Al abrir la
puerta, la última persona que esperaba encontrar Lucian, era Claire, pero allí
estaba. Y antes que pudiera echarla, se coló por debajo de su brazo y entró a su
departamento.
La chica dio un
rápido vistazo al lugar, era un ambiente amplio, minimalista, con muy pocos
muebles y en la gama del blanco y el negro.
Era un lugar
frío y despojado.
-¿Qué haces
aquí? – preguntó él y maldijo mentalmente a los guardaespaldas a por no
avisarle que ella iba hacia su casa. Tendría que hablarles sobre lo que
esperaba de ellos.
-¿Qué hiciste? –
preguntó ella enfrentándolo.
-Tendrás que ser
más específica, doctora. Últimamente me acusan de muchas cosas.
-¿Qué más
hiciste por mí? ¿Qué trato hiciste con tu padre hace doce años? – preguntó ella
y él la miró sorprendido. No había esperado ese tipo de pregunta.
-No sé de que
hablas…- negó frunciendo el ceño.
-Lo sabes, y
ahora yo también lo sé. Lo que hiciste para que tu padre me dejara en paz, las
donaciones al hospital, esos estúpidos guardaespaldas que tienes siguiéndome…
-Claire, ¿acaso
hablaste con mi padre? No sé lo que te dijo, pero…
-Sí hablé con
él, pero no me lo dijo. Necesité doce años para juntar todas las piezas y
descubrirlo yo sola, y después me jacto de ser tan inteligente. Seguramente
también tuviste que ver con mis becas porque si no, no entiendo cómo las gané…-bromeó.
-Claro que no tuve nada que ver con eso.
- Pero en lo
demás sí. ¿Por qué lo hiciste?
-Estás
malentendiendo algo. Vete por favor, es tarde y estoy cansado.
-¡Maldito
estúpido! – le gritó sobresaltándolo.
- Claire…¿qué
pasa contigo?
-¿Qué pasa
conmigo? ¿Creíste que lo agradecería? ¿Qué sería feliz porque te sacrificaras
por mí?
-Oye…
-Oye tú, Lucian
Crow, vas a escucharme, es lo menos que me debes. ¿Protegerme? ¿Esa era tu idea
al hacer pactos con tu padre, al someterte a ti mismo a hacer cosas que no
deseabas? ¿Nunca se te ocurrió pensar en qué me convertía eso a mí? Yo te
amaba…también quería protegerte, cómo pudiste…- dijo y empezó a sollozar.
-Claire,
cálmate- dijo él pero ya era tarde para seguir mintiendo, tampoco tenía ganas
para hacerlo. Se le acercó y la atrajo hacia sí para abrazarla pero ella le
golpeó el pecho con los puños.
-¿Por qué te
lastimaste así, cómo puedo ser feliz al verte herido?- dijo mientras seguía
llorando.
-Shhhh, esto no
tiene nada que ver contigo. Cálmate, soy la clase de hombre que estaba
destinado a ser, tú no hiciste esto, no tienes que culparte. Es el camino que
yo elegí…- le susurró acariciándole la cabeza.
-Entonces
debiste hacerlo hasta el fin, apegarte a tu papel, no debiste demostrarme que
mi Lucian sigue allí, no debiste dejar que te ame de nuevo. – le confesó y él la detuvo de los
hombros para apartarla.
-No. Deja eso en
el pasado. Tienes que dejarlo en el pasado y seguir, entiendes Claire. No
puedes amarme, aléjate de mí – le dijo él con urgencia.
- ¿Y dejarte a
ti detrás? Ya lo hice una vez, te creí, fui una tonta que te creyó cuando me
alejaste. Dime, acaso eso nos hizo felices…
-Ya basta.
-Tu intento
de alejarme para protegerme es un
asqueroso fracaso, Lucian Crow, porque lo único que yo he necesitado es a ti.
Sólo a ti, no debiste escuchar a tu padre…no me importaba perderlo todo si te
tenía a ti.
-¿Estás loca? No
podría verte herida, jamás dejaría que algo te pasara.
-¿ Y te
sacrificaste a ti mismo?
-Aquella vez te
vi llorar…- soltó sin darse cuenta y ya
no pudo callar
-¿Cuándo?
-El día que te
dejé, caminaste hasta tu casa como un autómata…
-¿Me seguiste?
-Luego te
dejaste caer y empezaste a llorar como si estuvieras rota. Estaba escondido en
la esquina y quise correr a consolarte. Pero sabía que no podía, tenía que
protegerte así, desde las sombras.
-Lucian…-dijo
ella y levantó la mano hacia su rostro para acariciarlo.
-Ya está,
Claire. Sabes lo que querías saber, puedes irte en paz- dijo quitando su mano.
-No quiero irme,
voy a quedarme contigo. Ahora ya todo está bien- insistió la mujer.
-Claire, el
pasado no cambia el presente. Sigo siendo el mismo hombre contra el que
peleabas un mes atrás. He hecho muchas cosas que tú no aprobarías.- dijo
apartándose de ella y se fue hacia el ventanal como si no tuviera el valor de
mirarla a los ojos. Lo siguió y lo abrazó por la espalda, pegando su cabeza
contra él. No iba a dejarlo, no importaba qué hubiese hecho, no iba a
abandonarlo de nuevo.
-Dije que te
amo, ¿qué gracia tendría amar sólo lo bueno de alguien? Te amo a ti, todo lo
que tú seas ….te amo, Lucian.
-Yo no puedo
amarte, Claire, no como tú quieres. Nuestros mundos se alejaron hace mucho
tiempo. Lo que pudo ser para nosotros, quedó atrás, en el pasado.
