Lucian estaba
vistiéndose para asistir a una función de gala en el teatro con su novia,
Judith, ella lo había llamado más de diez veces para recordarle el evento y él
había asentido automáticamente.
Justo se anudaba
la pajarita al cuello cuando su teléfono sonó, creyó que era su novia una vez más pero era el abogado de la
empresa.
-Lucian, creo
que debes prender la televisión, pon el noticiero del canal diez...-le dijo el
hombre.
-¿Qué sucede? –
preguntó yendo por el control remoto.
-Debes verlo,
luego llámame y dime qué quieres hacer – le respondió.
Fura lo que
fuese era demasiado grave, tanto que su abogado no se animaba a decirlo.
Prendió la televisión inmediatamente y vio a Claire acompañada por un par de
ambientalistas, denunciando públicamente que las fábricas de Gladius contaminaban el río.
-¡Maldita sea!-
gritó y llamó a su abogado.-Espérame, voy para allá.- le dijo y luego hizo otra llamada.- Vladimir,
necesito que hagas un trabajo para mí ...-empezó a explicar a quien lo
escuchaba del otro lado de la línea.
Después de hacer
una llamada más a la estación televisiva para exigir que quitaran a Claire del
aire, se dirigió de su abogado para buscar estrategias legales y
recién cuando su novia lo llamó para reclamarle por el plantón recordó
que había faltado a la cita.
Le respondió que
tenía algo más importante que hacer y le cortó.
A la mañana siguiente, Claire fue a su trabajo
temiendo que la despidieran, pero el Director sólo le dio una semana de
suspensión, sancionándola no porque
creyera que estaba equivocada, sino porque sus acciones ponían en peligro al
hospital. No estaba tan mal, no era un precio tan grande.
Aunque había quedado preocupada, quizás su
impulsividad hiciera que el hospital tuviese que enfrentar una demanda legal de
Gladius pero ella sabía que la verdad triunfaría. Lucharía para que así fuese.
La semana que
tenía libre forzosamente se encargaría de convencer a los pacientes para que
testificaran e hiciese las denuncias
pertinentes.
Sin embargo se
dio cuenta que su lucha no sería fácil
cuando las notas que había dado a varios diarios locales no salieron
publicadas, por lo visto Lucian estaba usando su poder para ocultar la verdad.
Jacob y una
pediatra con la que había hecho amistad la reprendieron.
-Estás loca por
enfrentarte a ellos – le dijo la mujer.
-No sé si eres
demasiado valiente o simplemente estúpida – le dijo él con muy poco tacto.
-Sólo soy fiel a
mí misma.
-Y te has puesto
en peligro por ello – insistió el hombre y Claire se preguntó si en verdad los
Crow eran tan peligrosos. Tal vez por su historia con Lucian ella había
ignorado las advertencias, tal vez sí había sido inconsciente, pero por alguna
razón no creía que aquello la pusiera en peligro.
Quizá la
despidieran del trabajo o ellos lograran hacerla quedar como una mentirosa,
pero no los imaginaba capaces de llegar más lejos.
Aunque por un
segundo vino a su mente la imagen del
hombre con el que se había entrevistado y recordó lo duro que parecía. Hasta su
alma parecía estar llena de aristas.
- No hay que
dramatizar – dijo finalmente recuperando su ánimo.
- En verdad no
sabes en qué te metiste – comentó la pediatra resignada.
-Si sucede algo
extraño y necesitas ayuda, llámame- se ofreció Jacob y ella sonrió.
-De acuerdo, si
necesito guardaespaldas te llamaré. Aunque dudo que un medico sea buen
candidato para el puesto.- respondió bromeando y luego se marchó.
Al día siguiente
la sonrisa se le había borrado, había intentado hablar con los pacientes,
incluso había ido a sus casas pero no habían querido atenderla. Su intuición le
decía que había llegado muy tarde, alguien más los había contactado antes.
Se sentía
abatida, era desalentador querer proteger a alguien que no lo valoraba. Tal vez
si tuviera algo de Juana de Arco peleando una guerra sola, se preguntaba si
estaba actuando así porque Lucian estaba involucrado. ¿Era posible que sus
motivos no fueran altruistas y sólo quisiera luchar contra él?
No, no se
trataba de eso, el río estaba siendo contaminado y ella de verdad creía que
estaba mal. No podía quedarse de brazos cruzados y su necesidad de inmiscuirse
iba más allá de Lucian. Aunque tal vez hubiera empezado con él muchos años
antes.
