Pero pasado un rato, cuando llegaba al parquin del hotel pudo comprender que su encierro en su dormitorio para meditar no iba a efectuarse al momento. Junto a uno de los otros Ferraris, se hallaba Jaimie apoyada en su maletero. Un leve vistazo a su rostro cuando pasó justo por su lado, le confirmaba que se hallaba sufriendo como él. Pero es lo que le tocaba, probar un poco de su propio veneno. Con gran pesar, desconectó el vehículo y se bajó de él para acercarse a ella. Tenía el rostro inclinado hacia abajo, pero aún así pudo verle las lágrimas que brotaban de sus ojos.
La amaba. El impulso que sentía de acercarse a ella y rodearla con sus brazos, para que dejara de llorar se lo confirmaba… Pero estaba muy dolido. Y por el momento, aquello le impedía mostrar cualquier vestigio de ese amor.
Se detuvo enfrente de ella mirándola en silencio por unos segundos. Al ver que no tenía valor de hablar, resopló al tiempo que daba un paso en dirección al ascensor. Pero paró de inmediato al notar el agarre de ella en su brazo izquierdo a la altura de su codo. Mirando por encima de su hombro, observó que ella seguía llorando con la vista al suelo.
-Espera por favor… -Logró decir apenas en un hilo audible.
-A qué Jaimie… -Soltó con voz dura y desviando la vista al frente-. La verdad, no tengo ganas de escuchar tus pobres excusas.
-Santino –Alzó sus ojos hacia él, para descubrir que no se molestaba en mirarla siquiera.
-No estoy de humor para ello –Soltándose de su agarre con un tirón seco, siguió hablando con sarcasmo-. Y no se cuando lo estaré para ti –Dijo para después emplear cierta ironía en las siguientes palabras-. Tal vez decida hablarte en unos cinco años – Y emprendiendo la marcha hacia el ascensor, dejó allí a la joven completamente destrozada.
Todos comenzaban ha llegar al circuito. Apenas quedaban tres días para el comienzo del campeonato. Su tío, frunció el ceño al verla allí con el mono puesto y dispuesta a ensuciarse las manos. Cosa que tampoco pasó desapercibida para el resto de los chicos del equipo. Pero viendo que no lucía sonrisa alguna, ninguno se acercó a ella ha comentar nada. Solo aceptaron órdenes y se pusieron a trabajar.
No había dormido nada, había estado la noche entera llorando y culpándose de estar en aquella situación. No paraba de escuchar las palabras de Santino, haciendo referencia a un largo tiempo de espera. Seguramente el mismo que hacia que tenía en su poder la carta dorada. Tendría que intentar de hablar con él y decirle que aquello no era exacto del todo… En verdad, se había enterado de su identidad aquel mismo verano. Pero tampoco era excusa alguna.
La verdad, es que empezara por donde empezara, él tenía razón en su enfado. Pero un poco injusto sí que era. Acaso no tenía ella también un poco de razón, al dudar un poco sobre aquellas malditas cartas. ¿Es qué estaba castigado el ser un poco escéptica?
En unas horas, le tocaba aparecer a los pilotos por allí para ultimar los ajustes realizados. De aparecer seguro que lo haría, pero no creía que se acercara a charlar con ella. Tampoco sabía si iba a ser capaz de aguantar allí y aceptar, la indiferencia por parte de él. ¿Y quién no le decía, que lo mejor era estar un poco apartada por la concentración de él? Una cosa estaba clara, y era que lo había estropeado todo muy bien con su estupidez.
-¿Estas bien Jaimie? –Preguntó Sergei apareciendo junto a ella con dos envases de cafés con elche, para entregarle uno a ella.
-Gracias –Aceptó con ganas, dando un buen trago al suyo-. Supongo que con el tiempo sí –Se encogió de hombros-. Dame quince minutos y marchamos hacia los mercedes.
Era lo mejor. Quedarse un poco apartada por el momento. No quería interferir a pocos días de la carrera. Rondaría cerca por lo que pudiera surgir, pero nada más. ¿Y qué mejor, que meter la cabeza en los C-111, para no darle más vueltas al asunto? Solo debía aguantar tres días. Después, podría probar de hablar con él. Puede que su enfado anduviera mejor y la escuchara… Setenta y dos horas trabajando, pasaban volando ¿No?
