Tal como se ha hecho tradición, esta semana subiremos cuentos navideños...espero les guste...
23 de Diciembre de 2012
A la gente le
llamaba la atención su nombre, ella
había terminado por acostumbrarse, se llamaba
Alma.
Su madre le había
contado que había visto en sueños a su
propia abuela quien le había dicho que debía nombre así a la niña que nacería.
Y así la habían llamado.
Las personas que la
rodeaban pensaban que aquel nombre tenía que ver con su extrema sensibilidad, lo
cierto era que ella tenía una percepción muy particular , así como empatía con
la gente y desde pequeña había deseado curar y aliviar los sufrimientos.
Lamentablemente, no
había podido estudiar para ser médica, pero había logrado ser enfermera y era
muy feliz pues eso le permitía pasar más tiempo con los pacientes.
Era veintitrés de
diciembre, su último día de guardia y luego tendría descanso por dos días, su
familia estaba lejos, los estudios y luego el trabajo la habían llevado muy
lejos de casa, así que pasaría la Navidad sola.
Llevaba apenas un año
instalada allí, así que no tenía amigos cercanos a pesar de ser una persona
sociable.
Llegó al hospital y
comenzó a hacer su ronda, al final llegó con su último paciente y como todos
los días se sentó un rato a hablar con
él, mejor dicho a hablar sola, esperando que la escuchara.
Era un hombre joven,
debía tener un par de años más que ella y había ingresado un mes atrás por un
accidente automovilístico.
Estaba en coma.
Casi no recibía
visitas, así que a Alma le daba mucha pena verlo allí tan solo todo el tiempo.
Por lo tanto después de cada control se quedaba un rato a hablarle, le contaba
cosas del día o le hablaba de ella.
-Buenos días- le dijo
sentándose a su lado en una silla- ¿cómo estás hoy. Yo un poco cansada, perdí
el autobús y debí caminar un buen
trecho, y está muy frío afuera, han dicho que nevará para navidad, espero que
así sea.
Tengo muchas ganas de
ver nieve, ¿ y a ti, te gusta la nieve?. Ya tengo todo planeado para mañana, me
haré una rica cena, miraré algunas películas clásicas con una buena taza de
chocolate caliente en la mano y esperaré que nieve.
Ojala pudiera tener
a mi familia cerca o alguien con quien
compartir la noche de navidad pero aún así no está mal verdad, lo importante es
abrir el corazón y agradecer, de eso se trata esta época.
Y hay mucho para
agradecer, sé que puede parecerte que no es verdad lo que digo, pero ya verás que
sí cuando despiertes.
Debes pensar que
hablo mucho, ¿verdad? Pero la culpa es tuya, tienes que apúrate a salir de ese
mundo de silencio y contestarme, así no hago estos monólogos – comentó con una
sonrisa.
Ya era su hora de
terminar su turno, así que Alma se aseguró que no pasara nadie por la puerta y
luego se inclinó para besar la frente del hombre dormido.
-Feliz Navidad, ten
fe- susurró suavemente y se marchó.
La mañana del día
veinticuatro se ocupó de hacer compras que no había podido realizar por el
trabajo, ya había enviado regalos a su familia, pero le faltaba comprar
alimentos y también un regalo para ella misma.
El frío se hacía
sentir, pero a Alma no le molestaba porque disfrutaba de su paseo. Le gustaba
ver a la gente invadida de espíritu festivo, la decoración de la ciudad y de
las distintas tiendas.
Compró los
ingredientes para la cena y varias golosinas, entre ellas almendras cubiertas
de chocolate, sus favoritas y se regaló a sí misma una preciosa bufanda en
color rojo oscuro. Ideal para los días fríos.
Mientras iba llegando
a su casa, miró hacia el cielo, estaba bastante nublado, quizá si obtuviera su
deseo de ver nieve.
Al llegar se quitó el
abrigo, acomodó las compras y luego telefoneó a su familia antes que las líneas
colapsaran y no pudiera hacerlo.
Menos mal que el
teléfono no permitía que le vieran la cara y notaran lo mucho que los echaba de
menos, para fin de año iría a visitarlos, pero ahora los extrañaba demasiado.
Después de
saludarlos, se dedicó a preparar los ingredientes para la cena, haría pollo
relleno y aunque era una comida muy elaborada para ella sola, le gustaba darle
importancia a aquella noche y no tratarla como una noche común.
Cuando tuvo todo
listo se dio una ducha y se puso un vestido que usaba para ocasiones especiales,
puso música y dejó que las notas llenaran el vacío de su pequeño departamento.
Arregló la mesa con flores y velas y sonrió para sí misma, había quedado muy
bien.
Faltaba poco para sacar la comida del horno
cuando tocaron a la puerta, Alma no
esperaba a nadie pero se apresuró a atender.
Cuando abrió, miró
sorprendida al hombre que estaba allí.
-¿Puedo pasar? –
preguntó como con temor de no ser bien recibido, ella asintió con un mínimo
gesto y se apartó para darle paso. Era la Nochebuena, una noche muy especial
donde había que abrir el corazón a las personas y a los milagros.
