lunes, 24 de diciembre de 2012

Noche de Navidad...


Tal como se ha hecho tradición, esta semana subiremos cuentos navideños...espero les guste...



23 de Diciembre de 2012
A la gente le llamaba  la atención su nombre, ella había terminado por acostumbrarse, se llamaba  Alma.
Su madre le había contado que  había visto en sueños a su propia abuela quien le había dicho que debía nombre así a la niña que nacería. Y así la habían llamado.
Las personas que la rodeaban pensaban que aquel nombre tenía que ver con su extrema sensibilidad, lo cierto era que ella tenía una percepción muy particular , así como empatía con la gente y desde pequeña había deseado curar y aliviar los sufrimientos.
Lamentablemente, no había podido estudiar para ser médica, pero había logrado ser enfermera y era muy feliz pues eso le permitía pasar más tiempo con los pacientes.
Era veintitrés de diciembre, su último día de guardia y luego tendría descanso por dos días, su familia estaba lejos, los estudios y luego el trabajo la habían llevado muy lejos de casa, así que pasaría la Navidad sola.
Llevaba apenas un año instalada allí, así que no tenía amigos cercanos a pesar de ser una persona sociable.
Llegó al hospital y comenzó a hacer su ronda, al final llegó con su último paciente y como todos los días  se sentó un rato a hablar con él, mejor dicho a hablar sola, esperando que la escuchara.
Era un hombre joven, debía tener un par de años más que ella y había ingresado un mes atrás por un accidente automovilístico.
Estaba en coma.
Casi no recibía visitas, así que a Alma le daba mucha pena verlo allí tan solo todo el tiempo. Por lo tanto después de cada control se quedaba un rato a hablarle, le contaba cosas del día o le hablaba de ella.
-Buenos días- le dijo sentándose a su lado en una silla- ¿cómo estás hoy. Yo un poco cansada, perdí el autobús y debí caminar  un buen trecho, y está muy frío afuera, han dicho que nevará para navidad, espero que así sea.
Tengo muchas ganas de ver nieve, ¿ y a ti, te gusta la nieve?. Ya tengo todo planeado para mañana, me haré una rica cena, miraré algunas películas clásicas con una buena taza de chocolate caliente en la mano y esperaré que nieve.
Ojala pudiera tener a  mi familia cerca o alguien con quien compartir la noche de navidad pero aún así no está mal verdad, lo importante es abrir el corazón y agradecer, de eso se trata esta época.
Y hay mucho para agradecer, sé que puede parecerte que no es verdad lo que digo, pero ya verás que sí cuando despiertes.
Debes pensar que hablo mucho, ¿verdad? Pero la culpa es tuya, tienes que apúrate a salir de ese mundo de silencio y contestarme, así no hago estos monólogos – comentó con una sonrisa.
Ya era su hora de terminar su turno, así que Alma se aseguró que no pasara nadie por la puerta y luego se inclinó para besar la frente del hombre dormido.
-Feliz Navidad, ten fe- susurró suavemente y se marchó.

La mañana del día veinticuatro se ocupó de hacer compras que no había podido realizar por el trabajo, ya había enviado regalos a su familia, pero le faltaba comprar alimentos y también un regalo para ella misma.
El frío se hacía sentir, pero a Alma no le molestaba porque disfrutaba de su paseo. Le gustaba ver a la gente invadida de espíritu festivo, la decoración de la ciudad y de las distintas tiendas.
Compró los ingredientes para la cena y varias golosinas, entre ellas almendras cubiertas de chocolate, sus favoritas y se regaló a sí misma una preciosa bufanda en color rojo oscuro. Ideal para los días fríos.
Mientras iba llegando a su casa, miró hacia el cielo, estaba bastante nublado, quizá si obtuviera su deseo de ver nieve.
Al llegar se quitó el abrigo, acomodó las compras y luego telefoneó a su familia antes que las líneas colapsaran y no pudiera hacerlo.
Menos mal que el teléfono no permitía que le vieran la cara y notaran lo mucho que los echaba de menos, para fin de año iría a visitarlos, pero ahora los extrañaba demasiado.
Después de saludarlos, se dedicó a preparar los ingredientes para la cena, haría pollo relleno y aunque era una comida muy elaborada para ella sola, le gustaba darle importancia a aquella noche y no tratarla como una noche común.
Cuando tuvo todo listo se dio una ducha y se puso un vestido que usaba para ocasiones especiales, puso música y dejó que las notas llenaran el vacío de su pequeño departamento. Arregló la mesa con flores y velas y sonrió para sí misma, había quedado muy bien.