Cuando le había
dicho aquellas palabras tan crueles y había hecho pedazos sus sueños de amor,
ella se había sentido totalmente inerme, como si la despojaran de la carne que
la protegía y le dejaran el alma expuesta para mancillarla sin piedad. Se había
sentido débil e indefensa, no quería que nadie más se sintiera así.
No quería que
alguien tuviera el poder de dañar a otros, desde aquel triste día de su
adolescencia se había alzado ante las injusticias, porque ella había sido
tratada injustamente.
Sí, quizá Lucian
había iniciado aquello pero no era la razón actual. De hecho era un obstáculo,
porque también en el pasado ella hubiera dado su vida por evitarle cualquier
daño y ahora tenía que estar dispuesta a atacarlo sin titubear.
Le había
regalado su auto a su hermana, antes de volver a la ciudad así que para
movilizarse usaba el transporte público. No había notado nada raro hasta que
llegó al centro. Entonces se dio cuenta que dos hombres la estaban siguiendo,
probablemente lo habían hecho todo el día pero ella acababa de notarlo. Aquello
la alarmó. Le faltaba bastante para llegar a su casa y estaba empezando a
oscurecer, no tenía mucha gente a quien
recurrir, así que llamó a Jacob-
-Jacob, creo que
me están siguiendo, me preocupa – dijo
tratando de no sonar muy alarmada.
-De acuerdo, iré
por ti. ¿Hay alguna confitería o restaurante cerca? – preguntó.
-Sí, hay una
confitería en la esquina de la otra cuadra.- respondió y le dio la dirección de
donde se encontraba
-Bien, ve allí y
espera que vaya por ti. Quédate donde haya gente, no vayas al baño ni salgas
sola. ¿De acuerdo?
-No me
asustes...
-No sería mala
idea, tal vez así tengas algo de
prudencia- le dijo y colgó para ir a buscarla.
Cuando Jacob
llegó, Claire estaba sentada tomando un jugo de naranja en una mesa junto a la
ventana. Se sentó junto a ella.
-Siguen
allí…-dijo la chica y le señaló un par de hombres apostados afuera. Uno estaba directamente
enfrente de la confitería y otro en la misma vereda a pocos metros.
-Te dije que era
peligroso.
-Ni siquiera se
esconden, es tan obvio – observó ella.
-Es lógico están
tratando de intimidarte, quieren que sepas que están ahí. Y ojalá solo sea eso.
Vamos te llevaré a tu casa, deberías conseguirte un auto, Claire.
- Jacob, gracias
por venir.
-No necesitas
agradecerme- dijo él y luego que Claire pagó su jugo, se fueron en el auto del
médico.
-Creo que un
auto nos está siguiendo – dijo ella mirando nerviosa hacia atrás.
-¿Vives sola,
verdad?
-Sí.
-¿No hay nadie
con quien puedas quedarte esta noche?¿Otro lugar a donde ir que no sea tu casa?
-Jacob, no creo
que sea para tanto. Como dijiste sólo
intentan asustarme.
-Me quedaré
contigo, puedo dormir en cualquier lado.
-Jacob, no es
necesario, no tenemos que exagerar.
-O es eso, o
vienes a mi casa. Elige , pero no estaré tranquilo si te quedas sola con esos
tipos rondando. Me da mala espina, Claire. Prometo no invadirte, sólo me
quedaré como perro guardián en un rincón, y es más por tener la conciencia
tranquila que otra cosa.- le aclaró para convencerla.
-Puedo ir a un
hotel…- propuso ella pensativa.
-Eso tampoco me
tranquilizaría, de hecho estarías más expuesta allí.
-¿No vas a
dejarme tranquila, verdad?
- Me quedaré
contigo, Claire.
-De acuerdo –
aceptó ella porque aunque no quisiera reconocerlo estaba algo asustada.
Bajaron del auto
y Claire invitó a Jacob a entrar.
-Pasa, aún la
estoy arreglando pero tengo poco tiempo así que es un trabajo en progreso.
- Está quedando
muy bien, y por suerte tienes un sofá – dijo él y señaló el mueble que estaba
junto a la puerta- No tendré que dormir en el suelo.
-Y supongo que
también tendré que invitarte a cenar…
-Mmmm…¿la
ocupada doctora sabe cocinar?
- Me las
arreglo- contestó ella con un suspiro exagerado.
Claire preparó
la cena y luego hablaron de temas varios, ambos evitaron mencionar los
incidentes recientes porque tenían muy en claro lo que cada uno pensaba del
asunto.
