martes, 15 de enero de 2013

La identidad del León- cuento 14°-



Había sido agradable visitar a Connor pero el alma de Caleb se exaltó al regresar a su hogar.
Recorrió  con  una lenta cabalgata el camino de cerezos que le daban la bienvenida a su hogar y sonrió, sonrió pensando  en volver a ver a la gente que amaba.
Habían pasado pocos días, pero la necesidad de verlos era casi como sed, sobretodo si pensaba en Fair. Había extrañado su presencia terriblemente.
Al entrar al Castillo avanzó sigilosamente y cuando llegó al Salón principal, se detuvo  y observó en quietud a su familia.
Era casi como si estuviera contemplando un tesoro o algo sagrado, ver aquel querido panorama mientras ellos aún no se percataban de su regreso.
Posó su mirada oscura en cada uno de ellos y luego sintió  que algo pasaba, algo no encajaba en aquel cuadro que se le ofrecía, pero no sabía qué.

Sus hijos menores ,Christopher y Lionysse , estaban sentados a los pies de su madre escuchando un cuento.
Fair , contaba la historia haciendo gestos y con los ojos verdes chispeantes de emoción,  ella  brillaba como siempre. Caleb estaba convencido de que de perderse en una noche oscura podría guiarse por la luz de su esposa, ella era su propia estrella.
Hasta allí todo normal.
Tampoco había nada raro con Blaze, su hijo mayor. Estaba junto al fuego echado en el regazo de su esposa y el amor que vibraba entre ellos era casi tangible , incluso desde la distancia desde la que Cal los observaba.
Luego su mirada se detuvo en sus padres, todo bien por allí…Kyrios jugaba al ajedrez y Elady bordaba.
Sonrió ante el amor que sentía por aquellas dos personas que le habían dado la vida, entonces se dio cuenta.
Supo que era lo que no encajaba.
Quien jugaba al ajedrez con Kyrios era Ariadne y eso era bastante común , pues su hija amaba todo aquello que tuviera que ver con estrategia y lógica , y quien bordaba junto a Elady era Brianna , aunque eso era menos frecuente, lo cierto era que Bri tenía talento para cualquier actividad artística.
Lo verdaderamente raro era la quietud en las gemelas, la serena tranquilidad que poseían en ese momento.
No parecían estar tramando nada,  sus posturas indicaban que estaban relajadas disfrutando de la armonía doméstica .
Totalmente inofensivas,  alejadas de problemas y gozando de la paz.
Aquello era lo raro y Caleb sintió una leve alarma, que aquellos pequeños demonios de ojos verdes estuvieran tan tranquilos sólo podía presagiar que pronto  le causarían algún dolor de cabeza.
Uno grande.





Un par de meses después


Como cada año estaba por celebrarse la Feria en las tierras Blackdalion, durante una semana mercaderes y artistas de  distintos lugares llegarían  y traerían el exotismo y la aventura.
- ¿Estás segura?, sabes que no es necesario – dijo Fair Blackdalion acercándose a Brianna.
-Sí – contestó la jovencita y expuso a la luz solar la gema que tenía en las manos. Los reflejos verdosos se fundieron con su mirada.
Había conseguido aquella esmeralda en  su infancia, en la famosa aventura de la búsqueda del tesoro que los había metido en problemas. Ella y Ariadne habían obtenido una cantidad de gemas como su parte del botín, pero Bri había intercambiado toda su parte con su hermana por aquella única esmeralda. Era bastante grande y había sido recortada con la forma de una estrella de cuatro puntas, y por sobretodo tenía el mismo color que sus ojos. Siempre le había fascinado aquella piedra, pero había decidido venderla en la Feria y utilizar el dinero en ampliar la escuela de la aldea. Sabía que no era necesario, tanto su padre como su hermano habían insistido en eso, pero quería contribuir en algo y aquel objeto no tenía más valor que su belleza, aparte de eso era totalmente inútil.
Brianna no era superficial,  le gustaban las cosas bellas como a cualquier jovencita pero sus intereses se centraban en cosas mucho más profundas.
Tal vez quería que aquella joya sirviese para algo porque estaba cansada de ser tratada como un objeto bello, no por su familia, obviamente, sino por sus pretendientes. Hacía años que los hombres desfilaban por el hogar de los Blackdalion, buscando conquistar a alguna de las gemelas, pero ni siquiera podían distinguir a una de la otra. Tampoco era que les importara, admiraban la hermosura de las muchachas, su linaje y lo demás era secundario.
Tanto Brianna como Ariadne se rebelaban a ser vistas como objetos decorativos, así que a la edad de  veintitrés años, seguían solteras. Cosa muy extraña en una familia donde el promedio de edad casadera de las mujeres eran los diecisiete.
Y últimamente todo había empeorado, las jovencitas habían acudido a todo su repertorio de tretas para espantar a sus pretendientes sin causar daños en la reputación familiar.
-Bri..-la llamó su madre y la joven dejó de contemplar la joya y miró a la menuda mujer rubia que parecía conocer lo que turbaba su corazón.
-¿Sí mamá?
- ¿Ya hiciste todos los preparativos?
-Sí,  distribuí con mensajeros los dibujos que Blaze hizo de la esmeralda  y el joyero que se encargará de venderla ya llegó, hablaré con él mañana.
-¿Necesitas ayuda? Tu padre y tu hermano volverán pasado mañana y los demás llegarán también para esa fecha.
-No, está bien. Ariadne me ayudará, también Raine, el herrero, ya que estará preparando las estructuras de los diversos puestos. Y hay mucha gente  de la aldea trabajando, cualquier cosa puedo pedir su ayuda.
-Bien, con Saoirse, tus hermanos y tus abuelos ayudaremos a instalarse a la gente que ya ha llegado. No quiero que tu abuelo se esfuerce mucho, ya que su pierna aún no está totalmente curada – mencionó Fair refiriéndose a una herida reciente de Kyrios que lo tenía en reposo.
-Sí, no te preocupes por nada – dijo y su madre suspiró como si aquello no fuera una opción. Siempre se preocupaba por sus hijos, y más si se trataba de las gemelas.
Un rato después de que Fair abandonara la estancia , llegó Ariadne.
-Creo que es una pena que la vendas…siempre te ha gustado mucho. Y a mí me hace pensar en aventuras, tal vez por la forma en que la conseguimos.- le dijo Ari a su gemela mientras observaba la piedra preciosa.
-Supongo que sí…pero habrá nuevas aventuras, ¿no crees?
-Por supuesto Bri, es algo natural en nosotras pero no se lo menciones a papá o Blaze…no le ven lo divertido – dijo la joven y las dos rieron.
-¿Lys y Conrad vendrán?
-Por supuesto, también Kristana, aunque demorará un par de días más. Es un viaje largo desde Ildrake.
-Entonces sólo faltará Nía…
-Sí, falta muy poco para el parto, así que Jace la convenció de que se quedaran…
-Ahora es más difícil juntarnos todos, ¿verdad? – comentó Bri con nostalgia.
-Sí, esa es la parte mala de crecer, parece que todos se hubieran desperdigado por el mundo…- comentó Ari.
-Pero son felices. Eso lo hace aceptable.
-Así es.¿Bri?
- ¿Hmm?
-¿Tú no te irás lejos, verdad?
-¡Claro que no! ¿Y tú?
-Tampoco, me aburriría terriblemente sin ti – contestó Ariadne y se acercó para abrazar a su hermana.
Cualquiera que observara aquella imagen, creería estar viendo una ilusión conjurada por el poder de los Likaios, eran idénticas, como reflejos una de la otra. Dos jóvenes menudas, de grandes ojos verdes y cabello negro rizado que no llegaba a sus hombros. Con una belleza inusual y etérea que ejercía fascinación sobre los hombres. Eran hermanas gemelas y mejores amigas y sin embargo las dos sentían  cierta aprensión por aquella semejanza. Ellas y su familia sabían  que eran dos personas independientes con sentimientos y pensamientos propios, pero los demás solían confundirlas como si fueran una misma persona, y aquello les hacía sentir que perdían su identidad.
Y si alguien de la familia hubiera visto aquella imagen , se hubiese preocupado porque tenían un aire de tristeza totalmente ajeno a la vital personalidad de las jovencitas.

A la mañana siguiente todo era movimiento en las tierras Blackdalion. Ariadne y Brianna estaban en la organización de los puestos.
-Si los mellizos estuvieran sería mucho más rápido – dijo Bri haciendo alusión al poder de los Likaios. Era muy práctico cuando uno tenía que realizar trabajos pesados.
-Sí, pero igualmente Raine está haciendo un muy buen trabajo con las estructuras y tratándose de metal, él es el mejor para ello – comentó Ari sobre el trabajo del herrero- ¿Ya llevaste la esmeralda?
-Sí, y en un rato más iré a ver que me dice el joyero sobre su valor. Compré esto – dijo la joven y le enseñó a su hermana una pequeña daga labrada. Las dos eran buenas espadachinas y habían aprendido a defenderse.
-Es bella y sin dudas más fácil de cargar que una espada –aseveró Ari y las dos rieron.
-¿No compraste nada?- preguntó su hermana y Ariadne pareció recordar algo.
-Ah, eso me recuerda. ¿Te quedó dinero?
-Algo…¿lo quieres?
-Necesito un préstamo, hay algunas cosas que necesito de la herbolaria, pero no traje dinero conmigo.¿Me acompañas?
-Vamos – dijo Bri y acompañó a su hermana.
Ambas pasearon un poco, charlando con la gente que llegaba o con los mismos aldeanos que expondrían sus productos. Luego se separaron, Brianna fue a ver al joyero y Ariadne a revisar los puestos que Raine estaba armando.

Cuando Bri entró a la tienda, se llevó una sorpresa. Encontró que el joyero había sido atado y amordazado. La joven se apresuró a ayudarlo.
-¿Qué sucedió? - preguntó mientras lo liberaba.
-Se la llevaron…se la llevaron…-repitió el hombre agitado.
-Por favor , dígame qué sucedió.
-Recién, un hombre se robó la esmeralda. Acaba de irse..
-¡Mi esmeralda! .Infórmele a mi familia …- dijo la chica y salió corriendo. A la distancia alcanzó a ver un jinete que se alejaba, debía ser el ladrón. De prisa tomó un caballo perteneciente a algún mercader y  fue tras él.
Mientras tanto, el viejo joyero terminó de deshacerse de las ataduras y se levantó. Dio un paso, luego otro y entonces se desmayó.

El legado Blackdalion agitaba la sangre de Brianna, ella no iba a permitir que ese ladrón se saliera con la suya. Si creía que iba a llevarse su esmeralda sin ser castigado, iba a llevarse una buena sorpresa. Lamentablemente, el caballo no era de los mejores, aún así Bri lo hizo ir tan veloz como pudo. Horas después aún seguía la persecución y la chica tuvo que agradecer que el animal fuera más resistente de lo que parecía a simple vista, además el delincuente se había dado cuenta de su presencia y había acelerado, al mismo tiempo que hacía todas las maniobras posibles por evitarla. Pero ella era una gran amazona, así que no le daba tregua.

Ariadne le había ofrecido ayuda a Raine y a pesar de la negativa de éste, se las había arreglado para imponerle su presencia. Ahora estaba totalmente distraída.
-¿Señorita?- la llamó el herrero.
-Mi hermana ha tardado mucho..algo pasa – dijo la joven extremadamente seria y fue a buscar a su gemela. El herrero la siguió.
Ambos llegaron al puesto del joyero y lo encontraron desmayado en el suelo.
-¿Qué pasó? – lo interrogó la joven mientras lo despertaba. Y el hombre apenas consciente alcanzó a contarle lo sucedido.
-¡Dios! – gimió ella y salió.
-¡Señorita Ariadne! – gritó Raine tras ella y la siguió. La joven corrió hasta encontrar a unos aldeanos que iban a caballo, les pidió el animal , les indicó que dieran aviso a la familia y salió a toda velocidad tras  las huellas de su hermana. El herrero llegó apenas unos minutos después y fue tras ella.


¿Cuántos kilómetros habían recorrido? Brianna no estaba segura, pero hacía mucho que habían atravesado los confines de las tierras Blackdalion. Por lo visto el  caballo del delincuente era menos resistente que el de ella, había perdido la velocidad inicial y poco a poco le iba dando alcance, ya podía distinguir con más claridad su silueta. Era un hombre joven, vestido con ropa oscura, un par de veces lo había visto mirar hacia atrás  para cerciorarse de si ella aún lo seguía. No iba a dejarlo escapar, si había algo que le sobraba era tenacidad.
Muy lejos de allí, su madre recibía la noticia. El joyero ya repuesto y los aldeanos habían ido a avisar.
-No otra vez…-musitó Fair Blackdalion palideciendo. Y unos minutos después dio instrucciones para que un mensajero fuera al encuentro de Kyrios y Blaze y apresurara su regreso. Mientras ella iba a buscar a sus hijas. Primero tuvo que convencer a Kyrios de quedarse en el castillo, el estado de su pierna no le permitía cabalgar, por suerte Elady  sabía como manejarlo.
-Yo te acompaño…-dijo Saoirse decidida a encontrar a sus cuñadas.
-No querida, necesito que te quedes y cuides de Lyonisse y Chris , además sólo tú podrás lograr que Blaze mantenga algún rastro de calma cuando llegue. – dijo la mujer y luego acompañada de unos pocos soldados  partió  tras las gemelas. Sin embargo, sabía que habían perdido mucho tiempo, sólo un milagro le permitiría alcanzarlas.

Brianna pensó que la suerte estaba de su lado cuando el caballo del ladrón empezó a quedar atrás, aceleró un poco y llegó hasta él.
-¡¡Detente!! – gritó la joven a un metro de él y el hombre apenas volteó a mirarla.
-Ya verás…sólo un poco más – le dijo la joven al caballo. Estaban por adentrarse en una foresta y necesitaba alcanzarlo mientras estuvieran a campo abierto. Presionó los flancos del caballo, obligándolo a ir más rápido por última vez y cuando estuvo a la par del ladrón, se lanzó contra él.
Los dos cayeron rodando al suelo y sólo un milagro impidió que se mataran en la caída.
Brianna era bastante menuda en comparación con el hombre, por lo que usó todo su cuerpo para darle golpes.
-¡¿Estás loca?! – exclamó él separándola de sí y aprisionándola con su cuerpo.
-¡Ladrón! Devuelve mi esmeralda antes de que te rebane el cuello…- la joven sabía que la amenaza era vana pues no tenía oportunidad de alcanzar su daga, pero estaba muy enfadada.
-En realidad , es mi esmeralda. Sólo recuperé lo que es mío.-aclaró él mientras se incorporaba sin dejar de sujetar a la joven por las muñecas, al tiempo que esquivaba las patadas que ella le lanzaba.Sin embargo sus palabras parecieron sosegarla un poco y ella pestañeó un par de veces, para enfocar su mirada en él.
-¿Tu esmeralda? Explícate-exigió ella.
-Es mía, la he buscado por años…
- Si eso fuera verdad , la hubieras reclamado y no la hubieras robado – le soltó con los ojos verdes cargados de furia.
-No es tan simple, pequeña.
-No soy “pequeña”, soy Brianna Blackdalion, y ésta es tu última oportunidad- lo amenazó nuevamente.
-¡Blackdalion! ¡Impresionante! – exclamó él pero su tono era de burla y eso la enfureció más.
-Dame mi esmeralda – insistió ella totalmente inconsciente de la desventaja física.
-Llevo años buscándola, vuelve a tu casa y déjame en paz – le contestó el hombre como si se tratara de un molesto insecto.
-Si crees que..- empezó a decir ella y un grito los interrumpió.
-¡Daimon! – gritó una voz y la joven vio como de la foresta salía un grupo de hombres y se dirigía hacia ellos.
-¡Diablos! – gimió el ladrón.
-Llegaron tus amigos…-susurró ella y en un veloz gesto él la puso tras de sí.
-No son mis amigos, y por lo que más quieras, sólo sígueme la corriente.
 Brianna iba a seguir discutiendo pero su intuición la alertó, había una sensación rara en el aire, y lo mejor era esperar. La pinta de aquellos hombres indicaba que eran delincuentes, de los peligrosos, y si era verdad que no eran amigos del ladrón parecía que estaban en problemas. Lo mejor era esperar a ver como se desarrollaban los hechos.
-Al fin te encontramos –dijo un hombre con barba.
-No sabía que me buscaran…-contestó el joven.
-Sí, mucho y Malstar quiere verte. Así que vamos a llevarte con él.
-Creo que podremos ir en otro momento. Tengo cosas que hacer ahora – contestó el ladronzuelo y retrocedió un paso, empujando a Brianna a moverse con él.
-No Daimon, me temo que  vendrás ahora. Y también tu noviecita…
-¡Yo no soy su noviecita! – protestó Brianna alzando la voz y el joven ladrón le dio un golpe con el codo para evitar que siguiera hablando.
-De acuerdo, voy contigo, deja ir a la chica…no tiene nada que ver en esto-  dijo el ladrón intentando negociar pero el hombre de barba se largo a reír.
- No. Ella viene con nosotros y si es verdad que no es tu novia, mucho mejor, podremos divertirnos un rato. Es una belleza.- comentó y su mirada se posó con descaro en la jovencita.
-¡Ni se le ocurra! –gritó ella  e intentó sacar la daga que llevaba , pero el joven ladrón la detuvo aferrando su muñeca.
-No lo hagas, son demasiados – le dijo en un susurro y luego la mantuvo agarrada de la mano.- Bien, vamos con ustedes , pero ni se te ocurra tocarla, es mía…- dijo el muchacho y sus palabras sonaron totalmente amenazantes.
- Átenlos – ordenó el hombre y un par de los que los acompañaban se acercaron  con sogas a atar sus manos.
Bri se revolvió intentando evitarlos , pero Daimon la detuvo.
-Quédate quieta, o será peor…
-¡¿Peor?! …claro que será peor cuando acabe con ellos y contigo.- le soltó ella enojada y le dirigió una mirada asesina que se equiparaba a las del mismo Blaze Blackdalion.
-Por si no te diste cuenta, nuestra situación no es muy ventajosa…así que aguanta. Escaparemos tan pronto sea posible – le susurró él y antes de que pudieran decir algo más, los subieron en los caballos y se los llevaron.

