domingo, 23 de diciembre de 2012

Desde las sombras 4°


Lucian estaba vistiéndose para asistir a una función de gala en el teatro con su novia, Judith, ella lo había llamado más de diez veces para recordarle el evento y él había asentido automáticamente.
Justo se anudaba la pajarita al cuello cuando su teléfono sonó, creyó que era su  novia una vez más pero era el abogado de la empresa.
-Lucian, creo que debes prender la televisión, pon el noticiero del canal diez...-le dijo el hombre.
-¿Qué sucede? – preguntó yendo por el control remoto.
-Debes verlo, luego llámame y dime qué quieres hacer – le respondió.

Fura lo que fuese era demasiado grave, tanto que su abogado no se animaba a decirlo. Prendió la televisión inmediatamente y vio a Claire acompañada por un par de ambientalistas, denunciando públicamente que las  fábricas de Gladius contaminaban el río.
-¡Maldita sea!- gritó y llamó a su abogado.-Espérame, voy para allá.-  le dijo y luego hizo otra llamada.- Vladimir, necesito que hagas un trabajo para mí ...-empezó a explicar a quien lo escuchaba del otro lado de la línea.
Después de hacer una llamada más a la estación televisiva para exigir que quitaran a Claire del aire, se dirigió de su abogado para buscar estrategias legales  y  recién cuando su novia lo llamó para reclamarle por el plantón recordó que había faltado a la cita.
Le respondió que tenía algo más importante que hacer y le cortó.

 A la mañana siguiente, Claire fue a su trabajo temiendo que la despidieran, pero el Director sólo le dio una semana de suspensión, sancionándola  no porque creyera que estaba equivocada, sino porque sus acciones ponían en peligro al hospital. No estaba tan mal, no era un precio tan grande.
Aunque  había quedado preocupada, quizás su impulsividad hiciera que el hospital tuviese que enfrentar una demanda legal de Gladius pero ella sabía que la verdad triunfaría. Lucharía para que así fuese.
La semana que tenía libre forzosamente se encargaría de convencer a los pacientes para que testificaran  e hiciese las denuncias pertinentes.
Sin embargo se dio cuenta que  su lucha no sería fácil cuando las notas que había dado a varios diarios locales no salieron publicadas, por lo visto Lucian estaba usando su poder para ocultar la verdad.
Jacob y una pediatra con la que había hecho amistad la reprendieron.
-Estás loca por enfrentarte a ellos – le dijo la mujer.
-No sé si eres demasiado valiente o simplemente estúpida – le dijo él con muy  poco tacto.
-Sólo soy fiel a mí misma.
-Y te has puesto en peligro por ello – insistió el hombre y Claire se preguntó si en verdad los Crow eran tan peligrosos. Tal vez por su historia con Lucian ella había ignorado las advertencias, tal vez sí había sido inconsciente, pero por alguna razón no creía que aquello la pusiera en peligro.
Quizá la despidieran del trabajo o ellos lograran hacerla quedar como una mentirosa, pero no los imaginaba capaces de llegar más lejos.
Aunque por un segundo  vino a su mente la imagen del hombre con el que se había entrevistado y recordó lo duro que parecía. Hasta su alma parecía estar llena de aristas.
- No hay que dramatizar – dijo finalmente recuperando su ánimo.
- En verdad no sabes en qué te metiste – comentó la pediatra resignada.
-Si sucede algo extraño y necesitas ayuda, llámame- se ofreció Jacob y ella sonrió.
-De acuerdo, si necesito guardaespaldas te llamaré. Aunque dudo que un medico sea buen candidato para el puesto.- respondió bromeando y luego se marchó.
Al día siguiente la sonrisa se le había borrado, había intentado hablar con los pacientes, incluso había ido a sus casas pero no habían querido atenderla. Su intuición le decía que había llegado muy tarde, alguien más los había contactado antes.
Se sentía abatida, era desalentador querer proteger a alguien que no lo valoraba. Tal vez si tuviera algo de Juana de Arco peleando una guerra sola, se preguntaba si estaba actuando así porque Lucian estaba involucrado. ¿Era posible que sus motivos no fueran altruistas y sólo quisiera luchar contra él?
No, no se trataba de eso, el río estaba siendo contaminado y ella de verdad creía que estaba mal. No podía quedarse de brazos cruzados y su necesidad de inmiscuirse iba más allá de Lucian. Aunque tal vez hubiera empezado con él muchos años antes.
Cuando le había dicho aquellas palabras tan crueles y había hecho pedazos sus sueños de amor, ella se había sentido totalmente inerme, como si la despojaran de la carne que la protegía y le dejaran el alma expuesta para mancillarla sin piedad. Se había sentido débil e indefensa, no quería que nadie más se sintiera así.
No quería que alguien tuviera el poder de dañar a otros, desde aquel triste día de su adolescencia se había alzado ante las injusticias, porque ella había sido tratada injustamente.
Sí, quizá Lucian había iniciado aquello pero no era la razón actual. De hecho era un obstáculo, porque también en el pasado ella hubiera dado su vida por evitarle cualquier daño y ahora tenía que estar dispuesta a atacarlo sin titubear.