¿Cuántas veces había mirado la hora? ¿Cincuenta, sesenta? Y en todas ella, había visto como Sergei la miraba cada vez con algo de lástima. En ningún momento le había dicho “ya te lo dije”… Simplemente había aspirado con fuerza una vez que le hubo contado lo sucedido, para después decirle que lo sentía, pero de seguro se arreglaba todo. Y desde entonces, tenía la vaga esperanza de que él fuera a buscarla allí al box, en cuanto acabara el entreno. Pero tenía que ser realista, aquello no iba ha ocurrir, llevaba cuatro horas metida bajo el motor de aquel coche y no daba señales de vida.
Santino aún no quería saber nada de ella. Tenía que empezar asumirlo. La había fastidiado a lo grande. Y ahora, las consecuencias era ser castigada con la soledad y el ansia de cuando el la perdonaría.
-¿Entonces quieres sacarlo a pista para mirarlo mejor? –Apareció el joven mecánico a su lado limpiándose las manos con algo de duda.
-Me gustaría –Respondió sin ánimo alguno-, creo haber visto algo en la dirección. Voy un momento a la sala de control de pista, para ver cuando hay un hueco en alguna de las pistas.
-¿Quieres que me acerque yo? –Se ofreció amablemente.
-Déjalo –Intentó sonreír un poco-. Quiero saber si el equipo debe comentarme algo de última hora.
-Comprendo –Se encogió de hombros-, me quedaré recogiendo todo éste lío.
Cuando se hallaba a pocos metros de la sala de control, pudo ver a parte de su equipo que aún seguía por allí. Se acercó a ellos con aire desanimado, obteniendo por su parte algún que otro abrazo, cuando le informaron que Santino daba por terminado los arreglos a su coche. Ya estaba listo para la competición. Aquello algo la animó, pues aún así después de todo él se hallaba conforme con el hecho de que estuviera al mando de su coche. Sonriendo levemente, se despidió de sus compañeros quedando más tarde para comer con ellos, con paso tranquilo caminó en dirección a la sala principal de mandos, llevándose una enorme sorpresa al hallar allí a su tío con Jeremy y Santino.
Tres segundos fue lo que tardó en reaccionar y ordenarle a sus piernas que emprendieran el andar. No le quedaba más remedio que acudir junto a ellos, la habían visto y era la jefa de equipo de Santino. Los tres hombres la observaron de diferente manera. Pero utilizó como de apoyo a Jeremy, quien era ajeno a la pelea y se hallaba feliz por lo bien que estaba trabajando aquellos días en Alemania. Mientras que su tío era una mirada de preocupación eh incomodidad, por no saber como tenía que actuar en aquel momento. Y con la de Santino, los dos primeros segundos había tenido más que suficiente del hielo que sus ojos mostraban. Pero tenía que ser fuerte y mostrarse en aquel momento, todo lo profesional que pudiera. Tenía que dar muestra de ser una mujer madura y saber separar lo emocional de su vida con el trabajo. Aquel era un mundo dominado por hombres, donde las lágrimas y lamentaciones no tenían cabida alguna.
-Hola pequeña –Le rodeó los hombros Jeremy riendo-, te queda muy bien ese mono. ¿Qué estas con mi sobrino Sergei?
-Tienes que estar más que contento –Le sorprendió que Santino hablara, pero eso sí, lo hizo con cierto tono neutro-, al poder contar con al inteligencia de Jaimie en la competición éste año y que encima, tenga tiempo de hacerte un par de favores y enseñarle a Sergei.
Los dos hombres, dieron un pequeño respingo ante el hecho de que él estuviera tan enterado de todo y hablara de ello con cierta calma. ¿Vendría después acaso la tormenta?
-Sí –Rió nervioso-. La verdad que fue toda una sorpresa el descubrir en el equipo éste año a Jaimie. Pero admito, que me estoy aprovechando bien de su estancia en Alemania –Admitió apretando un poco más el abrazo.
