Si Lucian creía
que ella no podía enfrentarlo, estaba equivocado, también tenía recursos.
Claire se comunicó con viejos colegas de su anterior ciudad, también con un compañero de la Universidad
que trabajaba en un diario nacional y un amigo de su cuñado que era
investigador.
Luego fue a
reunirse con el grupo ecologista que la apoyaba en su lucha para planificar sus
próximos pasos.
A la noche, ya tenía un plan diseñado y además tenía el
resultado de sus gestiones. Había buscado información de Lucian en internet,
era Licenciado en comercio internacional, aunque también tenía otros títulos.
Era muy reconocido en el mundo de los
negocios, a pesar de su corta edad, y también había noticias sobre sus
relaciones amorosas. Una noticia reciente informaba que había terminado su
relación con Judith Conti, la hija de un congresista.
Además de lo que
ella había encontrado, tenía los informes que le habían enviado, allí figuraba
el otro lado de Lucian Crow. Se hablaba de extorsiones, espionaje industrial,
sobornos a políticos, e intimidación casi mafiosa para desalojar gente de
terrenos y propiedades que quería adquirir.
Leía con sus
propios ojos, había estado frente a ese inescrupuloso hombre y aún así le
costaba aceptarlo. No es que no lo creyera, sino que no quería que fuera así.
Se acostó
agobiada y se despertó en la madrugada inquieta por un sueño que había tenido.
Había soñado que
Lucian le decía que ella era “su lugar”, de hecho esa frase se la había dicho
en el pasado cuando eran novios, pero quien se la decía en su sueño no era el
joven de veinte años, sino el hombre que era ahora, y había tanta intensidad en
su voz, en su mirada, que ella había deseado correr hacia él.
En su sueño
Lucian abría los brazos para recibirla y de golpe desaparecía sin dejar rastro.
Se despertó
angustiada.
Su subconsciente
estaba mezclando el pasado y el presente y la estaba confundiendo.
En la mañana se
sorprendió a sí misma al preparar un abundante desayuno, era demasiado para una
sola persona, lo había hecho sin darse cuenta. Entonces como un eco le llegó el
recuerdo de una antigua promesa. “la próxima vez yo te prepararé el desayuno”
le había dicho aquella lejana mañana al hombre que amaba.
Afortunadamente,
su suspensión terminó pronto y Claire pudo regresar a trabajar, estaba
acostumbrada a dedicarse plenamente a su vocación de medica así que no poder
ejercerla la apenaba. Durante años ser doctora había sido su única meta y una
vez que lo había logrado, se había dedicado en cuerpo y alma a su profesión,
dejando de lado su vida personal, había intentado tener una relación amorosa
pero siempre fracasaba.
Ya había dejado
de intentarlo. Su trabajo lo era todo y era feliz así.
Aunque temía que
le quedara poco tiempo en su actual trabajo, cuando saliera la nota que acaba
de dar a un periódico nacional, volverían a suspenderla.
Lucian llevaba dos días trabajando
intensamente, se había asegurado que se implementaran las medidas de seguridad
correspondientes en las fábricas y había conseguido que le hicieran una
inspección en los próximos días para
luego hacer públicos los resultados. Aquello despejaría las dudas. Por otra
parte tenía a un grupo de expertos trabajando para buscar una solución a la
contaminación, porque un río contaminado no era fácil de ocultar, no por mucho
tiempo.
También se había
encargado de indemnizar a los damnificados y obtener a cambio documentos firmados que lo libraban de
futuras acciones legales en su contra. Además se había encargado de su trabajo
habitual administrando Gladius.
Estaba agotado
física y mentalmente, así que se había tomado el día. Había ido a la casa de
campo a tratar de descansar y recuperar algo de la clama que había perdido.
Le gustaba aquel
lugar, su padre lo había vendido mucho tiempo atrás pero afortunadamente, él
había podido comprarlo. Era su refugio ahora,
cada vez que se sentía agobiado iba allí, porque sentía que estaba con
ella en ese lugar. Al menos estaba con su recuerdo, con los recuerdos del fin
de semana juntos que habían pasado allí doce años atrás.