Le había regalado su auto a su hermana, antes de volver a la ciudad así que para movilizarse usaba el transporte público. No había notado nada raro hasta que llegó al centro. Entonces se dio cuenta que dos hombres la estaban siguiendo, probablemente lo habían hecho todo el día pero ella acababa de notarlo. Aquello la alarmó. Le faltaba bastante para llegar a su casa y estaba empezando a oscurecer,  no tenía mucha gente a quien recurrir, así que llamó a Jacob-
-Jacob, creo que me están siguiendo, me preocupa – dijo  tratando de no sonar muy alarmada.
-De acuerdo, iré por ti. ¿Hay alguna confitería o restaurante cerca? – preguntó.
-Sí, hay una confitería en la esquina de la otra cuadra.- respondió y le dio la dirección de donde se encontraba
-Bien, ve allí y espera que vaya por ti. Quédate donde haya gente, no vayas al baño ni salgas sola. ¿De acuerdo?
-No me asustes...
-No sería mala idea, tal vez así tengas algo de  prudencia- le dijo y colgó para ir a buscarla.
Cuando Jacob llegó, Claire estaba sentada tomando un jugo de naranja en una mesa junto a la ventana. Se sentó junto a ella.
-Siguen allí…-dijo la chica y le señaló un par de hombres  apostados afuera. Uno estaba directamente enfrente de la confitería y otro en la misma vereda a pocos metros.
-Te dije que era peligroso.
-Ni siquiera se esconden, es tan obvio – observó ella.
-Es lógico están tratando de intimidarte, quieren que sepas que están ahí. Y ojalá solo sea eso. Vamos te llevaré a tu casa, deberías conseguirte un auto, Claire.
- Jacob, gracias por venir.
-No necesitas agradecerme- dijo él y luego que Claire pagó su jugo, se fueron en el auto del médico.
-Creo que un auto nos está siguiendo – dijo ella mirando nerviosa hacia atrás.
-¿Vives sola, verdad?
-Sí.
-¿No hay nadie con quien puedas quedarte esta noche?¿Otro lugar a donde ir que no sea tu casa?
-Jacob, no creo que sea para tanto. Como  dijiste sólo intentan asustarme.
-Me quedaré contigo, puedo dormir en cualquier lado.
-Jacob, no es necesario, no tenemos que exagerar.
-O es eso, o vienes a mi casa. Elige , pero no estaré tranquilo si te quedas sola con esos tipos rondando. Me da mala espina, Claire. Prometo no invadirte, sólo me quedaré como perro guardián en un rincón, y es más por tener la conciencia tranquila que otra cosa.- le aclaró para convencerla.
-Puedo ir a un hotel…- propuso ella pensativa.
-Eso tampoco me tranquilizaría, de hecho estarías más expuesta allí.
-¿No vas a dejarme tranquila, verdad?
- Me quedaré contigo, Claire.
-De acuerdo – aceptó ella porque aunque no quisiera reconocerlo estaba algo asustada.
Bajaron del auto y Claire invitó a Jacob a entrar.
-Pasa, aún la estoy arreglando pero tengo poco tiempo así que es un trabajo en progreso.
- Está quedando muy bien, y por suerte tienes un sofá – dijo él y señaló el mueble que estaba junto a la puerta- No tendré que dormir en el suelo.
-Y supongo que también tendré que invitarte a cenar…
-Mmmm…¿la ocupada doctora sabe cocinar?
- Me las arreglo- contestó ella con un suspiro exagerado.
Claire preparó la cena y luego hablaron de temas varios, ambos evitaron mencionar los incidentes recientes porque tenían muy en claro lo que cada uno pensaba del asunto.