-Yo tampoco me quejo, los arreglos a mi coche son perfectos… En fin, toda la familia Laumier ha cometido siempre un trabajo excelente –Recalcó sincero pero serio-. Espero que te vaya bien en adelante –La miró con cierto brillo en los ojos-. Supongo que me iré enterando por medio de tu padre, cuando vuelva ha competir en el GT de Italia el año que viene.
De acuerdo, estaban en pleno Agosto, pero en aquel momento tras aquellas palabras, su cuerpo entero sentía frío. Mientras que su corazón se quedaba como un iceberg bajo la alta temperatura. Él le había dado una respuesta delante de los hombres, sin que ellos lo notaran. No la perdonaba, le daba las gracias por la participación en su coche, per tras la competición él se marcharía para seguir con su vida. Lejos de ella, sin ella… Aquella era su decisión tras el engaño que había tenido. Dándole igual lo que el destino impusiera… ¿Y las segundas oportunidades? No se suponía, que en una relación existía una nueva oportunidad tras haber hablado… Con Santino, era obvio que no.
-¿No vas ha volver ha correr bajo mi patrocinio? –Preguntó Jeremy, ajeno a la muerte que estaba sintiendo la chica por el amor.
-Todo se verá, según vaya ésta competición en ésta nueva modalidad –Se alzó de hombros sin determinar una futura participación-. Bueno, la compañía es muy grata, pero me gustaría ir a cambiarme.
-Claro… -Habló Henrí-. Entonces, nos vemos nuevamente ésta tarde aquí.
-Adiós –Se despidió en general, para darse media vuelta sin mirarla.
-¿Dónde has dejado al pesado de mi sobrino? –Se interesó Jeremy.
-Recogiendo lo del box –Respondió con la mente en otro lugar-, yo venía averiguar si había alguna pista libre para hacerle una prueba a uno de los C-111, hay algo que me parece raro en la dirección.
-Hay dos libres… -Informó su tío, mirando la carpeta que tenía en sus manos-. ¿Pero estás segura de hacerla ahora?
-Mmm... Sí –Lo miró por un segundo, para que no viera su inseguridad ni dolor-. Solo será un par de vueltas, para ir aumentando la velocidad y ver si sale ese fallo.
-Como quieras, pero ten cuidado con eso… -Le advirtió Henrí.
Salió de allí, caminando de forma automática hacia los chicos que prestaban ayuda en pista para informarles que iba acceder con el mercedes. Miraba todo el ajetreo de su alrededor, sintiéndose extraña. No se sentía parte de él en aquel momento. Su mente estaba muy lejos de allí. Perdida en el dolor del rechazo. Sin comprender, como Santino no quería darle una oportunidad en explicarle el porque de todo… Simplemente le daba la espalda, quedándose con una mentira. Para él, aquella era la verdad. Todo había resultado ser movido por una mentira. ¡Pero era injusto! Pensó justo antes de detener sus pasos, al interponerse delante de ella Sandro, aún vestido con el mono de competición.
-Hola pequeña sirena –Saludó inclinándose para depositar un beso en su mejilla.
-Hola Sandro –Devolvió el saludo, notando como se le anegaban los ojos con sus lágrimas.
-Diablos… -Masculló mal humorado, estirando su brazo para acercarla hacia su pecho-. No hace falta que pregunte como estás –Respiró hondo-. A mí, ni me ha dirigido hoy la palabra en todo el día.
-Prácticamente, me ha dicho adiós –Sollozó contra él-. Después de la carrera volverá a Italia… No quiere saber nada de mí.
-No entiendo como puede llegar a ser tan tozudo –Renegó el chico-. Supongo que habrá que tener un poco de paciencia.
-¿Tu crees? –Alzó su rostro con esperanza en su mirada.
-Hay que creerlo pequeña… -Suspiró-. Sois el uno para el otro. Os necesitáis… Lo dictamina el destino ¿No? –Sonrió-. Pero nadie dice, que las parejas unidas por el destino, no tengan peleas a lo largo de sus vidas.
-¡OH! –Abrió sus ojos con aquella conclusión-. No lo había pensado de esa manera… No debo rendirme, debo luchar porque Santino me comprenda… -Una débil sonrisa asomó en ella-. ¡Gracias Sandro! –Se puso de puntitas y besó al chico en la mejilla, antes de salir corriendo.