Brianna tenía los sentidos alertas para poder aprovechar cualquier posibilidad de escape que se le presentara, pero no hallaba ninguna. Usualmente Ariadne era la estratega y ella quien improvisaba, pero ahora no encontraba salida. Eran demasiados hombres, se habían alejado mucho de las tierras Blackdalion y no contaba con más recursos que una pequeña daga escondida en el bolsillo de su vestido. No era suficiente.
Estaba empezando a inquietarse pero en el fondo de su mente tenía un pensamiento que la tranquilizaba, tarde o temprano su familia le daría alcance.
Sin embargo cuando llegaron a la costa donde el río desembocaba en el mar y vio el enorme barco frente a ellos, se desmoronó.
Tanto a ella como al ladronzuelo los bajaron de los caballos y los condujeron hacia el barco.
-¡¿Dónde vamos?!- preguntó Daimon.
-A ver a Malstar, te espera en el barco, vamos a  hacer un pequeño viaje – explicó uno de los hombres y lo empujó para que avanzara.
-No pienso subir allí…-sentenció Brianna y se negó a caminar.
-Nadie te preguntó –dijo el hombre  y cuando fue a empujarla , Daimon se interpuso.
-Sólo sube…-le dijo él a Brianna .
- Estás loco…
- Dejen de perder tiempo, caminen – dijo el hombre que iba con ellos y Bri sintió la punta de una espada presionar en su espalda. No tuvo más opción que recorrer la plataforma que hacía de puente hacia el barco.
Una vez que todos estuvieron a bordo, algunos de ellos se dedicaron a remover  la plataforma e inmediatamente la gente que estaba a bordo empezó a hacer los preparativos para zarpar.
La chica dio una mirada nerviosa hacia el agua, contempló la posibilidad de saltar, pero  aún había un gran número de hombres rodeándolos y sería difícil eludirlos, sin contar con que la corriente en aquella desembocadura era bastante peligrosa. Por lo visto , el ladrón había descubierto lo que le pasaba por la mente , porque la miró e hizo un gesto de negación con la cabeza.
Ella siguió observando  en busca de alguna salida, pero  una voz rompió su concentración.
-¡Daimon, al fin apareces! ¡Te ocultas demasiado bien, mis muchachos la han pasado mal buscándote! – dijo un hombre robusto acercándose a ellos y Brianna sintió un rechazo inmediato.
-No me ocultaba, tal vez simplemente no quería venir a visitarte…no tenemos mucho que hablar – dijo el joven y a pesar de que  el otro sonreía con cortesía su mirada carecía de humor.
-Bueno, tienes una deuda conmigo…
-No te debo nada Malstar, así que déjame ir  -insistió él.
-No creo que sea posible, así que podemos tener esa charla que nos debemos…-sugirió el hombre y entonces Bri fue consciente de que el barco había comenzado a moverse.
-¡Diablos! – maldijo Daimon y el otro sonrió con satisfacción, como un cazador que deja a su presa sin escapatoria.
- Estás en deuda, quiero mi zafiro de regreso.
-Era mi zafiro, lo sabes bien. Y tú lo habías robado en primer lugar, ya sabes lo que dicen de un ladrón que roba a otro…
-Y tú sabes lo que le pasaría a mi reputación si dejo que te vayas sin más. Así que quiero mi zafiro, el dinero o que trabajes para mí…
-Me temo que no me gusta ninguna de las tres opciones- contestó el muchacho.
-Entonces, tal vez pueda encontrar otra forma de recuperar lo que me pertenece. Podría venderla a ella…-dijo acercándose a Brianna.
- ¡Déjala! – protestó Daimon intentando llegar hasta la chica.
-Muy hermosa, pagarán bien – dijo el hombre y deslizó sus dedos por el rostro femenino. Ni siquiera notó el movimiento de ella hasta que sintió el dolor por el mordiscón que le dio en los dedos.
-¡ Pequeño demonio! – gritó el hombre.
-No vuelva a tocarme…-dijo Brianna con voz clara y cortante.
- Tiene carácter, valdrá la pena domarla. – evaluó Malstar con una sonrisa desagradable.
- Yo pagaré mi deuda, no ella –intervino el muchacho.
- No confío en ti…me gusta más mi idea.
-¡Es mi esposa! Déjala tranquila – exclamó de pronto Daimon y entonces tanto Bri como Malstar lo miraron incrédulos.
-¿Tu esposa?
-Sí..y sabes lo que significa.
- ¿Tienes alguna prueba? – preguntó el hombre.
-No pensé que la necesitara.
-Entonces, tal vez no te importe realizar una ceremonia de casamiento. Lowell puede realizarla y así estaremos seguros de la legalidad de este matrimonio. Si es verdad, no habrá problema en que se casen de nuevo, ¿verdad?
Brianna miraba a uno y otro lado mientras los pensamientos se arremolinaban en su mente. Tenía que escapar de allí, así que mientras los otros dos parecían desafiarse en silencio y los guardias permanecían distraídos por las recientes noticias, la joven hizo un rápido movimiento para frotar sus ataduras contra la espada desenvainada del hombre que estaba a su lado, se liberó, le dio un golpe con el codo y le quitó el arma. Fue tan ágil que sólo se dieron cuenta cuando los amenazó con la espada enarbolada.
- No me importan sus diferencias, sólo déjenme ir …-exclamó blandiendo la espada con rapidez delante de ella para impedir que se le acercaran.
Malstar dio la orden de que la capturaran, Brianna lanzó varias estocadas que hirieron a sus enemigos, pero finalmente fue superada en fuerza física y número. Su tamaño siempre había sido una desventaja.
Parecía una fiera mientras soltaba patadas y mordidas a quienes la tenían sujeta.
-¿Tu esposa, eh? – preguntó Malstar a  Daimon.
- Sólo está enfadada. Permíteme hablar un momento con ella, a solas…
-Está bien,  te doy veinte minutos, ya sabes cuáles son tus opciones -le respondió y luego dio la orden de que los llevaran a uno de los camarotes.
Le soltaron las ataduras de las manos a él y luego los encerraron allí. Bri comenzó a golpear contra la puerta con su cuerpo hasta que el muchacho la detuvo.
-¿Puedes calmarte y escucharme? – le pidió mientras la sujetaba por los hombros.
-Voy a salir de aquí…
-Si quieres salir, tienes que hacer lo que yo diga.
-Ni en tus sueños.-contestó ella enfadada.
-No entiendes lo peligroso que puede ser.
-Lo único que entiendo es que son delincuentes, como tú, y no pienso dejar que me intimiden
-¡Eres imposible! – exclamó él observando los intensos ojos verdes que brillaban sin rastro de miedo. Él estaba lejos de saber  el esfuerzo que habían puesto los padres de la joven para que no hubiera temor en su mirada, desconocía el miedo y el dolor que habían nublado alguna vez los ojos de Fair Blackdalion y desconocía también la promesa de Caleb  de proteger a sus hijos de aquellos sentimientos.
En ese momento lo único que pensaba era que la tozudez de aquella muchacha  era un imán para el peligro y lo que más odiaba lo ponía a él en lugar de héroe, porque quisiera o no  tenía que proteger a Brianna.
-Habla – dijo la joven de pronto.
-Tenemos que casarnos…
-¿Casarnos?
-Es la única forma de protegerte…
-No necesito que tú me protejas. Eres el culpable de esta situación y me aseguraré…
-Escucha. No es un juego, de verdad corres peligro. Podrían venderte o hacer lo que quisieran contigo.
-¿Y si soy tu esposa me van a respetar?- le preguntó burlona.
-Sí.
-¿Por qué?
-Es la única ley respecto a las mujeres, uno no se mete con la esposa de otro hombre. Malstar estuvo casado cuando era muy joven , la mataron y desde entonces esa es la única ley que respeta. Sólo así no te tocarán ni un pelo.
-¿Me podré ir a casa?
-Ese es otro asunto, ahora lo importante es mantenerte a salvo.
-Soy una Blackdalion, no necesito…
-¡Por lo que más quieras no vuelvas a mencionarlo!
-¿Por qué?
-Haces muchas preguntas…si se enteran que eres rica no será tan fácil y, tampoco es que tu familia goce de mucha popularidad entre esta gente. Han perseguido a muchos de ellos…
-Y  puedo asegurarte que ahora los acabarán- sentenció Bri con ferocidad.
-¿Podemos ocuparnos de lo importante ahora?- prosiguió él.
-Entonces dices que mi única salida es participar de este falso matrimonio.
-No será falso.
-¿Qué quieres decir?
-Quien lo oficiará tiene autoridad para hacerlo legal.
-¡¿De verdad crees que me casaré contigo?!
-Luego podemos anularlo…sólo importa que lo crean.
-No voy a casarme con un delincuente.
-Lo siento, pero no tienes mucha salida. Soy yo o ellos.¿Qué elijes?
Brianna contempló al hombre. Era joven, no parecía tener más edad que ella, y tenía cabello y ojos oscuros, sin embargo en su mirada no había maldad. Ella siempre había tenido muy buena intuición para distinguir a las personas, y ahora intentaba  saber si podía confiar en él. No estaba segura, pero cualquiera podía notar que era mejor opción que caer en las manos de Malstar.
-No va a ser real, ¿lo entiendes?-dijo ella dándole énfasis a sus palabras y el joven supo que estaba aceptando lo del matrimonio. Y recordándole que era sólo una treta  y nada más que eso.
-Lo sé, créeme que lo último que quiero es una esposa, y el matrimonio era la última idea que tenía en mente cuando me desperté esta mañana.
-Sí, tu idea era robar mi esmeralda.- respondió ella con rapidez y él sonrió. Aquella chica era buena peleando.
-Soy Daimon.- le dijo extendiendo su mano.
-Soy Brianna  y tampoco yo planeaba casarme – le respondió ella y con cierta reticencia le devolvió el saludo.

Brianna no había fantaseado demasiado con el día de su boda pero jamás había imaginado como escenario un barco tripulado por maleantes, un juez que parecía haber bebido más de la cuenta, el extenso mar a su alrededor y el cielo cubierto parcialmente por las velas blancas de la embarcación.
Tampoco había imaginado que su vestido sería uno gris, muy sencillo, que había elegido para trabajar en los preparativos de la feria.
Menos aún, había imaginado que el novio sería un ladrón al que había perseguido, un hombre al que apenas conocía y del que sólo sabía el nombre. Sin embargo allí estaba en la cubierta del barco, pronta a unirse legalmente a Daimon. Sintió un leve estremecimiento cuando la fría lógica le recordó que estaba por cometer la mayor locura de su vida, pensó que esta vez su padre y su hermano no la perdonarían, era por lejos la mayor travesura que podía realizar.
Era demasiado incluso para ella.
De pronto sintió una cálida mano sostener la suya, elevó la mirada y se encontró con los ojos oscuros de quién sería su marido. Parecía entender su turbación e impensablemente se sintió reconfortada por aquel hombre que tenía un extraño sentido de la caballerosidad.

Mucho tiempo atrás , Daimon había jurado no casarse. No quería perder su libertad ni cargar con la responsabilidad de otra vida además de la suya.
El objetivo que se había fijado no tenía nada que ver con formar una familia. Sin embargo estaba allí a punto de casarse con una mujer que apenas conocía sólo para protegerla. Y la novia era una joven tenaz y valiente, que lo había perseguido para recuperar algo suyo, que había desafiado con una espada a los delincuentes que podían disponer de su vida y que tenía el valor suficiente para confiar en él.
Era, además, la mujer más hermosa que había visto en su vida que aún vestida en forma sencilla, agobiada por las circunstancias y rodeada de la peor calaña, relucía con luz propia. Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para despegar su mirada de ella.
La sintió temblar y pensó que también podía ser vulnerable, entonces tomó su mano para trasmitirle algo de fuerza, para decirle que todo estaría bien. En ese momento Brianna levantó sus ojos verdes hacia él, y se sintió golpeado por algo innombrable.

El viejo Lowell se acomodó las gafas, se retiró el  largo cabello de la cara, luego miró a la pareja  y con voz cavernosa procedió a oficiar la ceremonia.
-Daimon, ¿tomas a esta mujer por esposa?
-Sí -contestó el joven simplemente, el hombre asintió y después se dirigió a Brianna.
-Mmm…-musitó y la miró fijamente  hasta que ella comprendió que no sabía como se llamaba.
-Brianna Black…-le aclaró y Daimon le dio un fuerte apretón para evitar que dijera su apellido completo. Entonces Lowell prosiguió.
-Brianna Black, ¿tomas a este hombre por esposo?
-Sí- dijo ella en voz alta y decidida.
-¿Los anillos?-preguntó el hombre mirando a Daimon y éste no tuvo más alternativa que quitarse uno que llevaba y ponérselo a Bri que lo miró burlona al notar que la joya le quedaba grande y giraba en su dedo.
-Bueno, los declaro marido y mujer. – sentenció finalmente.
- Ya puedes besar a la novia…-acotó Malstar.
-No me gusta dar espectáculos en público…-respondió Daimon.
-A nosotros nos gusta el espectáculo, además así podemos estar seguros de la sinceridad de este momento-dijo  con una voz que sonaba a amenaza más que a sugerencia.
Daimon miró a Bri, la chica tenía una mirada que parecía mucho más amenazante que las palabras de Malstar, sin embargo ella asintió con un gesto imperceptible. Aunque había un brillo de advertencia en sus expresivos ojos verdes.
El joven la  abrazó a sí y luego bajó la cabeza para besarla suavemente. Dos sensaciones se sobrepusieron, la calidez de los labios de ella y la daga que Bri presionó disimuladamente contra su pecho. La llevaba escondida en la manga del vestido y era un recordatorio de cual era su lugar. Pero cuando pasaron un par de segundos, la presión de la daga disminuyó y él tuvo la sensación de que también ella había sido impactada por el leve contacto.
Había escuchado que había magos en aquella familia , se preguntó si aquella mujer de rizos oscuros no era también una hechicera.
Daimon se separó y por un instante se quedaron mirando como intentando recordar donde estaban, hasta que la voz de Malstar los devolvió a la realidad.
-¡Felicidades! – gritó y al mismo tiempo los demás estallaron en gritos de algarabía.
Luego se acercó a Lowell, le  pidió el acta que acababa de escribir y después fue hasta Bri y Daimon, un par de hombres se acercaron  a los jóvenes, tomaron sus manos, sumergieron  por la fuerza sus dedos en tinta y luego los presionaron en el papel que sostenía Malstar hasta que quedaron marcadas sus huellas.
-Sólo para asegurarnos que sea legal…y yo lo conservaré. Así que Brianna Black, ¿eh?.Es un buen apellido Daimon,  va bien contigo. Digo, ya que eres un bastardo , tú deberás tomar el apellido de tu esposa porque no tienes uno que darle a ella – comentó con  malicia. Y la chica notó como su recién adquirido esposo se enfurecía. Habían llegado muy lejos como para arruinar todo, así que esta vez fue ella quien le tomó la mano para intentar calmarlo. Pareció surtir efecto porque sus facciones se relajaron , aunque la sonrisa que esbozó carecía de humor.
-Tienes razón Malstar, es un buen apellido…y ahora me gustaría estar a solas con mi esposa.
-Por supuesto. He mandado preparar el mejor camarote para los recién casados…
-Se lo agradezco – dijo Brianna con dureza, se había contagiado del malhumor de Daimon, por alguna razón inexplicable el instinto protector de los Blackdalion  le había salido a flote al percibir que las palabras habían herido al joven ladrón.
-Bien,  los guiarán hasta allí, mañana hablaremos – respondió e indicó al hombre que los había capturado que los acompañara.
-Gracias – contestó Daimon.
-De nada, ha sido totalmente mi placer ver como has perdido tu preciada libertad y has ido contra tus principios – le devolvió con una sonrisa maliciosa. Bri  tiró levemente de la manga de Daimon y éste se calló lo que pensaba contestar.