-Está bien, me
conformaré con lo que puedas darme…
-Claire- dijo él
dándose vuelta hacia ella y tenía de nuevo el mismo tono atormentado.
-Aún no lo
entiendes ¿verdad?. No puedo perderte dos veces, Lucian. He vivido a medias
doce años, no me pidas que vuelva a hacerlo, no seas tan cruel. También yo
quiero protegerte, no puedes imaginar lo que sentí al verte llegar al hospital
aquella noche, sólo pensar que podías morirte me enloquecía. Quería verte de
nuevo, aunque fuera para gritarme o despreciarme, quería escucharte decir mi nombre y tu
silencio me sumía en la desesperación.
Nunca me sentí
así, ni en mis peores momentos me sentí así. Dices que no puedes amarme como
deseo, que lo que soñamos una vez no es posible ya…tal vez tengas razón, hemos
cambiado, han pasado tantas cosas, pero aún así queda algo entre nosotros.
Supongo que no habrá matrimonio, hijos, y una vida idílica, pero no me apartes
de tu lado. Acepto tu oferta…
-¿De qué hablas?
– dijo y trató de que su voz sonara clara porque la emoción lo embargaba. Que
ella le confesara sus sentimientos de tal manera lo conmovía. Quería aferrarse
a ella con todas sus fuerzas, pero ya era tarde.
-Dijiste que si
quería acostarme contigo estabas dispuesto, ¿lo recuerdas?
-¡Diablos
Claire!
-Lo dijiste hace
doce años y hace poco también, de acuerdo, acepto la propuesta. Pasa esta noche
conmigo, Lucian – dijo acercándosele y se puso en puntas de pie para besarlo.
Fue un beso
suave, provocador y causó el efecto deseado. Lucian le respondió y la abrazó
contra sí.
-Claire…estás
loca.
-Sí, pero te
necesito – dijo ella y él la abrazó elevándola unos centímetros de suelo
-Está bien, pero
esto es lo único que puedo darte, es lo único que tendremos…esta noche – le dijo
con seriedad como si aquello fuera una pesada sentencia para ambos.
-Entonces
tendrás que hacer que valga por toda una vida – lo provocó. Él se apartó un
poco , le sonrió y la levantó en brazos para llevarla al dormitorio.
La acostó sobre
la enorme cama, las sábanas estaban frías y Claire pensó que lo único con
calidez en aquel palacio de hielo era el hombre que amaba, Lucian se echó junto
a ella y la besó.
Claire había
esperado la misma urgencia de la vez anterior, pero el beso era delicado, tan
suave como el que ella le había dado a él. Como adivinando sus pensamientos, él
le respondió.
-Iremos
despacio…tenemos todo el tiempo del mundo.
-Toda la noche-
dijo ella abrazándolo por el cuello.
-Nuestra parte
de eternidad – le respondió e intensificó el beso.
Claire pensó que
también era su parte de paraíso.
Había dicho que
no podía amarla, pero la estaba amando, aunque fuera con su cuerpo iba a
convencerlo, iba a lograr que ambos tuvieran la oportunidad que se les había
negado. Se pertenecían, no había dudas sobre ello, podía sentirlo con cada
beso.
Poco a poco , él
aumentó la intensidad de sus besos, exploró su boca con maestría,
despertándola, la pasión empezó de a poco , pero tras unos segundos de besarse
no fue suficiente. Claire le pasó las manos por el torso, y empezó a
desabrocharle la camisa, él se apartó un poco y terminó de quitársela él mismo.
Ella volvió a acariciarlo, deslizando sus dedos por el musculoso abdomen, por
sus costados y al sentirlo encogerse bajo sus manos, recordó su herida.
-Tus costillas…-
exclamó preocupada.
-Shhh, estoy
bien, doctora. Es tu turno ahora – le dijo y la ayudó a quitarse la remera.
Después descendió sus manos y le desabrochó el pantalón para quitárselo en un
fluido movimiento. A Claire no le agradó aquella pericia para desvestir
mujeres, pero no tuvo mucho tiempo de pensar en ello porque él se quitó los
pantalones y se quedó arrodillado en la cama mirándola Ambos sólo tenían su
ropa interior, y aunque ella había buscado aquella situación se sentía algo
cohibida, sobre todo cuando él la miraba así.
-Eres hermosa,
Claire, quiero verte- dijo y entre caricias le quitó las prendas de encaje
dejándola totalmente desnuda.
-Lucian…-pronunció
en tono de queja.
-Quiero verte,
quiero recordarte así, desnuda en mi cama, quiero guardar cada detalle- le dijo
y ella supo que hablaba en serio, que para él era hermosa y se sintió segura y
sensual. Quería tentarlo, quería atraerlo y nunca dejarlo ir.
Lucian se sentía
en medio de un sueño, y ya no le importaba, durara un segundo o una vida , iba
a vivirlo. Claire estaba en su cama, el pelo derramado, ruborizada, los ojos
cargados de deseo y su piel resplandeciente. Era suya.
Quería grabar
esa imagen para siempre.
-Mi
amor…-susurró ella e inmediatamente las manos y los labios de él empezaron a
recorrerla.
Era una lenta
tortura, empezó despacio acariciando sus pies, luego sus manos se deslizaron
por sus piernas, hasta casi llegar a sus muslos, entonces pasaron a sus caderas
y su cintura, mientras él se inclinaba a lamer sus senos.
Claire empezó a
gemir al sentir su boca cálida y su lengua estimulando sus pezones.
Involuntariamente se elevó hacia él para tenerlo más cerca, Lucian volvió a
besarla en los labios al tiempo que una de sus manos descendía hasta su centro,
para acariciarla íntimamente.