Había acabado de recibir una llamada que lo puso de mal humor, así que cuando Judith llegó a su casa sin avisar, Lucian tuvo ganas de echarla sin mayores ceremonias.
-Tenemos que hablar – dijo ella entrando.
-Vaya, vamos a caer en las frases hechas…déjalo para otro día, no estoy de humor hoy.
-Tampoco yo, Lucian Sé que me plantaste porque surgió algún problema con la empresa, pero no podemos seguir así.
-¿Acaso viniste a la media noche para pedirme casamiento? – preguntó irónico mientras iba a servirse un vaso de whisky, usualmente no le gustaba beber, pero aquella noche lo necesitaba.
-No, vengo a pedirte que nos separemos – dijo la mujer y aquello lo sorprendió, no era lo que esperaba de ella.
-¿Es que un posible escándalo mediático te ha desencantado, querida? ¿Ya no soy lo suficientemente bueno? – preguntó sin alterarse.
-Sigues siendo el mejor en algunos aspectos, eres el yerno que mi padre quiere, te admira y te teme, creo. Eres atractivo, rico, poderoso y me gusta presumirte frente a las demás mujeres y me gusta estar a tu lado porque la alta sociedad se doblega ante ti, puedo ser una reina si soy tu mujer. Pero no eres más que eso Lucian.
-Nunca antes te había importado.
-Lo sé, y tampoco me importaban tus aventuras. Es normal en los círculos en que nos movemos. Eras el mejor candidato para marido que podía pensar...
-¿Entonces?
-Hay alguien más…conocí a otro hombre.
- ¿Esa es tu excusa? ¿Crees que no se de tus indiscreciones? No sería la primera vez
-Tienes razón, pero esta vez es distinto. Siento algo por él.
-Ahhhh, te enamoraste. ¿No me querías a mí? – preguntó sonriendo burlonamente.
-Sí, te quise alguna vez, Lucian. Aunque no lo creas. Pero quererte es algo agotador e imposible. No tienes nada que dar, eres una cáscara, eres frío, duro, oscuro, implacable. Pensé que podría estar con alguien así, pero no puedo. Ahora lo sé, ahora que conozco a alguien que devuelve mis sentimientos, que me hace el amor  en lugar de tener sexo conmigo. Hay algo que está malditamente mal contigo, dudo que puedas amar a alguien, ¿puedes hacerlo Lucian?
-Quien sabe. Tal vez ya no…dijiste que era duro frío e implacable, lo soy, porque debía ser un escudo. Supongo que un escudo no puede amar si quiere ser eficiente.
-No entiendo de que hablas, pero sé que si me quedo contigo, llegará un día en que me arrepienta. Ahora lo entiendo- le dijo la mujer y Lucian pensó que nunca la había escuchado hablar con tanta emoción y sinceridad.
-Bien. Vete entonces, eres libre. No voy a aferrarme, no te preocupes.- le dijo y levantó el vaso en un fingido brindis.
-¿Tomarás alguna represalia?
-¿Por la humillación de que mi novia me abandone?- preguntó él y ella sonrió levemente.
-No, supongo que no. Nunca te importé tanto. Adiós , Lucian.
-Adiós, y Judith…- la llamó cuando ella llegaba a la puerta.
-¿Sí?
-Espero que seas feliz, lo digo sinceramente.
-Lo sé, Lucian. Gracias- dijo ella.
El hombre dejó el vaso y agarró la botella, necesitaba emborracharse rápido. Una mujer sumamente fría y calculadora acababa de dejarlo porque él no podía amar.  Se río amargamente y bebió un trago abundante, sintió que la bebida le quemaba la garganta. Aún podía sentir algo, quizá no estaba muerto después de todo, quizá le quedaba algo de humanidad.
Un escudo, sí eso era él, doce años atrás había renunciado a sí mismo para convertirse en el escudo que resguardara a Claire de todo daño.
La misma mujer que aquella noche estaba fuera de su alcance, durmiendo con otro.