Casi podía verla
andar por la casa, sentada a la mesa con él, sonriéndole, en la
cama….durante mucho tiempo aquella casa
de verano había estado llena con la presencia de Claire, con su sombra del
pasado. Ahora había vuelto y Lucian no podía evitar imaginar cómo sería tenerla
allí junto a él, a veces sólo quería contarle todo, pedirle perdón y
recuperarla, a veces lo deseaba tanto que le quitaba la respiración.
Pero no podía
hacerlo, por un lado porque no quería involucrarla en su mundo y porque además,
dudaba que ella lo aceptara.
Tal vez en otra
vida.
La poca paz
mental que había logrado se desvaneció con un llamado de su padre. Él no había
respondido a las llamadas pero
finalmente claudicó ante la insistencia y escuchó los mensajes de voz.
Había llegado al ojo de la tormenta.
“Es ella…esa
mujer sale en los diarios. Quiero verte ahora mismo” Eso decía el primer
mensaje y bastó para ponerlo en alerta, su padre lo sabía, sabía sobre Claire.
Era lo que él había intentado evitar que sucediera, pero la tozudez de la
chica, no quería imaginar qué había hecho ahora, la había puesto al descubierto
y en peligro.
Sin perder
tiempo , tomó las llaves de su auto y partió rumbo a la ciudad. Atrás quedaba
la paz anhelada, la casa de verano y los fantasmas de un amor perdido.
Usualmente
evitaba la casa de su padre, prefería mantener toda la distancia posible con
aquel hombre que lo había engendrado y al mismo tiempo lo había destruido.
Desde un
principio había torcido su vida, con su forma de ser, su crueldad había
orillado a su esposa a suicidarse. Era una mujer débil para quien el único modo
de escaparse de su marido había sido quitarse la vida, sin siquiera considerar
el hijo pequeño que dejaba atrás.
Y así las dos
personas que lo había traído al mundo y que debían cuidarlo, lo habían dejado.
Su madre había muerto y para su padre había sido una herramienta para cumplir
sus ambiciones.
Claire había
sido la primera persona que lo había
amado sincera y completamente.Tal vez por eso ella fuera su último amor, porque
había sido el primero también.
Se detuvo frente
a la entrada de la mansión paterna, no le gustaba entrar allí, pero iría hasta
el infierno si era por ella.
Apenas entró su
padre le arrojó un periódico contra la cara. Lucian se inclinó para levantarlo
del suelo y vio lo que tenía enfadado a aquel hombre.
Claire había
dado una extensa nota en un periódico nacional, allí contaba la situación de
las fábricas Gladius, denunciaba la contaminación y decía que los pacientes
habían sido intimidados. También había publicado los informes e invitaba a expertos a hacer su propia investigación
sobre el tema.
No pudo evitar
admirarla. Siempre había tenido más valor que él.
-¡¿Por eso no
hacías nada?! ¿Por qué es ella? ¿Volvió y me lo ocultaste?
-Te dije que lo
estoy solucionando, a mi manera.- respondió hosco.
-¡¿TU MANERA?!
Si tú no puedes hacer nada, yo me encargaré…- dijo su padre y Lucían perdió el
control
-¡No te atrevas
a tocarla!- le gritó con odio.
-Han pasado más
de diez años, ¿aún te tiene agarrado?. No dejaré que esa zorra nos arruine…
-Si te metes con
ella yo mismo te arruinaré, padre – contestó Lucian con ferocidad.
-Ves de lo que
hablo, ella es tu debilidad….debí sacarla del medio para siempre.
-Te equivocas,
ella es mi razón. Podría mandarte a la cárcel o incluso llegar más lejos si se
trata de proteger a Claire.
-¿Amenazas a tu
padre?