La vez anterior
se habían sumido en una pasión vertiginosa y desesperada, esta vez era lenta,
como espirales que los envolvían, ante la posibilidad de tener ese único
momento querían prolongarlo todo lo posible.
Sin embargo,
cuando los dedos de él comenzaron a explorarla y acariciarla, Claire sintió que
no aguantaría mucho más.
-Por favor, por
favor…-gimió sin ser consciente de lo que estaba pidiendo. Sólo lo quería a él,
quería tenerlo muy cerca, quería fundirse con Lucian.
-Mi
Claire….-susurró él mientras aumentaba la presión de sus caricias y le besaba
el cuello.
-Te necesito- le
dijo ella y elevó las caderas para incitarlo a acabar con los juegos
preliminares y poseerla.
Tampoco Lucian
podía seguir conteniéndose, se quitó los bóxers que llevaba, separó sus piernas
con delicadeza y se acomodó sobre ella. Claire le abrazó las caderas
inmediatamente para unirlo a ella y Lucian en un fluido movimiento la penetró.
Ambos gimieron
al unirse, estaba mirándose el uno al otro y las sensaciones eran indescriptibles,
casi como si sintieran lo que el otro sentía.
Simplemente
estaban completos, habían llegado al lugar al que pertenecían. Claire respiraba
agitada, sólo podía sentir, sentir como Lucian la llenaba dándole un inmenso
placer. Su presencia en su interior la estimulaba devolviéndole la vida. Lo
sentía formar parte de ella , eso la hacía feliz y le daba paz.
Lucian siempre
había sabido que Claire era la única que podía darle aquel placer, con ella se
unía su cuerpo y su corazón. Sentirla recibirlo en su interior y retenerlo como
si no quisiera separarse de él era increíble.
Empezó a moverse
con movimientos lentos y profundos.
No iba apurarse
ni tomarla como un loco, iba a amarla lentamente por cada año que la había
esperado, por cada año que no la tendría. Sin embargo controlarse era muy difícil, más cuando ella
respondía de aquella manera, apretando sus talones en sus caderas para atraerlo hacia sí, aferrándose a sus hombros
o elevándose un poco para besarle el cuello mientras él se movía en su
interior, entrando y saliendo en el más antiguo de los rituales.
Los dos se
fueron llevando al límite del placer, hasta que las penetraciones de
Lucían se volvieron más urgentes y
poderosas.
De pronto cambió
de posición, pasó las manos por la espalda de ella y la levantó, se arrodilló
sobre la cama y la llevó con él, quería abrazarla mientras le hacía el amor,
quería tenerla tan cerca como fuera posible,
Se tenían uno al
otro como si no fueran a dejarse ir nunca.
-Te
amo….-susurró Claire mirándolo con profundo amor, él le respondió besándola y
llenándola con intensidad y el cuerpo femenino se contrajo al llegar al máximo
placer.
Y fueron esas
contracciones las que también lo llevaron a él al clímax.
Se quedaron unidos
y abrazados un rato, sentían que estaban en medio de un naufragio y que si se
soltaban se perderían para siempre. Cuando cayeron en la cama y Lucian se
derrumbó sobre ella, Claire siguió
abrazándolo con sus piernas para mantenerlo en su interior y abrazó su cabeza
contra ella para cobijarlo.
Él la había
protegido, ahora ella sería su refugio y su escudo, con infinita ternura le
besó la frente húmeda por el sudor.
Poco a poco, él
se recobró y se separó acostándose a un lado, pero antes de que Claire protestara
la atrajo hacia sí y la envolvió en sus brazos.
-Te amo, Claire,
siempre te amé- le dijo y luego con un delicado beso limpió las lagrimas que
ella vertió al escucharlo decir aquellas palabras.
Claire se
removió inquieta en la cama, abrió los ojos y se dio cuenta que ya había
amanecido y que estaba sola.
Sintió pánico,
se levantó desnuda envolviéndose con la sábana para buscar a Lucian.
Salió de
dormitorio y tuvo la esperanza de encontrarlo haciendo el desayuno, pero no
estaba en la cocina. No estaba en ningún lado de la casa.
Fue a ducharse,
luego se vistió y se sentó a esperarlo.
Dos horas
después, él seguía sin aparecer, intentó llamarlo pero no contestaba su
teléfono.
Finalmente
decidió ir a buscarlo, quizá había ido a la oficina y no había querido
despertarla.
Abrió la puerta
y se encontró a uno de los guardaespaldas.
-¿Lucian? –
preguntó.
-Se fue muy
temprano, me pidió que le diera esto – dijo el hombre y le entregó un papel
doblado. Claire lo tomó y volvió a entrar para leerlo.
“Dije que sólo tendríamos esta noche. No me esperes.
Cuídate, no llores, no sufras, olvídame y no me esperes más”
¿Qué significaba
eso?
Salió de prisa,
iba a encontrarlo, ahora no había manera de que ella lo dejara ir, Lucian había
dicho sinceramente que la amaba, y desde su punto de vista eso era todo lo que
necesitaba. Una vez el mundo los había derrotado, esta vez no sería así.
Al salir el
guardaespaldas la siguió.
-El señor me
pidió que la acompañara hasta su casa- le dijo serio.
-A donde va a
acompañarme es a la empresa Gladius, y si él no está allí, iremos a recorrer
toda la ciudad- contestó con decisión y el hombre no tuvo más opción que
seguirla.
Claire llegó a
la oficina a buscarlo, pero la secretaria le dijo que no había ido a trabajar
aquella mañana. La chica no le creyó y entró a la oficina aun cuando la
empelada intento impedírselo, pero estaba vacía.
Sin embargo no
se rindió tan fácilmente, buscó por las demás oficinas de la empresa hasta que
estuvo segura que él no estaba allí.