Habían pasado dos días desde la noche que Jacob se quedó con ella y aún la seguían, pero Claire había decidido no decirle nada De hecho le había mentido diciendo que ya nadie estaba tras sus pasos. Estaba agradecida con su nuevo amigo, pero no iba a pasarse la vida bajo su protección o escondida tras alguien, desde chica se había hecho cargo de sí misma, no iba a dejar que eso cambiara.
Tampoco iba a esperar que aquel silencioso acoso se convirtiera en algo más, si Lucian Crow pensaba que eso bastaría para callarla, estaba muy equivocado.
Volvió a mirar hacia atrás y vio a los dos tipos que la seguían. Caminó hacia la estación de policía.
-Hay dos matones siguiéndome desde ayer, ahora mismo están allí afuera haciendo guardia. Estoy segura que los envía el dueño de Gladius, quiero que los detengan…-dijo cuando un policía le preguntó que necesitaba.
-Venga por aquí y explíqueme – le dijo el oficial y ella contó toda la historia. Por suerte parecía que aún la justicia existía porque la escucharon y dos oficiales se movieron con prontitud para aprehender a quienes la seguían. Increíblemente estaban fuera de la estación de policía y no opusieron resistencia. Aunque la mayor sorpresas, se la llevó un rato después.
-Señorita – dijo el policía.
-¿Los arrestaron?¿Tienen antecedentes? ¿Confesaron? – preguntó ella ansiosa.
-No, no los arrestamos.
-Pero llevan tres días siguiéndome..¿Acaso van a esperar que pase algo? ¿No les importa si esos matones me atacan?
-Es que , verá, ellos no son matones…son guardaespaldas profesionales.
-¿Son qué? – preguntó sorprendida.
-Son guardaespaldas, tienen licencia autorizándolos y pertenecen a la empresa de seguridad de mejor reputación. No son matones, entiende, ni se dedican a dañar gente. Se encargan de proteger a políticos, famosos…
-¿Son guardaespaldas, no matones? ¿Entonces por qué me están siguiendo…?
-La protegen.
-¿Qué?- preguntó incrédula.
-Están cuidándola. Y aunque no dijeron quien los contrató, tampoco puedo detenerlos porque no han hecho nada malo. No sé lo que está pasando pero no creo que deba solucionarlo en una estación de policía.
-Lo siento…-se disculpó avergonzada. Estaba muy confundida, aunque sólo conocía a alguien con el suficiente dinero como para hacer eso.
Salió decidida y afuera se encontró con los dos guardaespaldas esperándola. Se paró frente a ellos y les habló
-¿Van a continuar siguiéndome? Bien, les aviso que tomaré un taxi para ir a Gladius. Así les facilito un poco el trabajo, de pasó quizá puedan avisarle a Crow que voy a verlo – les dijo y, tal como imaginaba, ellos no respondieron. Sin perder más tiempo buscó un taxi.
En un primer momento, la secretaría no quiso dejarla pasar si no tenía una cita previa, pero ella insistió diciendo que estaba segura que su jefe aceptaría verla. Finalmente la secretaria aceptó preguntar, y Lucian dijo que la atendería.
Esta vez no dudó al cruzar la puerta. Entró decidida.
-Doctora, ¿qué la trae aquí? – preguntó con amabilidad.
-Basta de juegos…¿contrató guardaespaldas para que me siguieran? ¿Por qué?
-Bueno, hizo declaraciones contra mi empresa, si algo le sucediera, me acusarían a mí, ¿verdad? Sólo quería librarme de cualquier acusación- contestó restándole importancia.
-¡Deje de mentir! Esos tipos me han estado siguiendo para amedrentarme.
-Si ése es el caso, no la veo intimidada.¿Qué ganaría yo?
-No pienso darle el gusto, no voy a jugar sus juegos. Quería dejarle eso en claro. No importa lo que haga no voy a detenerme- dijo ella y él se le acercó.
-Debería detenerse, esta vez eran guardaespaldas. La próxima vez podrían no serlo, ¿cree que la policía le creería de nuevo? – preguntó en voz baja  y Claire no pudo creer lo que oía. ¿Lo había planeado todo? Aquellas maquinaciones le daban más miedo que cualquier otra cosa, imaginar que él pudiera caer tan bajo y que intentara manipularla.
-¿Me está amenazando?- lo increpó-¿Hizo lo mismo con los pacientes para que no hablaran?
-Claro que no, qué imaginación tiene, si no quieren participar en su cruzada ha de ser por algo. Y en cuanto a usted sólo que creo que sería buena idea que deje de entrometerse Incluso, podría volver a su antigua ciudad, no hay nada aquí que la retenga. Deje de pelear peleas ajenas y viva bien su vida, doctora.
-No voy a irme, no esta vez – dijo ella y clavó su mirada en él. Quería saber que pensaba, pero sus ojos verdes eran impenetrables, tanto que le resultaban desconocidos.
-La obstinación suele ser más estupidez que otra cosa. Debería saber cuándo renunciar.
-Sólo renuncio cuando me obligan – le dijo ella recordando cómo había terminado todo entre ellos. También aquella vez él la había llevado al límite- Pero esta vez no tengo dieciocho años – dijo sin darse cuenta y se arrepintió inmediatamente de mencionar algo referente al pasado.
-¿Dieciocho años? – preguntó con curiosidad y algo en su expresión cambió.
-Sí. Aunque algunas cosas no cambian, sigues siendo un desalmado…- le dijo envalentonada, ya no podía retroceder. Lo dicho, dicho estaba.
-¿Un desalmado? ¿Nos conocemos, doctora? – le preguntó y esta vez ella estuvo segura que fingía, aunque no sabía por qué.
-Nos conocimos alguna vez, ya no- le contestó refrenando todos los recuerdos que la inundaban.
-Ahhh, ya veo. Nos acostamos alguna vez, ¿verdad? Algo en usted se me hace familiar. ¿Es eso lo que la tiene tan alterada? ¿Está tratando de llamar mi atención?- le dijo de un modo que la hizo sentir nauseas.
Si seguía así, él acabaría con los pocos buenos recuerdos que ella había resguardado dentro de sí.
Claire bajó la mirada un segundo para evitar que notara cuánto la afectaba y luego lo miró sonriendo falsamente, intentó imprimirle todo el desprecio que sentía a la sonrisa que le dirigió.
-Eres un maldito, por eso voy a pelear. No dejaré que juegues con inocentes…- le dijo y él la miró divertido como si ni siquiera valiese la pena preocuparse por sus advertencias.
-No juego en tu categoría doctora, nunca lo hice…-le dijo con sorna.
-Lo sé, estás demasiado bajo - respondió y se marchó. Aquella discusión la agotaba y la hería innecesariamente Había sido una tonta, ella misma se había puesto de blanco para que él diera los golpes. ¿Por qué no podía dejar el pasado atrás? Quizá porque en su interior jamás había creído que Lucian pudiera ser un maldito desgraciado. De alguna manera había disociado la imagen del chico con el que había salido seis meses y le había demostrado su amor en todas las formas posibles del que la había herido.
Y no estaba segura de quién era el Lucian Crow con el que luchaba ahora, pero no iba a dejar que la venciera.