-¿Mi padre? Para
mí padre es sólo una palabra, nada más, tú te encargaste que así fuera… -dijo
con desprecio.
-Voy a liberarte
de ella de una vez por todas.
-Hablo en serio
padre, sólo por ella me he controlado. Ya no soy un cachorro sin dientes.
¿Estás seguro que quieres soltarme la correa? Porque si te atreves a meterte
con Claire , nada va a detenerme y vas a saber la clase de perro rabioso que
puedo ser…
-Los perros
rabiosos se sacrifican- dijo el hombre mirándolo fijamente y Lucian sonrió.
-Alguna vez me
dijiste que no tenía poder para protegerla, todos estos años he hecho lo
necesario para cambiar eso. Y te lo demostraré si debo hacerlo.- declaró con
frialdad. Por un segundo vio reflejada la sorpresa en los ojos de su padre,
como si lo estuviera viendo por primera vez, como si acabara de darse cuenta de
que clase de hombre era, tan atemorizante como él mismo.
Ambos se
sostuvieron la mirada en un silencioso desafío, la relación entre ellos se
había malogrado mucho tiempo atrás, ya no quedaba nada del lazo padre e hijo,
de alguna forma los dos sentían que habían llegado al momento de la última batalla
por doblegar al otro.
Sin embargo
Lucian tenía confianza en ganar, porque su alma estaba en juego, doce años
atrás desde las sombras de una esquina que lo ocultaba, mientras veía
derrumbarse a la mujer que amaba sin
poder socorrerla, había decidido cuidarla, aunque jamás volviera a tenerla iba
a protegerla y garantizar su felicidad.
Claire iba
charlando con Jacob mientras se dirigían hacia los consultorios, cuando ella se
detuvo de golpe. Lucian estaba parado delante, mirándola fijamente.
Como cada vez
que lo veía sintió que en su interior chocaba la imagen del pasado que tenía de
él con la del presente.
Ahora mismo, en
su mente se yuxtaponía un muchacho de veintiún años, vestido con un jean y una
camiseta con la este hombre, alto y anchos de espaldas que llevaba ropa
carísima, de color oscuro que le quedaba hecha a medida, pero le daba un aire
distante y amenazador.
-Parece de esos
personajes de Star Wars que se pasan al lado oscuro…-susurró Jacob a su lado
tratando de relajar el clima pues había notado la tensión.
La joven pensó
que el comentario no era desacertado, a veces tenía la sensación de que eso era
lo que había sucedido. La mañana que se despidieron felices, Lucian era un
hombre, luego había pasado al lado oscuro cuando la dejó cruelmente, y ahora
simplemente parecía haberse perdido totalmente en la oscuridad.
Pero , a veces,
creía adivinar una luz en su mirada, algún chispazo del Lucian que había jurado
amarla y eso la confundía.
Sabía que había
ido allí por lo de la nota que le había dado al periódico, así que caminó hacia
él.Pero Jacob la detuvo de un brazo.
-¿Ese es Lucian
Crow, verdad? Mejor no vayas Claire, es
un hombre peligro. Si vino hasta aquí no ha de ser por nada bueno, aléjate de
él.
-No te
preocupes, Jacob, está en un lugar público, no va a hacerme nada…y de última
estamos en un hospital y eres médico, puedes atenderme.
-¡Claire, no
bromees con eso! Voy contigo, entonces.
-No, ve a
atender tus pacientes, yo me encargo de él.
-Claire…
-Esto es entre
él y yo, Jacob. Ve.- le dijo y avanzó hacia Lucian que seguía observándola
fijamente. El joven medico la agarró del brazo intentando detenerla, pero ella
se soltó y caminó dejándolo atrás.
Después de la
discusión con su padre, Lucian había sentido la necesidad de ver a Claire, quería
saber que estaba bien, y tenerla cerca.
Casi sin pensar
había ido al hospital, al llegar había inventado una rápida excusa pero la
única razón de su presencia allí, era aquella mujer que caminaba furiosa hacia
él.