 Faltaba poco para sacar la comida del horno cuando tocaron a  la puerta, Alma no esperaba a nadie pero se apresuró a atender.
Cuando abrió, miró sorprendida al hombre que estaba allí.
-¿Puedo pasar? – preguntó como con temor de no ser bien recibido, ella asintió con un mínimo gesto y se apartó para darle paso. Era la Nochebuena, una noche muy especial donde había que abrir el corazón a las personas y a los milagros.
Era la primera vez que ella escuchaba su voz, le gustaba como sonaba.
- ¿Cenarás conmigo?- preguntó al hombre con la misma naturalidad con la que él había llegado.
-Sí – le respondió sonriendo brevemente y luego caminó por el departamento observando el árbol, la decoración navideña, la mesa- Todo está precioso. Es acogedor- agregó.
-Gracias, esa era mi intención. Ven a sentarte, antes que la comida se queme – dijo y por un momento pensó que era extraño, que tal vez...pero descartó la idea. Él estaba allí y era Nochebuena, era lo único importante.
Alma sirvió la cena.
-¿Quieres dar las gracias? – le preguntó pero él negó con la cabeza.
-No, hazlo tú, eres la anfitriona, yo sólo soy un intruso.
-Un intruso muy bienvenido, pero está bien, yo daré las gracias, aunque al primero que tengo que agradecer es a ti. Gracias por venir esta noche y no dejar que lo pasara sola. Me sentía triste al pensar que nadie celebraría conmigo.
-Lo sé, sonabas algo triste, por eso vine- le dijo, ella dio las gracias y comieron.
-Delicioso- observó él y en realidad no había dejado nada en su plato.
-Soy buena cocinera, me alegra no haber preparado una hamburguesa.
-A mí también me alegra  - le dijo y Alma notó que los ojos de él se achinaban cuando sonreía. Tenía una sonrisa preciosa que le iluminaba el rostro.
Entre los dos lavaron los platos.Y cuando estuvo todo acomodado él la miró y preguntó.
-¿Ahora toca película, verdad?
-Sí, elige…-dijo ella y le mostró varios dvd.
-Ésa, no recuerdo haberla visto.
-¿En serio no viste milagro en la calle 34? – preguntó sorprendida y él levantó las manos en un gesto de rendición.
-No la he visto, suelo estar demasiado ocupado…-se justificó y ella lo miró acusadora.
-No se puede estar demasiado ocupado para la fe, para los milagros y la fantasía- lo reprendió.
-Ahora lo sé, Alma, pero antes estaba muy ocupado para esas cosas. ¿La vemos? –trató de persuadirla y agitó la caja con la película. La chica accedió y luego se acomodaron en el sillón.
-Tengo frío…-dijo él en mitad de la película y ella fue por una manta para cubrirlo. El hombre también la tapó a ella y la acercó a sí para abrazarla. Alma se acomodó contra él, era muy cálido, cómodo y hasta ese momento no se había dado cuenta de lo mucho que anhelaba ese contacto.
Miraron la película y aprovecharon para charlar, contarse cosas o responder sobre lo que el otro tenía curiosidad.
Sólo hubo un tema que ninguno de los dos mencionó.
Casi sobre la medianoche, Alma preparó un par de tazas de chocolate caliente.
-Para el brindis…espero que no te moleste pero no tengo ganas de beber alcohol.
-No me molesta, además será un cambio bastante interesante…- comentó y ella le alcanzó la taza humeante.
A las doce se miraron a los ojos y se sonrieron.
-Feliz Navidad, Alma…
-Feliz Navidad, Christian- respondió ella con dulzura.
-Mira, está nevando – le dijo él de pronto y los dos se asomaron a la pequeña terraza del departamento. Se cubrieron con la manta y miraron nevar mientras él la tenía abrazada.
-Pide un deseo – le dijo ella y él se negó.
-No, pídelo tú…
-De acuerdo, yo pediré un deseo por ambos – dijo con suavidad y Christian la vio cerrar los ojos con fuerzas como una niña pequeña.
-Listo…-dijo la joven y sacó una mano para sentir los copos deshacerse en su piel.
-Mañana será una preciosa mañana de Navidad, todo estará blanco – comentó él y ella asintió en silencio. No quería pensar en el día siguiente.
Se quedaron allí un rato y luego el frío los obligó a entrar.
-Es tarde ya, ¿no tienes sueño? – le preguntó él.
-No quiero dormirme-respondió y los dos volvieron a sentarse en el sillón.
-Debes descansar…-dijo él.
-¿Ya tienes que irte? - preguntó con pesar y él asintió.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Sí.
-Por qué viniste aquí, ¿no había otro lugar dónde quisieras estar esta noche?
-No, quería estar contigo. Pasar juntos  esta noche, necesitaba tu calidez. Sentía mucho frío pero fue tu calidez la que me trajo aquí – dijo con pasión mientras ella lo miraba.
-No te vayas…-rogó ella.
-Gracia, Alma, gracias por todo. Feliz Navidad- le dijo y la besó. Ella cerró los ojos y sintió el calor de él, la textura y el sabor de su boca y cuando abrió los ojos Christian ya no estaba. Se había ido.