Ya era mediodía
y no sabía donde más buscarlo, la secretaria le había jurado que no sabía nada
sobre él, de hecho era raro que faltara a su trabajo.
Sólo se le
ocurría otro lugar donde buscar, la guarida del lobo.
Con dieciocho
años no se había animado ni a golpear la puerta de aquel lugar para preguntar
por Lucian, ahora estaba dispuesta a tirarla abajo, y después de todo tenía un
par de guardaespaldas para protegerla.
Sin dudarlo, fue
hasta la casa de Cristian Crow, él debía saber dónde estaba su hijo, incluso
era probable que hubiera vuelto a chantajearlo o amenazarlo.
A medida que se
acercaba, se dio cuenta que algo había pasado, había varios autos y mucha
gente.
Corrió para
acercarse y en medio de empujones logró
colarse para ver qué sucedía. Había periodistas y fotógrafos, sorprendida vio como la policía sacaba
esposado a Cristian Crow y lo metía en un auto para llevárselo detenido.
Buscó con la
mirada para tratar de localizar a Lucian, pero no lo pudo ver por ningún lado,
había tanta gente que era difícil moverse. Aunque poco después sus
guardaespaldas se encargaron de despejarle el camino para que ella se
desplazara con comodidad. Se detuvo un momento ante un equipo periodístico que
había terminado de transmitir para preguntarles qué sucedía.
-Parece que al
viejo le llegó la hora de pagar por sus delitos, los tipos que arrestaron por
el sabotaje en la fábrica y la explosión, mencionaron muchas cosas que implican
a Crow en el mundo delictivo…esta vez no va a escaparse tan fácil.
-¿Y el hijo? –
preguntó ansiosa, la aliviaba que el padre fuera castigado por sus crímenes,
pero ¿cómo afectaba aquello a Lucian?
-Según sé,
Lucian Crow está en tribunales, se presentó voluntariamente esta mañana. Creo que también está acusado
por algunas cosas, y además está complicado por lo de la contaminación del
rio…espere, ¿usted no es la doctora que lo acusó? – preguntó el hombre y Claire
sintió que el mundo se le venía encima.
¿Lucian también
iría preso? Y sí, ella era la que lo había acusado…No podía creerlo.
-En un rato se
trasmitirá una entrevista que grabó ayer- intervino otro de los periodistas y
Claire reaccionó.
-¿Una
entrevista?
-Sí, Crow la
grabó ayer en la mañana y pidió que recién la trasmitieran hoy. Seguramente
tiene mucho que contar estoy ansioso por saber lo que dijo.- comentó y la chica
se alejó, las piernas le temblaban. Aquello no podía estar pasando, no podía
ser la culpable de que él terminara preso.
Sintió que iba a
caerse pero unos fuertes brazos la detuvieron. Era uno de los guardaespaldas.
-Vamos,
señorita, la llevaré a su casa.
-No a mi casa
no, a tribunales…-insistió ella.
-No creo que la
dejen verlo.
- Por favor –
rogó y el hombre asintió. Luego sosteniéndola por los hombros la llevó hasta un
auto donde esperaba el otro guardaespaldas y un chofer.
La ayudó a subir y luego dio la indicación de ir a
tribunales. Para su pesar, no logró verlo, pidió, discutió, argumento y nada
surtió efecto.
Lucian estaba
siendo interrogado y estaba incomunicado.
Claire se fue
totalmente frustrada, hubiera deseado quedarse y esperar, pero también había
otra cosa que quería hacer, ver la entrevista que él había dado.
No le había
dicho nada la noche anterior y ahora ella entendía porque había sido tan
categórico sobre que aquella sería su única noche, él sabía muy bien lo que iba
a sucederle al día siguiente.
Una vez más la
había dejado en la ignorancia para protegerla.
La llevaron a su
casa, y cuando estaba por entrar ella les pidió a sus custodios que se
retiraran.
-Estoy bien, ya
pueden irse, no es necesario que sigan detrás de mí todo el tiempo – dijo
pensando que era Lucian quien necesitaba más cuidado ahora.
- Nuestro
trabajo es cuidarla, ya han pagado nuestro contrato por seis meses, de hecho
ayer lo renovaron y se pidió que dobláramos la cantidad de agentes.
-Pero…
-Descanse – dijo
el hombre y se alejó, aunque Claire sabía que seguirían cerca para cumplir con
la tarea que Lucian les había asignado.
Entró y prendió
el televisor, faltaban sólo veinte minutos para que trasmitieran la entrevista.
Se debatía entre ver y no, ¿qué había planeado Lucian para sí mismo?
Se sentó en el
sillón y en un gesto nervioso se estrujó las manos hasta hacerse doler. Antes
de la entrevista pasaron las noticias de la detención de Cristian Crow.
Los ojos se le
llenaron de lágrimas cuando vio a Lucian en pantalla, mientras la conductora lo
presentaba se lo veía tan calmado, aunque ella podía descifrar que no era calma
sino resignación.
Él habló primero
sobre la situación de Gladius, explicó que había sido puesta en el mercado de
valores casi un año atrás y que ahora había una junta de accionistas que se
haría cargo de dirigir la empresa, había dimitido de su cargo un mes atrás,
aunque recién ahora se haría efectiva su renuncia.
Luego ante la
pregunta de la periodista admitió que su padre y él habían sido denunciados y
que él se presentaría voluntariamente ante la justicia.
También contó
sobre el atentado a la fábrica y la relación que tenía eso con el mundo del
crimen. Y por último habló de ella.
Mejor dicho,
reconoció que las acusaciones de la contaminación del río eran ciertas, que se
estaban tomando medidas para subsanarlo y pedía disculpas, a la Doctora Claire
Wild y a toda la comunidad que se había visto afectada.