Un rato después ambos estaban encerrados en un camarote. Bri observó el lugar, tenía muebles de madera y una decoración lujosa, sólo entonces la joven se dio cuenta de lo que había pasado por alto.
-¡¡Se dedican a la piratería!! – exclamó.
-Entre otras cosas…-asintió Daimon y se sentó en la inmensa cama.
-¿Qué haces?
-Voy a dormir, no hay nada más que podamos hacer…
-¡¿Qué?! Al menos ayúdame a bloquear la puerta –dijo ella e intentó empujar uno de los muebles de madera hacia la puerta, pero se dio cuenta que no era posible.
-Es un barco, Brianna, están todos asegurados al suelo. Lo mejor que puedes hacer es descansar y recuperar fuerzas…-dijo Daimon y se dio cuenta que la testaruda muchacha no lo escuchaba y movía un pesado sillón que era lo único que no estaba fijo. Finalmente se levantó y la ayudó a colocarlo detrás de la puerta.
Luego se acostó en la cama.
-¡Daimon!
-¿Qué?
-¿De verdad vas a dormir?
-Sí, ya te dije no hay otra cosa que podamos hacer hasta mañana.
-¿Dónde va este barco?
-Al otro continente…
-¡¿Al otro continente?! ¿Y quieres que me quede tranquila sin hacer nada?
-Ya te dije, duerme un rato- le sugirió y dio unos golpecitos en la cama como indicándole que se acostara allí.
-¿Y tú piensas dormir en la cama?
-Por supuesto.
-Pero …si te quedas en la cama, ¿dónde dormiré?- dijo ella y agitó sus pestañas en un gesto casi involuntario.
-Es amplia, hay lugar para los dos. Porque no pienso dormir en el suelo si hay una cama cómoda disponible.
-No es aceptable- sentenció ella.
-Tienes el sillón…
-¿El sillón?
-Lo siento princesa, es tu culpa por ser tan obstinada. ¡Eres rica! ¿por qué tuviste que ir tras de mí?…has de tener miles de joyas.
-¡Oh perdóname por querer atrapar a un ladrón! Y para que sepas esa esmeralda es muy importante para mí.
-¿Por qué?
-Es parte de un recuerdo de mi infancia, y pensaba hacer algo bueno con ella, aunque parece que por su culpa estoy destinada a caer en manos de delincuentes.-comentó la joven haciendo referencia a un incidente del pasado y Daimon la miró con curiosidad.
-Bueno, haz lo que quieras.-le dijo y tomó un par de almohadas para acomodarse.
Brianna suspiró y se fue a acomodar en el sillón, pero era tremendamente incómodo. Se dio por vencida y se acercó a la cama, entonces sacó la daga y la sostuvo en  clara advertencia. Daimon sonrió y se ubicó bien en la orilla, dejándole tanto lugar como fuera posible para que ella estuviera tranquila.

Brianna se quedó dormida, pero Daimon no pudo conciliar el sueño. Tenía que encontrar una manera de liberarlos de aquella situación pero en medio del mar y totalmente desarmado era bastante difícil.
Le resultaba extraña la presencia de otra persona a su lado, sentir la acompasada y suave respiración, el calor que le llegaba a pesar de la distancia.
“¿Respiraba bien con aquella cantidad de rizos cubriéndole la cara?”.Con mucha delicadeza le corrió el cabello a la joven despejando su rostro.
Se quedó observándola. Despierta parecía una leona peligrosa, con aquellos ojos verdes cargados de pasión por la vida, pero dormida parecía una inocente gatita. Acurrucada, con las oscuras pestañas reposando en sus mejillas, se veía muy frágil y pequeña . Aunque la fragilidad también era  relativa en Brianna Blackdalion, él sabía muy bien que la delicada mano que descansaba bajo la almohada sostenía una pequeña daga. Sin embargo estaba tan profundamente dormida que era incapaz de reconocer el peligro aunque la tocara.
Era una mujer única y era su esposa.
Daimon soltó un suave quejido  al recordar aquel fatídico hecho y se levantó, definitivamente esa noche no iba a poder dormir, no con ella tan cerca.
Tomó una manta, apagó la lámpara y se acurrucó en un rincón, desde donde podía vigilar el sueño de la muchacha.
Finalmente, el cielo había encontrado la forma de hacerle pagar sus pecados , poniendo  a Brianna Blackdalion en su camino .


El cansancio la había vencido y se había olvidado de toda precaución por eso  cuando el barco se sacudió por la intensa marejada, se despertó sobresaltada.
- ¿Qué pasa? – preguntó alarmada por la oscuridad que reinaba en el camarote y los extraños ruidos que venían del exterior. Desde un rincón le llegó la respuesta de Daimon.
-Tranquila, parece que hay una tormenta, por eso el movimiento brusco y las maniobras…es algo común, no tienes que preocuparte. Además son excelentes navegantes.
-Creí que sería divertido viajar en barco hacia un destino desconocido, he cambiado totalmente de opinión – comentó ya completamente despierta. Recordaba que un día le había mencionado eso a su hermano Blaze y él se había inquietado, por lo visto era más intuitivo de lo que parecía.
- Sí me temo que esto no es tan divertido, intenta seguir durmiendo –le dijo él.
-¿Tú no dormiste?
-Me desvelé.
- También yo, no creo que pueda volverme a dormir. ¿Daimon?
-Sí…
-¿Por qué robaste mi esmeralda?
- Soy un ladrón, ¿recuerdas?
- Recorriste un largo camino por ella e imagino que podrías haber robado muchas otras cosas pero no lo hiciste. Sólo tomaste la esmeralda y , me dijiste que era tuya…
-Es una larga historia-  contestó evadiéndose.
-Es una larga noche …así que tenemos tiempo. Cuéntame.
Estaban completamente a oscuras, sólo un hilo de luz se filtraba por debajo de la puerta , ni siquiera era suficiente para percibir las siluetas. El barco se bamboleaba y de a ratos el movimiento era brusco, Daimon, empezó a contar una historia que nunca había contado íntegramente a ninguna persona. Y no supo por qué lo hacía, tal vez porque quería entretener a Brianna y evitar que se asustara, tal vez porque sus defensas habían bajado al no dormir, tal vez porque había llegado la hora de contarle a alguien.
-La esmeralda pertenece a una espada familiar, junto a cuatro joyas más son el adorno de la empuñadura…Las piedras han estado perdidas por muchos años y yo las he ido buscando.
-¿La espada es de tu familia?
-Sí y no. Escuchaste lo que dijo Malstar antes…
-¿Lo que dijo?-preguntó ella sin entender a qué se refería.
-Soy un bastardo…así que la espada es mía y al mismo tiempo no. Pasó de generación en generación, pero por distintas causas fue perdiendo las joyas a lo largo del tiempo. Presidía el salón del hombre que me engendró, es la declaración del linaje familiar. Yo se la robé cuando tenía trece años y empecé a buscar las piedras, algún día se la llevaré completamente restaurada y ya no podrá negarme. – dijo él y su voz cobró una tonalidad especial que Bri no supo distinguir, parecía una mezcla de dolor e ira. Una exclamación se escapó de su garganta al comprender lo que estaba escuchando y se cubrió la boca para no hacer más ruidos. Temía que él dejara de hablar, por eso le hizo una pregunta.
-¿Tú has buscado las piedras todo este tiempo?
-Durante diez años , y la esmeralda es la última, la pieza central.
-¿Por qué no hablaste con él? – preguntó pensando en su amado padre y escuchó una risa áspera que provenía del rincón.
-Eres demasiado inocente. Él no quería saber nada de mí, ni siquiera me escuchó cuando le pedí ayuda para mi madre moribunda.
-¿Tu madre murió?- preguntó y sintió una inmensa pena.
-Tal vez deba contarte desde el principio. Mi madre era una joven campesina viuda, con un pequeño hijo cuando conoció a ese hombre. Se enamoraron o al menos eso creyó ella, así nací yo. Él era de la nobleza y cuando cumplí un año dejó de ver a mi madre y se casó con alguien de su propio status. Tuvo hijos con esa mujer pero nunca se ocupó de mí, las pocas veces que nos volvimos a cruzar me ignoró y lo más extraño es que soy físicamente igual a él, más que sus otros hijos.
A mi madre le rompió el corazón, sin mencionar que ella perdió el respeto de la gente, todos la señalaban con el dedo. Había pasado de ser una respetable viuda a ser la madre de un bastardo. Sin embargo ella nunca demostró su aflicción, se esforzó por criarnos a mi hermano y a mí con amor y alegría, pero tanto trabajo la fue enfermando, se había debilitado mucho después de mi nacimiento. Cuando yo tenía diez años, ella empeoró y fui a pedir ayuda a ese hombre, pero ni siquiera me atendió y me mandó a echar como a un perro. Mi madre murió un día después. Mi hermano se hizo cargo de mí, no teníamos a nadie más…él sólo tenía trece años en ese entonces.
- La misma edad que tú tenías cuando tomaste la espada…
-Sí, cuando cumplí trece fui a su castillo y robé la preciada espada. Entonces me prometí a mí mismo que algún día la llevaría de regreso y lo obligaría a reconocer quien era antes de clavársela en el corazón.
-¡No puedes! – exclamó la joven totalmente involucrada en el relato.
-No, tienes razón. Hace tiempo que desistí de matarlo, pero sí quiero ver su cara cuando me vea con la espada, lo obligaré a arrodillarse ante mí y a pedir perdón por lo que le hizo a mi madre.
-¿Y tu hermano?
-No lo veo desde que tomé esa decisión, discutimos y me marché. Era lo mejor para los dos. Desde el comienzo nuestros destinos no debieron mezclarse. Esa es toda la historia- finalizó él y aunque había muchos detalles que quería saber, Brianna  controló su habitual curiosidad y calló. Porque entendió que no debía ir más allá, que él había dicho mucho más de lo que quería y que si no hubieran estado sumidos en aquella oscuridad nunca lo hubiera hecho.
-Ahora yo voy a contarte una historia – dijo ella.
-¿Qué?
-Te contaré como esa esmeralda llegó a mis manos…- le dijo y empezó a relatarle la aventura que había llevado a los niños Blackdalion hasta el tesoro.
La historia de Brianna fue un bálsamo para Daimon. Ella relataba cambiando los tonos de su voz para expresar los distintos sentimientos y sensaciones. Casi se sentía transportado, como si pudiera ser parte de aquel grupo de traviesos niños. Por un segundo imaginó a la niña que ella había sido, los mismos rizos, los mismos ojos color jade, igual de intrépida. Tuvo la idea de que alguien debió tomar medidas entonces, debieron ser más estrictos con ella y evitar que se convirtiera en una mujer que iba detrás de un ladrón sin pensar en las consecuencias. Entonces, ella estaría a salvo y también él.
Cuando la joven terminó de contarle la historia, la tormenta se había calmado y estaba por llegar el amanecer.

Era el segundo día de viaje y Daimon había descubierto que los ojos de su esposa se oscurecían cuando estaba de mal humor. Y tener que aguantar aquella situación, sumado a una mala alimentación, dormir poco y ver sólo agua y más agua rodeándola la estaba empezando a cansar. Sin mencionar las continuas insinuaciones de los hombres de a bordo, la presencia vil de Malstar y el hecho de que “su esposo” la siguiera a todas partes como una sombra.
-¿Puedes dejar de seguirme? – protestó la joven mientras caminaba por la cubierta.
-Lo siento, pero no. –respondió simplemente Daimon y siguió caminando detrás de ella.
-¿Cuánto tiempo más tardaremos?-preguntó enfrentándolo.
-Tal vez otro día, depende de a donde se dirijan. No he podido obtener ninguna respuesta. Brianna, será mejor que te quedes en el camarote, es más seguro.
-No puedo estar encerrada y tampoco puedo pensar- contestó ella mordiéndose el labio, estaba sintiéndose acorralada y no le gustaba. Además sabía que su familia debía estar muy preocupada.
-Encontraremos una salida, pronto –dijo él.
Al atardecer el cielo volvió a nublarse trayendo el presagio de una nueva tormenta.


Caleb Blackdalion ni siquiera había alcanzado a llegar a su hogar cuando un mensajero lo había interceptado para contarle lo sucedido. Inmediatamente tanto él como su hijo se habían precipitado a seguir los rastros de las gemelas.
Un rato después Dionis Likaios había llegado en su auxilio. Los mellizos llegarían un día después.
Fair no había tenido éxito, lo único que había descubierto era que sus hijas habían salido en barcos con destino desconocido. Finalmente todos se habían reunido y bajo el mando de Caleb se habían organizado. El grupo de soldados había descubierto que los barcos habían salido hacia el otro continente. Así que la comitiva se había dirigido al puerto más cercano y allí se habían dividido.
Blaze había ido tras Ariadne y sus padres junto a sus tíos y un grupo de hombres habían partido tras Brianna.
Dionis había utilizado su don para acelerar la marcha, el barco se movía veloz mientras sus velas eran insufladas por vientos conjurados por la magia , sin embargo una feroz tormenta los retrasó.
La embarcación se vio sacudida por el feroz oleaje y el mago debió usar todo su poder para controlarlo.
-Lo siento, Caleb, pero no podemos ir más deprisa. Tengo que concentrar mi poder para que este barco no se hunda…controlar a la naturaleza enfurecida requiere demasiada fuerza- se excusó ante Caleb que sólo podía pensar en recuperar a sus hijas. Sin embargo no podía poner en peligro a los que iban a bordo, incluyendo su esposa y su hermana.
-Está bien Dionis, lo entiendo.¿Hay algo en que pueda ayudarte?- preguntó y sus ojos oscuros estaban llenos de pesar.
-Lleva a Kaly y Fair abajo, las cosas van a ponerse movidas aquí..-contestó y se dirigió hacia la proa del barco mientras el aura de poder empezaba a rielar a su alrededor. Caleb se apresuró a seguir su consejo, si había problemas era mejor mantener a las mujeres a salvo, sobre todo porque ellas solían meterse en situaciones peligrosas. Aquello le recordó que sus hijas eran aún peores y deseó con toda su alma que, por una vez, predominara el sentido común en el accionar de Ariadne y Brianna.


Brianna apenas había podido dormir, y muy temprano había salido del camarote. Por suerte Daimon dormía y se había podido escabullir sin inconvenientes, quería recorrer un poco el barco, tratar de escuchar  las conversaciones y ver si lograba averiguar algo. Se cruzó con un par de hombres y sus miradas la pusieron nerviosa, estaba acostumbrada a lidiar con cientos de molestos pretendientes pero sabía que las circunstancias eran muy diferentes. En un gesto automático, giró el anillo que llevaba en el dedo, el que Daimon le había dado durante la ceremonia. Los hombres se alejaron y el anillo cayó de su dedo, la chica sintió el tintineo pero no pudo encontrar donde había caído. Se agachó para buscarlo.
-¿Perdiste algo? – dijo una voz a sus espaldas y al incorporarse vio a Daimon sosteniendo el anillo.
-Lo encontraste…
-Te dije que no salieras sola, pero no eres de las que escuchan lo que les dicen,¿verdad?
-Nunca – respondió ella con una sonrisa amplia y estiró la mano para recuperar su alianza.
-Te queda muy grande- dijo él y luego recortó una tira del faldón de su gastada camisa.
-¡Daimon!
-Shhh , así no lo perderás – le dijo y envolvió el anillo con un pedacito de tela para que ajustara bien en la mano de ella. Luego tomó su mano y se lo puso en el dedo con mucha delicadeza.
-Gracias…- dijo la chica observando
-Bien, ahora dime Brianna, ¿qué tan bien puedes nadar?

Al despertar, Daimon se había encontrado con que su esposa había salido del camarote. Tenía que reconocer que era extraordinariamente sigilosa, entre otras cosas. Había salido a buscarla y había descubierto un par de cosas más. La tripulación del barco estaba bastante ocupada y habían disminuido la marcha, porque había otros barcos navegando cerca, además parecía ser que quedaba poco para llegar hasta su destino. Lo más importante era que los barcos llevaban banderas que indicaban que eran comerciantes y además no estaban a mucha distancia. Por otro lado , Malstar estaba demasiado confiado, lo que significaba que era la mejor oportunidad que tendrían. Luego de encontrar a Brianna , le contó su plan.
Apenas un rato después los dos se escabulleron y se lanzaron al mar, para nadar con todas sus fuerzas hasta el barco más cercano.
Tal como Daimon esperaba, los subieron a bordo y tras inventar una convincente historia, les prestaron auxilio. Eso no significaba que se hubieran librado de los delincuentes pero al menos habían ganado tiempo.
La gente del barco les proporcionó ropa seca y algo de comida.
-Bueno, aquí termina nuestra sociedad- dijo Bri alegremente mientras le daba un buen mordisco al pan,. Estaba agotada y hambrienta.
-Me temo que no , esposa mía.
-¿De qué hablas? Yo vuelvo a mi casa.- sentenció y sus ojos verdes relampaguearon.
-Para eso tenemos que llegar a la costa, y me temo que apenas lo hagamos Malstar irá tras nosotros.
-Tras de ti, querrás decir.
-Irá por ambos, Brianna, y no puedo dejarte ir hasta que esté seguro que vuelvas a tu hogar sin que nada suceda.
-No necesito guardianes…y de necesitar uno, serías mi última elección.
-Está bien, esperemos llegar al continente y luego veremos – dijo él y ella hizo un sonido de desagrado.