-Valiente Claire, tonta Claire…-susurró Lucian cuando la chica salió de su oficina. Por qué tenía que haber aparecido en aquellas circunstancias, era injusto, muy injusto. Pelear con ella, fingir, mantenerla lejos y herirla para alejarla de aquel mundo turbio era más de lo que podía soportar. Lo había hecho una vez, no creía poder hacerlo dos veces y salir vivo. Que lo despreciara era muy doloroso.
Su teléfono sonó, eran los guardaespaldas que le había puesto, preguntando qué hacían ahora que los había descubierto.
-Continúen custodiándola, ahora ya pueden hacerlo en forma encubierta. Ya no es necesario que ella los vea, pero no bajen la guardia, quiero que esté protegida día y noche.
Sabía que ella no iba a darse por vencida, imaginaba que estaba planeando algo para contraatacar y eso lo preocupaba. Aunque por eso se había enamorado de ella, Claire había tenido una vida dura con su padre preso por robo y su madre alcohólica, además de la responsabilidad de cuidar a una hermana pequeña. Era un poco retraída cuando la conoció, pero al entrar en confianza, era una chica alegre, valiente y de valores muy firmes. Tenía en claro lo que estaba bien y lo que estaba mal, y siempre salía en defensa de los que la necesitaban. Ya fuera rescatar algún animalito callejero, defender a niños o incluso a él mismo.
Recordaba con claridad el día que había ido a verla llevando la marca de los golpes de su padre, Claire se había indignado, lo había curado y había estado más que dispuesta a ir a pelear con el hombre que lo había golpeado. Sólo había podido disuadirla diciéndole que empeoraría las cosas para él, preocupada había accedido a no meterse. Ella era así, no había cambiado con los años. Le alegraba que siguiera siendo así, que la traición de él no hubiera cambiado su esencia, pero por otra parte, eso estaba causando muchos problemas para ambos.

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