O sea, había
limpiado su nombre.
Cuando la
entrevista terminó, Claire apenas distinguía la pantalla.
¿Se suponía que
así terminaba todo? No quería, se rebelaba contra ese cruel destino.
Llevaba media
hora pensando y tratando de encontrar una salida cuando llamaron a la puerta.
Era Jacob. Lo hizo pasar y él dirigió una mirada al televisor que aún seguía
prendido y sintonizado en la televisora que había trasmitido la entrevista.
-¿Lo viste? –
preguntó preocupado.
-Sí, lo vi.
Tengo que ayudarlo, debe haber una manera – dijo ella y él la tomó de los
brazos para obligarla a mirarlo.
-Claire, puede
ir preso, será mejor que lo dejes.
-Yo le hice
esto....yo no sabía- susurró ella.
- Oye, no es
culpa tuya, está acusado de muchas más cosas, no se trata sólo lo de la
contaminación. Y además si es responsable debe pagar, tú hiciste lo correcto.
Defendiste lo que creías...
-Pero no sabía
el precio, Jacob. No quiero verlo herido. Además estoy segura de que su padre
es responsable de muchas de las cosas de las que lo acusan a él... tengo que
ayudarlo.
-¿Qué harás si
es verdad? Si es culpable de todo lo que lo acusan...
-Él se hundió en
las sombras por mí, así que si fuera verdad, me encargaré de arrastrarlo hacia
la luz...y me quedaré a su lado para curarle las heridas. Lo amo – dijo ella
reconociéndolo por primera vez frente al médico.
-¡Oh cielos!
¡¿Qué haremos contigo?! – exclamó y se sentó en el sillón.
Los días
siguientes fueron caóticos. Luego de su declaración, Lucian había quedado
detenido por los cargos de la contaminación del río y por sobornos.
Claire había
intentado verlo por todos los medios, pero no lo había logrado. Ni siquiera
cuando habían permitido visitas pudo verlo, porque Lucian no quiso recibirla.
Jacob la puso en
contacto con un abogado y éste la asesoró acerca de las cuestiones legales y
las posibles consecuencias que enfrentaba Lucian.
La mujer decidió
investigar por su cuenta y encontrar pruebas que lo ayudaran, más allá de lo
que sentía por él, estaba segura que un hombre que había arriesgado su vida
para salvar a los trabajadores no podía ser tan malo.
Pidió licencia
en el hospital a pesar de los regaños de
Jacob, por primera vez en su vida, su trabajo no era la prioridad. Tenía mucho
que hacer, mucha gente con quien hablar.
Las gestiones de
Claire finalmente tuvieron resultado, descubrió que no era Lucian quien había
ordenado suprimir las medidas de seguridad en las fábricas sino su padre y por
ello se había producido la contaminación. Además logró que el hombre que se lo
dijo, uno de los supervisores, accediera a declarar en el juicio, así mismo
consiguió otras pruebas que al menos lo libraran de aquel cargo, también
consiguió que declararan los obreros que había salvado y las pruebas de las
muchas donaciones anónimas que hacía.
Antes se había
dedicado a mostrarlo como un monstruo, ahora haría todo lo posible por mostrar
el lado bueno de él, no importaba que hubiera hecho cosas ilegales ella iba a
mostrar que había algo rescatable en él,
que no merecía una condena absoluta.
Y esperó hasta
el día del juicio, su única oportunidad de verlo.
Jacob la
acompañó, necesitaba algún tipo de apoyo. Cuando Lucian ingresó ni siquiera la
miró y ella le aferró la mano con fuerza a su compañero, necesitaba un ancla.
Pensó que los
recuerdos de aquel día serían confusos porque aunque prestaba mucha atención a
cada palabra, a cada gesto, sentía que estaba ausente.
La voz de él
mientras contestaba o declaraba sonaba hueca y a ella le dolía verlo así.
Quería gritarle
que no se diera por vencido, que luchara, que fuera el Lucian temible que había
sido en los últimos años. Pero se quedó en silencio, siendo testigo de cómo lo
juzgaban.
Si pudiera
volver el tiempo atrás, si pudiera evitar que doce años atrás se sacrificara
por ella , eso no estaría sucediendo.
¿Qué hubiera
sido de él si ella no hubiese aparecido en su vida?
Pero los “y si”
eran posibilidades quiméricas, no servían para cambiar el presente, sólo para
perturbarla pensando en los distintos caminos que pudieron tomar y no tomaron.
La realidad era
aquella, la realidad era que Lucian , a pesar de ser absuelto de muchos cargos
no había podido librarse de otros, y había sido condenado a dos años de
prisión.
Ella se puso de
pie y se le acercó cuando se lo llevaban.
-Lucian…-lo
llamó pero al girarse no la miró a ella sino a Jacob que estaba detrás.
-Llévatela de
aquí – pidió sin más y siguió caminando, mirando al frente, sin volverse a
verla ni una vez.
Estar preso no
era tan malo, afortunadamente su mala reputación servía para algo y no tenía
demasiados conflictos. Debía mantenerse alerta, pero también podía estar solo
en su celda y dejar que su mente descansara un poco.
Aquella
expiación de sus malos actos le daba un poco de paz, por primera vez se sentía
libre, lo cual era muy contradictorio. Pero ya no tenía que hacer cosas que no
quería, su padre también había sido condenado pero al contrario que él, su
condena era de muchos años.
Tanía la
sensación de que las cosas se habían acomodado, que habían vuelto a su lugar.
Lo único que
seguía atormentándolo era el arrepentimiento por la noche que había pasado con
Claire, sabía que no debía haberlo hecho, que sólo les causaría más dolor a
ambos.