Había acabado de
recibir una llamada que lo puso de mal humor, así que cuando Judith llegó a su
casa sin avisar, Lucian tuvo ganas de echarla sin mayores ceremonias.
-Tenemos que
hablar – dijo ella entrando.
-Vaya, vamos a
caer en las frases hechas…déjalo para otro día, no estoy de humor hoy.
-Tampoco yo,
Lucian Sé que me plantaste porque surgió algún problema con la empresa, pero no
podemos seguir así.
-¿Acaso viniste
a la media noche para pedirme casamiento? – preguntó irónico mientras iba a
servirse un vaso de whisky, usualmente no le gustaba beber, pero aquella noche
lo necesitaba.
-No, vengo a
pedirte que nos separemos – dijo la mujer y aquello lo sorprendió, no era lo
que esperaba de ella.
-¿Es que un
posible escándalo mediático te ha desencantado, querida? ¿Ya no soy lo
suficientemente bueno? – preguntó sin alterarse.
-Sigues siendo
el mejor en algunos aspectos, eres el yerno que mi padre quiere, te admira y te
teme, creo. Eres atractivo, rico, poderoso y me gusta presumirte frente a las
demás mujeres y me gusta estar a tu lado porque la alta sociedad se doblega
ante ti, puedo ser una reina si soy tu mujer. Pero no eres más que eso Lucian.
-Nunca antes te
había importado.
-Lo sé, y
tampoco me importaban tus aventuras. Es normal en los círculos en que nos
movemos. Eras el mejor candidato para marido que podía pensar...
-¿Entonces?
-Hay alguien
más…conocí a otro hombre.
- ¿Esa es tu
excusa? ¿Crees que no se de tus indiscreciones? No sería la primera vez
-Tienes razón,
pero esta vez es distinto. Siento algo por él.
-Ahhhh, te
enamoraste. ¿No me querías a mí? – preguntó sonriendo burlonamente.
-Sí, te quise
alguna vez, Lucian. Aunque no lo creas. Pero quererte es algo agotador e
imposible. No tienes nada que dar, eres una cáscara, eres frío, duro, oscuro,
implacable. Pensé que podría estar con alguien así, pero no puedo. Ahora lo sé,
ahora que conozco a alguien que devuelve mis sentimientos, que me hace el
amor en lugar de tener sexo conmigo. Hay
algo que está malditamente mal contigo, dudo que puedas amar a alguien, ¿puedes
hacerlo Lucian?
-Quien sabe. Tal
vez ya no…dijiste que era duro frío e implacable, lo soy, porque debía ser un
escudo. Supongo que un escudo no puede amar si quiere ser eficiente.
-No entiendo de
que hablas, pero sé que si me quedo contigo, llegará un día en que me
arrepienta. Ahora lo entiendo- le dijo la mujer y Lucian pensó que nunca la
había escuchado hablar con tanta emoción y sinceridad.
-Bien. Vete
entonces, eres libre. No voy a aferrarme, no te preocupes.- le dijo y levantó
el vaso en un fingido brindis.
-¿Tomarás alguna
represalia?
-¿Por la
humillación de que mi novia me abandone?- preguntó él y ella sonrió levemente.
-No, supongo que
no. Nunca te importé tanto. Adiós , Lucian.
-Adiós, y
Judith…- la llamó cuando ella llegaba a la puerta.
-¿Sí?
-Espero que seas
feliz, lo digo sinceramente.
-Lo sé, Lucian.
Gracias- dijo ella.
El hombre dejó
el vaso y agarró la botella, necesitaba emborracharse rápido. Una mujer
sumamente fría y calculadora acababa de dejarlo porque él no podía amar. Se río amargamente y bebió un trago
abundante, sintió que la bebida le quemaba la garganta. Aún podía sentir algo,
quizá no estaba muerto después de todo, quizá le quedaba algo de humanidad.
Un escudo, sí
eso era él, doce años atrás había renunciado a sí mismo para convertirse en el
escudo que resguardara a Claire de todo daño.
La misma mujer
que aquella noche estaba fuera de su alcance, durmiendo con otro.
Habían pasado
dos días desde la noche que Jacob se quedó con ella y aún la seguían, pero
Claire había decidido no decirle nada De hecho le había mentido diciendo que ya
nadie estaba tras sus pasos. Estaba agradecida con su nuevo amigo, pero no iba
a pasarse la vida bajo su protección o escondida tras alguien, desde chica se
había hecho cargo de sí misma, no iba a dejar que eso cambiara.