Daimon se paró a observar a su esposa. Un grupo de marineros de distintas edades estaba reunido a su alrededor, éstos no eran peligrosos como los de Malstar, sin embargo tampoco podían evitar sentirse atraídos por la joven Blackdalion. Ella estaba en el centro contando historias y ellos la escuchaban embelesados.
Bri les hablaba de hombres que se trasformaban en lobos con el poder de la magia, de valientes guerreros, de mujeres que huían de torres o combatían en batallas. Les contaba de una dama de ojos dorados que veía el futuro y de un caballero vendido como esclavo, de una ciudad escondida y de un Castillo negro. Ellos se asombraban con sus relatos y Daimon sonreía, pues sabiendo quien era ella , estaba seguro que esas historias tenían bases muy reales.
Él se detuvo un rato a contemplar a aquella delicada figura que iba vestida con ropa prestada. Llevaba una falda colorida, una blusa grande que dejaba al descubierto sus hombros y un extraño manto tejido que usaba para cubrirse. Tenía los cortos rizos atados y algunos escapaban, lo que provocaba que ella cada tanto se llevara la mano al rostro para quitarlos.
No imaginaba como se veía ella en los salones de la nobleza, vestida con ropa lujosa y joyas, peinada con esmero y acicalada para seducir a sus pretendientes, pero no podía creer que pudiera estar más bella de lo que estaba en aquel momento. En una bodega de un pequeño barco comerciante, rodeada de madera oscura y vestida extrañamente, Brianna brillaba, y encandilaba a cualquiera que osara mirarla. Ella arregló nuevamente sus rizos y luego se volvió a verlo, dejando la mano en su cabello, mano en la que relucía su anillo. A Daimon le costó unos momentos volver a la realidad y recordar que era lo que había venido a decirle.
La chica se quedó callada al ver al joven ladrón contemplándola, sus oyentes protestaron pero ella los calmó con una sonrisa y la promesa de que luego habría más historias. Entonces se levantó y caminó hacia el hombre que la esperaba.
-Falta poco para que lleguemos.- le dijo él.
-¿Hay algún problema?
-Necesitamos dinero…tampoco nos vendrían mal algunas armas.
-¿Qué no piensas usar tus habilidades? – preguntó ella con tono irónico.
-No- contestó él con dureza y se lo quedó observando.
-¡Vaya! No quieres robar a quienes nos ayudaron, tienes conciencia – lo provocó.
-No creo que sea buena idea, eso es todo- respondió él.
-Debe haber algo más que podamos hacer para ganar dinero, piensa Daimon, ¿tienes alguna otra habilidad que no nos meta en problemas?
-Nada que pueda hacer en tan corto tiempo…espera…-dijo él y sonrió.
Un rato después fue Brianna la sorprendida, mientras observaba a su recientemente adquirido esposo dibujar retratos para los tripulantes del barco.
Tanto su padre como Blaze eran grandes artistas, así que le resultaba extraño y fascinante que Daimon pudiera hacerlo. Sin embargo era muy diferente a lo que hacían sus familiares.
Caleb Blackdalion, usualmente frío y controlado, liberaba sus sentimientos en sus dibujos, por lo que éstos rebosaban de calidez. El responsable Blaze, liberaba su imaginación, por lo que podía dibujar cosas que incluso no existían. Pasado, futuro y fantasía se unían en los trazos que dibujaba su hermano. Pero la forma de dibujar de Daimon era muy distinta, era tremendamente realista, cada trazo, exacto y objetivo, no parecía haber mucha emoción en su tarea, sino una perfección magistral. Entonces la joven comprendió a que se debía su virtuosismo y cuando él acabó uno de los retratos se le acercó.
-Eres falsificador…-le dijo en voz baja al descubrir de donde provenía tanto talento en el dibujo.
-Tengo distintas habilidades – contestó él sin negarlo.
-¿Algo más que deba saber?
-Sólo que nunca he sido un mercenario, ni le haría daño a mujeres o niños. Ni a nadie que no lo merezca – le dijo con tono duro y la misma dureza se reflejó en sus ojos oscuros.
-¿Eso debería tranquilizarme?
-No lo sé Brianna. Pero es quien soy, y por si te lo preguntas, sí soy capaz de hacer daño por defenderme …sobrevivir no siempre es fácil.
En aquel momento , el dueño del barco los interrumpió.
-Disculpe…a mi me gustaría un retrato. Pagaría muy bien por él.
-Claro – asintió Daimon.
-Pero…No es mi deseo ofenderlo, pero quisiera tener un retrato de su esposa- dijo el hombre.
-Lo siento, pero no es posible – se negó Daimon.
-Lo entiendo.
-Espere – dijo Bri y se dirigió a Daimon- El señor ha sido muy amable y respetuoso con nosotros, cariño. No veo nada malo en ello…
-Brianna –le advirtió el joven.
-Y además necesitaríamos un par de espadas…-dijo ella sonriéndole con todo su encanto al hombre.
-Claro, si eso desean – asintió totalmente cautivado y Daimon no tuvo más opción que aceptar.
-Está bien. Siéntate allí – le indicó a la chica y se puso a retratarla. Cuando el dibujo estuvo listo, Bri lo observó encantada y casi largó una carcajada al notar que, a propósito, había realzado el anillo que ella llevaba.
Por suerte el hombre no lo notó y quedó muy conforme con él.
Un rato después, los dos estaban sentados con las espaldas apoyadas en la madera del barco, respirando la brisa marina y evaluando sus nuevas espadas.
Desafortunadamente, no había ninguna adecuada para el tamaño de Bri, así que tuvo que conformarse con una demasiado pesada para manejarla con comodidad.
-No creo que sea bueno que un retrato tuyo esté en manos de cualquiera –comentó el muchacho y a ella le causó diversión que fuera tan precavido.
-No hay nada malo en ello, además debe haber muchos retratos míos dando vueltas por allí. Y si surge cualquier inconveniente puedo decir que es mi hermana y no yo.
-¡Oh sí, tan igual a ti como una hermana gemela!-se burló él.
-Bueno, en realidad sí. Tengo una hermana gemela. Se llama Ariadne.
-¿De verdad?- se asombró.
-Sí, dos gotas de agua –contestó ella y algo en su tono de voz alarmó al muchacho.
-¿Te molesta? ¿No se llevan bien?
-No es eso. Amo hermana  pero es extraño pensar que hay alguien totalmente  igual a mí. Siempre van a confundirnos, nunca podremos ser del todo nosotras mismas.
-Eso no es verdad.
-Tú nunca nos has visto juntas- discutió ella
-Sé que no puede haber otra como tú, Brianna Blackdalion- le dijo y de verdad lo creía.
-La hay y no podrías distinguirnos a una de la otra – comentó con tristeza. Incluso su padre y su hermano las habían confundido alguna vez.
-Eso no es cierto. Yo podría distinguirte sin importar qué, yo siempre sabría que eres tú, no es posible que te confunda con otra persona.- le dijo con demasiado énfasis y ella se quedo mirándolo.
- Aunque no sea verdad. Gracias.
-Es la absoluta verdad. Dudo que haya alguna otra mujer tan problemática como tú – le dijo intentando aligerar lo que había declarado antes.
-También en eso somos iguales. Nos conocen como “Caos y Destrucción”
-Aún así, yo podría distinguirte. No hay otra igual – volvió a decir él y dio por zanjado el tema.
Brianna se lo quedó observando unos minutos. Deseó poder saber si eso era verdad, y más aún quiso creerlo. No sabía por qué, pero quería creer que Daimon jamás la confundiría con Ariadne.
Aquel hombre la tenía totalmente desorientada, usualmente ella  podía conocer a la gente con facilidad. Además las personas que la rodeaban eran bastante simples de descifrar, todos ellos, incluyendo a los mellizos, transitaban el camino de la justicia y el bien. Para casi todos los miembros de su familia, todo era en blanco y negro, tal  como los leones de su estandarte. Sin embargo Daimon, parecía estar lleno de matices. Y eso la intrigaba.
Era un ladrón, pero tenía ciertos escrúpulos, y aunque discutían la protegía como un caballero andante. A pesar de que él  estaba al margen de lo que ella consideraba correcto, él no era un mal hombre.

Cuando finalmente llegaron al puerto descendieron tratando de mezclarse con la demás gente pero apenas habían recorrido unos metros cuando fueron descubiertos por los hombres de Malstar que los buscaban.
-¡Allí están! – gritaron y Daimon tomó a Brianna de la mano y corrieron con todas sus fuerzas para evadirlos.
En un momento los alcanzaron y tanto el joven ladrón como Bri, desenvainaron sus espadas y se defendieron. La habilidad de la chica estaba disminuida por el peso del arma y  Daimon era muy hábil pero se veía superado en número, al menos pudieron detenerlos momentáneamente y él aprovechó un descuido de sus atacantes para ir por Bri y echar a correr. En el apuro, ella perdió su espada y él tuvo que darle un tirón para evitar que fuera a buscarla.
Daimon debía conocer muy bien aquel lugar porque  recorrieron las estrechas calles, hasta que sus perseguidores les perdieron el rastro.
Al saberse a salvo, se detuvieron un rato para recuperar el aliento.
-En verdad sabes utilizar una espada…-la elogió él.
-Lo llevo en la sangre, tampoco eres malo.
-Gracias. Bueno, parece que podremos estar tranquilos por un tiempo..
-¿Por qué te buscan?
-Él le robó a un noble un zafiro, y yo se lo robé a él porque es una de las joyas de la espada…Es algo de orgullo y de territorio, también. Sin mencionar algunas cuentas pendientes que hay entre nosotros.
-No va a dejarte ir..-le comentó ella.
-Ya me ocuparé de eso. Pero ahora tengo todas las piedras y es lo único que importa.
-Tu venganza…
-Mi sueño.- respondió con fiereza y entonces el estómago de ella resonó por hambre y Daimon se relajó.
-Vamos a conseguir algo de comer y un lugar donde dormir. Es muy tarde.
-Sí, es lo mejor. ¿Nos alcanza el dinero?- preguntó haciendo referencia a lo que  él había ganado haciendo retratos.
-No lo creo…al menos tenemos para una buena comida.
-Eso espero, pienso mejor con el estómago lleno – respondió ella y él sonrió. Otra mujer estaría gritando o asustada, Brianna utilizaba su espada, se movía con calma y se preocupaba más por comer que por estar al lado de un extraño al que perseguían. Definitivamente era única.
Recorrieron las calles hasta que dieron con un lugar que a Daimon le pareció aceptable. Era un lugar humilde y de no muy buen aspecto, pero no era frecuentado por delincuentes, no de los peligrosos al menos.
El salón estaba lleno y consiguieron una mesa alejada.
Les sirvieron un guisado que comieron como si fuera el mejor de los manjares. Luego de pagar la comida, no les quedó suficiente dinero para pagar una habitación.
-Espérame unos minutos, hablaré con los dueños…tal vez podamos hacer algún arreglo – le dijo Daimon a la joven.
-Está bien – aceptó ella y él se fue.
Un rato después, luego de haber ganado una partida en un juego de azar, Daimon regresó  y se quedó detenido por el sonido y la imagen.
Brianna estaba parada sobre la mesa, cantando. Su voz era armoniosa y dulce,  e interpretaba la melodía valiéndose de gestos y expresiones que la hacían más impactante. La gente estaba alrededor de ella y depositaban monedas en el cuenco que estaba junto a sus pies.
Y los hombres la miraban embrujados. Daimon se sintió incómodo y molesto. Ella era totalmente inconsciente.
¿Es que aquella muchacha tonta no lo sabía? ¿no sabía que parada allí era una estrella que deslumbraba a cualquiera que la mirase?
Él mismo tenía el corazón estrujado como si un halcón lo hubiese apresado en sus garras para no dejarlo ir.
Vio que un muchacho se codeaba con sus amigos y comenzaba a acercarse a Bri, él se movió con rapidez. Se abrió paso entre la gente, llegó hasta ella, la tomó por la cintura  y la bajó. En un primer momento Bri se sorprendió, luego puso sus manos en los hombros e inmediatamente las enredó en el cuello de él para que la bajara con comodidad. La gente protestaba porque su espectáculo había sido interrumpido, y Daimon sintió una sensación de posesión mientras la tenía agarrada a él  y, sin pensarlo , la besó. Escuchó  gritos y silbidos a su alrededor y se separó.
-Hola, esposa – dijo simplemente esperando que ella no se enfadara ni pidiera explicaciones. Porque ni siquiera él podía explicárselo a sí mismo.
-Hola, extraño – respondió ella mirándolo con intensidad. Espero que hayas conseguido dinero, porque yo sí lo hice -  comentó señalando el dinero que estaba en la mesa.
-Ya veo, cuentas con tus propios medios ….Será mejor que salgamos de aquí. Tenemos habitación.
-Dormirás en el suelo – dijo ella en voz baja y supo que era la respuesta al beso inesperado.
-Lo sé – dijo sencillamente.

La habitación era pequeña y él bastante alto, así que le costó trabajo acomodarse en el espacio disponible que había en el suelo.
-Al menos no hay ratas…-comentó  en voz baja.
-¿No te han dicho que eres demasiado delicado? – le preguntó Bri y él largó la carcajada.
-¿No te han dicho que eres demasiado temeraria señorita Blackdalion?
-Miles de veces…creo que ya soy inmune
-¿Al peligro?
-A lo que me dicen los demás.- respondió ella risueña.
-¿Por qué no estás casada? – preguntó él de repente y desde la cama, Bri le mostró el anillo.
-Me refiero a casada de verdad. Ya sabes con algún noble como tú…con un castillo y todo eso.
-Porque todos quieren que sea alguien diferente a quien soy. Menos audaz, más callada, menos inteligente, más indefensa, cabello más largo… y a todos ellos les da lo mismo que sea Ariadne o yo. Sólo les importa obtener a una de las gemelas Blackdalion. Y supongo que también mi familia los espanta un poco.¿Y tú?¿Por qué dijiste que casarte va contra tus principios?
-¿Qué?
-Allá en el barco de Malstar…- le recordó ella.
-No creo que sea para mí. Prefiero ser libre, no quiero depender de otro, ni que nadie dependa de mí. Ya he visto lo que sucede. No quiero cometer los mismos errores que el hombre que me engendró…no voy a abandonar a nadie.
-Es extraño, tú porque viviste una mala experiencia y yo porque he visto demasiado amor real como para conformarme con menos.
-Duerme, Brianna.-dijo él  y ella dejó de hablar y se acurrucó en el precario camastro.
Daimon suspiró levemente, no podía olvidar las metas que se había puesto en su vida. No podía volver a cometer un error con Brianna, como el beso que le había dado. Ella y él no tenían nada que ver, estaban juntos por circunstancias especiales y nada más. Él mejor que nadie conocía las consecuencias catastróficas de la unión de personas de mundos diferentes, debía poner distancia con ella, antes de que pasara algo irremediable. Era demasiado fácil caer en la tentación, estaba comenzando a pensar que si ella se lo propusiera con sólo agitar sus pestañas convertiría el día en noche y viceversa. Pero ni siquiera los príncipes que la cortejaban eran dignos de la joven Blackdalion, así que  no podía olvidar que era sólo algo circunstancial.
Brianna era sólo una cálida brisa que pronto seguiría su propio camino , dejando un espacio vacío. El joven tardó mucho en poder conciliar el sueño y dejar de estar pendiente de la mujer que dormía a escasos centímetros.