-¡Oye! –Frunció éste el ceño por el rápido abandono-. ¿Dónde vas?
-¡Quédate ahí! –Le gritó animada-. Voy ha entrar en pista con uno de los C-111.
-Esto no creo que le hiciera mucha gracia verlo a Santino –Masculló casi para sí mismo observando como Jaimie desaparecía camino a los boxs.
Al rato, se hallaba con Sergei en el cuadro de mandos de la pista numero tres, cada uno con los auriculares puestos. En espera a que Jaimie se hallara preparada para correr en la parrilla de salida, dando los últimos ajustes a su posición en el interior del vehículo. Miró un segundo a su alrededor de forma distraída, cuando lo vio… Su amigo Santino, se hallaba cerca de las gradas con la vista clavada en el mercedes amarillo. Y conociéndolo como lo conocía, aquella postura denotaba enfado a gran escala. Aquello le hizo sonreír un poco, al comprender que no tardaría mucho en ceder ante su cabezonería. Estaba preocupado por ella. La quería… Y aquel sentimiento lograría barrer el enfado que lo dominaba por el momento. Con fastidio observó como su amigo comenzaba a darse la vuelta, era momento de apresurar a la chica.
-Yo ya habría dado una vuelta, mientras tu estas ahí quieta – Bromeó queriendo que ella arrancara a correr antes de que Santino se marchara de allí.
-Yo no tengo piernas tan largas –Rió la chica-, y quiero estar cómoda para el tipo de prueba que es.
-Cariño, tus piernas son de lujo –Siguió bromeando el piloto-, sal ya de esa parrilla y demuéstrame lo que valen.
La escuchó reír, para después ver como salía derrapando obligando sin saberlo ella a que Santino, se quedara clavado en el lugar con los labios y puños apretados. Aquello le hizo reírse a carcajada limpia. Que sufriera un poco su amigo por tardar tanto en aceptar la verdad.
-Buena salida –La felicitó Sergei por el micro-. Le va ha dar rabia a Rafaelo Calvaggios no estar aquí y poder disfrutarlo.
-No te preocupes –Escucharon los dos hablar a la chica por el intercomunicador-, hoy es simplemente para intentar detectar si existe un problema en la dirección. Así que no permitiría que él subiera conmigo.
-¿Problema en la dirección? –Se puso serio Sandro mirando al joven mecánico.
-Sí, algo me comentó hace un rato –Se encogió éste de hombros-, ella tiene el informe de lo que le ocurre realmente a esa maquina… Hoy le hemos hecho varias cosas, que sinceramente no hace falta probar. Pero me dijo que creyó ver algo raro en la dirección cuando tocaba cerca. Y tenía que comprobarlo conduciendo el coche en pista.
-¿Me estas tomando el pelo, verdad? –Le puso una mano encima del hombro-. Dime que no se está arriesgando.
-No puedo responderte, es ella… -Se quejó Sergei medio enfadado.
-Jaimie, ya estas aflojando la velocidad –Habló Sandro en una orden seria girándose hacia la pista.
-Tranquilo –Se escuchó reír a la joven por los auriculares-, no eres el único que sabe conducir con un poco de más velocidad.
-¡Maldita sea! –Vociferó acercándose a la valla que delimitaba la pista-. Pero no lo hago con un posible fallo en la dirección…
-Tú mismo lo has dicho –Volvió hablar la joven con tono despreocupado-, un posible fallo. No estoy muy segura, solo quiero…
-Matarte por casualidades de la vida –Gruñó el piloto. Tú también corres ese riesgo en cada competición y yo no me meto en tu trabajo –Le respondió con tono mordaz Jaimie-. Así que tú no te metas tampoco en los riesgos de mí trabajo.
-¡Joder! –Volvió a mascullar arrancándose los auriculares y lanzándolos sobre la mesa-. ¡Es una maldita chiflada! Va en un maldito C-111, que se le conoce por “La viuda Negra”…
-Creo que mejor voy en busca de Henrí… -Informó Sergei al ver la preocupación del piloto, emprendiendo la marcha de allí a toda carrera con sus fuertes piernas.