Debería haberla
echado de su casa, pero él ya sabía de su inminente detención cuando ella llegó
a verlo, ya había jugado todas sus cartas y al tenerla allí confesándole que lo
amaba, no había podido resistirse.
Había sido
egoísta y mezquino, pero qué le hacía un pecado más cuando la necesitaba. Sólo
que aquella noche le había dado esperanzas a ambos y él sabía que no debía ser,
era hora de cortar con aquel destino que los había lastimado, estaba cansado de
luchar.
La amaría
siempre, eso era innegable, lo había sido desde el principio, pero ya era hora
de dejarla ir, esperaba que ella hiciese lo mismo. Aunque no parecía algo fácil, seguía viniendo y pidiendo verlo
sin importar que él se negara.
Sacó de su
bolsillo la carta que ella le había enviado y la releyó, ya el papel comenzaba
a ajarse de las veces que la había leído.
Mi amor:
¿Estás bien?. Espero que seas fuerte y resistas, come bien, duerme y no
te enfermes.
Yo estoy bien, tus guardaespaldas siguen tras de mí
como cachorritos y la gente a mi alrededor cuida de mí, no tienes que
preocuparte.
No importa si no quieres verme, estoy aquí, y estaré
cuando salgas. Nos hemos esperado tantos años, ¿qué importa un poco más?
Puedo ser más testaruda que tú, voy a esperarte aunque
no quieras.
Pero esta será la última vez, luego no te dejaré ir
más.
Te envié libros para que el tiempo pase más rápido,
por favor, por favor, vuelve a mí.
Y cuando sea muy difícil cierra los ojos y vuelve a
nuestra noche eterna, yo siempre lo hago, siempre estoy contigo.
Te amo, Lucian.
Claire
Lucian se acostó
en la cama, puso el papel sobre su corazón y cerró los ojos.
Había mentido,
no se arrepentía de aquella noche, era lo único que tenía ahora. Podía cerrar
los ojos y volver a ella. Claire siempre había sido su lugar, donde él
pertenecía, donde ansiaba regresar, donde era feliz y tenía paz.
8 meses después…
Claire terminó
de atender a su último paciente, colgó su delantal en el perchero, tomó su
bolso, suspiró y salió de prisa. Casi se chocó con Jacob al salir.
-Iba a buscarte,
¿ya te vas?
-Sí…
-¿Estás lista
para el gran día? – preguntó él y ella sonrió.
-Más que
lista…pensé que no llegaría nunca.
-¿Quieres que te
acompañe?-preguntó pero al ver la mirada de ella, sonrió- Imagino que no,
quieres ir sola.
-Jacob..
-¿Sí?
-¿Cómo me veo? –
preguntó insegura.
-Preciosa,
Claire, estás preciosa.- le contestó y ella sonrió. Jacob se guardó para sí el
pensamiento de que estaba mucho más delgada y de que era la primera vez en
meses que una sonrisa le llegaba de verdad a los ojos. Deseó con todo su
corazón que aquel hombre fuera digno de ella.
Claire había
comprado un auto, y cuando un embotellamiento la retrasó, pensó que habría sido
mejor ir a pie.
Liberaban a
Lucian aquel día, su buena conducta le había permitido acceder a una sentencia
menor, quería llegar a tiempo, ser la
primera persona en verlo.
Llevaba ocho
meses sin saber nada de él, no la recibió jamás los días de visita ni contestó
sus cartas, ahora no podría seguir evitándola.
Iba a estar allí
cuando saliera e iba a abrazarlo con fuerza.
Hizo sonar la
bocina preocupada por llegar tarde.
Los ojos de
Claire perdieron su brillo cuando el guardia le dijo que Lucian ya había salido
y se había marchado.
-No puede ser,
aún falta media hora para su salida – protestó ella y se inclinó sobre los
papeles que tenía el hombre- Fíjese de nuevo, por favor…- pidió y el guardia
echó otro vistazo.
-Lo siento, él
ya no está aquí.- le informó.
Claire miró
hacia todos lados, buscándolo pero al final se rindió y se subió a su auto.
Quizá no estuviera muy lejos y pudiera darle alcance.
Cuando se
aseguró que ella se había marchado, Lucian salió.
-¿Estás seguro,
chico? – preguntó el guardia.
-Sí, es lo
mejor. Gracias – le dijo al guardia que había mentido por pedido suyo.
Respiró profundo
, llenándose los pulmones de aire. Era bueno estar libre, no había sido una
experiencia agradable estar preso, pero para ser sincero él había tenido
momentos mucho peores en su vida. Por suerte había salido ileso, la oscuridad
de la cárcel era sólo un poco más en su historia llena de sombras.
Y ahora era sólo
un mal recuerdo, sin embargo, no iba a cargarla a ella con sus estigmas.
Si estuvieran
juntos, tarde o temprano alguien usaría su oscuro pasado para herirla a ella,
incluso los comentarios malintencionados la podían afligir.
Su brillante
Claire no lo merecía. Quería que fuera muy feliz.
Se acomodó en el
hombro las correas del bolso con sus pertenecías y echó a andar, en el sentido
contrario al que había ido ella.
Llevaba un mes
buscándolo sin tener noticia alguna, parecía que se lo hubiera tragado la
tierra.
Lucian había
vendido su departamento, no tenía relación alguna con la empresa ni tampoco
familiares cercanos. No sabía dónde buscarlo, era probable que él se hubiera
marchado muy lejos.
Por primera vez,
Claire se preguntó si debía rendirse.
Después de todo,
ella sólo le había traído problemas. Su amor por ella, siempre lo había herido.
Tal vez era hora
que en nombre de ese amor, se alejara de él.