Brianna se despertó temprano y sintió nostalgia de los sonidos de su casa, los pasos y el bullicio que indicaban el inicio de cada jornada. Abrió los ojos y se tomó unos segundos para acostumbrarse.
-Buenos días – dijo una voz masculina y al incorporarse vio a Daimon parado a escasa distancia con el cabello mojado.
-Te has dado un baño…
-Sólo me eché un poco de agua para refrescarme.
-Ah- contestó ella con cierta envidia. También necesitaba  un poco de agua, pero había visto que los hombres se lavaban en la calle y ni siquiera a ella se le ocurriría ir tan lejos.
-¿Qué te parece darte un baño? – preguntó Daimon y ella lo miró esperanzada.
-¿De verdad?
-Sí, le encargué a la dueña que te preparara un baño. No es algo que haga usualmente, pero hizo una excepción. Hay una tina de agua caliente esperándote en su habitación…ve si quieres.
-Ya voy – contestó ella saltando de la cama y antes de salir se detuvo para darle un beso en la mejilla- Gracias – le dijo y salió corriendo.
Un rato después, Bri se sumergió en el agua caliente encantada de poder quitarse la suciedad. Se había quitado los restos de agua salada en el barco de comerciantes, pero recién ahora podía lavarse con comodidad. Además la mujer le había dado una pastilla de jabón con aromas a flores y se sentía totalmente renovada.
-Tome, señora, es ropa limpia…no es nueva pero le servirá – dijo la mujer alcanzándole un vestido.
-Muchas gracias, por todo . Es muy amable – dijo la joven sonriendo y la mujer se sonrojó.
-Oh, no. Su esposo pagó por todo. Incluso me pidió que comprara ese jabón…
-¿Daimon?
-Sí, se despertó muy temprano y dispuso todo para usted. Claro que teniendo una esposa tan bella, es lógico- comentó la mujer.
-Gracias – contestó y un rato después fue a reunirse con el joven.
-¿Te sientes mejor? – preguntó él.
-Mucho, me siento humana de nuevo. Una vez más, gracias por tomarte tantas molestias.
-Considéralo una recompensa.
-¿Una recompensa?
-Nunca te has quejado de nada. No es la clase de vida que acostumbras, pero jamás te has molestado por ello.
-¿Quiere decir que si me hubiese quejado como una chica malcriada me hubieras arrojado al fango?
-Probablemente- contestó él y ella rió. Por alguna razón Daimon no quería darle mayor importancia a sus caballerosos gestos y ella iba a respetarlo. Además tampoco ella quería darle más valor del que tenían, no podía, sólo debía pensar en como regresar a su casa. Debía regresar al lugar donde un baño de agua caliente era algo común y no un hecho que podía conmoverla.
-Tengo que volver a casa…-susurró ella.
-Lo siento, Brianna, pero tendremos que marcharnos de aquí y  viajar otro poco. El puerto estará vigilado  y no tenemos dinero para un pasaje…
-Deben estar preocupados por mí.
-Lo sé…pero lo único que tenemos es lo puesto. No tienes con que defenderte , ni dinero y un grupo bastante peligroso nos persigue.
-¿Cuál es tu idea, entonces? – lo desafió ella.
-Iremos con un amigo,  no está muy lejos. Recuperaré mi espada y también conseguiré algo de dinero para que puedas volver tranquila.
-¡¡Vaya plan!! – dijo ella y salió ofuscada.
Brianna no entendía por qué se había enfadado o mejor dicho, sí lo sabía. Tenía que volver a su hogar, al menos antes de que su familia viniera por ella. Así , al menos, podría intentar aligerar el enojo de su padre, él sabría que había perseguido a un ladrón y luego vuelto a casa por sus propios medios, sería mucho mejor que si debía ir por ella.
Además estaba confundida, el sentido común le decía que debía alejarse de Daimon pero quería pasar más tiempo con él. Sentía que no podía pensar con claridad.
Caminó un poco hasta que se dio cuenta que se había alejado mucho, no le gustaba aquel lugar de calles estrechas y construcciones una pegada a la otra. Quería su aldea, el espacio abierto…allí se asfixiaba.
El aroma de una panadería la distrajo  y al llegar se encontró con un espectáculo desagradable.
Había un niño pequeño que había tomado unos panes de la tienda y el dueño lo tenía agarrado mientras insultaba y lo sacudía. Era un pequeño flaco e indefenso, obviamente había actuado así por hambre.
Era sólo un pedazo de pan, ¡por todos los cielos!, cómo podía aquel hombre maltratar así al niño por un poco de comida.
Bri lamentaba no tener una espada para defender a la criatura así que se lanzó contra el hombre haciendo que dejara de sacudir al niño. Sin embargo la fuerza de ella era mínima contra la de él quien con un simple movimiento  se deshizo de Bri y se adelantó para golpear a la criatura.
La muchacha no soportaba la injusticia y aunque no tuviera  fuerza suficiente aún tenía su propio cuerpo y mientras ella viviera no dejaría que maltrataran a un inocente. Se movió con rapidez y abrazó al niño protegiéndolo con su cuerpo mientras apretaba fuerte los ojos esperando recibir el golpe.
El golpe nunca llegó, oyó un leve quejido y abrió los ojos para encontrar que Daimon estaba delante de ella bloqueado el ataque. El joven la apartó sin dejar de sostener en alto el brazo del panadero.
-Es suficiente …-dijo y arrojó al suelo unas monedas. El hombre protestó y se replegó. Obviamente Daimon tenía ventaja física , una cosa era pegarle a un niño y otra a aquel hombre alto que estaba furioso.
Una vez que el panadero se alejó, se volvió hacia Brianna que aún abrazaba al tembloroso niño.
-¿Están bien?
-Sí – contestó ella.
-En verdad, uno no puede descuidarse un segundo contigo. ¿Ibas a dejar que te pegaran?
-Es lo único que alcancé a hacer…- se justificó ella.
-Careces de conciencia para el peligro.
-Eso dicen…pero era una causa justa. Sólo tenía hambre -explicó señalando al niño.
- No puedes salvar a todos.
-Pero sí a algunos.
-Vamos, volvamos al hospedaje. Tú también, una comida caliente no te vendrá mal –le dijo al niño y éste susurró un tímido gracias.
Los tres volvieron al hospedaje donde almorzaron, luego hablaron con el niño. Bri averiguó todo lo que pudo sobre él, con la esperanza de ayudarlo en el futuro. Daimon le dio una bolsa con monedas y luego tuvo una charla a solas, antes de que el niño se fuera.
-¿Y ese dinero?- preguntó Bri sospechosa y Daimon bajó la mirada.
-Digamos que es una indemnización de parte del panadero…
-¿Le robaste su bolsa? – preguntó la joven y él sonrió.
-¿Vas a sermonearme?
-Me temo que no…¿y qué le dijiste al pequeño?
-Le di algunos consejos, es difícil sobrevivir en las calles, y también para evitar que acabe como yo…
- No sería tan malo –dijo ella.
-¿Eso significa que volvemos a estar en paz?
-Bueno, después de necesitar tu auxilio, mis argumentos son fútiles. Así que haremos lo que dices.
-Bien , descansaremos unas horas y luego buscaremos un medio para viajar más cómodos.
Cuando Daimon había mencionado “viajar cómodos”, Bri había imaginado un par de caballos, sin embargo habían terminado viajando en la parte trasera de  una carreta cargada de heno.
-¿De que te ríes?- preguntó Daimon a la joven que había optado por recostarse.
-Creo que mi cuota de aventuras está cubierta por este año. Las carretas de heno no están tan mal, al menos mejor que caminar . Y se puede mirar el cielo – respondió con una sonrisa y él se inclino sobre ella para quitarle hebras de heno del cabello.
Por un breve segundo enredó los dedos en los sedosos rizos y luego los  soltó.
-¿También tu hermana tiene el cabello corto?
-Sí, dije que somos dos gotas de agua, recuerdas.
-Aún dos gotas de agua tienen diferencias aunque no se perciban a primera vista.
-También mi madre tiene el cabello corto, pero rubio. Y mi hermanita menor lo tiene muy largo.¿Cómo era tu madre, Daimon?
El joven se cruzó los brazos detrás de la nuca y aunque quiso contestar que no recordaba, pero no podía mentirle a Brianna y eso la hacía más peligrosa.
-Era muy hermosa, grandes ojos grises y largo cabello oscuro. Muy dulce y de carácter alegre. Tenía mucha paciencia, no recuerdo haberla visto enfadarse y todo en ella era muy suave, su voz, sus movimientos…sin embargo era extraordinariamente fuerte. Aunque no así su salud. Y debo decir que tuvo muy mal gusto para elegir hombres, al menos en lo se refiere a ese desgraciado, tengo entendido que su esposo fue un buen hombre.
-Me hubiera gustado conocerla…- dijo en voz baja Bri y por un segundo pensó que si Daimon se parecía físicamente a su padre, no era tan difícil entender lo que había visto en él aquella buena mujer. Tal vez se había enamorado de su bello aspecto físico antes de conocer su interior. Por otro lado estaba segura que el carácter de él provenía de su madre…aunque lo ocultase, tenía un buen corazón.
No quería analizar demasiado aquello, así que se hizo la dormida.
Un par de horas después,  la carreta llegó a destino y se bajaron.
-No nos queda muy lejos de aquí, pero ya está oscureciendo…será mejor que descansemos en algún lugar y continuemos mañana.-propuso Daimon y ella aceptó.
El único lugar que encontraron estaba lleno y había grupos de maleantes que bebían y hacían ruido. Los jóvenes buscaron un lugar lo más alejado posible para no llamar la atención. Un par de personas reconocieron a Daimon  y lo saludaron.
- ¿Amigos?
-Sí, pero también hay de los otros, Brianna. Así que no tenemos que llamar la atención. –le sugirió él.
Sin embargo no tuvieron tanta suerte y cuando habían terminado de comer y estaban por irse, unos hombres bastante hostiles se acercaron a Daimon.
-¡Hace mucho que no nos vemos!
-Sí, Mug. Bastante…- respondió él e intentó alejarse de prisa, pero le bloquearon el camino.
-Todavía me debes la revancha por el juego que ese que nos ganaste…
-Ya, déjalo. Fue hace mucho tiempo.
-Era mucho dinero , también.
-Está bien, hablaremos en otro momento.
-Veo que estás apurado, es por ella…bonita.-dijo y levantó la mano hacia el rostro de Brianna. Ésta le apartó la mano de un golpe. Pero el hombre reaccionó con furia y le agarró un brazo, la chica sacó su daga y le hizo un corte .Daimon intervino y lo apartó de ella, antes de que fuera más grave.
-Tranquilízate, Mug. Ahora no tengo dinero, pero jugaremos esa revancha tan pronto sea posible.
-¡Esa perra!
-¡Vete Brianna! – le ordenó Daimon mientras intentaba contener al hombre y sus acompañantes.
La chica finalmente se marchó a la habitación que habían rentado. Muy poco tiempo después , Daimon apareció y lucía enfadado.
- ¡¿No puedes contenerte un poco más?!
-¿Se supone que deje que me toque o que me insulte?
-No, se supone que midas tus reacciones. A veces hay que aguantarse un poco para poder salir a salvo…no siempre es necesario ir al ataque.
-Lo siento, yo no retrocedo ante delincuentes.
-¡Ni piensas! No son como yo, Brianna. De verdad son peligrosos y pudo terminar muy mal. Deberías dejar de ser tan impulsiva. Yo no iba a dejar que nada te pasara.
-¡Ja! Todo esto es por tu culpa por empezar…
-Yo sólo me llevé una esmeralda. Tú fuiste la imprudente que vino tras de mí…si fueras como las demás mujeres y hubieras pedido ayuda, nada hubiera sucedido y ahora estarías en tu casa.
- ¡Yo soy como soy!
- Y sólo vas a lograr que te maten. Ahora entiendo por que quieren que cambies.¡Rayos!
Brianna ya no contestó, se quedó mirándolo con los ojos verdes cargados de enojo y finalmente se fueron a dormir sin hablarse.
Daimon se despertó un par de horas después y se dio cuenta que Brianna se había marchado y que le había robado la espada.

Bri había decidido que era demasiado. Iba a volver a su casa, había tenido una pérdida de juicio temporal. Debió denunciar a Daimon tan pronto llegaron al barco de los comerciantes y regresar a su hogar. Incluso debió recuperar su esmeralda y no dejarse conmover por la historia de él. Pero para todo había un límite, sólo se causaban problemas mutuamente. Ella no podía dejar de ser quien era y él tampoco.
En realidad no tenía mucha idea de a donde iba, las calles eran oscuras y el lugar desconocido, pero se las arreglaría, después de todo ella era Brianna Blackdalion.
- Vaya, vaya…qué tenemos aquí. Parece que podré cobrarme mi deuda – dijo alguien saliéndole al cruce y Bri reconoció al hombre de la taberna. Iba acompañado por un grupo bastante numeroso.
La chica le sonrió.
-Apártense de mi camino – dijo calmada y los hombres rieron por su audacia.
El que había herido se comenzó a acercar y Bri, sacó la espada que tenía en la mano e iba oculta por los pliegues de la falda.
-¿En serio quieres jugar? – preguntó el hombre y se abalanzó sobre ella. La chica lo apartó con una ágil estocada, otro intentó acercarse y se llevó un corte en la pierna. Mientras el ataque los desconcertaba, aprovechó para salir corriendo.
Sin embargo fueron tras ella. Era pequeña y ágil así que les llevaba cierta distancia, pero lamentablemente desconocía la ciudad y acabó en un callejón sin salida.
No había mucho que pudiera hacer, sentía los pasos aproximarse, así que levantó la espada para defenderse.
Brianna era una persona feliz y sin preocupaciones, había heredado el carácter chispeante de su madre y el valor de su padre, aquello la hacía seguir siempre adelante sin importar qué, no se acobardaba por nada, de hecho amaba la aventura y eso la metía en problemas continuamente.
Esta vez era diferente, sentía temor y no se había sentido así desde niña, desde el día que el juego infantil de buscar un tesoro se convirtió en algo más peligroso y fue capturada por unos delincuentes.
Aquella fue la primera vez que había sentido verdadero miedo, había fingido para no desesperar a Blaze y los demás pero el estar atrapada la había aterrado hasta lo más profundo de su alma, no se había podido sentir verdaderamente  tranquila hasta estar en brazos del poderoso Caleb Blackdalion con la certeza de que aquel hombre fuerte nunca dejaría que algo malo le sucediese.
Ahora volvía a sentir aquel temor, era consciente de que su fuerza era ínfima frente a la de sus oponentes y ni siquiera podía contar con que su hermano o padre llegarán para ayudarla, sólo se tenía a sí misma.
Lo peor es que sentía remordimiento por no haber escuchado a Daimon, él le había advertido, pero neciamente ella no lo había escuchado.
Los hombres llegaron hasta ella, el líder apartó a los demás y se adelantó.
-La fiera es mía…-dijo acercándose a Bri y ella elevó la filosa hoja de su arma. Él sacó su propia espada y se aproximó. La chica tiró un golpe y él se lo devolvió. La fuerza al parar la estocada hizo que a Brianna le doliera el brazo y la obligó a retroceder hasta chocar contra la pared, perdió momentáneamente el equilibrio y por eso el siguiente golpe del contrario la hizo perder su propia espada.
-Te tengo – dijo el hombre agarrándola y Bri le mordió la mano. Él le dio un fuerte empujón y la arrojó al suelo. En ese momento, tanto él como Bri, se dieron vuelta porque sintieron ruidos donde permanecían los demás hombres. Era el sonido de espadas y golpes. La chica aprovechó la distracción para recuperar su arma.
-¡¡BRIANNA!! – sintió el grito fiero y se dio cuenta que era Daimon quien había llegado al rescate. Entonces todo fue confusión. Ahora entendía que él podía ser feroz enfadado, daba golpes, patadas y letales estocadas de espada, mientras avanzaba implacable hacia ella.
-¡Tú! – gritó Mug y fue a unirse en la pelea contra el joven ladrón.
Bri también se unió a la batalla, eran dos contra ocho pero lograron vencerlos. Al menos los dejaron fuera de combate y antes de que se recobraran Daimon le tomó la mano y escapó con ella.
-¿Estás bien?- preguntó él sin dejar de correr
-Sí, sí – respondió ella.
-Iremos con Braid…-le dijo y la chica notó que la voz de él temblaba y que iba mucho más lento.
-¿Daimon?
-Vamos…- insistió , pero Bri notó que se iba agarrando el costado.
-Daimon…-volvió a llamarlo y lo obligó a detenerse. Entonces vio que estaba ensangrentado y que había palidecido.
-Tenemos que llegar con Braid.
-¡¡Estás herido!!
-Vamos Bri. No podemos parar.
-Pero estás perdiendo sangre.
-No podemos parar – insistió él y ella asintió. Si lo encontraban herido sería mucho peor. Siguieron avanzando, cada vez más lento, hasta que ella lo sintió flaquear y tuvo que servirle de apoyo para evitar que cayera.
-Ya no más, Daimon. Ven –insistió arrastrándolo hacia un lado de la calle y él no puso resistencia. Usó toda su fuerza para arrastrarlo a un oscuro callejón y le revisó la herida. Por suerte había escombros que los cubrían de la mirada de extraños.
Tenía un corte muy profundo y estaba perdiendo sangre.
-¡Cielos!- exclamó asustada y con la daga rasgó su vestido para usar la tela como venda, luego puso un poco más sobre la herida y le ordenó que hiciera presión.
-Bri…
-Cállate, iré por ayuda- dijo ella intentando sonar calmada.
-Busca a Braid..-dijo él y le dio indicaciones.
-Iré por él, tú resiste. ¿Me escuchas?
-Sí, te estaré esperando – dijo intentando sonar fuerte, pero ella lo veía cada vez más débil. No tenía mucho tiempo, ni tampoco otra opción, debía ir por ayuda.
Salió corriendo, intentando encontrar la dirección, golpeó en algunas puertas equivocadas donde no le abrieron o la echaron, pero finalmente alguien le indicó cual era la casa a la que debía ir.
Brianna golpeó la puerta con todas las fuerzas  que pudo reunir, hasta que abrieron.
Se asomó un hombre alto y corpulento, con el ceño fruncido y el malhumor patente en su mirada
-¿Braid? – preguntó esperanzada
-¡¿Qué quieres?! -gruñó el hombre más que preguntar
-Necesito ayuda – dijo ella con la voz entrecortada y fue consciente de la mirada evaluativa del hombre. También supo lo que él veía. No quedaba nada de sus rizos sedosos, su pelo estaba enmarañado, su ropa con algunos desgarros, sucia y con manchas de sangre , por si fuera poco la desesperación transformaba sus rasgos y se filtraba en su mirada verde y en su voz vacilante.
-¡Vete de aquí! –dijo el hombre haciendo patente su desagrado por la molesta interrupción  en plena madrugada. Bri adivinó que él iba a cerrarle la puerta y  entonces ya no habría nada que hacer.
Era una Blackdalion, después de todo, así que rápidamente introdujo un pie y evitó que el hombre le cerrara la puerta en la cara. La miró  sorprendido y desde su altura era la mirada de alguien que quiere deshacerse de un insecto molesto. Sin embargo Brianna no le dio tiempo a reaccionar y con un ágil movimiento sacó su daga y estirándose la presionó sobre el cuello del hombre.
-Daimon necesita ayuda o va a morir . Y juro que si deja que mi esposo muera  yo lo mato – amenazó la joven y sus ojos verdes reflejaron la ferocidad que sólo Blaze o el propio Caleb podían transmitir. No pudo decir nada más porque  el  hombre tomó su mano con fuerza hasta obligarla a soltar la daga,  sin soltarle la mano la sacó al exterior y cuando ella iba a empezar a retorcerse para soltarse, él le habló y la joven notó que el tono de voz era diferente.
-Debiste decirme que era Daimon mucho antes, vamos llévame con él – dijo Braid arrastrado a la muchacha  y Brianna sintió un alivio indescriptible.-¿Por dónde ?-preguntó repentinamente dándose cuenta que no tenía ni idea de hacia donde dirigirse.
-Por aquí –contestó ella y  cambiando de posición lo tomó de la mano y lo arrastró consigo, mejor dicho Braid se dejó arrastrar, hasta el callejón donde estaba refugiado Daimon.
Era sólo un bulto oscuro escondido tras un montón de escombros  apilados y madera inservible, no se movía y Brianna temió haber llegado muy tarde.
-¿Qué sucedió? - preguntó el hombre que la acompañaba al tiempo que se arrodillaba sobre el cuerpo de Daimon
-Nos atacaron, trató de defenderme- agregó ella   con voz temblorosa y más temblorosa aún hizo la pregunta que más temía-¿Está vivo?
-Sí , pero muy débil…Daimon  -llamó enérgicamente intentando obtener una respuesta y el muchacho entreabrió los ojos.
-¿Braid? –preguntó y el hombretón sonrió complacido
-Vamos a sacarte de aquí, chico – dijo y lo levantó. El gemido que el muchacho dio paralizó por un segundo tanto a Bri como a Braid.
-Resiste – rogó ella en voz baja  y se acercó para ayudar .Braid lo levantó cruzando un brazo del muchacho sobre su hombro. Era demasiado alto para cargarlo así que Brianna le sirvió de apoyo desde el otro lado ,al tiempo que  con su brazo libre abrazaba la cintura de él para presionar la herida. El trapo que había estado sosteniendo Daimon ya estaba empapado por la sangre y ella podía sentir  aquella humedad en sus dedos.
-Rápido – dijo ella apurando a Braid y éste asintió.