¿Qué demonios ocurría? Era obvio que algo les preocupaba a Sandro y Sergei. Su amigo se hallaba muy enfadado y el chico se había alejado de allí corriendo. ¿Habría hecho algo Jaimie? Volvió sus ojos a la pista, donde el mercedes se deslizaba a una buena velocidad por aquel asfalto. Mejor se acercaba hasta allí y se enteraba de que había provocado aquel estado en los dos hombres. Pero cuando le faltaba pocos metros, su amigo volvió a colocarse los auriculares para hablarle a ella, ajeno a su presencia.
-Estas aumentando demasiado la velocidad, como no la reduzcas un poco… -Cogió aire-. Juro que te ahogo en la piscina del hotel esta misma tarde.
Que raro… ¿Se hallaba preocupado porque estuviera corriendo un poco más rápido por la pista? Frunció el ceño extrañado, pues recordaba como Sandro se había reído de él cuando la había abroncado por correr como una loca con el Aston Martin, a más velocidad que la de ahora.
-No te hagas la sorda… -Resopló exasperado-. Juro que le pienso decir a Santino la estupidez que estas cometiendo aquí. Estoy seguro que le encantará darte un par de azotes en el trasero sobre sus rodillas.
-Te recuerdo que tampoco te habla –recordó ella con cierto matiz rabioso por hablarle de él, cuando debía hallarse concentrada en el coche.
Seguía sin comprender aún, pero conocía muy bien a Sandro y éste se veía alterado, era obvio que le preocupaba mucho lo que estaba haciendo ella. Pero no sabía donde veía su compañero el peligro. Aún se hallaba molesto con él, por ello que dudaba de sí hacerle ver de su presencia en aquel lugar. Puede que si esperaba unos minutos llegaría ha comprender la preocupación del piloto.
-Jaimie, estas aumentando la velocidad –Dijo entre dientes Sandro sin mirar en ningún momento tras su espalda por si llegaba Sergei con apoyo-. Vas ha lograr que me enfade contigo… ¿Acaso también quieres cargar con el mío?
-Si no dejas de decir tantas tonterías, vas ha lograr que me desconcentre del todo –Protestó ella-. Ya se que voy aumentando la velocidad, pero es necesario que lo haga para hallar el fallo.
-Me importa una mierda ese maldito fallo –Habló tozudo-. Santino tenía razón, esos coches son maquinas asesinas… Devuélveselos a Rafaelo Calvaggios, que los exponga en un museo de la Mercedes y listos… Si falla la dirección, que falle… ¡Pero tú para ese maldito trasto! –Le ordenó a pleno pulmón.
-Tranquilo, solo tengo que llegar hasta… -Sandro no escuchó nada más de ella, porque la aparición de Santino a su lado agarrando los auriculares que había utilizado anteriormente Sergei, lo distrajo pudiendo escuchar solo lo último de su frase-. Ya falta poco para el tope de velocidad.
-Te doy solo un segundo, para que cojas y pises el pedal de freno –Intervino Santino con la mandíbula tensa-. Y prepárate, mi furia va ha ser mucho más de lo que te ocurriría en pista si se te bloquea la maldita dirección.
-¿Santino? –Preguntó con duda y voz débil Jaimie-. Yo… ¡Mierda, no!...
El destino quiso que en aquel momento ella anduviera por la última curva, que conducía casi enfrente del puesto de mandos. Contuvieron los dos el aliento ante las palabras de ella, dirigiendo sus cabezas hacia la izquierda a tiempo de ver como el coche amarillo no giraba en la curva. Era imposible, un bloqueo de dirección solo te dejaba ir en línea recta. Y ella, se dirigía hacia ellos…
WOWWWWWWWWWW!! No no no sigue sigue...( miro y remiro a ver si aparece más de milagro) No puedes dejarlo allí...no con un pleno accidenet...NOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarAishhhhhhhhhhhhhh
Nooooooooooooo por que cortas alli??? por queeeeeeeeeeeeeeeeeee??????
ResponderEliminarpor que siempre nos dejas en suspensooooo, por malo santino se merece que se lo lleve de corbata jaja
ResponderEliminarQuejicas!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarY no se cuando voy a subir mas!!!! Posiblemente tarde, creo q la cambio con inocencia robada!!!!!!!!! Así q no os quejeis, esta semana teneis capi de inocencia jejejej
Besos lokas