Era la primera
vez que la veía con su uniforme de doctora, le quedaba bien, se sentía
orgulloso de ella. Al notar al hombre que la acompañaba sintió celos y al verlo
tomarla del brazo, instintivamente quiso apartarlo, pero se controló. Él había
renunciado a ella y quería que fuera feliz, incluso si esa felicidad estaba en
brazos de otro, aunque en su interior se
rebelaba contra aquella idea. Su mente sabía que era lo mejor para Claire amar
y ser amada, formar una familia, pero su corazón aborrecía aquella idea.
Hizo lo posible
por mantenerse inexpresivo, para que ella no notara la intensidad de sus
sentimientos, era un experto en ponerse máscaras. Lo había hecho durante tantos
años, que ya no sabía quién era verdaderamente.
-¿Qué haces
aquí, Lucian? – lo increpó ella. Desde su última charla cuando habían
mencionado su relación pasada, le parecía una tontería seguir fingiendo que no
se conocían o seguir tratándolo formalmente.
Sin embargo, al
pronunciar su nombre fue como si algo desbordara en su interior, con cada letra
pronunciada el dique que contenía sus emociones se fisuraba.
“Lucian, Lucian,
Lucian” el nombre reverberó en su voz, llevaba tanto tiempo sin decirlo, y en
el pasado aquella palabra había sido el
sinónimo de lo más amado.
Trató de que
aquel recuerdo no se colara en sus palabras actuales cuando lo nombró.
-Vine a hablar
con el director sobre la situación de los pacientes que mencionó en esa
entrevista, doctora- contestó él ignorando la lucha interior de la mujer así
como ella ignoraba la suya.
-No tienes nada
que hacer aquí, y menos si se trata de esa gente, ya has hecho demasiado daño.
-Sólo quiero
informarme, ya que daré una entrevista hoy para contestar a sus acusaciones,
quiero estar al tanto de todo.
-Ya te di un
informe poniéndote al tanto, pero no importó , ¿cierto?. No quieres la verdad,
sólo lo que a ti te sirva para tu beneficio.
-La verdad no es
tan útil como cree, no siempre ayuda o libera, doctora- dijo manteniendo la
formalidad pues era la última barrera que lo mantenía a salvo.
-No pienso lo
mismo, y me hace feliz, me preocuparía mucho pensar igual a alguien como tú. Y
ya que estás aquí podría dar una vuelta por el hospital y ver que hace falta,
seguramente el dinero que te sobra serviría de mucha ayuda.
-Pago mis
impuestos doctora, según sé eso se utiliza para invertir en salud pública –
dijo y pudo notar como sus palabras la indignaban. Aún así, Claire sonrió.
-¿Pagas
impuestos? Entonces supongo que deberé tachar la evasión fiscal de tus
crímenes, algo menos …- le dijo valientemente. No estaba muy segura de por qué
lo hacía pero quería provocarlo, ofenderlo, herirlo si era posible. Quizá se
estuviera rebajando a sí misma al comportarse así, quizá en su interior sólo
quería devolver lo que había recibido en el pasado, o tal vez deseaba ver a un
Lucian más humano, despojado de aquella superioridad que lo deshumanizaba.
Fuera cual fuera la razón, reaccionaba con furia cuando lo tenía cerca.
-Parece que sabe
muy bien sobre mis crímenes, doctora.
-En gente como
tú, sólo hay que raspar un poco la superficie para que la suciedad salga a
flote.- le dijo y él se le acercó hasta inclinar su cabeza junto a su oído.
-Si sabes tan
bien de lo que soy capaz, aléjate. – susurró con suavidad pero le provocó
escalofríos, la amenaza estaba latente, ella retrocedió y buscó su mirada.
-¿Ahora me
amenazas a plena luz del día? ¿En la lista también debo incluir que eres un
asesino?
-No estoy seguro
de lo que puedo ser, doctora, así que deja de enfrentarme. –le dijo y sin más
dio la vuelta y se alejó de ella.
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