Cuando llegaron a la casa de Braid, Daimon estaba inconsciente, lo llevaron hasta la cama y su amigo le quitó los vendajes y la camisa para revisar la herida.
Luego buscó una botella con algún tipo de fuerte licor y roció  el contenido sobre la cortada para limpiarla.
-Tendré que coserlo –le dijo a Bri y ella asintió. La joven asistió a Braid con eficiencia durante todo el proceso.
-¿Estará bien? – preguntó cuando acabaron.
-No lo sé, muchacha. Hay que esperar. Dime , ¿de verdad eres su esposa?
-Sí –respondió ella contemplando al  hombre que yacía inerte en la cama.
Braid la convenció de que fuera a darse un baño y a cambiarse de ropa.
-El agua está fría y la ropa de mi esposa te irá grande, pero es mejor que eso-dijo señalando su vestido manchado.
-Pero…
-No te preocupes. Yo cuido de él.
-Bien, ya vuelvo-dijo ella. Luego de que el hombre le señalara la tina y le diera un vestido limpio.
Muy pocos minutos después regresó y se quedó junto al joven ladrón.
Estaba afiebrado y eso lo hacía alucinar, la fiebre había destruido todas las barreras ,que había construido durante años, dejándole vía libre a sus fantasmas para atormentarlo.
Gemía casi como si fuera un animal herido y Bri, preocupada ,le sostuvo la mano con más fuerza para confortarlo, por un segundo él abrió los ojos y la miró, pero la chica supo que no la veía. Veía cosas, recuerdos del pasado que lo herían y ella sintió que también era herida por aquello que lo aquejaba.
Brianna jamás había visto una mirada tan atormentada, su padre, sus hermanos, los hombres que la rodeaban, tenían los ojos limpios, no había oscuridad ni miedos, ni grandes penas, en ellos.
La muchacha no sabía que alguna vez los ojos de su padre habían estado oscurecidos por el dolor de la culpa y las desgracias de la guerra. Cuando ella había nacido, las heridas ya habían sido curadas por Fair, de hecho  estaba muy lejos de saber que su propio nacimiento había borrado cualquier vestigio de dolor de los ojos de Caleb Blackdalion.
Por lo tanto,  Bri no sabía como ayudar a Daimon, sólo  podía cuidarlo y transmitirle su propia fuerza en aquellas horas de vulnerabilidad.
La fiebre no bajaba y ella se sentía totalmente impotente, no había cuidado a muchos enfermos en su vida , los de su familia tenían la fortaleza del hierro, así que no sabía cómo proceder. Sin embargo si algo caracterizaba a Brianna Blackdalion  era su decisión, si se proponía algo no paraba hasta conseguirlo y se había propuesto sacar a Daimon adelante.
Él iba a vivir, ella no iba a permitir que algo le pasara. Él no iba a pagar con su vida su imprudencia.
-Me temo que si no logramos que tome la medicina no mejorará, tiene mucha fiebre, la herida corre riesgo de infectarse y él ni siquiera abre la boca – dijo Braid acercándose a ellos.
-Dame la medicina, yo haré que la tome – dijo la chica con decisión y Braid le alcanzó el frasco. Brianna tomó un trago y luego inclinándose sobre Daimon se lo dio a beber de sus propios labios.
-Listo – dijo satisfecha mirando a Braid- y luego le habló al inconsciente muchacho- Vas a  pagarme esto muy caro, ¿lo sabes Daimon, verdad?.Pero no vas a morir, si alguien va a acabar contigo seré  yo, nadie más…
-¡Vaya eso es una buena esposa! – Sonrió el hombre que los observaba atentamente.-Creo que va a vivir sólo para darte el gusto.
-Yo…-dijo ella avergonzada
-Vamos niña, necesitas comer algo.
-Pero…
-Ahora él sólo necesita descansar, vamos, si piensas estar a su lado necesitas estar fuerte – dijo él convenciéndola.
Tal vez tenía mucho hambre, pero Brianna jamás había comido una sopa tan rica como la que le sirvió Braid. Él la observó complacido, aquella muchacha era  muy especial.
-Nadie lo ha cuidado antes , sabes. – dijo de repente  y Bri sintió  dolor una vez más por aquel hombre que yacía herido.
-¿Nadie…?- preguntó queriendo saber un poco más de Daimon
-Bueno, su madre murió, su padre…
-Lo sé- dijo ella recordando la historia que él le había contado
-Y desde entonces Daimon no dejó a nadie acercarse , ni a su hermano, ni a mi…creo que tú eres la primera.
-Porque está inconsciente…- contestó ella no muy convencida de que Daimon aceptara sus cuidados con docilidad.
-Sí , tal vez …- le respondió el hombre totalmente seguro de que Daimon se había rendido totalmente frente a aquella increíble joven de ojos verdes.
Luego , Braid le habló sobre su familia. Su esposa y sus hijos habían ido de vista a la casa de la madre de ella, por eso se encontraba solo. A Brianna le gustó aquel hombre y se sintió feliz de que Daimon tuviera a alguien. La joven recorrió la estancia mientras esperaba que Braid cambiara los vendajes y se quedó mirando unas figuras de madera, representaban distintos animales.
-Él las talló – dijo Braid acercándose.
-¿Daimon?
-Sí, las hizo hace un tiempo cuando era muy joven.
-¿Se conocen desde hace mucho?
-Sí, llegó hace muchos años trayendo esa vieja espada para que la restaurara. Y nos hicimos amigos…Creo que esto es lo más parecido a una casa que tiene, de hecho sus pertenencias más importantes están aquí mientras él anda de un lado a otro sin residencia fija.
-¿Buscando las piedras?
-Sí…
-Él encontró la última –dijo la joven.
-¿La esmeralda?
-Sí.
-Me pregunto qué hará ahora…¿y cómo se conocieron?
-Yo tenía la esmeralda , él me la robó- le contó ella con una leve sonrisa y luego tomó una de las tallas de madera- Son bellísimas…
-Sí, tiene talento. Si no estuviera tan obsesionado con esa espada y su padre, podría hacer muchas cosas. No siempre ha sido ladrón, sabes. Empezó con la espada y las piedras, pero además ha hecho muchos otros trabajos. En el puerto, en construcción, con madera…sólo que  de niño le fue más difícil sobrevivir haciendo siempre lo correcto y encima conseguir esas piedras se volvió su meta…Siempre he pensado que si cambia de objetivo podría enderezar su vida – comentó Braid y entonces oyeron un quejido que los hizo correr al lado de Daimon.
El joven estaba despierto y la fiebre había bajado. Entreabrió los ojos y los observó, y aunque no emitió palabras, su mirada estaba ya libre del delirio.
-Parece que estará bien …-decretó Braid y Brianna sonrió aliviada.
Bri le pidió a Braid  que la dejara dormir en esa habitación y él le trajo un camastro de sus hijos para que durmiera allí, sin embargo la chica apenas descansó. Daimon despertaba de a intervalos y ella quería estar allí por si necesitaba cualquier cosa. Finalmente la segunda noche cuando Daimon había mejorado bastante  y Braid la convenció de que lo cuidaría, se durmió.
Braid fue a llevarle algo de sopa al joven y lo encontró con la vista fija en la muchacha que dormía a corta distancia
-Ha cuidado de ti todo el tiempo. Es una pequeña joya.¿Piensas quedártela , verdad?- preguntó.
-No puedo quedármela, ni aunque quisiera…- dijo él en voz baja mientras miraba a Brianna.
-Pero quieres, ese es  el problema ,¿no es así?- preguntó Braid con sagacidad.
-Claro que no, es una molestia…nunca conocí a alguien como ella…
-En eso estoy de acuerdo. Daimon, dudo que haya otra mujer como esa en el mundo…
- No la hay, pero ¿sabes quien es ella?
-¿Tu esposa?. Al menos eso me dijo.
-Una Blackdalion…
-¿Quieres decir, Blackdalion como los del famoso clan, como los leones Blackdalion?
-Exactamente, la hija del señor Blackdalion para ser más precisos…
-Van a matarte…-atinó a decir al comprender la dimensión de lo que Daimon le decía.
-Lo sé –contestó él con una media sonrisa pensando en que tarde o temprano la familia de Brianna vendría por ella.
-Entonces ella…quiero decir he oído hablar sobre las hijas de Blackdalion. Los hombres peregrinan para pedir su mano, aunque ahora que la conozco no me extraña. ¡Hasta príncipes han caído enamorados!
-Ahora entiendes porque no puede ser. ¿Cómo un ladronzuelo bastardo podría…?- cuestionó sin terminar la pregunta. Sólo pensarlo lo lastimaba.

Al día siguiente , Daimon se levantó.
-Deberías descansar un poco más –protestó Bri.
-Ya estoy bien, la herida está cicatrizando y me siento con fuerzas. No sirvo para quedarme tirado en una cama así como tú no sirves para escuchar órdenes.
-Lo siento…yo…
-No, Brianna. No lo decía por eso.
-De todas formas, gracias por ir por mí- le dijo ella y en aquel momento Braid llegó con la espada.
-Aquí está- dijo y la desenvolvió. Brianna observó la espada que había acarreado tantos problemas. Era bastante antigua, la hoja había sido restaurada y la empuñadura tenía cuatro piedras preciosas en forma de estrellas, sólo faltaba una…había un hueco vacío en el centro. Allí Daimon ubicó la esmeralda que encajó a la perfección y la espada estuvo completa después de muchos años.
-¡Encaja! – exclamó Bri y comprendió que ese era el lugar de la piedra, siempre lo había sido.
-Creo que no voy a devolvértela – comentó el ladrón al ver completa la espada.
-Parece que era tuya , después de todo. La próxima vez será mejor que digas la verdad en lugar de robar, te ahorraría muchos problemas.
-Nunca pensé que me escucharían…
-Los Blackdalion siempre  le hacemos caso a la verdad.
-Está bien, prometo que la próxima vez que vaya a robar algo a tus tierras diré la verdad- le dijo él con una sonrisa y ella asintió.
-Braid, ¿puedes repararla?- preguntó el muchacho.
-Sí, la tendré lista para la noche.
-También necesitaré un caballo y un par de cosas. Te pagaré apenas pueda.
-De acuerdo.
-¿Vas a irte entonces? –preguntó Bri.
-Deberías descansar un tiempo-sugirió Braid.
-No, quiero terminar esto. Me iré tan pronto pueda. Braid se encargará de conseguirte un lugar en un barco  que te regrese a casa, y él te llevará al puerto.
-Deberías esperar…en esas condiciones no podrás enfrentar a nadie.- le dijo ella preocupada.
-He esperado diez años, Brianna – contestó él y la chica supo que no podría hacerlo cambiar de idea.

Caleb Blackdalion se asomó a la ventana del hospedaje donde estaban pasando la noche. De ser por él hubieran seguido viajando, pero Fair había insistido en que debían descansar al menos unas horas. Sin embargo las noticias que había tenido sobre el paradero de su hija no eran muy alentadoras y menos aún los rumores de que estaba acompañada de un ladrón que decía ser su marido.
-¿Cómo ha podido actuar así, sin pensar en las consecuencias?-preguntó Caleb desesperado.
-Por ti – dijo Fair cortante y los ojos de Caleb se nublaron por un fugaz dolor pero su esposa llego hasta él y le acarició la mejilla – Se parece a ti Caleb – dijo más suavemente y esta vez él entendió que no lo culpaba del peligro que corría su hija, sino que simplemente hablaba de la naturaleza de la joven. Brianna era puro ímpetu y nada podía detenerla.
-Si no me equivoco eras tú quien huía arrojándose de las ventanas – musitó Caleb suavemente  y ganó una leve sonrisa de Fair.
-Digamos entonces que se parece a los dos…y por eso mismo estará bien- dijo mientras su esposo le  pasaba un brazo sobre los  hombros para acercarla a él.
-La encontraremos – dijo y era más una promesa a sí mismo que otra cosa.

Cuando Bri despertó, se dio cuenta que había dormido demasiado, pero no era extraño ya que  hacía muchos días que no tenía la tranquilidad suficiente para descansar en profundidad. Sin embargo sabiendo que Daimon estaba recuperado y en la seguridad del hogar de Braid había dormido  sin preocupaciones.
-Buenos días..-le dijo al hombre que la esperaba en el comedor con el desayuno.
-Buenos días, Brianna.
-¿Dónde está…?-comenzó a preguntar pero supo la respuesta antes de que se lo dijeran.
-Se fue esta mañana.
-¿Sin despedirse?- preguntó ella enfadada.
-No es bueno para eso, me pidió que me asegurara que regreses a salvo y dejó eso para ti – dijo señalando una figura de madera que había en la mesa. Era una talla pequeña con la forma de un león.
-Braid..
-¿Sí?
-Necesitaré un caballo y una espada.- dijo decidida y al ver su mirada , el hombre entendió porque Daimon había elegido el felino para representarla.