Tampoco iba a
esperar que aquel silencioso acoso se convirtiera en algo más, si Lucian Crow
pensaba que eso bastaría para callarla, estaba muy equivocado.
Volvió a mirar
hacia atrás y vio a los dos tipos que la seguían. Caminó hacia la estación de
policía.
-Hay dos matones
siguiéndome desde ayer, ahora mismo están allí afuera haciendo guardia. Estoy
segura que los envía el dueño de Gladius, quiero que los detengan…-dijo cuando
un policía le preguntó que necesitaba.
-Venga por aquí
y explíqueme – le dijo el oficial y ella contó toda la historia. Por suerte
parecía que aún la justicia existía porque la escucharon y dos oficiales se
movieron con prontitud para aprehender a quienes la seguían. Increíblemente
estaban fuera de la estación de policía y no opusieron resistencia. Aunque la
mayor sorpresas, se la llevó un rato después.
-Señorita – dijo
el policía.
-¿Los
arrestaron?¿Tienen antecedentes? ¿Confesaron? – preguntó ella ansiosa.
-No, no los
arrestamos.
-Pero llevan
tres días siguiéndome..¿Acaso van a esperar que pase algo? ¿No les importa si
esos matones me atacan?
-Es que , verá,
ellos no son matones…son guardaespaldas profesionales.
-¿Son qué? –
preguntó sorprendida.
-Son
guardaespaldas, tienen licencia autorizándolos y pertenecen a la empresa de
seguridad de mejor reputación. No son matones, entiende, ni se dedican a dañar
gente. Se encargan de proteger a políticos, famosos…
-¿Son
guardaespaldas, no matones? ¿Entonces por qué me están siguiendo…?
-La protegen.
-La protegen.
-¿Qué?- preguntó
incrédula.
-Están
cuidándola. Y aunque no dijeron quien los contrató, tampoco puedo detenerlos
porque no han hecho nada malo. No sé lo que está pasando pero no creo que deba
solucionarlo en una estación de policía.
-Lo siento…-se
disculpó avergonzada. Estaba muy confundida, aunque sólo conocía a alguien con
el suficiente dinero como para hacer eso.
Salió decidida y
afuera se encontró con los dos guardaespaldas esperándola. Se paró frente a
ellos y les habló
-¿Van a
continuar siguiéndome? Bien, les aviso que tomaré un taxi para ir a Gladius.
Así les facilito un poco el trabajo, de pasó quizá puedan avisarle a Crow que
voy a verlo – les dijo y, tal como imaginaba, ellos no respondieron. Sin perder
más tiempo buscó un taxi.
En un primer
momento, la secretaría no quiso dejarla pasar si no tenía una cita previa, pero
ella insistió diciendo que estaba segura que su jefe aceptaría verla.
Finalmente la secretaria aceptó preguntar, y Lucian dijo que la atendería.
Esta vez no dudó
al cruzar la puerta. Entró decidida.
-Doctora, ¿qué
la trae aquí? – preguntó con amabilidad.
-Basta de
juegos…¿contrató guardaespaldas para que me siguieran? ¿Por qué?
-Bueno, hizo
declaraciones contra mi empresa, si algo le sucediera, me acusarían a mí,
¿verdad? Sólo quería librarme de cualquier acusación- contestó restándole
importancia.
-¡Deje de
mentir! Esos tipos me han estado siguiendo para amedrentarme.
-Si ése es el
caso, no la veo intimidada.¿Qué ganaría yo?
-No pienso darle
el gusto, no voy a jugar sus juegos. Quería dejarle eso en claro. No importa lo
que haga no voy a detenerme- dijo ella y él se le acercó.
-Debería
detenerse, esta vez eran guardaespaldas. La próxima vez podrían no serlo, ¿cree
que la policía le creería de nuevo? – preguntó en voz baja y Claire no pudo creer lo que oía. ¿Lo había
planeado todo? Aquellas maquinaciones le daban más miedo que cualquier otra
cosa, imaginar que él pudiera caer tan bajo y que intentara manipularla.
-¿Me está
amenazando?- lo increpó-¿Hizo lo mismo con los pacientes para que no hablaran?
-Claro que no,
qué imaginación tiene, si no quieren participar en su cruzada ha de ser por
algo. Y en cuanto a usted sólo que creo que sería buena idea que deje de
entrometerse Incluso, podría volver a su antigua ciudad, no hay nada aquí que
la retenga. Deje de pelear peleas ajenas y viva bien su vida, doctora.