Ya estaba libre
de la influencia nefasta de su padre, ahora debía liberarlo de la suya.
Lucian tenía
derecho a ser feliz, a dejar de sacrificarse o vivir su vida según los
designios de los demás.
Lo amaba, lo
amaba con todo su ser, todo lo que habían pasado, aquel destino enredado que
tenían había hecho que su amor fuera mayor. Ya no era el amor idílico de una
adolescente, era un amor pleno, que abarcaba las luces y las sombras.
Era un amor que
deseaba lo mejor para el otro. Iba a dejarlo ir, deseando que en otra vida
pudiera amarlo sin que eso les causara daño.
A la mañana la
despertó la llamada de su hermana menor. No le había contado todo lo sucedido
para no preocuparla.
-Claire, tengo
buenas noticias, no podía esperar para contártelo– le dijo cuando la atendió.
- Dime, me hace
falta escuchar de ésas- contestó.
-Serás tía – le
dijo y ella empezó a dar gritos de alegría y felicitarla.
-¿Cuándo?
- Estoy en el segundo mes, así que falta ,
tendrás tiempo…
-Está bien, ya
tienes médico verdad, ve a todos tus controles, tienes que comer bien…
-¡CLAIREEEEEE! ,
ya está bien, tengo demasiado con Marco controlándome cada momento.
-Cierto, ¿cómo
está él?
-Feliz y
aterrado, e insoportable y adorable…
- Me alegra Lucy,
me alegra mucho.
-Claire…-susurró
su hermana como si dudara ante lo que iba a decirle.
-¿Pasa algo?
-No sólo quería
decirte que te quiero mucho, gracias por cuidar siempre de mí…y…no te rindas.
-¿Qué?
-Lucian Crow, si
lo amas no te rindas..
-¿Lo sabías? –
preguntó sorprendida.
-Tengo
televisión , internet y además muy buena memoria. En aquellos días escribías su
nombre por todos lados…llenabas hojas con su nombre y haciendo corazones. No
dije nada porque imaginé que tenías tus razones para ocultármelo y que ya era
demasiado complicado para ti, pero sabía que el hombre que enfrentabas, el que
luego fue detenido, era él, tu amor.
Ella gimió
angustiada sin poder responder.
-¿Claire, ¿él te
ama? – preguntó su hermana
-Sí…-alcanzó a
decir con la voz entrecortada.
-Entonces no te
rindas.
-Pero le hago
daño…- dijo ella.
-No creo que sea
verdad, pero pueden dedicarse a hacerse bien el uno al otro durante toda su
vida. Ya vivieron todo lo malo, ¿verdad? Les toca vivir lo bueno ahora…-
-Gracias- dijo
sinceramente con el corazón conmovido y decidió intentarlo una última vez.
¿Pero cómo podía
averiguar dónde se ocultaba?
De pronto tuvo
una idea. Salió a la calle e inmediatamente uno de sus guardaespaldas se acercó.
-En serio, no me
acostumbro a esto. ¿Cuánto tiempo más me custodiarán? – preguntó ella con un
toque de diversión.
-Nos renovaron
el contrato no hace mucho, creo que cuatro meses más. ¿Sucede algo? – preguntó
el hombre.
-No, esta vez
necesito información – dijo y el custodio elevó las cejas.
-Ustedes han
custodiado a Lucian en el pasado, ¿verdad?
-Sí, así es.
-Sabe si tiene
otro lugar, además de su departamento y su empresa, ¿otro lugar donde pueda
estar? Quizá alguna vez lo acompañaron, trate de recordar, por favor…- pidió
ella.
-Espere un
momento – dijo él y tomó la radio con la que se comunicaba con los demás
agentes – Necesito que me digan todos los lugares a los que recuerdan haber
acompañado al Sr. Lucian Crow cuando lo custodiaban.
-G R A C I A S –
moduló ella en silencio mientras la radio se llenaba de mensajes de posibles
lugares donde podía encontrarlo.
Y ese no fue el
único favor que le debía a sus custodios, también les debía que la hubieran
dejado ir sola hasta allí.
Apenas uno de
los custodios mencionó el lugar, Claire supo que era donde él estaba.
Debería haberlo
sabido, aquello era una señal. Condujo hasta el lugar y notó que apenas había
cambiado en aquellos años.
Bajó y caminó
despacio, estaba algo asustada, pero para ganar tenía que jugarse entera.
Se detuvo un momento
ante la puerta, tomó aire, se dio valor a sí misma y golpeó.
Aquella era su
segunda vida y estaba a punto de empezar.
Lucian se
extrañó cuando llamaron a la puerta, nadie sabía que estaba en la casa de fin
de semana y tampoco esperaba visitas. Estaba preparándose la cena, así que dejó
las cosas sobre la mesada de la cocina, se limpió las manos y caminó hacia la
puerta.
-Hola – dijo
Claire cuando él le abrió y se quedaron mirándose unos minutos. Con un solo
vistazo, ella lo abarcó entero, se dio cuenta que llevaba el cabello más largo,
barba de un par de días y estaba más delgado. Aún así se veía muy bien, y había
algo diferente en él, como si estuviera en paz.
-Claire- susurró
sin poder creer lo que veía- ¿qué haces acá?
- La última vez
que estuve en este lugar dijiste que ibas a asegurarte de estar cerca de mí,
para verme, que no querías perderte
nada, estar cuando despertara, cuando sonriera, cuando me durmiera, abrazarme
si lloraba, hacerme bromas si estaba preocupada, ibas a estar allí amándome
cada segundo. Vine a hacerte cumplir tu palabra…
-Pero – dijo él
y ella le puso un dedo sobre los labios y entró a la casa.