Daimon había salido ya de la ciudad y cabalgaba despacio por campo abierto, la herida era muy reciente y aun vendado como iba, sentía el dolor. Sin embargo no había podido quedarse más tiempo. Ya tenía lo que había buscado por años y era mejor marcharse. Nunca había tenido tanto miedo como la noche que atacaron a Brianna, le había aterrado que algo le pasara y no había sido por simple caballerosidad. Y nunca había estado más aliviado que al despertar de la fiebre y verla a su lado. Por eso se había marchado.
Sintió que el dolor se agudizaba y paró un rato para descansar. Luego continuó, le quedaba un largo camino para regresar al lugar donde había nacido, inconscientemente llevó su mano a la espada que iba envuelta y atada a su montura.
Era el atardecer cuando vio que un jinete se aproximaba a toda velocidad por el camino, quien fuera llevaba prisa, levantaba una nube de polvo a su paso. Él había divisado una construcción medio derruida que le serviría para pasar la noche así que se encaminó hacia allí, entonces se dio cuenta que el jinete desviaba su rumbo y lo seguía.
¿Acaso sus enemigos lo había seguido hasta allí?. Tomó la espada y se bajó del caballo. En ese momento la visión se aclaró y vio quien era el jinete que lo acechaba.
-¡¡Qué haces aquí!!-gritó  y en unos segundos ella llegó hasta él y desmontó.
-Nunca hago lo que me dicen, menos aún si me dejan un mensaje y se van como ladrones….
-Soy un ladrón, ¿recuerdas?
-Uno herido, que no debería viajar solo.- discutió ella.
-Así que has decidido escoltarme.
-Sí. Te acompañaré, cuando esté segura que llegues a salvo a tu destino, regresaré a casa…
-Cada día eres más insensata. ¿Por qué Bri?¿Qué quieres?
-Supongo que porque es mi última aventura…después de esto, estaré obligada a ser sensata. Me mantendrán bajo estrecha vigilancia y no podré hacer más tonterías, es mi última oportunidad y no quiero que termine todavía. Ya que hemos hecho todo este viaje, iré hasta el final…
-No, Brianna. Tú volverás a tu casa, así sea que te debas morir de aburrimiento.
-Pero…
-Acá acaba , Brianna. No es un juego, es mi vida y ya no tiene nada que ver contigo. Cometí un error y ya lo he pagado, no voy a seguir siendo tu guardián. No tengo tiempo para ocuparme de una muchacha impulsiva que cree que todo es una aventura…- dijo y sus palabras dieron el resultado esperado. Algo cambió en la expresión de ella.
-¿Eso he sido? – preguntó dolida.
-Sí.¡Diablos! – exclamó él de pronto al ver otra nube de polvo que se levantaba en el camino.
-¿Qué…? – preguntó Bri.
-Esta vez son muchos. ¿Segura que no te siguieron?
-No, nadie me siguió. Eso creo…
-Vamos allí, tal vez pasen de largo…-dijo él señalando la construcción y se dieron prisa en ocultarse.
-Lo que acabas de decir… –empezó ella tan pronto se refugiaron.
-Ahora no, Bri …-la calló él mientras sentía que el ruido de los cascos de los caballos seguía acercándose.
-Iré a ver –sugirió la chica.
-Brianna Blackdalion quédate aquí – ordenó él y la tomó de un brazo.
Y antes de que pudieran hacer o decir algo más los jinetes llegaron y se precipitaron por la entrada.
-¡¡Brianna!! –gritó una voz potente y antes de que alguno reaccionara, Caleb Blackdalion se lanzó espada en mano contra Daimon y lo sujetó contra la pared apoyando un brazo y la hoja de su espada en su garganta. Al mismo tiempo Blaze fue hasta su hermana que forcejeó con él .
-¡¡Padre detente!!- gritó Bri liberándose y tiró del brazo de Caleb.
-No interfieras, Bri – Insistió Blaze.
-Sácala de aquí- ordenó entre dientes Caleb, pero la chica volvió a escabullirse.
-Es mi esposo, padre.
-¡¡Qué!! Dime que es mentira, Bri. Porque si te han obligado a algo así lo mataré ya mismo.
-No, papá, escucha…
-Bri..-susurró Daimon.
- Fue para protegerme, papá –insistió ella desesperada- Blaze, detenlo, por favor – rogó pero por lo visto las intenciones de su hermano eran las misma de su padre.
-Dime que puede anularse –siseó Caleb.
-Sí, sí-respondió ella sin saber qué hacer para calmar la furia de su padre. Además en el estado en que estaba Daimon no podía defenderse.
-Y tú, ¿puede anularse? – preguntó Caleb aflojando la presión en el cuello del joven.
-Por favor, Daimon dile la verdad …-pidió la chica mientras su hermano la apartaba y la sostenía con fuerza contra sí.
El joven ladrón entendía a que se refería Caleb Blackdalion, era lógico que aquel hombre estuviera preocupado por si el matrimonio se había consumado o no, pero más allá de un par de besos él no había pasado el límite, sabía que no tenía derecho a ella. Siempre lo había sabido.
-Puede anularse …-dijo y sintió que aquellas palabras eran una sentencia aunque lo liberaran de la ira de Caleb.
-Bien – asintió y lo soltó.
-¿Padre? – preguntó Blaze que no era partidario de dejarlo ir.
-Vamos, llevemos a Bri y luego nos encargaremos de lo que sea necesario. Nadie puede escaparse de mí – dijo Caleb Blackdalion.
-Sólo , vámonos a casa.- insistió la chica y se adelantó. Luego dio un paso atrás y le dio algo a Daimon.
-Adiós …-dijo y se apresuró a salir. Al llegar a la puerta otra joven totalmente idéntica llegó hasta ella y la abrazó. Luego el hermano mayor las sacó a ambas de allí, mientras Caleb se quedaba retrasado. Daimon la siguió con la mirada hasta que ya no pudo verla, en la mano él sostenía el anillo que le había dado.
Iba a dejarla ir, estaba decidido. Después de todo, el matrimonio había sido sólo una falsa ocasionada por un rastro de conciencia que le quedaba. Por inconcebible que fuera, había querido ayudar a Brianna Blackdalion, había deseado protegerla y por ello había jugado a ser caballero andante.
Pero ahora había llegado el momento de volver a la vida real, era tiempo de que ella regresara con su familia y él volviera a ser quien era.
Sí, era lo mejor. Lo había decidido.
Pero  segundos antes, al verla pasar junto a él para marcharse, había notado que la mirada de ella estaba apagada, sus ojos verdes no brillaban, parecía que el fuego que los iluminaba se hubiese muerto.
Y aquello, la  mirada apagada de Bri había hecho hervir su sangre,  lo había hecho desear luchar .
Luchar por ella.
Intentó correr tras Bri, pero Caleb lo detuvo.
Nuevamente lo empujó contra una pared y le volvió a poner la espada en la garganta mientras su mirada oscura transmitía un odio feroz.
- Te dejé vivo porque ella así lo quiso, pero aléjate de mi hija. Sal de su vida – siseó Caleb.
-¿Quiere que me aleje de su vida?, entonces le propongo un trato – dijo retador .
-¿Cuánto quieres? – preguntó Caleb clavando sus  letales ojos oscuros en él.
-Muy poco…encuentre a un hombre que la ame más que yo y la dejo ir, porque de otra forma no lo haré nunca. Es mi esposa e iré por ella.
-Jamás entrarás en mis tierras…
-No importa donde la lleven, yo iré por ella- prometió .
-Hazlo entonces, te estaré esperando – rugió Caleb  y lo soltó. Luego se fue Inmediatamente, Daimon sintió que los caballos se marchaban y supo que Brianna se había ido.
Sin embargo había alguien más allí con él y cuando lo vio, no pudo creerlo. Había creído que nunca volvería a verlo.
-Hola hermano – dijo el hombre que estaba parado frente a él.
-¡Tú!
-Tengo que irme – dijo él e intentó pasar al lado del único familiar que le quedaba en el mundo.
-Esta vez no voy a dejarte ir , hermanito- dijo agarrándolo del brazo.
-Lo siento, pero tendrás que dejarme. Ya dije todo lo que tenía que decirte hace diez años…hubiera sido mejor para ambos que yo no hubiera nacido.
-¡Eres un estúpido! – le dijo el hermano agarrándolo por el cuello de la camisa, pero el gesto de dolor de Daimon lo detuvo.
-¿Estás herido?
-Sí, y por eso debes dejarme ir. Hay algo que tengo que terminar.
-¡Estás loco!
-Debo hacerlo, tal vez así pueda salvarme a mí mismo.
-No tienes que ir solo.
-Sí, si tengo.
- Daimon…
-¿La conoces? - preguntó y el otro entendió que se refería a Brianna Blackdalion.
-Sí.
-Cuida de ella, por favor.- le pidió a la única persona que podía confiarle la vida de Bri.
-Está bien. Pero debes volver. Esperaré por ti, siempre lo he hecho.- le dijo el hombre  con una expresión que le atenazó la garganta.
-Adiós – dijo Daimon y salió.


Caleb Blackdalion estaba demasiado cansado para hacer reclamos , lo mismo le pasaba a Blaze, pero el silencio de aquellos hombres era peor que cualquier castigo para Bri. Sólo la efusiva reacción de su madre y su hermana la consolaban.
Y a lo largo del viaje de regreso , no pudo evitar mirar hacia atrás cada tanto,  esperaba que él volviera, pero sabía que estaba siguiendo otro camino y que cada vez se alejaba más. Tuvo la sensación de que algo le faltaba, hasta que se dio cuenta que era el peso del anillo en la mano, parecía haberse acostumbrado a llevarlo.
El viaje de regreso pareció ser más corto que el de ida, sobre todo porque su tío Dionis hizo uso de su don para apresurarlo.
A medida que se acercaba al Castillo, Brianna pensaba en lo bueno que era tener un hogar al que uno podía volver sin importar que hubiera pasado o que hubiera hecho. Ella tenía la seguridad de que su hogar y la gente que lo habitaba siempre estarían allí para darle la bienvenida, y aquella era una sensación maravillosa que aligeraba el corazón.
Sin embargo la pena se coló en su alma al pensar que había un hombre que no tenía la misma suerte que ella.

El castigo del silencio, era peor de lo que Bri imaginaba, su hermano poco a poco estaba cediendo y los demás la trataban muy bien, los mellizos hacían bromas e intentaban animarla, pero su padre seguía sin hablarle.
Fair se sentía triste por aquella situación.
-Caleb, habla con ella. Todo ha terminado bien. Algún día reiremos de esto como de sus otras aventuras.
- Te parece que puedo reírme de esto, Fair. ¿Casarse?, no importa cuan extrema haya sido la situación es una insensatez
-Caleb …– intervino Fair mirando a su esposo y  él pudo adivinar lo que ella iba a argumentar.
- Ni lo menciones Fair hay mucha diferencia,  una cosa es dar un anillo y otra obligar a alguien a casarse. Si yo hubiera hecho eso ….
-Nos hubieras ahorrado tiempo – dijo su esposa con una sonrisa traviesa.
-Durante más de veinte años la he vigilado evitando que le pasara cualquier cosa..y al minuto que me distraigo, esto es lo que sucede.
-Eso pasa cuando  uno deja de vigilar a los hijos – dijo ella.
-¿Se meten en problemas?
-Crecen Caleb, crecen..
-Fair.
-La hemos criado para que no tenga miedo, ¿por qué crees que aceptó casarse Cal? ¿ no te lo preguntas?.Conoces a Bri, nada puede doblegarla. Hay más en esta historia de lo que sabemos.
-Fair, eso es lo que más me asusta.- dijo él y su esposa lo abrazó.

Daimon llegó a un lugar que había esperado no regresar, estaba lleno de recuerdos.
Había recuerdos felices que había apartado por mucho tiempo, porque lo herían más que los recuerdos tristes. Casi podía ver a su madre, trabajando en el campo y sonriendo mientras él y su hermano la seguían.
Y estaba la amargura, la parte oscura que lo había acosado todo ese tiempo, apresuró el caballo para llegar al castillo donde vivía el hombre que más odiaba sobre la tierra.
Estaban en medio de una celebración y le fue muy fácil entrar. Había mucha gente, sabía que en algún lugar estaban sus medios hermanos, pero no le importaban. Sólo veía al hombre que presidía la mesa principal, estaba comiendo y bebiendo despreocupadamente. A pesar de que había envejecido, el parecido entre ellos aún era notable. Los mismos ojos oscuros, el cabello, aunque los rasgos ahora eran un poco diferente y el muchacho entendió que él también había heredado algunas cosas de su madre.
Se acercó, nadie notó su presencia hasta que se paró frente al hombre que lo había engendrado. Entonces sacó la espada que había pasado de generación en generación y la clavó en la mesa frente a él.
-Te la devuelvo, padre – dijo simplemente. Sonrió, dio media vuelta y se marchó sin darle tiempo a reaccionar.
Algunos guardias intentaron ir tras él pero el dueño de casa los detuvo. Aquel joven que llevaba su sangre lo había sorprendido y en el único gesto paternal que tendría con él, lo dejó ir.
Daimon salió del Castillo y respiró en profundidad, llenando sus pulmones de aire, como si fuera la primera vez que lo hacía.
-Soy libre ahora – aseveró en voz alta y se alejó con paso enérgico.
Sonrió al pensar que aquella era una verdad a medias. En verdad se sentía libre del pasado y del resentimiento hacia el hombre que lo había engendrado, pero ahora tenía otro tipo de prisión, su corazón había sido completamente atrapado.
Lo único que le restaba  hacer era demostrarle a una testaruda mujer de ojos verdes  cuan dulce podía ser la esclavitud del amor. Y convencerla también de que por su culpa él había perdido su libertad, pero no porque se la hubieran arrebatado por la fuerza, sino porque  se rendía gustoso ante ella.
Quería dejar de vagar, pertenecer a algo, a alguien, a Brianna Blackdalion más exactamente. Eso, siempre y cuando, lograra llegar hasta ella sin que alguno de los hombres de su familia le cortara el cuello.

Los días habían pasado con lentitud y a Brianna  nunca le habían parecido tan tediosos. Pasaba más tiempo en su habitación que en otro lado y todos intentaban hacer lo mejor por animarla, sin embargo no lograban que fuera la misma de siempre. Incluso Ariadne tenía un extraño estado de ánimo.
Lysander Likaios entró a la habitación de su prima y se acercó a ella, la joven no percibió su presencia y aquello era totalmente inusual en la intuitiva joven.
-Toma – dijo Lysander depositando un papel junto a ella.
-¿Qué es?
-Un acta de matrimonio que mi tío me pidió que recuperara. Sabes,  dudo que sea legal…sólo menciona los nombres de los contrayentes, Brianna y Daimon.
-¿Sólo nombres? – preguntó ella.
-Sí,  además dice que es de común acuerdo pero no menciona ningún otro dato…aunque tiene el sello de los pulgares de los contrayentes. Claro que también está el tema de que el matrimonio no fue consumado..así que…supongo que no vale nada.
-¿Por qué me la das a mí? – le preguntó a su primo, mientras observaba el papel.
-Porque creo que eres tú quien debe decidir qué harás con él, Bri. Con Aly a mi lado he aprendido que no todo siempre es lo que parece, y que a veces nosotros somos los últimos en saber lo que sentimos. Así que le diré al tío que no lo encontré, haz lo que quieras…destrúyelo, haz que lo anulen o hazlo valer si así lo deseas.
-Lys..
-Siempre hemos sido cómplices , ¿recuerdas?. Cuando te decidas, si me necesitas, sólo llámame – le dijo y le dio un beso en la frente antes de retirarse.
Brianna tomó el papel y luego sacó de su bolsillo la pequeña talla de madera que llevaba con ella.
-¿Lo amas? – preguntó su hermana desde la puerta y fue a sentarse a su lado.
-Sí – admitió. De todos modos no tenía sentido mentirle a Ari, se conocían demasiado.
-Ve a buscarlo.
-No lo haré- dijo con una sonrisa triste.
-Brianna Blackdalion ¿qué  sucede contigo?
-¡Tengo miedo Ari!
-¿Miedo?
-Miedo de amarlo tanto…
-Eso es lo más estúpido que te he escuchado decir nunca. Todos estos años hemos espantado a nuestros pretendientes porque queríamos algo verdadero, algo como lo que tienen nuestros padres…hemos crecido viendo lo que es el verdadero amor, nos rodea. Y ahora que tienes eso huyes…nunca has sido una cobarde Bri.
-¡No lo entiendes!
-¡Claro que sí! Y créeme que  yo me aferraría con todas mis fuerzas y esa tontería de amar a alguien pero no estar a su lado me resulta incomprensible…Si amas a alguien y te ama,  deben estar juntos. Actuar de otra forma es ser un necio – declaró Ariadne con  tanta convicción que su hermana supo que había mucho más tras aquellas simples palabras.
-¿Ariadne?
-¿Puedes vivir sin él? Porque déjame decirte que no eres tú misma desde que volviste…¿vas a pasar así tu vida entera? – preguntó su gemela y por una vez Brianna tuvo la sensación de que era su propio ser quien la interrogaba.

Los cerezos pronto florecerían, y Bri no podía dejar de pensar en Daimon. “¿Estaba bien? ¿Su herida se había curado? ¿Había luchado con su padre? ¿había superado sus tormentos o se había sumido en ellos?”
Sus ojos verdes se encontraban apagados mientras su alma vagaba lejos, Blaze se acercó preocupado.
-¿En que piensas? – preguntó.
-En Daimon- respondió ella antes de pensar lo que decía.
-¿Te ha hecho mucho  daño Bri? Juro que si se cruza en mi camino lo destruyo-expresó con ferocidad el joven mientras sus ojos verdes ardían con furia contenida.
-Prométeme algo Blaze.-pidió ella con calma.
-Sólo pídelo Brianna – asintió con suavidad y su hermana clavó sus ojos en él.
-Prométeme que no vas a tocar a Daimon y que si papá o alguien más intenta lastimarlo, tú lo evitarás.- dijo inesperadamente.
-Bri..-musitó desorientado por el pedido.
-Prométemelo Blaze – insistió ella y Blaze jamás había visto tal seriedad en aquella mirada.
-Brianna, yo no puedo…
-No quiero que nada le suceda. No voy a dejar que nada le suceda. Hermano, si sólo vas a concederme un deseo en esta vida que sea éste-pidió con vehemencia.
-Te lo prometo Bri – contestó él con la misma circunspección que tenía ella y la muchacha sintió que su corazón se aligeraba. La palabra de Blaze era sagrada.
Al menos Daimon estaría a salvo de los Blackdalion, eso ya era algo. De lo demás ella no podía protegerlo.


