que iba ha tener que vivir, un amor no correspondido por su estupidez.
Todo había terminado, allí ya no pintaba nada. Ya dentro de la seguridad del vehículo, extrajo su teléfono y comenzó a marcar el número de recepción, para darles una serie de indicaciones. De ese modo, cuando llegara allí todo estaría dispuesto para su marcha.

Se hallaba bajo la ducha de los vestuarios del circuito, sin nadie  a su alrededor. Todos estaban aún rondando pro afuera, celebrando con toda la gente que se acercara allí. Necesitaba estar solo. Aquella hora, allí fuera sonriendo todo el rato cuando no estaba para nada feliz, lo había consumido un montón. Era la primera vez, que una victoria le sabía amarga. Y todo, porque no tenía a su lado a la persona más importante para celebrarlo. Antes, eran sus amigos o su madre… Ahora, estaba Jaimie… Pero la había aún más de sí por ser un completo idiota. Por querer fastidiarla un poco, había hecho lo que siempre le pedían. Besar a una de las chicas, que subían al podio. Salvando, que aquella vez había empleado más ahínco en el beso. Captando como ella, le daba la espalda y se alejaba del grupo. Menudo imbécil, después de aquella penosa actuación no había visto por allí a la chica. ¿En dónde demonios se habría metido?
-Supongo que estarás contento –Indicó Sandro con cierto retintín, apareciendo allí para interrumpir la paz del lugar.
-Supongo que tú también –Se giró a observarlo con una ceja alzada-. Te recuerdo, que has quedado tercero.
-Idiota –Rió con cierto reproche-. La victoria de ésta carrera ya no me parece nada atractiva, si por tu culpa eh perdido a Jaimie.
-Ya veo… -Sonrió con altanería, cerrando el grifo y cogiendo la toalla para anudársela a la cintura y dirigirse a su taquilla-. Sabes, no se si debo preocuparme o enfadarme por esa alta atención que tienes hacia ella –Dijo utilizando cierta amenaza en su tono de voz.
-Creo que llegas un poco tarde al mostrar celos –Puso los brazos en jarra-. Pero deberías de saber, que tengo a Jaimie como una hermana pequeña –Inquirió con ironía-. ¿Cómo has podido ir por esa línea?
-¿Cómo has podido ocultarme que era ella? –Acusó alzando el tono de voz e hincándole el dedo en el pecho al chico.
-Solo te lo medio oculté –Se defendió un tanto ofuscado-. Le di un plazo de varios días para que te lo dijera. En parte, comprendí un poco su situación –Explicó.
-¿Qué situación? –Frunció el ceño ante aquella novedad.
-Una, muy importante para ella –Volvió a defender a al joven-. Aquel mismo día, por la noche… Ella iba a confesártelo todo. Decirte que te amaba. Pero que la perdonaras por ocultártelo… Y para tu información, durante todos esos años que se ocultó bajo otro apellido de forma legal. Ella, jamás abrió el sobre dorado hasta éste verano y por accidente.
-Entonces… Ella… -Estaba muy confuso con toda aquella información que le estaba soltando Sandro.
-¡Exacto, no hará más de unas semanas que sabía que tú eras su destino dorado! –Dijo sonriendo de forma despótica-. Y hay mucho más, que tendría que contarte ella en persona. Pero ahora te será muy difícil.
-¿Qué quieres indicarme con ello? –Preguntó alzando una ceja y comenzando a vestirse con cierto apresuramiento.
-Me ha llegado un mensaje de despedida al móvil –Dijo desolado-. Jaimie, ya no se halla en el hotel.
-¡No! –Lo agarró pro los hombros con fuerza y desesperación.
-Se ha marchado Santino –Agachó los hombros-. Ha esta hora, debe hallarse en un avión con rumbo desconocido pero bien lejos de Alemania, eso te lo aseguro… -Escupió rabioso-. ¿Por qué hiciste esa tontería?
-Como comprenderás, no voy a entretenerme ahora en explicarte mi idiotez… -Señaló un tanto exasperado poniéndose los zapatos-. Debo averiguar donde va  air.

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