Era la primera vez
que ella escuchaba su voz, le gustaba como sonaba.
- ¿Cenarás conmigo?- preguntó
al hombre con la misma naturalidad con la que él había llegado.
-Sí – le respondió
sonriendo brevemente y luego caminó por el departamento observando el árbol, la
decoración navideña, la mesa- Todo está precioso. Es acogedor- agregó.
-Gracias, esa era mi intención.
Ven a sentarte, antes que la comida se queme – dijo y por un momento pensó que
era extraño, que tal vez...pero descartó la idea. Él estaba allí y era
Nochebuena, era lo único importante.
Alma sirvió la cena.
-¿Quieres dar las
gracias? – le preguntó pero él negó con la cabeza.
-No, hazlo tú, eres
la anfitriona, yo sólo soy un intruso.
-Un intruso muy
bienvenido, pero está bien, yo daré las gracias, aunque al primero que tengo
que agradecer es a ti. Gracias por venir esta noche y no dejar que lo pasara
sola. Me sentía triste al pensar que nadie celebraría conmigo.
-Lo sé, sonabas algo
triste, por eso vine- le dijo, ella dio las gracias y comieron.
-Delicioso- observó
él y en realidad no había dejado nada en su plato.
-Soy buena cocinera,
me alegra no haber preparado una hamburguesa.
-A mí también me
alegra - le dijo y Alma notó que los
ojos de él se achinaban cuando sonreía. Tenía una sonrisa preciosa que le
iluminaba el rostro.
Entre los dos lavaron
los platos.Y cuando estuvo todo acomodado él la miró y preguntó.
-¿Ahora toca
película, verdad?
-Sí, elige…-dijo ella
y le mostró varios dvd.
-Ésa, no recuerdo
haberla visto.
-¿En serio no viste
milagro en la calle 34? – preguntó sorprendida y él levantó las manos en un
gesto de rendición.
-No la he visto,
suelo estar demasiado ocupado…-se justificó y ella lo miró acusadora.
-No se puede estar
demasiado ocupado para la fe, para los milagros y la fantasía- lo reprendió.
-Ahora lo sé, Alma,
pero antes estaba muy ocupado para esas cosas. ¿La vemos? –trató de persuadirla
y agitó la caja con la película. La chica accedió y luego se acomodaron en el
sillón.
-Tengo frío…-dijo él
en mitad de la película y ella fue por una manta para cubrirlo. El hombre también
la tapó a ella y la acercó a sí para abrazarla. Alma se acomodó contra él, era
muy cálido, cómodo y hasta ese momento no se había dado cuenta de lo mucho que
anhelaba ese contacto.
Miraron la película y
aprovecharon para charlar, contarse cosas o responder sobre lo que el otro
tenía curiosidad.
Sólo hubo un tema que
ninguno de los dos mencionó.
Casi sobre la
medianoche, Alma preparó un par de tazas de chocolate caliente.
-Para el brindis…espero
que no te moleste pero no tengo ganas de beber alcohol.
-No me molesta,
además será un cambio bastante interesante…- comentó y ella le alcanzó la taza humeante.
A las doce se miraron
a los ojos y se sonrieron.
-Feliz Navidad, Alma…
-Feliz Navidad,
Christian- respondió ella con dulzura.
-Mira, está nevando –
le dijo él de pronto y los dos se asomaron a la pequeña terraza del
departamento. Se cubrieron con la manta y miraron nevar mientras él la tenía
abrazada.
-Pide un deseo – le dijo
ella y él se negó.
-No, pídelo tú…
-De acuerdo, yo
pediré un deseo por ambos – dijo con suavidad y Christian la vio cerrar los
ojos con fuerzas como una niña pequeña.
-Listo…-dijo la joven
y sacó una mano para sentir los copos deshacerse en su piel.
-Mañana será una
preciosa mañana de Navidad, todo estará blanco – comentó él y ella asintió en
silencio. No quería pensar en el día siguiente.
Se quedaron allí un rato
y luego el frío los obligó a entrar.
-Es tarde ya, ¿no
tienes sueño? – le preguntó él.
-No quiero dormirme-respondió
y los dos volvieron a sentarse en el sillón.
-Debes descansar…-dijo
él.
-¿Ya tienes que irte?
- preguntó con pesar y él asintió.
-¿Puedo preguntarte
algo?
-Sí.
-Por qué viniste
aquí, ¿no había otro lugar dónde quisieras estar esta noche?
-No, quería estar
contigo. Pasar juntos esta noche,
necesitaba tu calidez. Sentía mucho frío pero fue tu calidez la que me trajo
aquí – dijo con pasión mientras ella lo miraba.
-No te vayas…-rogó
ella.
-Gracia, Alma,
gracias por todo. Feliz Navidad- le dijo y la besó. Ella cerró los ojos y
sintió el calor de él, la textura y el sabor de su boca y cuando abrió los ojos
Christian ya no estaba. Se había ido.