Alma tuvo el impulso de salir corriendo al hospital y ver a Christian pero no se animó, desde el momento que había abierto la puerta y lo había visto allí, había comprendido que aquello era un milagro, y los milagros se aceptaban sin cuestionar.
Eso había hecho, había aceptado el prodigio de aquella noche mágica , sabiendo que en algún momento él se iría, sintiendo que se desvanecería para siempre.
Tenía miedo de ir al hospital, tenía miedo de que le confirmaran que el paciente que llevaba un mes en coma ya no despertaría.
Se acurrucó en la manta mientras miraba la nieve caer.

El veintiséis de Diciembre ,Alma regresó a trabajar y lo primero que hizo fue ir a la habitación donde estaba Christian, la encontró vacía.
-Él se fue ayer – dijo otra enfermera asomándose y ella sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Se sentó en la cama y con angustia recordó su voz, su mirada llena de luz, las cosas que habían hablado…una sola noche no había sido suficiente.
Durante los siguientes meses, la joven estuvo muy desanimada y recién cuando el invierno empezó a diluirse en la primavera, se sintió renacer.
Había un pequeño niño al que cuidaba a diario y estaba muy preocupada por él.
-Alma, querida no et preocupes tanto. Saldrá adelante, los milagros ocurren – le dijo una de sus compañeras.
-Claro que sí, como el joven aquel que estaba en coma, el del accidente de auto – dijo otra.
-¿Christian? – preguntó ella.
-¿Así se llamaba? Cierto, tú cuidabas de él…
-Es verdad, fue un verdadero milagro navideño cuando reaccionó, tú tenías franco así que no estabas aquí.
-¿Él está vivo? – preguntó ansiosa.
-Claro que sí, Alma.
-Pero no estaba cuando regresé…
-No querida, apenas reaccionó su familia lo trasladó a un lugar especializado. Estaban tan sorprendidos, igual que los médicos. Fue repentino, tanto tiempo en coma y de golpe abrió los ojos como si nada hubiera sucedido.
Al escuchar aquello, al saberlo vivo , Alma se largó a llorar.

24 Diciembre 2013


Había terminado su turno en el hospital y decidió caminar, le costaba regresar a su departamento aquella noche porque si  iba, recordaría su noche con Christian un año atrás y lo añoraría.
Sabía que estaba vivo e imaginaba que llevaba una buena vida, eso debería bastar. Pero lo extrañaba.
Quizá era extraño  anhelar a alguien a quien apenas conocía, pero mucho más extraño había sido su encuentro y sin embargo había sucedido.
Pasó delante de un exclusivo restaurante, había mucha gente celebrando, apenas miró y siguió de largo.
De pronto empezó a nevar.

Christian estaba brindando cuando miró hacia fuera. Una muchacha iba pasando por la calle y él tenía la sensación de conocerla.
Entonces ella miró fugazmente hacia dentro y el nombre le vino a la mente. Alma, se llamaba Alma.
Para sorpresa de sus amigos salió corriendo para alcanzarla.

-Pide un deseo…-dijo alguien a su espalda y Alma reconoció la voz. Temblando se giró y lo vio allí parado. Estaba vestido con un traje oscuro y se lo veía muy apuesto. La chica soltó un jadeo por la sorpresa.
-Entonces no fue un sueño, eres real…-dijo él como si tratara de convencerse a sí mismo.
-No fue un sueño…- contestó ella y Christian se le acercó. Caminó hasta ella y apoyó sus manos en sus hombros.
-Alma…mi Alma. ¿Cuál fue tu deseo esa noche milagrosa?- preguntó mirándola a los ojos.
- Que esa fuera nuestra primera Navidad juntos y no la última….- le respondió ella con los ojos llorosos.
-Es un buen deseo, el que también yo guardaba en mi corazón, ésta será la segunda y luego vendrán muchas…todas las Navidades de mi vida – respondió él y la abrazó con fuerza contra sí.
Y el amor fue un milagro.





6 comentarios:

  1. Me encantó, fue una hermosa historia Nata!! Gracias por compartirla y Feliz Navidad :D

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  2. ¡Que bonita historia! Me gustó mucho, espero maaaaas.
    ¡¡Feliz Navidad!!

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  3. OH que linda!!!!!!!!!!!!

    Pero como puñetas lo haces. Transportas magia, en tanm pocas lineas. Que lindo, que bello!!!!!!!!!!

    Muchos besos

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  4. Que relato tan extrañamente encantador, es simplemente muy tierno y aterrador pero hermoso... gracias por esta mini historia nata es divina!!!!!!!!

    ATT: Lari

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    Respuestas
    1. Gracias Lari, tengo que confesar que me había olvidado de esta historia, VAYA!! fue el último de los tres cuentos de Navidad que escribí...no lo recordaba

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