-No voy a irme,
no esta vez – dijo ella y clavó su mirada en él. Quería saber que pensaba, pero
sus ojos verdes eran impenetrables, tanto que le resultaban desconocidos.
-La obstinación
suele ser más estupidez que otra cosa. Debería saber cuándo renunciar.
-Sólo renuncio
cuando me obligan – le dijo ella recordando cómo había terminado todo entre
ellos. También aquella vez él la había llevado al límite- Pero esta vez no
tengo dieciocho años – dijo sin darse cuenta y se arrepintió inmediatamente de
mencionar algo referente al pasado.
-¿Dieciocho
años? – preguntó con curiosidad y algo en su expresión cambió.
-Sí. Aunque
algunas cosas no cambian, sigues siendo un desalmado…- le dijo envalentonada,
ya no podía retroceder. Lo dicho, dicho estaba.
-¿Un desalmado?
¿Nos conocemos, doctora? – le preguntó y esta vez ella estuvo segura que
fingía, aunque no sabía por qué.
-Nos conocimos
alguna vez, ya no- le contestó refrenando todos los recuerdos que la inundaban.
-Ahhh, ya veo.
Nos acostamos alguna vez, ¿verdad? Algo en usted se me hace familiar. ¿Es eso
lo que la tiene tan alterada? ¿Está tratando de llamar mi atención?- le dijo de
un modo que la hizo sentir nauseas.
Si seguía así,
él acabaría con los pocos buenos recuerdos que ella había resguardado dentro de
sí.
Claire bajó la
mirada un segundo para evitar que notara cuánto la afectaba y luego lo miró
sonriendo falsamente, intentó imprimirle todo el desprecio que sentía a la
sonrisa que le dirigió.
-Eres un
maldito, por eso voy a pelear. No dejaré que juegues con inocentes…- le dijo y
él la miró divertido como si ni siquiera valiese la pena preocuparse por sus
advertencias.
-No juego en tu
categoría doctora, nunca lo hice…-le dijo con sorna.
-Lo sé, estás
demasiado bajo - respondió y se marchó. Aquella discusión la agotaba y la hería
innecesariamente Había sido una tonta, ella misma se había puesto de blanco
para que él diera los golpes. ¿Por qué no podía dejar el pasado atrás? Quizá
porque en su interior jamás había creído que Lucian pudiera ser un maldito
desgraciado. De alguna manera había disociado la imagen del chico con el que
había salido seis meses y le había demostrado su amor en todas las formas
posibles del que la había herido.
Y no estaba
segura de quién era el Lucian Crow con el que luchaba ahora, pero no iba a
dejar que la venciera.
-Valiente
Claire, tonta Claire…-susurró Lucian cuando la chica salió de su oficina. Por
qué tenía que haber aparecido en aquellas circunstancias, era injusto, muy
injusto. Pelear con ella, fingir, mantenerla lejos y herirla para alejarla de
aquel mundo turbio era más de lo que podía soportar. Lo había hecho una vez, no
creía poder hacerlo dos veces y salir vivo. Que lo despreciara era muy
doloroso.
Su teléfono
sonó, eran los guardaespaldas que le había puesto, preguntando qué hacían ahora
que los había descubierto.
-Continúen custodiándola,
ahora ya pueden hacerlo en forma encubierta. Ya no es necesario que ella los
vea, pero no bajen la guardia, quiero que esté protegida día y noche.
Sabía que ella
no iba a darse por vencida, imaginaba que estaba planeando algo para contraatacar
y eso lo preocupaba. Aunque por eso se había enamorado de ella, Claire había
tenido una vida dura con su padre preso por robo y su madre alcohólica, además
de la responsabilidad de cuidar a una hermana pequeña. Era un poco retraída
cuando la conoció, pero al entrar en confianza, era una chica alegre, valiente
y de valores muy firmes. Tenía en claro lo que estaba bien y lo que estaba mal,
y siempre salía en defensa de los que la necesitaban. Ya fuera rescatar algún
animalito callejero, defender a niños o incluso a él mismo.
Recordaba con
claridad el día que había ido a verla llevando la marca de los golpes de su
padre, Claire se había indignado, lo había curado y había estado más que
dispuesta a ir a pelear con el hombre que lo había golpeado. Sólo había podido
disuadirla diciéndole que empeoraría las cosas para él, preocupada había
accedido a no meterse. Ella era así, no había cambiado con los años. Le
alegraba que siguiera siendo así, que la traición de él no hubiera cambiado su
esencia, pero por otra parte, eso estaba causando muchos problemas para ambos.
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