Alma tuvo el impulso
de salir corriendo al hospital y ver a Christian pero no se animó, desde el
momento que había abierto la puerta y lo había visto allí, había comprendido
que aquello era un milagro, y los milagros se aceptaban sin cuestionar.
Eso había hecho,
había aceptado el prodigio de aquella noche mágica , sabiendo que en algún
momento él se iría, sintiendo que se desvanecería para siempre.
Tenía miedo de ir al
hospital, tenía miedo de que le confirmaran que el paciente que llevaba un mes
en coma ya no despertaría.
Se acurrucó en la
manta mientras miraba la nieve caer.
El veintiséis de
Diciembre ,Alma regresó a trabajar y lo primero que hizo fue ir a la habitación
donde estaba Christian, la encontró vacía.
-Él se fue ayer –
dijo otra enfermera asomándose y ella sintió que los ojos se le llenaban de
lágrimas. Se sentó en la cama y con angustia recordó su voz, su mirada llena de
luz, las cosas que habían hablado…una sola noche no había sido suficiente.
Durante los
siguientes meses, la joven estuvo muy desanimada y recién cuando el invierno
empezó a diluirse en la primavera, se sintió renacer.
Había un pequeño niño
al que cuidaba a diario y estaba muy preocupada por él.
-Alma, querida no et
preocupes tanto. Saldrá adelante, los milagros ocurren – le dijo una de sus
compañeras.
-Claro que sí, como
el joven aquel que estaba en coma, el del accidente de auto – dijo otra.
-¿Christian? –
preguntó ella.
-¿Así se llamaba?
Cierto, tú cuidabas de él…
-Es verdad, fue un
verdadero milagro navideño cuando reaccionó, tú tenías franco así que no
estabas aquí.
-¿Él está vivo? –
preguntó ansiosa.
-Claro que sí, Alma.
-Pero no estaba
cuando regresé…
-No querida, apenas reaccionó
su familia lo trasladó a un lugar especializado. Estaban tan sorprendidos,
igual que los médicos. Fue repentino, tanto tiempo en coma y de golpe abrió los
ojos como si nada hubiera sucedido.
Al escuchar aquello,
al saberlo vivo , Alma se largó a llorar.
24 Diciembre 2013
Había terminado su
turno en el hospital y decidió caminar, le costaba regresar a su departamento
aquella noche porque si iba, recordaría
su noche con Christian un año atrás y lo añoraría.
Sabía que estaba vivo
e imaginaba que llevaba una buena vida, eso debería bastar. Pero lo extrañaba.
Quizá era
extraño anhelar a alguien a quien apenas
conocía, pero mucho más extraño había sido su encuentro y sin embargo había
sucedido.
Pasó delante de un
exclusivo restaurante, había mucha gente celebrando, apenas miró y siguió de
largo.
De pronto empezó a
nevar.
Christian estaba
brindando cuando miró hacia fuera. Una muchacha iba pasando por la calle y él
tenía la sensación de conocerla.
Entonces ella miró
fugazmente hacia dentro y el nombre le vino a la mente. Alma, se llamaba Alma.
Para sorpresa de sus
amigos salió corriendo para alcanzarla.
-Pide un deseo…-dijo
alguien a su espalda y Alma reconoció la voz. Temblando se giró y lo vio allí
parado. Estaba vestido con un traje oscuro y se lo veía muy apuesto. La chica
soltó un jadeo por la sorpresa.
-Entonces no fue un
sueño, eres real…-dijo él como si tratara de convencerse a sí mismo.
-No fue un sueño…-
contestó ella y Christian se le acercó. Caminó hasta ella y apoyó sus manos en
sus hombros.
-Alma…mi Alma. ¿Cuál
fue tu deseo esa noche milagrosa?- preguntó mirándola a los ojos.
- Que esa fuera
nuestra primera Navidad juntos y no la última….- le respondió ella con los ojos
llorosos.
-Es un buen deseo, el
que también yo guardaba en mi corazón, ésta será la segunda y luego vendrán
muchas…todas las Navidades de mi vida – respondió él y la abrazó con fuerza
contra sí.
Y el amor fue un
milagro.
Me encantó, fue una hermosa historia Nata!! Gracias por compartirla y Feliz Navidad :D
ResponderEliminar¡Que bonita historia! Me gustó mucho, espero maaaaas.
ResponderEliminar¡¡Feliz Navidad!!
Gracias Niñas!! Besos
ResponderEliminarOH que linda!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarPero como puñetas lo haces. Transportas magia, en tanm pocas lineas. Que lindo, que bello!!!!!!!!!!
Muchos besos
Que relato tan extrañamente encantador, es simplemente muy tierno y aterrador pero hermoso... gracias por esta mini historia nata es divina!!!!!!!!
ResponderEliminarATT: Lari
Gracias Lari, tengo que confesar que me había olvidado de esta historia, VAYA!! fue el último de los tres cuentos de Navidad que escribí...no lo recordaba
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