Había perdido más de tres semanas trabajando para conseguir dinero, había repartido su tiempo entre el puerto, trabajos de ebanistería, construcción, retratos y todos los trabajos honestos que había podido conseguir. Pero quería
asegurarse de hacer las cosas bien, desde el principio. También había pagado sus deudas y solucionado todos sus conflictos, ya nadie lo perseguiría, o al menos, eso esperaba.
Y entonces había emprendido el camino hacia las tierras Blackdalion, ahora ya estaba llegando a su destino y pensó que debería prepararse. Caleb Blackdalion había jurado que no lo dejaría entrar y estaba seguro que no era una broma.
Llegó a los límites donde iniciaban las tierras Blackdalion y en el camino ,se encontró a un jinete que se detuvo , casi como si lo esperara. Era un hombre  lo suficientemente mayor como para ser su abuelo, pero por alguna razón la palabra anciano no se adecuaba a él. Montaba erguido en su caballo y a pesar de estar envuelto en una tosca capa de viaje su cuerpo se notaba poderoso, no había signos de vejez en aquel hombre, nada más allá del cabello gris y las arrugas que rodeaban sus ojos y marcaban leves líneas alrededor de su boca, aunque estaban disimuladas por la barba de  un par de días que llevaba. A su vez las líneas marcaban también que a lo largo de sus años de vida había sido muy propenso a la risa. Sus ojos, de un azul profundo  brillaban con inteligencia , y a medida que se acercaba a él, Daimon tuvo la sensación de que lo evaluaba. Una especie de fuerza  invisible emanaba de aquel hombre, sostenía con firmeza las riendas de su caballo y al mirar aquellas manos fuertes , el muchacho tuvo un leve estremecimiento, casi como si sus instintos le enviaran una advertencia. Sin embargo , el hombre sonrió y la sonrisa no estaba sólo en su boca sino que se extendía hacia  la calidez de su mirada azul.
Daimon se le acercó confiado.
-¿Estás perdido? – preguntó el hombre y su voz también fue impregnada por una nota de autoridad.
-No lo creo, ¿este es el camino a las tierras Blackdalion, verdad?
-Sí, también me dirijo allí. ¿Qué te parece si vamos juntos?- preguntó y el joven asintió. Tal vez ir acompañado levantaría menos sospechas. Además se sentía cómodo en la compañía de aquel hombre
-¿Usted vive allí?
-Sí , así es. Ahora vengo de visitar al menor de mis hijos, bueno en realidad tengo una hija que es la más pequeña.. – dijo a medida que ambos cabalgaban lentamente por el camino.
-¡Pobre de usted! Debe darle muchos problemas – exclamó Daimon
-¡Qué extraño!, cuando menciono a mi hija todos piensan que ella es  la paz de mi espíritu, a nadie se le ocurrió que es la que me da más dolores de cabeza. ¿Cómo lo supiste?-  preguntó él
-Oh, porque las mujeres son así. Al menos una que conozco sólo sabe dar problemas, es totalmente inconsciente del peligro y es probable que cause mi muerte…ella…
-Ella es importante para ti – dijo el hombre y aunque sus palabras eran una afirmación, no una pregunta Daimon le respondió.
-Sí es muy importante para mí.
-Te entiendo, yo también estoy volviendo a la mujer que es importante para mí y que más de una vez ha estado a punto volverme loco.
-¿Su esposa?
-Mi vida – aclaró él hombre con orgullo-  Aún es la mujer más hermosa del lugar. Dime, la mujer que vienes a buscar ¿es bella?
-Sí lo es, muy hermosa , de hecho . Seguramente usted la conoce y su belleza le debe haber llamado la atención, pero hay mucho más en ella que su apariencia. Es inteligente, más de lo que le conviene por su propio bien,  generosa, valiente, y es capaz de obrar milagros…es única
-Creo que deberías decirle eso a ella , a cualquier mujer le gustaría oír eso – dijo el hombre mirándolo con intensidad.
-Sí , pero me temo que no será suficiente yo no tengo nada para ofrecerle , ni siquiera una familia que me respalde…
-Bueno, yo tampoco tenía una. La mujer que amo me lo dio todo, hijos, nietos, amor…ella me dio un hogar y una familia. Es un milagro que sólo ellas pueden hacer , así que todavía estás a tiempo. Empieza tu propia familia con ella…
-No soy suficientemente bueno para ella. Sólo cargo pecados en mis espaldas
-¿La amas? – preguntó el hombre y un brillo extraño, casi amenazante, relumbró en sus  ojos azules
-Con todo mi ser – contestó Daimon con una intensidad desmedida
-Entonces todo irá bien, ya llegamos. – dijo  
-¿Qué?
-A las tierras Blackdalion, allí está la aldea y el Castillo .
-¿Pero…?- sorprendido el muchacho miró la tierra que se extendía frente a él. Una vez más , aquel paisaje lo sorprendía, una gran y bulliciosa aldea y a los lejos un enorme castillo negro.
-¿Sucede algo?
-Fue muy fácil, quiero decir creí que era un lugar de difícil acceso .“Al menos esta vez y  para mí”- pensó el joven sin decirlo-No lo sé ,creí que habría patrullas, guardias, algo…
-Los hay, pero ¿por qué iban a preocuparse por un par de viajeros?.Igualmente no te confíes demasiado, tal vez empeore más adelante…¿sabes? he oído que los Señores del lugar tienen un carácter un tanto impredecible, pero sólo cuando se meten con lo que ellos más aman, no creo que debas preocuparte si no te cruzas en su camino. Tal vez los Leones Blackdalion no te coman después de todo .Bien, es hora de volver a casa y a mi amada…
Buena suerte con tu amor muchacho.
-Eso espero, sabe, su compañía me ha hecho mucho más grato el viaje.
-Me alegro que así sea, bueno me voy a casa.
-Gracias por todo, espero que volvamos a vernos.
-Así será.

Daimon había dicho que no tenía familia, pero tal vez aquello no  fuera cierto, tal vez aún pudiera recuperar una parte.
Iría a buscar a Bri, pero primero tenía que ir a ver a alguien, había prolongado demasiado aquella charla y ya era hora de tenerla. Se lo debía a su hermano y se lo debía a sí mismo.
Un par de horas después llevaba la marca de un golpe en la mandíbula y el corazón ligero porque había recuperado a la única persona que era importante para él , además de Brianna Blackdalion.
Avanzó por el camino rodeado de cerezos en flor y se detuvo.
Llegar a las tierras Blackdalion no había sido tan difícil, pero estaba seguro que infiltrarse en el castillo sería una historia diferente. Bajó del caballo y comenzó a explorar los alrededores hasta que sintió que  alguien se acercaba a su espalda y le ponía una espada en la garganta.
-No la mereces…-rugió la voz de Blaze mientras se ponía frente a él sin quitarle la afilada hoja del cuello.
-Lo sé, pero igual iré por ella.- dijo Daimon temerariamente.
-¿Por qué crees que voy a permitírtelo? Tus manos están manchadas, no hay nada bueno en ti…- dijo Blaze con desprecio.
-Tengo mi amor por ella.-  dijo el joven con sencillez y honestidad.
-Es una  joya preciosa, hay miles de hombres mejores para mi hermana.-protestó Blaze y presionó la espada un poco más.
-Yo nunca serví para nada, pero sirvo para amarla, soy el mejor en eso. Sin Brianna no me quedará nada.-explicó Daimon mientras las palabras le salían con dificultad. No era fácil hablar con una espada presionándole el cuello. Pero parecía que tendría que acostumbrarse a ello.
-No puedes darle nada de lo que ella necesita…-terció el muchacho de ojos verdes. Sin importar qué, Blaze no estaba dispuesto a entregar a su hermana a ese hombre. Pero debía darle una oportunidad porque le había hecho una promesa a Bri y porque también Saoirse había insistido en ello.
-Sabes tan bien  como yo que a Brianna no le importan los bienes …
 -Nunca le faltó nada, no sabe lo que es el hambre o el frío- continuó el joven León.
-Yo nunca dejaré que conozca nada de eso, tal vez no puedo darle un Castillo pero le daré todo lo que pueda y le daré lo único que ella verdaderamente necesita. Yo nunca voy a confundirla con otra persona .Los hombres que mencionas no podrían distinguirla de su hermana, yo la reconocería entre mil gemelas idénticas porque para mí es única. Yo conozco a Brianna.
-Nada de lo que has dicho me  basta,¿por qué debería dejarte ir? –preguntó Blaze y sintió que las palabras que había jurado a su hermana le quemaban la sangre.
-Mi única razón es que la amo, que la haré feliz y que por ir a ella  daría hasta mi vida- dijo el hombre con una sinceridad que Blaze no pudo ignorar. Gruñó porque iba contra lo que él creía pero al mismo tiempo debía hacerlo porque aquel hombre decía la verdad y porque Brianna lo estaba esperando como si la vida se le fuese en ello.
El joven Blackdalion bajó la espada y dio un paso al costado. Daimon inclinó la cabeza en forma de agradecimiento.
-Gracias..-dijo.
-No lo hago por ti.
-Lo sé.
-Si la lastimas te mato, sin importar que con ello rompa una o mil promesas , te mataré. No me des excusas para dejarla viuda-Declaró el joven y Daimon estuvo seguro de que Blaze Blackdalion nunca amenazaba en vano.


Acababan de informarle que pese a todas sus órdenes, el hombre había entrado a sus tierras y no sólo eso también le habían informado cómo Daimon había podido burlar a los guardias. Dos de los hombres  en quienes más confiaba lo habían ayudado a burlar sus defensas.
Un hombre, tan alto como él, entró y Caleb  dejó de contemplar la ventana para encararlo
-¿Por qué?- preguntó y su padre sonrió levemente sabiendo que sólo el respeto impedía que Caleb demostrase su enojo. Suspiró profundamente y se dispuso a contestar.
-Porque me recordó a mí mismo.
-Tú jamás fuiste un delincuente – replicó Cal de mal humor le costaba contenerse.
-No, no en eso. Tu madre solía decir que yo tenía un aire de indefensión cuando joven ..
-No vas a hacerme creer que eras indefenso – expresó su hijo con incredulidad y Kyrios pensó que tendría que explicarle mejor.
-No, no esa clase de indefensión. Estaba a cargo del Señorío y no tenía a nadie salvo a Dominick, tenía muchas responsabilidades, mi reputación como guerrero, mis deberes como Capitán del Rey…pero era el hombre más solo del mundo. Esa sensación me transmitió el muchacho cuando lo encontré hoy.
-¿Y por eso fuiste su salvoconducto?¿Esa es tu justificación, padre, para hacer algo que iba contra mis deseos?
-En realidad mi justificación es que nunca escuché a nadie describir a Bri como lo hizo él. Durante años los muchachos han tratado de impresionarme con el fin de conseguir la mano de mi nieta, pero a ninguno de ellos le importaba realmente. Él la ama y por si fuera poco es su esposo.
- Sabes que ese matrimonio puede anularse. Eso no  tiene valor para mí.
-Pero la decisión de Brianna sí. Hay cosas que el amor de padres no puede lograr Caleb. Hace unos años cuando la culpa te agobiaba no pude ayudarte, fue Fair quien lo hizo. De la misma forma, Shara  hizo que Connor fuera responsable y Dian ayudó a Ennis a aceptarse. Y si hablamos de Kaly…bueno yo jamás hubiese elegido a Dionis para ella pero por suerte ella no tomó eso en cuenta, porque ahora sé que nadie la amará y la cuidará como él y eso me da tranquilidad.
-No puedo entregársela a ese hombre.
-No lo hagas ,hijo,  sólo deja que ella vaya a él si así lo desea su corazón – dijo Kyrios y se retiró. En su camino de salida se cruzó con Blaze que entraba al Salón
-Ya escuché a tu abuelo, ¿cuál es tu excusa para haber dejado entrar a ese tipo?-interpeló Caleb al muchacho que lo miraba con un aire de ligera culpabilidad pero con clara determinación en los ojos verdes.
-Una promesa que le hice a mi hermana- respondió Blaze escuetamente y Caleb le dio la espalda para seguir mirando  por la ventana- Ve a buscar a tu tío Dionis. Está en el Salón. – ordenó por último a Blaze.
-Padre…no puedes. Ella…
-No discutas, ve. – dijo con una voz que no admitía desobediencia, ni siquiera de alguien como Blaze.El muchacho se marchó  a cumplir con aquel pedido al mismo tiempo que hacía planes para poder mantener su promesa.
Había llegado el momento de hacer algo, y, según Caleb entendía, era su turno ahora.

Brianna y Ariadne estaban vestidas igual y paseaban por los jardines, estaban en silencio, sólo ellas dos sabían que estaba planeando un nuevo escape. Cualquiera que las mirara no sospecharía nada. Ni siquiera su padre y su tío que las observaban desde arriba. De  la misma manera Caleb y Dionis observaban como Daimon avanzaba  y como Blaze lo seguía a poca distancia protegiéndole las espaldas.
-¿Estás seguro , Caleb?. Después de todo vino por ella.
-Yo sólo quería a alguien mejor para ella- se explicó mirando a su cuñado- alguien con valores parecidos a los suyos.
-Caleb, no todos somos iguales.
-Lo sé, pero…
-No todos podemos ser como tú , Cal. Naciste para hacer del mundo un lugar mejor, eres así, no puedes evitarlo y te queremos de esa manera- comentó con divertida resignación, luego continuó con seriedad- pero también están los hombres como yo…
-Dionis, no engañas a nadie. Te conozco y eres de los que luchan por un mundo mejor y haces todo lo que está a tu alcance para conseguirlo.
-Pero no siempre fue así, hubo un tiempo en que no me importaba lo que les sucediera a los demás, pero llegó Kalymera con sus sueños y esperanzas. Yo daría cualquier cosa por cumplirle sus deseos, así que también quise un mundo mejor para ella y luego para mis hijos. En algún punto del camino, los sueños de Kaly se convirtieron en los míos, por amor. Ese joven es como yo, Caleb. El amor de Brianna hará el milagro.
-Por suerte no hay dos como tú, deja de hablar y hazlo ya ,Dionis.
-Está bien, pero tú se lo explicarás a nuestras esposas…-dijo el mago y empezó a conjurar su poder.

Daimon caminó por los jardines y se quedó detenido al ver a las gemelas, a la distancia las dos se giraron al mismo tiempo y lo miraron sorprendidas.
Eran dos mujeres completamente idénticas. Avanzó hacia ellas pero algo extraño sucedió. La imagen de las muchachas comenzó a multiplicarse, hasta que todo el jardín estuvo cubierto por réplicas exactas de las gemelas. Si dos ya era demasiado, aquello era descomunal.
Sin embargo, él comenzó a caminar entre ellas, se movió decidido entre aquellas figuras que habían sido conjuradas por la magia de  Dionis Likaios.
Blaze se detuvo confundido. No sabía que planeaba su padre y tampoco podía distinguir a sus hermanas en aquel lugar que parecía ser un juego de espejos.
Daimon no se detuvo, siguió avanzando, y avanzando hasta que se paró frente a un par de  mujeres, una avanzó hacia él y la ignoró pasando a su lado. Tomó a la otra de un brazo y la besó.
-Hola, esposa -le dijo tras el leve contacto.
-Hola , extraño – lo saludó ella e inmediatamente todas las otras desaparecieron hasta que quedaron sólo tres personas.
-¿Cómo…?- preguntó Ariadne.
- No hay nadie como ella – dijo Daimon sin dejar de mirar a Bri y Ari le sonrió, luego se escabulló para dejarlos solos y se llevó a Blaze con ella.
Desde la torre, Dionis y Caleb los observaron y el León Negro suspiró en una clara expresión de resignación.
-¿Es todo? - preguntó Dionis.
-Sí, vamos a decirle a Fair que tiene que preparar una boda, al menos quiero que esto sea legal.- dijo y su cuñado sonrió. Con Caleb la legalidad lo era todo.

Brianna acarició el rostro del hombre que estaba frente a ella. No podía creer que fuera real.
-Viniste.
-Sí, Bri.
-Y supiste que era yo…
- Yo puedo reconocerte, siempre. ¿Ahora me crees?
-Sí- dijo ella y él deslizó un anillo en su mano.
La joven observó la sortija que se ajustaba perfectamente a su dedo.
-Quiero mi anillo, el que me diste cuando nos casamos…- le dijo y él sonrió mientras le acariciaba los rizos oscuros.
-Sabía que dirías eso Brianna, pero éste es tu anillo.
-No lo es.- discutió ella.
-Sí. Lo hice fundir y forjé dos alianzas, para empezar de nuevo. Es el mismo anillo, la misma esencia, pero esta vez te va perfecto y se completa con éste – dijo señalando el anillo que él llevaba.
-Daimon…
-Somos dos  mitades de uno Bri, sólo contigo puedo estar completo y en paz.
-Sólo contigo puedo ser yo -musitó ella
-Tengo algo para ti…-dijo Daimon y depositó algo en la mano de la joven.Al abrir la mano Brianna descubrió la esmeralda.
-Pero…tú, es de la espada…
-Guárdala tú Bri…luego dásela a ellos y cuéntales la historia.
-¿A ellos…?
-A nuestros hijos, cuéntales como fuiste tras el ladrón que robó esa esmeralda y como tú te hiciste ladrona al robarle el corazón y diles que él vino a devolvértela  de la misma forma que vino a entregarse a ti. Para siempre.
-Daimon, mi amor…-susurró ella conmovida pues comprendía que ella era más importante para él que los fantasmas que había perseguido por años.
-Mi única e inigualable Brianna Blackdalion , te amo –dijo él con una leve sonrisa y luego la besó con pasión para quitarle cualquier duda y ella se dejó convencer gustosamente.

A




2 comentarios:

  1. Genial... que emocionante historia, cuando lei que esta semana ibas a subir las historia de las gemelas estaba feliz... ahora solo falta ari y sean. no quiero que esta saga termine.
    muchas gracias, a esperar con ansias el prox.

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  2. ¡¡¡Gracias, gracias!!!
    Me encanto, ahora por la otra jiji... Y es verdad, que no se acabe nunca esta saga jiji
    Besos

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