-Basta de peros
Lucian Crow…- le dijo y con el pie cerró la puerta detrás de ellos. Él la
apartó y se puso serio.
-No podemos, ¿de
verdad quieres estar con un ex convicto? Claire esta relación que tenemos no es
sana…
-Cállate de una
vez. Yo te dejé ir, y tú a mí. Pero pedí volver a amarte en otra vida. Ésta es
nuestra segunda vida, Lucian. Esta vez nada va a salir mal , empezaremos de
nuevo, vamos a amarnos sin miedo, sin sombras…- le dijo ella pero el hombre
notó su inseguridad, se dio cuenta que era un pedido más que una afirmación.
Y sonrió, porque
ella tenía razón, porque una segunda oportunidad era algo extraordinario. Era
un milagro.
Con ella allí,
parecía muy simple, un hombre y una mujer que se amaban. Eso era todo, por
primera vez en muchos años vio un camino recto delante de ellos. La abrazó
contra sí.
-Te extrañé –
dijo susurrando contra su cabello.
-Y yo – dijo ella,
entonces Lucian la besó. Y luego volvió a besarla y no dejó de hacerlo durante
mucho tiempo.
Los rayos de sol
que se filtraban por la ventana lo despertaron, se estiró y abrió los ojos con
pereza. Se asustó al ver que la cama
estaba vacía, por un segundo temió que todo hubiera sido un sueño. Que Claire
no hubiera ido a buscarlo, que no hubieran hecho el amor hasta agotarse, que no
estuviera junto a él. La había soñado tantas veces en esa casa, que quizá
hubiera enloquecido extrañándola. Sin embargo unos ruidos lo terminaron de
despertar y una sonrisa plena se dibujó en su rostro.
Se envolvió en
la sábana y caminó descalzo hasta la cocina.
Ella estaba
preparando el desayuno y siendo muy ruidosa, como si lo presintiera se giró
apenas él se apoyó en el umbral.
-Buenos días …-
la saludó y ella le devolvió la sonrisa.
-Buenos días,
¿dormiste bien?
-Sí, ¿ y tú?
-Muy bien –
contestó sonriendo. Se había despertado muchas veces para mirarlo dormir a su
lado y asegurarse que fuera real.
-¿Qué haces?
-El desayuno,
ésta vez me tocaba a mí, ¿verdad? – le preguntó y los dos se miraron. Eso
habían acordado allí más de trece años atrás, que la próxima mañana que
despertaran juntos, ella haría el desayuno.
-Sí, era tu
turno.
-Lamento la
demora.-contestó Claire y se acercó a besarlo.
-Está bien, nos
pondremos al día. También vamos retrasados con lo demás- dijo Lucian
acariciándole el cabello.
-¿Lo demás?
-Sí, casamiento,
perro…cinco…-contestó él divertido.
-¿Cinco?
-Nuestros cinco
hijos…- le respondió y ella río.
-Vamos a estar
muy ocupados poniéndonos al día con todos esos planes.- evaluó.
-Sí, mucho. Y
además el desayuno se va a enfriar – le dijo Lucian y la cargó en brazos para
llevársela al dormitorio.
Tenían toda una
vida por delante para estar juntos y aún así no les parecía suficiente. Sin
embargo habían aprendido a amarse y disfrutar cada segundo de la felicidad por
la que se habían esforzado tanto.
Ahora ya no
temían, habían llegado a su lugar, se habían encontrado el uno al otro.
Y la historia de Lucian y Claire llegó a su final, espero que les haya gustado. Muchas gracias por leerla y acompañarme, por hacer que esta historia que no pudo estar a tiempo para el concurso de Harlequin tuviera un lugarcito en ustedes.
Y mil gracias a mis sises y a Gaby que me alentaron, me dieron fuerza y creyeron en mí( más que yo misma)...las quiero y les dedico esta historia!!
Tengan una mravilloso 2013!
Esperé a que concluyeras sis para decirte y repetirme pero es que contigo no me queda de otra, solo esperar que me creas y que aceptes lo que digo: escribes condenadamente bien!!! me crees verdad??? tienes que hacerlo, por que es la puritita verdad, pido tambien que tu imaginacion nos siga dando historias asi de geniales. besosss
ResponderEliminarAaay mi querida Nata, es hermosa esta historia. Me ha encantado y lo repetiré (me uno a Jey en eso) tienes mucho talento, enserio es increíble.
ResponderEliminarGracias por compartir tus maravillosas historias con nosotras, ten un lindo 2013, lleno de mucha lectura y escritura. Y, es un gusto leerte y seguiré apoyándote (presionando jeje) para que escribas más y más. Besotes!!
Me ha gustado mucho, tanto que no me siento tan bien de que termine, pero que le vamos a hacer fue un final hermoso.
ResponderEliminarYa sabes lo que te fui diciendo de esta maravillosa historia, mientras la ibas creando a pasos agigantados. Porque madre mía, lo qu ellegas a crear en pocos días. Lástima que no pudieras presentarla al concurso... Pero con la que lo hiciste, se be tu don para las palabras. Sabes que soy una enorme admiradora tuya. Por tus palabras y por como sumerges a la gente dentro de la historia. Eres fantastica!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarY en cuanto a e´sta historia, amé el punto de que hubiera un lado mafioso. Esperando con gran ansiedad y curiosidad el como llegabas a su final, para ver tu don imaginativo en desarrolar un final y hacer bueno al pequeño mafioso jejejje
La amo!!!!! Muchos besos guapa
Me encantoooooooo, llore, rei, me enoje, bueno son todas las emociones que me encantan sentir cuando leo una excelente novela y esta lo era, de verdad te felicito eres una maravillosa escritora, y seguimos al dia para leer todo lo que escribas.
ResponderEliminarsaludos